03. The Full Moon
Septiembre 9, 1976. 12:01 a.m.
El bosque prohibido nunca había sido silencioso. Vivían dentro de este cientos de criaturas de todo tipo, algunas de ellas más peligrosas que otras, pero todas convivían en armonía. Con tal de mantener el resguardo y refugio que proveían los enormes árboles y los gruesos troncos de estos, se mantenía una cierta paz entre todos los seres vivos, incluyendo las plantas. Una vez al mes, sin embargo, había una cierta disrupción en la paz del bosque.
La luna llena se cernía en su punto más alto en el cielo.
El aullido que brotó desde lo más profundo de su pecho resonó por todo el terreno.
Su oído le permitió escuchar la manera en la que cientos de otras criaturas de pisadas ligeras se alejaban a gran velocidad. Él nunca les haría daño, pero solían quitarse de su camino. Era una de las criaturas más grandes del bosque y solía ir acompañado por otros dos animales de gran tamaño, además de un tercero muy pequeño.
Para su sorpresa, escuchó pasos, por lo que comenzó a caminar en dirección de estos. El perro negro y el ciervo, con una rata en su espalda, mantuvieron su paso junto a él conforme se acercaban a un claro del bosque. Y caminando por este se encontraba una humana, que parecía estar sacando savia de uno de los árboles. Podía oler ambos.
Ella se giró para verlo directamente por un momento antes de continuar prestando atención al árbol y cuidando que no se fuera a regar la savia por el piso. Dio un paso más en su dirección, pero el ciervo se posicionó frente a él. Inclinó la cabeza, como en manera de advertencia. El perro negro se escabulló entre los árboles mientras que el ciervo dio otro paso más cerca de él e intentó guiarlo en la dirección contraria a donde se encontraba ella.
—¿Qué estás haciendo aquí, Harper? —preguntó otro humano a la primera que habían visto.
—Debería preguntarte lo mismo a ti, Sirius.
Había dejado de escuchar los pasos del perro. Eso debía explicarlo.
—Yo te lo pregunté primero —dijo Sirius.
—¿Acaso no es obvio? Estoy recolectando savia de este árbol. ¿Qué haces tú aquí?
Se detuvo. El ciervo intentó empujarlo con sus astas para que siguiera avanzando, pero él se giró para regresar hacia el claro del bosque. No sabía si lo que le llamaba más la atención era el olor de la savia, el perfume de Harper o lo parecido que olía Sirius al perro que solía acompañarlo.
—Salí a fumar.
—Claro. Totalmente creíble. ¿A las doce de la noche en luna llena?
—¿Para qué quieres la savia? Para empezar, creí que era venenosa.
—Sí, este tipo de árbol es venenoso para los humanos. Eso no significa que no se use en pociones, Sirius —respondió Harper.
—No es seguro estar en el bosque a estas horas. ¿Qué clase de poción es? ¿Tan importante como para correr el riesgo?
El ciervo continuaba empujándolo desde el costado y golpeando sus patas con sus cornamentas para desbalancearlo y obligarlo a detenerse. Pero, a pesar de que comenzaba a molestarle la insistencia del ciervo, continuó su camino en dirección del claro del bosque.
—No voy a responder eso.
—¿Tiene algo que ver con lo que estabas hablando con Phoenix?
Estaba al borde del claro. Escuchó y sintió el cambio en la actitud de Harper ante la pregunta.
—¿Cuánto escuchaste de esa conversación, Sirius?
—Harper...
—¿Qué escucharon, Black?
El crujido de las ramas debajo de sus enormes patas hicieron que ambos lo volvieran a ver. El ciervo parecía estar realmente entrando en pánico ante lo que estaba sucediendo. Sus enormes astas se seguían clavando en su costado hasta que gruñó con fiereza en su dirección, lo que lo sorprendió e hizo que el ciervo diera unos pasos hacia atrás.
Sus brillantes ojos amarillos se posaron sobre ambos humanos. Sirius comenzaba a retroceder, intentando alejarse lo más posible de él mientras le hacía señas al ciervo. El ciervo retomó sus esfuerzos por detener su camino, pero él siguió avanzando en dirección de ellos. Harper, mientras tanto, permanecía en calma y le sostenía la mirada. Intrigado, se continuó acercando.
Sirius intentó tirar de Harper para alejarla, pero ella no se movió. Al contrario, se posicionó frente a él, separando a Sirius de él.
Se inclinó levemente hacia adelante, acercando primero el enorme hocico de afilados dientes hacia ella. Harper levantó una ceja en su dirección. Un gruñido comenzó a brotar de su garganta.
—No.
Se detuvo. Entre sorprendido y ofendido, tan solo se quedó mirando fijamente a Harper. Inclusive Sirius, el ciervo y la rata —que había soltado un agudo chillido al escuchar la orden de Harper— parecían estar tan confundidos como él.
—¿Cómo que no? —preguntó Sirius.
Harper levantó despacio la mano y la puso a centímetros de la parte superior de su hocico. Él dudó en alejarse, pero no lo hizo. Tan solo siguió mirando a la chica fijamente.
—¿Qué estás haciendo?
Pero Harper no contestó la pregunta susurrada por Sirius al posicionar suavemente las yemas de los dedos sobre su nariz y luego acarició suavemente el costado del hocico con su pulgar. El gesto lo sorprendió. Bajó la mirada hacia la mano de la chica, antes de regresar a su rostro. Los ojos de ella todavía estaban fijos en los de él, pero no lucían igual que antes. No lograba distinguir la diferencia, pero lo sabía.
Harper retiró la mano y él se alejó unos cuantos pasos de ellos.
—¿Cómo hiciste eso? ¿Qué hiciste? ¿No lo envenenaste con la savia, verdad?
—No estoy interesada en que me encierren en Azkaban, Sirius —dijo Harper—. Por supuesto que no lo envenené.
—Solo me estaba asegurando.
Conectó su mirada con la de Harper de nuevo, una última vez. Ella le dio un asentimiento con la cabeza y él devolvió el gesto antes de darse media vuelta y alejarse en dirección del bosque nuevamente.
—Buenas noches, Sirius —dijo Harper, antes de escuchar sus pasos alejarse del bosque.
Poco después el perro se unió de nuevo a él, al ciervo y la rata. Pero aunque no eran vocales al respecto, sabía que estaban intentando tener una conversación al respecto, una que le interesaría a él la mañana siguiente.
¿Qué estaba ocultando Harper Baker?
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nota de autora. Aprovechando que, de por sí, estoy probando cambiar algunas cosas con esta versión del libro, entonces, aquí tenemos un capítulo desde el punto de vista de Remus transformado en licántropo. Hay un par de detalles que los inspiré total y completamente de mis perros, no voy a mentir (JAJAJAJAJ), pero intenté hacer una mezcla entre que es el lobo y lo que decía Remus en los libros de que, en cierta parte, conservaba cierta parte de su conciencia o de sí mismo cuando los Merodeadores se transformaban en animagos.
Also, perdí los archivos de los banners rojos del principio (los que decían Daughter of the Night y Walks Along the Forest), así que de aquí en adelante no los pondré y los quité de los anteriores para mantener una misma línea en ellos.
Por cierto, creo que dejé un par de spoilers por aquí en el capítulo, pero siendo que, de momento, quienes están leyendo esta versión leyeron la primera, les dejo un pequeño mini spoiler extra: Los lobos, al igual que los perros, solo distinguen entre azul y amarillo. ;)
Espero que nos podamos ver de nuevo pronto por aquí, porque todavía hay mucho que podemos ir explorando sobre la historia de Harper y Remus, cositas que podrían tener más o menos sentido. :) (Bueno, antes de que publique los otros fics de Remus, pero ajá.)
eeeeeeeen fin. ¿cuál es su personaje favorito de las chicas de Gryffindor de la era de los Merodeadores? Lily, Marlene, Dorcas, Alice, Mary...
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