The Hell.
El infierno.
Bill sentía que estaba en el mismísimo infierno.
Después de todo, las clases habían terminado el viernes y no tenía ningún motivo para salir de ésta, podía hacer de todo con la magia del internet y de su hermano.
Sin embargo, ese día se sentía más que aburrido y estaba harto de las películas y series que las plataformas en línea le ofrecían, simplemente quería algo diferente.
Y por supuesto, cualquiera asumiría que el rubio se la pasaría usando su consola como de costumbre, pero simplemente no podía. El sólo hecho de verla ahí en mueble lo deprimía y eso no era culpa de nadie más que de él, nadie lo había mandado a arruinarse su juego favorito.
El chico se levantó de su cama y fue a lavarse la cara al baño, únicamente con agua, lo hizo de una manera tosca, incluso podría decirse que lo hizo agresivamente, durante unos momentos se miró al espejo y no pudo evitar pensar en lo detestable que era rostro.
Era el rostro de alguien que le había mentido a la persona que le daba todo lo bueno en su vida.
Era el rostro de un traidor.
Un quejido abandonó sus labios al ver su apariencia, Bill no era una persona ojerosa, pero con su terrible y repentina rutina de sueño, que básicamente consistía en no dormir nada en toda la noche y dormir unas 3 horas en el día, era casi imposible que no las tuviera, inclusive había descuidado su rutina de cuidado para la piel y lo hacía lucir terrible.
Lo cual era mucho decir, él nunca olvidaba hacer su rutina facial, pero no encontraba la voluntad para hacerla.
Pero hasta eso era entendible se había descuidado, a cualquiera podría pasarle eso, lo que no era para nada entendible era el por qué era una persona tan horrible y miserable, no cualquiera era así.
Sin más salió de su baño y se lanzó a su cama con pesar, miró su celular por milésima vez, no tenía ningún mensaje o notificación relevante, había desactivado la mayoría de sus redes sociales principales y se había mudado a sus cuentas de repuesto, sin contar que había estado evitando a cualquier persona que le preguntaba qué estaba pasando.
Pero lo más importante era que ocultaba y eliminaba cualquier cosa que le recordará al castaño.
Desgraciadamente había algo que por más que quisiera no podía ocultar o eliminar con facilidad y eso era la lluvia que caía afuera de su casa.
Y no podía simplemente ponerse sus audífonos e ignorarla, primero porque no tenía la energía para hacerlo y segundo porque cada canción que escuchaba le recordaba la situación y estaba cansado de relacionar la mínima frase de una canción al chico de melena castaña y ni hablar de lo que pasaba cuando intentaba escuchar a The Neighborhood... pero al menos contaba con algunos vídeos en internet.
O al menos así fue hasta que su cuarto se iluminó a causa de un relámpago y no pudo evitar mirar con un puchero en su rostro hacia la ventana de su habitación, la cual estaba impregnada de gotas.
Estaba lloviendo.
No hacía menos de un mes ambos habían pasado la tarde durmiendo uno al lado del otro, abrazados, con el agarre tranquilizando el miedo del menor.
¿Acaso estaría asustado ahora? ¿Tendría algo con lo que calmarse?
¿Estaría bien...?
Rápidamente se apartó de esa línea del pensamiento, tenía que parar de pensar en el chico, tenía que parar de agobiarse por lo que había pasado, incluso aunque se lo mereciera.
De seguro el chico debía estar demasiado enojado con él como para siquiera estar asustado.
O a lo mejor ¿estaría mal? Ugh, ¿qué tal sí lo había hecho sentir mal?
Esa era la pregunta más estúpida que se le había cruzado por la cabeza, era demasiado obvio que estaba mal y eso sólo lo hacía odiarse aún más, ¿por qué el chico no podía estar molesto con él?
Bill preferiría mil veces eso antes de hacerlo sentir mal por culpa de sus estupideces. Aunque tampoco lo culparía si estuviera dolido, después de todo, lo había besado y había sido lo más maravilloso del universo, luego de la nada empezó a ignorarlo como si no existiera... tal vez estaba molesto y mal al mismo tiempo, tal vez incluso lo odiaba mientras le dolía... y tenía todo el derecho del mundo.
No podía hacer más que aguantar las consecuencias de sus acciones.
¿Por qué había hecho eso? ¿Por qué había lastimado a ambos? Al instante lo que el menor había dicho resonó en su cabeza.
»Desde mi perspectiva Roxanne siempre estuvo enamorada de él, pero no quería aceptar el hecho de que le gustaba el malo, así que cuándo encontró a la primera persona que se parecía a Megamente se enamoró.«
¿Qué tal si...? ¿Qué tal si ese era su caso?
¿Qué tal sí la razón por la que Dipper le gustaba tanto era porque estaba desesperado por encontrar a la persona de sus sueños? ¿Qué tal si vio cosas en Dipper que realmente no había?
¿Qué tal si Dipper sólo le gustaba porque pensaba que lo suyo con Pino era imposible?
¿Qué tal si sólo estaba usando a Dipper para llenar el terrible vacío que sentía en su pecho al saber que nunca estaría con Pino?
No podía sacarse de la mente todo eso y cada vez que lo volvía a pensar su estómago volvía a encogerse, volvía a sentirse miserable.
Un nudo se formó desde su estómago hasta su garganta, dándole unas terribles ganas de vomitar.
Le había llamado Pino... ese día en la escuela le había llamado Pino por accidente, todo había empezado ahí, pero... ¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué?
Ni siquiera había tenido el coraje para ver a Pino después de todo lo que pasó con Dipper... y eso no lo ayudaba en nada en recordar cosas de Pino.
Mientras más tiempo pasaba sin soñar con él, más cosas se le iban olvidando.
¿Por qué lo llamaba así? No podía recordar, sólo sabía que así lo hacía, había algo que debía conectar con el apodo, pero ¿qué era?
¿Había alguna razón por la cual la relacionó con Dipper cuándo discutieron?
¿Cómo siquiera era Pino? Sus recuerdos eran cada vez más nublosos y confusos, apenas podía recordar pequeños detalles...
¿Era lindo como Dipper? ¿Era adorable, necio y terco cómo el castaño? ¿Se ponía nervioso cuándo estaba con él?
¿Cómo fue su primer beso? ¿Su primer roce de manos? ¿Cómo se habían sentido?
Bill sabía qué Pino era su apodo, sabía qué están saliendo, sabía qué le gustaba... ¡gusta! Pino todavía le gusta y todavía están saliendo.
¿Pero se habían sentido tan maravillosas cómo con Dipper?
—¡Ugh! —un quejido salió de su garganta con molestia y en ese mismo momento quiso golpearse a sí mismo, ¡tenía que dejar de relacionarlos a ambos!
Eso sólo lo hacía peor, era terrible y era lamentable de su parte, ¿por qué seguía comparándolos? ¿Para ser aún más una horrible persona? ¿Comparar a las dos personas que le gustaban? Que bajo era eso.
Todo era tan confuso, sus emociones eran un verdadero lío.
En medio de su lamentación, escuchó un pequeño y agudo chillido.
Al principio había creído que había sido su imaginación, pero volvió a sonar un poco más alto que él anterior. Eso lo sacó por completo de sus pensamientos, ¿qué había sido eso?
Sin poder evitarlo comenzó a seguir el sonido, creyó escucharlo debajo de su habitación, por lo que salió de su habitación y bajó con prisa las escaleras al escuchar como el chillido incrementaba con cada minuto, al llegar a su patio, casi no podía distinguir nada debido a la lluvia que seguía bastante fuerte, sin embargo, el chillido se hizo más intenso y al abrir la puerta corrediza de su casa, era evidente que el chillido provenía de ahí, pero no veía absolutamente nada.
El llanto se hizo más fuerte y fue ahí cuándo lo vio... había una pequeña mancha negra en un rincón del patio que lloraba sin consuelo y sin dudarlo ni un segundo salió en su búsqueda.
Como pudo llegó hasta la pequeña criatura escondida y cuando estuvo frente a frente con Bill un siseó salió de su garganta.
Era un gatito.
Un gatito negro estaba frente a él, estaba mojado y asustado, probablemente estaba hambriento y muerto de frío, ¿cuándo habría sido su última comida? ¿Cómo había llegado ahí? ¿Estaría solo?
Bill decidió que tendría mucho tiempo para pensar en todo eso, pero que en ese momento debía alimentar al pequeño y hacerlo entrar en calor.
Sin dudarlo ni un segundo corrió hasta el baño más cercano, agarrando una toalla y saliendo nuevamente por el pequeño.
Estuvo bastante sorprendido cuándo no lo atacó y simplemente se dejó agarrar al sentir la tela alrededor de él.
Y cuando Bill lo sostuvo en sus brazos y sintió cómo se acurrucaba como podía entre la toalla para entrar en calor, en ese mismo momento supo que debía avisarle a Will que tenían una nueva mascota.
[...]
Harto de que su hermano ignorará sus mensajes y llamadas, Bill salió de su casa decidiendo que luego lo consultaría con Will y se llevó al minino hacía la veterinaria dónde sabía que Gleeful llevaba a su gata.
Era en esos momentos cuando agradecía que su cuñado le recomendará su veterinaria a todo mundo y supiera exactamente dónde podía llevar al pequeñín... o pequeñina aún no estaba seguro.
Una vez que llegó, la veterinaria lo atendió de inmediato, al parecer era el único loco que salía con tal lluvia, pero definitivamente era necesario.
Y mientras el pequeño gatito era atendido por la veterinaria Will finalmente le devolvió una de sus llamadas.
—¿Se puede saber qué es tan urgente, Bill? —le preguntó su hermano a través de la llamada.
—No hay tiempo de explicaciones William, dile a tu novio que te traiga hasta donde su veterinaria, te espero aquí.
Sin más le colgó. No pasó mucho cuando el chico llegó y fue ahí cuando Bill finalmente le explicó lo más rápido que pudo qué había pasado, entregándole al nuevo miembro de la familia en brazos.
La veterinaria había dicho que estaba algo desnutrido y que había sido un milagro que Bill lo encontrará, puesto que el frío pudo haberlo matado, sin embargo, le dio unas vitaminas y recomendó ponerle un pequeño suéter por la época que era, fuera de eso, el gatito parecía en perfecto estado.
Y Bill descubrió que después de todo, sí era pequeñín.
Will estaba bastante aturdido con la nueva información, pero eventualmente se había rendido ante la idea del nuevo integrante a la familia Cipher.
Así que después de comprar todo lo necesario para el minino (y algunas otras cosas no tan necesarias), ambos habían llegado hasta su casa, incluso al novio de Will.
—Espero que lo cuides bien, Cipher —le dijo de mala gana el castaño, más que usualmente.
Algo en su tono le hizo pensar que el otro castaño le había comentado lo que pasó y se sintió culpable nuevamente.
—Lo haré, lo prometo.
Gleeful hizo una mueca, pero no dijo nada más. Bill asumió que Will le había advertido de no decir nada al respecto.
Se despidió de él, dejando a los tortolos solos nuevamente mientras subía a su habitación.
Y cuándo finalmente Bill llegó a su cuarto, se recostó viendo su techo, estuvo a nada de volverse a sentirse miserable hasta que una pequeña presencia se subió a la cama con él.
—Creía que te habías quedado con los empalagosos —le dijo al gatito.
Un miau muy agudo escapo de la boca del minino quien se acercó hasta el rubio. Bill comenzó a acariciarlo y el pequeño se subió hasta su pecho y empezó a ronronear. Una extraña tranquilidad lo dominó al sentir el pequeño gatito amasarlo y no había podido evitar sonreír mimando al pequeño.
Finalmente pudo pensar en las cosas con tranquilidad y recordó cómo es que todo había empezado.
Pero está vez sus pensamientos ya no lo atormentaban, a lo mejor era por el cansancio de varias noches sin dormir bien o los relajantes ronroneos del minino, pero poco a poco había perdido más y más la conciencia, hasta que se encontró en el limbo entre estar despierto y estar dormido.
Mientras eso pasaba, el rubio no había podido evitar recordar lo genial que había sido esa tarde junto a Dipper.
Y Bill podría jurar que aún podía sentir los labios del menor con los suyos, aún podía sentir las caricias nerviosas del chico, aún podía escuchar sus risas nerviosas después de cada beso.
Podía recordar cómo todo se había sentido maravilloso, cómo una probada al paraíso.
Al paraíso que era Dipper.
Al paraíso que era estar con él.
Sentía la inmensa necesidad de hablarle, de arreglar las cosas con el chico, de disculparse por ser un imbécil, por ser débil y no poder con sus emociones, por no ser capaz de hablarle después de besarle.
Y Bill quería desesperadamente sentir todo lo que le hacía sentir el castaño otra vez, probar de los labios y caricias del menor, probar de ese paraíso otra vez... lo necesitaba.
Y por primera vez en un momento de claridad estuvo seguro de lo que haría, resolvería las cosas con Dipper para tener todo eso otra vez.
Y desgraciadamente tendría que enfrentarse a lo que menos quería, hablar de todas esas cosas con la persona de sus sueños.
¿Pero qué le diría?
¿Le diría todo lo que piensa? ¿Le diría que quiere a alguien más? ¿Qué quiere ser algo más de ese alguien? ¿Qué quiere estar desesperadamente con esa persona?
Un mar de emociones tormentosas lo abrumaron cuando estuvo frente a la puerta iluminada.
¿Le rompería el corazón? ¿Qué pensaría de él? ¿Lo odiaría? ¿Lo perdonaría?
No lo sabía.
Lo único que sabía era que aquellos sentimientos que lo dominaban momentos antes de abrir la puerta eran terribles.
Eso... eso que estaba sintiendo en esos momentos era infernal.
Bill extrañaba el paraíso.
¡Hola! ¿Cómo están? ¿Les gustó el capítulo?
De verdad lamentamos no haber actualizado en San Valentín, aunque actualizar este capitulo para SV no hubiera sido lo más romántico.
Ya hacía falta un poco de la perspectiva de Bill, ¿no creen? Lol, ¿qué opinan del nuevo integrante de la familia Cipher? AAAA desde hace ya mucho tiempo que querían que lo conocieran porque es un bebé.
¿Qué creen que pasará en el siguiente capítulo? Es un poco random pero queríamos actualizarlo a la par de BS porque curiosamente pasa un evento en común con ese fic, ¿sabían que incluso comparten el mismo número de partes? No era algo planeado pero igual es curioso.
Esperamos actualizar lo más rápido posible, esperen dos actualizaciones pronto.
Les queremos.
Atte. Victoria y Wayne.
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