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CHAPTER TEN
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Minji hizo lo que siempre hacía cuando llegaba a casa después de un día largo y aburrido de clases. Se sacó las zapatillas, tiró su bolso y la corbata en el sofá y corrió a la cocina para buscar algo con lo que matar el hambre.

Pero al entrar en la cocina en lugar de comida, encontró a su madre sentada en la mesa, con los ojos rojos y lágrimas cayendo por su rostro.

—¿Mamá? ¿Qué pasa?— Preguntó, temiendo oír la respuesta.

No recordaba haber visto llorar a su madre antes, al menos no de esa forma. La mayor era una persona fuerte y sabía controlar muy bien sus emociones, en momentos tristes ella solo pasaría las horas distrayéndose con sus obras de arte o comprando cosas inútiles, pero pocas veces se dejaba ver llorar.

Ella no contestó. En vez de eso comenzó a llorar aún más fuerte, para luego golpear sus manos fuertemente en la mesa, murmurando cosas que la joven Minji no pudo comprender.

Minji, que en ese entonces solo tenía catorce años, se encontraba totalmente confundida e insegura sobre qué hacer. Quería consolar a su madre, aunque la asustaba las reacción que podría tener ya que la simple pregunta que le hizo ya había empeorado las cosas.

Valiente, se acercó a la mayor, abrazándola suavemente mientras le susurraba palabras reconfortantes. 

—Lo siento mamá, no quise molestarte— Se las arregló para decir, mientras acariciaba su cabello, tal como lo hacía su madre cuando ella era pequeña. 

—Está bien, estoy aquí. Solo dime cómo puedo ayudarte. Por favor, mami— Una vez más sus palabras no ayudaron en lo absoluto, solo logró que su llanto empeorará. Su maquillaje usualmente perfecto ahora estaba completamente arruinado.

Minji sintió ganas de llorar también, aunque no tenía ni idea de la causa por la que lloraba su madre, aún así podía sentir el dolor en cada sollozo. 

Su mamá nunca respondió sus preguntas. Pasaron los minutos mientras lloraba hasta que apenas podía respirar, Minji no la soltó en ningún momento, intentando hacer que se sintiera mejor.

Minji entendió la gravedad de la situación cuando su hermano pequeño llegó a casa con una expresión triste en el rostro. Parecía que estaba haciendo todo lo posible por contener las lágrimas. El se acercó, abrazándolas a ambas, disculpándose por algo que Minji no entendía. 

Tener a su hermano cerca no hizo que su preocupación se calmara, en realidad fue todo lo contrario, le hizo darse cuenta que las cosas eran mucho más graves de lo que pensó.

Sus tíos entraron después de un par de minutos, sus rostros reflejaban los mismos sentimientos que la de su hermano.

Minji no tuvo la necesidad de preguntar, ya se imaginaba lo que sucedía.

Más tarde, sentada en el sofá, donde solía acostarse y mirar la televisión con pereza, escucho la peor noticia de su vida. Sin embargo, luego de lo ocurrido horas antes, ella ya esperaba algo así.
Su padre, el hombre bajo, con sonrisa brillante y ojos cálidos, ya no estaba con vida.

Los crímenes ya no eran algo normal en la sociedad. Pero no se podía evitar la muerte. De todas las formas posibles, un paro cardíaco se había llevado a su padre. Estaba trabajando normalmente en la librería, sintió un fuerte dolor en el pecho, y no pudo aguantar hasta que llegara la ambulancia.

Minji todavía lo sentía irreal.

Ella había estado con su padre en la mañana, habían tenido la habitual conversación en la que su padre le insistía para que trabajara con él en la librería, él afirmaba que sería una buena experiencia para ella y que los uniría aún más, además de que ganaría un dinero extra. A Minji nunca se le había hecho fácil la escuela, por lo que siempre se sentía abrumada por los estudios, rechazando las ofertas de su padre, diciéndole que lo haría cuando tuviera tiempo libre.
Ahora deseaba haber aceptado sus ofertas.
Sin tan solo ella hubiera estado allí con él, ayudándolo, atendiendo a los clientes, quizás el...

Un suspiro se escapó de su cuerpo.

Su lado racional sabía que era una tontería, pero aún así su mente seguía pensando en el "que hubiera pasado si" y no podía ignorarlo. Quizás no podría haber evitado su muerte, pero por lo menos lo habría intentado de alguna manera. 

Incluso luego de horas su madre no mostró signos de mejorar. 

En el funeral comenzó a llorar aún más fuerte que antes, sosteniendo una foto de su esposo abrazándola mientras murmuraba cosas sin sentido. O por lo menos Minji quería no entenderle. Susurraba acerca de querer ir con él. Minji de verdad no quería escucharla.
Apenas podía con la pérdida de su padre, no sería capaz de seguir adelante sin su madre también.

Su hermanito abandono por fin su fachada de hombre fuerte, actuando como el chico de corazón sensible que era. Sus tíos hacían lo que podían por consolarlo. Seguramente habrían hecho lo mismo por ella, pero la pequeña niña estaba demasiado concentrada en su propio dolor como para aceptar sus amables gestos.

Minji estaba llorando, sentada en una esquina de la gran sala, mientras esperaban a que llegara el cuerpo de su padre.

Ella se encontraba abrazando fuertemente sus rodillas, mientras su cabeza descansaba en ellas. Podía sentir como la energía abandonaba su cuerpo lentamente. Su mente que hace unos momentos estaba llena de recuerdos de su padre, ahora se estaba convirtiendo en un espacio en blanco. 

Ella nunca pensó que eso podría pasar ¿Qué iban a hacer ahora? ¿Cómo podrían seguir adelante cuando su padre no estaba cerca? ¿Cómo harían para superarlo? 

Saber que nunca volvería a verlo hacía que su corazón se hundiera completamente en su pecho, el dolor la inundaba, mientras sus lágrimas caían constantemente.

La pequeña niña perdió la noción del tiempo mientras los sollozos seguían sacudiendola, el dolor era demasiado como para hacer otra cosa.

—Sé que duele, cariño. Pero no eres la única sufriendo. Ahora lo que más necesitamos es estar juntos— Una voz familiar, firme y sorprendentemente tranquila, sonó cuando su abuela se le acercó. La mujer mayor le apretó el hombro reconfortante, lo que la impulsó a levantarse para luego rodear sus pequeños brazos en ella.

Minji sintió que sus piernas se debilitaban, como si estuviera a punto de desmayarse. Sin embargo, el cálido abrazo la mantuvo en pie. El olor dulce de su abuela la logró calmar un poco. La mujer mayor no lloraba, pero sí tenía una expresión desconsolada en el rostro, era muy fuerte. Minji había perdido a su padre, pero esa mujer había perdido a su hijo y era igual de doloroso, pero ella no lo mostraba, sino que se encargaba de que el resto de la familia sobreviviera.

La mujer mayor la guió de regreso con su madre y su hermano y les dijo que se prepararan para saludar a la gente y recibir las condolencias. La joven Kim hizo lo que le pidieron, haciendo todo lo posible por contener las lágrimas.

Su madre, al contrario, no había parado de llorar en ningún momento y su hermano pequeño estaba haciendo todo lo posible por consolarla. Ella no estaba bien, pero no podía dejar que su abuela hiciera todo el trabajo sola. 

Esa noche, fue la noche más larga de su vida, aunque el día siguiente no mejoró.

Su padre, se había llevado con él, todo el equilibrio de la familia, dejándolos rotos y perdidos. 

YooInna no podía aceptar la pérdida de su alma gemela, se aferraba a cada pequeña cosa que su marido poseía, variando entre momentos de gritos silenciosos y los de negación. Se había obsesionado con la seguridad y la salud de los niños, hasta tal punto que no permitió que Minji fuera a la escuela los primeros días. Por esa razón su abuela intervino, convenciendo a su madre de dejar la casa y que la acompañaran a su ciudad natal. 

Fueron tiempos difíciles. Tuvieron que abandonar sus viejas vidas, para aprender a vivir una nueva en la que su padre solo era un recuerdo. Minji lloró cuando dejaron la casa, pero lo hizo aún más cuando cerraron la librería. Ella sabía lo importante que era ese lugar para su padre y todo el esfuerzo que había puesto en él. Su madre jamás vendería el lugar, pero no podían mantenerlo, por lo que tuvieron que guardar todos los libros en un almacén y alquilar el edificio a uno de sus vecinos.

La abuela les había dicho que podrían abrir la librería de nuevo cuando las cosas mejoraran, y aunque no había sido su intención, dejó una gran marca en la niña, que desde ese momento se prometió hacer todo lo posible por que el lugar volviera a ser lo que era. 

Se mudaron a Busan solo unos meses antes de que Minji comenzará la secundaria, con la esperanza de que el cambio de ambiente mejorará un poco las cosas. Y lo hizo, hasta cierto punto, pero era imposible ignorar el dolor de perder a alguien tan importante. Ese dolor fue mucho más fuerte para su madre, como una cicatriz que nunca se curó por completo y la dejó un dolor para siempre.

Sus años en la secundaria no fueron fáciles, ya que tuvo que asumir una nueva posición en su familia. Se había vuelto más responsable y atenta, tratando de compensar la falta de actitud de su madre. Minji nunca la culpó por eso. La gente dice que perder a tu alma gemela era como perder una parte de ti mismo y al ver a su madre, ella podía comprenderlo claramente. Entonces, hizo todo lo posible por ayudarla a volver a lo que era y recuperarse, haciendo todo lo que le pedía, esperando que eso fuera suficiente.

Cuando cumplió dieciséis años, oro para encontrar a su alma gemela, pero además, oro para quien quiera que fuera, estuviera a salvo y feliz. Había aprendido cuánto dolor podía causar una conexión tan poderosa como esa, pero también había presenciado cuánta felicidad podía traer. Minji no pudo evitar pensar, que todo mejoraría cuando se encontrara con su pareja, tal vez así, podría volver a sentirse ella misma como antes.

En ese mismo año, otra niña que había cumplido los dieciséis estaba con esperanzas similares, esperando impaciente a que su marca apareciera. Sin embargo, esta niña no esperaba conocer a alguien nuevo, sino que contaba los días hasta cierta fecha de noviembre, con la esperanza de poder confirmar lo que su corazón le estaba diciendo.

Minji siempre había esperado a su alma gemela, sin saber que ella ya deseaba a alguien más. El día en el que falleció su padre se había llevado consigo no solo a su amado progenitor, sino también a su oportunidad de encontrarse con Yoohyeon en el momento indicado, y tal vez, también le habían quitado la única oportunidad de tener un final feliz con ella. 

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—¿Bora?— Preguntó Minji en voz baja. 

Estaba recostada en el sofá, en una posición en la que podía ver a su amiga medio dormida, sentada en una extraña posición en un sillón frente a ella. Estaba segura que su amiga no estaba borracha, a pesar de que habían bebido una buena cantidad de alcohol.

La contraria probablemente estaba sintiendo los efectos de todo el pollo frito que había comido a una velocidad increíble. Se sorprendió de que "una fanática de lo saludable" como Minji hubiera comprado comida chatarra, y pensó que era mejor comerlo rápidamente antes de que cambiara de opinión.

—¿Hm?— Respondió Bora, mirándola con los ojos estrechos. Ella sabía que algo le ocurría a su amiga, no estaba actuando normalmente. Se conocieron en su primer año de universidad, pero se acercaron bastante de inmediato. Ella sabía que algo ocurría aunque no le dijera nada. Bora esperaba que su amiga se lo contara, para poder ayudarla de alguna manera, Minji seguramente no estaría de acuerdo con sus locos planes, pero por lo menos la haría sentir un poco mejor.

Sin embargo, no espero para nada la pregunta que surgió. De todos los temas que podían hablar, este era el que menos le gustaba.

—Bora ¿Cómo se siente encontrar a tu alma gemela?— Preguntó con tono serio, mientras sus ojos oscuros no dejaban de ver hacia la contraria esperando una respuesta. 

Era un tema delicado y doloroso para ambas, por razones completamente diferentes.

Bora no respondió de inmediato. Se mantuvo en silencio, hasta que finalmente dejó la lata de cerveza que sostenía a un lado, frotando sus manos en su muslo intentando mantener la calma.

—Es como...— Comenzó, tratando de ordenar sus pensamientos. 

Fue hace tanto tiempo, sin embargo, aún podía recordar el momento con claridad, lo que le trajo tanta felicidad y dolor al mismo tiempo. Podía decir, que era como si alguien hubiera arrancado su corazón del pecho y lo hubiera agarrado con fuerza, dejándola sin opción más que confiar en que lo cuidaría bien. Pero, sabía que no era la respuesta que Minji esperaba, por lo que respondió de la manera más simple que pudo.

—Es como cuando crees que perdiste tu billetera y entrás en pánico por un momento y te desesperas y todo eso... Solo para luego encontrarla en el bolsillo de tu otro pantalón y te sientes aliviada y contenta de encontrarla aunque siempre la tuviste— Dijo dejando escapar una pequeña sonrisa —Es como recibir el mejor regalo, que siempre fue tuyo, pero no tienes idea de porque lo recibiste hasta ese momento.

Minji asintió, guardando silencio por un momento. Lo que su amiga había dicho tenía sentido, de una manera extraña. En un momento, estaba viviendo su vida normalmente y en el otro, Kim Yoohyeon estaba allí, y sentía que siempre había sido parte de su vida, completandola, como estaba destinado a ser.

Pero no lo era, no se sentía así, por lo menos por ahora.

Era como si el destino estuviera bromeando con ellas, probando sus reacciones y arruinando su cómoda existencia. 

Se puso de pie, sintiendo los ojos de Bora en su espalda mientras caminaba por la habitación, buscando la foto que estaba colgada en la pared. Era una foto de ella y Bora, en sus días de universidad. Ambas tenían grandes sonrisas en sus rostros, había sido un buen día y estaban realmente felices. 

Las tres. 

Su dedo recorrió la imagen, llegando a la hermosa chica de pelo rubio que estaba entre ella y Bora. Su sonrisa era aún más grande que la de ellas. 

—Pero... ¿Cómo se siente perder a tu alma gemela?— Preguntó aún con su vista en la foto, para no hacer contacto visual con su amiga. 

Un silencio pesado se hizo presente durante unos minutos, hasta que la pelinegra lo cortó.

—Es como cuando adopte a un gatito pero me di cuenta que era alérgica y tuve que devolverlo— La intención de Bora era bromear para mantener la tristeza lejos, sin embargo, sonó más sarcástico y amargo de lo que pretendía. La castaña suspiró, sentándose correctamente en el sillón. 

Su mirada cayó en la foto, sus ojos recorrieron cada pequeño detalle de ella. En su armario, dentro de una caja que nunca logró abrir, habían muchas más fotos que contaban la historia. Pero Bora no era lo suficientemente valiente como para enfrentarlo. Ella solo conservó esa imagen porque Minji aparecía en ella, y de alguna manera saber que por lo menos una de las personas que causó su felicidad ese día estaba viva, le dio algo de consuelo. Nunca quiso ocultarla así, pero era demasiado difícil enfrentarla, incluso después de tanto tiempo. 

—Lo viste por ti misma más de una vez, supongo que sabes cómo es— Esta vez su tono carecía de vida. Sabía que Minji tenía sus razones para preguntárselo de repente, pero aún así era difícil hablar de eso —Es como perder tu fuente de fuerza, tu casa, perder todo lo que te completa— Se pasó una mano por el desordenado cabello negro, tratando de retener las lágrimas. 

—Solía mirarla todos los días, temiendo que algún día se desvaneciera y se llevara los recuerdos de ella con sigo. Que si se borraba la marca, ella también se borraría de mi corazón— Dijo tocando la marca descolorida en la palma de su mano izquierda. Su marca apareció en su primer día de universidad, en ese entonces era de un color rojo intenso donde un nombre aparecía con una hermosa caligrafía, Lee Siyeon. Ahora apenas podía verlo. No tenía ni idea de lo que pasaría cuando la marca desapareciera por completo, e hizo todo lo posible por no pensar en ello —Sabes, es gracioso, porque si de verdad sus recuerdos y el dolor desaparecieran, aún así, prefiero vivir con los recuerdos dolorosos en vez de no recordarla en absoluto. 

Minji le dió una última mirada a la foto antes de volver a sentarse junto a Bora. Odiaba lo dolida que sonaba su amiga. Bora era mejor lidiando con eso que su madre, pero todavía era una situación horrible.

—No creo que algún día la olvides, se amaban— Dijo abrazando a la contraria por los hombros, dándole una pequeña sonrisa. Bora lo devolvió después de un momento, inclinándose para descansar en el hombro de Minji. 

Minji permitió que la contraria se recuperara completamente antes de hablar de nuevo. 

—Perdón por preguntar eso hoy, pero... tengo algo que decirte. 

Los ojos de Bora aún estaban un poco rojos cuando la miró con curiosidad —¿Y qué es?

La respuesta de Minji fue un simple gesto. Abrió su mano izquierda para mostrarle su marca recién recibida. 

Los ojos de la castaña se agrandaron mientras la miraba, tomando la mano de su amiga para verla más de cerca —¡No jodas! 

—Y eso no es todo— Ella soltó su agarre de su amiga, preparándose para contarle todo lo que había pasado.

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Cuando terminó de contar, Bora decidió que necesitaban mucho más pollo frito para ayudar a lidiar con la situación. Minji no entendió como eso la ayudaría, pero aún así no evitó que la contraria comprará más comida, e incluso sugirió que en vez de pollo comieran pizza.

Bora se sorprendió de lo tranquila que estaba Minji, si ella estuviera en su lugar, seguramente habría corrido detrás de la chica para exigirle explicaciones. Quería ayudar a su amiga y no podía quedarse simplemente sentada sin hacer nada. 

—¿Qué pasa con esa chica? Quiero decir, no eres mala ¿Es porque eres muy mandona? ¡Porque puedo luchar contra ella!— A lo largo de los años, vio a Minji pasar de ser una chica esperanzada que aún creía en el amor y el destino, a una persona que cada vez se volvía más y más escéptica sobre el tema. Esa chica debería haber aparecido en su vida hace mucho tiempo y ahora, cuando finalmente lo hizo, ¿Simplemente deja a su amiga como si fuera un pedazo de mierda? Bora no lo podía entender y no le gustaba nada.

La forma en la que la niña argumentó usando una porción de pizza como arma era intimidante, además sabía que la estrategia de guerra de Bora era correr lo más rápido que pudieran. Sin embargo, se alegró por la reacción protectora. Fue bueno saber que tenía a alguien de su lado y hablar de eso la hizo sentir un poco mejor. 

—Creo que no será necesario, pero gracias por la oferta— Minji dejó escapar una pequeña risa, comiendo una porción de pizza. Ella sabía que siempre puede contar con Bora para que le levante el ánimo. —Creo que ella ya tiene a alguien— Dijo después de terminar su comida.

Bora paro de masticar, mirándola con ojos curiosos y mejillas llenas de Pizza que tragó con fuerza. 

—Minji, no puede ser. Ella es tu alma gemela, no puede tener otra. 

—Bueno, puede que no tenga otra alma gemela, pero puede tener una novia o novio. O incluso un prometido... No lo sé —Minji suspiró, rascándose la cabeza en señal de angustia. 

Bora consideró la idea por un momento, sacudiendo ligeramente la cabeza.

—Tal vez, pero aún así, ¿No todos ya tienen una alma gemela a esta edad? Créeme, ya no es tan fácil salir con alguien. Lo digo por experiencia. ¡Mamá trato de meterme en un sitio de citas una vez y solo habían viejos viudos! 

Minji asintió.

—Lo sé, pero ella tuvo mucho tiempo para buscar a alguien, quiero decir, ni siquiera sé si puedo culparla por hacerlo— Pensar en eso aún le daba una sensación desagradable, algo que empezaba a asociar con los celos. A ella no le gustó nada. Lo que Yoohyeon hizo con su vida antes de conocerla no era su problema, en realidad, incluso ahora ni debería estar entrometiendose en su vida. Con o sin marca, no eran más que conocidas. —Y creo, no estoy segura, que vi algo. Tenía un anillo en la mano y la forma en la que se escapó después de que notó la marca ... parecía devastada— Hizo una mueca tomando un sorbo de la bebida de Bora.

La vida le había dado un alma gemela y se la había quitado en un minuto, sin embargo, aquí estaba comiendo comida chatarra y bebiendo todo lo que se suponía que no debía, solo para aliviar el dolor. Muy maduro de su parte.

—¿Y qué vas a hacer al respecto? Que yo sepa solo hay una forma de saberlo— Bora reclamó su vaso, bebiendo su contenido de un sorbo antes de que Minji lo hiciera.

—Ella fue la que se escapó, no yo. No es como si pudiera aparecer en la puerta de su casa... ni siquiera se en donde vive— Suspiró. Lo único que sabía sobre la chica eran las pocas cosas que Yoohyeon le había dicho.

—Me refería a acosarla en sus redes sociales y esas cosas, pero eso también podría funcionar— Se encogió de hombros, haciendo que pareciera fácil. 

Minji puso los ojos en blanco, no era momento para los planes extraños de Bora.

—Escúchame, tienes que hacerlo, por lo menos para saber si está casada ¿De verdad quieres vivir con la duda? 

Minji dudo, no podía negar que la idea era tentadora y una parte de ella le decía que le haga caso a su amiga, pero por otra parte todavía se sentía insegura y asustada.

Kim Yoohyeon no era nadie para ella, solo una persona con la que hablo por un par de horas. Sin embargo, en el fondo sabía que cuando tuviera la confirmación de que su alma gemela ya tenía a alguien, le rompería el corazón y no estaba lista para ello.

—Lo pensaré, pero supongo que ahora ambas necesitamos algo de tiempo. 

Se puso de pie, comenzando a arreglar el desastre que ella y Bora habían hecho. 

La pelinegra se mordió el labio inferior, absteniéndose de que si Minji no lo hacía, ella lo haría. Tenía que asegurarse de que su amiga tuviera un final feliz, incluso si era uno sin su alma gemela furtiva. Minji había vivido bien hasta ahora.

Bora no permitiría que alguien lo arruinara. 

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