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| Capítulo cuatro |

Los cuatro amigos se hallaban conversando acerca de las cosas que recientemente habían pasado en sus vidas, pero por alguna razón algo le estaba molestando a Chloé; no sentía cómoda y tenía un mal presentimiento. Trató de ignorar aquello, para no arruinar la noche, pero cada segundo que pasaba, se sentía más preocupada, fue entonces cuando vio la hora y se percató de que su amiga ya había tardado bastante y eso no era una buena señal.

— ¿Sucede algo Chloé? —preguntó Adrien, interrumpiendo lo que estaba diciendo Kagami.

—Perdón, pero es que Marinette ya me preocupó. 

—Sí, a mí también. —se sumó Luka.

—En ese caso ve a ver si está bien o habla con ella Chloé. Todos nos dimos cuenta de lo mal que se puso hace rato, así que tal vez será mejor que Kagami y yo nos retiremos y mejor dejemos esto para otro día.

— ¡No! —exclamó Chloé— Yo... Yo sé que ella estará bien, sólo tengo que ayudarla a estabilizarse y ambas estaremos de nuevo con ustedes, sólo permítanme unos minutos por favor.

Los chicos asintieron y la Bougeois se metió a su habitación. Primero fue a donde estaba la cama, pero al ver que la azabache no estaba ahí, supo de inmediato que seguía encerrada en el baño. Primero tocó la puerta, pero no recibió respuesta; después pegó su oreja para escuchar qué estaba sucediendo dentro, mas no percibió ningún sonido; eso la inquietó mucho más, razón por la cual agarró la llave y abrió el baño.

Los ojos azules de la rubia se llenaron de lágrimas y horror. Cuando abrió la puerta lo primero que vio fue a su mejor amiga inconsciente y manchada de sangre que salía sin parar de unos cortes que tenía bien marcados en ambas muñecas. Chloé gritó lo más fuerte que pudo por ayuda, entonces Adrien y Luka llegaron corriendo y Kagami detrás de ellos. 

—Tráiganme algo para poder detener la hemorragia, ¡rápido! —sin pensarlo ni un momento más, Adrien se abrió paso para cargar a la chica en lo que Chloé le ataba con mucha presión una venda en a muñeca izquierda y Kagami hacía lo mismo, pero con la derecha. 

Mientras bajaban de inmediato a la azabache, Luka ya estaba listo en el carro de su novia para que nada más llegaran, metieran a Marinette y arrancaran directo al hospital más cercano. Hubiesen pedido una ambulancia, pero no sabían cuánto tiempo iba a tardar y si esperaban más, seguramente la situación no se iba a poder remediar. 

Y así fue, rápidamente llegaron al hospital, donde ingresaron por urgencias a Marinette. No dejaron pasar a nadie con ella, pues lo vital era detener el sangrado y salvarle la vida, ya después les informarían a sus familiares, o en este caso, amigos. 

Chloé estaba bastante asustada y no podía dejar de llorar, así que Luka la mantenía abrazada para que ésta se calmara. Por otro lado, Adrien estaba conmocionado y  Kagami, ella sólo estaba algo impactada y seria. Los cuatro estuvieron un buen rato esperando en el hospital hasta que por fin llegó un doctor a preguntar por los conocidos de Marinette. 

— ¿Cómo se encuentra mi amiga, doctor? —interrogó en el instante Chloé.

—Logramos detener la hemorragia y está fuera de peligro —una vez escucharon eso, los chicos sintieron como dejaban atrás un gran peso—. Pero la mantendremos internada aquí durante tres días para monitorearla.

—De acuerdo —dijeron los cuatro al unísono, pero la rubia continuó hablando—. ¿Podemos pasar a verla?

—Pueden, pero antes, me gustaría hablar la persona más cercana a ella.

—Soy yo. ¿De qué quiere hablar?

—La señorita Marinette atentó contra su vida, ¿sabe qué pudo ocasionar esta lamentable situación?

—Yo no estoy del todo segura, pero cuando la conocí ella tenía varios traumas, como si algo en su pasado la siguiera atormentando, además, padece ciertas cosas que estamos tratando con medicamento.

—¿Es decir que están yendo con una psiquiatra?

—En efecto —asintió, para después sacar su celular del bolsillo—. Hablando de, tengo que informarle esto a la doctora. 

—Adelante.

Bourgeois se comunicó con Beata y le explicó la situación, después de ello, continuó conversando con el doctor y le hizo saber qué medicamentos tomaba, cuánta dosis de cada uno y para qué.  Él realizó un expediente y le indicó a la rubia en qué habitación se encontraba Marinette para que pudiera visitarla y cuidar de ella.

—Chicos —les habló—, yo me quedaré a cuidarla aquí esta noche. Gracias por su ayuda y lamento el mal momento. 

—No te preocupes Chloé, lo importante es que ella de cierta forma ya está bien —enunció Adrien y le dio un abrazo—. Por favor, cualquier cosa que necesiten háganmela saber. Kagami y yo ya nos vamos.

—Si quieren yo los llevo al hotel para que recojan ahí su coche y ya se puedan ir, de paso yo voy por cosas que pueda necesitar Chlo. —sugirió Luka.

—Si no es molestia.

—Claro que no. Vamos. —Adrien y Kagami se despidieron de Chloé y siguieron a Luka hasta fuera del hospital. La rubia suspiró y vio de nuevo el papelito donde tenía anotado el número del cuarto, se armó de valor y se puso a buscarlo.

[...]

Ya habían pasado algunos días desde el terrible acontecimiento, por lo cual, la joven Dupain Cheng había sido dada de alta del hospital y ya se encontraba en el hotel Le Grand Paris siendo atendida por Chloé y Luka, quienes se iban turnando para estar con ella cuando alguno de los dos no pudiera o por la escuela o por el trabajo.

La azabache apenas y comía, pues no tenía ganas de nada. Estaba triste, ansiosa y asustada, muy asustada. Además, ambas muñecas las traía vendadas y eso le recordaba su fallido intento, pero no sólo eso, sino el por qué y las sensaciones que tuvo durante ese tiempo. 

La verdad no estaba tan incómoda con la idea de morir, pero se sentía culpable por haberlo intentado en un día tan especial para Chloé, su amiga, aquella que desde el primer día la había cuidado y aguantado. Apenada, abrazó sus piernas y metió su cabeza dentro del hueco que formaban las piernas y su abdomen. 

—Chloé —comenzó a hablar, llamando la atención de la rubia—, en serio perdón.

Bourgeois sonrió ligeramente y se sentó en la cama, frente a su contraria, para después colocar su mano en el hombro de la otra y ser observada con el fin de poder hablar. 

—No te preocupes. Yo sé que son cosas que no puedes controlar al cien y que todo esto te resulta difícil —enunció—. Pero lo que sí te voy a pedir, es que siempre me hables con la verdad -a tu ritmo, claro- y que cada que te sientas amenazada por algo o alguien, acudas a mí; yo te voy a proteger incluso de ti.

—Muchas gracias, Chloé.

—No agradezcas.

Ambas jóvenes se dieron un abrazo y se quedaron calladas por un buen rato, escuchando unas canciones provenientes de la radio. De pronto, la azabache se armó de valor y por fin lo soltó.

—Tu amigo... Ese tal Adrien fue la razón por la que me puse así. —confesó Marinette.

—Lo supuse —admitió Chloé—. ¿Pero por qué? Digo, según yo, no se conocen, y eso no fue el detonante, porque ni con Kagami te pusiste así. 

—Como dices, no fue porque era un desconocido, sino porque me recordó a alguien que conocí hace tiempo —explicó con la voz entrecortada—. Alguien a quien de verdad detesto. 

— ¿Y ese alguien es una de las personas que aparecen en tus sueños?

—En efecto. 

Chloé se quedó pensando.

—Bueno, aunque digas que se parezcan, yo creo que Adrien-boo y esa persona son completamente distintos. Él es la persona más noble y bondadosa que he conocido, claro, aparte de mi novio. 

—Yo creía lo mismo que tú acerca de él; no, de ellos. —dijo, abrazándose a sí misma. 

—Sólo me has dicho que fuiste muy dañada por esa gente al punto en que tuviste que defenderte, pero aún no me has contado qué fue lo que te hicieron y quiénes eran.

—Ya llegará el día en que te cuente eso, lo prometo, es sólo que... aún no me siento preparada para evocar esos malditos recuerdos. —enunció Marinette al borde de las lágrimas y con un fuerte dolor en el pecho. 

—Seré paciente —prometió Chloé—. Como sea, ya es hora de que te tomes tus medicamentos —la rubia metió la mano a un bolsillo que tenía en su suéter y sacó una pequeña y linda caja, la cual traía dentro las pastillas que le correspondían tomarse a Marinette esa tarde—. ¿Sí te comiste la gelatina, verdad?

—Sí. Aquí está el plato. —la azabache le hizo entrega del objeto a la otra chica.

—Sí te la acabaste, qué bueno. Casi no hasta querido comer, pero necesitamos que lo hagas no sólo para nutriste, sino para que no te caigan mal todas las pastillas por no tener alimento en el estómago. 

—Sí, lo sé. 

—Bueno, ten. —Chloé le dio las tabletas y también le ofreció un vaso de agua. 

Marinette las sujetó, se las metió a la boca y tomó un gran trago de agua para pasárselas todas.

—Abre la boca —ordenó Bourgeois y revisó que no tuviese ninguna pastilla escondida—. Está bien, ya la puedes cerrar.  

Si bien revisaba que su amiga siguiera al pie de la letra todos sus medicamentos debido a que los médicos se lo habían pedido después de ese "accidente", también había comenzado a revisar que sí se tomara sus pastillas correspondientes porque había descubierto que, o no se tragaba el clopsine, o vomitaba todo. 

—Ya voy a comenzar a hacer mi tarea —avisó la rubia mientras abría una mochila y sacaba unos libros—. Si quieres ver una serie, una película o algo, adelante, no me interrumpes.

—Gracias Chloé, pero creo que mejor voy a dibujar. 

—Ok.

<<Estúpida. Sigue jugando a la casita.>>

<<A ver cuánto te dura este jueguito.>>

<<En serio qué ingenua.>>

<<Eres como una niña pequeña.>>

Marinette mordió su lengua y sacudió su cabeza, después continuó con sus dibujos.

[...]

Sintió que el aire le faltaba y que alguien le estaba clavando una estaca en el pecho. Por su rostro corrían bastantes lágrimas y su cabeza punzaba muy fuerte. Tenía vértigo. Pensaba que en cualquier momento se desmayaría. Estaba en público, aguardando por su amigo fuera de una tienda, y si le ocurría algo todos la iban a ver, pero eso ya no importaba, lo que importaba ahora era que se había confirmado que su hermano había muerto. Soltó el celular y se dejó explotar en llanto.

—Kagami, compré las galletas que te encantan —Adrien se detuvo al ver así de mal a su amiga y corrió hacia ella para abrazarla—. ¿Qué sucedió?

—Mi hermano, Adrien. ¡Encontraron el cuerpo de mi hermano! 

El rubio sintió una opresión en el pecho y apretó aun más fuerte el cuerpo de Kagami. La chica estaba deshecha y le dolía demasiado verla así. Una vez la joven se calmó un poco, él habló.

— ¿Dónde lo encontraron?

—Fue hallado en Estrasburgo. —respondió con la voz entrecortada.

— ¿Pero saben bien cómo ocurrió todo? ¿Fue un accidente? ¿Lo secuestraron? ¿O qué sucedió? 

—No lo sé. No pude seguir escuchando más —confesó—. Después iré a casa de mi madre para que me explique. Pero por favor, no me dejes sola Adrien.

—Claro que no.

Kaito, el hermano mayor de Kagami, había salido de viaje solo hacía ya más de un mes, se suponía que el chico regresaría pronto, pero lamentablemente las cosas no fueron así. La familia Tsurugi y amigos cercanos habían intentado localizar al chico, pero éste no contestaba, no daba señales de vida; así que se comenzó a buscarlo, para semanas más tarde comprobar que él había muerto. 

Ese sólo era el inicio de un terrible acontecimiento. 


_____________

¡Hola! <3

¿Cómo se encuentran? Espero que bien. 

Me tomó más tiempo de lo esperado escribir este capítulo, y para acabarla, todavía tengo que hacer el número nueve de mi fic Marichat: Intentémoslo.

En fin, ojalá que hayan disfrutado el capítulo. ¿Ustedes qué opinan que está sucediendo?

Gracias por leerme. 

AllieGarcia9 

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