Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

V. Justicia.

—Por favor, cuéntenos qué ocurrió hace unas horas, con todos los detalles que logre recordar—habla la detective Leblanc con las manos enlazadas sobre los papeles, su compañero se para junto a ella y se sienta sobre el borde del escritorio.

—Vale, eh, estaba caminando por la acera camino al trabajo cuando sentí pasar algo muy rápido por mi costado y me di la vuelta para ver que fue una bala que se estrelló en la ventana de un auto—empieza Lisa Armanti con su historia, va acompañada de sus característicos movimientos de manos, no es una técnica actoral por primera vez.

Ambos detectives la escuchan con toda la serenidad del mundo mientras Elly anota datos interesantes en una libreta con letra pulcra. Siguen el hilo de su historia la cual es lo suficientemente larga para llenar veinte minutos de monólogo.

Hélène a menudo tiene que fijar la vista en la puerta detrás de ella porque se encuentra demasiado inmersa en la historia, la niña parece ser por completo una actriz de teatro, no, más grande que eso se ha convertido en una obra de teatro.

—Me miró ¿sabe?—le dice la adolescente a la detective viéndola a los ojos—. No por mucho, treinta quizá cuarenta segundos pero fueron suficientes creo. Parecía lunático.
—Creen que iba hasta arriba de anfetaminas—dice Elly terminando de garabatear sus últimas notas, no suena muy convencido de sus propias palabras—, no es nada seguro pero o es eso, o se inyectó unas buenas unidades de adrenalina en las venas.

—¿Puedo saber cuál es el caso?— Leblanc no quiere entrometer a la joven más de lo necesario pero es la única que vio al asesino, su única oportunidad de librar a la ciudad de otra escoria.

—Residencia Holsters, a eso de las ocho; los vecinos no escucharon nada hasta que el criminal se dio a la fuga—dice con soltura y lengua veloz—. Para entonces una vecina lo vio escapar y le gritó desde la ventana, él lanzó varios disparos, estoy casi segura que uno de ellos fue a dar a usted.

Lisa escucha con una mueca, no le gusta la idea de que haya gente matando por ahí a sus anchas sin justificaciones. Se fija en la detective con ojo crítico mientras la mujer toma algunos desperdigados papeles del caso, después se dedica a estudiar a su compañero que le regresa una descarada mirada. Por un instante se siente cohibida, como si fuera una niña que rompió un florero y la vieron en el acto. Se esfuma en un par de segundos.

Elly vuelve a sonreírle de forma afable mientras toma de su café, a el joven realmente no le importa que lo vean. Estaba acostumbrado a atraer la atención de sus compañeros en la universidad debido a sus estridentes y extremos cambios de look, los que ocurrían con frecuencia, pero también por tener un carisma y un encanto que es que no podía con ellos.

Sincero y franco, te embriagaba en una situación solo con sus movimientos de ojos y sus expresiones faciales; a medio estudio Lisa decide que le resulta atractivo porque tiene unos rasgos muy finos y andróginos, su encanto seguro engatusaría a muchos pero no a Lisa, no a la actriz que ha hecho de un país entero su escenario y de su habitantes su público.

También decide que parece un dios griego, un verdadero dios griego, no aquellos intentos fomes de marketing con tipos musculosos y mandíbulas varoniles, una verdadera deidad, un dios que harto de estar en la grandeza se había convertido en un ser chiquito pero que aún así no podía ocultar su divinidad. Quizá hasta una diosa, no se sabe, a los dioses griegos la discusión de género no les va ni les viene nunca.

«Apolo o Afrodita» piensa mientras lo sigue viendo y el continúa bebiendo su café «o quizá Hades por eso tiene frío. ¿Artemisa, Heracles, Hefesto?»

¿A quién mató?—pregunta trayendo a todos de nuevo a la oficina, la detective la ve con una mirada ligeramente sorprendida y luego le dedica una sonrisa a medias—. Mató a alguien ¿cierto? O no tendría el caso, así que a quién.

—Nadie que pudiera conocer—le responde la detective extendiéndole una hoja donde está la fotografía de la escena del crimen. Se trata de un viejito vestido muy elegante con un traje y un bombín; tiene los ojos cerrados y está recostado en el sillón, de no ser por la herida de bala en el pecho, juraría que duerme la siesta.

—Su nombre era Richard Pride—explica Hélène con voz de trabajo—, 81 años, se estima que a las siete menos quince de la mañana se alistaba para ir a visitar a su hijo como todos los días, a las ocho y media desayunaba un té y un pan tostado con mantequilla.

«Vaya ultima cena» piensa de forma casi  automática.

—No es una gran última comida—masculla Elly dandole voz a sus pensamientos, oh sí, un dios sin duda.

—Ocho cincuenta y cinco abrió la puerta para marcharse donde lo esperaba nuestro amigo—agrega con voz ácida y un desagrado palpable—, le dio dos disparos en el pecho ni bien logró entrar a la estancia y lo arrastró hasta sentarlo en el sofá.

Lisa vuelve a ver la imagen del viejito, se ve tan indefenso, tan vulnerable. Sonríe un poco ante la imagen, le recuerda a su abuelo, cuidó de ella por muchos años. Murió hace un par de meses. Jamás lloró su muerte.

—Dice usted que lo vio—dice de repente Leblanc reclinándose en la silla con actitud altanera, Lisa la ve en un punto indefinido entre el labio inferior y la barbilla, sabe que si ves a alguien a los labios transmites la idea de que te gusta esa persona. En este caso, le sirve para que la detective desátense un poco los hombros.

—Así es—responde con voz firme y Elly hace una mueca así que vuelve a colocar su tono—, sí lo vi.
—¿Recuerda su rostro?
—Yo diría que sí, tengo una estupenda memoria.
—¿Suficiente para ayudarnos con un retrato robot?
—¿Cree de verdad poder atraparlo con eso?—pregunta Lisa alternando la vista entre la detective y su ayudante.
—Al menos colocar una alerta—dice Elly lanzando su vaso vacío con un tiro limpio al cesto de basura junto a la puerta—. Con su rostro podríamos colocar suficiente presión para que saliera y des...
—No tienes que explicarme nada detective—le corta adusta al pobre Elliot que empezaba a emocionarse—. Abogada con honores, sé cómo funciona esto.

Se levanta de la silla con determinación viendo a ambos en el escritorio. Sí los va a ayudar, porque pasó noches enteras de desvelo leyendo casos de homicidas, días completos sin descanso de trabajar en una tesis, años de tinta y papel que no se le borran de las manos y la persiguen en sueños con el sentimiento de justicia. Años de estudiarla, de exigirla, demandar la dulce justicia.

Pero sobre todo porque tiene curiosidad de que sabor le dejará ver a un criminal tras las rejas con el conocimiento de que ella lo puso ahí. Y también, aunque no quiera admitirlo ni a ella misma, porque quiere comprobar si realmente el tipo estaba tan desquiciado como creen o solo tienen un aterrador parecido.

—Hagamos esto.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro