| Capítulo cinco |
Estaba algo ansioso, los últimos días no habían sido buenos en lo absoluto; primero estaba el intento de suicidio de aquella chica Marinette, después la muerte del hermano de Kagami y finalmente la desaparición de sus tíos y su primo. Iba regresando de comprar el almuerzo y, antes de entrar a la casa de su amiga japonesa, se detuvo frente a la puerta y ahí comenzó a darse leves golpes en la cabeza.
—Maldición —susurró y entró a la casa. Dejó su chamarra en el perchero que estaba justo alado de la entrada y encendió la luz antes de buscar a su amiga—. ¿Kagami? ¿Dónde estás? Traje algo para comer.
—Hola Adrien. —saludó la chica sentada en el sillón y sin despegar la vista de la computadora.
— ¿Qué tanto haces ahí? —preguntó él, tomando asiento junto a ella.
—Estoy revisando algunos datos sobre lo que pasó con mi hermano.
—Sé que es difícil, pero por favor no te tortures con eso.
—Adrien, lo asesinaron. Necesito encontrar al culpable —mencionó Kagami, esta vez mirando los ojos de su contrario—. Hay pocas partes faltantes de su cuerpo y fue acuchillado bastantes veces.
—Está bien —suspiró—. ¿Y al menos han descubierto algo?
—Encontraron rastro de cabello y más adelante un cuchillo, con el cual se cree mi hermano fue asesinado, así que van a buscar a esa maldita persona con las huellas dactilares.
—Espero que encuentren pronto al asesino.
—Yo también. Te juro que si lo tuviera en frente yo misma me encargaría de hacerlo pagar —aseguró Kagami, apretando sus puños y con los ojos cristalinos—. A propósito, ¿hay noticias de tus familiares? He estado tan metida en lo de mi hermano que ni siquiera te he prestado la atención y el apoyo que mereces.
—No te preocupes, yo lo entiendo —sonrió algo desganado—. Sinceramente no sabemos mucho de mis tíos ni de Félix, han sido buscados aquí en París y no han dado señales de nada, pero he estado pensando en que tal vez sería bueno buscarlos en Estrasburgo, recuerdo vagamente que a ellos les solía gustar ir allá.
— ¿Estrasburgo, eh? Tan sólo espero que no hayan tenido el mismo destino que Kaito —al darse cuenta de lo que había dicho cerró los ojos con fuerza—. Perdón.
—No te disculpes, al fin y al cabo también es una posibilidad...
Ambos se levantaron del sillón y se dirigieron al pequeño comedor para almorzar. Intentaron hablar sobre otros temas mientras tanto, pero ninguno de los dos podía evitar sentirse raro. La azabache veía una y otra vez su celular y el rubio no dejaba de pensar; lo que había mencionado su contraria sobre que tal vez sus familiares habían muerto al igual que Kaito lo inquietaba mucho; no quería creerlo, pero una parte de sí mismo le indicaba que eventualmente era una posibilidad.
[...]
Estaba acostada y tenía las cobijas hasta la cabeza, ya que ésta le dolía bastante y se sentía aturdida, era como si su mente estuviera llena y a punto de explotar. Se giraba de un lado a otro, esperando encontrar una posición cómoda, y se tapaba los oídos con tal de no seguir escuchando su ruido mental, pero ese acto era en vano.
Después de casi dos horas, el dolor comenzó a ceder, así que Marinette decidió levantarse de la cama e ir al balconcito a que le diera aire y se pudiese distraer, ya que aún continuaba escuchando algunas voces. Suspiró y alzó sus muñecas a la altura de sus ojos para ver las recientes cicatrices que tenía, tragó saliva y sintió un hueco en la boca de su estómago, así que apartó la vista nuevamente y mejor se quedó viendo hacia la calle.
Un niño captó su atención; el pequeño iba sonriente, sujetado de las manos de sus padres. Era una linda familia a simple vista. Sin darse cuenta, unas cuantas lágrimas estaban saliendo sin parar de sus ojos; inevitablemente había recordado a su padre y a su madre. Los extrañaba con todo su ser, pero ya habían transcurrido dos años desde aquel lamentable suceso que los separó para siempre, y todo por la culpa de esos sujetos.
<<No los culpes sólo a ellos. Tú fuiste la estúpida.>>
<<Si no hubieses sido tan ingenua, ellos seguirían aquí.>>
<<Es tu maldita culpa.>>
<<Ya los hicimos pagar a ellos, es hora de hacerte pagar a ti.>>
—No, no —la azabache cayó sobre sus rodillas y sujetó su cabeza con fuerza—. Cállense, ¡por favor cállense ya!
— ¿Sucede algo? —llegó preguntando Chloé algo somnolienta.
—Lo mismo de siempre.
La rubia se acercó más a su amiga y la abrazó en señal de apoyo.
—Hoy no ha sido buen día para ti, ¿verdad? —Marinette negó— Perdóname por no estar tanto contigo hoy, me quedé dormida viendo la película.
—Tranquila, tú también tienes una vida. No tienes que cargar conmigo.
—Tú no eres una carga —aclaró Chloé, acariciando la mejilla de la otra—. Ya sé que hoy no te has sentido muy bien, pero los demás días, aunque de repente te encuentras mal, te he visto ligeramente mejor; ¿tú cómo te has sentido?
—Pues, ya no he tenido tantas alucinaciones, pero la mayoría del tiempo, me siento de la mierda en general.
—Poco a poco habrán mejorías, lo prometo.
—Sinceramente me da miedo que todo esto desaparezca.
— ¿Por qué?
—Porque quiera o no, esto ya es parte de mí.
[...]
Pasaron algunos días, en los cuales la hija del alcalde de París y el hijo del famoso diseñador de modas Gabriel Agreste, se mantuvieron en contacto para charlar acerca del estado de salud de Marinette. Aunque Adrien no había tenido la oportunidad de conocerla bien debido al pasado suceso, él estaba genuinamente preocupado por la chica, y aunque no fuera su culpa, se sentía apenado por haber sido el detonante de una posible muerte segura.
Precisamente por ello le estaban sudando las manos al modelo, ya que en menos de media hora tenía que pasar por Chloé y Marinette para llevar a ésta última a terapia; lo hubiese hecho Luka como acostumbraba semanalmente, sin embargo, éste tenía mucho trabajo y debido a ello Adrien se ofreció a llevarlas. Pero la verdad no era sólo esa, sino que quería disculparse con la azabache y convertirse en un amigo para ella.
Mientras tanto, la rubia se estaba encargando de tranquilizar a su mejor amiga con ejercicios de respiración. Recientemente le había comentado que quien las llevaría con Beata, la psiquiatra, sería Adrien, cosa que alteró a su contraria, quien al escuchar eso se fue corriendo inmediatamente hacia la cama para taparse por completo con una cobija, pero que después de unas palabras de ánimo por parte de Chloé, se rindió y salió.
—No tienes nada qué temer y lo sabes. Él es un muy buen chico y se ha preocupado mucho por ti. Además, aunque quisiera hacerte daño, cosa que no va a pasar, yo solita lo pondría en su lugar porque pase lo que pase siempre te voy a proteger, ¿de acuerdo?
— ¿Lo prometes? —Bourgeois alzó su dedo meñique y lo entrelazó con el de Marinette en señal de que era una promesa, para luego abrazarla en lo que ésta hablaba— A decir verdad, aunque no confío del todo en él, sí me he dado cuenta de que no tiene malas intenciones conmigo, es sólo que no quiero verlo porque me recuerda mucho a... a ese idiota, sin mencionar que estoy avergonzada por mis acciones de aquel día cuando nos conocimos.
—Lo comprendo, pero uno tiene que enfrentarse hasta a los recuerdos más dolorosos para continuar en esta vida, eso es algo que siempre se tiene que hacer: Aceptar y continuar. —comentó Chloé, separándose de Marinette para mirarla directo a los ojos y dedicarle una sonrisa.
Las amigas se levantaron de la cama y, en lo que la rubia buscaba papeles y demás cosas que necesitaría llevar, la otra chica se fue a asomar al balcón para que le diera aire y pudiera tranquilizarse un poco, cosa que estaba consiguiendo hasta que vio llegar un coche del cual salió cierto rubio. Su estómago se revolvió y de pronto sintió mil voces en su mente aturdiéndola, por lo cual enterró sus uñas en las palmas de sus manos y se fue corriendo a donde Chloé.
—Ya me habló Adrien-boo, aunque creo que por la cara que traes ya lo sabías...
—Sólo acabemos con esto rápido. —pidió Marinette, frunciendo los labios y las cejas.
—Entonces toma mi mano —ofreció Chloé y aquel acto fue tomado.
El corazón de Adrien comenzó a latir desenfrenadamente una vez vio a las dos jóvenes salir del hotel. Se sorprendió por lo hermosa que le resultó la tímida y seria azabache que estaba sujetada del brazo de su amiga de la infancia, y es que en la noche en la que se conocieron no le había prestado tanta atención por lo rápido que sucedió toda esa tragedia, pero ahora que la veía con más detenimiento, de día, despierta y algo arreglada, podía afirmar que tenía ante sus ojos a una mujer hermosa.
—Ho- hola —saludó un poco nervioso el Agreste, besando la mejilla de Chloé y posteriormente extendiendo su mano para que la estrechara Marinette—. Es... Es un gusto conocerte.
—Sí... —la azabache asintió y rápidamente abrió la puerta del carro para meterse junto con su amiga, ignorando el gesto del chico.
Sin más, los tres se dirigieron a donde la azabache tenía consulta cada semana. Al llegar, Chloé y Marinette se bajaron del coche y entraron a la clínica. Pasó una media hora y Adrien prefirió poner algo de música para no aburrirse mientras las esperaba. El viaje había sido largo y un poco incómodo, pues él había tratado de sacar plática y hacer ciertos chistes para alivianar el ambiente, no obstante, Dupain era un poco cortante. Agradecía a Dios que Chloé interviniera ahí para que no se sintiera todo tan pesado.
Se estaba quedando dormido cuando de pronto escuchó una pequeña y suave risa que hizo que abriera los ojos y así pudiese ver por primera vez una sonrisa pintada en el rostro de Marinette. Ella tenía los ojos curvados y su expresión lucía verdaderamente sincera, no estaba para nada forzada. Se quedó viéndola un poco embobado, hasta que sus miradas se cruzaron e inmediatamente ambos se pusieron serios.
— ¡¿Es en serio?! —se quejó Chloé— ¡¿Tengo a mis dos mejores amigos aquí y ninguno me va a ayudar a levantarme?!
Fue en ese instante que Adrien se dio cuenta de que su amiga estaba tendida en el piso con una mueca de dolor en el rostro, quiso bajarse del carro para ayudarla, pero Marinette había sido más rápida y Chloé ya se encontraba de pie. Después de aquel gracioso momento ellas ingresaron al coche.
Después de un largo trayecto, los tres arribaron al hotel Le Grand Paris, donde las chicas se bajaron del carro y le agradecieron a Adrien por haberlas llevado y traído de regreso sanas y salvas; estaban por ingresar al edificio cuando el de ojos verdes se armó de valor y les gritó.
— ¡Esperen! —al escuchar la voz del joven, ambas voltearon de inmediato— De ahora en adelante cada que tengas sesión yo las llevo. —no les dio tiempo de contestar y se marchó, dejando bastante confundida a Marinette y algo sorprendida a Chloé.
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¡Hola!
Sí, he vuelto. :D
Antes que nada, me disculpo por haber tardado como un año en actualizar, la verdad es que me sentía algo mal y no se me daba la escritura en lo absoluto, sin embargo, de ahora en adelante procuraré actualizar cada semana, ya sea viernes o sábado.
A todos los que me esperaron pacientemente quiero agradecerles mucho, en serio aprecio que sigan aquí. <3 Y a los nuevos, pues bienvenidos, espero que mi historia sea de su agrado. :3
En fin, ojalá hayan disfrutado mucho el capítulo de hoy. Escríbanme su opinión, yo con gusto los leeré, juju. uwu
Los quiere;
AllieGarcia9
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