The Doodle and The Tattoo.
El garabato y el tatuaje.
Tanto Bill como Xólotl se acercaron a los Pines con una sonrisa en el rostro mientras ambos mellizos hablaban frente al casillero de la chica. El de cabello negro no dudo en empezar a hablar de algo con su novia y el castaño, pero el rubio lo interrumpió.
Había algo de lo que no podía darse el lujo de esperar.
—Espera —Bill soltó antes de acercarse y dejarle un pequeño beso en los labios del castaño—, ahora sí, continúa.
El rubio se quedó a un lado de Dipper quien sonrió tontamente con las mejillas rojas mientras Bill lo rodeaba con un brazo, el castaño estaba bastante sorprendido por la repentina acción del chico, pero estaba bastante feliz con ella, sonrió apartando ligeramente el rostro sonrojado.
Mabel miró directamente a Xólotl, como esperando una acción similar, su novio no se dio cuenta hasta que escuchó a la castaña soltar un suspiro anhelante y exagerado. El rubio soltó una pequeña risa.
—Bill... por favor deja de hacerme quedar mal frente a Mabel —le regañó a su amigo pegándole un poco en el hombro.
—No es mi culpa —el rubio explicó encogiéndose de hombros con una sonrisa en sus labios—, tenía que hacerlo.
Y no era mentira, ver al menor sonreírle con aquella timidez cuando llegó había sido suficiente como para motivarlo a querer besar sus labios por primera vez en el día y al ver sus mejillas sonrojadas por ese pequeño beso robado con una sonrisa tonta en su rostro supo que había hecho lo correcto.
—Me gustaría quedarme a platicar —mintió ligeramente tomando la mano del castaño—, Dipper y yo tenemos clases de matemáticas ahora y no quiero darle una razón adicional a Ford para odiarme, como hacer a su sobrino llegar tarde a clases, así que nos vamos.
—Corre entonces —le dijo la chica confirmando lo que decía de Ford antes de soltar una pequeña risa.
—De casualidad, ¿sabes algo acerca de eso? —le preguntó el rubio viéndola con duda en su mirada.
Dipper le lanzó una mirada retadora a su hermana, una mirada que básicamente decía: si hablas ahora estarás más que muerta para mí.
—No, no —le contestó con una sonrisa inocente, a decir verdad, bastante asustada de la mirada que le regalaba su hermano—, también a mí me gustaría saber por qué es así, yo sólo... bromeaba.
—Mejor vámonos —comentó Dipper soltando una risa nerviosa—, así podemos revisar tus ejercicios antes de que los entregues.
—Averiguaré por qué me odia, de una forma u otra —soltó con determinación, antes de mirar al castaño con una sonrisa pícara, haciéndolo sonrojar—, ahora vámonos.
Bill estaba seguro de que ambos gemelos sabían algo que él desconocía, pero tenía que buscar la manera perfecta de sacarles la información, porque de otra forma estaba seguro de que no le dirían.
La castaña soltó otro suspiro anhelante exagerado. Y mientras la más reciente pareja se alejaban de ellos Xólotl pasó los brazos por los hombros de Mabel, acercándola a él y dejándole un beso en la mejilla.
—Te quiero bebé —le dijo con una sonrisa pícara—, perdóname por no tratarte como la diosa que eres.
Mabel soltó una pequeña risa.
—A veces olvido que eres un tonto —comentó al tiempo que le daba un rápido beso en los labios—, pero te perdono.
Xólotl le sonrió orgulloso.
—Por cierto, mi amor, ¿ya viste lo que logramos? —preguntó señalando a su amigo y a Dipper yéndose con la cabeza—. ¿No es hermoso? —continuo con una sonrisa orgullosa refiriéndose a qué gracias a su desastrosa cita doble ahora salían.
—Bellísimo —respondió con una sonrisa picara—, pero no tanto como tú.
Xólotl soltó una risa ante ese comentario.
—¿Te he dicho que te adoro?
—No lo suficiente —respondió con un ligero aire de superioridad a modo de broma.
El chico le dio otro beso en la mejilla, al cual, Dipper probablemente hubiera rodado los ojos y murmurado algo como que eran demasiado empalagosos.
—¿Por qué tú tío odia a Bill?
—Que chismoso —le dijo rodando los ojos con una sonrisa.
—Tengo curiosidad —contestó Xólotl.
Mabel soltó una carcajada recordando lo que había hecho su hermano.
—Lo siento —habló con fingida tristeza—, no te puedo contar, Dipper me mataría —dijo en el tono más inocente que pudo.
El chico la miró con un pequeño puchero y ojos de perro regañado.
—No es justo —le dijo apartando la mirada—, sabes que no puedo negarme cuando me miras con esa carita —lo tomó de la barbilla con una mano, acercándolo a ella y el chico aprovecho para hacerte ojitos de cachorrito—, de acuerdo —la chica se rindió—, pero me tienes que jurar no decirle a nadie al respecto.
—Lo juro, mis labios están sellados —prometió con una sonrisa de oreja a oreja.
—Está bien —le soltó débilmente cayendo ante sus embrujos de novio guapo—, hasta donde sé Dipper escribió algo en su examen de matemáticas acerca de Bill... algo raro —le contó viendo a su alrededor asegurándose de que nadie más que ellos oyeran aquello—, aunque no estoy segura de si es por eso por lo que no le agrada, los escuché hablar de ello con mis padres, pero mi teoría más fuerte es porque cree que Bill es una mala influencia para Dipper, que lo distrae y que se cuelga de él para mate, pero además de eso, no sé más.
—Espera... ¿tu hermano hizo qué? —le preguntó sorprendido mientras la castaña un poco—, ¿qué crees que haya puesto?
—Mas importante aún mi cielo, ¿qué crees que haya hecho Bill para que el señor "mis calificaciones son todo lo que importan" se distrajera tanto en un examen de nuestro tío, su ídolo que no sólo perjudicara su calificación, sino también su imagen ante Ford... por Bill? ¿No se te hace... interesante?
—Interesantísimo.
—Lo sé, pero Dipper no ha querido decirme nada —contestó negando con la cabeza—, y a veces puede ser duro como roca y orgulloso hasta los huesos, pero quien sabe, hasta donde sé, podría ser hasta algo subido de tono —sugirió a modo de broma.
—No puedo ni imaginarmelo, ¿tu hermano? ¿Y en su examen? —soltó como si fuera la cosa más imposible del mundo.
La chica negó con su cabeza con cierta diversión.
—Supongo que nunca lo sabremos —respondió la castaña.
—Es ahí donde te equivocas, no hay nada que no sepa o termine sabiendo en esta vida —le contestó con una sonrisa—, tarde o temprano descubriré que escribió en su examen.
La castaña lo miró de mala manera.
—Y obviamente lo haré sin decir que tú me dijiste algo —aclaró con una sonrisa.
—¿Y cómo planeas hacer eso sí se puede saber? Honestamente no creo que le diga a nadie más que tal vez... a Bill mismo.
—Tengo mis métodos mágicos —le dijo guiñandole el ojo—, ahora, ¿quieres escuchar algo cruel?
—Seguro.
—Tengo clases con Ford al igual que ellos —le comentó a su novia—, me abandonaron como si fuera un don nadie.
La castaña soltó una pequeña risa.
—Es toda una pena, te acompañaré a tu clase entonces —le dijo dulcemente antes de besarlo en la mejilla.
[...]
A pesar de los molestos pensamientos que a veces atormentaban al rubio, sería una enorme mentira si no dijera que había amado todo ese día al lado del castaño.
Era viernes, por lo que habían tenido la clase de Ford a primera hora, en la cual Xólotl se la había dibujado algo en el brazo izquierdo al rubio, algo que Dipper no alcanzaba a leer, aunque tampoco era algo que estaba intentando hacer puesto que tanto él como Bill habían pasado la clase mandándose cartitas entre ellos, hasta que ambos recibieron un buen escarmiento por parte del tío del castaño.
Y aunque tuvieron que separarse para una clase —en la cuál Xólotl había aprovechado para interrogar al castaño—, para la clase de ética ingeniaron una técnica para poder coquetearse libremente sin que el maestro se diera cuenta y esa era fingiendo que estaban en un debate, una tontería en realidad, pero era una tontería efectiva.
Afortunadamente para ambos ahora podían estar solos en el jardín de la escuela en su hora libre mientras esperaban a qué los demás estudiantes dejarán la escuela, por lo qué, ese día había sido bastante llevadero y agradable, bien decían por ahí que cuando se está enamorado todo es mas lindo y divertido, incluso ir a estudiar.
Bill se encontraba arrodillado frente al castaño mientras el menor se quitaba el suéter porque el sol ya empezaba a calentar, pensando que afortunadamente no había hecho nada con el rubio durante sus sueños que pudiera crear problemas.
—Me debes algo, Pines —le dijo de manera sugestiva y el mencionado lo miró confundido.
—¿Ah sí? —preguntó con genuina inocencia en su voz, haciendo sonreír al mayor—, ¿qué cosa?
—Tú sabes que cosa —le contestó divertido dejando al castaño bastante confundido.
—Eh... —murmuró genuinamente confundido—, no creo saberlo... Lo siento, Bill, no lo recuerdo.
El mencionado se rió un poco disfrutando ligeramente de cómo crecía la confusión en el chico frente a él, era demasiado divertido molestarlo.
—Bueno, como veo que no recuerdas tus promesas tendré que recordártelas, Dipper —le dijo acercándose peligrosamente a él sonrojándolo de pies a cabeza—, me prometiste ver tus dibujos.
—Oh... jaja y-yo —empezó a balbucear el menor bastante nervioso por la cercanía—, te los puedo mostrar ahora si quieres...
Bill sonrió, su plan había funcionado a la perfección.
—Me encantaría —le dijo dándole un pequeño beso en los labios.
La verdad era que el rubio le estaba mintiendo por completo, puesto que el menor jamás le había prometido tal cosa... pero Dipper no tendría que enterarse de eso.
El más alto se acomodó feliz de que todo le había resultado sentándose por fin al lado del castaño esperando que el chico sacará su libreta de su mochila.
El castaño le extendió la libreta tan aclamada con un poco de color en sus mejillas.
—No diría que son buenos —empezó nervioso con la voz algo temblorosa—, pero... me sirven para distraerme y sí...
—Estoy seguro de que son geniales, Dipper —le dijo con una sonrisa tratando de calmarlo—, ¿hay algo en lo que no lo seas?
El mencionado se sonrojó aún más y Bill le sonrió besando su mejilla.
—Ahora sí me disculpas, quiero ver tu arte —le comentó verdaderamente curioso.
Al verlos Bill se quedó sorprendido, él sabía que Dipper debía de dibujar genial, pero nunca pensó que tan genial, su libreta estaba llena de retratos hechos de grafito bastante realistas.
—Wow —le comentó con ilusión—, tal cómo predije, hermosos.
El castaño soltó un pequeño suspiró relajándose, mientras Bill le lanzaba una corta mirada enternecida antes de continuar viendo la libreta.
El mayor miraba los dibujos del castaño con una sonrisa, pasando página tras página bastante asombrado de la calidad de los trabajos que hacía el menor, hasta que finalmente se detuvo, encontrándose con varios retratos de él.
Pero había uno en específico que llamó su atención, era una foto de perfil que había usado en sus redes sociales cerca de navidad, el color subió a sus mejillas fuertemente, avergonzado, pero al mismo tiempo sintiendo una extrema calidez en su pecho.
—Sabía que te gustaba, pero no tanto —bromeó con nerviosismo tratando de calmarse a modo de bromas.
Dipper se sonrojó instantáneamente de pies a cabeza, había olvidado por completo que tenía algunos dibujos de Bill en esa libreta y sin dudarlo entró en pánico... estaba muerto.
—¡NO! —gritó tratando de taparle la vista al rubio para que dejará de ver sus dibujos—, ¡no veas eso!
Bill soltó una carcajada sintiendo el vago intentó del castaño por hacer eso, el rubio apartó sus manos viéndolo con una sonrisa llena de ternura cuando el chico frente a él hizo un puchero.
—Estaba hablando contigo ese día... y —Dipper no sabía que decirle, ¿cómo había podido ser tan estúpido?—... y no lo sé... pensé que te veías muy bonito en la foto... y perdón, debes pensar que estoy loco.
El chico bajó la mirada demasiado avergonzado y Bill lo tomó de la barbilla obligándolo a verlo.
—Pienso que es endemoniadamente adorable, Dipper —le corrigió con una sonrisa—, sin contar, que me siento terriblemente halagado, sabía que ese era mi buen lado —bromeó.
El mencionado se sonrojó aún más quedándose sin palabras hasta que el rubio pegó sus labios con los de él, el menor pasó sus brazos por el cuello de Bill acercándolos lo más que pudo.
El rubio dejó caer la libreta del castaño con tal de poder besarlo mejor y al momento de separarse sonrió al ver la tierna imagen del menor tratando de recuperar el aliento.
—Préstame un lápiz —le pidió Bill.
—¿Uh? —murmuró confundido—. ¿Para qué?
—Tú confía en mí —insistió con una sonrisa.
Dipper acercó su mochila sacando sus lápices y extendiéndoselos al mayor.
Bill sonrió empezando su pequeño boceto y cuando notó que Dipper trataba de ver lo que dibujaba se dio la vuelta y se acomodó de una manera para que no lo viera.
El menor hizo un pequeño puchero y el rubio soltó una pequeña risa al verlo.
—¡Espera a que lo termine! —le contestó el rubio entre risas—. Deja que sea una sorpresa.
—Está bien —murmuró antes de intentar acostarse usando su mochila de almohada.
Un rato más tarde ambos seguían ahí, mientras Bill le daba los detalles finales a su dibujo.
—Ya terminé —le comentó viendo como el menor se levantaba rápidamente.
Bill sonrió ante su reacción.
—Pero antes de mostrártelo... dime porque Ford me odia —le dijo el rubio con curiosidad.
Dipper se sonrojó nada más escuchar la pregunta.
—No recuerdo —le respondió nervioso.
—No te voy a mostrar mi dibujo si no me dices la verdad —le dijo cruzándose de brazos y haciendo un pequeño puchero.
El castaño intentó ser fuerte cuando vio al mayor, retándolo un par de segundos con la mirada, pero simplemente no pudo.
—Te juro que no lo recuerdo Bill —le dijo haciéndole un puchero—, si lo llego a recordar te digo, ¿sí?
—De acuerdo —soltó rendido, otro día lograría obtener dicha información—. Pero sólo porque quiero mostrarte mi creación, pero no te escaparás de esto, Pines.
El mayor le extendió su dibujo al castaño y Dipper quiso morir de la ternura.
—No les hace justicia a tus dibujos, pero te veías realmente lindo después de que nos besamos —le confesó el mayor algo nervioso.
Dipper lo miró con una sonrisa, dispuesto a darle más besos como el anterior en aquellos momentos.
[...]
Después de un largo rato bajo el árbol, finalmente era la hora de la salida y ambos chicos caminaban por los pasillos de la escuela dispuestos a irse a su casa.
—¿Sabes? Tu cabello luce bastante bien hoy, ¿le hiciste algo nuevo? —le preguntó Dipper tratando de darle un cumplido, a pesar de que ya era el final del día.
Bill soltó una pequeña risa viéndolo sorprendido.
—Nada nuevo, sólo que decidí peinarlo hoy... gracias por notarlo —le contestó con una pequeña sonrisa—, aunque creo que ahora ya está bastante despeinado.
—¿No sueles peinarlo? —preguntó de nuevo—, quise decírtelo desde la mañana, pero no me animé.
Bill se encogió de hombros sonriéndole al escuchar su respuesta.
—Suelo despertarme muy tarde para hacerlo, así que sólo lo arreglo un poco con la mano —le contestó algo apenado.
—¿Malas noches? —cuestionó confundido.
El rubio negó con una sonrisa.
—Por el contrario, son tan buenas que prefiero llegar tarde a despertar —le comentó sintiéndose ligeramente culpable ante ello.
Dipper por otro lado se enterneció por eso, él también tenía noches muy lindas a su lado.
—¿Y eso que te despertaste temprano hoy? ¿Te peinaste para mí? —le preguntó con una sonrisa, viéndolo con ternura.
Bill se sonrojó un poco y desvió la mirada, puesto que no era precisamente porque se hubiera levantado más temprano ese día en particular, sino que había decidido peinarse en el coche mientras su hermano manejaba a la escuela para que Dipper... para que él castaño lo notará.
—¿Tan mal se ve siempre? —el rubio hizo un puchero tratando de cambiar el tema.
Dipper soltó una pequeña risa.
—Terrible —bromeó con una sonrisa, despeinándolo con cariño.
—Auch —continúo el mayor, tocándose el pecho dolido.
—Evitaste mi pregunta... eso me hace cuestionarme... si te gusto —se burló con la misma oración que el rubio había usado con él unas semanas antes.
Bill se sonrojó un poco más y luego soltó otra pequeña risa.
—Puede que me gustes un poco —le contestó soltando una risa nerviosa, mientras tomaba su mano y entrelazaba sus dedos.
Mentira, le gustaba muchísimo.
Dipper se sonrojó está vez, sorprendido de su respuesta.
—Oh no, ahí viene Xólotl —le avisó al castaño—, por eso te digo que pienso que los que hacen tatuajes de henna en la escuela a base de mentiras son unos imbéciles.
Xólotl soltó una risa, decidiendo ignorar el comentario del mayor dispuesto a molestarlo aún más.
—¿Cómo van con su juego de "él que se sonroje más pierde"? —interrumpió con una sonrisa y ambos lo miraron avergonzados—, porque lo siento Bill, pero estabas perdiendo.
El mencionado soltó una risa tratando de calmar sus nervios.
—Por cierto, Pines... lo que hablamos en la clase de literatura queda pendiente —le comentó haciendo sonrojar al menor—, no creas que te puedes salvar.
Xólotl había pasado esa clase torturándole para sacarle la información acerca de lo había escrito en su examen de Ford. Dipper definitivamente odiaba tener que compartir literatura con el novio de su hermana, sin contar que también había insistido más de una vez en hacerle un pequeño tatuaje hecho de henna.
—¡Ya te dije que no te voy a decir! —exclamó por milésima vez ese día algo irritado—, no es de tu incumbencia.
—¡Pero Pines! —le dijo haciendo un puchero.
—Xólotl deja de molestar a Dipper, por favor —le regañó Bill rodando los ojos—, luego te quejas y te preguntas que por qué le caes mal a tu "cuñadito".
—Lo que le quiero preguntar te interesaría también —trató de convencerlo con una sonrisa.
—Si Dipper no quiere decirlo ahora, déjalo —le comentó con una severidad fingida—, lo dirá cuándo él se sienta cómodo para hacerlo.
El mencionado lo miró con un brillo en la mirada, no podía negarlo... de verdad adoraba a Bill Cipher.
—Ay, que aguafiestas eres —su amigo se quejó divertido—, mejor ya tírale tus bóxers a Pines.
Ambos chicos se sonrojaron por el comentario final, desviando la mirada.
—Hablando de tatuar con henna —preguntó el mayor de los tres con diversión—, Dipper... ¿ya viste el tatuaje de Billcito?
Bill miró mal a su amigo y Xólotl le regaló una sonrisa inocente.
—Si tu puedes dejarme mal con Mabel, ¿por qué yo no? —le preguntó divertido—, ahora que solté la bomba, iré a buscar a mi novia a su salón.
Y sin más se alejó de ambos con una sonrisa, adoraba hacer eso.
—¿Dejaste que te hiciera un tatuaje? —le preguntó el castaño divertido y Bill lo miró—, ¿eso fue lo que te pintaba en la clase de Ford?
—¡Él me prometió que no sería un pene! —exclamó tratando de explicarse sintiéndose avergonzado.
Estaba jodido.
—¿Y se puede saber que te tatuó? —le preguntó curioso y el mayor se sonrojó hasta las orejas.
—N-no... —balbuceó nervioso y Dipper se acercó a su rostro, haciendo ojitos de cachorrito.
Si Bill podía usar esa técnica con él... él podría usarla con rubio. Le sonrió de manera inocente estando a sólo unos centímetros de su rostro.
—Bill... —le susurró con una pequeña sonrisa.
Dipper sabía donde debería estar el tatuaje, así que empezó a acariciar con suavidad las manos del rubio, aprovechando que Bill estaba lo suficientemente distraído con la cercanía y el contacto.
Sin pensárselo dos veces el castaño le levantó el brazo arremangando el suéter del mayor con bastante rapidez.
—¡Ajá! —soltó orgulloso.
El color subió a las mejillas de ambos cuando Dipper vio el tatuaje del brazo del chico.
Estaba escrito el nombre del castaño con un corazón al final y un muy pequeño pene disimulado dentro de aquel corazón.
—No sabía que iba a escribirme eso... y estaba bastante distraído con tus notas así que no me di cuenta hasta que terminó —le explicó esperando que el menor no pensará que estaba loco.
Dipper lo miró con ternura.
—¿Y te molesta que lo haya hecho? —preguntó con curiosidad.
—No realmente —confesó el rubio entre risas—, sólo me molesta un poco que sea demasiado grande... y que me engañara.
Dipper le sonrió tontamente aún con la mano del mayor entre las manos suyas, sin dudarlo el chico le depositó un pequeño beso en el tatuaje, haciendo sonrojar aún más al rubio.
—Sólo espero que Will no te mate por tenerlo —añadió finalmente con una sonrisa algo tímida.
—¿Will? Will fue el primero en pedirle a Xólotl que le haga un tatuaje, estoy seguro de que llegara todo tatuado a la casa —bromeó haciendo reír un poco más al castaño—, me preocupa más que me dé calor en clase de Ford y lo vea.
Dipper soltó una pequeña carcajada al escuchar al chico esperando que eso no pasará, Bill se quedó unos segundos en silencio armándose de valor para lo que haría a continuación, había algo que no lo dejaba tranquilo y necesitaba sacárselo de la cabeza.
—Por cierto, acerca del viaje... —empezó el mayor con nerviosismo.
El rubio había evitado tratar el tema porque no quería que el menor le dijera que no podía ir.
—¿Tu mamá sí te dio permiso? —preguntó bastante ansioso.
Dipper lo miró fijamente notando su nerviosismo y sólo le sonrió.
—Sí —le contestó—, tardé un poco en convencerla por lo que pasó con Ford, pero le agradaste demasiado como para que pueda decirme que no, aunque me llenó de advertencias, ya sabes.
Al escuchar la respuesta el aire pareció regresar a los pulmones del mayor, agradecido de escuchar aquello.
—Me alegra mucho saber eso —confesó el rubio—, no hubiera sido lo mismo sin ti.
—No podía perdérmelo, Bill —aseguró el menor con ternura—, hubiera hecho hasta lo imposible por ir, sé lo mucho que significa para ti, incluso me hubiera escapado... aunque probablemente no me hubiera dejado verte nunca más después de eso —ambos rieron ante eso.
Bill se quedó ahí unos segundos sin saber que hacer al escuchar aquello, no entendía como el menor sabía eso, pero estaba agradecido de que lo supiera, finalmente se lanzó a los brazos del castaño sintiendo calidez en su pecho, esperando que Mabel y Xólotl no llegarán pronto.
Demonios.
¿Por qué Dipper tenía que ser todo lo que necesitaba en esos momentos?
¡Hola! ¿Cómo están?
¿Les gustó el capítulo?
¿Qué creen que pasará en el viaje? ¿Ford verá el tatuaje de Bill? ¿Se enterarán de lo que escribió Dipper en el examen? ¿Will llegara todo tatuado a su casa? ¿Qué dibujó Bill?
Anyways, lamentamos mucho la tardanza para los capítulos, desafortunadamente perdí el capítulo de Blue Shakespeare dos veces y tuve que reescribirlo otra vez, mientras Karla tuvo el inicio de su cuatrimestre y se ha estado matando con las tareas porque es una nerd.
De verdad esperamos que la próxima actualización sea más rápida.
Les queremos.
Atte. Las que intercambiaron capítulo porque no podían hacer el que les tocaba.
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