09. You Shouldn't Be Here
Fecha desconocida.
«Corre. No te detengas.»
Ella se lo repite una y otra vez, lucha contra el dolor en sus piernas y en su pecho. No está en la condición física adecuada para esto, pero sabe que si se queda quieta, será presa fácil. Lo que menos piensa hacer es morir sin haber sido un reto — o un dolor en el trasero, como prefieran llamarle. Ha escuchado las historias de miembros de la Orden del Fénix que dieron todo de sí al hacer frente a los mortíferos. Seguirá su ejemplo aunque le cueste la vida.
Probablemente será así.
Apresura el paso, las suelas de sus botas resuenan contra el piso de piedra y sobre los escombros mientras que el castillo tiembla a su alrededor. Con la varita sujetada con fuerza en una mano, lanza hechizos a todos aquellos enemigos que alcanza a ver y se cubre la cara de los escombros y el polvo con la otra. Reza que no vaya a maldecir a alguien de su propio bando por accidente, porque no ve casi nada a su alrededor cuando se alza otra nube de polvo que le irrita los ojos, la nariz y la garganta.
Sale del pasillo y salta las escaleras de dos en dos para subir más rápido, mientras que los mechones más cortos de su cabello comienzan a caer de la coleta que se había hecho unos minutos antes. Se arrepiente de habérselo cortado pocos días atrás cuando los mechones se comienzan a quedar pegados a su rostro por el sudor.
Cuando llega al tercer piso, se encuentra con una chica pelirroja y una rubia. Sabe que las dos decidieron quedarse, a pesar de que la madre de una de ellas quiso evitarlo. Están luchando contra cuatro enemigos encapuchados. Se une y cada una de ellas acaba con uno, haciendo que el cuarto se lo piense dos veces antes de atacar de nuevo.
Ella las vuelve a ver.
—¿No lo han visto?
Ambas niegan con la cabeza.
—Quizás Audra pueda saber dónde está.
Ella suspira y les agradece antes de seguir su camino hacia los siguientes pisos. Sigue buscando a alguien en particular, pero desde que el caos se desató, se separaron y ahora no le encuentra.
Llega al quinto piso y apresura el paso de nuevo cuando ve a lo lejos los haces de luz de múltiples hechizos ir de un lado a otro. Se reincorpora a la batalla lanzando una maldición de manera no verbal. Su víctima cae al suelo, cerca de donde se encuentra quien debe ser su hermano.
Una mujer de cabello rosa chicle se detiene junto a ella y ataca a alguien detrás de su espalda. Ella se lo agradece, antes de hacer la misma pregunta que le hizo a las chicas de antes, a lo que recibe la misma respuesta: no le ha visto. Para su sorpresa, la mujer le hace la misma pregunta, pero ella solamente puede dar la misma respuesta que recibió antes. Ambas están buscando aa alguien, ninguna sabe dónde podría estar.
El castillo a su alrededor se sigue cayendo a pedazos, los enemigos parecen tenerlos acorralados y podrían haber perdido definitivamente a quienes estaban buscando. No tenían forma de saberlo.
Se separan y, cuando sube al séptimo piso, se encuentra con otra feroz batalla. Hechizos y maldiciones imperdonables vuelan de un lado a otro y la rozan peligrosamente cerca mientras se hace camino, dejando una fila de enemigos inconscientes tras ella. Aún así no es suficiente.
Es entonces cuando se encuentra con un pelirrojo. Dos, de hecho.
Antes de que pueda decir algo, una maldición los hace esconderse tras una pared y lanzar contraataques desde detrás de esta.
—¿Dónde te habías metido? —le pregunta uno de los pelirrojos, que tan solo tiene una oreja.
—Te iba a preguntar lo mismo a ti.
—Oigan, no sé qué planean ustedes exactamente, pero no creo que podamos quedarnos aquí —dice el segundo pelirrojo, idéntico al primero, pero todavía poseedor de sus dos orejas.
Otra explosión los hace alejarse del borde de la pared, agachando la cabeza. Escuchan pasos rápidos y al ver cómo se comienzan a acercar arañas que perfectamente podrían haber salido de Australia, deciden que van a arriesgarse y a enfrentar a los otros magos. Ella lanza un hechizo de barrera que pulveriza a algunas de las arañas que los intentan alcanzar mientras que los gemelos vuelven al pasillo, donde se encuentran con un tercer pelirrojo. Este lleva anteojos puestos y parece ser un poco mayor que ellos.
Los cuatro comienzan un duelo contra las figuras encapuchadas que acaban de aparecer, que lanzan maldiciones imperdonables en todas las direcciones, apenas esquivando a sus compañeros. Mientras, intentan evitarlas y contraatacar como pueden.
Cuatro personas más se unen a la batalla en cuestión de segundos. Un chico de cabello azabache, una chica de cabello castaño, una chica pelirroja y otro chico pelirrojo, que parece ser menor que los otros tres. Ella comparte una mirada con el chico de cabello azabache antes de desviar un hechizo que se dirige en dirección de todos ellos. Con una maldición, lanza varios metros más atrás a las cuatro figuras encapuchadas. A una de las figuras se le cae la capucha, permitiéndoles ver su rostro.
—¡Hola, señor Ministro! —grita entonces el mayor de los pelirrojos, el de anteojos. Lanza un poderoso embrujo en dirección del hombre—. ¿Le comenté que renuncié?
—¡Bromeas, Perce! —dice el gemelo que tiene sus orejas intactas, mientras que él, su gemelo y el pelirrojo más joven noquean a otros de sus contrincantes.
—¡No estarás hablando en serio! —dice el gemelo que solo tiene una oreja.
—¡Sí, Perce, estás bromeando! Creo que es la primera vez que te escucho bromear desde...
La explosión los sorprende a todos y los manda volando por los aires.
Ella escucha los gritos de los demás, pero el golpe que se da contra la pared hace que su visión se nuble. Intenta rodar sobre su hombro para ponerse de pie, mientras que el polvo se alza a su alrededor y el mundo parece haberse silenciado. O quizás es que la explosión la ensordeció.
Ella es la primera en ponerse de pie. No está segura de cómo lo hace, pero sabe que es motivada por alguna fuerza sobrenatural. Está segura que el golpe en su cabeza no se lo debería haber permitido. Pero no puede quedarse en el suelo.
Se sostiene un costado cuando se levanta a la vez que otros dos pelirrojos comienzan a levantarse y quitarse los escombros que les han caído cerca de las piernas y sacudirse algo del polvo que les ha caído en la cara y no los deja respirar. Escucha al chico de cabello azabache y a la castaña ponerse de pie también.
Se acerca para ayudar a la chica pelirroja. Cuando ella está de pie, se gira para ver la escena, donde nota que los cuatro chicos de cabello rojo están juntos. Dos de ellos intentan quitar escombros de las piernas del tercero y un cuarto que no parece moverse.
—¿Audra?
—Aquí estoy, Harry. ¿'spera?
Pero entonces, antes de girarse hacia la chica, su mirada se desvía. Las dos se miran fijamente. Ella, la chica de su sueño, la está mirando. Entre todo el polvo, los escombros y el ruido, se miran fijamente sin interrupciones.
—No deberías estar aquí.
El ruido de su alrededor parece haber desaparecido. A pesar de que el chico de cabello negro y la chica de cabello rojo estén mirando a una, para ellas, es como si solo existieran las dos en ese momento.
Hay una pausa en la que ninguna de las dos dice nada. De hecho, Phoenix no ha dicho nada hasta ahora, ni tampoco piensa hacerlo. Todavía hay cosas que no entiende, pero sabe que pronto lo hará.
—Sufrirás las consecuencias de tus actos, Phoenix, y me arrastrarás contigo.
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nota de autora. pienso pensamientos pensantes... la verdad no sé qué decir sobre el capítulo, so... dejen por aquí si tienen alguna pregunta o comentario o teoría de qué pasó aquí ;)
eeeeeeeeeeen fin. nos estaremos leyendo pronto prontito, espero :D espero que tengan una gran semana :))
¿cuál es su profesor favorito de Hogwarts en la era del trío de oro y por qué?
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