Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 17

Para mi mala fortuna la casa se ha hecho un campo de batalla, aunque se supone que sólo debería haber dos lados, en nuestro caso hay tres.

Larisa contra mí, y el tercero es de todos los demás, que bien están en contra de la rubia pero igualmente no pueden entrar de lleno a la pelea.

Ella lucha por quedarse con Lucifer a toda costa.

Y creo que yo lucho por el mismo fin, aunque me cueste trabajo admitirlo.

Lucifer, que aquí es la clara causa de conflicto, está en un punto bastante difícil, aunque como es su costumbre parece no interesarle.

Larisa sigue en esta casa como si nada, como si el demonio jamás la hubiera echado. 

Y él supongo que sigue en la misma posición de siempre desde que llegué.

—Tengo que salir — avisa Lucifer poniéndose de pie —, no tardo, vuelvo en un rato.

El demonio sale de la cocina y nos deja a todos dentro en silencio.

—¿No te llevaron de mascota hoy? — pregunta sarcástica Larisa.

—Por lo menos a mí me sacan de esta casa, y no me tienen como esclava adentro.

—Solo eres un juguete, pequeña.

—¿Como el resto de nosotras aquí? — interviene Michelle —, no intentes hacerla sentir menos ni nada parecido, que más bien ella es la que se libra de ser un juguete, sin contar a Valary es a la que más en serio se toman.

—Vas a terminar igual de mal que el resto, niña — me dice mirándome profundamente, casi queriendo matarme con los ojos —, aprende algo, es Lucifer, ¿lo entiendes? El príncipe, el gran príncipe del infierno, tiene millones de años de existencia, tú eres igual de reemplazable que cualquier cosa en su vida, así como se aburrirá de mí, se va a aburrir de ti, y de la siguiente.

—Tal vez tengas razón — acepto —, pero por el momento es de ti de quién se aburrió, ya veremos después qué pasa.

—Estás metiéndote en una guerra conmigo que de verdad no te conviene — dice en voz más baja inclinándose hacia la mesa para verme más de cerca.

—A ti es a la que no le conviene meterse en problemas conmigo — contesto de la misma forma —, realmente no te conviene porque vas a perder, sé algo de ti que nadie mas sabe. Algo que ni siquiera Lucifer sabe, y cuándo se entere van a arder las cosas.

La cara de Larisa se crispa con mis palabras, seguro que está pensando en su infidelidad y el como es posible que yo lo sepa.

—Qué es...

—Mantén tu puta distancia conmigo, Larisa, no pienso ser una presa en este juego.

—¿Quieres que juguemos entonces? Bueno, eso haremos, el juego real comienza ahora, y de verdad no sabes con quién te estás metiendo.

—Al parecer tú tampoco lo sabes, llevas las de perder y aún así quieres arriesgarte.

—Si me lo propongo voy a destruirte, no me cuesta nada hacerlo.

—A mí me cuesta mucho menos que a ti.

—Adelante entonces, veamos quién lo consigue primero.

—No creo que deban hacer esto — habla Satanás —, vamos, Larisa, tú misma sabes que llevas las de perder, tanto con Lucifer como con Ness, mejor detente de una vez.

—¿Detenerme? Esto no se queda así, la niña quiere pelear, pues peleemos.

La sangre me hierve con sus palabras, como puede ser tan estúpida para arriesgarse cuando sabe que hasta su vida corre riesgo con ello.

Tal vez sea que piense que no tengo nada en su contra y sólo me lo estoy inventando para amenazarla.

Pero de ser así que tonta es.

Tiene cola que le pisen y parece no darse cuenta, o es tan cínica que ni siquiera le interesa.

—Voy a quedarme con él — dice al fin —, como es hasta ahora, y tú vas a terminar fuera de aquí, como debe ser.

—No soy tan mala, voy a dejar que medites un poco sobre lo que puedo saber de ti, ve si te conviene seguir con esto, porque en cuanto me digas que estás segura voy a decirle una sola cosa a Lucifer y estarás perdida.

Me paro de la mesa y salgo de la cocina, definitivamente no puedo estar en una habitación donde ella esté, mucho menos si no está Lucifer presente para controlarle.

Planeaba usar su infidelidad como último recurso, pero ya que la veo muy segura de querer entrar en guerra conmigo, tendrá que ser obligatorio decirlo.

Me encierro en la habitación y me echo en la cama pensativa. Aún cuando llevo las de ganar no puedo confiarme, después de todo es Larisa de quien hablamos.

Escucho el zumbido del motor de un auto, cosa que me resulta extraña. No creo que Lucifer haya sacado su auto hoy, además de que el motor del Mustang suena completamente diferente.

Salto de la cama y corro unos pasos hasta la ventana, me asomo y me siento palidecer cuando veo un Audi amarillo aproximándose a la casa.

Mason.

Corro de regreso a la cama, tomo mis tenis del piso y comienzo a ponérmelos deprisa mientras voy hacia la puerta.

Lucifer no está, y eso técnicamente es bueno, sin embargo dijo que no tardaba y podría volver en cualquier momento.

Casi vuelo a lo largo del pasillo y voy bajando las escaleras a trompicones.

Para mi mala fortuna, aunque lo esperaba, todos están fuera de la cocina.

Esquivo a los demonios que se aproximan a la entrada y salgo antes.

—¿Qué haces aquí? — pregunto bajando los peldaños apurada.

—¿Dónde está?

—Lucifer no está.

—Quiero hablar con él, dile que salga.

—¿Tú crees que seguirías vivo si él estuviera aquí? — cuestiona otra voz detrás de mí —, podré quejarme de muchas cosas suyas, pero cobarde jamás ha sido.

—Mason, vete, no tarda en volver y no debes estar aquí.

—¿Por qué no has contestado mis llamadas?

—Puedo explicártelo, pero ahora tienes que irte.

—No hay nada que explicar, Ness, sé perfectamente qué ocurre, él está detrás de esto.

—No es cierto, ahora vete — ¿no es cierto? Claro que lo es, incluso debería aceptarlo para no quedar como la mala.

—Voy a quedarme aquí hasta que vuelva, no voy a dejar que se salga con la suya.

—Mason vete ya, esto no está bien, va a enloquecer si te ve aquí, y no podré detenerlo esta vez, por favor vete, sea lo que sea que quieras hablar con él, no es momento, hazlo luego, no ahora.

—No pienso moverme de aquí, Ness, no voy a dejar que salga con la suya de nuevo.

—¿De nuevo? — inquiere la voz de Larisa —, hasta donde yo sé, y creo que todos recordamos, el que se ha salido con la suya has sido tú. Sí sabes de qué hablo, ¿no? Y no creo tener que decirlo, todos aquí saben a qué me refiero. Tómalo como venganza, justicia, o derecho, pero creo que esta vez le toca salirse con la suya.

¿Larisa está defendiéndome? Técnicamente es eso.

—No te metas, Larisa, eres la que menos injerencia tiene en esto, además, qué me dices, gracias a lo que hice estás donde estás, te beneficiaste indirectamente de ello.

—Largo brujo, no quiero defenderla, y podría beneficiarme también de esto dejándote aquí, sin embargo sabemos que si Lucifer te encuentra las cosas van a arder para todos sin excepción. Vete, deja a Ness en paz, yo voy a encargarme de que termine yéndose a ti, no te preocupes por ello.

Quiero contestarle y contradecir su victoria adelantada, sin embargo hacer eso sería hacer que Mason se quedara aquí.

—Vete ya, te buscaré después — susurro para que la rubia no me escuche —, por favor, vete, este no es un buen momento para causarle problemas a Lucifer, en verdad no lo es.

—Vas a pelear por él, ¿no? — pregunta en voz baja y encarándome.

—Sí — acepto —, porque ella tiene que perder.

(...)

La puerta se abre y los presentes alzamos la vista para mirar a Lucifer.

Entra muy tranquilo y serio, no dice ni una palabra mientras camina.

—Ness — me llama antes de llegar a donde estoy —, tenemos que hablar.

—¿Qué pasa? — pregunto parándome.

—¿Recuerdas qué querías conseguir un trabajo? 

—Sí...

—Bien, conseguí algo.

—¿En serio?

—En serio. Volverás a la universidad.

—¿Qué? — esperaba todo menos eso.

—Lo que oyes, volverás, fui a inscribirte de nuevo.

—¿Cómo lo hiciste? Están a mitad de cuatrimestre...

—No me insultes, Ness, para mí nada es imposible. Pero tienes exámenes por hacer, para revalidar materias y todo eso, ya debes saberlo. Entras el lunes y tus exámenes son el jueves.

—De la siguiente semana.

—De esta, la siguiente semana vuelves oficialmente.

—¿Quieres que haga exámenes dentro de dos días? ¿Cuántos son? ¿Cinco?

—En realidad es uno de ciento treinta preguntas... nada tan imposible.

—Tengo dos días para estudiar.

—Calma, no te estreses, yo me encargaré de que estudies y aprendas lo necesario para aprobarlos.

—Que linda forma de demostrar tu amor paternal, príncipe — menciona Larisa.

—Nada de eso, Ness y yo acordamos dejar a un lado la tontería de la paternidad. Lo he hecho por su deseo de hacer algo.

El demonio me toma de la muñeca y me hace seguirlo.

No se dice mas, y Larisa termina desencaja donde está.

Lucifer me lleva a un lugar desconocido de la casa para mí, pasamos por debajo de las escaleras principales, abre una puerta que nunca había visto, y entramos a lo que apenas me entero es una biblioteca.

—Aquí hay libros de absolutamente todo — dice mientras bajamos las escaleras —, veremos algunos para comenzar a estudiar.

—Con que vas a hacerla de maestro por hoy...

—Si... algo así.

Llegamos hasta un escritorio de madera oscura, me recargo en el sin sentarme y espero a que Lucifer diga algo más.

—¿Con qué quieres empezar? 

—No tengo idea.

—Dime alguna materia que no entiendas.

—Anatomía— digo sin pensarlo un solo momento. No es tan difícil, aunque realmente no la comprendo demasiado bien.

—Bien... — acepta mirando todo alrededor hasta que decide sacar un libro que está unos cuantos libreros más lejos de donde nosotros.

El libro vuela veloz y llega a las manos del demonio.

—¿Qué es lo que no entiendes? — pregunta abriéndolo y dándole una mirada rápida.

—Nada.

—¿Siquiera llevas anatomía como materia?

—Tú sólo preguntaste algo que no entendiera, no especificaste que debiera llevarla.

Lucifer sonríe por ello, claro que no llevo anatomía, ni siquiera estoy estudiando algo que tenga que ver con ella.

—Bueno, empecemos... como todo lo que tiene que ver con la medicina, la palabra anatomía viene del griego —
Comienza a dar su clase sin soltar el libro, aunque todo lo que comienza a decirme parece saberlo, pues no mira las hojas en ningún momento.

—Ajá...

—Creo que comenzaremos con... la conformación general del cuerpo... humano — especifica.

—Bien.

—¿Sabes cuántos huesos tienes?

—Se supone que doscientos seis... podría tener más — digo encogiéndome de hombros.

—Claro — acepta asintiendo y mirándome de forma muy curiosa.

—¿Cuántos huesos tienes tú?

—Doscientos diez... tal vez más — dice de la misma forma que yo, dándome gracia.

—Vaya.

—¿Te gustan las clases teóricas, o prefieres las prácticas?

—La teoría aburre en cierto punto...

—Y supongo que ya llegamos a ese punto.

—Puede ser — acepto alzando los hombros.

Lucifer sonríe ampliamente mientras asiente, cierra el libro y lo pone en el escritorio un momento antes de rodearme con un brazo y subirme al mueble.

—Bien, comenzaremos con algo simple — habla —, ¿sabes cuántos dedos tengo en la mano derecha?

La pregunta me causa un poco de controversia, hasta donde sé tiene cinco dedos igual que todos.

—Cinco — contesto esperando no enterarme que tiene mas.

—¿Y cuántos necesito para que gimas mi nombre?

La pregunta definitivamente me pone de nervios, no pienso contestarla, esto es... ridículo, aunque muy deseable.

—¿Por qué no lo averiguas por ti mismo? — contesto mirándolo directamente a los ojos.

Vuelve a rodearme con un brazo y me jala hacia él, dejándome sentada a la orilla del escritorio.

Mete la mano bajo mi ropa interior y mis piernas se tensan al instante, incluso quiero cerrarlas, pero obviamente el chico no me lo permite.

Sus dedos se resbalan con bastante suavidad hasta estar dentro de mí. Siento mi cuerpo relajarse y estremecerse al mismo tiempo mientras el demonio me mira atento.

Quiero poder controlarme, esto no es demasiado... o eso es lo que quiero pensar.

Sin embargo puedo darme cuenta cuando Lucifer comienza a meterse en mi mente, haciendo que deje de tener un control absoluto sobre mí misma y no pueda contenerme como lo deseo.

Los movimientos constantes de su mano me tienen jadeando literalmente, me muerdo el labio en un intento de no gemir y darle gusto, sin embargo no logro callarme demasiado y acabo por quejarme.

—Me gusta más cuando no intentas contenerte — susurra acercando el rostro al mío, y luego de mirarme un largo momento termina dándome un corto beso en la frente, algo que me resulta demasiado tierno para ser él.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro