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The Morgue

Sólo alguien como él aceptaría trabajar en aquella temporada del año, bajo aquellas circunstancias y aquel día en especial. 31 de Octubre de 2016, Halloween.

Cualquier persona en su sano juicio hubiese evitado trabajar ese día, mucho menos si laboraba en el ámbito en el que él lo hacía. Incluso Lee, el encargado del lugar, se estaba por esfumar por esa noche donde no creía que fuese necesaria más su presencia.

-El último de la noche, mi colega y amigo... -Le dijo Hoseok al hombre un tanto bajo, de bata blanca, complexión delgada y piel tan blanca como la nieve; cabello rojizo, ojos miel y facciones gatunas; a su lado. Mientras descubría el cuerpo ensangrentado y apenas reconocible. Min YoonGi casi da un paso atrás al ver aquello, pero mantuvo su postura rígida e imperturbable, como siempre- De nombre, Park JiMin. Murió anoche en un accidente automovilístico, por lo que no necesitas agregar a su expediente la forma de muerte, ya está redactada.

Necesitamos las causas de muerte, él y sus amigos murieron, ninguno sobrevivió. Se dice venían de una fiesta por lo que tal vez haya habido estupefacientes incluidos. Analízala, realiza la autopsia y prepara el cuerpo. Necesito el informe mañana por la mañana sobre mi escritorio -YoonGi tragó duro al no poder despegar su vista de ese muchacho, cada día eran más jóvenes.

Hoseok al ver que no respondió simplemente se deshizo de la bata médica y la echó sobre su silla giratoria antes de encaminarse a la puerta y echarle una última mirada al hombre bajito al fondo, junto al cuerpo - Todo tuyo, Min - Le dijo y en ese momento un fuerte rayo partió la oscuridad mórbida del lugar y el silencio de tajo, trayendo consigo una torrencial lluvia. Lee abandonó la sala, dejándolo allí solo, con no solo el cuerpo de ese chico, sino unos 50 más.

Min lo vio partir, y luego volvió su vista al muchacho junto a él, tendido en esa camilla metálica con hendidura, que protegía al piso de la caída de fluidos corporales no deseados, incluidos sangre y vísceras. Los ojos del chico estaban levemente abiertos, revelando un color verde hermoso en su iris, pestañas largas, cejas pobladas y alineadas. Rostro cincelado y apenas un poco bronceado, prominentes labios ahora pálidos pero que prometían haber sido rosas. Cabello tintado en un color ceniza, perdía, desgraciadamente, su brillo. Un chico bello, "muy bello" pensó Min. Suspiró con pesar y comenzó a preparar todo para comenzar a abrir el cuerpo. Se colocó el látex necesario y equipo médico desinfectado.

Acercó la mesilla metálica con sinfín de bisturíes, cierras y demás artefactos que le servirían para diseccionar las entrañas del joven. Min YoonGi, a pesar de tener apariencia fría y distante, de esas personas que el mundo les pasa igual; conservaba aún un corazón bueno, único y blando.

-Hola Jimin, soy Min YoonGi. Me encargaré de hacer tu autopsia. No te preocupes, no dolerá. Será rápido lo prometo. Solo quiero descubrir las causas de tu muerte y devolverte a tu familia muy pronto, para que te llenen de amor y cariño, sé que lo necesitas... Bien, comenzaré -Le dijo todo aquello con calma, estaba acostumbrado a ello, no era alguien sin alma y a menudo llegaban jóvenes que habían muerto por causas atroces. Su trabajo en aquella morgue a cualquiera le parecería descabellado, pero algunas veces se requería un poco de humanidad para ello. Y a veces agradecía que los cuerpos de esas personas pasaran por sus manos pues sabía perfectamente que nadie les dedicaría la atención y el cuidado, las palabras que ya mismo le había musitado al chico; como él lo hacía. Era simplemente para mantener su alma en paz, porque creía que aun después de la muerte había cierta conexión que llevaba al cuerpo "muerto" a entender.

Sonrió apenas, no era mucho de sonreír, pero lo hizo. Porque en su pecho sentía un calorcito al mirar el bello rostro dormido de ese chico que parecía un ángel, aunque ahora mismo estuviera corrompido y destrozado en sangre.

Una sola incisión; comenzó en la garganta y finalizó bajo el ombligo. Las ropas habían sido meticulosamente guardadas y etiquetadas ya. El chico era corpulento y atlético, por lo que veía. Lo desintegró con el cuidado que mecía, retirando cada órgano y resto que ya no eran necesarios y sustituyendo con bastó aserrín tratado, como relleno. Todo ello con el respeto y cuidado que Gi desbordaba hacía los no vivos. Si él moría algún día, le gustaría que lo tratasen así, que no le hostigaran el cuerpo y lo malograran sin clemencia. Que no abusaran de que ya no podía ni hablar ni moverse.

Prosiguió a suturar con basto hilo la incisión, para que no se abriera o despidiera algún olor subyacente luego. Y luego limpió. Lo limpió de cabeza a pies, llevándose en la esponja mojada los restos de sangre seca; revelando ese perfecto cuerpo, ese rostro cincelado y de tersa piel que yacían ocultos bajo la capa de sangre. Otra apariencia daba ahora y Yoongi estaba menos mortificado por ello.

-Hemos terminado... -Le anunció con calma y media sonrisa al cuerpo sin vida del chico- Espero no haberte incomodado, Jimin -Sonrió un poco de lado mientras se quitaba los guantes de látex de las manos. Hora de hacer el papeleo, así que se encaminó al computador que yacía encendido al fondo del gran cuarto médico, y se instaló cómodamente en la silla giratoria. Tomando el ratoncito cursor, comenzó por llenar cada espació que disponían las hojas de expediente. Esperando también resultados de algunas muestras de sangre y tejidos que había tomado del cuerpo.

Tarareaba una canción mientras imaginaba con saña los cientos de niños que estarían tocando su puerta en ese preciso momento y él no les abriría para responderles al "Truco o Trato" y no les daría dulces. Era malo pesar así, pero le resultaba divertido. Vaya, ni siquiera debería usarse eso del Halloween en Gyeongsang , el pequeño poblado en el que residía apenas a una hora de la ciudad real. Min YoonGi pensó que vivir en un lugar tranquilo era lo mejor, el ajetreo de la ciudad, lejos de brindarle la tranquilidad que buscaba, lo alejaba de ella. Por lo que este pequeño pueblo le vino como anillo al dedo.

Rodeado de montañas y bastos cultivos de maíz a la redonda, donde se respiraba aire puro y fresco. La casa donde vivía era grande y rústica, rodeada de árboles y más sembradíos de maíz. Aunque realmente, aquel pequeño poblado, apenas tocado por la mano de Dios, lucía espeluznante y sombrío, más cuando la noche caía, las tardes eran solitarias y el ambiente frío. Un par de tabernas, algunos servicios sociales y dos tiendas de conveniencia a punto de morir. 142 habitantes, dos gallinas y tres marranos.

La decoración naranja, morado, negro y rojo abundaba en las casas, paja y calabazas. Colgantitos de brujas y demás espectros adornaban las fachadas por tal fecha, Halloween. Él lo odiaba. No le encontraba sentido realmente.

Concentrado tecleaba llenando espacios. El silencio era rotundo y apenas un poco de luz proveniente de un candelabro y la luz misma lunar, llenaban el espacio donde estaba. La lluvia seguía allá fuera y por las ventanas lograban colarse las sombras de esta, proyectando contra el suelo y el cadáver expuesto en la mesa metálica, dando tapices suaves al pálido y angelical rostro del chico, Jimin.

-Necesitamos cenar una rica lasaña, oh YoonGi, por tu buena labor de quedarte hasta tarde este día... -Cantaba a la vez que tecleaba relajadamente en el computador. Pero de pronto un ruido en seco y metálico, a sus espaldas, lo hizo casi salir disparado de la silla. Se volvió enseguida, mirando hacia atrás con el corazón bombeándole fuerte en el pecho. Todo estaba en su lugar, pulcro. Nadie llegó, ¿Qué había sido entonces ese sonido? Como si le hubiesen dado un puñetazo a una de las mesas metálicas, pero, la única que estaba expuesta y ocupada era la del joven, Jimin.

El chico de cabellos rojizos se levantó con cuidado de la silla, un escalofrío recorriéndolo arrolladoramente mientras se acercaba al cuerpo inerte apenas cubierto por la sabana azulada al frente. Tragó duro, estaba como lo había dejado. Nada parecía fuera de lugar o que algo haya terminado en el suelo.

Debió ser un gato afuera o algún movimiento involuntario aún del cuerpo del chico, pensó Gi, pero el chico tenía mucho tiempo muerto, su cerebro ni siquiera debería tener movimientos involuntarios ya a esas alturas. "Debió ser un gato" se dijo tratando de no pensar cosas más allá del entendimiento de cualquiera. Se volvió dispuesto a terminar su trabajo, después de todo ya estaba por salir. Pero se detuvo abruptamente cuando por su mente pasó la imagen entera del chico antes de dejarle e ir al computador. Abrió los ojos como plato y se volvió enseguida.

La sábana.

La sábana no estaba como la había dejado. El cuerpo estaba más descubierto de lo normal. Parándose junto a este, un viento helado le erizó el vello de la nuca, el corazón le bombeaba tan duro contra el pecho que dolía. Miró a la cara al chico, este estaba impasible, justo como antes, con la mirada azulada a medias, nada fuera de lo normal, pero, había algo que le resultaba descabellado a Yoongi y no sabía el que. Una mala espina, un mal presentimiento. La corriente de aire volvió y lo golpeó contra la bata. Virando su vista a un lado y sobre la ventana, denotó que esta estaba abierta.

O era coincidencia o... No, no lo creía, esa corriente de aire, ni porque la ventana estuviese abierta, hubiese podido arrastrar la sábana casi fuera del cuerpo del chico, menos desde esa dirección pues la ventana yacía a los pies del chico y muy por encima en la pared, en todo caso la hubiese volado sobre la cabeza de este.

-Vamos Gi, nos seas princesa, nada ocurre, movimientos involuntarios, son solo movimientos involuntarios... -Se me mentalizó bajito antes de cerrar la ventana muy bien y volverse a cubrir el cuerpo hasta el cuello - Jimin, por favor, no me estés asustando. Somo amigos...-Le dijo tratando de sonar gracioso, y luego volvió a la computadora con leves temblores adornándole el cuerpo y dispuesto a terminar cuanto antes para largarse de allí, ¿Trabajar de noche? No más en sus opciones y escrito en un Post It mental con letras grandes y rojas, para no olvidarlo.

Terminado todo el papeleo y con el alma pendiendo de un hilo, apagó el equipo, ordenó lo ocupado en su lugar y metió el cuerpo en el recoveco frío para preservarlo. No sin antes echarle una última mirada.

Hora de ir a casa. Por fin y gracias al cielo. Pensó Yoongi.

Condujo hasta esta, con la imagen del bello chico en mente. Convencido de que, si lo hubiese conocido antes, talvez hubiese salido con él.

Las calles desoladas de Gyeongsang no parecían estarlo tanto esa noche, los niños saltaban de casa en casa tocando puertas y esperando ricos dulces y golosinas, la gente parecía animada. Pero eso a él no le importaba, estaba bastante nervioso y sensible, más no sabía el porqué. Solo quería llegar a casa, sumirse en una buena taza de café, una buena cena y dormir. Condujo entonces hasta la zona privada de su casa, apartada por un camino de tierra del pueblo y se engulló en la oscuridad de su propiedad. Bajó de la camioneta y se adentró en la sombría y gran casa apenas tocada por la luz lunar y no más, esa noche. Entro y encendió la luz de la sala, cerrando la puerta tras de sí, esa de doble puerta; una siendo un mosquitero y la otra normal y recubierta por una cortina en el interior.

-¡Holly, papa Min está en casa! -Gritó entusiasta Gi a su mascota, una french poodle de edad ya, del color del café con leche. La amaba demasiado y era su única compañía. Pero, esta vez, la perrita no llegó a su encuentro como todos los días, cosa que le pareció extraña a Gi- ¿Holly? -La llamó mientras dejaba la chaqueta sobe el sofá y caminaba a la cocina buscándola con la mirada-Holly, papá ha llegado... Sal... -Pero no apareció como normalmente lo hacía, incluso ladraba con tan solo escuchar el sonido de su vehículo, pero esta vez...- ¡Oh, ahí estas! -Dijo Suga emocionado encontrándola en un recoveco tras la refrigeradora, echada y gimiendo, temblando de miedo. YoonGi se quedó estático extrañado por el comportamiento de su mascota -¿Holly? -La llamó agachándose cerca de ella, esta salió y se le agazapó muy cerca y temblorosa. El hombre le acarició el pelaje espumoso para tranquilizarla, pero algo pegajoso y mojado se le quedó en las palmas. Gi se miró las manos y se denotó las palmas teñidas de borgoña, no en gran cantidad, pero si estaba presente. Abrió los ojos en grande y alzó a la perrita para examinarla bien. Con entrecejo fruncido la dejó de nuevo en el suelo. Sangre -Oh, Holly, no quiero pensar que le has matado de nuevo las gallinas a la señora Kwon, que seguro mañana me las cobra como cosa de servir... -Le dijo, más no se convenció mucho, pero era lo más viable. Esas gallinas solían fastidiar mucho, Holly ya había acabado con 5 desde su llegada allí.

YoonGi, se encargó de duchar a su mascota y de paso él mismo. No entendía el comportamiento tan nervioso y a la defensiva de esta, como si algo la hostigara o amenazara. No había querido comer, ni había ladrado como de costumbre, mucho menos salir cuando Gi quiso sacarla a hacer sus necesidades, mostrándose más renuente afuera.

Dispuesto a dormir, luego de una buena cena; dejó que Holly subiese a su cama junto a él e iluminados apenas por la lampara de noche, ignorando el pensamiento martilleante de una voz suave musitando su nombre detrás de la cortina del baño, mientras se duchaba, se dispuso a dormir. Pero de inmediato surcó su mente la imagen del joven Jimin, ese bello chico que en verdad le había cautivado y aun que yaciera muerto, no podía negar que era bello. No podía imaginarlo viviendo, sería entonces un bello ángel. Uno que le encantaría conocer. Y es que no sabía qué tenía que le llamaba tanto la atención. No sabía si era su bello rostro, la hermosura de su cuerpo, lo tersa que era su piel, el profundo azul de sus ojos, sus labios prominentes o ese encanto que desbordaba.

Dios santo, no había visto a alguien igual y eso que había conocido a mucha gente apenas a sus 32 años. Si hubiese conocido a ese chico antes, realmente lo conquistaría. Se le antojaba en todos los sentidos.

Y cuando pensó en eso inevitablemente llevó una palma por debajo del edredón y apretó entre sus piernas. No era sano pensar en un cadáver de esa manera, pero él pensaba en el chico estando en vida, si lo hubiese podido conocer vivo. Era una lástima. Una que no le duraría mucho. Apretó con más vigor siendo consciente de las sensaciones tan buenas que lo invadieron y cuando estuvo dispuesto a insertar su mano dentro de sus pantalones, el teléfono fijo de la casa resonó en el silencio de su hogar. Min dio un respingo del susto, pues estaba tan concentrado. Holly a sus pies se alzó comenzando a gruñir hacía la nada. Min apartó su mano y suspirando abandonó la calidez y comodidad de su cama para ir a contestar el molesto aparatejo del año del caldo de piedra, que no dejaba de resonar. No encendió ninguna luz, no importaba de todas formas, pensaba sería rápido quien quiera que molestara a esas reverendas horas; Holly tras de él, gruñendo y gimiendo inquieta.

Al llegar a la sala tomó el aparatejo molesto y se lo llevó a la oreja.

-¿Sí, diga? - Contestó renuente con la paciencia abandonando su cuerpo. El sueño para él era sangrado, ¡SAGRADO!

-YoonGi buenas noches, soy Hoseok...-Se anunció la voz tras la línea, Gi rodó los ojos, odiaba cuando el trabajo lo seguía a casa y ese trabajo tenía nombre y apellido.

-Buenas noches Hoseok, dime... - "¿Qué más?" pensó YoonGi tomándose el puente de la nariz hastiado.

-Sí, bueno; olvidé algunos documentos importantes antes de partir, por lo que me volví por ellos apenas hace unos 5 minutos. Preguntarte, ¿Pasaron por el cuerpo del joven Park? - Gi frunció el ceño- Porque veo la mesa desocupada y no está en el depósito... -Min abrió los ojos como plato al escuchar aquello. Holly de repente en la puerta principal ladrando contra esta con bravura, Min se volvió a verla extrañado. El extraño mal presentimiento volviéndose presente.

-No, ahm... ¡Holly, basta! -Gritó incapaz de concentrarse por sus ladridos erráticos y fuera de control. Pero nada parecía parar la bravura de su mascota anclada al pie de la puerta- Hoseok, por favor deme un momento, ¿sí? - Le dijo y abandonó la bocina sobre la mesa sin esperar contestación. No iba a poder conversar con su mascota hecha loca de esa manera. Así que se encaminó a la sala y la observó consternado dispuesto regañarla y lo hizo, pero nada parecía remediar el comportamiento del animal, que no paraba de ladrar como poseído. Min pensó que tal vez un mapache estuviese fuera hurgando la basura y su mascota estaba loca por eso-¡Santo cielo, Holly, calla! -Pero no lo hizo. Min en cambió se acercó a la puerta, con ciertos nervios aflorando y no sabía porque, y corrió apenas la cortina de la ventanilla, mirando hacia afuera esperando ver lo que inquietaba a la canina...

Fue entonces que lo vio...

Se quedó estático, rígido y entumecido mientras sentía como la sangre le bajaba de golpe hasta los pies y le volvía a subir provocándole una sensación tan terrorífica, que resultaba increíble. El corazón como tambor batiente dentro de su pecho y ensordeciendo sus oídos, había perdido todo sentido y la cordura seguro que también.
Parpadeó varias veces, porque eso que veía no podía ser más que un producto de su imaginación. De pronto ni siquiera escuchaba los interminables ladridos de Holly a su lado.

Allá al fondo, donde terminaba la yarda y daba comienzo el alto sembradío de maíz del señor Kim, donde cada espació era iluminado por la luna llena y los árboles creaban sombras espeluznantes. Estaba él...

Estaba Jimin. El cadáver que había llegado a la Morgue pasada la tarde producto de un accidente automovilístico, donde no solo murió él sino tres más de sus amigos.

No, su mente de verdad le estaba dando una mala pasada. Y muy mala. Le vio allí, parado no vistiendo más que unos pantalones de mezclilla en color claro, ajustados y rotos de las rodillas, manchados un tanto de borgoña. Iba descalzo y con el torso descubierto revelando esa perfecta musculatura y esa gran incisión cocida a mano y sin mucho cuidado que él mismo se había encargado de hacer. Un tanto roja y resaltaba terroríficamente en él. Su rostro estaba tan manchado en sangre como antes que lo limpiara, su mirada más verdosa que antes, iridiscente. Su blanca y tersa piel relucía y contrastaba entre el borgoña más puro que había visto.

- No, YoonGi, no. Él no está ahí, él esta.... Muerto -Musitó con vehemencia, alterado, para tratar de calmarse mientras apartaba la vista de él, y él como si se hubiera dado cuenta de sus palabras, se sonrió. Lento, abierto, espelúznate y los ojos le brillaron con maldad. Apartó la mano de la cortinilla y se echó para atrás, Holly estaba vuelta loca. El pulso casi le fallaba y cuando se volvió para tomar de vuelta la bocina del teléfono, chocó de frente con él.

El corazón le dio un vuelco al verlo ahí. Cayó al suelo y solo pudo verle los pies sucios y llenos de fango, ¿Cómo había llegado ahí?

No, No, ¡NO!

No era verdad, no podía serlo, pero...

-Mírame... - Ordenó el joven, una voz dulce, suave, pero demandante. No, él no hablaba, estaba muerto, los muertos no hablan. Min se atrevió a subir más la mirada, a su rostro y conectó con esos iridiscentes ojos que resaltaban en la casi completa obscuridad de la casa, la luz lunar llenando parte de su rostro y cuerpo, no había más luz que eso. Min sintió frío, mucho frío. Holly había salido huyendo y gimoteaba en algún rincón de la cocina.

Min negó mirándole, con los vellos de punta.

-No, tú no estás aquí, tú estás muerto... Jimin tú estás muerto... Yo, hice tu autopsia tú... - Afirmó tratando de ser valiente, aunque las palabras no le llegaban a la boca. Su corazón dolía. Una corriente de frío viento lo golpeó entero produciéndole espasmos horribles. El chico frente a él volvió a sonreír, pero ahí donde lucía dulce y angelical había un deje de maldad pura e inconcebible, siniestro, que inquietaba.

-Lo estoy ...-Afirmó para él sin mayor esfuerzo y eso fue la gota que colmó el vaso. Gi aseguraba haberse vuelto loco. Min se volvió sobre sus rodillas e intentó escapar hacía la puerta, pero antes de siquiera dar un paso, ya le habían tomado por un tobillo. Es más, ni siquiera se lo había tomado, era el mismo pie de Jimin el que lo apresaba contra el suelo, con una fuerza que sentía se lo rompería. Min se volvió a mirarlo con horror mientras denotaba como Jimin se agachaba y ahora si lo tomaba por el tobillo y lo arrastraba de una sola vez, como si no pesara ni un gramo, para devolverlo a su lugar.

De una sola vez, Jimin lo alzó del suelo por el espaldar de su camisa y lo lanzó contra la pared de al lado, cerca de la barra de la cocina. Impactó contra esta de espaldas y chilló soltando un quejido de dolor. Antes de que pudiese caer al suelo, Jimin ya lo había alcanzado y lo sujetaba ya por el cuello en alto.

Min lo miró horrorizado. No, no era una pesadilla, Jimin estaba ahí... Estaba vivo. Trató de zafarse de él, pero el agarre fue más fuerte en su cuello.

- No intentes escapar, será para peor y no quiero hacerte daño, Min YoonGi. Eres demasiado hermoso para destrozarte de una sola vez - Y lo analizó detenidamente, Min temblaba por doquier. No quería creer, pero sin duda alguna era cierto.

-¿Qué quieres d-de mí? ¿P-Porqué no estás m-muerto? -Los iridiscentes ojos azulados titilaron ante él con suficiente advertencia, como si supiera cada palabra que el otro pensaba para decir.

-Aún dormido, escuché tus palabras. Me esperaba un lugar bueno en el cielo Gi, pero, de camino a este me topé con un ser extraño, uno que alguna vez solo vi en pesadillas, un ser espectral. Por principio tuve miedo pero este me ofreció un trato. Uno muy bueno y tentador. Uno que ofrecía la la vida de vuelta a cambio de mi alma, pero, por solo esta noche...-Gi tenía los ojos abiertos por completo- De principio... Pensé en no aceptar, pero, luego te recordé... -Sus ojos se posaron sobre él, apretando más en su cuello- No puedo irme sin tenerte, Min YoonGi... -

-¿Q-Qué? -Tartamudeó confuso con el corazón desbocado. De repente Jimin ya no estaba cocido por la mitad ni cubierto de sangre. Parecía alguien pulcro y bueno, un muchacho común y corriente, pero esos ojos... Esos ojos delataban sus intenciones. Por un momento Gi se perdió en su belleza. Jimin se acercó a su mejilla y sacando una lengua descomunal, larga y negra, lamió con exquisitez esta, ascendiendo hasta su oreja derecha donde susurró.

-Vas a follarme esta noche, dulzura... -Y sin más le mordió el lóbulo hasta hacerlo sangrar, Min dio un quejido.

-¡Estás loco! -Le dijo tratando de empujarlo- Yo estoy loco y tu estás muerto, esto no está sucediendo... -Jimin negó con la cabeza mirándolo burlesco.

-Entonces te mostraré que no juego... -Le dijo con seriedad ensordecedora mientras viraba su vista donde Holly en la cocina chillaba escondida y por consiguiente el cuerpo de Min salió volando hasta estrellarse con la pared al fondo y luego cayó al piso fuertemente. No quedó inconsciente, pero si un tanto noqueado y con la vista viniéndole borrosa, solo pudo acatar ver como ese ser se encaminaba a la cocina y sacaba a rastras del rincón que estaba a su Holly alzándola del pelaje en el reverso del pescuezo. El animal chilló de dolor, pues lo sujetó con bravura, pero no fue capaz de volverse y mascullarle un brazo. Los ojos de Jimin parecieron divertidos mientras miraba al animal retorcerse en su mano y a la ves miraba a Min al fondo hostigado por la imagen.

-Por favor, suéltala, no ha hecho nada... -Pidió apenas Min. Jimin torció una sonrisa lasciva, casi demoniaca.

-No...-Y no dijo nada más, cuando tomó por la cabeza al animal y tiró de esta hasta desencajarla de su sitio. La sangre bañó el piso y parte de la pared y el chillido de Holly atravesó los tímpanos de Gi que se quedó helado tendido sobre el suelo. El cuerpo y cabeza de su mascota cayeron por separado lado a lado del cuerpo de Jimin. YoonGi chilló en su sitió sin poderlo creer, su Holly, su cachorra estaba destrozada a manos de ese ser que estaba cómodamente incluido en la comodidad y pureza de su hogar- ¿Qué más necesitas para creer, Min YoonGi? -Vociferó orgulloso Jimin- Tal vez a tus padres les agrade conocerme... A tu hermano, ¡Oh, son tan parecidos! -Chilló Jimin, a Gi le dio un colapso.

-No por favor, sal de mi casa... Descansa en paz, ¿Por qué estás aquí? - Jimin echó a reír macabramente como si le hubiesen contado el mejor de los chistes.

-No, YoonGi, ya te lo dije, mi alma ya no pertenece al cielo. Repta en torno al mal y no descansaré en paz hasta que no te tenga. Tu tacto y cuidado me han cautivado, ¿Qué tienes he? -Se acercó a él y lo alzo por la barbilla, sobre él y por la pared, con apenas un dedo, un dedo...- Me complacerás. Escúchame bien -Los azulados ojos se postraron sobre los avellana ajenos y Min no tuvo más remedio que mirarlo- Eres mío, eso no debes olvidarlo. Cada Halloween volveré por ti y estarás dispuesto a complacerme. No verás ni tocarás a otros hombres además de mí, no tendrás pensamientos donde mi nombre no vaya incluido, mucho menos mi presencia. De lo contrario... -Su mirada viró hasta el cuerpo ensangrentado de su mascota y luego hasta el otro de nuevo, con audacia- No querrás saber lo que haré con tu familia... No querrás imaginar lo que haré contigo -Musitó muy cerca de él en una promesa fría y siniestra, luego lo besó, con intensidad, con bravura. Engullendo esa lengua larga hasta que le hubo tocado la garganta con ella y probado el exquisito sabor de ese hombre y lo sopo, supo que no se había equivocado al intercambiar su mísera alma buena, por una noche de completo éxtasis y placer con ese hombre, el resto de la eternidad. Lo exprimiría hasta que no quedara gota de él. Min forcejeó durante el beso intentando apartarse, pero era tan abrupta la fuerza del otro que terminó cediendo y porque, le gustó. Le gustó ser besado por un muerto en vida- Cumple y serás recompensado... -Le dijo cuando se separó de él dejando un hilo de elixir uniéndolos ambos y YoonGi fue consciente de la ambrosía que sintió entonces por el chico frente a él y de como con un solo chasquido de dedos Holly, su mascota, volvía a ser una pieza entera, la sangre ya no estaba en la pared ni manchaba el piso y su mascota andaba hasta ellos hasta que Jimin pudo acercarse y acariciarle el bello y sedoso pelaje café con leche, manchándolo de sangre. Mientras veía con sorna, advertencia y lascivia a Gi parado ahí sin poderlo creer- Falla... -Volvió su vista al animal y con solo ello, comenzó a chillar como si le hiciera daño, pero paró -Y conocerás el horrendo ser que hay en mí-

No había escapatoria

Desde esa noche, Min YoonGi lo supo. Porque cada Halloween Jimin volvía por él y anticipaba su venida días antes, puesto que, cuando se levantaba y se hundía en la cotidianeidad de una taza de café en la barra y mantenía a Holly cerca de él, se perdía observando y analizando las huellas de pies descalzos y llenos de fango, perdiéndose en el pasillo. Una señal de que él merodeaba cerca, de que él lo observaba y ... De que estaba cerca. La prueba en el fango del pasillo y el pelaje manchado en borgoña de Holly cada noche, a medida que el Halloween se acercaba, a medida que sus cobijas eran removidas por la noche y ruidos extraños dentro de la casa se escuchaban. A medida que más cardenales amoratados se acumulaban en su cuello y cuerpo producto de las intensas sesiones de sexo que le proporcionaba a aquel joven de cenizos cabellos.

Aquella noche, cuando hubo aceptado el trato, no imaginó la magnitud de las consecuencias. El cuerpo de Jimin apareció mágicamente de nuevo en la Morgue y esperó con incertidumbre el siguiente Halloween.

Porque un cadáver se había enamorado de él... Y él, de a poco caía en la tentación por el otro.

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