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Capítulo 3 (La mascara)

Continuación:


Pasos mojados adornaban el interior del corredor de su departamento, subiendo las escaleras el cansado diablillo, dejando en su rastro un camino puro y húmedo de sus huellas en cada escalón. Suspiro al llegar al tope de la cima.

Fue una larga noche...

Apenas el ruido de su llegada llamo a su cacera que estaba literalmente al frente de su puerta, salió disparada hacia él.

—¡Buckso! ¡¿Tiene idea de la hora que es en este momento?! — pregunto recriminándolo.

—De hecho, no — respondió con una mala cara. Estaba lo suficientemente jodido como para soportar a su irritante vecina.

—¡Ohg! — exclamó con asombro al ver el desastre que dejaban las huellas empapadas del imp. Blitzø al darse cuenta de lo que estaba pasado dio un paso atrás, siendo claro el chirrido húmedo que seguía en sus botas —¡Mi tapete nuevo! — regaño, teniendo al diablillo con las manos arriba a manera de vulnerabilidad, todavía con aquella particular mascara blanca en su mano —¡Bueno, esto lo pagara con su seguro de depósito, Buckso! — cobro como si el pequeño imp no tuviera suficientes cuentas por encima que pagar.

Blitzø dio un resoplido, buscando paciencia donde no la tenía. Estaba a nada de estallar.

—Oiga, Señora Mayberry... — llamo a la demonia de cuernos, piel morada y patas de cabra.

—¡¿Qué?! — grito con aire retante, con sus manos en su cintura a la espera de lo que le diría.

El demonio de cuernos largos alzo su brazo a manera de hablar o pelear, cerrando su boca lo mejor que podía. Él no era alguien que se guardaba los comentarios. Oh no, pero era la duella de todo este departamento después de todo, y si hacia algo que no debía sabía que se arrepentiría después. Bajo su mano que seguía sujetando el objeto recién tallado, rendido ante su sentido común después de todo.

—Nada~ — suspiro con desanimo, sin más ganas de seguir luchando. Rondando sus ojos con desprecio.

—¡Eso es lo que es usted, Buckso. Una gran nada! — palmo sus manos para darle aquel crudo insulto, metiéndose a su departamento para cerrar la puerta en una azotada detrás de la misma.

Blitzø frunce su ceño, parpadeando con total lentitud, teniendo en su cabeza al menos algo.

—¿No es hora de que valla al laboratorio ¡Para que le aprieten los tornillos?! — peleo su anhelado comentario de guerra, mirando la puerta cerrada —Siii...lo necesita — jadeo ya más calmado de liberar algo de tensión. Siguiendo su camino rumbo a su morada, todavía escuchando el sonido de sus empapados pies, pero ya hace rato le daba igual.

Encendió las luces, teniendo un cálido recibimiento por parte de su ser favorito de todo el mundo.

—¡Hoolaa! — saludo a su perrita Loona. Como la amaba. La canina de cuatro patas y de estatura pequeña salta a los brazos de su amo, lamiendo su rostro y dejándose acariciar por este mismo —¿Qué tal, Loony? — le dio un abrazo, acariciando su barriguita, caminando por su casa en busca de descansar —Sabes que no puedes brincar, es contra la reglas caninas — dijo a manera de sermón pero lleno de amor, bajándola para que caminara por el departamento.

Dio un suspiro de alivio al tener paz en su mente, vaya que ese ser peludo le ayudaba en sus malos ratos. Dejo el exótico accesorio encima de su ordenador para poder descansar.

Loona busco entre sus cosas su juguete favorito, un frisby mordisqueado por la misma. Mordiéndolo mientras gruñía en el proceso.

El imp busco entre su colección de casetes una de sus cintas favoritas, por ser un adulto no significaba que no le gustaban las caricaturas, todo lo contrario, era un buen alivio para él. Una buena dopamina de risa le venía bien entre muchos enojos.

—Esta, está bien — murmuro para él y su cinta seleccionada. Teniendo entre su posesión uno de los clásicos en caricaturas infernales de los años 90's, creada nada más y nada menos por unos de sus caricaturistas y productores favoritos. Frederick Bean Avery (Tex Avery). Eran todo un clásico.

Reprodujo la cinta en el videocasetera en su televisor, reproduciendo una de las escenas más icónicas para él, teniendo como primera toma a Joe, el lobo. Alagando, silbando, aullando y dándole un sin fin de aplausos a la joven muñeca que bailaba. Dicha escena ocasiono un par de carcajadas en Blitzø, paro su risa al sentir como Loona intentaba llamar su atención, brincando en su pierna con su juguete en su hocicó.

—¿Qué quieres? — le pregunto el hombrecito a su amada mascota como si esta le fuera a responder —¿Quieres que te lance eso?...No estoy cansado — confeso para darle una sonrisa rápida y complacer a la perra —De acuerdo — accedió, queriendo tomar el frisby entre sus manos —lo lanzare una vez...— intentaba quitarle el objeto amarillento, siendo algo difícil si su perro se ponía en ese comportamiento y se negaba en darle su juguete —¡Pero no puedo lanzarlo si no lo sueltas! — la reprendió, eso pareció ser todo, pues apenas termino su frase la canina de estatura pequeña abre su hocico lleno de dientes, ocasionando que el joven se golpeara un poco la boca con el masticador de su hija.

Se sobo el labio, casi callándose de la cama, la perrita se aleja, escuchando un "¿Lista?...¡Ahora!" de su dueño para lanzarle su más amada posición, atrapándolo en los aires como toda una profesional.

—¡Buckso, baje el volumen de las caricaturas! — tardo su diversión poco al escuchar el odioso grito de su casera del otro lado de la habitación.

Vaya suerte al tener que compartir un poco de su espacio con ella.

—De acuerdo señora ¡Mayberry! — fue ascendiendo su todo, tomando el mando del televisor con frustración, cambiando de sintonización a la primera mierda que se le cruzara por la pantalla.

El primer plano estaba una mujer demoniaca, con extremidades humanoides, haciendo a lo que a Blitzø se le apareciera una entrevista.

—Doctor Neuman ¿Nos dice que todo el mundo usa una máscara? — pregunto la fémina.

—Así es Wendy — asiente ahora un demonio alce —Todos usamos mascaras metafóricamente hablando. Suprimimos el "yo", nuestros deseos oscuros, y asociamos una imagen más socialmente aceptada — explica este, teniendo toda la atención de Blitzø, pareciéndole una mierda barata que cualquier filosófico se le puede llegar a pasar en la cabeza gracias a la "sabias" palabras o consejos de cualquiera galleta de la fortuna barata en las gasolineras a tiempo completo, pero que por otro lado, si era algo un tanto asertivo. No por eso dejaba de ser cliché.

—Bueno el libro es por supuesto "Las máscaras que usamos" por el Docotor Athor Nueman — procedió a mostrar el mano escrito del demonio de edad avanzada, teniendo como título "the mask we wear" junto con la imagen de una careta —Muchas gracias por estar con nosotros — fue lo último que escucho decir a la chica el imp antes de que apagara la televisión, ciertamente no estaba encontrando nada interesante a estas horas de la noche para entretenerse.

Loona segundos antes de que su padre callera viendo esa entrevista, estaba estudiante el objeto extraño que trajo Blitzø, gruñendo de lo raro que era aquella mascara de porcelana blanca. Loony llama la vista de su amo, arrugando el entre cejo al ver a su animal atraído por su hallazgo.

—¿Qué te pasa? — pregunto desconcertado —¿Qué sucede? — se levantó de su cama a dirección hacia su perro, tomando aquella mascara que su perro le prestaba mucha atención —¿Qué buscas he? — acaricio su cabecita con su mano libre —¿Te gusta esto? ¿Te gusta? — pregunto juguetón , refiriéndose a su accesorio elegante —Las máscaras que usamos — repitió esa frase cuyo nombre era de ese manojo de hojas en una portada, caminando hacia un espejo de estatura mediana que estaba cerca suyo —"Así es Wendy...todos usamos mascaras metafóricamente hablando"...JA — remedo aquel señor con algo de burla, mirando su reflejo con su nueva mascara en sus manos a la altura de su pecho.

Le dio la vuelta, con la intención de ponérsela y ver cómo le quedaba, sin parar de mirar su cara en el espejismo del cristal acercaba de apoco ya mencionada carta, teniéndola a muy pocos centímetros de su rostro, pasando algo inexplicable.

Apenas sintió la fría cerámica rosar sus musculo faciales, percibió como esta misma se adhería a sus rasgos, como si lo estuviera chupando o pegándose a su piel, esto espanto al joven demonio, pegando un minúsculo grito de la impresión, siguiendo a mirar su cara atemorizada.

—Si claro...~ — soltó en un susurro lleno de escepticismo. Ni el mismo se podía creer lo que acababa de pasar.

Frunció su ceño con extrañeza, volteando su cuerpo a otro lado lejos del espejo, bajando la máscara ahora a la altura de su cadera, alejándola lo más posible de su cara, mirando con detenimiento y volviéndose a sorprender cuando aquel brillo encantador volvió a dormir sus nervios.

Loona mueve su cabeza en un gesto de incógnita. En medio de no saber qué era lo que pasaba, solo siguió con su querer original, flexionando sus codos, volviendo a su acción de volver a querer ponerse bien esa cosa, acercándola tan tortuosamente lento pero conciso, llegando al fin a donde debía de usarse ese largo y llamativo antifaz.

Una vez que el material tomo por completo su cara no hubo vuelta atrás. Removiéndose a gusto y complacencia por toda su cara, acomodándose como debía de ser, llegando incluso a cubrir la parte posterior de su cabeza, la incomodidad sentida era tanta que quiso quitarse, pero ya era demasiado tarde, poso sus garras en el borde que se fusionaba de la máscara, no logrando su plan. Loona ladra preocupada, viendo todavía como su padre se retorcía de un aparente dolor. El imp alza su cara, gritando como podía, rasguñando su cara con sus largas garras, sin lograr un avance, tan solo marcando como en la misma de forjaban larga tiras celestes en su rostro, fundiéndose cada vez más y más en su apego. Loona no lo soporto más, escondiéndose debajo de la cama de su mano, teniendo presente solo los gritos de este ahora.

Blitzø al tan solo tiempo de que dejo de luchar con aquella identidad que lo poseía, fue en ese instante que como si ahora la tención que cargaba en su rostro se trasladara a cada centímetro de su cuerpo, como si de una energía sobrenatural lo estuviera manejando, provocando que de manera inconsciente su cuerpo mismo se trasladara a cada rincón de su casa a manera de tornado. Siendo posible escuchar y ver cada relámpago golpear el cuerpo de Blitzø, siendo cualquiera testigo de su esqueleto revelado; desordenando todo su departamento en un chiquero (más de lo que ya estaba) al no tener ahora conciencia propia de sus actos.

Los gritos nunca cesaron, al contrario, cada vuelta, punzada y pega que sentía su carcasa hacia que perdiera cada vez más el conocimiento, dejándolo solo poder lamentarse como se le daba la gana por la rara y nueva experiencia.

Las vueltas que ejecutaba su cuerpo en su propio eje, moviéndose de un lado a otro frenaron así como empezaron, terminando con una nueva y no conocida personalidad para cualquiera que lo viera.

La garra puntiaguda de Blitzø sujeto el borde sobresaliente de su pie de cama, sonriendo de la completa euforia que tenía, dejando al descubierto su nueva apariencia, siendo esta su más resaltante sus rasgos al tener la mitad de su cara completamente blanca. Con una sonrisa diabólica, llenada de colmillos exageradamente largos, resplandeciendo como un montón de dagas, su vestimenta también era diferente, llevando consigo un conjunto llamativo de color rojizo con detalles dorados, cargando una camisa blanca y una corbata de la misma tonalidad en los detallados, teniendo unos largos y ajustados tirantes negros. Como toque final se encontraba en una majestuosa pose, como si fuera renacido y nunca antes se fuera sentido así de bien en su vida.

—Ssss~ ¡Magnifico! — siseo al estilo de una serpiente, repleto de terminación. Brillando su ojo completamente rojo en su parte correspondiente de la zona en donde su blanquecina tonalidad se extendía. Se movió de forma casi fantasmagórica a su espejo, mirándose con completo orgullo —¡A festejar, amigo! F-I-E-S-T-A, es que ¡La necesito! — ya con su deseo asegurado, se deslizo hacia su puerta de entrada, saliendo de la misma, parándose en el corredor, su puerta siendo cerrado como obra y gracia de un Dios invisible.

Camino con total relajación, dando zancadas confiadas y algo extrovertidas como divertidas. Miro la puerta de su vecina, leyendo como en su puerta estaban las letras "Administradora" junto con otro cartel pequeño en el pomo de su puesta. "Silencio por favor" era su entender.

Blitzø (o lo que quedara de él) a manera de romper la cuarta pared chitea, poniendo un dedo en sus labios para soltar en largo y decadente "Shhh". Pretendiendo supuestamente caminar lo más silencioso posible en puntillas. Todo su plan (aparentemente) se hecho a perder cuando un reloj despertador con vida propia salió de la nada de uno de los bolsillos de su abrigo. Era evidente que todo esto era una broma de venganza, pasándose por alguien que "quería" guardar silencio.

—¿He? — soltó, mirando como aquel reloj saltaba de un lado a otro, burlándose de él, con un sonido más que irritante y alarmante cuando te despierta tu propia alarma. La máscara intenta retenerlo con sus brazos, siendo esto imposible. Sonríe al reloj al ocurrírsele una idea, mostrando sus largos y atemorizantes colmillos en el acto.

Del bolsillo de su pantalón colorido saco un extraordinario maso de madera, carcajeándose como psicópata de película de terror al tenerlo en sus manos. El reloj tiembla del miedo, soltando algunas tuercas en el proceso. La máscara da su primer golpe, estampando su enorme martillo al piso de madera, dejando un enorme agujero en este, el reloj antes de su ataque salta a otro lado, evitando su fin. El Blitzø blanquecido y ciego por apagar aquella cosa da un enorme porrazo en la pared de su vecina, dejando otra huella de destrucción en la misma, siendo completamente en vano al ver como el reloj volvía a salvarse de él.

Su suerte no duro por mucho tiempo más al pararse detrás de la máscara, dándose la vuelta para inclinar su cuerpo hacia atrás, usando la fuerzas de sus caderas y aullando como todo un maniático mientras pegaba su poderosa arma al piso, destruyendo por completo ese despertador andante.

—Silencio~ — comento coqueto y divertido. Sonriendo por su acto cometido.

Todo ese alboroto dio con los resultados que quería. Su administradora salió de su departamento por aquel escandalo afuera, topándose con lo que podía hacer ahora su mayor pesadilla.

La señora Mayberry que ahora tenía una mascarilla hidratante en toda la superficie de su rostro, miro horrorizada ver aquel rostro mucho más blanco que el de ella. Queriendo gritar apenas ese ser se dio la vuelta, y eso hizo. Era normal ver demonios aterradores, pero ese era una gran excepción.

—¡AAHHHHHH! — soltó la señora con terror.

—¡AAAHHHHH! — la acompaño Blitzø al mirar su cara también. Saliéndose de sus cuencas orbitales sus ojos; su lengua siendo feroz mente azotada de arriba/abajo con sus gritos, así prosiguiendo en hacer morisquetas bufonescas en el proceso.

Mayberry no se dejó derrotar, sacando de su casa un rifle, apuntándolo hacia su dirección.

La máscara sin una pisca de remordimiento se prepara para escapar. Saltando de un lado a otro, entre el piso, paredes y el techo del pasillo. Dejando a su paso un camino de destrucción y caos, acompañado de los balazos que sin ningún esfuerzo esquivaba con sus saltos sobrenaturales. La mujer da un último disparo, haciendo que ese anormal sujeto saltara por la ventana al final del corredor, gritando al momento de que su cuerpo caiga por los aires y era ferozmente estampado contra el piso, agrietando este con su peso de por medio.

Cualquier demonio fuera muerto con esa caída...

Su mano delgada como el papel y elástica como la goma se alza, estirando lo mejor que podía sus dedos, sujetando su cabeza para despegarse el pavimento, sus ojos al estilo de una caricatura eran separados de sus cuencas otra vez, apartándolas del suelo para que volvieran a su estado "natural"

—Mira mamá, me aplastaron, AJAJAJAA — se rio ese ser de apariencia caricaturesca de su condición. Desuniéndose su cuerpo contra el piso frío. Su cuerpo estaban literalmente como una hoja, teniendo su contextura a la de una 2D. Se removió con su propi extremidad, así volviendo a recuperar su contextura normal, acomodándose las solapas de su traje con una sonrisa a manera de broma en el acto.

Su sonrisa se fuerza un poco al ver como un auto lo amenaza, soltando escandalosas cornetadas a su persona y gritándole maldiciones para que se apartara de su camino. Era evidente, estaba en medio de la calle después de todo. Sin embargo, eso no le gusta para nada a la máscara.

—Creo que quiere comunicarse — susurro para la audiencia que según él lo estaban observando, acomodándose bien el nudo de su corbata. Se dirigió al conductor frente al auto, sin dar un solo paso, teniendo ahora en su mano izquierda una bocita de color negro y dorada, de tamaño pequeño. Las siglas "Apriétenme suavemente" eran las que decían en la superficie de presión, teniendo tan solo dos de sus dedos el ser de apariencia maniática.

Al ejercer tantita presión, el demonio que estaba en el auto fue testigo del más tormentoso de todos los ruidos. Dejándolo sordo al ser atacado por una oleada de bocinas y gritos que emanaban de su instrumento, juraría incluso que vio una boca salir de la misma. El sonido fue tan aberrante que rompió cada cristal de su auto.

Apenas el enmascarado decidió dejar al demonio en paz fue cundo dejo de presionar su corneta, soplando en su interior, y presumiendo el poder de la misma, quitándose de su hombro los ligeros cristales que reposaron en él apenas ejecuto su ataque.

Sin palabras. Fue tal cual como quedo el demonio ahora con sus cabellos levantados y aturdido por el ruido. Escapando lo más rápido que podía de la escena de terror.

La máscara camino por las oscuras calles del infierno, dando unos extravagantes paso en su caminar, tarareando una melodía que sonaba en su cabeza. Fuera seguido con su plan inicial si no fuera por un ruido que lo saco de sus pensamientos exóticos.

Un tipo con apariencia peligrosa se subió a la cima de un auto, mirándolo de refilón al tener ahora la atención de otro sujeto con peor vestimenta que el anterior.

—Oye ¿Tienes la hora, amigo? — un demonio con contextura gruesa y dominante, acerándosele al imp de manera perjudicial.

—Realmente así es, gordinflón — respondió seguro el diablillo, sin ninguna pisca de miedo en sus ojos, dando una larga zancada, acercándose de manera confiada al aparente maleante ante él.

Los amigos del demonio se acercaron a los dos, con armas tan amenazadoras con el solo propósito de dañar al imp que tenían entre ellos.

El enmascarado demonio saco de su enorme saco un reloj de bolsillo, sonando sus manecillas de manera constante y un poco exagerada de como un reloj normal debería de sonar.

—¿Qué tal? — formulo mostrando su temporizador al enrome demonio, sonriendo todavía más grande, sin importarle que los amigos de este agresor seguían aproximándose a él con muy mala sentenciones —Faltan dos segundos para que te pellizque la nariz y te suba los calzoncillos sobre la cabeza — respondió alegremente, casi en manera de amenaza.

El demonio corpulento miro el artilugio frunce el deño en desconcierto, posando sus ojos al chico que tal parece le dio una amenaza un tanto extraña e infantil, pero vaya que si la cumplió. Apenas sonó la hora dada estrujo entre sus dedos la nariz del demonio grandulón, buscando entre sus pantalones los calzones blancos, colocándose sobre sobre su cabeza, impidiéndole ver algo, aprovecho esto y empujo al tipo a sus acompañantes, sujetándolo para impedir su caída.

—¡Sigan me~! — propuso, señalándose así mismo, corriendo hacia un callejón oscuro.

Los maleantes no se hicieron esperar, correteándolo con sus armas caseras a mano, aproximándose a lo que por un instante se sintieron perdidos.

En el fondo del callejón donde se suponía que debía de estar el imp solo e indefenso, ahora estaba el mismo, pero encima de un podio llamativo, con música incluida en el fondo, preguntándose de donde venía; y ni hablar de las luces coloridas que se proyectaban a sus espaldas para ser la ocasión más festiva. Incluso su atuendo cambio como por arte de magia, de hecho, todo parecía haber parecido así. Cargando con él una camisa blanca, usando un moño algo ridículo, rayado de líneas amarillas y rojas, con un chaleco del mismo estampado, junto con un sombrero corto, teniendo en su derecha un bastón con quien golpeaba su podio para llamar más la atención de los demonios vandalitas.

—¡Suban aquí, vamos, acérquense. No les de pena! — invito el imp enmascarado. Animándolos a que se acercara a él —¡Nadie quiere a un rebelde vestido de piel! — los señalo a todos, provocando una que otra risa curiosa e incómoda en el grupo —¡Muévanse! — ordeno serio pero sin dejar su carisma el chico imp.

La banda de maleantes obedece, acortando su distancia con la del demonio de largos cuernos y estilo llamativo.

—Mi primer truco...— hablo con confianza, sujetando un globo delgado y largo, ya inflado, empezando a contorsionarlo para darle la forma que tenía en mente —...será...algo especial para ti hijo — se refirió a uno de los sujetos, con una barra larga de metal. Mientras que estaba a punto de terminal su animal de globo esboza una larga sonrisa de boca abierta, demostrando su obra maestra —¡Y aquí tenemos una jirafa! — anuncio con emoción —Aquí tienes hijo, ahora lárgate me molestas — ladro al final con desdén, eso sin dejar su curvados labios en una mueca contenta.

—Gracias — dijo el demonio con gratitud, recibiendo con gusto su animal de globo, sin haber recordado que hace momentos atrás lo estaba persiguiendo con intenciones homicidas.

—Qué lindo — soltó la chica del grupo, queriendo agarrar a la jirafa, pero siendo evitado por el pecador que no quiso compartir con su regalo.

—Y ahora...— saco de su bolsillo lo que debería de haber sido un globo, no obstante, no fueron uno de los que él tenía en mente, teniendo en su lugar un condón usado —lo siento este bolsillo no — descarto rápidamente aquel preservativo, arrojándolo a cualquier lugar del callejón —¡Para ti hijo! — señalo al que momento atrás le pidió la hora, malabareando con un nuevo globo rosa en sus hábiles manos —un personaje extranjero — explico terminando su nueva creación —Un French Poodle — lo nombro con delicadeza, dándoselo a su acompañante con mucho cuidado.

El demonio de chaqueta de cuero sonríe con entusiasmo. Alegre de recibir tal objeto, poco le tardo su brillo al ver como ante sus ojos se desinflaba el globo entre las manos del imp.

—Lo siento, hijo. Tenía rabia y tuve que asesinarlo — le explico con una sonrisa naturalmente alegre.

El hombre quien no pudo tener su regalo hace un puchero de la decepción.

—¡Y último, pero más importante, mi favorito! — anuncio tomando un globo de color negro, puliéndolo con sus manos y haciendo maromas con el mismo, lamiéndolo de un lado a otro incluso, moviendo sus manos entre sus brazos para darle figura, accionándola de cierta forma al acomodarla y darle forma de una manera inimaginable —¡La metralleta~! — presento con una galardonada sonrisa, apuntándolos con la misma.

EL grupo de demonios salieron del trance en el que estaban, recordando lo que a este tipo querían hacerle y en la posición que ahora se encontraban. Corriendo antes de que disparara. Muy tarde, al momento de que se dispusieron a huir la máscara acciono el gatillo a su gusto, soltando balas por doquier, disparándole a más de uno, hiriéndolos en el proceso y matando a unos que otros, pocos se salvaron.

Una vez que su tarea fue completada, arrojo su arma a los basurero con los que estaba rodeado, escuchando de fondo como un gato de quejaba.

—Esto es increíble — se habló así mismo, mirándose las manos con asombro, como si se diera cuenta de su habilidades sobrenaturales por primera vez en toda la noche —Con estos poderes podría ser...— rebaso su podio de un salto, parándose al frente del mismo —¡Un súper héroe! — poso sus manos en su cadera, sonriendo por cómo se autoproclamaba —¡Combatir el crimen, proteger inocentes, trabajar por la paz en el infierno! — dijo en alto, alzando su dedo índice a forma de juramento, estaba que vomitaba por sus estúpidas palabras, ni el mismo se creía esa clase de tonterías —pero primero~...— miro otra vez a la cuarta pared, desplazándose a una alta velocidad a donde quería llegar.

Una pareja de demonios trabajadores estaban cenando en su taller, los mismos que ese día se atrevieron a estafar a Blitzø. Bebiendo y comiendo mientras se reían entre ellos mismos. Todo muy bien hasta que escucharon un estruendo en su entrada, mirando como la abría con una extraordinaria fuerza un sujeto que nunca en su vida había visto, o al menos reconocido.

—¡Tengan listas todas sus cosas, es hora de salir a dar una vuelta! — grito comenzando su espectáculo un Blitzø ebrio de poder de venganza, teniendo en sus manos un par de partes de auto enormes en sus manos. Al instante que termino su invitación, procedió a dar sus ya conocidas vueltas remolinadas, acercándose cada vez más a los demonios mecánicos, provocando un gran desastre en su lugar de trabajo.

Teniendo como únicos espectadores de aquella pesadilla a los pobres demonios que de inmediato se atemorizaron, abrasándose así mismos sin saber qué hacer. Blitzø hizo de las suyas esa noche, teniendo como música para sus iodos los gritos de auxilio y dolor por parte de esos mequetrefes que le hicieron pasar una muy mala noche con su auto mediocre, y su confiancitas mediante los trabajos que le hacia su amada van.












Al fin, tenemos a nuestro amado y loco enmascarado. Es la primera vez que me apego a los diálogos casi tal cual que en la película en todo un capitulo xd

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