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The Hymn To Love.

El himno al amor.

Era miércoles, dos días después de aquel terrible lunes y con cada segundo, minuto y hora que pasaba, la miseria se volvía más insoportable.

La culpa y tortura mental que cargaban era grotescamente enfermiza. Los ojos que antes los llenaban de emoción, ahora los quemaban con cada mirada. Las sonrisas se desvanecían, volviéndose cada vez más débiles, mientras sus miradas se tornaban más cansadas. Ambos sabían que, sin quererlo, estaban matando lentamente a la persona que amaban, de una manera silenciosa y cruel... y, aun así, seguían esforzándose para mostrarse la mejor cara que podían el uno al otro.

Aunque en esos momentos, Dipper no estaba fingiendo, no, su sonrisa era genuina mientras observaba desde la puerta como su tío le entregaba al rubio el resultado de los ejercicios de esa clase de Matemáticas, los ojos ambarinos de su novio se iluminaron al ver su calificación y Ford le dedicó una sonrisa orgullosa y amable, a lo que Bill respondió con un agradecimiento apresurado antes de salir emocionado del aula.

Con la nota en la mano, se acercó hasta el castaño, quien lo esperaba con una sonrisa de oreja a oreja.

—¡Mira! ¡Mira! —exclamó con emoción, presumiendo sus resultados con orgullo, no eran perfectos, pero había una clara mejora y ambos Pines estaban orgullosos de eso—, ¿lo puedes creer? ¡Lo entendí por mi cuenta! ¡Y con todo y el procedimiento!

El rubio abrazó a su novio con la ilusión pintada en su rostro, mientras Dipper soltaba pequeñas risas abrazándolo de vuelta, olvidando por unos instantes todo lo que les atormentaba, el castaño no paraba de felicitar a su novio y decirle lo orgulloso que estaba de él. Y desde la distancia pudo ver a su tío guiñarle un ojo mientras calificaba a los demás estudiantes para que pudieran retirarse.

Xólotl se les había unido unos segundos en la celebración, bastante feliz por su amigo, alejándose ligeramente de la puerta para poder permitir a los demás estudiantes salir, pero sin irse del lugar.

—Wow, buen trabajo Dipper —le había dicho el chico de cabello oscuro con una sonrisa—, hiciste lo que yo no logré en años, reparaste a Bill.

El castaño soltó una pequeña risa ante el comentario del chico, mientras el de ojos ambarinos rodaba los ojos.

—Lo sé —respondió orgulloso antes de tomar la mano de su novio con una sonrisa—. ¿Lo puedes creer?

—¡Hey! —se quejó Bill—, yo soy el que hizo todo el trabajo, no puedes robarte mi crédito, yo soy el que sacó una buena nota, ¿okay?

—Sí, pero ¿quién le dijo a Ford que tenías TDAH? ¿Dipper o tú? —se burló Xólotl.

El mencionado volvió a reír mientras el rubio se quejaba.

—¿Desde cuándo te ríes de los chistes de Xólotl? —le reclamó su novio, fingiendo estar ofendido, pero con una pequeña sonrisa.

—Desde qué dice la verdad —replicó con diversión.

—¿Qué tan bajo has caído que le das la razón a Xólotl, Pines? —se quejó y Dipper rodó los ojos esta vez con una pequeña sonrisa.

—¡Epa! Déjame disfrutar de haber hecho reír a Dipper aunque sea unos minutos, gracias —se metió el de nombre azteca—. Creo que me lo merezco.

Bill soltó una pequeña risa, soltando la mano de su novio para pasar su brazo por los hombros del castaño. Era bueno poder bromear de nuevo con el chico, ambos estaban agradecidos de la reciente comodidad entre ellos, disfrutando de la nueva y breve paz que esas bromas y risas traían.

El rubio depositó un pequeño y cariñoso beso en la sien de su novio, haciendo a Dipper sonrojarse y sonreír tontamente.

Un chico pelirrojo salió del aula, viendo a la pareja frente a él aun cerca de la puerta.

—Nos vemos mañana, Dipper —se despidió con una sonrisa—, ¿verdad?

El mencionado sintió a Bill tensarse con inmensa incomodidad mientras lo abrazaba, y el castaño recordó que tenía algunas cosas sobre Jay y la cafetería que necesitaba hablar con el rubio, Mabel lo había puesto al día con el tema y tenía tanto que decir al respecto, y lo haría esa misma tarde, pero por el momento sólo le sonrió de regreso al chico.

—Seguro —contestó pasando su mano por la espalda de Bill, acercándose y abrazándolo a su vez mientras se despedía del pelirrojo—, ¿te parece si al rato te confirmó la hora o si hay algún cambio de planes?

El rubio se sorprendió un poco al sentir al menor hacer aquello y una pequeña sonrisa se formó en sus labios, dejando caer su cabeza sobre la del castaño, con un cálido sentimiento llenando su pecho.

—Claro que sí —dijo el chico y luego detuvo su mirada en la mano de Dipper sosteniendo la cintura de Bill por unos segundos antes de agregar—: que lindos se ven juntos —soltó intentando no hacer una mueca y con la sonrisa más forzada que alguna vez vio el de ojos ambarinos—, nos vemos luego Bill, Xólotl.

—Gracias —le contestó el castaño, acomodándose con su novio, abrazándolo aún más.

Sin esperar una respuesta de los chicos más altos Jay se alejó no sin antes regalarse otra sonrisa a Dipper, el de cabello negro miró seriamente a su amigo como preguntando "¿puedes creerlo?", Bill sólo rodó los ojos bastante disgustado, aunque sin alejarse ni un poco de su novio quien acariciaba cariñosamente su espalda, haciéndolo sonreír débilmente.

—Como sea, tengo que ir a buscar a mi cuchurrumin, no quiero que tenga que esperarme hoy —aclaró Xólotl con una sonrisa antes de mirar fijamente a su amigo—, suerte hoy, espero que aprovechen bien la tarde.

De reojo Dipper notó que la sonrisa del rubio disminuyó ligeramente al escuchar aquello, haciendo una pequeña y rápida mueca, pero cuando se dio cuenta de la mirada del castaño le sonrió de nuevo logrando hacerlo sentir culpable otra vez.

El menor cerró los ojos un segundo antes de tomar aire, tratando de tranquilizarse, no importaba Jay, nada importaba en esos momentos, Dipper estaba determinado a hablar las cosas con Bill, decirle la verdad sobre quién era y no importaba que tan aterrado estuviese, él no podía seguir haciéndole daño a su novio, por lo que ese día le había rogado a su madre que lo dejase ir a casa de los Cipher a estudiar para su examen de francés al día siguiente.

Lo cual no había sido una tarea nada fácil, su madre había insistido que si era tan importante podían estudiar en la casa de ellos donde ella podía supervisarlos, por lo que tuvo que recurrir a usar sus mejores técnicas de negociación para convencerla y después de hacer miles de compromisos lo había logrado, después de todo Mabel estaría ensayando toda la tarde para su video que terminaría de grabar el viernes y no era para nada silenciosa, sin contar que sería fácil, esta vez había puesto alarmas cada 30 minutos para avisarle a su madre que todo estaba bajo control, no podía arruinarlo de nuevo, sin contar que Will y Mason estarían en la casa de los Gleeful en una cita dejándoles la casa sola, lo que le permitiría a ambos hablar de las cosas que necesitaban.

Ese día finalmente hablarían sobre Pino.

Bill aprovecharía la privacidad que tendrían para confesarle la verdad al castaño, aunque eso significara perderlo para siempre. Por eso, en esos instantes, se aferraba a sus últimos momentos de felicidad y calma junto a su novio, consciente de que, al llegar la tarde, Dipper ya no lo miraría de la misma manera. Ya sea porque pensaría que era un demente o porque pensaría que le estuvo siendo infiel con alguien que veía en sus sueños, cualquiera de las dos posibilidades lo hacía sentir enfermo.

Ambos chicos guardaron varias pertenencias en sus respectivos casilleros y recogieron lo que necesitarían para la tarde. Sin perder tiempo, se dirigieron a la casa del rubio, Bill manejaba con bastante concentración sin decir ni una palabra mientras el castaño lo veía desde el asiento del copiloto, el silencio era ligeramente incómodo, pero de cierta manera ayudaba a ambos a organizar sus pensamientos y practicar mentalmente lo que querían hablar.

El rubio se estacionó y le sonrió a Dipper cuando lo vio, el menor le correspondió la sonrisa, Bill se apresuró a bajarse y poder abrirle la puerta al castaño, quien solo lo miró enternecido por el gesto, el menor recogió su mochila y vio con curiosidad como el más alto empujaba a un gatito escapista de color negro y blanco al entrar a su casa, Dipper le sonrió y con mucho cuidado se aseguró de que Wayne no se escapara al pasar.

Con ternura vio al rubio acariciar su gatito a manera de saludo, por lo que el menor repitió el gesto, y tras terminar, ambos se encaminaron a la habitación de Bill mientras se tomaban de la mano.

Al entrar a la habitación del menor de los Cipher, Dipper no pudo notar un curioso y ligero olor a perfume, parecía estar por desaparecer de la habitación, pero una pequeña esencia se alcanzaba a percibir, Bill pareció notarlo haciendo una pequeña mueca, arrugando sus labios y nariz en claro disgusto.

Eso resultaba curioso por dos razones.

La primera, porque a Bill no le gustaban las fragancias; Will le había dicho que le causaban dolores de cabeza e incluso, en casos extremos, náuseas. Por esa razón, Dipper había evitado usar su colonia en presencia del rubio, al igual que su hermano. La segunda razón era que el perfume tenía un aroma marcadamente femenino... y ligeramente familiar.

—Huele al perfume de una chica bonita —soltó Dipper sin pensar.

Bill lo miró confundido antes de soltar una pequeña risa.

—¿Una chica bonita? —le cuestionó y el más bajo se sonrojó—, ¿piensas que Vanessa es bonita?

—¿Es de Vanessa? —preguntó más para sí mismo—, tiene sentido, pero creí que no se ponía el perfume cuando estaba contigo... ya sabes, como Will.

El rubio lo miró aún más confundido, ¿cómo sabía todo eso?

—No lo suele usar —aclaró negando con la cabeza—, pero ayer en la tarde vino a hablar conmigo sobre algo y el perfume que tenía en su bolso se derramó, dormí con Will anoche porque el dolor de cabeza no me dejaba dormir y pensé que para hoy el olor ya se habría ido... pero aquí sigue al parecer.

Eso explicaba un par de cosas, como el por qué no había visto al rubio en la Mindscape la noche anterior.

—Pero... ¿Cómo sabes que no me gusta el olor a perfume? —preguntó con curiosidad.

—Oh... En San Valentín vi a Will ponerse el perfume afuera y me llamó la atención así que después le pregunté por qué lo hizo —le explicó sonrojándose un poco—, él me dijo que el olor de las fragancias te daba dolor de cabeza... lo cual opino que debiste decirme tú mucho antes, ¿sabes cuántas veces me he puesto mi colonia queriendo impresionarte? ¡Incluso bromeamos con eso en navidad! Creí que te gustaba.

Bill soltó una pequeña risa inocente mientras su novio le recriminaba.

—Perdona —se disculpó avergonzado—, no quería molestarte con esa clase de cosas, ¿quién soy yo para pedirte que no lo hagas? Aparte fue una oportunidad de coquetear con Megamente que no podía perder.

—¿Quién eres para pedirme eso? —repitió Dipper con burla—. No sé, tal vez, ¿mi novio al que no le quiero provocar migrañas? De qué me sirve oler bonito si te estas muriendo por dentro —le respondió haciendo al rubio reír un poco más—, aparte que raro coqueteas, ¿no crees? ¿Prefieres tener jaquecas con tal de soltar una frase tonta de tu película favorita?

—Sí, hasta la pregunta ofende —le contestó riendo.

Seguido, el rubio le dio un pequeño beso en la frente. ¿Qué había hecho bien en esta vida para tener un novio así de consciente con su TDAH? Un lado increíblemente egoísta de su parte quería guardarse el secreto de Pino un rato más, disfrutar de lo increíble que era su novio con él cuánto tiempo pudiese, pero hasta él sabía que su amor por el castaño era bastante más fuerte que su increíble egoísmo.

—Puede que tengas un punto —confesó visiblemente culpable—, ¿te importa si abro las ventanas? Me gustaría que el olor se vaya lo más rápido posible.

—Claro que no —le dijo rápidamente—, es tu habitación y me interesa que estés lo más cómodo posible si vamos a estudiar la mayor parte de la tarde, mientras le voy a avisar a mi mamá que ya llegamos.

—Cierto —concordó Bill con una sonrisa.

Ambos hicieron lo que dijeron y cuando el rubio regresó a su lado con una sonrisa, Dipper sintió un cosquilleo doloroso en su pierna.

—¡Ah! —exclamó sorprendido.

Un gatito negro se encontraba atrapando su pierna entre sus patas acompañada de una suaves mordidas y lengüetazos, Dipper se había colgado por reflejo de los brazos del mayor, tratando fuertemente de no patear a la criatura por accidente.

—¡Wayne! ¡No puedes estarle mordiendo los pies a las visitas! —le regañó sin alzar la voz, pero hablando con algo de dureza.

Sin dudarlo más, Bill había cargado al gato para sostenerlo frente a él y verlo fijamente a los ojos.

—Debe estar molesto porque su papá no le ha pasado su parte de la manutención, ¿verdad, corazón? —murmuró Dipper con dulzura, dándole un suave beso en la frente mientras Bill lo sostenía—. Te prometo que la próxima vez te traeré un premio o algo especial.

Bill sintió que su corazón se derretía ante la ternura de aquel gesto. Ver al castaño, con toda su calidez y cuidado, mostrando ese cariño tan genuino, le hizo preguntarse si era normal sentirse tan conmovido. Pero, más allá de cualquier duda, estaba seguro de una cosa: tenía al mejor novio del mundo.

En ese momento, el rubio se dio cuenta de lo afortunado que era, y aunque sus propios temores seguían acechando en el fondo de su mente, la certeza del amor que tenía por Dipper lo llenaba de una calidez que nadie más podía ofrecerle.

El de ojos ambarinos regreso su mirada al gatito negro que tenía en brazos tras recordarse qué estaba pasando.

—Compórtate por favor, tenemos visitas importantes hoy —le suplicó, en un leve susurro antes de besar varias veces al gatito en la frente, seguido bajó a Wayne, dejándolo en el piso de nuevo—, lo siento tanto, suele jugar así con Will y me lo malcrió, pero te juro que trata de portarse bien cuando quiere.

Dipper quiso reír ante el gesto tan adorable de su novio, pero solo sonrió y lo tomó del rostro para darle un corto beso en los labios.

—No te preocupes por eso —le dijo el castaño—, sé que es un buen niño, terrible, pero lo es... como tú.

Bill le sonrió de vuelta, especialmente al sentir los cálidos labios del más bajo sobre los suyos.

Al separarse ambos decidieron empezar con su tarde de estudio, ambos se acomodaron en el piso del rubio haciendo un pequeño refugio con sábanas, almohadas y libros, incluyendo un montón de materiales didácticos que el castaño había llevado para estudiar de la mejor manera con su novio.

Durante un buen rato mientras estudiaban Wayne se había recostado en las piernas del castaño, y Bill se había sentido increíblemente traicionado cuando eso pasó, porque el gato ¡jamás! Había hecho aquello con él o con Will.

Sin embargo, no paso mucho antes de que el gatito negro optará por acostarse sobre la mochila de Dipper, como si ésta fuera la cama más lujosa y cómoda en la que alguna vez se hubiera acostado, al castaño no le molestó aquello, por el contrario, le había tomado múltiples fotos para enviárselas a su mamá y hermana.

Su plan era hablar después de estudiar, aunque sea un poco, ya que, ninguno quería reprobar el examen... y también con la intención de extender cuanto tiempo pudiesen su relación, ya que ambos temían lo peor una vez que terminarán esa conversación.

Así que el rato pasaba mientras estudiaban, haciéndose preguntas entre ellos y llevando un sistema de puntos los cuales ganaban entre concursos y retos para motivarse a estudiar con la increíble recompensa de humillar a su novio... como en los viejos tiempos.

De momento, Dipper llevaba la delantera, por lo que, Bill había tomado la pequeña decisión de hacer trampa, desviando el estudio ligeramente para poner canciones en francés y cantárselas al castaño, en un intento patético de ganarse puntos extra seduciendo a su novio.

El menor reía con las mejillas sonrojadas y aunque notaba claramente la intención del otro chico, no podía dejarse llevar momentáneamente por su tonto novio.

No importaba que Bill estuviera haciendo trampa si eso lograba que el ambiente entre ellos mejorará, después de todo Dipper no quería decirle que era Pino con su relación como estaban el día anterior, llenos de incomodidad y culpa, no, él quería que fuera bonito y romántico, algo que el mayor pudiera recordar con cariño, y así con mucha fe de su parte tal vez alivianar la decepción en su reacción cuando se enterara.

Dipper estaba recostado en el suelo, con la espalda apoyada en un montón de almohadas que le daban altura, mientras observaba a su novio con una sonrisa atontada.

El rubio le cantaba una canción peculiar, una historia sobre un baile. La canción contaba como la orquesta se preparaba para tocar la última melodía de la noche cuando las dos personas se encontraron y comenzaron a bailar un vals que parecía eterno. Pero entonces, uno de ellos dijo adiós, y lo que pudo haber sido un baile interminable se convirtió simplemente en su último baile.

La canción era algo triste, pero con un ritmo encantador que fascinaba al castaño, por lo que escucharla de los labios de su novio mientras leía la letra le resultaba simplemente adorable, el mayor estaba de rodillas, pronunciando mal algunas palabras e inventando otras, lo que hacía que Dipper sonriera aún más.

Por eso, definitivamente no se esperaba lo que Bill le diría a continuación:

—Te la dedico —le dijo con una sonrisa llena de seguridad, haciendo que el castaño abriera los ojos a tope, sentándose con rapidez en el piso dejando de reír para verlo con los ojos llenos de sorpresa y, a decir verdad, bastante temor.

El mayor estaba seguro de que con eso ganaría los suficientes puntos para alcanzar al chico, pero cuando vio la reacción del más bajo ya no estuvo tan seguro de eso.

—¿Estás terminando conmigo? —le preguntó de golpe con algo de dolor en su voz.

Dipper no sabía si el chico frente a él estaba bromeando o qué estaba pasando, pero el nudo en su pecho lo había hecho hacer un puchero, Bill perdió su sonrisa al instante al escuchar la pregunta del menor, cambiando un rostro a uno completamente preocupado.

—¡No, no, no, no! —repitió con rapidez y bastante desesperación en su voz tomándolo de los hombros frente a él—, ¿la canción no es de amor?

El castaño parpadeó con rapidez, con bastante incredulidad ante las palabras del más alto, ¿de amor? ¡La canción hablaba sobre un último baile! ¿Cómo eso era romántico?

Bill había buscado con desesperación la traducción de la canción que le había cantado y cuando leyó la segunda parte de la canción su desesperación aumentó, repitiendo un sin fin de negaciones y tomando las manos de su novio con cariño.

—¡Te juro que pensé que era de amor! ¡Sonaba romántica! ¡Y la primera parte lo es! No pensé que terminaría en tragedia —explicó alterado y con bastante velocidad—, de ninguna manera quiero terminar contigo Dipper, no quiero que tengamos nuestro último baile.

El mencionado lo miró fijamente procesando lo que el chico le decía, y tras analizarlo unos segundos se dio cuenta que el tonto de su novio le había dedicado la canción sin entender del todo de que iba... lo cual solo significaba una cosa: Bill definitivamente iba a reprobar su examen mañana.

—¿Dipper? —le preguntó asustado.

El castaño quiso reír, pero simplemente se mordió el labio pensando en una buena respuesta.

—¿Primero terminas conmigo en ética y ahora con una canción? Sí, okay, entiendo la indirecta —bromeó tratando de hacer un puchero y fallando en el intento, pues una inmensa carcajada había salido de sus labios.

Por el contrario, el rubio se encontraba haciendo un puchero de verdad, sintiéndose bastante avergonzado por la situación. No podía evitarlo, a pesar de que el menor había dejado en claro con su broma que no se lo había tomado en serio, Bill no pudo evitar ocultar su rostro sonrojado por la vergüenza mientras su pareja se reía frente a él.

Al darse cuenta, Dipper intentó contener su risa y se arrodilló en el suelo para estar a la misma altura que su pareja. Tomó el rostro del mayor, apartando sus manos suavemente, y, al encontrarse cara a cara con los ojos ambarinos del chico, una sonrisa apareció en su rostro, mientras apoyaba sus palmas en las mejillas del rubio.

—Dios, Bill —le dijo en un susurro entrecortado y las mejillas sonrojadas—, je t'aime.

El aludido se sonrojó levemente antes de sentir los labios del castaño unirse a los suyos, sin embargo, rodeó la cintura del menor para acercarlo aún más.

—Yo también te amo —aseguró el rubio entre besos—, sólo que yo no sé hablar francés.

Ambos se encontraban de rodillas, frente a frente, Dipper acariciaba las mejillas de su novio con ternura y anhelo, riendo entre besos al recordar la tontería que Bill había dicho. Por su parte, el mayor lo empujaba suavemente, y con cuidado hacia las almohadas que antes había usado como apoyo, quedando sobre él mientras seguían besándose.

Pero la risa del castaño no paraba de interrumpir sus besos provocando que el más alto se apartara tomando una de las almohadas, golpeándolo con suavidad y mucha vergüenza en la cabeza, haciendo reír más a Dipper.

—¡Pensé que era romántica! ¿Puedes dejarlo ir? —se quejó haciendo un puchero y sacudiendo las manos con desesperación, pero el castaño sólo negó sonriendo inocentemente y besando en la mejilla a su novio—, me caes mal.

Soltó eso último sentándose nuevamente en el piso, provocando que el de ojos castaños hiciera lo mismo.

—Lo siento, lo siento —se disculpó entre risas—, es sólo que me pareció divertido y extremadamente adorable.

—¿Adorable? —soltó sorprendido y el menor asintió—, ¡tú eres el que debe ser adorable! ¡No yo!

El castaño se encogió de hombros con diversión y le sonrió de nuevo, besándolo en una mejilla y acariciando con cariño la otra, Bill estuvo a punto de girarse para besarlo en los labios cuando un molesto sonido los trajo de regreso a la realidad.

Era una de las alarmas del castaño para recordarle que tenía que avisarle a su mamá, el castaño rodó los ojos con molestia apagando la alarma, normalmente le hubiera mandado un mensaje y ya, pero decidió esforzarse un poco más, Dipper tomó un par de libros y se los entregó a su novio para que sostuviera, seguido se había tomado una foto con el rubio dándole un beso en la mejilla y se la había mandado a su madre, dispuesto a probarle que seguían estudiando incluso si habían besos inocentes de por medio.

El castaño sonrió al notar las mejillas sonrojadas de su novio por la repentina decisión que había tomado, quien rápidamente sintió su celular vibrar viendo la respuesta de su madre, esta le había dado un corazón a la foto y le había mandado un sticker de dos gatitos abrazados, el menor le mostró el mensaje a su novio, haciéndolo sonrojar aún más.

Al menos la madre del castaño no se enojaría esta vez con ellos.

—¿Crees que podrías enviarme la foto a mí también? —le preguntó con ligera timidez—, me encantaría usarla en algún lado.

—Claro que sí —le respondió con una sonrisa, sonrojándose ligeramente.

El menor le envió la foto al rubio y al finalizar se había encontrado con un mensaje que lo había terminado de regresar a la realidad.

Mabel le había preguntado si ya había hablado con Bill sobre Pino.

Dipper sintió su corazón hacerse trizas, el nudo en su pecho regresando y haciéndose más fuerte en esa ocasión, él no quería pensar en eso, él estaba disfrutando demasiado su tarde con Bill como para arruinarla de tal manera.

Afortunadamente, el rubio estaba tan concentrado en colocar la foto que le habían enviado como fondo de pantalla que no notó el drástico cambio en la actitud del castaño. Lo irónico era que los pensamientos de Bill no estaban tan alejados de los de Dipper, puesto que él quería la foto de recuerdo para cuando el menor terminará con él.

Sabía que le dolería mucho mirarla en el futuro, pero deseaba al menos tener un buen recuerdo de su tiempo al lado del castaño.

El de ojos castaños se aclaró la garganta, y con un esfuerzo decidido, buscó una de sus canciones favoritas, añadiéndola a la lista de reproducción mientras se preparaba mentalmente para lo que venía.

Dipper sabía que ya no podía seguir evitando el tema; tenía que decirle la verdad sobre Pino, y lo haría. Pero antes, se aseguraría de que la velada fuera memorable para su novio, que, al terminar el día, le fuera incapaz de olvidarla o de pensar en ella con amargura.

Tal vez Bill había elegido una canción de desamor sin darse cuenta, a lo mejor era su manera inconsciente de reflejar el dolor y la incertidumbre que atormentaban su corazón. Sin embargo, Dipper tenía un plan diferente. Él iba a cantar una canción que, aunque sólo fuera una fracción de lo que sentía, transmitiría el profundo amor que tenía por el rubio. Esta canción sería su forma de compensar la espera, el tiempo que había pasado sin poder ser completamente honesto.

Cuando la canción que escuchaban llegó a su fin y el momento llegó, Dipper se levantó con determinación y le extendió una mano a Bill. El rubio lo miró con una mezcla de sorpresa y curiosidad, desconcertado por el gesto del chico.

Pero el de ojos castaños no dudo de su decisión, él estaba decidido a que, sin importar cómo terminará ese día, Bill recordaría este instante como un momento de amor puro y sincero, una verdad que Dipper deseaba fuera más fuerte que cualquier revelación que pudiera darle.

—¿Qué pasa? —cuestionó visiblemente confundido.

El castaño lo miró con una mezcla de determinación y afecto, antes de responder con una sonrisa juguetona.

—No puedes dedicarme una canción que habla del último baile si nunca hemos tenido uno, así que levántate y baila conmigo —le dijo con un toque de exigencia, aunque la ternura en su voz suavizaba las palabras—, no digo que será nuestro último baile, al menos eso espero, pero deberíamos tener al menos uno, ¿no crees?

Los ojos de Bill se iluminaron al escuchar esas palabras. Sin pensarlo dos veces, tomó la mano de su novio con rapidez, dejándose ayudar mientras se ponía de pie. Cuando los dos estuvieron frente a frente y la canción empezó, el rubio reconoció la melodía que comenzaba a sonar: "Hymne à l'amour" de Édith Piaf.

Bill sonrió mientras rodeaba con una mano la cintura de su novio, el más bajo le devolvió la sonrisa, colocando su mano en el hombro del rubio, dejando una de sus manos libres para poder tomar la de su pareja, la mano del castaño se encontraba descansando sobre la de Bill y sin dudarlo entrelazaron los dedos, con eso el mayor había empezado a dirigir a Dipper por todo su cuarto, tratando cuidadosamente de no tropezarse con los libros y almohadas que tenían esparcidos por todo el piso.

El corazón de Bill latió con fuerza al ritmo de la canción. La canción no era sólo una melodía para ellos; era una declaración, una promesa, y Dipper la había elegido con cariño, como si supiera que esta sería la mejor manera de expresar todo lo que sentía.

Ambos bailaban por toda la habitación, burlándose tontamente cada que uno se tropezaba con algo y llevando la cuenta como si de un juego se tratase, riendo como si fueran niños, transformando el baile en un juego que los acercaba aún más. El castaño le cantaba la canción entre risas y sonrojos, tratando de expresar los sentimientos atorados en su pecho lo mejor que podía.

Con cada giro, con cada torpe paso, la distancia emocional que había crecido entre ellos esos últimos días comenzaba a disiparse. Dejando en claro que este no sería su último baile, pero sí uno que recordarían por el resto de sus vidas, un instante en el que todo lo que existía eran ellos y el amor que se tenían, sin dejarle lugar alguno a esos miedos que los consumían.

Cuando la canción llegó a su fin Dipper acomodó su cabeza contra el pecho del más alto, abrazándolo y escuchando las respiraciones y latidos de su novio con los ojos cerrados, tratando de memorizar ese momento en su cabeza por el resto de su vida.

Bill lo abrazó de vuelta, susurrándole un par de cosas juguetonas en el oído, el de ojos castaños sonrió sin separar sus dedos ni un segundo de los del rubio, disfrutando y atesorando cada uno de esos segundos antes de la tragedia.

En ese momento, el mundo se reducía a la calidez del abrazo de Bill, y Dipper se sintió envuelto en una seguridad que sólo podía encontrar en sus brazos. Era un lugar donde todo parecía estar bien, un abrigo que lo protegía del peso de sus propias mentiras.

Tras un par de segundos el menor se separó y miró al más alto a los ojos, fijándose en cada detalle de esos ojos que tanto amaba, Dipper no pudo evitar notar como esos ojos tan intensos y encantadores habían recuperado poco a poco ese brillo tan característico gracias a la velada que habían pasado juntos, al verlos tan fijamente los pensamientos racionales abandonaron la mente del castaño, dejándolo sin palabras que pudieran capturar la intensidad de lo que sentía.

La paz y seguridad que había encontrado recientemente se había esfumado.

Su estómago se revolvió con una incomodidad horrible, un nudo se formaba en su garganta mientras la gravedad de su situación lo abrumaba. El miedo irracional de que la decepción de ser Pino fuera más grande que su amor por él lo paralizaba y destruía por completo. El castaño no quería que esa revelación le robara ese hermoso resplandor de nuevo, no quería ser la causa de su desaparición. Por lo que le dolía aún más la verdad tan cruel: que fueron sus mentiras las que apagaron esos ojos en primer lugar.

¿Cómo podía haberle arrebatado el brillo de su mirada, cuando fue Bill quien encendió esa luz en los suyos? ¿Cómo pudo haber sido tan egoísta, tan cegado por su propio miedo, que no se había dado cuenta del daño que le estaba causando a la persona que tanto amaba?

Con las piernas temblorosas, Dipper decidió que haría lo que fuera necesario para preservar ese brillo, incluso si eso significaba enfrentarse a la verdad que tanto había temido. No podía permitir que sus mentiras continuarán arruinado lo que tenía con Bill; debía ser honesto, por el bien de ambos.

Con un dolor punzante en el pecho, el castaño se recordó a sí mismo que debía ser valiente. No por él, sino por Bill. Necesitaba encontrar la fuerza para enfrentar la verdad, aunque cada rincón de su ser gritara que no lo hiciera y fuera egoísta un rato más, que evitará el inevitable dolor que esa confesión traería consigo.

Dipper bajo la miraba, buscando algo de alivio en sus pies. Los pensamientos lo atormentaban, cada uno siendo más aterrador que el anterior, destruyendo su determinación con cada segundo que pasaba. ¿Cómo iba a enfrentarse a lo que venía? ¿Cómo iba a mirar a Bill a los ojos y decirle lo que tanto tiempo había estado ocultando?

Y justo cuando sentía que la desesperación era demasiada para soportarla, la suave voz de Bill lo sacó de sus pensamientos.

—¿Quieres comer algo? —le preguntó el rubio, con una sonrisa de pura ternura, sin sospechar todo lo que ocurría dentro de la cabeza de Dipper.

El castaño alzó la vista, encontrándose con esa sonrisa que se había convertido en su refugio, y asintió con lentitud. Pensando que a lo mejor después de comer sus nervios se calmarían lo suficiente para que pudiera reunir el valor que necesitaba.

Al final, Dipper sabía que debía hacerlo. No podía seguir posponiendo lo inevitable. Necesitaba encontrar esa valentía, y no por obligación, sino porque Bill lo merecía. Si había algo que estaba claro para él, era que haría lo que fuera por aliviar el malestar en su novio, incluso si eso significaba enfrentar su mayor miedo.

Valor, sería algo que Dipper tendría por Bill.

[...]

Ambos habían terminado de comer con tranquilidad algo sencillo, en un intento de calmar el apetito y los nervios que tenían.

El más alto acariciaba la mano del chico apretándola de vez en cuando mientras conversaban. La alarma del castaño sonó nuevamente y aunque tenía que enviarle un mensaje a su madre no permitiría que eso alargará de más lo que tenía que confesar.

—Oh, tengo que avisarle a mi mamá que sigo bien —dijo rápidamente, sacando su celular y apagando la alarma—, dame un segundo.

—No te preocupes, ya le avisé —le respondió Bill con una sonrisa.

Dipper lo miró sorprendido.

—¿En serio? —preguntó con curiosidad.

—Sí, le mandé una foto de lo que estábamos comiendo y luego una de ti comiendo —añadió sacando su celular y mostrándole las fotos—, mira, me puso este sticker de Spiderman, pero no sé si sabe que significa otra cosa.

—Oh sí, yo se lo mandé, definitivamente lo sacó de contexto —le contestó con una sonrisa—. Wow, no puedo creer que te acordarás antes de que yo.

—.iooooooook975 z<84¿* —maulló Wayne, estirándose en la mochila y volviendo a acostarse.

—Te gané teniendo TDAH, debería darte vergüenza —se burló con diversión.

Dipper soltó una carcajada, negando con la cabeza y rodando los ojos.

—Eres un tonto —le reclamó con una sonrisa—. Pero gracias por tratar de estar pendiente de mi mamá, Bill, es muy lindo de tu parte.

El mencionado le regresó la sonrisa.

—Es lo mínimo que puedo hacer, tú no has parado de ser un increíble novio conmigo, así que tengo que ponerle empeño para poder igualarte —le soltó haciendo el corazón del menor acelerarse.

El pecho de Dipper se inundó de culpa, obligándolo a desviar la mirada hacia sus cosas, donde el gatito dormía plácidamente. Incapaz de soportar el sufrimiento por más tiempo, cerró los ojos con fuerza, llenando sus pulmones de oxígeno en un intento de reunir valor. Al abrirlos de nuevo, se encontró con la intensa mirada de Bill.

Sin decir una palabra, tomó su mano y lo guio hasta la cama donde ambos se sentaron en el borde de esta misma, sabiendo que lo que estaba por venir afectaría su relación para bien o para mal. Los dos sabían que el momento había llegado, ya no podían seguir postergando la verdad. Tenían que ser sinceros, enfrentarse a lo que sentían y a lo que, con pesar, habían estado ocultando.

Era hora de dejar de huir de lo inevitable.

—Quiero hablar contigo de algo —soltó el castaño con determinación.

Bill abrió los ojos de golpe, sintiendo cómo el aire se escapaba por completo de sus pulmones. Su cuerpo se tensó, y un dolor abrumador se instaló en su pecho, dominándolo. ¿Este era el final? Dipper había descubierto la verdad sobre Pino y estaba a punto de terminar con él, ¿no es así? ¿A eso se refería cuando dijo que era su último baile? ¿El castaño realmente iba a terminar con él?

El menor notó la reacción de su novio y rápidamente aclaró:

—No es nada malo, Bill —le dijo con una pequeña sonrisa débil—. Te lo prometo.

El mencionado se revolvió ligeramente en su lugar, algo inquieto, sin poder creerse en su totalidad lo que le decían.

—Sólo son varias cosas que he querido decirte por mucho tiempo —continuó sintiendo sus piernas temblar—. Pero que no había sido capaz de decirte antes.

—Está bien —le respondió tratando de tranquilizarse acariciando el agarre de sus manos, notando el nerviosismo en los pies alterados del castaño.

Dipper tomó otra bocanada de aire, empezaría con lo más sencillo, con lo más irrelevante que les afectaba en esos momentos, pero que también era importante aclarar de una vez.

—Mabel me contó lo que pasó en la cafetería el lunes —empezó con una sonrisa, sí, eso era fácil.

Bill entró en pánico nuevamente, ¿se refería a la cafetería-cafetería o a la cafetería-baño donde habían grabado su conversación con Xólotl?

—Quiero empezar por aclarar que entre Jay y yo no hay nada romántico, ¡nada! —soltó rápidamente—, ¡nada de nada! No siento absolutamente nada por él, nada más que amistad, y aunque no estoy seguro de si es eso es mutuo por parte de él porque a mí Jay jamás me ha demostrado lo contrario, al parecer todo el mundo cree que sí, no lo sé, tendría que hablarlo con él y averiguar si sólo es un malentendido, pero por mí parte en serio no hay nada.

Dipper acarició las manos de su novio con inmenso cariño y el rubio bajó la mirada apenado. ¿Mabel le había dicho de sus celos por Jay?

—No quiero a nadie que no seas tú, Bill —le aclaró soltando su mano para tomarlo del rostro y sonreírle cálidamente—, no me interesa si es pelirrojo, Mary Jane, Deadpool o incluso si fuera Spiderman quien se aparezca en frente mío, yo te quiero a ti.

Bill sintió su corazón destrozarse ante las palabras del chico.

Wow, él en serio era el peor novio del mundo comparado con Dipper.

—Sólo me duele inmensamente que no me dijeras antes que te hacía daño verme con Jay —continúo haciendo un pequeño puchero—, lo siento tanto si mi amistad con él te hizo sentir mal, no tenía idea y si no fuera por Mabel en serio no tendría idea, lo que me lleva a la pregunta de ¿por qué no me dijiste antes? Recuerdo haberte preguntado cuando fuimos a jugar bolos... y si en ese momento me hubieras hecho saber que te hacía sentir mal hubiera mantenido una distancia con él desde entonces.

El rubio bajó la mirada, completamente avergonzado de sí mismo. No podía admitir que había guardado silencio por la culpa de ocultar a Pino, al menos no en ese momento y no de esa manera. Sin embargo, sería honesto en lo que pudiera, mientras reunía el valor necesario para confesar la verdad.

—No quería ser esa clase de novio —murmuró por lo bajo.

—¿El que habla las cosas? —preguntó en un tonto intento de bromear.

Pero Bill le sonrió con debilidad.

—No, el que te pide que no hables con alguien porque le incomoda —aclaró tratando de armarse de valor—. No soy capaz de pedirte algo así Dipper, incluso ahora que lo sabes, no lo soy, no puedo decirte lo mucho que me duele verte con él porque no me siento con el derecho de hacerlo.

Dipper lo miró con tristeza, la culpa regresando a su cuerpo con rapidez... eso tenía sentido, el rubio no podía decirle lo mucho que le afectaba verlo con Jay porque se sentía culpable de serle "infiel" consigo mismo. En resumen, Bill no podía hablarle de lo que le hacía sentir mal por su culpa.

¡Wow! El castaño en serio era lo peor.

—Bill... yo no quiero hacerte daño —le aseguró con la voz temblorosa y llena de arrepentimiento—, si mantener una distancia con Jay te hará sentir mejor y más tranquilo, lo haré sin dudarlo, tu comodidad como mi novio es mi prioridad aquí.

—¿En serio? —preguntó haciendo un pequeño puchero.

—Claro que sí, aunque primero tengo que terminar mi proyecto de literatura con él —aclaró recordando ese insignificante detalle—, pero si te hace sentir mejor incluso puedo hacer que Elliot termine con Haley en el rol, no me importa si es meta.

—No... creo que eso ya es demasiado —respondió negando con la cabeza, aterrado de estar pidiendo demasiado—, entiendo que eso es rol, y no quiero ser meta o la causa de que tú lo seas, el rol es eso, rol.

—Rayos, quería que me digas que sí, y así tener una excusa para salir con Nick —confesó Dipper avergonzado.

Bill soltó una pequeña risa al escuchar eso.

—Oh, no te preocupes por eso —contestó con una sonrisa—, te robaré de los brazos de Haley sí o sí, no necesitas ninguna excusa meta, Nick tiene un plan en mente.

Dipper le sonrió.

—Aunque tienes que ponerte las pilas porque Mabel y yo estábamos planeando un par de cosas entre Xyler y Nick —bromeó el rubio haciendo a su pareja fruncir el ceño—. Sólo en caso de que lo nuestro no funcione.

—Entonces quédate con él —respondió indignado—. Ya no quiero nada, me niego a recibir tus migajas.

Bill soltó una carcajada haciendo al menor sonreír al escucharla.

—Por favor Dipper, todos sabemos que sólo estoy con Xyler porque no puedo tener a Elliot —explicó con diversión—, el de las migajas es él.

El mencionado negó con la cabeza, incapaz de ocultar una sonrisa. Un cálido sentimiento de alivio lo envolvió; la conversación estaba yendo sorprendentemente bien, mejor de lo que había esperado. Era una señal prometedora, un destello de esperanza en medio de sus incertidumbres.

—Um —empezó el rubio poniéndose serio de nuevo—, sobre lo de Jay...

Dipper se acomodó en su lugar, animando a su novio a continuar con la mirada, dispuesto a oír todo lo que tenía que decir.

—Su proyecto de literatura, ¿lo harán mañana, verdad? —cuestionó con cautela.

—Mmm, originalmente ese era el plan —respondió el castaño—, pero después de que Mabel me dijera un par de cosas estaba pensando en moverlo para el viernes, ya sabes, todos van a estar en mi casa para grabar el video de Glee y pensé que sería lo mejor... para que pudieras estar más tranquilo, pero no sé si te parezca.

Los ojos ambarinos del chico se iluminaron al escuchar aquello, sin esperarse aquel gesto de parte del menor.

—¿En serio? —inquirió sorprendido—, pero hoy le dijiste...

—Hoy le dije que le confirmaba que íbamos a hacer —dijo dispuesto a aclararle las cosas—, quería hablar de todo esto contigo primero, como te dije, yo no había notado nada de esto y no tenía idea de cómo te sentías al respecto.

Los labios del rubio temblaron ligeramente, sin saber qué decir a continuación. Dipper estaba siendo increíblemente claro y comprensivo con él, lo que sólo intensificó la culpa que lo consumía. Sabía que debía contarle la verdad cuanto antes, pero las palabras parecían atorarse en su garganta.

—Lamento muchísimo todo lo que te dijo el estúpido, idiota, baboso de Mason en la cafetería —continuó Dipper bastante molesto con su amigo, en un intento de hablar todo lo que tenía pendiente con su pareja—, es un tonto que no tiene idea de lo que habla, Bill.

Un nudo se formó en la garganta y en el pecho del rubio al recordar todo lo que Mason Gleeful le había dicho ese día. Cada palabra lo había herido inmensamente y lo peor de todo era que no podía contradecirlo. En el fondo, Bill sabía que Mason tenía razón, y eso lo hacía sentir aún más miserable.

—Pero tiene razón —soltó simplemente, desviando la mirada con pesar.

El castaño se sorprendió ante su respuesta, sintiendo cómo su corazón se hacía pedazos. ¿De verdad Bill creía eso? ¿Qué tanto daño había causado para qué pensará así? La rabia lo invadió de inmediato; Dipper estaba decidido a enfrentar a su amigo en cuanto tuviera la oportunidad. Que fuera un imbécil con todos era una cosa, pero hacer que su novio dudara de su relación era imperdonable. Con todo el peso del asunto de Pino sobre sus hombros, lo último que necesitaba era que Gleeful arruinara lo que había construido con tanto esfuerzo junto al rubio.

—¿De qué hablas? —preguntó alarmado por la noticia—. Claro que no la tiene y me ofende infinitamente que le estés dando la razón a Gleeful y no a mí, ¿qué te hace creer que ese tonto tiene razón?

El de cabellos rubios negó débilmente angustiado, sin ser capaz de mirar a su novio, ¿cómo podría responder a eso?

—Creo que tiene razón en que no he sido más que un idiota contigo desde que nos conocimos —admitió Bill, avergonzado y profundamente decepcionado de sí mismo. Al compararse con Dipper, se sentía insuficiente, indigno del amor del castaño—. Tú me pediste disculpas esa vez, fuiste claro y honesto, dejaste tu orgullo de lado y has estado ahí para ayudarme en cada oportunidad que has tenido. Me apoyaste con Ford, con la escuela, y ahora hasta me estás ayudando a estudiar francés, aunque es más que obvio que tú no lo necesitas. Eres comprensivo conmigo y mi TDAH, y yo... yo no he parado de hacerte daño, desde aquella noche del cometa hasta la semana que te ignoré después de besarte...

El rubio decidió callar lo de Pino por ahora, pero continuó con la voz temblorosa.

—No he sido un buen novio para ti, ni siquiera un buen amigo. A veces creo que mereces a alguien mejor, alguien que sea tu amigo antes de ser tu novio, con quien no tengas un pasado tan complicado. Alguien que no te haya hecho llorar o te haya gritado por la frustración, alguien que sea capaz de decirte que lo de Jay le hace daño... si no fuera por ti, no estoy seguro de que- —el rubio se detuvo antes de tragar fuertemente, tratando de que su voz no se rompiera al decir lo siguiente—; de que nuestra relación funcionaría, lo siento tanto, Dipper. De verdad me gustaría merecerte.

—Bill... —murmuró el castaño con el alma rota.

¿Cómo podía sentirse así? ¿Cómo podía creer que no lo merecía? ¡Eso no era cierto! ¡Él era el que no se merecía un novio como Bill! Y es que lo que el rubio no sabía era que no sólo habían sido amigos antes de ser novios, sino que también se habían empezado a odiar por culpa del castaño. Ambos habían cometido muchos errores, pero eso no significaba que no se merecían el uno al otro, ¿verdad?

Dipper rompió la distancia entre ellos y tomó el rostro de su novio, acariciando su mejilla con ternura y un excesivo cariño.

—No, Bill —le aclaró mirando los ojos llorosos del rubio—. Me destroza el alma saber que te sientes así cuando yo me siento tan afortunado de estar a tu lado. Créeme, no hay ni un sólo día en el que no me despierte y agradezca que tu seas mi novio. Y yo sé que hemos cometido nuestros errores en el pasado, pero eso no cambia lo mucho que nos arrepentimos de ellos, yo igual he sido un completo imbécil contigo, desde el día que nos conocimos, pero tú, a pesar de todo has sido capaz de dejar todo eso atrás por mí. Lo que tenemos funciona no solo por mí, sino porque ambos estamos dispuestos a intentarlo todo por el otro. Lo que tenemos funciona porque yo quiero ser mejor para ti, y tú quieres ser mejor para mí. Tal vez en el pasado no tuvimos la mejor relación o la mejor comunicación, pero estamos intentando mejorar, y a mí ya no me importa lo que fuimos antes, sino lo que somos ahora... y lo que seremos.

El más bajo le entregó una sonrisa débil, sin dejar de hacer sus suaves caricias en la mejilla del chico.

—El Bill que tengo frente a mí es alguien que está dispuesto a conocerme de verdad, conocer al verdadero Dipper y no al idiota orgulloso que te acosaba sólo para recibir un segundo de tu atención. Y yo quiero conocerte a ti. No me importa si me lleva mil años descubrir cada rincón de tu ser; quiero saberlo todo de ti —afirmó con cariño y determinación—. Así que, por favor, déjame hacerlo.

El castaño limpió con cuidado las lágrimas que se desbordaban en el rostro de Bill, notando cómo su novio comenzaba a relajarse, aunque sólo un poco, bajo su toque.

—Dipper... —murmuró Bill, apenas audible, como si temiera romper el momento. Cerró los ojos, dejándose llevar por las suaves caricias que lo reconfortaban—. Gracias, yo también quiero conocerte, saberlo todo de ti. No me importa lo que haya pasado antes de esto, te quiero a ti, Dipper. Y haré todo lo que esté a mi alcance para merecerte... si me das la oportunidad.

—Ya lo haces, Bill —le aseguró con amor, besando su mejilla—. No lo dudes, por favor.

Sin poder contenerse un segundo más, el rubio rodeó con fuerza al castaño, envolviéndolo en un abrazo que hizo que Dipper sonriera con un calor genuino en su pecho. Después de unos minutos de ese abrazo cargado de emociones, ambos se recostaron en la cama, el más alto tenía el rostro enterrado en el pecho del castaño, dejando que los latidos constantes y tranquilizadores de su corazón lo envolvieran. La sensación de seguridad y ternura que compartían los llenaban de una nueva paz, y Bill se permitió disfrutarla plenamente.

La conversación hasta ahora había fluido sorprendentemente bien, demasiado bien, lo que hacía que Dipper pensara que realmente estaban listos para hablar sobre Pino.

Pero para dar ese paso, el castaño sabía que aún tenía que silenciar esa última espina de inseguridad que persistía en su mente. Mabel había sido un gran apoyo, ayudándolo a aclarar muchas dudas con las preguntas que le había planteado el lunes, pero todavía había algunos pensamientos que necesitaba ordenar antes de poder enfrentarse a la verdad que tanto temía compartir.

—¿Puedo preguntarte algo, Bill? —le preguntó, sintiendo el cuerpo del mayor estremecerse al escuchar su nombre.

El mencionado se apartó ligeramente de él para verlo a los ojos y Dipper trago con fuerza.

—Por supuesto, ¿qué pasa?

—¿Cómo es que te empecé a gustar? —inquirió bastante apenado—. Ya sabes... ¿por qué decidiste darme una oportunidad?

Bill lo miró con algo de debilidad, pero finalmente sonrió.

—¿Cómo te empecé a gustar yo? —respondió con simpleza.

—Yo pregunté primero —contestó con obstinación—, y en serio necesito saber, por favor.

El rubio lo observó con seriedad durante unos momentos, intentando procesar la petición de su pareja. Sin poder resistirse a la súplica en los ojos de Dipper, Bill finalmente cedió, suspirando antes de sentarse nuevamente en la cama. Tomó una profunda bocanada de aire, preparando su mente para lo que estaba a punto de confesar. El castaño, con el corazón latiendo aceleradamente, se incorporó a su lado, esperando su respuesta en silencio.

—Mmm, bueno, no muchas personas saben esto... —comenzó titubeante, mientras un leve rubor se extendía por sus mejillas—, pero siempre pensé que eras lindo, desde el primer día que te vi en la escuela. Recuerdo pensar que eras realmente adorable y lindo. Incluso en esos primeros días, intenté acercarme a ti, tratar de conocerte mejor, hacerte preguntas, buscar alguna excusa para hablar contigo —confesó, desviando la mirada con cierta timidez—. Claro, eso fue antes de que me llamaras tonto y empezáramos a pelearnos. Ni siquiera recuerdo con exactitud cómo sucedió todo, pero sí recuerdo haber pensado que actuabas así porque estabas celoso de mí... porque creías que me gustaba Vanessa y que estábamos saliendo, ¿te acuerdas de eso?

Dipper sintió cómo el calor subía a sus mejillas, mordiéndose el interior de su mejilla por la vergüenza. Claro que lo recordaba. Recordaba como la discusión había ido, recordaba cómo había creído que Vanessa y él estaban saliendo y lo increíblemente celoso que esa idea lo había hecho sentir, vaya que había sido un idiota, en serio, ¿Vanessa? ¡Era obvio que tenía un gran crush por Bill!

—Nunca supe si era verdad o no —continuó el rubio, frunciendo el ceño mientras intentaba recordar los detalles de aquellos días—. Aunque hace rato la llamaste "una mujer bonita", así que no me sorprendería si eso fuera cierto, creo que ahora no importa, la verdad es que sólo te dije esas cosas de Vanessa para molestarte, nunca hemos salido juntos ni nada por el estilo —añadió con una mueca de asco—. Solo éramos buenos amigos, nada más. Pero lo cierto es que después de aquel incidente, empecé a notar cómo te obsesionabas conmigo en las clases. Y, honestamente, esa actitud comenzó a irritarme muchísimo. No entendía que te había hecho para que estuvieras tan aferrado conmigo, eras muy insistente con eso y era molesto, en especial porque usabas esa linda inteligencia que tienes para hacerme sentir como un tonto la mayoría del tiempo.

—¿Y la parte bonita y romántica en la que te empecé a gustar en la actualidad y me dejaste de odiar? —preguntó haciendo un puchero.

Esa en definitiva no era la respuesta que estaba buscando del rubio, él quería que le contara cómo se enamoró de él, ¡no como lo empezó a odiar!

Bill rodó los ojos y sonrió.

—A eso voy, Dipper, no seas tan desesperado —bromeó Bill a manera de reclamo con una pequeña sonrisa, mientras apretaba suavemente la mano del castaño entre las suyas—. Cuando finalmente dejaste de actuar como un imbécil conmigo y te disculpaste, ese pequeño crush que había tenido por ti regresó de golpe, como si hubiera estado dormido todo ese tiempo y de repente despertara con más fuerza que nunca. De pronto, volviste a parecerme el chico más adorable del mundo, y cuando dejaste de usar lo inteligente que eres para hacerme sentir menos, y en su lugar lo usaste para ayudarme, me resultó increíblemente atractivo.

Explicó con ternura, viendo los ojos castaños del chico iluminarse con ilusión mientras hablaba. La calidez en la voz del mayor reflejaba lo mucho que significaba ese cambio para él y su novio fue capaz de notarlo.

—Y aunque de la nada todo el mundo parecía extrañamente obsesionado con nosotros, el Dipper que dejaba de lado el orgullo para ayudarme, que se ponía todo nervioso y tímido, empezó a gustarme de una forma que no había anticipado. Disfrutaba tanto estar contigo, hablar de las cosas que nos interesaban, que cada momento juntos sólo me hacía querer pasar más y más tiempo contigo. Pero al mismo tiempo, me sentía completamente confundido. Todo era nuevo para mí, y no sabía cómo manejarlo.

Bill hizo una pausa, recordando esos momentos con una mezcla de ternura y diversión.

—No pude evitar querer coquetear contigo, se me hizo imposible resistir esta nueva necesidad en mí de querer ponerte todo nervioso y sonrojado hasta las orejas. Créeme, intenté no hacerlo, en un intento patético de contenerme, pero... ¿qué puedo decir? Soy débil cuando se trata de ti. Me resultas irresistible, Dipper. Y la verdad es que creo que siempre me gustaste, que nunca dejaste de hacerlo... sólo que, en ese entonces, pensé que eras un tonto que me odiaba, y que nunca habría una oportunidad entre nosotros. Así que traté de dejar que esos sentimientos murieran, pero los reviviste con tanta facilidad que me asustaba cuánto poder tienes sobre mí.

Dipper se sonrojó intensamente, ¿estaba soñando o Bill en serio pensaba que era atractivo? Siempre había creído que solo era "lindo" en sus sueños, un ideal que jamás se cumpliría en la realidad, pero ahí estaba su novio, asegurándole que le parecía encantador incluso cuando estaban despiertos. A pesar de sus inseguridades, a pesar de creer que su amargura lo hacía menos deseable, el rubio en serio lo quería, y eso lo descolocaba profundamente.

—Y ahora no sólo me gustas, me fascinas, me encantas —le aseguró con una sonrisa atontada—, aún quiero verte sonrojado y nervioso por mí, quiero escucharte reír todo el tiempo, quiero ver tus pucheros y tus ojos rodando por mis tonterías, quiero saberlo todo de ti, que me cuentes todo lo que sabes, quiero escucharte hablar por horas y horas sobre las cosas que te encantan, porque cada vez que veo cómo se iluminan tus ojos castaños cuando lo haces, me siento el chico más afortunado del mundo.

Dipper sintió su corazón derretirse con cada una de esas dulces y amorosas palabras. Sus mejillas estaban completamente sonrojadas y una sonrisa inquebrantable se instaló en su rostro. ¿Cómo podía ser tan suertudo de tenerlo en su vida? El estaría toda la vida agradecida y en deuda con la Mindscape por llevarle a Bill hasta él.

—Ahora es tu turno, ¿por qué cambiaste de actitud de golpe? —le preguntó él más alto emocionado—. Siempre he querido saber esto.

Dipper tragó con fuerza, sabiendo que debía ser honesto con Bill, especialmente después de lo que él había compartido. Sus manos y rodillas temblaban ligeramente mientras comenzaba a hablar.

—Bueno... —empezó, su voz temerosa pero decidida—. Para empezar, Vanessa nunca me gustó realmente. Incluso aunque siempre pensé que era bonita, porque respondiendo a tu pregunta de hace horas, claro que pienso que es bonita, nunca me gustó de esa manera... No de verdad, al menos. Lo que pasó cuando nos conocimos fue que ustedes estaban tomados de las manos, ella decía cosas raras sobre ustedes... y tú estabas viéndome tan fijamente que pensé que estabas juzgándome, sentí tus hermosos ojos ambarinos sobre mí y jamás me sentí tan vulnerable en la vida...

Confesó encontrándose con esos ojos, pero esta vez no se sentía asustado al verlos, ya no se sentía vulnerable, sino todo lo contrario, su mirada tan intensa clavada en él empezaba a sentirse tan segura y tranquilizadora, como si lo arrullaran con cariño hasta un lugar seguro.

—Y la idea de que Vanessa y tú estuvieran juntos me ponía terriblemente celoso, molesto, y frustrado. Contigo, conmigo, con ella, ¡con la vida entera! Porque tú eras el hombre más hermoso que alguna vez había visto —Dipper continuó, su voz cargada de la emoción que había estado guardando por tanto tiempo—. Y pensé que ese sentimiento tan desagradable se debía a que me molestaba que ella estuviera con alguien tan irresistible y encantador como tú. Cuando los vi me di cuenta de que no tenía oportunidad alguna, yo jamás podría estar a tu altura. Es decir, ¿te has visto en un espejo? ¡Todo el mundo se muere por ti! ¡Yo me muero por ti! Y encima eres divertido, carismático, y completamente abrumador.

Dipper lo miró con una intensidad renovada, sintiendo cómo todas esas inseguridades que una vez lo atormentaron ahora se desvanecían ante la presencia de Bill. Era un alivio poder compartir esos sentimientos, finalmente liberar lo que había estado guardando durante tanto tiempo.

El castaño sentía que estaba mostrándole un pedazo su alma, confesando lo que durante tanto tiempo había mantenido en lo más profundo de su ser. Parecía estar compartiendo su secreto más íntimo, algo que lo hacía sentirse vulnerable, como si estuviera exponiendo la parte más tonta y vergonzosa de sí mismo. Pero lo que lo mantenía hablando era la manera en que Bill lo miraba: con ternura, amor, y una ligera confusión. El rubio parecía no poder creer lo que escuchaba, lo que solo alimentaba en Dipper el deseo de decirle aún más, él quería que supiera todo lo que había estado ocultando por tanto tiempo, lo que se había guardado únicamente para él. El más bajo no quería guardarse nada más, no quería tener ni un sólo secreto más entre ellos.

Quería que Bill se creyera cada una de sus palabras, que no quedará ni un rastro de duda del amor del castaño en su ser, que la próxima vez que un tonto venga a alimentarlo de mentiras, el rubio este seguro de que el corazón de Dipper le pertenecía a él y a nadie más.

—El punto es que me di cuenta de que lo que tanto me molestaba no era porque me gustara Vanessa —continuó, su voz temblando ligeramente—, sino porque me gustabas tú. Pero en ese momento ni siquiera sabía que me gustaban los hombres. Me sentía tan intimidado por ti que entré en pánico... había algo en ti que me hacía sentir tenso y raro, me ponía a la defensiva, como si estuviera en alerta todo el tiempo. Y por eso actuaba como un tonto —admitió con nerviosismo, bajando la mirada un instante antes de volver a encontrar la de Bill.

El castaño respiró hondo y siguió, queriendo que su novio comprendiera todo:

—Tenía esta extraña necesidad de demostrarte que era el mejor, y durante mucho tiempo pensé que era porque quería probarte que era mejor que tú. Pero eventualmente me di cuenta de que en realidad lo que quería era probarte que yo era el mejor para ti. Estaba tan obsesionado contigo porque quería demostrarte que estaba ahí, deseaba que me vieras, que me prestaras la más mínima atención, que supieras que existía. Y ahora, en retrospectiva, me doy cuenta de que fue lo más idiota que pude haber hecho, porque solo logré que me odiaras. Lo siento tanto... Saber ahora que siempre te gusté me hace sentir como un completo idiota por haber desperdiciado tantos años a tu lado.

Las palabras salían de su boca cargadas de arrepentimiento y sinceridad. Dipper se sentía como si finalmente hubiera soltado un peso enorme de sus hombros, el castaño bajó la mirada avergonzado, pero Bill lo tomó de las manos para darle su apoyo con una sonrisa desbordada de ternura.

—Yo también quería llamar tanto tu atención, Dipper —soltó divertido y algo avergonzado.

—¿De verdad? —cuestionó sorprendido.

—Claro que sí, tengo que confesarte que muchos de los debates que teníamos eran sólo para molestarte, me encantaba soltarte las cosas más locas y absurdas sólo para verte completamente enojado y frustrado conmigo, robarte las palabras con mis tonterías —admitió apenado—, era divertido competir contigo... hasta que las cosas escalaban demasiado y dejaba de serlo.

Dipper le sonrió.

—Si es divertido... especialmente cuando no me odias al final —le respondió encogiéndose de hombros—, como hoy que te gane.

—Oh, no Pines —contestó rápidamente—, me gané esos puntos extras legalmente, canté canciones en francés, eso tiene que valer mucho.

—Sí, pero me dedicaste una canción de desamor porque no sabías lo que significaba, y, por ende, te gané —le dijo orgulloso, viendo a su novio sonreír y rodar los ojos.

—Si tú lo dices, Dipper... —respondió Bill con una suave caricia en sus manos, su voz llena de ternura. Sin embargo, su expresión se tornó seria de nuevo, y añadió—. Gracias por decirme todo esto, pero ¿puedo preguntarte algo más? ¿Cómo te diste cuenta de que te gustaba? ¿En la actualidad? ¿Qué te hizo darte cuenta de todo eso?

Dipper sintió un ligero escalofrío recorrer su cuerpo, inseguro de cómo abordar la pregunta de su novio. Trató de reunir el valor necesario para responder, consciente de que esto podría abrir la puerta a esa conversación más profunda y delicada.

—Fue el día que te llevé las gráficas para probar mi punto —admitió en un susurro, recordando aquel momento crucial—. Ese día... pasó algo que me hizo darme cuenta de todo eso. Algo importante que necesito contarte también, pero no quiero decírtelo así, no todavía.

Dipper respiró profundamente, sabiendo que estaba a punto de tocar un tema delicado, él sabía que esa era una oportunidad decente para decirle que era Pino, pero no quería decirle así, Bill necesitaba una confesión real sobre su identidad con una explicación sincera de porque lo había ocultado por tanto tiempo, no podía sólo soltarlo en un comentario sin más.

—Quiero contestar primero tu duda y luego entrar a detalle con lo otro —continuó, con un tono de voz que intentaba sonar firme, pero delataba su nerviosismo—. Pero por favor, no me dejes salir de aquí sin hablarte de lo otro también. ¿De acuerdo?

Su mirada se encontró con la de Bill, buscando en sus ojos una señal de comprensión mientras trataba de reunir el coraje necesario para confesar lo que había estado guardando. El rubio asintió con una mezcla de temor y esperanza, dándole a Dipper el espacio que necesitaba para continuar.

—Ese detalle me golpeó con una realización que había estado negando durante mucho tiempo —empezó Dipper, su voz temblando ligeramente—. Me di cuenta de que me gustabas, y que lo único que realmente deseaba era tu atención. Quería que me dieras la razón, que quisieras hablar conmigo por algo más que las estúpidas peleas que solíamos tener. Quería que quisieras estar conmigo. Me sentí tan increíblemente estúpido por eso, pero lo peor era que estaba aterrorizado de no poder reparar el daño que había causado en nuestra relación.

Confesó temblando ligeramente mientras intentaba expresar sus sentimientos más profundos.

—Al principio, estaba tan paralizado que intenté acercarme a ti con tonterías, como pidiéndote la hora o un corrector. No sé si esperaba que, al hacer eso, te darías cuenta de que era el amor de tu vida o algo así. La verdad es que sólo quería hablar normalmente contigo... aunque lo único que me di cuenta fue de lo poco que me soportabas. Me di cuenta de cuánto te irritaba mi presencia, mi voz, y eso solo me hizo sentir peor. Pensé que jamás podría acercarme a ti, que siempre me verías como una horrible molestia, y estaba aterrorizado de que nunca pudieras quererme... de que nunca pudieras amarme.

—Perdóname tanto por eso —soltó con rapidez, totalmente arrepentido por su actitud con el chico—, estaba acostumbrado a que siempre que me hablaras fuera para probarme lo listo que eras, o para pelear o debatir cómo quieras decirle-

—Sí, era para pelear —admitió finalmente, rindiéndose con el tema—. Y está bien, me lo busqué. Lo bueno es que Mabel se dio cuenta casi de inmediato de cómo me sonrojaba y de cómo entraba en pánico cada vez que estabas cerca. Me conoce tan bien que en cuestión de días descifró lo que a mí me tomó años entender. Pero soy un orgulloso, así que tuvo que acorralarme para sacarme la verdad, y lo logró. Le conté cómo estaba seguro de que jamás me harías caso, pero ella es demasiado persistente y sugirió que te pidiera disculpas. Me sentí aún más tonto por no haberlo pensado antes, pero así fue como, tragándome todo mi orgullo, lo hice. Me armé de valor y, a pesar de todos mis nervios, lo hice. Hablamos bien por primera vez, y me sentí tan libre... con la esperanza de que tal vez, sólo tal vez, podría tener tu amistad.

Dipper rió ligeramente al recordar el momento.

—Incluso si esa conversación tuvo sus detalles gracias a mi comentario estúpido, fue un gran inicio. Claro, luego cometí el error de sugerir "sutilmente" a Gleeful que cambiara de lugar contigo para que pudiéramos pasar tiempo juntos el día del cometa, pero terminé tentando demasiado mi suerte. Fue entonces cuando te obligué a estar conmigo y pasar tiempo a la fuerza...

El castaño se quedó en silencio por un momento, su expresión llena de arrepentimiento, pero también de una profunda gratitud hacia Bill por haber estado dispuesto a escuchar y entender.

—Espera, ¿lo del campamento fue tu idea? —le preguntó sorprendido.

¿Todo ese tiempo si lo había hecho por qué tenía un crush con él? ¿Por qué quería pasar ese día con él? El rubio sintió su pulso acelerarse ante tal confesión.

—Sí —reconoció sonrojándose ligeramente—, en serio quería pasar ese día contigo y sabía que de no ser así no lo hubiéramos hecho, perdón por forzarte a estar conmigo, pero en serio quería tener la más mínima oportunidad de ver el cometa juntos, moría por ver las estrellas contigo, quería tener ese recuerdo a tu lado y aferrarme a él toda mi vida.

—No creo que haya sido un error —le aseguró Bill con una mirada de profunda sinceridad—. Porque realmente merecías una disculpa de verdad, una que fuera sincera y llena de arrepentimiento. Y siendo honesto, no estoy seguro de si te la hubiera dado si no me hubieras presionado a estar contigo. La verdad es que probablemente te habría seguido evitando.

El rubio soltó sus palabras con un aire de pesar, pero luego tomó una respiración profunda, preparándose para compartir algo que ni siquiera él mismo había logrado aceptar completamente.

—Sin contar que, hoy en día, no hay nadie con quien hubiera preferido ver el cometa más que contigo —dijo, mirándolo fijamente con toda la sinceridad que podía reunir.

Ni siquiera con Pino, pensó, confirmando sus sospechas.

El corazón de Dipper se aceleró al escuchar esas palabras, inundado por una calidez inmensa e intensa. Una sonrisa enternecida apareció en sus labios, sintiéndose completamente aliviado y seguro al lado de Bill. Era el momento, finalmente, de revelar la verdad.

—Antes de todo lo que pasó entre nosotros...

Comenzó Bill, desviando la mirada por unos segundos, cuando un estruendo increíblemente fuerte retumbó en la casa de los Cipher, sobresaltando a todos los presentes en la habitación, incluyendo a Wayne, quien se despertó de golpe y se refugió debajo de la cama del rubio.

—Creo que Will ya llegó —murmuró Bill con un tono de disgusto, frunciendo el ceño. Aunque no tenía sentido, ya que sus citas con Gleeful solían extenderse por un par de horas más.

El rubio intentó ponerse de pie, pero el castaño lo detuvo del brazo, suplicando que no se fuera.

—¡Espera! —le interrumpió el más bajo con urgencia—, antes de que veamos a Will, en serio necesito decirte eso.

Bill lo miró con confusión, pero asintió y permaneció a su lado, esperando.

"Lo siento Will, pero jamás había estado tan seguro y listo para decirle a Bill sobre Pino como ahora, lo que sea que tengas puede esperar" pensó Dipper, sintiéndose un poco culpable por su egoísmo, pero la necesidad de sincerarse con Bill era abrumadora.

—¿Recuerdas lo que necesitaba decirte en San Valentín? —preguntó poniéndose de pie también para poder verlo mejor.

El mayor asintió y el castaño quiso correr hasta su mochila que habían desocupado recientemente para buscar algo entre sus cosas. Sin embargo, al darse cuenta de que no había tiempo suficiente, optó por tomar las manos de Bill con firmeza y mirarlo directamente a los ojos.

—Todo este tiempo he intentado decirte lo que me hizo darme cuenta de que me gustabas... —Dipper respiró profundamente, intentando reunir el coraje que había acumulado esa tarde, pero la desesperación debido a la falta de tiempo lo estaba desconcertando—. Lo que quería decirte es que yo soy-

—¡EL AMOR NO EXISTE! —gritó Will entre lágrimas, sollozos y un grito desesperado, lanzándose sobre la cama de Bill, sin prestarle atención a la presencia del castaño—. ¡Y a ti no te importa si me estoy muriendo!

El rubio lo miró, su rostro lleno de preocupación, mientras Dipper luchaba por contener la ola de frustración que lo invadía, deseando con todas sus fuerzas silenciar a su cuñado.

—¡Will! —exclamó Bill, con la voz cargada de preocupación—. ¿Qué pasó? ¿Estás bien?

Unos gritos ahogados por las almohadas fueron la única respuesta que recibió. El rubio se sentó a su lado en la cama, mientras Wayne emergía de debajo de ella, curioseando alrededor del sollozante de Will. Dipper, por su parte, apretaba los puños con tanta fuerza que los nudillos se le ponían blancos. La frustración hervía en su interior, mezclada con una desesperación que amenazaba con desbordarse en lágrimas.

No es que no quisiera a Will; todo lo contrario, lo quería muchísimo. Pero ¿en serio? ¿En serio tenía que tener problemas ahora? ¿Tenía que tener un colapso justo ahora? ¿No podía haber esperado sólo cinco minutos más? El castaño jamás había estado tan cerca de confesarle a Bill la verdad como en ese momento, y ahora sentía que el universo se estaba burlando cruelmente de él. ¿En serio jamás sería capaz de ser honesto con su novio?

La frustración latía en su pecho, una mezcla de rabia y tristeza que lo hacía sentir impotente. Era como si cada vez que estaba a punto de dar ese paso tan crucial, algo o alguien se interpusiera. Y ahora, con Will destrozado a su lado, la confesión que había estado a punto de hacer parecía más lejana que nunca.

Un puchero se formó en los labios de Dipper mientras los pensamientos lo atormentaban en su mente. Tal vez, si no hubiera hablado de sus miedos e inseguridades antes, le habría dado tiempo de confesar la verdad. Quizá debería haber enterrado cada temor en lo más profundo de su ser, si de esa forma lograba decirle lo de Pino a Bill. Pero en su interior, sabía que soltar esos miedos que lo atormentaban era lo que le habían dado la fuerza para hablar de Pino. Sin esa platica, nunca habría llegado tan lejos.

¡Dios! ¡Odiaba su vida! Odiaba la horrible burla del universo.

Con inmensa frustración, corrió hasta su mochila, sintiendo el calor que ésta había retenido tras haber tenido al gatito tanto tiempo sobre ella. Contempló sus diarios que había traído con la esperanza de finalmente mostrárselos al mayor. Una parte de él quería sacarlos y arrojarlos por toda la habitación, destrozar página tras página hasta que ese agobiante peso en su pecho se desvaneciera. Pero, en lugar de ceder a la desesperación, respiró hondo y se obligó a mantener la calma, saliendo de la habitación para tomar aire.

Abrazando la mochila contra su pecho como si fuera un escudo, cerró los ojos con fuerza y tomó varias respiraciones profundas para tranquilizarse. Cuando logró calmar el torbellino de emociones dentro de él, sacó su celular del bolsillo y, fue lo suficientemente responsable para avisarle a su madre que aún seguía en casa de Bill, pero que, con la situación actual, probablemente no tardaría mucho en regresar.

Tras lograr tranquilizarse un poco decidió entrar de nuevo al cuarto de su novio, viendo como este consolaba al de cabellos azules mientras se abrazaban, Bill estaba de frente al castaño, con su hermano escondido en su pecho mientras lloraba desconsoladamente. Cuando el rubio levantó la vista y vio a Dipper, le lanzó una mirada de disculpa, a lo que el castaño respondió con una débil sonrisa, su corazón estrujándose de dolor y resignación.

Desde su posición en la entrada, el más bajo apenas alcanzaba a escuchar algunos fragmentos de lo que Will murmuraba entre sollozos, su dolor palpable en cada palabra ahogada. Dipper sabía que, por ahora y, muy a su pesar, debía dejar de lado su confesión. Ese no había sido el momento que había esperado, pero suponía que podía esperar un poco más, siempre había esperado un poco más.

Al parecer, Will había tenido la peor pelea de su vida con Mason Gleeful. Habían discutido tan intensamente que parecía que incluso habían terminado. Al escuchar eso, Dipper sintió una punzada de culpa por haber sido tan egoísta, pensando por unos minutos que sus propios problemas eran más importantes que los de los demás. Al ver el estado en que estaba Will, no podía evitar imaginar cómo debía estar Mason en ese momento.

"Debería de ir a verlo" pensó, sintiendo la urgencia de asegurarse de que su amigo estuviera bien y tuviera a alguien con quien desahogarse.

—Dipper puede ir a hablar con él, ¿verdad? —le preguntó Bill al castaño, sacándolo de sus pensamientos llenos de culpa.

—A ver si puedes encontrar una pizca de emociones en ese hombre de hielo —se quejó Will antes de soltar un horrible quejido.

—De hecho, estaba pensando que debería ir a verlo —le murmuró, no queriendo molestar o alterar más al chico.

—¡Si vete! —le gritó el de cabellos azules—, ¡lárgate con él!

—¡Will! —le regañó su hermano—, ¿qué te pasa? ¡Dipper no tiene la culpa de nada!

El chico quería decirle que no importaba, que comprendía que Will estaba molesto e histérico, pero no pudo evitar sentir un cálido alivio al ser defendido por el rubio.

—No puedo verlo o escuchar su nombre sin pensar en Mason y nuestra estúpida pelea —murmuró con la voz entrecortada—, ¡ugh!

—Voy a darles espacio, estaré afuera —les avisó a ambos antes de recoger un par de cosas para salir de la habitación nuevamente.

Al salir de la habitación logró escuchar cómo el rubio regañaba a su hermano por ser grosero con él, pero decidió darles un poco de privacidad y bajó las escaleras. Seguido, Dipper tomó su celular y le envió un mensaje a su mamá, preguntando si podía pasar a recogerlo, después de todo, dudaba que Bill pudiera llevarlo a casa dadas las circunstancias.

Mientras los dos Cipher hablaban, el castaño recibió una llamada de su madre, algo preocupada por lo que estaba pasando y sobre si el rubio se encontraba mal. Él la tranquilizó, explicándole que Bill estaba bien y relatándole lo sucedido entre Mason y Will. Dipper entonces había pedido, si no era demasiada molestia, permiso y transporte para visitar a Mason y asegurarse de que se encontraba bien. Su madre accedió de inmediato, diciéndole que pasaría a buscarlo en unos minutos.

Tras varios minutos el castaño sintió su celular vibrar en su bolsillo y al sacarlo se encontró con un mensaje de su madre avisando que ya se encontraba afuera. Y Dipper respondió rápidamente, diciéndole que se despediría y saldría enseguida.

Subió las escaleras y se detuvo frente a la puerta abierta del cuarto de Bill. Con una sonrisa apenada, tocó suavemente la puerta para anunciar su presencia. El rubio lo miró, aun sosteniendo a su hermano en brazos.

—Mi mamá vino a recogerme para que puedan hablar tranquilos —le avisó con algo de tristeza—, sólo quería despedirme.

—Lo siento tanto —se disculpó Bill, inmensamente afligido por la interrupción—, de verdad lamento todo esto.

—No lo estés —le respondió el castaño—, no es tu culpa.

—¡JA! —el de cabello azul soltó de mala manera.

Bill le dio un pequeño golpe en la cabeza para callarlo, y Dipper se acercó a ambos con una suave sonrisa.

—Nos vemos mañana en clases, ¿sí? —se despidió el castaño dándole un beso en la mejilla—. Cuida a Will.

—Espera... Tengo que cuidar que Wayne no se escapé —les dijo a ambos a manera de excusa.

Si la vida decidía arruinar su vida al menos quería despedirse de su novio apropiadamente.

Will soltó un quejido, pero aceptó la situación, sabiendo que cuidar de su bebé era lo más importante en ese momento. Asintió y se apartó, permitiendo que Bill y Dipper salieran juntos de la habitación y bajaran las escaleras.

—Perdona... que no pueda despedirme mejor —soltó el más alto, mirándolo con una mezcla de tristeza y frustración una vez que estuvieron frente a la puerta principal de la casa.

—No te preocupes por eso, esto es importante —respondió, tratando de convencerse a sí mismo de que estaba haciendo lo correcto—. Sólo me hubiera gustado terminar de hablar contigo antes.

—Digamos que le estamos poniendo pausa a eso... sólo temporalmente en lo que resolvemos lo de estos dos —dijo el rubio intentando animarlo.

El castaño asintió con pesar y un pequeño puchero.

Bill lo tomó por los hombros, cerrando los ojos con un profundo pesar antes de inclinarse y besar a Dipper en los labios. Fue un beso cargado de desesperación, como si quisiera transmitir todo lo que no podía expresar con palabras. Las manos del mayor se aferraron con ternura a las mejillas del castaño, acariciándolas con un anhelo palpable, derramando todo el amor que sentía por él en ese contacto. Dipper correspondió el beso con torpeza, aún desorientado y bastante molesto por la interrupción de la tarde, sus brazos permaneciendo en el pecho del rubio mientras apretaba su playera con una fuerza que reflejaba tanto su frustración como su deseo de aferrarse a ese momento.

Ninguno de los dos quería separarse, como si al hacerlo estuvieran admitiendo que la tarde había sido arrebatada por el destino. Pero, eventualmente, se vieron obligados a hacerlo. Dipper trató de recuperar la respiración, sus ojos reflejando tristeza por el abrupto final de lo que podría haber sido un momento de verdad entre ellos. Sentía como si todo lo que había querido decir se hubiera quedado atrapado en su garganta, y el beso, por hermoso que fuera, no era suficiente para llenar el vacío que había dejado esa conversación inconclusa.

El castaño mantuvo sus dedos aún aferrados a la tela de la playera de Bill, quien, había inclinado la cabeza hasta apoyarla suavemente contra la de Dipper, como si eso pudiera mantenerlos conectados por un poco más de tiempo.

—¿Te veo mañana en clase? —le murmuró el rubio dándole un pequeño beso en la frente—. Voy a necesitar tu apoyo mañana en francés.

Dipper asintió soltando una pequeña risa.

—Claro que sí, lo necesitarás —le dijo intentando bromear—. Pero no haremos trampa.

—¿Por qué no? ¡Hacer trampa es lo mejor! —respondió divertido.

—Qué bueno que admites que eres un tramposo, pero mi respuesta es no —finalizó con una sonrisa.

—Ya lo veremos mañana —replicó, y el castaño rodó los ojos—. A lo mejor te apiadas de mí.

Bill le sonrió y las manos del castaño aflojaron el agarre sintiéndose un poco más tranquilo, aunque una parte de él deseaba nunca tener que soltarlo. Con un último suspiro, ambos se separaron, sabiendo que la conversación que tanto necesitaban aún estaba pendiente, pero confiando en que, pase lo que pase, lograrían resolverlo juntos.

Al separarse, el mayor cargó al gatito entre sus brazos y lo abrazó con fuerza.

—Ya puedes salir —le avisó con una sonrisa.

Dipper apretó su mochila con molestia, aun bastante frustrado por la situación tan injusta en la que se encontraba. Sin embargo, no dijo nada y obedeció al más alto, saliendo de la casa en silencio. Tras unos minutos, Bill salió también, regalándole a su novio una sonrisa débil, llena de un cariño que no lograba disipar el peso de la despedida inminente, luego empezó a caminar a su lado para saludar a la Sra. Pines.

Mientras el castaño caminaba hacia el vehículo de su madre, una sensación de incomodidad y agobio se asentó en su pecho, como un presagio que no podía sacudirse. Intentó ignorarlo, enfocándose en lo que ahora le parecía más urgente: asegurarse de que su amigo estuviera bien. Pero esa angustia no desaparecía, y lo hacía sentir atrapado entre dos responsabilidades, ambas cruciales para él.

Cuando llegó al auto, ambos sabían que la despedida era inevitable, pero eso no la hacía menos amarga. Se miraron en silencio por unos instantes, como si el tiempo se hubiera detenido solo para ellos, ambos queriendo prolongar el momento, aunque sabían que no podían. Finalmente, Dipper giró sobre sus talones y abrió la puerta del auto, sintiendo el peso de las palabras que aún no se habían dicho.

Bill lo observó con una mezcla de amor y preocupación, consciente de que cuando se volvieran a encontrar a solas, tendrían mucho más que decirse.

Puede que no pueda cancelar todos los fics, pero el capítulo donde el Dipwill termina va para ti, Sindden. ¡Disfruta!

Mentira, te amo vv, pero nunca te voy a perdonar lo que me has hecho.

* Pusimos que Wayne maulló eso, pero en realidad fue Frijoles quien se paró en el teclado mientras escribía ese dialogo y me dio tanta risa que lo hice canon.

Dios mío fuera de eso, este capítulo tenía como 18k de palabras, pero al final tuvimos que dividirlo en dos porque estaba demasiado largo y ambos momentos necesitaban de su propio capítulo, ahora este solo tiene 14k de palabras y el otro esta sin terminar, lol, pero, en fin. ¿Les gustó?

¿Por qué creen que terminaron Will y Mason? ¿Vanessa es una chica bonita? ¿Bill pasará su examen de francés? ¿Pueden creer que a Bill le fue bien en su clase de Matemáticas? ¿Dipper lo reparó? ¿Dipper pagará su manutención de Wayne? ¿Pueden creer que Xólotl hizo reír a Dipper? ¿La mamá de los Pines aprenderá el contexto de los stickers de Dipper? ¿Jay es fan de la relación de Bill y Dipper? ¿Pueden creer que el Billdip ya termino de broma 2 veces? ¿Habrá una tercera, una de verdad? ¿Algún día podrán confesarse lo de Pino antes de que sea demasiado tarde?

Anyway, ¿sabían que he estado super productiva con este fic y que ya tengo los siguientes 4 capítulos escritos? A los dos siguientes le faltan cositas porque Karlita quiere añadirle más, pero fuera de eso, están escritos casi en su totalidad y eso no pasaba desde que empecé a publicar el fic, lol. ¡Y ahora tengo un colchón de 4 capítulos! Y lo mejor es que actualmente ando haciendo el 5to, lo malo para Karla es que no son capítulos cortos y anda sufriendo con la edición y lectura de ellos, y la otra noche la hice llorar muy feo con uno de esos mientras yo bailaba muy feliz Evil de Melanie Martínez y fue muy cagado, pero equis, así es como cada día estoy más cerca de terminar este fic y aunque me pone triste, me pone feliz poder completarlo después de tantos años.

De paso me gustaría avisarles con mucha emoción que la nueva historia Billdip de la cuenta "Somewhere Deep Inside" está disponible y ya tiene el prólogo y en la madrugada subimos el primer capítulo, espero les guste mucho porque la amo con todo mi ser y lleva en nuestra cabeza desde el 2016 y finalmente podrá ver la luz.

Fuera de eso, les dejo las canciones de este capítulo por si desean escucharlas con sus respectivas traducciones. Esta es la canción que Bill le dedico a Dipper por accidente pensando que era una canción romántica:

https://youtu.be/-_prQrLRlAE

Se llama La Dernière Valse de Mireille Mathieu y la amo con todo mi ser. De hecho, este capítulo nació porque una vez hace años se la mostré a Karla, le mostré la traducción y antes de que llegara al final de la canción ella me dijo: Se la deberían dedicar en Mindscape. El punto es que llegamos a la parte en donde se dicen adiós y nos dimos cuenta de que la canción no era tan romántica como creímos en un principio, así que como chiste hicimos este capítulo.

Ahora, de la canción que le canta Dipper a Bill: Me hubiera encantado que estuviera subtitulada la versión de Édith Piaf, pero no la está, afortunadamente Céline Dion cantó la canción en las olimpiadas justo este año y la gente subtítulo su versión, así que aquí tienen:

https://youtu.be/lSnBGnDmGU8

En lo personal me encantaría que también le dieran una oportunidad a la versión de Édith Piaf aunque no este subtitulada porque en serio siento que expresa ese nivel de amor, devoción y cariño que quería demostrar en este capítulo, el sentimiento que tiene es incomparable y en serio me puse bien sentimental mientras repetía la canción y me los imaginaba bailando porque esta canción es una de mis canciones románticas favoritas y más personales de toda la vida. Así que mi honor más grande es regalársela a Dipper y a Bill en este fic. Espero la disfruten:

https://youtu.be/sgBldNsK-xw

Finalmente quiero decirles que hice un meme/video todo estúpido y tonto que según yo resume perfectamente este capítulo y no lo puedo compartir a pesar de que lo subí a YT porque es un short y Wattpad no me acepta links de shorts, pero lo pueden encontrar en el vínculo de este capítulo (solo sale al final del capítulo desde la página web) y también lo estaré subiendo a mi Facebook, por si les interesa, pero eventualmente desaparecera de ahí así que ups, la verdad no es nada fuera de lo ordenario y les dejaré la foto aquí, pero si quieren oirlo con musica pues tendrán que hacer lo que dije arriba, lol.

Les queremos, tanto, tanto, tanto con nuestra alma azul.

Atte. Edith Piaf y Mireille Mathieu.

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