The Christmas Dinner.
La cena de Navidad.
Dipper sabía que el pronóstico de esa noche era caos.
Y si de por sí la noche de Navidad en sí ya era suficientemente estresante con su madre intentando que todo saliera perfecto, la presencia de su padre y el hecho de que sus dos tíos estarían presentes, ahora que Bill estaría ahí hacía todo bastante más complicado.
¿En que mundo creyó que sería buena idea presentarles a Bill en Navidad? Eso podría ir o catastrófico o terriblemente catastrófico, pero de verdad que no se ponía a pensar en las consecuencias cuando estaba con Bill.
Sólo a él se le ocurría introducir a su nuevo... ¿novio? A la familia. Por dios, ni siquiera estaba seguro de qué eran exactamente y tampoco sabía como debía lidiar con eso en esos momentos así que lo dejo pasar, eran algo y eso era lo importante.
Sabía que a Ford ya lo conocía y eso sólo lo estresaba más y ni siquiera podría imaginarse la reacción de su papá o peor aún ¡la de Stan!
Pero la cosa no acababa ahí, ni siquiera el hecho de introducirlo a su familia era tan malo, lo verdaderamente horrible era que su familia estaba desquiciada.
Sabía que le harían miles de preguntas, lo interrogarían, lo analizarían, lo juzgarían y sacarían un veredicto sobre el al final de la noche.
¿Y si Bill se asustaba por lo metiches y raros que eran en su familia?
¿Y si decidía dejar de salir con él?
Sacudió la cabeza intentando ser optimista: al menos podría pasar la Navidad con Bill y tal vez incluso después de la cena podría tener algo de tiempo con él.
Sin contar, que había animado al rubio cuando sugirió la idea de que pasarán la navidad juntos y eso era suficiente para recordarle que el caos no era realmente importante sí hacía al mayor feliz.
Tal vez incluso su mamá amaría a Bill y lo dejaría verlo más seguido.
Ese pensamiento lo hizo sonreír sin darse cuenta, estaba seguro de que su familia amaría a Bill, era maravilloso incluso con sus tonterías, así que no había manera de que le prohibieran verlo o algo así... ¿verdad?
Dipper negó con la cabeza, estaba siendo paranoico otra vez y aunque había decenas de escenarios dónde todo podía terminar de la peor forma posible, él quería creer que éste no sería uno de esos.
—¡Dipper, Mabel! —les gritó su mamá desde abajo—, sus tíos ya están aquí.
—¡Ya vamos! —escuchó a su hermana gritar desde su propia habitación.
No tenía que salir perfecto... pero al menos lo suficientemente decente para que no le prohibieran ver a Bill.
¿Era eso mucho pedir?
El castaño tomó una bocanada más de aire antes de verse por última vez en el espejo, se veía arreglado... tal vez demasiado, ¿debería ponerse algo más casual? ¿Despeinarse un poco, tal vez?
Tal vez había cruzado la línea con el perfume.
Dios, ¿en qué estaba pensando? Stan probablemente se burlaría de él por estar tan arreglado, no, él estaba seguro de que Stan haría un comentario que lo haría sentir incómodo durante la noche.
Su teléfono vibró por una notificación: "Felices fiestas, nerd". Decía el mensaje de Mason y Dipper simplemente rodó los ojos, mandándole uno de regreso; "Suerte con tu familia y Will, NERD".
Antes de dejar su teléfono, vio el último mensaje que le había llegado del rubio: "Estoy algo nervioso, pero no puedo esperar por verte".
El castaño sonrió, Stan definitivamente se burlaría de él y probablemente todos lanzarían algún comentario incómodo acerca de lo mucho que se había arreglado, pero definitivamente valía la pena para que Bill pudiera verlo así.
Después de todo se había arreglado tanto para él y no había manera de que no lo viera así, tenía que aprovechar tener una excusa para lucirse frente a él.
Dipper salió de su habitación y Mabel estaba fuera de la suya, esperándolo.
La chica vestía un vestido rosa que le llegaba a las rodillas, tenía los hombros ligeramente descubiertos y el castaño debía admitir que se veía muy bella en él, después de todo se lo había comprado mamá especialmente para la cena.
—Wow, te ves muy bien —le dijo con una sonrisa pícara y en un pequeño susurró le añadió—; a Bill le vas a encantar.
El color subió a sus mejillas de golpe ante el comentario, pero no pudo decirle nada al respecto.
—Tú también te ves muy bien —le contestó decidiendo ignorar su comentario—, el vestido te queda muy lindo.
—Gracias —la chica le agradeció antes de continuar con sus comentarios—; tal vez mamá este tan impresionada con lo mucho que te arreglaste que tal vez incluso invite a Bill a vivir aquí para que te bañes diario.
—Ja, ja muy graciosa —contestó sin muchos ánimos al tiempo que rodaba los ojos.
—Vaya, Bill te trae tan atontado que ni siquiera vas a regañarme por hacer mis chistes tontos o defenderte, wow —continuó Mabel mientras se colgaba del brazo del menor en un pequeño abrazo.
Dipper quiso quejarse, pero por mucho que lo odiara, Mabel tenía razón, estaba tan nervioso y a la vez emocionado por la noche que ni siquiera tenía ganas de regañar a su hermana por sus tonterías.
—No es eso, sólo estoy ansioso —mintió sin quitarle su brazo.
Pero antes de que ambos empezarán a caminar para bajar las escaleras la chica se acercó al oído del castaño y soltó un pequeño suspiro.
—Honestamente yo igual estoy muerta de nervios —le susurró con una pequeña risa nerviosa—, pero tengo fe en que es porque será una noche genial, es algo así como un buen presentimiento, ánimo Dipper.
—Gracias —contestó de igual manera regalándole una pequeña sonrisa y la castaña se aferró con más fuerza a su brazo con una sonrisa en su rostro.
Ambos chicos comenzaron a bajar las escaleras nerviosos, lado a lado mientras su mamá los veía desde abajo con una sonrisa, estando a media escalera escucharon un grito que venía de la sala.
—¡Calabacita! ¡Dipper! —exclamó Stan.
Los mellizos buscaron a sus tíos con la mirada, y al verlos, los ojos de ambos se llenaron de brillo y Mabel comenzó a bajar con más rapidez las escaleras.
—¡Estás deslumbrante como una estrella! —comentó Stan mientras abrazaba a la castaña.
Dipper se quedó un par de escalones atrás, pero al bajar aprovecho para saludar a Ford.
—Feliz navidad, tío —le dijo al tiempo que el mencionado lo abrazaba sin dudarlo.
—Feliz navidad, Dipper —le contestó abrazándolo con fuerza antes de separarse con una sonrisa en su rostro—, es extraño no verlos casi todos los días en clase —comentó mientras la castaña se acercaba a ellos.
—Lo sé —dijo el castaño.
Sin dudarlo la castaña se lanzó a los brazos de su otro tío.
—¡Feliz navidad! —le gritó casi colgándose del mayor—, estás vacaciones casi me hacen extrañar las matemáticas.
Ford soltó una pequeña risa mientras la chica le decía eso y Stan se acercó para abrazar a Dipper.
—Feliz navidad, pequeño —repitió antes de separarse de golpe, sorprendiendo al castaño.
Stan hizo unos gestos completamente exagerados con las manos, como si estuviera empujando aire a sus pulmones, mientras respiraba sonoramente.
—Eso que huelo, ¿es perfume? —soltó con un aire bromista—, ¿estoy alucinando o me parece que conoces el agua y el jabón después de todo, Dipper?
El mencionado rodó los ojos, ¡ahí estaba el comentario que estaba esperando! Pero en vez de molestarse como de costumbre simplemente quiso reír, y lo hubiera hecho si un pensamiento no hubiera invadido su cabeza.
Oh por Dios, Bill lo estaba volviendo en un monstruo con sentido del humor.
Ford regañó a su hermano antes de soltar una sonrisa para dirigirse a los mellizos, mientras Mabel reía del chiste de su tío.
—Les traje un regalo —les dijo orgulloso de los regalos que había escogido para cada uno.
—Les trajimos —corrigió Stan poniendo una mano en el hombro de su hermano—, querrás decir, yo también puse dinero en ellos.
—Por supuesto —continúo con una sonrisa y los ojos de Mabel se iluminaron con emoción—, pero tendrán que esperar para abrirlos en familia.
—¿No podemos abrirlos de una vez? —le preguntó la castaña con un puchero en sus labios.
A Dipper a veces le impresionaba como podía seguir siendo tan infantil algunas veces, no era algo que le molestará, pero le parecía curioso como su hermana no perdía ese encanto suyo.
—No —respondió su tío, siendo una de las pocas personas que podía resistirse a su puchero—, tendrán que esperar, al menos hasta que tú papá baje para darle el suyo también.
—Ash —se quejó ligeramente antes de gritar hacía el segundo piso de la casa—, ¡papá date prisa!
Ford negó con diversión la cabeza y una castaña con bastante más edad se acercó con un pequeño mantel y sonrió.
—Mis tesoros lucen divinos —les dijo antes de abrazarlos con extremada fuerza—, preciosos.
—¿Esperaremos mucho antes de la cena? —preguntó Stan sobándose su barriga—, muero por comer tu especialidad, Mary.
—Eres peor o igual que Mabel y ella tiene 17 —le regañó Ford rodando los ojos—, no seas desesperado.
—Bueno la cena ya está lista, pero estamos esperando a un invitado extra —comentó con emoción.
—¿Invitado extra? —preguntaron los viejitos.
—Así es, es un invitado de honor de estos dos, así que compórtense y eso va para ti, Stanley —le comentó con una sonrisa y una severidad simultanea de la que sólo su mamá era capaz.
El mencionado soltó una carcajada mientras que Dipper se sonrojó hasta las orejas, sabía por dónde iba esa conversación.
—No prometo nada —respondió con una sonrisa.
Ford rodó los ojos.
—¿Invitaste al señor Alfirk? —le preguntó a la castaña—, bueno, ya sabía que la cena no podía ser perfecta.
—¿Quién es el señor Alfirk? —preguntó Stan con curiosidad y algo de picardía, Mabel entró en pánico.
—¡Un amigo! —exclamó la chica nerviosa—, pero desgraciadamente no es él el que nos acompañará esta noches, en realidad es un invitado de Dipper, ¿verdad? —le preguntó, casi suplicando.
Dipper tragó con fuerza, especialmente porque sabía que era en ese momento donde realmente todo empezaría, quería retrasarlo un poco más, pero la castaña lo miraba con unos ojos de súplica a los que no se podía negar, prefería lanzarse a su familia antes de entregar a su hermana, así que simplemente soltó un pequeño suspiro.
—En realidad es Bill —respondió el chico con rapidez.
—¿Bill Cipher? —preguntó Stanford viendo directamente al castaño.
—El mismo —continuó con una sonrisa inocente antes de dirigirse a su mamá ignorando la mirada que le estaba regalando Ford—, mami, ¿sabías que las vacas tienen mejores amigas y sufren cuando se separan de ellas? —preguntó intentando cambiar el tema.
—No, mi cielo; no lo sabía—le respondió con ternura—, pero gracias por el dato.
—¿Y Bill es...? —preguntó Stan y el castaño quiso matarlo.
—El nuevo novio de Dipper —continúo su madre orgullosa—, ¿verdad, mi cielo?
Dipper quiso desaparecer de ahí pero únicamente logró llamar más la atención sonrojándose por completo de pies a cabeza.
—No puedo creerlo —comentó Stan sorprendido—, con razón te bañaste, ya decía yo que no podías bañarte sólo por la cena de tu madre.
Le dijo al menor quién ya no podía sonrojarse más de lo que ya estaba y su mamá le dio un golpe a Stanley.
—Dipper se arregló por mi cena —le contestó con firmeza—, que su novio vaya a cenar con nosotros no tiene nada que ver, ahora, déjalo en paz.
—No lo llamaría exactamente mi novio, pero sí... —soltó jugando con sus manos y viendo hacía el piso nerviosamente—, Bill y yo comenzamos a salir recientemente y bueno... quería presentárselos.
—Genial —dijo Stan con una sonrisa maliciosa, que recibió una mirada severa por parte de Mary en respuesta—, será mi nueva carne de cañón.
—Mary —le llamó Ford con seriedad—, ¿podemos hablar un segundo en la cocina?
—Seguro —respondió y salieron de ahí, Stan no dudó ni un segundo en seguirlos—, ¿pasa algo?
—Tu cena de navidad está en riesgo —fue lo último que ambos mellizos escucharon decir a Ford con excesivo dramatismo antes de desaparecer—, pero bueno, al menos no es como si fueran Alfirk y Cipher juntos, eso sí sería un completo desastre.
—¡Perdón! —exclamó la castaña con desesperación—, en serio eres el mejor.
—Está bien —mintió con cansancio—, de todos modos, no había forma que no sé enterarán y mejor que sea ahora y no con Bill presente.
—¡El mejor hermano de la vida! —completó la castaña—, de verdad lo siento, pero aún no quiero que sepan de Xólotl, porque mamá me haría traerlo y lo quiero muchísimo... pero Xólotl a veces puede ser muy Xólotl.
El menor quiso reír ante el comentario de su hermana, pero no podía dejar de pensar en que ahora Ford le hablaría mal a su mamá de Bill.
No, no debía pensar en eso, tenía que ser positivo acerca de esa noche.
—En eso estamos de acuerdo —respondió cómo pudo—, no puedo imaginarme una cena con Xólotl, Ford tiene razón, sería un desastre.
Mabel soltó una pequeña risa tratando de aligerar el ambiente, pero no podía evitar notar el rostro preocupado de su hermano.
—Perdón, de verdad —la chica empezó a disculparse nuevamente por echarlo a los lobos, pero en serio no había tenido otra opción—, te juro que todo va a salir bien.
—¿Crees que a mamá le agrade Bill? —cuestionó con desesperación el castaño ignorando el comentario de su hermana—, después de la plática de Ford de seguro lo va a odiar, estoy jodido Mabel, si mamá lo odia jamás me dejaría ver a Bill de nuevo, es el final, vamos a terminar.
La mencionada estaba a punto de responder cuando ambos castaños escucharon a su padre bajar las escaleras.
—Escuche a sus tíos —soltó su papá—, ¿dónde están?
—¡Cocina! —exclamaron ambos al unísono.
Sin decir más, el señor se dirigió hasta dicha habitación.
—¡Jinx! —gritó la castaña y Dipper la miró con seriedad—, perdón no pude evitarlo.
El castaño simplemente suspiró rendido tirándose con pesar al sofá de su casa.
Definitivamente sería una noche muy caótica.
[...]
Dipper estaba acomodando la mesa junto a su hermana, mientras los adultos platicaban en la sala, finalmente la castaña había calmado a su hermano, pero la paranoia del menor empezaba a preocuparlo nuevamente.
Especialmente porque Bill no había llegado y ya era algo tarde, ¿qué tal si su mamá pensaba mal de él por llegar tarde? O peor aún, ¿qué tal si Bill no aparecía en absoluto? No, Bill era incapaz de dejarlo plantado, ¿verdad?
En ese momento el timbre sonó y Dipper se sintió aliviado.
Comenzó a caminar hasta la puerta cuando vio que su madre se estaba levantando.
—¡Yo abro! —gritó con desesperación corriendo hasta la puerta.
Antes de abrir respiró profundamente, se acomodó la ropa por última vez y finalmente abrió. Al ver su ropa se preocupó de nuevo, ¿se había arreglado demasiado? ¿Bill pensaría que era demasiado?
El pánico lo empezó a dominar así que simplemente abrió la puerta y todo el aire abandonó sus pulmones cuando vio al rubio bien abrigado frente a él con una pequeña sonrisa nerviosa, un ramo de flores, el rostro algo rojo por el frío y el cabello lleno de nieve.
—Te ves muy bien —le dijo Bill sin pensarlo y Dipper no pudo evitar sonreír algo sonrojado.
¡Su esfuerzo por verse bien había valido la pena! ¡Al diablo los comentarios estúpidos de Stan!
—¿Esta ropa vieja? —preguntó fingiendo demencia—, gracias, tú tampoco te ves nada mal.
El rubio soltó una pequeña risa sin poder evitarlo, el menor era adorable.
—Gracias, Pines —le comentó con una sonrisa—, perdona la demora, las galletas no querían salir del horno y bueno, honestamente también tardé bastante decorándolas.
—¿Galletas? —preguntó el castaño dejando que el chico entrará y cerrando la puerta detrás de él.
—Sí, obviamente Will hizo la mayoría como la masa y... las recortó... y las horneo —respondió señalando la mochila que llevaba en su espalda—, ¡pero me esforcé bastante en la decoración!
Dipper sonrió con excesiva ternura y simplemente le sacudió con suavidad la nieve que estaba sobre él.
—¿Crees que a tu mamá le gusten las flores o son demasiado? —le preguntó el rubio con evidente nerviosismo, lo cual le pareció adorable al castaño.
—Es una pena que no me las trajeras a mi —comentó intentando molestar al mayor.
—¡Oh! —soltó con preocupación—, no sabía que te gustaban y no quería bueno... ser demasiado, creo que viniendo en traje me excedí un poco, pero realmente quiero darle una buena impresión a tu familia.
—Estoy bromeando, mi madre va a amarlas —le dijo soltando una pequeña risa antes de acercarle más—, y si me preguntas a mí, creo que el traje te queda genial.
—Un momento —lo detuvo Bill—, ¿estoy oliendo Jean-Paul Gaultier, Pour Homme?
Dipper lo miró extrañado por un segundo, pero ese era un comentario extremadamente específico como para ser simplemente un comentario, sin contar, que era imposible que Bill supiera cuál era su colonia porque ni siquiera él lo sabía, y entonces, entendió.
—Es mi escencia natural, servil —le respondió orgulloso de haber captado la referencia.
—Dios, cada día me gustas más —al escuchar aquello el color rojo predominó en el rostro del menor.
Y Bill sólo le sonrió antes de intentar acercarse a él para darle un pequeño beso en los labios, pero alguien se aclaró la garganta detrás de ellos, separándose de golpe.
—¡Para usted! —exclamó nervioso el rubio extendiendo el ramo de flores.
[...]
Los adultos se encontraban platicando de algo en la cocina mientras se servían los platos al tiempo que los chicos esperaban pacientemente que los llamarán.
—Llegó tarde, eso debería darte una idea —mencionó Ford y el rubio quiso golpearse, pero simplemente se mordió el labio.
—Detente Stanford —le dijo Stan a modo de regaño—, piensa que está nevando, incluso nosotros nos atrasamos por eso.
—Aparte trajo estás hermosas flores y galletas —le dijo una voz dulce con ilusión—, no seas tan duro con él, sólo es un chico.
—Pero es un chico al que conozco —respondió.
—Pero yo no —replicó Mary con severidad—, así que deja que lo conozca y tenga mi propia opinión.
El menor notó la acción del más alto y le tomó la mano intentando tranquilizarlo, el rubio la apretó con más fuerza.
—Es Ford —le comentó Dipper—, no le hagas caso, recuerda que la única opinión importante aquí es la de mi mamá.
—Y con las flores ya te la ganaste, bueno casi —añadió Mabel con una sonrisa, intentando darle apoyo—, fue una idea genial, Xólotl en serio tendrá que pensar en algo mejor que eso.
—Exacto —completó el castaño moviendo su dedo sobre la mano de Bill—, aparte eres genial, no hay manera de que a mi mamá no le agrades.
Bill quiso hacer un pequeño puchero, pero simplemente negó con su cabeza.
—Sólo lo dices porque eres demasiado lindo conmigo —le respondió el rubio—, aparte de que no me gustaría sólo agradarle a tu mamá, me gustaría agradarle a toda tu familia... bueno tal vez Ford sea caso perdido, pero a los demás aun les puedo agradar.
Dipper soltó una risa ante eso y le beso la mejilla dándole su apoyo.
—¡Mabel! —le llamó su madre—, ven aquí tesoro.
Un nudo se formó en el estómago del menor al tiempo que la castaña salía en busca de la voz de su madre.
—Insisto Bill —repitió el chico sonriéndole como pudo—, va a salir bien, tengo un buen presentimiento acerca de esto.
—Eso ni tú te lo crees, eres un pésimo mentiroso —le respondió rodando los ojos—, sabes que será un desastre, estoy seguro de que ahora están interrogando a Mabel acerca de mí.
—No realmente... eso lo hizo cuando le pregunté si podías venir a cenar con nosotros —confesó el menor recordando esa tarde, había sido terriblemente vergonzosa—, ¡pero ese interrogatorio salió muy bien! ¡Lo juro!
Bill quiso reír, pero simplemente lanzó su cabeza hacía el hombro del menor, no quería preocupar aún más al chico.
—Te creo —dijo intentando mejorar su ánimo—, aparte, ¿qué es lo peor que puede pasar?
Dipper no contestó ante eso, preocupando al rubio.
—Wow, ¿puede pasar algo muy malo? —le preguntó quitando su cabeza de ahí para mirarlo fijamente—, no nos prohibirían salir, ¿o sí?
—Mmm —el menor dudó antes de responder—, sí podrían.
Bill hizo una mueca, pero Dipper sonrió.
—Pero no creo que lo hagan porque llegaste tarde por estar haciendo galletas —le respondió intentando relajarse.
—¿Seguro?
—Bastante —contestó un poco más tranquilo—, además no nos detendría de salir, ¿no? Lo haría un poco más complicado, pero no imposible.
—¿A poco retarías a tu mamá para salir conmigo? —le preguntó sorprendido.
—Uh... por supuesto que sí —dijo, pero Bill lo miró seriamente—, bueno, tal vez sólo no le diría que vamos a salir, o lograría que Mabel nos acompañase y que luego se fuera con Xólotl a algún otro lado, no sé, pensaría en algo, soy muy ocurrente cuando quiero, ¿sabes?
El mayor sonrió viéndolo con ternura.
—Tu mamá no te creería —le contestó riendo por lo bajo—, es muy lista, al principio creí que eso de ser un mini genio lo sacaste de Ford, pero empiezo a creer que es de tu madre.
—Una vez me dijeron que uno saca la belleza del padre y la inteligencia de la madre —respondió antes de darse cuenta de algo—, o bueno eso decía mi mamá... tal vez no suena muy convincente así.
Bill soltó una pequeña risa y le dio un pequeño beso en los labios antes de separarse rápidamente.
—Perdón, no quiero que tú mamá nos vea y piense ¡no sé! Algo malo —soltó nervioso.
Pero Dipper decidió interrumpirlo besándolo, está vez en un beso un poco más largo, al que honestamente el rubio no se negó.
—Ustedes quieren que Ford los mate, ¿verdad? —preguntó la chica rodando los ojos y ambos se separaron abruptamente, con el color rojo cubriendo sus rostros en su totalidad.
—¿Para que te llamó mamá? —le preguntó Dipper ignorando su comentario.
—Interrogatorio —respondió y Bill miró mal al menor quién sólo rodó los ojos.
—¿Otro? —preguntó ignorando al rubio.
—Stan y Ford querían escucharlo por ellos mismos —se encogió de hombros.
—Por Dios, son unos locos —se quejó Dipper antes de voltearse a Bill—, te juro que no siempre son así.
—Sólo están actuando así porque eres el primer novio de Dipper —dijo la castaña como si fuera lo más obvio del mundo.
Ambos se sonrojaron ante esa declaración, pero antes de que cualquiera pudiera responder una voz llegó desde el comedor.
—¡Ya pueden venir a cenar! —les llamó su madre con dulzura.
[...]
Mary trajo un pequeño pastel una vez que la cena principal finalizó, aunque la mayor parte de la cena habían sido preguntas bastante incómodas de su familia a Bill.
Preguntas a las que el rubio quería creer había contestado adecuadamente, especialmente porque ahora sus flores estaban en el florero de la mesa y aunque al principio el ambiente había estado tenso ahora estaba un poco más tranquilo, a pesar de eso, Dipper no podía dejar de buscar maneras en las que Bill no pensara que su familia era una bola de locos.
—Yo ya no puedo más —dijo Ford poniendo sus cubiertos en su plato—, se ve riquísimo, pero estoy bastante lleno.
—Yo me como la rebanada de él —completó Stan tomando una segunda rebana—, haré ese sacrificio por los dos.
Ford miró mal a su hermano, pero este sólo le sonrió inocentemente.
—Bill, ¿te sirvo? —le preguntó la madre de ambos castaños viéndolo expectante.
El rubio titubeó un poco antes de responder.
—Me encantaría —le respondió con una sonrisa.
Y tras un momento en dónde todos recibieron su rebanada de pastel, el señor Pines decidió hablar.
—Y bien Stanford —Robert le llamó con curiosidad—, ¿cómo les va a los chicos en la clase?
Al escuchar la pregunta Bill quiso ahogarse con su pastel y Dipper, bueno, él quería golpearse contra la mesa, aun no podía superar el incidente de su examen.
—Bueno... a pesar de un pequeño altibajo con Dipper nunca ha dejado de ser sobresaliente —empezó Ford mientras las mejillas del menor tomaban algo de color—, y Mabel ha estado subiendo sus notas desde que se empezó a juntar con el señor Alfirk y espero que sea porque se están apoyando mutuamente y no porque te está pasando las tareas.
—Admito que en la optativa de español si me pasa las tareas —respondió la castaña con una sonrisa traviesa—, pero en matemáticas no me atrevería, principalmente porque te darías cuenta.
Ford negó con la cabeza al escuchar las respuestas de la chica, pero simplemente decidió continuar, al menos la chica era honesta y Stan no lo admitiría frente a los padres de la chica, pero estaba orgulloso de ella.
Dipper tomó la mano de Bill por debajo de la mesa, esperando darle apoyo de esa forma y una pequeña sonrisa se cruzó por los labios del rubio quién enseguida los frunció esperando lo que el mayor diría.
—Y bueno, Bill es complicado —continúo y sin dudarlo el mencionado apretó la mano del castaño con nerviosismo—, no es muy bueno en mi clase, tiene bastantes problemas para seguir los procedimientos correctos.
—¡Pero! —se metió Dipper, sorprendiendo a Stan y Ford, el castaño nunca contradecía a su tío—, últimamente ha mejorado en eso, ¿verdad?
—Sí y al igual que con Mabel espero que sea porque tu compañía lo este ayudando —dijo eso último con bastante trabajo, pero prosiguió con severidad—, y no sea porque le estás pasando los ejercicios.
—Sabes que no podría hacer eso —respondió Dipper indignado soltando la mano del rubio por reflejo—, me ofende que siquiera lo insinúes, va en contra de mis principios.
—No lo dudaría, pero tu último examen me confunde —le contestó con la misma actitud y cuándo vio la expresión en el chico sonrió sabiendo que no seguiría con la discusión.
—Lo que sucede —se metió Bill un poco más temeroso intentando calmar el ambiente—, es que Dipper suele ayudarme a recordar los procedimientos que se me complican para que yo pueda hacer los ejercicios por mi cuenta, no hace nada más que eso.
—Eso lo veremos en él examen y créanme que ustedes dos estarán separados —advirtió Ford—, incluso tal vez les haga exámenes diferentes a cada uno.
Bill tragó con fuerza ante eso, pero decidió no decir nada.
Ambos padres lo miraron con atención.
—Como prefieras, tío, no tendremos problemas —continúo el menor orgulloso antes de dirigirse está vez a sus padres—, aparte, tal vez no sea muy bueno en matemáticas, pero es un excelente estudiante en las otras materias.
—¿Ah sí? —preguntó Mary metiéndose en la conversación.
Después de todo lo que le había dicho Ford, ella quería saber si Bill era o no buena compañía para su hijo, especialmente por el hecho de que el chico nunca contestaba su celular cuando estaba con él.
—Continúa cariño —le dijo con un tono más gentil.
—Bueno, en las clases que compartimos como Ética y Francés suele ser uno de los mejores de la clase —dijo Dipper recordando que esa era una de las principales razones por las que más competían antes—, y por lo que sé, en las otras clases te va bien también, ¿no?
El chico miró a Bill esperando su respuesta.
—Sí, sólo tengo problemas con matemáticas —completó el rubio sonriéndole a la señora Pines—, ni siquiera tengo problemas con los maestros ni nada por el asunto y creo que incluso el profesor Stanford podría confirmarlo.
Y contra toda su voluntad, Ford tuvo que coincidir.
—En eso tendré que darle la razón, señor Cipher —comentó de manera forzada.
—Suena a qué eres un chico muy bueno Bill —le halagó la madre, le dio un sorbo a su copa antes de continuar—, ¿y qué tanto hacen cuando salen ustedes dos?
Dipper miró a su madre sin poder creer lo que estaba haciendo, ¿en serio le iba a preguntar eso a Bill?
—Bueno eso depende —respondió el mencionado, deteniéndose a pensar en su respuesta—, la primera vez que salimos fue para ir a un concierto.
—Sí lo recuerdo —comentó Mary mirando seriamente a su hijo—, también recuerdo de la vez que fue a tu casa a leer cómics, ¿me equivocó? La tarde que se quedaron dormidos.
Ambos se sonrojaron ante el recordatorio de aquella tarde.
—Sí, estaba lloviendo esa tarde —comenzó el chico, evidentemente nervioso—, de verdad lamento que gracias a eso Dipper olvidará marcarle para avisarle, siempre estoy tratando de recordarle que le avise desde entonces.
—¿En serio? —preguntó con genuina curiosidad.
—Por supuesto, sé que debe estar preocupada por su hijo, especialmente si éste no le contesta, a veces es muy olvidadizo, el otro día le estaba marcando para preguntarle sobre la tarea y no me contestó, créame que yo entiendo su frustración —le respondió con una sonrisa antes de mirar mal a su pareja y Mary lo miró con ternura.
—Dipper puede ser muy descuidado a veces —le contestó Mary riendo.
—Lo sé, yo siempre le digo que ¿para que tiene teléfono, si no contesta? —le comentó Bill con un tono bromista.
La señora rió ante eso.
—Tienes toda la razón —soltó su madre y Dipper lo miró con molestia... Bill era un traidor.
—Disculpe si a veces nos distraemos de más —continúo ignorando a la mirada asesina de Dipper y sonriéndole a su mamá—, pero si le puede dar más tranquilidad acerca de lo que hacemos y a qué hora volvemos siempre le podría dar mi número, así si Dipper no le contesta los mensajes, yo no tendría ningún problema en responderle.
Dipper tragó en seco ante eso, eso no podía estar pasando y Mabel no podía creerse lo bien que Bill estaba haciendo todo eso, definitivamente estaba tomando notas mentales para cuando tuviera que presentarles a Xólotl.
—Eso me encantaría —le respondió con una sonrisa de oreja a oreja y Bill le correspondió aquella sonrisa.
Ford sin dudarlo se aclaró la garganta.
—Hablando de dormir juntos —empezó, mirando a Bill con algo de molestia notando que se empezaba a ganar a la señora Pines—, había dejado esto pasar porque hasta dónde sabía ustedes dos no se llevaban, pero dado el caso de que ambos resultan estar saliendo ahora, siento que es correcto hablar de esto.
En ese momento todos lo miraron confundidos, ¿no hablaría de lo que creían? ¿O sí?
—No crean que no sé lo que pasó en el campamento —al escuchar aquello Dipper se atragantó con un pedazo de pastel que tenía.
Estaban jodidos, muy, muy jodidos.
Pero Bill decidió ignorar aquel hecho para asistir al castaño que estaba a su lado pasándole un poco de su bebida, a pesar de que por dentro estaba muerto del miedo por lo que vendría a continuación.
—Al principio lo dejé pasar por completo porque pensé que todo fue un plan del joven Gleeful y de William en el que ambos se vieron envueltos —continúo Ford con la misma expresión severa en su rostro—, pero ahora me parece bastante sospechoso.
—¿Qué te parece sospechoso? —cuestionó Mary ansiosa.
—El hecho de que ambos hermanos Cipher intercambiarán de pareja y que al final de la noche Dipper y Bill estaban en la misma tienda.
—Oh por Dios —interrumpió Stan riendo—, está es definitivamente la mejor cena de la vida.
—Por más sospechoso que suena eso —intentó aclarar el rubio con tranquilidad—, en ese tiempo no nos llevábamos todavía, mi hermano me convenció de hacerlo.
Dipper se mordió el labio al recordar esa noche, pero simplemente volvió a tomar de su bebida.
—¿No sé llevaban? —preguntó su madre, algo confundida—, pero eso no fue hace mucho.
—Sí, pero- —intentó explicar el rubio antes de ser interrumpido.
—¡Bill Cipher! —soltó Robert asustando por completo al mencionado, ¿había hecho algo mal?—, ¡ya sé de dónde me suena ese nombre! Bill es el chico con el que te la pasabas peleando todo el tiempo en tus clases de ética, ¿no es así?
—Debatiendo —corrigió el castaño aclarándose la garganta—, pero sí, era él.
—Aún no entiendo cómo es que todo cambió tan rápido, especialmente la actitud de Dipper —inició el rubio algo confundido por todo eso—, un día estábamos peleando en la escuela y a los días se disculpó por eso.
—Debatiendo —repitió Dipper y Bill quiso rodar los ojos, pero no lo hizo.
—Debatiendo —se corrigió el rubio—, pero igualmente eso no responde el motivo de tú cambio drástico de actitud.
—Creo que el cambio de Dipper es algo que todos nos preguntamos —comentó Mabel quién había estado bastante callada durante todo eso.
¿En qué momento se pusieron todos en su contra? Se cuestionó el menor.
—Eso me parece irrelevante —dijo Mary y Dipper simplemente quería abrazar a su mamá—, ¿durmieron juntos en el campamento? Puedo creerte lo del día en la lluvia porque sé cómo te ponen los truenos jovencito, ¿pero el campamento?
—¡No sé cómo pasó! —mintió Dipper a su mamá haciendo un pequeño puchero—, te lo juro, no sé cómo Mason me convenció de hacerlo, de verdad, es manipulador cuando se trata de Will, mamá lo conoces... ¿crees que yo hubiera sido capaz de convencerlo para que cambiáramos de tienda?
Okay, eso era una total mentira, pero nadie debía enterarse de quién manipuló a quién esa vez.
—No lo sé Dipper, ¿podrías?
—No —contestó muriéndose de miedo—. Además de qué Bill tiene razón, no nos llevábamos en ese entonces —añadió antes de tragar fuerte por lo que iba a decir, había tratado de olvidar ese hecho desviando la mirada—, y de hecho esa noche... tuvimos algunos problemas.
Bill desvío la mirada al escuchar aquello, especialmente porque sabía lo mucho que había hecho sentir mal al menor, y era peor aún porque también recordaba su estúpida plática con Xólotl y la verdadera razón por la que quería hacer las paces.
Era una mierda.
—Aunque luego lo resolvimos y.... diría que fue una de las primeras veces que nos llevamos bien —añadió Bill intentando disipar esos pensamientos de su cabeza.
Y sin dudarlo el menor vio al rubio con una pequeña sonrisa, sacando al chico de sus pensamientos, haciéndo sentir peor a Bill.
—¿Qué tan bien? —preguntó Stanley con otras intenciones.
—Aunque entiendo la segunda intención de la pregunta, fue una noche muy linda —dijo antes de tomar la mano de Dipper nuevamente—, y sólo eso.
—Bueno así son las hormonas, especialmente a esa edad —habló Stan riendo—, un día la persona que odias resulta ser la persona a la que le traes ganas y uno no puede negarlo.
Mabel soltó una carcajada a su lado sin poder contenerse.
—¡Stanley! —regañó Mary ante el comentario que hizo mientras un rojo intenso subía a la mejilla de ambos.
—No fue así —le respondió a su tío.
—Son adolescentes, por favor —dijo la señora Pines.
—Por eso mismo, Mary son adolescentes —contestó Stanley a la mujer—, es mejor que lo asimiles de una vez, al menos Dipper no puede traerte un niño.
—El tío Stan tiene un muy buen punto —soltó Robert sin pensar.
—¡Qué no fue así! —exclamó frustrado Dipper, deteniendo todo el rumbo de la conversación.
—¡Es suficiente! —regañó a Mary logrando que toda la mesa hiciera silencio—, no van a seguir molestando a mi niño, ni a su invitado, si dice que no fue así le vamos a creer y más ahora que tuvo el valor de traer a su pareja en frente a la familia, incluso sabiendo como somos, ¿qué tal sí lo molestan tanto y en algún punto terminan y Dipper empieza a salir con un delincuente y nunca me dice por culpa de ustedes?
—Bill es como un delincuente —masculló Ford.
—Eso no es cierto, sólo lo dices porque por alguna razón que no quieres decir no te agrada el chico —le regañó Mary cansada de la actitud de ambos tíos—, y Bill no ha demostrado más que ser un niño bueno.
—No es mentira —comentó Stanley, aun conteniendo la risa—, no conocía a Bill, pero hasta yo noté que traes algo en su contra.
Ford rodó los ojos.
—Eso es porque no lo conocen —dijo el aludido—, pero lo verán un día.
—Mis amores —Mary se dirigió a los chicos en la mesa—, ¿por qué no van a la sala un rato mientras platico tranquilamente con sus tíos?
Sin dudarlo, los tres chicos se levantaron con rapidez, pero Bill fue el único que levantó su plato y el del castaño dispuesto a llevarlos a la cocina.
—Bill tesoro, no es necesario que los lleves, enseguida Dipper los levanta y lava —le dijo con gentileza.
—No es problema para mí —respondió el rubio.
—Lo sé, pero Dipper lo hará porque tú eres el invitado —le respondió con una sonrisa antes de ver terriblemente al castaño.
Al sentir la mirada de su madre, no dudo ni un segundo en levantar los platos y cubiertos qué tanto él como el rubio habían utilizado y se dirigió con velocidad hacía la cocina dónde el rubio lo siguió.
Sin esperarse varios regaños se empezaron a escuchar en la otra habitación.
—Lava los míos —pidió Mabel.
—Claro que no —le respondió Dipper.
—¡Porfis! Quiero escuchar que dicen —suplicó la castaña.
—Bueno, pero luego me dices que dicen.
—Va —accedió antes de irse a escuchar lo que decían.
—Déjame ayudarte —dijo Bill intentando lavar sus trastes—, no puedes hacerlo tú solo.
—Sí puedo y así lo haré porque sino mi mamá me va a matar —le contestó el castaño empezando a lavar.
—Tú madre es genial —comentó el rubio y Dipper lo miró sorprendido—, se preocupa por sus hijos, los ama y cocina delicioso.
—Estás demente —le respondió el menor.
—Puede ser —dijo divertido tomando un poco de la espuma que se formaba por el castaño lavando los trastes y la sopló—, fuera de que expusieran mi vida escolar fue una cena particularmente divertida.
—No puedes haber disfrutado eso —contestó el chico completamente avergonzado—, fue un horrible desastre.
—Lo fue, pero fuera de eso hubo momentos interesantes.
—¿Cómo cuál?
—Como cuando me enteré de que hablabas de mí incluso cuando no nos llevábamos —respondió coqueto.
—Eso no es cierto.
—¿Ah no? —cuestionó divertido—, ¿y cómo es que tu padre sabía quién era?
—Puede que te haya mencionado una o dos veces —mintió bastante rojo, pero se dedicó a seguir lavando los trastes.
—¿En serio?
—Así es —contestó el castaño encogiéndose de hombros—, le comenté acerca de las gráficas, creo.
Bill lo miró fijamente notando aquello, pero decidió dejarlo pasar.
—Oh sí, tus gráficas —mencionó el chico—, muy interesantes, por cierto, quién diría que esas gráficas harían cambiar las cosas tanto, ¿no crees?
Cuando el mayor soltó aquel comentario Dipper se detuvo de golpe.
—¿Qué te hizo cambiar tanto de esa pele- —Bill se detuvo antes de aclararse la garganta—, debate?
—No lo sé —mintió el castaño nuevamente encogiéndose de hombros.
—No es justo, no puedes mentirme dos veces —le dijo el rubio una vez que el chico dejo de lavar los trastes, para poder interrogarlo bien—, o me confirmas lo de que le hablabas de mí a tu familia o me dices que es lo que cambió ese día.
—Mmm —balbuceó el menor—, no quiero responder ninguna.
—No es justo —Bill hizo un pequeño puchero cuando Dipper lo vio—, tu familia me ha interrogado toda la noche, sin contar que es navidad.
—Ugh.
El chico soltó sonrojándose, no podía decirle que no a Bill cuando le hacía pucheros.
—Me quejaba bastante de que no pudieras darme la razón incluso aunque claramente la tuviera —al escuchar aquello el rubio rodó los ojos con diversión y el chico lo miró mal por hacerlo—, la tenía, no espera, aún la tengo, pero el punto es que nunca creí que mi papá se acordaría de eso.
Bill soltó una pequeña risa.
—Ahora lo otro, ¿qué cambió ese día? —insistió el mayor tomándolo de la cintura, pero Dipper negó con la cabeza.
—Sueñas que te responda eso también —le dijo pasando sus brazos a su cuello—, el día que soportes otra cena de éstas, pregúntame de nuevo y tal vez te responda.
—Es un trato entonces —comentó con una sonrisa, mientras le daba un rápido beso en los labios.
Dipper lo beso de vuelta aunque por dentro sabía que no había oportunidad de que eso pasará.
—Como digas —contestó al separarse.
—Espera —le detuvo Bill—, ¿has visto mi mochila?
—¿Qué pasó? Estaba aquí por las galletas —respondió antes de buscarla—, ¿ves? Ahí está.
Al momento de señalarla el rubio fue con rapidez por ella.
—¿Puedes regalarme un vaso con agua? —inquirió el chico.
Sin dudarlo el menor sirvió un poco de agua en un vaso y se la extendió al más alto, pero antes de que Bill logrará tomar el vaso el castaño lo apartó.
—Pero me lo devuelves —añadió y el rubio lo miró confundido—, porque es mi vaso, no te lo puedo regalar, el agua sí.
Bill lo miró durante unos segundos antes de soltar una pequeña risa, no podía con el menor.
—Eres adorable —le comentó antes de sacar un par de contenedores de su mochila.
—No lo soy —contestó con un tono que Dipper llamaría rudo.
Bill lo llamaría terriblemente adorable, pero como sabía que probablemente se ofendería más, sólo le dio un rápido beso en la frente, haciendo que el castaño frunciera el ceño.
—Como digas —respondió antes de sacar un par de pastillas de aquellos contenedores.
Dipper quiso replicar algo ante su comentario, pero al verlo tomar las pastillas se detuvo, simplemente no supo qué decir.
¿Bill estaba enfermo?
Al sentir la mirada del chico a su lado, los nervios actuaron en el cuerpo del rubio provocando que se atragantara con la última pastilla que se metió a la boca.
—¡Si estiras tu cuello te dejas de atragantar! —soltó el menor intentando ayudar a Bill.
El chico obedeció aquello y por raro que fuera, funcionó.
—Ugh, sabe horrible cuando pasa eso —murmuró el rubio antes de devolverle el vaso al castaño—, gracias, es todo tuyo de nuevo.
Dipper sonrió y simplemente dejó el vaso en el fregadero, lo lavaría después.
—¿Te parece si vamos a la terraza? —le preguntó el castaño.
—¿Con este frío? —el castaño asintió con certeza—, seguro.
—¡Mamá! —gritó Dipper asustando al chico a su lado—, ¡vamos a salir a la terraza!
Sin dudarlo el menor tomó la mano de Bill y salió de la cocina, pasando por el comedor, en el cuál los adultos seguían "platicando".
—Pasen tesoros, con confianza —les dijo Mary con una sonrisa mientras pasaban.
Al llegar a la sala ahí estaba Mabel en su celular y Dipper sabía que le estaba mandando fotos a su novio.
—¿Y bien? —inquirió su hermano sorprendiendo a la chica—, ¿de qué hablaron?
Una sonrisa se extendió por el rostro de la chica y sin dudarlo bloqueó su celular, era hora del chisme.
[...]
Dipper se estaba congelando de pies a cabeza, pero esa era la mejor excusa para estar acurrucado con el mayor.
Ambos se encontraban bien abrigados afuera en un pequeño columpio de madera en la terraza de los Pines y por más que Dipper había intentado conversar, el mayor no estaba muy partícipe.
Había un pequeño nudo en el pecho de Bill que había estado ignorando por los últimos minutos.
—Linduras —la madre de los Pines salió un segundo y aunque por un minuto los miró sorprendida al verlos abrazados, decidió pasarlo por alto—, les traje chocolate caliente.
Al escuchar aquello ambos se separaron un poco para tomar sus respectivas tazas.
—Muchas gracias —agradeció Bill sonrojado.
—¿Vas a querer que mi esposo te lleve a tu casa en un rato? —le preguntó Mary con genuina preocupación.
—Oh —balbuceó el chico—, no es necesario, planeaba llamar un taxi en un rato.
—¡Tonterías! —soltó la mujer—, no permitiré que te vayas solo a tu casa tan tarde, aparte Robert no tendrá ningún problema en llevarte y no quiero escuchar una palabra más, no esperen mucho para entrar, no quiero que se enfermen y Bill, me avisas cuando quieras irte para decirle a mi esposo, ¿entendido?
Sin dejarlos protestar, la madre de Dipper había entrado a la casa, dejando a ambos solos nuevamente.
Y tras un par de minutos tomando el chocolate caliente en silencio, el menor no podía seguir con la duda en la cabeza.
—Has estado bastante silencioso desde que salimos —murmuró el castaño, preocupado—, ¿pasa algo?
—Perdona, sólo estaba pensando en algo —respondió el rubio sacudiendo la cabeza un poco, intentando aclararse—, ¿sabías lo mucho que Will estaba muriéndose por dentro hoy? Conocía a los tíos de Gleeful, pero no a sus padres y Will estaba bastante asustado.
—Wow, ¿conocerá a sus papás? Creí que sólo sería con sus tíos, conocer a los padres de tu pareja es un gran paso —soltó Dipper antes de notar lo que dijo y simplemente se aclaró la garganta—, para Gleeful, claro está.
Bill lo miró con ternura mientras el chico se dedicaba a tomar de su bebida caliente con evidente nerviosismo.
—Yo igual estaba bastante aterrado ha decir verdad, creo que lo notaste —comentó el mayor.
—Dímelo a mí —soltó dejando su taza a un lado—. No sabía si estaba más aterrado porque me prohibieran verte o porque te dieras cuenta que mi familia está loca y no volvieras nunca más.
Bill rió ante eso.
—La verdad yo no estaba nervioso por eso, sabía que serían igual de geniales que tú.
—¿En serio? —preguntó confundido el castaño.
—En serio.
—¿Y por qué estabas nervioso?
—Por el hecho de conocer a tu familia, porque incluso con lo desastrosa que fue la cena en un principio... tus padres son geniales.
El mismo dolor en el pecho se repitió, pero nuevamente lo ignoró cuando Dipper tomo su mano.
—Mis padres ni siquiera tenían planes de vernos esta navidad, ni ningún otro día —añadió el chico viendo el cielo y entrelazando sus dedos con los del más bajo—, por eso me aterraba la idea de pasar la navidad sin Will, no quería sentirme solo, pero al mismo tiempo me aterraba más pasarla en una familia tan cariñosa como la tuya, ¿sabes?
Bill bebió un largo sorbo del chocolate caliente, gastándose el contenido de la taza y dejándola a un lado antes de seguir, y por más que el chico a su lado quería decir algo, las palabras no querían dejar su garganta, ¿qué clase de padres tenía el chico frente a él? ¿Por qué no querían pasar la noche con él?
—Pero no me arrepiento de nada y quiero que sepas eso —le dijo viéndolo fijamente a los ojos—, la razón por la que creo que está noche fue tan genial incluso con el caos que se creo, es porque estar contigo está noche me hizo sentir tan...
El mayor suspiró antes de seguir.
—No sé, no estoy seguro, sólo sé que no me había sentido así en mucho tiempo y no tengo las palabras para agradecerte por eso.
Sin dudarlo ni un segundo Bill rompió el contacto de sus manos para acurrucarse con el menor.
—Pero igualmente las diré: Gracias por regalarme tu compañía está navidad, Dipper.
El castaño sonrió acercándose más al mayor.
—No puedo entender muchas cosas, cómo la razón del porque tus padres son así o el porque las cosas se dieron de esta forma está noche —le dijo finalmente Dipper, mirándolo con ternura—, pero me alegra mucho la manera en la que todo resultó, porque mi navidad no hubiera sido la mitad de genial sin tu compañía, así que feliz navidad o feliz hanuka, realmente no sé que religión seas... o si eres ateo, en ese caso felices fiestas, Bill.
El mencionado soltó una pequeña risa ante eso.
—Felices fiestas, Dipper —le contestó dándole un tierno beso en los labios.
El castaño sonrió a medio beso y eso simplemente derritió el corazón del rubio.
Al separarse, Bill sintió la cabeza del menor acomodarse nuevamente en su hombro con una sonrisa formándose en su rostro.
Y a pesar de lo maravilloso del momento, no pudo evitar preguntarse por un segundo si Pino estaría pasando una linda navidad como él.
¡Hola!
¿Cómo están?
¿Felices? ¿Molestos? ¿Frustrados por qué Bill no puede procesar el hecho de que Pino y Dipper sean la misma persona? Es perfectamente entendible, aunque nosotras no lo llamaríamos "ciego" porque jiji, cosas del fic futuro, también pensamos que es un pendejo, pero así lo queremos mucho.
Dejando eso de lado, ¿les gustó el capítulo? ¿No creen que Ford es extremadamente cizañoso? ¿Creen que la cena haya sido un desastre bueno o malo para la parejita? ¿Qué pasará ahora? ¿Bill pasará su exámen de matemáticas de manera exitosa? ¿O le irá de la verga cómo me va a mí? ¿Seguiremos referenciado a Megamente? ¿Cuándo Blue Shakespeare y este fic dejarán de coincidir con las fechas ficticias?
Descubranlo en los siguientes capítulos.
Anyways, escribir este capítulo me ayudó mucho a sentirme mejor, así que espero que hayan disfrutado sus 8mil palabras.
Les queremos mucho.
Atte. Navidad 1 y Navidad 2.
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