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[Mini Historia]✦1

La noche se cierne sobre el campamento casi sin darme cuenta.

Después de la merienda me enfrasco tanto en el pabellón de los infectados que ignoro los llamados para la cena. Frente a mi se encuentran tres placas de Petri perfectamente bien alineadas, cada una con muestras de sangre de tres personas diferentes. Me apoyo contra la mesa observando la placa de la izquierda perteneciente a un hombre en la primera etapa de la llamarada. Sartén y yo lo encontramos en una de nuestras expediciones, muriéndose desangrado por la lluvia de balas que azotan las calles después del toque de queda; me decido a tomar una muestra antes de seguir con nuestro camino donde más adelante nos encontramos a un Crank dentro de las ultimas fases de la transformación. Sartén le disparó en la cabeza cuando intentó atacarnos y tuvo las agallas de tomar un poco de su sangre junto con un trozo de su cerebro que guardo recelosamente en una de las vitrinas del laboratorio; la tercera placa a mi derecha con sangre es mía, resplandeciendo entre las otras dos.

A simple vista parecen no tener diferencia alguna, pero viéndolas debajo del microscopio pueden apreciarse las fases de cada una. La sangre de los infectados está mutando, no sé de que manera, pero lo está haciendo. Es rápida, casi invisible. El virus se multiplica por milésimas de segundo separando la sangre en pequeños coágulos palpitantes. No me detengo a analizar mi sangre. Parece estar bien.

Si tuviera el valor de comparar estos resultados con los de algún falso negativo podría confirmar mis sospechas, sin embargo, me veo imposibilitada a hacerlo. La razón de usarme para seguir con estas investigaciones es precisamente para no caer en el cuadrante de los de CRUEL, usar a los chicos del campamento como conejillo de indias sería sacarlos de una jaula para meterlos en otra, además, Vince jamás me lo perdonaría. Chasqueo la lengua decidiendo seguir como hasta ahora, anotando en mi cuaderno los avances -o retrocesos- obtenidos con el paso de los días. La llamarada parece ser más real, más invencible, porque incluso, y teniendo en cuenta las opiniones de los médicos, ni siquiera los que nos decimos inmunes estamos a salvo de la transformación del virus.

Richard entra a la tienda caminando en mi dirección, observándome divertido mientras yo intento verle por encima de las gafas desgastadas que a veces uso para cuando debo quedarme muchas horas despierta. Él aparta mi cuaderno y el microscopio con cuidado sin derramar ni una sola gota de la sangre recogida.

—Arriba, nerd. Debemos ir a la sala de tácticas

—¿A esta hora?

—Parece ser que Vince necesita hablar con nosotros y dado a que eres la jefa de hospital...

—Claro

—Si sabes que Thomas enloquecerá cuando sepa lo que estás haciendo, ¿no?

—Y es por eso que no debe enterarse por ningún motivo—le advierto, guardando las muestras en su lugar. Richard sonríe—Sólo hago mi trabajo

—Eso es lo que todos decimos

—Hoy estas muy negativo, ¿algo nuevo?

—No realmente, es sólo que...—titubea, sacando una pequeñísima fotografía de su bata. Yo la observo notando un brazo enraizado en tonalidades verdes azuladas. Levanto la vista, espantada—Cuando los nuevos llegaron traje a varios al pabellón y... estabas en lo correcto

—Estás queriendo decir...

—Hay varios falsos negativos entre nosotros, si

—¿Cómo es eso posible? —pregunto poniéndome de pie—Los chicos son inmunes

—Palabra clave: supuestamente—suspira, apoyando sus manos en la mesa—Una de dos: o los de CRUEL fueron lo suficientemente estúpidos para equivocarse en los resultados o la llamarada está mutando rápidamente debilitando hasta a los más resistentes. Honestamente me inclino mas por la segunda opción

—¿Porqué?

—El virus ha comenzado a extenderse en el brazo de este chico, no obstante, es una extensión lenta, casi hibrida entre ser inmune y no serlo. Es difícil de explicar, pero me gusta llamarles sencillamente mestizos, si eso tiene algún sentido

—Debemos decírselo a los demás

—Por supuesto. Vamos

Me quito las gafas y ambos salimos de la tienda en un silencio que se expande por todo el campamento. Debemos caminar en la oscuridad pues para esas horas los bergs de CRUEL rondan por la ciudad buscando indicios de la resistencia. Richard maldice al chocar con un contenedor de metal, golpeándose el pie.

—No es tan gracioso cuando te pasa a ti

—Por supuesto que no, pero te pasó a ti y eso lo hace divertido

—Cierra la boca

—Que delicado

Cuando entramos a la sala veo a Thomas apuntando uno de sus dedos en el mapa, hablando con Vince mientras Sartén, Brenda, Newt y Jorge los rodean. Me coloco al lado de Newt y Richard camina hasta ponerse cerca de Brenda, sonrojado.

—Es en este punto—escucho a Thomas decir—Son algunos kilómetros lejos de aquí. Basado en las vías y en lo que nos dijo Aris deben dirigirse allá. Ahí es donde llevan a Minho. Llevaremos a quien pueda pelear, usaremos vías alternas, despistaremos a los vigías, no hay manera de que nos equivoquemos esta vez. Volveremos en diez días

—No tenemos diez días, el barco estará listo en dos—refuta Vince, cerrando el mapa de golpe. Yo suspiro, esperando la situación no termine en una pelea—Nos llevó seis meses llegar aquí y ahora tenemos a más de cien jóvenes, no podemos quedarnos en esta pocilga para siempre después de lo que hemos logrado. ¿Ahora me dices que quieres ir a un punto donde nadie ha ido jamás? Debes haber enloqueciendo, hijo

—Tienes que confiar en mi

—Creo que ya confíe suficiente, ¡Ni siquiera sabes que hay ahí!

—Yo sí, estuve en ese lugar hace algunos años—interviene Jorge—La ultima ciudad, así la llamó CRUEL, era su base de operaciones. Si esa ciudad sigue ahí es el ultimo lugar al que quieres ir. Es la boca del lobo

—No es nada que no hayamos hecho antes

—Si, pero con un plan de meses—hablo, haciéndole entender la locura puesta sobre la mesa. Thomas me mira—E información confiable. ¿Recuerdas la ultima vez que improvisamos? Nos emboscaron, Thomas

—No vamos a abandonar a Minho

—No estamos pidiendo que lo hagan, simplemente debemos ponderar las opciones

—Ya lo pensé, podemos...

—Oye, escúchame, la ultima vez que actuamos por impulso yo lo perdí todo—Vince golpea la mesa, enfurecido—Yo sé que es por Minho, pero no puedes pedirme arriesgar la vida de todos en el campamento por un solo hombre. Eso no es lo que un soldado hace

Thomas no acepta la decisión del líder. Está molesto y lo entiendo, pero debe saber que no hay tiempo para más desaciertos, al menos no con la situación empeorando cada vez más. Él sale de la tienda y yo le sigo de cerca, esperando a que Richard deje de babear por Brenda y decida hablarles a los demás sobre la llamarada.

—Entiendo tu molestia, Tom, todos queremos a Minho de vuelta

—No es eso yo...— se detiene mirando de nuevo hacia el muelle donde la luna hace brillar el barco—Me molesta que tengan la razón. Sé que es una locura, arriesgar al campamento por un viaje sin retorno. No sé... no sé cómo continuar

—Tenemos que pensar en eso, llegar a una solución juntos. No estás solo en esto, Thomas

—No hay tiempo para pensar, debemos encontrar a Minho en dos días

—Thomas...

—No vamos a irnos sin él

Suspiro, mirando mis manos

—¿Podemos hablar de otra cosa? ¿De algo, quizás, más importante?

Él asiente

—¿Qué pasa?

—El virus está mutando, Tom. No sabemos de qué manera, ni tampoco porqué. Hay... varios infectados en el campamento y...

—¿Infectados? Creí que todos éramos inmunes

—Lo somos, creo. Es... complicado. Mucho. Por eso creo que es mejor hacer caso a Vince, debemos irnos de este lugar en dos días como mínimo. Tal vez podamos descubrir el fondo del asunto en otras circunstancias—le hablo despacio, esperando entienda lo que intento decirle—Con o sin Minho

—No—se rehúsa—Lo encontraremos

—¿Cómo?

—Algo se me ocurrirá. Hablaré con Vince, él entenderá

—Nada de sorpresas, Thomas, te lo advierto—le observo, severa—No es broma, no quiero que actúes sin antes pensarlo

—¿Y cuándo lo he hecho?

—Oh, no sé, déjame pensar, ¡siempre!

—Vale, vale, ya entendí

—Bien—lo cojo de la mano jalándolo hasta los dormitorios. Él se resiste, pidiendo charlar con nuestro líder—Lo harás por la mañana, andando

Al llegar a nuestro lugar me quito los zapatos, él hace lo mismo y le sigue su camisa. Me recuesto en su pecho mirándole mientras beso su barbilla.

—Sin sorpresas—le repito. Él me abraza por los hombros

—De acuerdo

—Nada de eso, promételo

—Lo prometo

—Bien

—Bien

—¿Me abrazas durante la noche? —le pregunto. Él me besa

—Por supuesto

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