final; j i y o o
THE END
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Viernes.
Sowon miró a su asistente que se encontraba revisando uno de sus libros, se notaba claramente molesta.
-Entonces... te diste cuenta. -Dijo calmadamente, se sentía un poco más en control después de la confrontación de la semana pasada con Dami, esa anciana bajita seguramente tenía mal genio. -Las cosas están destinadas a ser, Dami y tú deberían saberlo.
La mujer rubia suspiró, sin preocuparse en ocultar sus sentimientos por más tiempo. Sowon y ella podían no estar de acuerdo en muchas cosas, pero ahora no tenía otra opción más que ser honesta.
-¿Por qué no dejaste que pasara ese día? Si lo hubieras hecho, ella podría haber tomado el libro y...
-¿Y actuar imprudentemente como tú y Dami lo han hecho?- Sowon sacudió la cabeza con desaprobación, cruzando los brazos. Ella podría ser una diosa y cometer errores de vez en cuando, sin embargo, está vez quería hacer las cosas bien. -Los humanos tienen libre albedrío por alguna razón. Les estoy dando el derecho a elegir, y no pueden elegir sin tiempo.
Siyeon hizo una mueca y cerró el libro para ver a la mujer mayor. -Dices eso como si la marca no pudiera afectar sus sentimientos, cuanto más esperemos, más fuerte será el vínculo.
Sowon masajeo sus sienes, un hábito que se le estaba saliendo de las manos con todo el estrés que Dami y su obstinada asistente le estaban haciendo pasar. Cualquiera pensaría, que ella, como guardiana de las almas gemelas, tendría más librertad para actuar.
-La marca no puede obligarlas a hacer nada, no crea sentimientos, solo las ayuda a conectarse y facilita las cosas.
El sistema de almas gemelas, como le gustaba decir al consejo, no era algo simple, dependía de la gente tanto como de sus decisiones. Es por eso que siempre se sentía cansada y estresada, abrumada por cada elección que hizo. No podía crear el amor, forjarlo y regalarlo cuando quisiera, solo podía darles a los humanos una buena oportunidad de desarrollar ese sentimiento por alguien que también podría sentir lo mismo.
-No puedo cambiar sus corazones, la elección final depende de ellas.
El silencio llenó el aire cuando la rubia tomó en consideración las palabras de Sowon, volviendo a colocar el libro en el estante. Tenían tantos libros que había perdido la cuenta de las veces que había tratado de leerlos, fallando en el intento. Sowon le habia dicho que solo el que lo necesita puede leerlo. Sintió que realmente lo necesitaba en ese momento, sin embargo, solo pudo revisar los libros de registro y nada más. Siyeon se pregunto si Yoohyeon sería capaz de leer el libro rojo o si sería inútil.
Siyeon había puesto todas sus esperanzas en esto, creyendo que era lo correcto. Para saber, había una posibilidad de que todo condujera a otro accidente que la afectara más de lo esperado. Si bien Dami había mostrado su infelicidad con su actitud, solo pudo demostrarlo con los fuertes suspiros que dejo escapar de vez en cuando. Minji era una persona muy querida para ella, y la única persona que siempre la había apoyado a ella y a Sua en sus locuras. Minji merecía su propia historia de amor, una sin tanto dolor y desamor; desafortunadamente, estaba fuera del alcance de Siyeon. Al igual que darle un final feliz a Sua.
-¿Sowon?- Su voz sonó pequeña cuando llamo a la anciana, podía sentir los ojos inescrutables de Sowon en ella. -Dami me dijo que puedes ver muchas cosas para ayudarte a elegir mejor.
La morena mayor alzo un poco la ceja, sus ojos cada vez más agudos. -No puedo ver cosas como ella, solo vislumbro el destino.
-Puedes ver como termina- Una declaración tan simple, pero con tanto peso. Siyeon lo supo durante un tiempo, incluso antes de que Dami decidiera atacar a Sowon, era lo suficientemente inteligente como para presumirlo. Necesitaba saber eso para hacer su trabajo correctamente, para planificar quien debería estar con quien y cuándo debería suceder. Sin embargo, a Siyeon le costo aceptar lo que significaba para ella.
Sowon no dijo nada, sabiendo lo que vendría y preparándose para una conversación que preferiría no tener.
-Si pudiste ver mi destino ¿Por qué me asignaste un alma gemela? Va contra el protocolo.- No había ira en el tono de la rubia, no podía culpar a Sowon por eso. Por agridulce que fuera, la mujer le había dado la oportunidad de estar con Sua, aunque solo fuera por un corto periodo de tiempo.
La diosa dejó que sus ojos deambularan por la tienda, evitando los ojos oscuros de Siyeon. Había reprendido a Dami por entrometerse en materia humana, pero, ¿Qué tan diferente era de ella? Ella no estaba en posición de juzgar a la otra divinidad. Todos los errores que cometió, siempre la atormentarian, pero no podía arrepentirse de ello.
-¿No todos merecen una oportunidad de amar?- Valiente, la mujer mayor miró a Siyeon.
La asistente podría haber argumentado que no era justo para su alma gemela, ni para ella, que amar y perder, era mucho peor que no enamorarse. Podría haber dicho que ver a Sua sufriendo por ella la estaba matando de nuevo. Pero ella no lo hizo. Porque no importaba cuanto les doliera a ambas, cuánto frustrada y triste se sentía, no se arrepentía. Siyeon nunca lamentaría tener a Sua en su vida, estar con ella y amarla. Ella sabía que su alma gemela sentía lo mismo. Sowon les había dado felicidad, aunque fuera brevemente.
Asi que ella solo escucho en silencio, con una pequeña y triste sonrisa en su rostro, mientras se sentaba al lado de su jefa.
-Gracias.
-Lo siento.
Esas dos oraciones simples, llenas de sinceridad, eran suficientes por ahora. Por mucho que el destino de Siyeon fuera cruzarse con Sua en la vida, también era su destino estar con Sowon por el resto de su existencia. Tenían un largo camino por recorrer.
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Sentada en la esquina de un restaurante tranquilo cerca del lugar de trabajo de Yoohyeon, Gahyeon miró a su hermana con sorpresa, tomando su mano izquierda entre las suyas. Su mirada pasó de su hermana a la marca en su palma.
-¡Dios mío, unnie! ¿C-cómo? Pensé que nunca la tendrías... -Comenzó con su tono lleno de conmoción y preocupación.
Yoohyeon retiró su mano, sintiéndose incómoda bajo la mirada de su hermana pequeña. Sabía que sería difícil para su familia, al igual que ella se habían acostumbrado a la idea de que nunca obtendría una marca del alma, especialmente una que la conectara con una extraña en lugar de Handong.
Gahyeon aún no había dicho nada sobre su cuñada, pero ambas sabían que ahora se preguntaba dónde se ubicaba Handong en todo esto.
-No lo sé... Simplemente sucedió- Ella se encogió de hombros, cerrando su mano y acercándola a su cuerpo.
Con una respiración profunda, le dio a Gahyeon una versión corta de lo que había sucedido el último mes. Mientras hablaba, notó que la sonrisa generalmente brillante de Gahyeon desaparecía lentamente dando espacio a una mirada sombría.
-Entonces, ¿por eso fuiste esa noche ...? ¿Se lo dijiste a mamá y papá?
La mayor asintió, absteniéndose de hacer una mueca ante el recuerdo. Ese mismo día, se había sentado con sus padres y les había explicado todo, y como era de esperar de sus padres, la habían apoyado de la mejor manera posible, aunque ninguno de ellos sabía qué decirle ni cómo reaccionar. Conocían a su novia desde la secundaria, sus familias estaban tan unidas como ellas, y era difícil actuar como si no fuera un gran problema familiar que pudiera afectarlos a todos.
-Me dijeron que fuera honesta conmigo misma y que hiciera lo que creo que es mejor.- Dijo, inquieta jugando con el anillo en su mano, sin encontrar la comodidad que normalmente le traía. No estaba segura de cómo se suponía que debía tomar una decisión cuando todas sus elecciones harían daño a alguien al final, incluida a ella misma.
-Es un buen consejo- La voz de la joven morena era tranquila, su expresión era pensativa, como si estuviera tratando de formar su propia opinión sobre el asunto. Para ella, la marca fue una bendición, algo que la conectó con alguien a quien había amado casi al instante y no le trajo nada más que felicidad. No era justo que su hermana recibiera una, después de tanto tiempo, solo para arruinar su vida ya feliz.
-¿Cómo está Handong?
Otro fuerte suspiro salió de la chica más alta. -No estoy segura. Ha estado muy ocupada con el trabajo, o al menos eso es lo que me dice- Yoohyeon frunció el ceño, el agarre de en su anillo se hizo más fuerte. -Ella solo está siendo Handong, lo que significa que está poniendo a todos antes que a ella- Soltando el anillo, Yoohyeon se masajeo su sien, donde un dolor de cabeza estaba empezando a mostrar su presencia -Ya no hablamos mucho y no puedo culparla por eso. A veces lo intentamos pero es... es difícil hacer como que nada cambió
Recordó la última vez que se sentaron a ver su serie favorita juntas, pero en lugar de acurrucarse en el sofá y besarse como normalmente lo hacían, se sentaron muy separadas y prestaron atención a lo que ocurría en la televisión. Llenando el espacio vacío con comentarios al azar sobre la serie. Cada vez que intentaban algo, todo parecía estar mal. Los abrazos eran incómodos y los besos torpes.
Después de un par de episodios, decidieron irse a la cama, donde ninguna de las dos pudo conciliar el sueño de inmediato, intercambiando sonrisas incómodas mientras yacían una al lado de la otra hasta que Handong finalmente la abrazó. El abrazo carecía del calor habitual, el aroma del pensamiento de la niña incapaz de calmarla y llevarla pacíficamente a la tierra de los sueños. Esa noche perdió la cuenta de cuántas veces se despertó, perturbada por las pesadillas. Al final, ella simplemente rodó hacia un lado, acostada de espaldas y mirando al techo hasta que pudo conciliar el sueño temprano en la mañana.
Parte de ella sabía que ella debería ser la que tomará medidas, tratando de acercar a Handong no solo a su cuerpo, sino también a su corazón. Sin embargo, ella simplemente no podía. Un miedo irracional crecía en su pecho cada vez que abrazaba a la niña y sentía que algo estaba mal, cada vez que se besaban y no hacía que su corazón se saltara un latido... Tenía miedo de intentar y no sentirse como solía hacerlo.
-No sé qué haría en su lugar... Mierda ni siquiera sé si lo que estoy haciendo en este momento es lo correcto para nosotras- Dijo Yoohyeon, con lágrimas en los ojos, sintiendo los hombros pesados gracias a la carga emocional que estaba sufriendo. -También necesito pensar en Minji- Minji, que era una parte nueva de su vida, pero no debería considerarse menos importante y cuanto más tiempo pasaban juntas, más comenzaba a comprender que la mujer más baja no era una persona que desaparecería fácilmente de su vida.
Hubo un atisbo de sorpresa en los ojos de Gahyeon, pero pronto desapareció cuando ella desvió la mirada. -No conozco a esta chica, Yoohyeon. No sé cómo te sientes sobre ella tampoco.- Su voz era cuidadosa, incluso más tranquila que antes. -Pero lo que yo, o cualquier otra persona piense, realmente no importa. Aquí lo que importa es lo que tu pienses y quieras.
Gahyeon le dió una pequeña y cariñosa sonrisa. -Te mereces el mundo entero Namu, no dejes que nada se interponga en tu felicidad- La más pequeña le volvió a dar un pequeño apretón a las manos de su hermana antes de alejarse dándole un poco de espacio.
Yoohyeon le devolvió la sonrisa. No creía merecer toda esa amabilidad que le brindaban todas las personas en su vida, no cuando era ella quien las hacía pasar un momento difícil, sin embargo, estaba feliz de tenerlas en su vida. Se deslizó de su asiento para acercarse a su hermana pequeña.
-¡Te amo, Gahyeon!- Dijo abrazando a la chica más joven con fuerza. Gahyeon río para después corresponderle el abrazo. -Debí haberte llamado antes, extrañaba hablar contigo.
-Siempre puedes llamarme, lo sabes, para eso está la familia- La morena se tranquilizó, rompiendo el abrazo para darle a Yoohyeon una palmada en el hombro. -Ahora comamos, tengo que volver al ensayo y tú a tú trabajo y aún no hemos tocado la comida.
La mayor asintió con la cabeza y se dió cuenta que su bebida ya estaba fría y su sandwich estaba intacto en su plato. Comieron en un silencio cómodo que de alguna manera se convirtió en uno de los momentos más relajantes que tuvo Yoohyeon en mucho tiempo, estar con Handong o Minji era un placer y un dolor al mismo tiempo y era algo con lo que no podían ayudarla.
Después del almuerzo acompañó a Gahyeon hacía la puerta, lista para despedirse, cuando la más baja tomo sus manos con delicadeza exigiendo su atención. Los ojos marrones, iguales a los de ella, la miraban con seriedad, aunque con una sonrisa en el rostro.
-Estoy segura que Handong quiere tu felicidad, igual que yo- Las manos pequeñas y suaves de Gahyeon apretaron suavemente las suyas, frotando pequeños círculos tratando de calmar a Yoohyeon. Había un poco de vacilación cuando prosiguió. -Pero también debes pensar en su felicidad. Las amo a ambas y espero que puedan encontrar una manera de resolver las cosas, como pareja o...- Su sonrisa característica se había ido, reemplazada por una expresión de preocupación. -De todos modos, siempre estaré aquí para ti, así que tenlo en cuenta- Dio un paso atrás, soltando las manos de la mayor para darle un pequeño saludo. -¡Llámame si necesitas algo!
Yoohyeon forzó a sus labios a sonreír, devolviendo el saludo a su hermana pequeña con un tono débil. -Seguro. Cuídate, Gahyeonie.
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-¿Mamá? ¿Papá? ¡Estoy en casa- Llamó la castaña, entrando al patio de la casa de sus padres. Los Han no eran exactamente una familia tranquila, por lo que era bastante fácil saber cuándo no había nadie en casa, como ahora. La niña llamó a su madre, escuchando mientras la mujer la bañaba con disculpas innecesarias por no
estar allí para darle la bienvenida y pedirle que entrara usando la llave de repuesto 'secreta'. Ella suspiró, pensando que la suerte nunca estuvo de su lado. Handong había viajado horas para visitar a su familia durante el fin de semana, sin embargo, sus padres fueron a visitar a un pariente lejano y debería esperarlos.
La llave de repuesto estaba en una de las macetas cerca de la antigua casa del perro, algo que era más decorativo que útil ya que el canino blanco siempre se quedaba adentro.
Handong entró en la casa y se estaba poniendo las zapatillas que sus padres guardaban en el pasillo cuando una bola blanca salió corriendo a su encuentro.
-¡Kongie!- saludó con una sonrisa sincera, agachándose para abrazar al pequeño perro. La bolita blanca la saludo con un montón de besos que la hicieron reír. -¡Yo también te extrañe!- Handong acarició su suave pelaje, abrazándolo un poco más fuerte. El último mes había sido tan duro para ella que no pudo ir a visitarlos, aunque de vez en cuando hacían videollamada, pero no era lo mismo.
-Cuando llegue el verano iremos a ese hotel del que te hable- Hablar con Kongie podía parecer un poco tonto, considerando que el perro realmente no podía entender sus palabras, pero aún asi eso la ayudo a relajarse y sentirse aún más cerca de él. Estar con su perro, en su casa de la infancia le trajo un sentimiento de paz y un tipo de felicidad que ya no podía sentir en su propio hogar. -¡Te compré comida! ¿Quieres?
Colocando al perro de nuevo en el piso, la castaña busco algo en su mochila tomando las croquetas para perro. Kongie la siguió obedientemente mientras buscaba su plato para finalmente dárselas. -Aquí tienes, te amo, bebé- Ella le revolvió un poco el pelaje antes de dejarlo comer sus bocadillos.
Dejó su mochila en el sofá, se quitó el abrigo y se puso cómoda. Su madre le había dicho que tenían comida en caso de que tuviera hambre, pero la castaña no podía comer nada, aunque debería, sabiendo como la regaña su madre al verla demasiado flaca.
En cambio, caminó por la casa, sonriendo ante los pequeños recuerdos que volvían a su mente. Su sonrisa se hizo más pequeña en el momento que vio las fotos donde Yoohyeon también estaba presente, como si fuera parte de la familia. Sacudiendo ligeramente la cabeza, se movió, caminando hacia su habitación, donde casi todo seguía igual que en sus épocas de secundaria.
Kongie, que llegó corriendo tan pronto terminó su comida, la seguía una vez más, aunque esta vez, se subió a la cama y se tumbó allí, acompañándola con los ojos en lugar de correr. Ya se estaba haciendo viejo.
-¿Cansado? Yo también- Dándole una sonrisa débil, se sentó en su viejo escritorio, revisando sus cuadernos viejos y su diario, llenos de escritos y algunos dibujos de calidad.
Golpeando el papel con los dedos, contempló si debería guardarlos antes de que los recuerdos llegaran, o si debería continuar exactamente por eso.
Había una colección de libros, algunos manga y un enorme estante lleno de sus dvd's de anime y películas favoritas. Algunas fotos estaban esparcidas por la habitación, en su mayoría fotos de ella y sus hermanos. Como la mayor, siempre se sintió protectora sobre ellos dos asegurándose de que siempre estuvieran sanos y salvos. Era un alivio saber que su hermana pequeña y su hermanito, habían crecido bien y ya estaban comenzando su propia familia. Era extraño, que de todos en su familia, ella era la única que no había sido agraciada con una marca y un destino fijo. Se preguntó si eso significaba algo.
Frunciendo los labios con fuerza, Handong cambió su enfoque al viejo teclado que descansaba en su estuche, probablemente olvidado por todos los demás.
Cuidadosamente, abrió el estuche, probando algunas de las teclas antes de sacar el teclado para enchufarlo y proceder a probar cómo sonaba, no lo hacía bien, aunque no podía afirmar si era el instrumento o sus dedos oxidados por el tiempo. Sin embargo,no le importó. Poco a poco, sus dedos se acostumbraron a tocar, tocando las notas correctas cuando una canción naturalmente le vino a la mente. La canción no era optimista, pero le dio una buena sensación, especialmente cuando comenzó a cantarla en voz alta.
La canción tenía algo de melancolía, o tal vez ella era la que hacía las notas un poco más largas de lo necesario para que coincidieran con su propio estado de ánimo.
Pasaron horas antes de que pudiera escuchar la puerta principal abriéndose y entrar a sus padres. Miró a Kongie que ahora dormía cómodamente en la cama. Con un suspiro, se levantó, cuidando de no hacer demasiado ruido, y salió de la habitación. Ya era hora de que les contara a sus padres lo que estaba pasando y permitiera ser consolada.
Quizás pasar un tiempo fuera la ayudaría a ver las cosas más claramente.
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Minji se despidió de sus compañeros de trabajo, para luego cerrar las puertas de la librería. Había sido un día difícil, lleno de clientes yendo y viniendo, y llamadas de su madre preguntando por su marca de alma, no tenía ni idea de cómo la mujer lo sabía, pero estaba segura de que no quería hablar con ella del tema por el momento. Y la única persona que tenía su plena confianza, Bora, había desaparecido desde la semana pasada para ir a trabajar en algo. Era fácil ahogarse en sus propios problemas, pero aún así, Bora era su mejor amiga y tenía un lugar muy importante en su corazón, el no saber dónde estaba ni lo que hacía, no era fácil de manejar. Sua no era una reportera de investigación, por lo que trato de recordar que la contraria seguramente estaría acosando a algún famoso para conseguir información y no trataría de descubrir algún cartel. La verdad era que extrañaba a su ruidosa y curiosa amiga.
Para completar, Umji de repente le informó que era su última semana de trabajo y ahora Minji tendría que encontrar a otro empleado a tiempo parcial que difícilmente sería tan trabajador y confiable como la niña más joven. Eunha dijo que conocía a alguien, pero aún así tendría que pasar por todo el proceso de la entrevista y realmente lo odiaba.
La pelirroja se cubrió la boca, bostezando mientras retrocedía. Por lo general, Yoohyeon habría ido a su encuentro habitual, ¿Era una cita? ¿Una reunión? No tenía idea, pero no podía negar que se estaba convirtiendo en sus momentos favoritos del día. Sin embargo, ella estaba muy ocupada con el trabajo y la más alta también tenía cosas que hacer, por lo que acordaron almorzar juntas al día siguiente.
La pelirroja estaba a punto de emprender su camino a casa cuando, un par de brazos la tomaron por sorpresa abrazándola con fuerza. Una voz molesta y ruidosa, pero muy familiar, sonó cerca de su rostro.
-¡Kim Minji!- Bora saludó, dándole una enorme sonrisa, que solo podría pertenecer a ella.
Minji se rió entre dientes, zafandose del agarre de la niña solo para poder abrazarla correctamente después.
-¡Kim Bora!
Ambas rieron, rompiendo el abrazo para poder hablar cómodamente mientras caminaban hacía su destino.
-¿En donde estuviste? Ni siquiera me llamaste- Preguntó Minji mirando a la contraria, la cual solo sacudió la cabeza.
-¡De la nada tuve una gran primicia y tuve que viajar hasta Jejudo! ¿Puedes creerlo? Quiero decir, fue bueno y gratis, pero a penas tuve tiempo de respirar corriendo detrás de las personas para entrevistarlas antes que otros lo hicieran- Como siempre, Sua explicó mientras hacía gestos exagerados con sus manos.
Minji no pudo evitar sonreír ante sus payasadas, sabiendo que la chica probablemente exageraba la historia para hacerla más interesante. Abrazo a la contraria por el hombro, besando cariñosamente su mejilla.
-Ew ¿Qué haces Kim?
La sonrisa de Minji se ensanchó.-¡Te extrañé mucho!- Y aunque la pelirroja estaba haciendo su mejor actuación para fingir estar molesta por la repentina demostración de afecto, sabía que Bora sentía lo mismo. Después de todo, habían pasado por mucho juntas durante todos esos años y no había nadie más cercana a ella que Sua. -Vamos a cenar juntas.
Bora sonrió, renunciando a soltar a la contraria al pensar en la comida. -Tu pagas.
La pelirroja fingió un suspiro. -Esta bien, solo porque vamos a ese restaurante vegano en...
-¿Qué? ¡No! ¡Eso no cuenta como comida!- Cómo era de esperar, el rechazo llegó pronto y Minji se echó a reír a carcajadas.
-¡Entonces pagas tu!- Ella respondió con el mismo tono, todavía aferrada al brazo de la niña mientras caminaban.
Extrañaba sus disputas, las conversaciones fáciles que solo podía compartir con su mejor amiga. Siguieron discutiendo durante un rato, antes de decidir ir a un local de pollo no muy lejos de allí. Mientras caminaban, una sonrisa insistente no dejaba el rostro de Minji, mientras recordaba su primer encuentro. Nunca podría haber imaginado que un proyecto universitario podría traer a una amiga tan buena a su vida.
-¡Oye! ... ¡Oye tú, mira aquí!- Minji escuchó a alguien gritar justo detrás de ella. Se dio la vuelta, encontrándose con una chica que agitaba sus manos frenéticamente.
Minji frunció el ceño, confundida con las acciones de aquella chica. Era solo su segunda semana de clases, y estaba teniendo dificultades para memorizar todas las caras nuevas a su alrededor.
-¿Hola?- Lo intentó, sin saber qué decir.
-No tienes pareja, ¿verdad? Ven aquí, yo también estoy sola- La chica dijo, sus ojos ahora curvados en una sonrisa al igual que sus labios. Minji ni siquiera había estado de acuerdo, pero tenía la sensación de que sería muy difícil negarle algo a la otra chica, por lo que simplemente hizo lo que le dijo, después de todo, necesitaría encontrar una compañera tarde o temprano, por lo tanto, era mejor hacerlo ahora y comenzar las actividades.
-Hm, hey. Soy Kim Minji, por cierto- Se presentó, cambiando de asiento para poder sentarse al lado de la niña. Echó un buen vistazo a su compañera, notando cuán brillantes eran sus ojos oscuros, en contraste con su cabello castaño claro y su lápiz labial rojo.
-Kim Bora, ¡un placer conocerte!- Esa chica era única en su clase, pensó Minji al estrecharle la mano.
Minji abrió su libro junto a su computadora portátil, lista para comenzar el trabajo, pero incluso antes de que ella pudiera sugerir algo, Bora la codeo sutilmente para luego susurrar. -No tengo idea de lo que se supone que debemos hacer, pero el profesor nos está mirando, ¡así que imagina que estás escribiendo algo inteligente!
La joven tuvo que fruncir los labios para evitar reírse ante el tono urgente de Bora. Ella comenzó a escribir el título del proyecto, sintiendo la mirada de la chica en su espalda. -No te preocupes demasiado. Te dejaré hacer toda la investigación ya que ya estoy haciendo la primera parte de la tarea.
Bora abrió la boca para protestar, pero Minji la interrumpió. -No te preocupes, es fácil. Echa un vistazo a mis notas- Dijo gentilmente, dándole a la niña una sonrisa tranquilizadora.
Con un suspiro exagerado, Bora asintió y le devolvió la sonrisa. -Solo dame un minuto- Pronto ella también tenía su computadora portátil abierta para buscar las cosas que la pelirroja le ordenara.
Minji se enteró de que Bora no era exactamente la persona más atenta en clase, sin embargo, fue muy rápida en ponerse al día con los temas y tuvo una manera especial de utilizar las palabras que hicieron que la pelirroja lamentara no haberla dejado escribir primero. Más tarde ese día, cuando Bora la arrastró para un almuerzo completamente insalubre en la cafetería, se enteró de que la castaña se estaba especializando en periodismo y, aunque era una idiota total (que tenía la terrible costumbre de hablar mientras intentaba comer papas fritas) ella también era increíblemente inteligente.
Terminaron pasando más tiempo del necesario juntas, olvidando el trabajo para hablar de cosas aleatorias. Minji escuchaba las historias excesivamente exageradas de Bora y se reía mientras señalaba todas las torpes mentiras que incluía la niña para hacerlo más impactante. También le habló sobre su propia especialidad y cómo se estaba adaptando a la universidad y viviendo en un dormitorio, la chica contraria la escuchaba con atención, dando consejos y contando sus propias luchas. Ambas eran estudiantes de primer año, sin embargo, Bora parecía conocer todos los rincones del campus y se mostraba emocionada de mostrárselo a su nueva amiga.
Bora era su opuesta total, y tal vez por eso hicieron clic tan rápido.
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La casa estaba vacía cuando Yoohyeon finalmente regresó a casa después de uno de los días de trabajo más estresantes de su vida: su jefa molesta estaba siendo investigada por algún plan sombrío y tuvo que pasar toda la tarde y parte de la noche ayudando a sus superiores a organizar todos los archivos de aquella mujer para investigación. Se habría reído por la ironía de que una mujer tan austera que la hacía trabajar demasiado a ella y al resto del personal, solo estaba ganando dinero fácilmente vendiendo títulos a una compañía rival en lugar de realmente trabajar. Pero ella no lo hizo. La morena estaba demasiado cansada para expresar tanta emoción, además de que ahora ni siquiera sabía qué harían con su departamento en la compañía, incluso podría ser despedida.
Se dejó hundir en el sofá, sin molestarse en quitarse el abrigo o encender las luces. Deseó poder cerrar los ojos y dormir allí durante todo el fin de semana,
desafortunadamente no pudo. Aunque la compañía le había dado los dos días libres, tenía otras cosas en mente.
Se dejó hundir en el sofá, sin molestarse en quitarse el abrigo o encender las luces. Deseó poder cerrar los ojos y dormir allí durante todo el fin de semana, pero desafortunadamente no pudo. Aunque la compañía le había dado dos días libres, tenía otras cosas en mente.
Sus ojos se dirigieron al corredor que conducía a la oficina de Handong. Su novia había salido a ver a sus padres y probablemente regresaría el próximo día por la noche; como era costumbre, aunque no sería tan extraño si Handong simplemente decidiera pasar más tiempo fuera. Yoohyeon no podía culparla.
Si la presión de la situación era grande para ella, también era pesada para la china. La risa de Handong no había llenado el lugar en mucho tiempo, su sonrisa era cada vez menos frecuente y Yoohyeon podía ver la preocupación constante en sus hermosos ojos. Todo debería haber sido suficiente para hacerla
actuar, para trazar una línea clara entre ella y Minji y encontrar una manera de arreglar las cosas con Handong nuevamente, como se merecía.
Sin embargo, ella no lo hizo.
Al principio, se dijo a sí misma que solo estaba siguiendo la idea de Handong para poder aprender el funcionamiento de las marcas y su naturaleza y si era posible, una forma de eliminarla. Pero cuanto más tiempo pasaba y cuanto más conocía a Minji, podía sentir que las cosas cambiaban lentamente dentro de ella. Cosas que nunca pensó que podrían cambiar. No se trataba solo de Minji, sino de algo mucho más profundo dentro de ella.
Ni siquiera podía recordar cuándo sucedió, pero ahora estaba segura de que había sucedido. Tal vez fue cuando comenzaron a separarse y Handong la empujó hacia Minji, tal vez fue lo que permitió que apareciera la primera grieta en su corazón. Una grieta que se convirtió en varias otras, debilitando lentamente sus defensas hasta que apenas pudo sentir que todavía estaba allí. Ahora había algo más en su lugar.
La noche de cine había confirmado uno de sus mayores temores, algo que todavía no era lo suficientemente valiente como para admitir en voz alta.
Estar cerca de Handong no era lo mismo, como si el sentimiento ya no estuviera allí.
La magia, los destellos y todas esas cosas a las cuales nunca prestó mucha atención hasta que desaparecieron.
La piel de Handong todavía era suave y agradable bajo sus manos, pero sostenerla no la hacía sentir mariposas en el estómago. Los abrazos de Handong seguían siendo cómodos y llenos de calidez, pero su aroma a pensamiento no era capaz de calmar su corazón. Los labios de Handong seguían siendo suaves y amorosos, sin embargo, su corazón no
saltaba al sentirlos, sus latidos se mantendrían constantes y su respiración normal, indiferente. Y cada vez notaba la decepción escondida detrás de la
sonrisa falsa de la castaña, mientras pretendía que nada había ocurrido.
Yoohyeon abrazó un cojín, tan fuerte que le dolían las manos, raspando la suave tela que lo cubría. Sabía que aún amaba a su novia, ni siquiera podía imaginar un mundo
en el que no estuvieran juntas, pero sabía que su amor había cambiado. Incluso antes de comenzar a salir, antes de que las almas gemelas fueran preocupaciones reales y todavía eran solo niñas, Handong siempre había sido especial para ella.
¿O no era ella? ¿Yoohyeon le había puesto todas sus expectativas a la chica y le había dado su amor porque era su mejor amiga y la única persona que sabía que siempre
estaría allí para ella? ¿Era esta la razón por la que su amor se estaba desmoronando tan rápido, superando el sentimiento más fuerte y legítimo que traía la marca?
Era difícil pensar que si Minji hubiera estado allí cuando eran jóvenes, no se habría fijado en Handong. Ni la hubiera amado.
Todos los recuerdos felices suplicaban ser diferentes.
Sus ojos seguían a la niña mientras entraba al aula, parecía un poco agotada por toda la atención, pero aún tenía una sonrisa en su rostro. Yoohyeon la observó con un interés poco común, la curiosidad la impulsó a inclinarse sobre su mesa para tener una mejor vista de aquella chica. Había algo especial sobre la niña. Su piel lechosa y sus ojos oscuros, la forma en que se mantenía erguida y se negaba a dejarse intimidar por el público, su sonrisa era juguetona, pero amigable. Todo hizo que Yoohyeon quisiera conocerla mejor, incluso si ella misma era un poco tímida y por lo general esperaría a que la gente se acercara a ella y no al revés.
-Mi nombre es Handong. Soy de un pueblo de China. Vine aquí porque mi padre recibió un ascenso y porque me gusta dibujar y escribir- Su discurso fue rápido, marcado por el fuerte acento de su país de origen y por la confianza que Yoohyeon desearía tener ella misma.
Los ojos de Handong deambularon por la habitación, como si pudiera memorizar la cara de todos con solo una mirada; más tarde Yoohyeon sabría que estaba avergonzada y buscando un lugar para sentarse, para poder salir del centro de atención, y sus hermosos ojos de chocolate oscuro se detuvieron en Yoohyeon por un pequeño momento mientras ambas se miraban. El corazón joven de Yoohyeon dio un vuelco por primera vez en su vida, pero la sensación no la asustó, fue todo lo contrario.
-Por favor, cuídame bien. -La sonrisa de Handong se ensanchó mientras se inclinaba, rompiendo el contacto visual.
Yoohyeon se obligó a mirar su cuaderno y quitar su atención de la niña. La castaña se sentó al otro lado de la clase, demasiado lejos para que Yoohyeon la mirara sin ser demasiado obvia, y para permitir cualquier contacto entre ellas. Aún así, cuando sonó el timbre que indica el final de la clase, podría jurar que vio a la joven pasar por la puerta y mirar directamente hacia su dirección con la misma sonrisa, la cual ya estaba empezando a asociar con Handong.
Les llevaría dos semanas largas e incómodas hablar correctamente, pero una vez que lo hicieron, nunca se separaron.
No hasta ahora.
Enterró la cara en el cojín, sus lágrimas calientes humedecieron la almohada cuando los sollozos la sacudieron.
Handong merecía algo mejor que esto y sabía que le debía la verdad. Simplemente no sabía si estaba lista para sacarla de su vida.
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Era tarde, pero Handong todavía estaba despierta, trabajando en su computadora mientras Kongie dormía a su lado. Su conversación con sus padres había sido
peor de lo esperado, parecían más desconsolados que ella, incluso hasta el punto de pedirle que vuelva a casa por un tiempo. Era difícil mantener la compostura y no colapsar. Todavía tenía algo que hacer, cosas cruciales que no podía ignorar.
Solo un par de meses antes de que tuviera todo resuelto. Tenía planes para su trabajo y su vida personal, tenía a Yoohyeon a su lado y era innegablemente feliz. Ahora sentía que solo le quedaba su trabajo. E incluso esto estaba empezando a decaer.
Acababa de enviar las últimas actualizaciones a Dami, gracias a la ayuda de Yuju pudieron terminarlo a tiempo e hicieron un trabajo lo suficientemente bueno como para ser enviado. Sin embargo, había un pequeño detalle que solo ella y Dami conocían y que no podía posponerlo por más tiempo.
Dejando a un lado su computadora portátil, con cuidado de no perturbar los pacíficos sueños de Kongie, buscó su teléfono celular en la mesita de noche. Solo un par de toques en la pantalla más tarde estaba llamando a Dami: la chica siempre estaba despierta, dudaba que le importe su llamada nocturna.
-Dong, hola. Acabo de recibir el material, ¿hay algo que quieras cambiar? Solo nos quedan dos días. -La voz de Dami sonó tan indiferente como siempre, ni siquiera un toque de cansancio.
Desafortunadamente, no se puede decir lo mismo de Handong. -Hola, Dami. Lamento haber llamado tan tarde- Su voz era ronca mientras hablaba. -Y no, no hay nada malo en el capítulo. Lo revisé ayer con Yuju y lo volví a hacer antes de enviarlo- En realidad, había perdido la cuenta de las veces que releía cada línea, verificaba si no habían cometido errores con respecto a la trama... Trabajar era lo único en lo que ella todavía tenía control y estaba poniendo todoen ello.
-Entonces, ¿por qué la llamada repentina?- Dami siempre fue directa, pero había un indicio de algo más en su voz. ¿Preocupación quizás? La castaña suspiró. Todo lo que logró últimamente fue preocupar a todos a su alrededor. Y ya era suficiente, ella le iba a poner un final hoy.
Sintiendo su garganta demasiado seca, vaciló antes de hablar. Una vez que lo había hecho, no había vuelta atrás.
Handong cerró los ojos, recordando todas las veces que intentó encontrar amor en los ojos de Yoohyeon, recibiendo a cambio destellos de culpa y pena. Había visto las señales, todas y cada una de ellas. Ella hizo todo lo posible por ignorarlas y fingir que no estaban allí, pero al hacerlo solo se distanció aún más de su chica, ¿era correcto referirse a ella como
tal? Su corazón y su cuerpo seguían respondiendo a Yoohyeon, pero sabía que ya no era así para la morena.
Su relación ahora era solo un juego de espera. Una competencia silenciosa para saber quién sería la primera en admitir que habían fallado. Ella sabía que sería la perdedora de cualquier manera.
-La historia- La única historia corta en la que había puesto tanto esfuerzo y amor. La única que había planeado durante tanto tiempo. -La que te pedí que insertaras al final del volumen físico... - Fue su culpa, no debería haber estado tan llena de sí misma hasta el punto de hacer algo tan audaz. Fue su lección. Ella apretó su mano libre en un puño, agarrando con fuerza las sábanas debajo de ella, tratando de drenar la tensión de su cuerpo en ese único lugar. -Solo bórrala.
-¿Borrarla?- La voz de Dami parecía hueca. -¿Después de todo este tiempo? ¿Solo quieres que lo elimine?- Ahora la niña mayor podía escuchar la decepción en su tono.
Apretó su puño aún más, sus uñas penetraron profundamente en la tela.
-Si. Por favor, hazlo por mí.
-¿Estás segura, Handong? Puedo posponer la fecha- Por primera vez escuchó algo semejante a una súplica en la voz de la mujer más joven, como si esta decisión también fuera importante para ella. Dami podría no saber sus razones, pero sabía lo que esa historia significaba para Handong.
-Estoy segura. Lo siento Dami, pero solo por esta vez hazlo por mí- Su amiga se merecía una mejor explicación que esta, Dami había hecho tanto por ella y la
animaba en cada paso. Sin embargo, no pudo decirle lo que pasó. Al menos no por ahora.
Se escuchó un pequeño suspiro desde el otro lado de la línea. -Considéralo hecho. Espero que no te arrepientas.
-Yo también- Murmuró, diciendo un rápido adiós antes de terminar la llamada.
Así como así, su propuesta de matrimonio se había ido por el desagüe. Fue el comienzo de su final.
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De vuelta en Seúl, una diosa que lo sabía todo y no podía hacer nada al respecto, bajó la cabeza en señal de derrota. Había hecho todo lo que pudo y, sin embargo, no fue suficiente.
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Sábado.
Minji entrecerró los ojos, completamente concentrada en la importante decisión que tenía por delante. Podía sentir la presión mientras miraba de una bola de pelo color naranja a una blanca. ¿Cómo se suponía que debía elegir?
Yoohyeon a su lado, tuvo que inclinarse, apoyando las manos sobre sus rodillas para mirar dentro de la jaula. -Son lindos- Dijo con su tono suave, su dedo delgado aventurándose dentro de la jaula a través de las barras para tocar el suave pelaje del gatito más cercano. Ella sonrió mientras observaba al pequeño gato ronronear, y miró para ver a su alma gemela haciendo lo mismo con el otro animal. Minji se veía adorable con una pequeña sonrisa en su rostro mientras acariciaba al gatito, se veía relajada pero tensa a la vez.
Yoohyeon dejó escapar una risita, dejando que el gato tocara cariñosamente el rostro de la pelirroja, sus dedos deshaciendo el ceño fruncido en su frente. Se estaba acostumbrando a tocar y consolar a Minji, se alegraba de que su incómoda fase hubiera desaparecido.
-Sé que es difícil elegir solo uno, pero ya ha pasado media hora- Sutilmente señaló al trabajador del refugio para gatos que estaba en la puerta con un poco de impaciencia. -Si no puedes elegir uno ahora, podemos volver en otro momento después de que hayas decidido a cual quieres.
La mujer más baja miró por encima del hombro de Yoohyeon, notando al trabajador e hizo una mueca. No tenía idea de que había pasado tanto tiempo desde que habían entrado para mirar a los gatos en adopción, aunque su corazón pesado por mirar tanto a las pequeñas criaturas debería haber sido una señal de ello. Minji sabía que sería así una vez que pudiera ver a los animales, después de todo lo que había pensado mucho antes de decidir venir a buscar una mascota propia. Aun así, pensar en eso no la preparó para el dolor en el corazón al tener que elegir.
Se había tomado el día libre, aunque el sábado era un día bastante ocupado en la tienda, para ir al refugio. Fue una sorpresa agradable cuando la morena se ofreció a ir con ella. Tener a Yoohyeon con ella fue algo bueno, la morena no dijo mucho, permitiéndole tomarse su tiempo y tomar sus propias decisiones, dándole apoyo silencioso.
Ella enderezó la espalda, extendiendo la mano para apretar suavemente su mano, dándole una mirada de disculpa. -Lo siento, perdí la noción del tiempo. Solo dame un minuto- Dijo lo suficientemente fuerte como para que Yoohyeon la escuchara, recibiendo una sonrisa y un asentimiento a cambio.
El gatito naranja había llamado su atención de inmediato, haciéndole recordar otra bola de pelusa naranja que había conocido tantos años atrás. Lulu, la gata de Siyeon, no era solo una bebé pequeña y frágil, era una gata grande y gorda. Ella sonrió recordando la primera vez que la vio, decidiendo que debería llevar a ese gatito naranja con ella.
Sentada en una de las mesas justo afuera de la cafetería de la escuela, Minji saltó a su asiento cuando una nerviosa Bora se sentó a su lado a toda prisa, tratando de esconderse sutilmente detrás del pequeño cuerpo de Minji.
-¡¿Qué demonios, Kim Bora?!- Minji casi se atragantó con la comida, sus ojos se encontraron con la mirada de su amiga.
Se conocían desde hace un par de meses, vivir en el mismo dormitorio del campus y tener un montón de clases en común era normal para que se acercaran. La personalidad brillante y divertida de Bora atrajo a la chica pelirroja de inmediato y, por lo general, se complementaron muy bien, sin embargo, a veces las acciones extrañas de Bora eran demasiado para su mejor amiga.
-¡Shiu! Solo finge que estás comiendo tu almuerzo como si nada hubiera pasado, estoy tratando de ser discreta en este momento- Si había algo que Bora no era, era 'discreta', y en ese momento no podría ser diferente. La niña tenía la cara de color rojo brillante, gracias al ejercicio que acababa de hacer: no había nada que odiara más que verse obligada a moverse. La castaña sostenía algo, escondiéndolo debajo de su sudadera con capucha. Minji estaba bastante segura de que no podría ser algo bueno.
Cuando la cosa comenzó a maullar un minuto después, justo a tiempo junto con el estornudo característico de Bora, cambió de opinión.
Definitivamente era algo bueno.
Minji se cubrió la boca, tratando de ocultar una risa. Bora realmente tenía talento para meterse en problemas.
-¿Cómo lo conseguiste? ¿Sabes si es hembra o macho?- Preguntó tan pronto como se aseguró de que nadie les estuviera prestando atención. Un pequeño ser peludo se asomaba por el cuello de Bora, su linda cabeza naranja rozaba el cuello de la niña. La castaña abrazó al gato un poco más fuerte, asegurándose de que no escapara.
-¡No lo sé! ¡Es Lulu! ¿Lulu es un nombre de niño o niña?- Bora respondió, susurrando mientras miraba frenéticamente a su alrededor.
-Ella me dejó con esto y se escapó.
-¿Ella?- Minji levantó las cejas, la curiosidad brillaba en sus ojos.
-¡La chica loca del gato!- Bora murmuró haciendo una mueca, aunque Minji podía decir que no estaba realmente enojada con la chica, después de todo, no cuidas de la mascota de otra persona si la odias. Especialmente alguien como Bora.
-Pero eres alérgica a los gatos- Señaló con calma, su comida había sido olvidada solo para centrar toda su atención en el extraño, pero adorable, dúo sentado a su lado: el gato bajo la sudadera de Bora se aseguró de maullar una vez más, no queriendo ser ignorado por las chicas.
-¡Lo sé!- Ahora la castaña parecía claramente angustiada: sus diez minutos como mamá gatuna habían sido bastante duros para ella. -Le dije, y ¿sabes lo que me dijo?
-¿Qué?- Minji se apoyó sobre sus codos, mirando a la chica con interés. Sin embargo, Bora no tuvo la oportunidad de responder.
-Le dije que mi alma gemela debería ser capaz de cuidar a Lulu, ya que seremos familia- Una voz nueva, dulce y clara, dijo mientras tomaba asiento frente a las chicas en la mesa.
La chica, una estudiante que estaba en la clase de sociología de Minji, se miró la mano antes de continuar. -Gracias por cuidarla, Bora. El inspector me está vigilando ahora, ya sabes, las reglas del dormitorio y esas cosas...- La mujer de cabellos dorados se encogió de hombros, la sonrisa relajada en su rostro no se movió ni un poco, mostrando su desprecio por dichas reglas.
Minji no sabía mucho sobre esa chica. Siyeon, ¿Ese era su nombre? pero todo lo que podía recordar era que su compañera de clase era una persona muy enérgica, brillante y tranquila. Ella levantó las cejas, mirando de una a la otra. Sí, estas dos como almas gemelas tenía mucho sentido.
-¡Mira, Lee Siyeon, no puedes dejarla conmigo cuando te plazca!- Bora dijo con un resoplido, sin embargo, todavía estaba sosteniendo al gato con excesivo cuidado.
Lulu maulló, consciente de la presencia de su dueña, y la chica de cabello claro se levantó para sacarlo de la sudadera con capucha de Bora con movimientos sorprendentemente hábiles. Minji se preguntó con qué frecuencia escondía al gato debajo de la ropa de las personas.
-No te preocupes, te avisaré antes de dejarla en tu casa, ¿de acuerdo?- Siyeon abrazó al gato cariñosamente, besando su cabeza antes de darle a Bora su mejor sonrisa, la cual fue cien por ciento efectiva. Bora parpadeó dos veces, un ligero tono rosado coloreó sus mejillas.
-¡Más te vale!
-¡Oh! Debería irme, tengo que llevarla a casa antes de clase. ¡Nos vemos, alma gemela! ¡Y tú también, amiga de mi alma gemela!- Ella saludó con energía, inclinándose para besar la mejilla de Bora antes de irse con pasos rápidos. La escena era demasiado graciosa para que Minji mantuviera la compostura y no pudo evitar reírse de la cara roja de su amiga, la cual tenía la mano sobre su propia mejilla, con una expresión que era una mezcla de sorpresa y alegría.
-¿Es normal que tu alma gemela simplemente deje a su gato contigo en tu primer encuentro?- Preguntó Bora, estornudando mientras hacía todo lo posible para deshacerse del pelaje del gato en su ropa.
-¿Honestamente? Encaja perfectamente con lo que esperaría de tu alma gemela- Todos siempre sueñan con su destino con su alma gemela, y a Bora no podría haberle sucedido de una manera más única y apropiada para ella.
-¡Ey! ¿Qué se supone que significa esto?- Bora finalmente soltó su mejilla, empujando ligeramente el brazo de Minji, lo que la hizo reír.
-Estoy feliz por ti. Te mereces a una chica bonita como ella- Era cierto. Incluso si no podía encontrar a su alma gemela, se alegraba de que su amiga lo hubiera hecho.
-Sin embargo, es un bicho raro- Dijo Bora, con una sonrisa en su rostro mientras abrazaba a Minji por la cintura, apoyando la cabeza sobre su hombro. -Tendrás tu turno pronto, Minji. Y apuesto a que ella no será una loca de gatos.
-Eso espero- Minji descansó su cabeza sobre la de Bora. -Pero hasta entonces deberíamos conseguirte algunos antihistamínicos, tengo la sensación de que necesitarás muchos.
-Me llevaré a la pequeña naranja- Dijo, esta vez lo suficientemente fuerte como para que el trabajador del refugio la escuchara. -... ¡Y el blanco también!- El joven asintió con aprobación, acercándose para ver a los animales antes de continuar con el papeleo.
Yoohyeon le dedicó una cálida sonrisa. -Qué bueno que vine entonces. Te ayudaré a llevarlos a casa- Minji también sonrió, conteniendo su entusiasmo infantil ante la idea de llevar a las dos criaturas adorables a casa en compañía de otra criatura igualmente adorable, pero mucho más grande. Abrazó a Yoohyeon brevemente, dejando escapar una pequeña risita. -También necesitaré ayuda para comprarles todo lo que necesitan- Dos gatitos probablemente serían mucho trabajo, pero Minji sintió que estaba tomando la decisión correcta. Siyeon la habría felicitado.
Era la primera vez que Yoohyeon estaba en casa de Minji, y no pudo evitar sentirse un poco incómoda sentada allí. Al principio se habían distraído jugando con los gatitos, pero Minji estaba tratando de ser una buena 'mamá' y fue a dormirlos en una cama de su habitación.
Sus ojos recorrieron el lugar, curiosos por los pequeños detalles que podía contar sobre su dueña. No fue una sorpresa lo ordenada que estaba la casa de la joven, el lugar estaba decorado con colores fríos y todo parecía tener su lugar, haciendo que la habitación pareciera espaciosa pero sin dar la sensación de vacío: tenía buen gusto.
Mientras que Yoohyeon tenía muchas fotos con su familia por todos lados, Minji no era tan obvia, solo tenía un retrato familiar junto a la mesa del teléfono. Minji debió haber notado su mirada porque agarró el marco y se lo entregó.
-Puedes mirar, no hay problema. Aunque no hay mucho que ver, ya no nos tomamos tantas fotos.
Había algo extraño en su aparente tono de voz indiferente. Yoohyeon asintió levemente aceptando el marco para verlo mejor. Sólo había cuatro personas, sintiendo felizmente hacia la cámara. Una joven Minji abrazaba felizmente a un hombre con el cual compartía algunas características, lo que hacía bastante obvio que era su padre, al lado de ellos, un niño, su hermano pequeño abrazaba a una hermosa mujer que probablemente sea su madre. Parecen una buena familia, incluso con solo mirar la foto, ella podía saber que había mucho amor. Nunca antes había visto a Minji sonreír de esa manera.
Ahora que se detenía a pensarlo, no recordaba que Minji mencionara a su padre antes. Recordaba haber intentado preguntarle, pero Minji había cambiado el tema antes de que la conversación fuera por esa rama.
Yoohyeon miró la espalda de la pelirroja, que se dirigía a la cocina, para traer unas bebidas. La más baja parecía siempre ser una mujer tan madura y confiable, que era difícil ver su lado frágil. Quizás porque estaba en su casa, entrometiéndose en su espacio personal y sus recuerdos, pero sentía que Minji era más vulnerable que nunca. Con una última mirada a la imagen, volvió a colocar el marco en su lugar y camino hacia la cocina. Minji se estremeció cuando escuchó los suaves pasos de Yoohyeon acercándose y sus manos delgadas tomando la bandeja que sostenía.
-No es necesario...
-Realmente te gustan las cosas saludables ¿No es así?- La más alta ignoró sus protestas y procedió a caminar de regreso a la sala de estar con los vasos. -Lo note antes, además del café, no comes ni bebes cosas chatarra.
Minji parpadeo, sorprendida por lo observadora que era Yoohyeon. No tenía ni idea de que la otra chica le prestara tanta atención. Bora generalmente se quejaba sobre su dieta, sin embargo, Yoohyeon no parecía juzgarla, solo parecía curiosa.
-Hm, si... Mi madre era muy estricta con el tema de la comida chatarra, también le gustaba mucho el ejercicio y esas cosas.- Explicó haciendo un gesto hacia la imagen que Yoohyeon había estado viendo antes, para luego señalar el jugo verde natural con el que había llenado los vasos- No tienes que beberlo si no quieres, puedo traerte algo más. Suelo tener comida chatarra y refrescos por sí Bora pasa por aquí, lo cual no ha sucedido en un tiempo, de no ser así no tendría nada para ofrecerte.
Yoohyeon sacudió la cabeza en respuesta, tomando un sorbo del líquido con una expresión pensativa. Minji se sentó a su lado y comenzó a beber también.
-Tu mamá... parece una persona interesante, pero no la mencionas a menudo. -El tono de la morena era cuidadoso, como si estuviera probando las aguas antes de preguntar lo que realmente quería.
La más baja asintió, tratando que no se notara la tensión en su rostro. La familia era un tema delicado para ella, aunque ya había compartido algunos datos con Yoohyeon, hablar sobre sus padres era algo completamente diferente.
-Ella es única- No era la intención de Minji sonar seca y a la defensiva, pero aún así lo hizo y se arrepintió tan pronto como salieron las palabras. Ella no quería malentendidos. Su madre podría no estar en su mejor estado mental y causar muchos problemas, pero aún así era su madre y la amaba. -Lo siento, no quise sonar grosera. Mi madre... ella vive andando por ahí, ha sido así desde que perdimos a mi padre cuando yo aún iba a la secundaria. -Decidió que debía ser honesta, Yoohyeon era su alma gemela, se suponía que podía confiar en ella.
-¡Oh! Lo siento mucho Minji, no tienes que decir nada, ni siquiera puedo imaginar cómo es... -Yoohyeon parecía realmente preocupada, sus ojos marrones llenos de preocupación y culpa por haber mencionado el tema sensible. Minji le dio una pequeña sonrisa, asegurando que todo estaba bien. Bajando su vaso continúo.
-Mamá siempre vivió para la familia, aunque antes era menos intensa, más... normal, supongo. Ella tenía sus cosas y parecía la mujer más hermosa con sus lindos accesorios y prendas que ella misma elaboraba. Solía insistir para que hiciéramos picnics en familia todos los fines de semana, como si viviéramos en un programa de televisión. -Su sonrisa se curvó un poco más gracias a los recuerdos. Era sorprendente que incluso el dolor no pudiera borrar esos buenos momentos, aunque ahora eran recuerdos agridulces. -Papá falleció de repente y eso le destruyó el corazón... y a toda nuestra familia también- Minji hizo una mueca, la sonrisa desapareció cuando los recuerdos desagradables hicieron presencia. -No pudo aceptarlo y se volvió excesivamente sobreprotectora con nosotros, se volvía paranoica por todo y por todos... la abuela tuvo que intervenir y por eso nos mudamos con ella.
-Entonces la razón por la que te mudaste... lo lamento mucho Minji- El tono de Yoohyeon era débil, como si tuviera el corazón roto. En aquél entonces creyó que le costaría esperar a su alma gemela, pero la realidad es que tuvo muchos problemas y preocupaciones como para preocuparse por una novia.
-Fue difícil. Adaptarme a todo sola... fue complicado entender la situación y siempre iba y venía entre intentar seguir adelante con mi vida y negarme a hacerlo porque no quería olvidar como eran las cosas antes. No quería fingir que papá ya no estaba más. -Suspiró, un dolor pequeño pero agudo le encogió el corazón ante los recuerdos. Dicen que toma un tiempo alcanzar la aceptación, a ella le tomó años, pero su madre parece no haberlo alcanzado del todo. -Solía desear que estuvieras a mi lado. Suena infantil, pero creía que tener a mi alma gemela mejoraría las cosas automáticamente. -Le dio a Yoohyeon una sonrisa casi de disculpa por su propia ingenuidad. -Pero luego no apareciste y empecé a pensar que así era mejor ya que no quería terminar como mi madre si alguna vez te perdía. -Minji espero que se formará un silencio incómodo, pero en cambio sintió las manos suaves de Yoohyeon sobre las suyas.
-Lo siento, no estuve ahí para ti. No puedo imaginar cómo te sentiste, ni puedo asegurar que mi presencia lo hubiera solucionado todo, pero habría hecho todo lo posible para que te sintieras mejor- Su tono estaba lleno de sinceridad. Sus ojos se abrieron camino hacia los de ella. -Siento haberte hecho esperar tanto.- Las palabras salieron naturalmente. Como si consolar a Minji fuera algo natural en ella. La realidad es que no estaba pensando mucho, solo quería que Minji se sintiera segura y feliz y su corazón latía fuertemente en sus oídos, diciéndole que ella era la única capaz de hacerlo realidad. -No voy a ninguna parte.
Minji se quedó absorta en sus ojos, adorando lo gentiles y ridículamente cariñosos que eran. Tal vez era la marca actuando en consecuencia lo que provocó que la pelirroja sintiera cosas, forjando una conexión tan fuerte que ninguna podía negar. Sin embargo, no le importaba, al menos no por ahora. Lo extrañaba, extrañaba ese tipo de afecto que nunca tuvo la oportunidad de experimentar. Yoohyeon no podía ser completamente suya, pero era su alma gemela y solo por una vez, quería permitirse abrazarla.
Soltando sus manos Minji la abrazo. Un abrazo fuerte y cálido, lleno del aroma a jazmín de Yoohyeon que parecía llenar sus pulmones, mente y corazón al mismo tiempo. Su cabeza descansaba sobre sus hombros, sus brazos alrededor de la cintura de la chica más alta, como si pertenecieran allí. Fue su primer abrazo real y duro mucho más de lo que debería, lleno de una necesidad que ambas chicas no estaban listas para admitir.
Cuando finalmente se separaron, se miraron durante un momento con pequeñas sonrisas inseguras en sus rostros, hasta que volvieron a sus posiciones originales. Ambas aún podían sentir la calidez del contacto, deseando que durara más, pero aún conscientes de que ese abrazo no sería el último.
Esa noche, cuando Yoohyeon le dijo adiós a Minji, la marca en su palma brilló más que nunca, eclipsando el anillo en su dedo, el mismo anillo que Yoohyeon no había tocado en toda la noche. Cuando la morena se alejó, el anillo comenzó a deslizarse lentamente por su dedo.
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-Por esto es que eres mi jefa favorita, ¡Me pagas a tiempo y me das comida! -Yuju tenía una enorme sonrisa en el rostro y sostenía de forma espeluznante una barra de chocolate, o por lo menos así era ante los ojos cansados de Handong.
-Soy literalmente tu única jefa.- Dijo Handong rodeando los ojos ante las tonterías de su amiga.
Acababa de regresar de su ciudad natal, un viaje de dos horas que parecía mucho más largo de lo habitual. Ir a casa sería algo bueno, pero se sentía cansada no solo físicamente, sino mentalmente y necesitaba un poco más de tiempo para sí misma. Hacerle una pequeña visita a Yuju era su forma de prepararse para enfrentar a Yoohyeon, o para ser honesta, era una excusa para esperar para ir a casa un poco más tarde y llegar cuando su novia ya estuviera dormida.
-Aún así es bueno ser el favorito de alguien- La joven se encogió de hombros y le ofreció a Handong un poco de su chocolate.
-Supongo que sí- Dijo Handong en voz baja, sacudiendo la cabeza levemente. Contuvo un suspiro, diciéndose a sí misma que debía dejar de lado sus propios problemas por un momento. -¿Y cómo van los preparativos para tu graduación?
-No creo que hayas venido aquí luciendo como un zombie para preguntarme sobre mi futuro como si fueras mi madre. -Yuju hizo una mueca. -Creí que ibas a ver a tus padres durante el fin de semana, ¿Por qué estás aquí ya?
Handong suspiró, ella debería haber visitado a alguien más.
-Si, pero tuve que volver para resolver algunas... cosas, no creo que pueda retrasarlo más. -Respondió sin querer, recibiendo una mirada curiosa y preocupada a cambio.
-¿Qué tipo de cosas? ¿Se trata de Yoohyeon?
La castaña se pasó las manos sobre el cabello frustrada. Sabía que hablar con alguien podría ayudar, pero no era como si alguien o incluso ella misma pudiera arreglar las cosas.
-¿Viste como el personaje principal siempre tiene una novia al principio de una historia y finalmente se separan porque, por supuesto, el protagonista tiene que terminar con el otro personaje principal? Y a nadie le importa realmente la primera novia porque ya sabemos que la relación no funcionaría. -Sus palabras salieron rápidamente. Yuju miró a Handong con una ceja levantada, esperando a que continúe. -¿Crees que es culpa de la novia por tratar de estar con alguien que no era para ella?- Yuju parpadeó confundida con el giro repentino de la conversación.
-Está bien, no tengo idea de lo que estás hablando.
La castaña suspiró, hundiéndose más en el sofá. Ser indirecta no estaba funcionando para nada.
-Lo que quiero decir, es que es horrible cuando descubres que no eres la protagonista de tu propia historia de amor. -Tomó un sorbo de la gaseosa que le había dado Yuju antes, dejándola a un lado. -Yoohyeon tiene un alma gemela. Y no soy yo.
-¿A-alma gemela?- Le tomó un minuto a la joven entender la situación antes de estallar en maldiciones. -¡Pero Yoohyeon está contigo! ¿Cómo pudo haberte hecho eso después de todos estos años?
-No es su culpa- Handong la interrumpió, su voz pesada al igual que su pecho. Jugar al juego de quién tiene la culpa no le haría ningún bien y lo menos que quería era convertir su tristeza en rencor contra alguien a quien tanto ama, o amaba, ahora usar esa palabra para describir sus sentimientos por Yoohyeon no sonaba del todo bien, como si ya no tuviera el derecho de decirlo. -Ni siquiera puedo enojarme con ella por esto. Me está matando.
Yuju se abstuvo de maldecir, no quería molestar a Handong más de lo que ya estaba. Ella sabía que Yoohyeon no era una mala persona, sin embargo, había conocido a la chica por Handong y jamás se había imaginado un escenario en el que no estuvieran juntas. Cuando conoció a Handong hace algunos años, se habían unido bastante rápido y ella era casi como la hermana mayor que nunca tuvo, y si su hermana fue abandonada por una chica, estaba más que lista para luchar por ella. Pero no podía hacer eso. Por lo tanto, solo abrazó a su amiga.
-Entonces, supongo que esa es la razón por la que no quieres trabajar en tu casa. ¿Cuándo sucedió?
Asintiendo, la castaña le devolvió el abrazo. Estar angustiada todo el tiempo y tener que mantener una buena actitud no era agradable y a veces deseaba poder maldecir como Yuju.
-Hace más de un mes, conoció a una mujer en una librería, que en realidad está muy cerca de casa... Al principio trate de lidiar con eso y apoyarla, pero a medida que pasa el tiempo yo... Las cosas están empeorando. -Se echó hacia atrás, rompiendo el abrazo. Sabía que podía contar con Yuju para cualquier cosa, eran lo suficientemente cercanas como para ser honesta, aunque eso no lo hacía menos difícil, hablar con la gente sobre el tema siempre fue complicado, tener que enfrentarlos y ver cómo sus rostros mostraban una mezcla de lástima y desesperanza, diciéndole en silencio que ya sabían cómo terminaría y que ella debería aceptarlo. -Las vi juntas. No pasó nada, pero aún podía... sentir. Sentí que tenían una conexión, como si estuvieran en su propia burbuja de... lo que sea que tengan -Amor habría sido la palabra correcta. Esa única cosa que Yoohyeon parecía ya no sentir por ella, sino que se derramaba por sus ojos cuando veía a Minji.
Yuju apretó la mandíbula, evitando volver a maldecir.
-¿Y qué vas a hacer al respecto? Esa es la razón por la que viniste, ¿No es verdad?
La castaña asintió, respirando hondo un par de veces.
-Voy a hacer lo que creo que es correcto para todas. -Su voz sonó tranquila, carente de la confianza que deseaba. -Necesitaré tu ayuda, ¿Estás libre la semana que viene?
-Siempre estoy libre, solo dime lo que tienes en mente.
Y así lo hizo, ella le contó todo. Al final Yuju se encontró haciendo una mueca.
-No puedo decir que estoy completamente de acuerdo, pero es tu decisión.
-Gracias, Yuju.
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Era tarde. Así que se puso de puntillas, dejó sus cosas en el estudio y se tomó un momento para considerar la idea de dormir allí, pero su cuerpo cansado le exigió que fuera a buscar su cómoda cama. Las luces de la habitación estaban apagadas, como se esperaba, pero todavía podía guiarse con la tenue luz de la luna que entraba por la ventana. Tomando algo de ropa cómoda, fue al baño a darse una ducha rápida que, con suerte, no interrumpiria el tranquilo sueño de Yoohyeon; había hecho todo lo posible para no prestarle atención a su novia, pero era imposible no notar la suave fragancia de su cabello en el aire o el bulto debajo de la gruesa manta en la cama.
Handong se puso su ropa limpia y apagó las luces del baño antes de salir, se acercó a su lado de la cama y se acurruco con cuidado para no molestar a su novia.
Antes de que ocurriera todo lo de las marcas, habría tenido cuidado simplemente porque no quería despertar a Yoohyeon sabiendo que necesitaba dormir después de una larga semana de trabajo, ahora, sin embargo, su cuidado excesivo se debía al miedo de despertarla solo para enfrentar esa horrible tensión que llenaba el aire últimamente.
Casi nunca se quedaba fuera hasta tan tarde, ni siquiera por trabajo, siempre intentaba llegar a casa a tiempo para ver a Namu y hablar con ella adecuadamente. Aunque ya no era así.
Fue cobarde de su parte seguir escondiéndose y fingir estar más ocupada de lo que realmente estaba para evitar encontrarse con la persona que significaba tanto para ella; era irónico, realmente, que su miedo de perder a Yoohyeon la mantuviera alejada de ella. Le dolía el corazón todo el día, la extrañaba mucho y la deseaba. La quería ver, tocar y mantener lo más cerca posible.
Solo por una vez, quería acostarse junto a su chica y fingir que todo estaba bien.
Sus ojos se habían adaptado a la oscuridad, permitiéndole discernir los hermosos rasgos de Yoohyeon entre las mantas en las que estaba envuelta. Handong reflejó su pose, recostó la cabeza sobre la almohada y observó cómo la morena dormía tranquilamente. En la quietud de la habitación, con solo sus respiraciones llenando el aire, por una vez todo parecía estar bien y podía permitirse sonreír.
Vacilante, extendió la mano para tocar muy la mejilla de la morena, sin embargo, se detuvo a mitad de camino cuando notó la sonrisa en el rostro de Yoohyeon, una sonrisa que no había visto en mucho tiempo. Ella apartó la mano, desviando su mirada. Lo que sea que estuviera soñando Yoohyeon era capaz de hacerla más feliz que Handong últimamente.
Ahora, cada vez que enfrentaba a su novia solo era capaz de sentir tristeza y melancolía. No quería arriesgarse a despertarla y tener que enfrentarla ahora. Así que simplemente se recostó en la cama, con el pecho pesado por el peso de tantas emociones y los ojos ardiendo con lágrimas que nunca se permitiría soltar.
Su mirada fija en el techo, analizando cada detalle, como si concentrarse en eso le permitiera distraerse de sus conflictos internos, no era así. Todavía podía escuchar la suave respiración de Yoohyeon, sintiendo el calor suave que provenía de ella, pero nada de eso podía calentar el corazón roto de Handong. Nunca podía ignorar a Yoohyeon por completo, bloquearla de corazón y mente. Sin embargo, ella estaba destinada a perderla pronto y eso era algo que ambas tenían que reconocer pronto. Levantó su mano izquierda, mirando la palma limpia en la que probablemente nunca aparecería una marca. Con su otra mano trazó los patrones naturales de su palma, sintiendo la piel suave que carecía de la magia que todo el mundo parecía poseer. Se sentía patética, por haber pensado alguna vez que su amor y voluntad serían capaces de derrotar al destino.
Yoohyeon se movió en su sueño, alejándola de sus pensamientos. La morena arrugó la nariz adorablemente, dejando escapar un suspiro molesto mientras intentaba agarrar algo. Handong pensó por un momento que la chica se acercaría más y la abrazaría como solía hacerlo, pero la más alta solo agito su brazo por un momento, antes de que una pequeña sonrisa apareciera en su rostro. Una sonrisa temblorosa llegó a la cara de Handong. Incluso las cosas más pequeñas fueron suficientes para sacudir su corazón, rompiendo la fuerte mentalidad que creía tener. La castaña se levantó y regresó al baño con la esperanza de poder encontrar las pastillas para dormir de Yoohyeon.
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Domingo.
Cuando había creado esa pequeña oficina en su casa, nunca creyó que se convertiría en su lugar seguro cuando evitara la presencia de Yoohyeon, probablemente porque nunca pensó que tendría que hacerlo. Hoy se estaba preparando para decirle adiós. Tal vez si solo se hubiera esforzado un poco más, si hubiera dejado de lado su maldito libro por un momento y dejado de esconderse, si tan solo se hubiera aferrado a Yoohyeon... Quizás esas cosas no hubieran cambiado nada. Pero no podía evitar lamentar sus propias acciones.
Sentada en su mesa de trabajo, abrió la libreta en donde había empezado una lista durante el camino de regreso a casa. Ser objetiva y racional no era lo suyo, pero debía ser así para poder hacer lo que tenía que hacer. Cuidadosamente enumeró cada cosa que debía empacar del lugar. También tenía otra, una lista más pequeña, para todo lo que debía resolver de su vida personal. Era casi divertido el hecho de que pudiera organizarse en tales circunstancias.
Mientras que Yoohyeon tomó su trabajo seriamente y para mantenerse en tierra, Handong siempre enfrentó su trabajo como una forma de lograr sus sueños. Nunca fue su intención volverse rica, solo quería permitirse una vida cómoda haciendo lo que amaba. Su pequeña y acogedora casa, llena de buenos recuerdos, era uno de sus lugares favoritos en el mundo, sin embargo, ella había planeado mudarse a una más grande, donde pudieran tener una mascota y formar una familia. Trabajar se convirtió en un asunto serio cuando decidió ahorrar para su próximo paso en la vida y funcionó, el hermoso anillo en el cajón fue solo el comienzo. Un comienzo que pronto se convirtió en un final.
Tendría que hacer otra lista para decidir qué hacer cuando todo esto terminara.
Con un profundo suspiro, se puso de pie para comenzar a empacar sus cosas del trabajo. Se encargaria de lo más doloroso al final. Como por ejemplo decidir si se llevaría o no el anillo con ella.
Handong se aseguro de que todo fuera lo más rápido y fluido posible. Incluso recogió algunas cosas que había dejado tiradas en las otras habitaciones, asegurándose de no tocar nada que Yoohyeon pudiera notar de inmediato. Era tonto, se suponia que no debia importarle tanto cuando estaba a punto de terminarlo. Sin embargo, allí estaba, demasiado asustada como para entrar en su habitación para comprobar si se había olvidado algo, demasiado asustada de estar allí y traer más recuerdos y hacer que cambiara sus decisiones. Así que no fue allí, ni miro las fotos en la pared, ni los pequeños adornos que Yoohyeon había escogido.
Después de tener todo listo y de tomar un breve descanso para comer su ramen favorito, que por alguna razón sabía a cartón, reunió el coraje para seguir con el siguiente paso de su deber. Un pequeño cuaderno, dos hojas de papel dobladas y la pequeña caja del anillo, descansaban sobre el escritorio mientras ella los observaba cuidadosamente. Las dos primeras cosas eran sencillas, bueno, no tanto, pero por lo menos sabia que hacer con ellas, sin embargo, el anillo... Debía tomar una decisión. Tirarlo a la basura no era una opción. Por lo que debía decidir si se lo quedaría ella o si se lo daría a Yoohyeon.
Suavemente abrió la caja, dándole al anillo una última mirada. Era bonito, delicado y elegante, perfecto para la más alta. Se preguntó si su novia le había echado un vistazo cuando no se dio cuenta, era posible ya que Handong nunca había sido la mejor en esconderle cosas. La castaña deseaba haberle preguntado al respecto, o incluso haber sido lo suficientemente valiente como para proponerle matrimonio, así por lo menos tendría el recuerdo de la reacción de Yoohyeon al regalo.
Una sonrisa débil y temblorosa apareció en su rostro mientras deslizaba el anillo devuelta a su bolso. Había tomado una decisión.
Handong rezo para poder hacerlo sin demostrar lo rota que estaba por dentro. Tendría suficiente tiempo para llorar más tarde, pero hoy no.
Era hora de continuar con su plan.
────────⊹⊱✫⊰⊹────────
Minji debió haber sabido que iba a suceder, tarde o temprano, su madre haría alguna locura nuevamente y exigiría su atención. Era domingo, por lo que la tienda solo estuvo abierta por un par de horas, pero aun así fue el día más estresante de la semana para ella. Tuvo una mañana bastante complicada, con una migraña instalada en sus sienes mientras arreglaba el enrrollo en el que se había metido su madre.
La pelirroja había intentado limitar los gastos de su madre, mantenerla alejada del negocio, distraída con sus compras al azar, que solo le costaban a MInji un par de cientos de dólares. Sin embargo, la mujer nunca la escuchó. Ella tendría un repentino estallido y compraría cualquier cosa que creyera "útil", gastando miles de dólares, dejando que su hija se encargara de las consecuencias. En cuanto a hoy, había comprado muebles en una tienda, más específicamente muebles de mala calidad, que se vendieron a un precio mucho más alto del que valían y Minji tuvo que presionar fuertemente a los vendedores y amenazarlos con tomar acciones legales para que le reembolsaran su dinero. Como siempre, tenía que vigilar los movimientos de su madre y ya estaba empezando a cansarse.
Los primeros años sin su padre no fueron fáciles, e incluso ahora todavía sentían el peso de su ausencia, por lo que la pelirroja siempre hizo todo lo posible por entender los sentimientos de su madre. Aunque se estaba volviendo cada vez más difícil. La enfermaba y casaba, la forma en la que la mujer mayor solo hacia lo que quería, ignorando los pedidos de su hija y dejándola lidiar con todos los problemas. Fue prueba de su paciencia y amor el no criticar a su madre y llamarle la atención por su irresponsabilidad. De no ser por la posibilidad de que ocurriera una emergencia, ya habría cortado sus tarjetas de crédito.
La pelirroja sintió que su energía desaparecía al final de la mañana, aunque el pensamiento de sus gatitos esperándola en casa fue lo suficientemente reconfortante como para traerle paz por un minuto. Sin embargo, no duró mucho.
Se estaba poniendo su chaqueta cuando el teléfono sonó, insistentemente. Hizo una mueca, arreglando su ropa antes de contestar la llamada. -¿Hola?
La voz al otro lado de la línea sonó muy formal y seca, casi robótica. -¿Kim Minji? ¿Eres familiar de la señora Kim YooInna? Ella se encuentra hospitalizada en el Hospital Central, encontramos este número en su lista de contactos.
Minji presionó el teléfono un poco más fuerte en su oído, sintiendo la tensión correr por su cuerpo. ¿Hospital? Su madre estaba sana, su obsesión por mantener un buen estilo de vida lo aseguraba. ¿Verdad? Aun así, habían muchas otras cosas que podrían haberla llevado a un hospital y ninguna parecía buena. -Si, soy yo. ¿Ella está bien? ¿Qué pasó?
-Ella estuvo involucrada en un accidente automovilístico, pero ahora se encuentra estable. Necesita venir y llenar el papeleo para obtener más información.
Termino la llamada inmediatamente. No tenía idea de lo que realmente significaba "estable", aunque sonaba como algo bueno, el tono muerto de la enfermera no le daba ninguna pista y no estaría tranquila hasta que viera personalmente a su madre. Tomando su bolso, estaba lista para salir corriendo de la oficina cuando la cabeza de Yoohyeon apareció por la puerta, dándole una mirada preocupada.
-¿Minji? Eunha me dijo que estabas aquí... ¿Está todo bien?
Ni siquiera lo dudó y abrazó a la más alta, su corazón se apretó en su pecho al verla. Tener a Yoohyeon cerca nunca dejaría de darle algo de consuelo. -No estoy segura. ¿Puedes venir conmigo? ¿Por favor?
La más alta la abrazó con fuerza, como si pudiera sentir la angustia de Minji. Aunque quizás si pudiera. Su vínculo se estaba fortaleciendo y estaban empezando a aprender a confiar la una en la otra.
-Por supuesto. ¿A dónde vamos? Nos conseguiré un taxi.
Minji aún se sentía un poco fuera de sí, pero manteniendo un fuerte control sobre la mano de Yoohyeon, pudo decirle la dirección y explicar un poco la situación. Cómo se esperaba, la más alta no perdió el tiempo en preguntas tontas y simplemente hizo lo que prometió, y en poco tiempo se dirigieron al hospital.
-Va a estar bien, estoy segura. No hubieran dicho que está estable si hubiera algún riesgo. -O por lo menos era lo que Yoohyeon esperaba, mientras consolaba a su alma gemela. Minji siempre estaba serena y tenía el control de todo, que era bastante desgarrador verla tan angustiada. Yoohyeon la abrazó por los hombros, sus ojos nunca abandonaron el rostro de la pelirroja mientras intentaba tranquilizarla. -Llegaremos pronto.
Minji fue incapaz de devolver el abrazo por el nerviosismo, cuánto más se acercaban al hospital, los malos recuerdos insistían en templar su mente, por lo que fue casi imposible mantenerse fresca. No había estado con su padre cuando sucedió, ni siquiera tuvo la oportunidad de verlo en el hospital, solo en la funeraria. Y tenía miedo de ir allí, solo para darse cuenta que tendría llevar a su madre a un lugar similar.
Sin embargo, por alguna extraña razón, el único recuerdo que la perseguía no tenía que ver con su padre. Fue el segundo gran y doloroso evento en su vida.
Era un domingo cualquiera en los dormitorios. Minji estaba revisando los canales de televisión, buscando algo interesante que la mantuviera despierta. Bora por otro lado, ya se había rendido, apoyando la cabeza en el regazo de su amiga con los ojos apenas abiertos.
-Odio levantarme temprano- Murmuró moviéndose para encontrar una posición más cómoda.
Dejando de lado el control remoto, la pelirroja empujó juguetonamente a su amiga. -Bájate. -Por supuesto, Bora no lo hizo, necesitaría mucho más para hacerla mover. -Tenías que hacerlo de todos modos, ¿O preferirías no haber llevado a Singnie al aeropuerto?
Bora estaba gruñona, lo cual era su forma de esconder su llorosa cara de bebé. Las vacaciones estaban a la vuelta de la esquina y pronto irían a visitar a sus propias familias, sin embargo, Siyeon había viajado un poco antes para sus vacaciones familiares a China y Bora lo estaba manejando como se esperaba, mal. Las chicas se habían conocido solo hace unos meses, pero siendo almas gemelas no era de extrañar que se hubieran apegado tanto en tan poco tiempo. Siendo la persona de corazón suave que era, para Bora fue difícil estar alejada de su alma gemela. Por lo tanto, Minji decidió cumplir el deseo de la más baja por una vez y no quitarla de su regazo.
-¿Quieres comer algo?- Preguntó pasando los dedos por el suave cabello oscuro de Bora, por lo general, la más baja se quedaría dormida si hiciera aquello, pero la comida era su punto débil.
-¿Podemos por favor pedir pizza esta vez? Tengo algunos cupones y-
-También tengo cupones para un lugar mejor, no podemos pedir pizza siempre.
Normalmente, esa conversación duraría por lo menos diez minutos hasta que se pusieran de acuerdo en que ordenar. Desafortunadamente, ese día no era como cualquier otro.
"Noticia de última hora" La voz del informador de noticias las interrumpió, el hombre tenía un tono sombrío en su voz y habían varias burbujas de información apareciendo en la pantalla mientras hablaba. La etiqueta roja en la parte inferior tenía escrito en letras grandes: "AVIÓN CON DESTINO A CHINA CAE AL MAR"
Minji sintió una repentina sensación de entumecimiento en las piernas cuando Bora se levantó de repente, sus ojos se agrandaron mientras escuchaba con atención.
"Las fuentes dicen que un avión comercial que salió de Seúl esta mañana y que se dirigía a Hong Kong se estrelló. La compañía aún no ha dado una declaración oficial, sin embargo, es probable que el avión haya tenido un mal funcionamiento y se haya caído al océano. Estaremos informando a medida que se revele nueva información..."
Por un momento, ambas chicas se quedaron mirando la pantalla, les fue difícil comprender lo que realmente significaba esa noticia. Habían dejado a Siyeon en el aeropuerto solo hace unas horas, no podía ser su vuelo ¿Verdad?
Esa extraña sensación en sus piernas se extendió lentamente por su cuerpo, una sensación de adormecimiento que hacía difícil distinguir la realidad de una pesadilla. Torpemente, la pelirroja sacó su celular del bolsillo para verificar el número del vuelo de Siyeon.
Bora todavía estaba frente al televisor, su respiración se hacía cada vez más rápida al sentir el latido de su corazón en sus oídos. -Es... no puede ser... Singnie... ¡Esto no puede ser! -Sostuvo su propia mano izquierda, encontrando algo de consuelo en la marca que todavía estaba allí. Apagó el televisor, como si no ver las noticias pudiera protegerla de la realidad de lo que estaba sucediendo.
-¡Los accidentes aéreos son raros! ¿Cuáles son las posibilidades de que ella esté allí? ¡Ninguna! ¡Ella no está ahí! ¡Estoy segura que me llamará en cualquier momento para decirme que llegó a salvo! -No se lo dijo a nadie en particular, era más para intentar convencerse a sí misma. Siguiendo el ejemplo de Minji, tomó su teléfono e hizo una llamada, recibiendo una respuesta robótica de inmediato. Una sonrisa nerviosa e histérica salió de sus labios. -¿Ves? Está en modo avión, no puede contestar. ¡Te lo dije! -Ahora sus gritos se dirigían hacia Minji, su tono victorioso se vio amenazado por las repentinas lágrimas que comenzaron a caer de sus ojos antes de que pudiera hacer algo para evitarlo.
Minji cerró los ojos y se mordió el labio inferior para evitar que cayeran las lágrimas. Ni siquiera necesitaba confirmar el número del vuelo, el de Siyeon fue el único vuelo de Seúl a Hong Kong que despegó en la mañana. Ellas la habían despedido, la saludaron mientras caminaba hacia el avión y la vieron subir por las ventanas de vidrio. No había forma de negarlo.
Tragando con fuerza sus propias lágrimas, dejó caer el teléfono para cubrir la pequeña distancia que la separaba de Bora y la envolvió en un fuerte abrazo. -Lo siento mucho, Bora.
-¿Qué estás diciendo? ¡Ella no está muerta! ¡Ya basta, Minji, no lo está! -Bora trató de romper el abrazo, pero el brazo de Minji se mantuvo firme alrededor de ella, mientras trataba de consolarla de la mejor manera posible. Los esfuerzos de la más baja se calmaron pronto, sus palabras se convirtieron lentamente en susurros ininteligibles, su rostro enterrado en el hombro de Minji y sus manos sosteniendo débilmente el dobladillo de su suéter. Sintió que la vida la abandonaba tal como lo había hecho Siyeon, dejando un espacio vacío en donde solía estar su corazón. -¿Por qué, Minji? ¿Por qué? E-ella era... ella era muy feliz aquí. Lo éramos.
-No lo sé, Bora. Realmente no lo sé.- En este punto ya no podía contener más sus emociones, así que lloró, abrazando a su amiga con más fuerza. No había nada que ella pudiera hacer o decir que la ayudara en ese momento. Era cercana a Siyeon, se había convertido en una de sus mejores amigas en cuestión de meses, pero nunca podría comprarse con el dolor de perder a un alma gemela. Había visto cuánto había afectado a su propia madre, ahora, solo podía rezar para que Bora manejara mejor el dolor. Minji estaría a su lado todo el tiempo que fuera necesario para asegurarse de que pudiera enfrentarlo de la mejor manera posible.
Poco después recibieron una llamada, confirmando las malas noticias que ya sabían y ambas chicas solo tuvieron la posibilidad de despedirse del océano que se había llevado a Siyeon para siempre.
Hoy también era domingo y ese simple hecho fue suficiente para hacer que su estómago se encogiera en ansiedad. Ni siquiera las cálidas manos de Yoohyeon que tomaban las de ella fueron suficientes para aliviar la inquietud. Los veinte minutos que pasaron en el coche fueron suficientes para ponerla enferma y sintió que el mundo giraba a su alrededor tan pronto como salió del vehículo; afortunadamente, la más alta estaba allí para ayudarla a caminar hasta la entrada.
Cuando llegaron a la recepción Yoohyeon tomó la delantera pidiendo información y ayudando a Minji a llenar el papeleo que pedía el hospital para dejarlas entrar. Si la más baja estaba nerviosa antes, ahora sentía que los nervios la comían y le resultaba difícil no molestar a la enfermera para que la dejara ver a su madre. Una vez más la presencia de Yoohyeon la ayudó a mantener las emociones bajo control, consiguiendo finalmente el número de habitación.
Paredes blancas, piso frío, un fuerte olor a desinfectante y medicinas, aquel corredor solo hizo que se le encogiera el estómago más que antes. Tenía miedo de vomitar si llegaba a ver a su madre muerta. Yoohyeon probablemente pudo adivinarlo por su expresión, ya que su agarre en su mano se hizo aún más fuerte mientras caminaban a paso acelerado hacia la habitación.
Le temblaban las manos pero aún así no dudó en abrir la puerta, sus ojos buscando frenéticamente una figura familiar. Ella la encontró fácilmente. Habían cuatro camas, tres con las cortinas cerradas, mientras que la última estaba abierta, su madre estaba allí.
La mujer estaba sentada en la cama con una revista en las manos, llevaba su abrigo sobre la bata azul del hospital, lo único anormal era un pequeño hematoma en su frente. Parecía aburrida, pero bien. Perfectamente bien.
-¿Minji? ¡Oh cariño, no quería que te molestaran! Pero dijeron que necesitaba que alguien me recogiera. -YooInna la saludo con un gesto tranquilo que se convirtió en una sonrisa en cuanto vio a Yoohyeon. -¿Y esta hermosa chica? ¿Acaso es quien creo que es?
Por lo general, Minji habría reprendido a su madre por ser tan entrometida, pero en ese momento estaba teniendo dificultades para mantenerse en pie. Se apoyó contra la pared, respirando pesadamente sintiendo que alguien le había devuelto el oxígeno a sus pulmones. Su madre estaba bien, estaba viva y bien. -Gracias a dios. -Murmurando para sí misma, Minji llevó una mano a su pecho, tratando de calmar su corazón.
-Minji, ¿Estás bien?- La voz de Yoohyeon sonó cerca de su rostro, sus manos suaves ahuecaron su rostro suavemente. -Está bien, Minji, todo está bien ahora. Solo respira. -Su tono tranquilo fue capaz de calmar un poco a la más baja, aunque aún así le tomó varias respiraciones largas y profundas hasta que pudo abrir los ojos y enfrentar los orbes marrones de Yoohyeon que le sonreían con cariño. -¿Estás mejor ahora?- Minji asintió, un poco avergonzada por hacer tal escena cuando realmente no había pasado nada. -Bueno. Ahora vamos, supongo que tu madre está esperando que nos presentes oficialmente.
-Seguramente lo está.- Minji intento mirar a su madre, pero no pudo contenerse mucho tiempo antes de correr hacia la mujer y abrazarla con fuerza. -¡Mamá! Gracias a dios que estás bien. ¿Qué pasó? ¿Por qué no me llamaste? Pensé... yo... -Aquel nudo terco en su garganta estaba allí una vez más, lo que le dificultaba hablar sin convertirse en un desastre.
La mujer mayor le devolvió el abrazo, dándole palmadas en la espalda. -Solo fui demasiado rápida cuando estaba sacando el auto del estacionamiento... sabes que no soy muy buena estacionado y luego estalló el airbag y sucedió esta cosa horrible- Rompió el abrazo para señalar el moretón en su sien derecha. -¡Al menos no me golpeó la nariz!
Minji suspiró en respuesta. Abrazó a la mujer nuevamente, agradeciendo a cada divinidad existente por su buena suerte. Finalmente, se separaron y Minji estaba lista para comenzar una prueba completa para asegurarse de que todo estaba bien cuando su madre señaló no tan sutilmente a Yoohyeon que se había sentado junto a la cama, esperando pacientemente a que terminara el momento madre-hija.
Esta vez, Minji suspiró por una razón muy diferente. Ella sabía lo que estaba por venir.
-Mamá, ella es mi... amiga, Kim Yoohyeon. Yoohyeon, esta es mí madre- Ella las presentó, dejándolas intercambiar saludos, pero salió tan bien como esperaba.
-¡Tu alma gemela! ¡Mírala, tan bonita y alta! Minji, sabía que esperar tanto tiempo valdría la pena. ¿En qué trabajas? -Su madre parecía extremadamente emocionada. Minji solía pensar que su madre preferiría que no encontrara a su alma gemela, dejando que su miedo al futuro gobernara incluso esta parte de su vida, pero estaba tan equivocada, había estado proyectando sus propios miedos en su madre.
Si a Yoohyeon le molestaban las preguntas, no dejaba que se notara y Minji solo observaba mientras las dos mujeres hablaban sin esfuerzo. La más alta nunca mencionó el hecho de que ella y Minji no estaban juntas, ni el hecho de que ella ya tenía a alguien en su vida, manteniendo sus respuestas lo más claras y divertidas posible.
Después de consultar con el médico, hacer un último chequeo y confirmar que no había nada malo con su madre y que podía llevarla a su casa, se dirigieron a un restaurante cercano para cenar. Después de la comida, YooInna insistió en quedarse en su propio departamento, la mujer prometió que llamaría si necesitaba algo y que esperaría la visita de Minji por la mañana. Las mujeres más jóvenes decidieron caminar a la casa de Minji a pie, alegres por un poco de aire limpio, después de tanto tiempo en el hospital.
-Gracias por hoy. No debería haberte arrastrado a los problemas de mi familia, pero justo apareciste y...- Minji se encogió de hombros y le dio a la más alta una sonrisa de disculpa. Se suponía que Yoohyeon pasaría a almorzar, pero terminó siendo arrastrada a una sala de hospital por varias horas seguidas escuchando las extrañas preguntas de su madre. -Pero dijiste que querías conocer a mi familia. Supongo que ahora lo haces.
Yoohyeon rio levemente mirando a la pelirroja mientras caminaban. -Te dije que estaría aquí para lo que sea que necesitarás, ¿no? Me alegro de que confíes en mí lo suficiente como para permitirme entrar en tu vida de esta manera- Conocer a la madre de Minji le dio una perspectiva diferente de la vida de la pelirroja, hizo que fuera más fácil de entender el porqué actuaba de la manera en la que lo hacía. Por momentos fue un poco incomodo, pero aun así logró disfrutar de la experiencia. La madre de Minji no era una mala persona, solo estaba un poco perdida y era obvio cuánto amaba a su hija.
En realidad, cuando entró en la habitación y vio lo angustiada que estaba su alma gemela, sintió algo temblar en su pecho, exigiendo que actuara y protegiera a la pelirroja. Camino al hospital hizo todo lo posible por mantener la compostura, aunque estaba tan nerviosa como Minji. Podría haber reído de la felicidad cuando se encontraron con que todo estaba bien. De hecho, se sentía bien y contenta por estar allí para apoyar a Minji y cuidarla.
Yoohyeon jamás podría haberle dicho que no a MInji en una situación como esa, habría hecho todo lo posible si hubiera tenido la opción.
-Me gustó tu madre. No te pareces mucho a ella, pero después de un tiempo pude ver que eres similar en algunos aspectos y que tienen un fuerte vínculo- Comentó con una pequeña sonrisa, recordando la forma en la que se abrazaron en cuanto se vieron.
-A ella también le gustaste, demaciado diría yo - Minij redujo la velocidad, su mirada se volvió más seria y más complicada de leer. Yoohyeon la conocía lo suficiente como para saber que esa expresión en su rostro aparecía cada vez que se enredaba en su cabeza, como ahora.
-¿Demaciado?- El tono de Yoohyeon seguía siendo ligero, pero ahora más vacilante, con cuidado.
-No quería que ella te conociera. Ella no entiende lo que está pasando... ni siquiera sé si yo lo hago- Apretó los labios con fuerza, reflexionando sobre sus palabras. Lo último que quería hacer era comenzar una discusión, especialmente hoy cuando Yoohyeon la había ayudado tanto... Pero ese también era el problema. Mientras más tiempo pasara con Yoohyeon cerca, más difícil sería perderla. -Sigues diciendo que siempre estarás aquí para mi, pero ¿Es verdad?
Yoohyeon parpadeó, mirando hacia la calle. El cambio de tema la inquietó, sabiendo que se dirigía a una conversación que no sabía si estaba lista para tener.
-No sé sobre el futuro, pero haré todo lo posible para estar aquí para ti. También compartimos un vínculo, de alguna manera.
-Si, lo hacemos- Minji echó un vistazo a su marca de alma, cerrando la mano en un puño -¿Pero qué significa para nosotras?- Dejó de caminar. De alguna manera habían terminado en una escalera con una hermosa vista de la ciudad, pero ella no podía prestarle atención en ese momento.-Te dejé entrar en mi vida porque tenía curiosidad sobre lo que sucedería porque yo... pensé que merecía la oportunidad de al menos conocerte después de tanto tiempo, pero... - Respiró hondo. -No sé si puedo ser feliz solo con esto. No es suficiente. Te conozco solo hace un par de semanas, sin embargo, no se siente así. Se siente... diferente. ¿Soy solo yo?
Yoohyeon se obligó a no moverse, a no hacer ninguna mueca ni retroceder. Huir no había resuelto ninguno de sus problemas, hacerlo ahora tampoco lo haría. Aun así, mirar directo a los ojos bonitos y agudos de Minji no era una tarea fácil, la hacía sentirse vulnerable como si ella pudiera ver a través de ella.
-Sabes que no es tan simple para mí- Dijo Yoohyeon, su voz sonó tranquila bajo los sonidos de la ciudad. Todo lo que dijo Minji tenía sentido y estaría mintiendo si dijera que no sentía lo mismo. Ha pasado un tiempo desde que ya no le importaba si sus sentimientos por ella eran solo un truco de la marca o un sentimiento real, se estaba fortaleciendo dentro de ella y no había forma de que pudiera evitarlo. El tiempo que pasaron juntas solo las acercó, creando un vínculo tan fuerte en un periodo de tiempo tan corto. Ella tragó saliva, sintiendo que su boca se secaba. -Te quiero en mi vida, Minji. Eres una persona increíble, y sea como amiga o alma gemela, no quiero perderte.
-Pero no me ves solo como una amiga ¿Verdad?- Minji se acercó. Mirando profundamente a los orbes chocolate de Yoohyeon, viendo las olas de emociones expuestas en ellos. Sus respiraciones formaban pequeñas nubes de vapor debido a la fresca brisa nocturna, enviando un pequeño y agradable escalofrío a través de su columna vertebral. Nunca había estado tan cerca, ella nunca se había permitido intentar algo por miedo a herir los sentimientos de Yoohyeon o su relación. Todo lo que tenían era una sensación robada, toques inocentes. De repente, quería la libertad de tocar a su alma gemela, la libertad de sentir lo suaves que serían sus manos contra las de ella o lo dulces que serían sus labios. -Eres mi alma gemela y se supone que significa mucho, pero al final lo que realmente importa son tus sentimientos. Así que sé honesta, no solo conmigo o tu novia, sino contigo misma primero.
Todos sabían que eventualmente sucedería, que habría que tomar una decisión por el bien de todas. Si quería protegerse a sí misma y a las demás, era mejor hacerlo ahora. Ella se alejó, dandole espacio. -No quiero presionarte pero... ¿No merezco una respuesta? No puedo ser feliz con las migajas para siempre.
Yoohyeon abrió la boca para contestar, pero poco después la cerró. Ella no sabía qué decir. Minji se había convertido en una persona importante en su vida en poco tiempo, pero ella no era la única persona en su vida.
-Minji- Yoohyeon sostuvo la manga de su abrigo, evitando que se escapara. -Tienes razón. No somos amigas, pero tampoco somos algo más. Debería haberlo sabido mejor desde el principio, pero era terca y tenía miedo...- Cerró los ojos y respiró hondo. -¿No crees que también siento que mi corazón da un vuelco cada vez que me acerco a ti o que no siento esa calidez en mi corazón cada vez que te veo? El problema es que solía sentir eso por Handong. Antes... antes de todo esto, e incluso ahora, se que ella todavía siente lo mismo. Y me pregunto si yo lo hago también. -Soltó el agarre de su manga, abrazándose a sí misma. La marca en su alma parecía arder, pero mantuvo la mano bien cerrada como si así pudiera ignorar su existencia. -Todos los días me pregunto qué me pasa. Si solo es la marca actuando o soy yo... si cambié porque te conoci... ¿Como se supone que debo saber si es real?
La pregunta fue arrastrada por el viento frío, dejando un silencio aún más frío en su lugar. Minji no tenía una respuesta para darle. Por lo tanto, hizo lo que su corazón exigía, se inclinó levemente y dejó un casto y suave beso en los labios de Yoohyeon. Tal vez la marca era quien guiaba sus acciones, pero ella era demasiado débil como para no derrumbarse ante su poder y abrazar el amor que podría tener en su vida. Los labios de Yoohyeon eran tan suaves y dulces como imaginaba, no pudo anticipar la sensación de agitación en su mente o los latidos desiguales de su corazón. Fue solo un besito, algo tan pequeño y sin sentido que no debería hacerla sentir tanto, no debería hacer que quisiera acercar a Yoohyeon y besarla hasta que su frágil corazón no pudiera soportar tanto amor y la hiciera explotar confesando sus sentimientos.
Pero no podía, ya estaba sobrepasando los límites y Yoohyeon rápidamente había estirado sus hermosos ojos llenos de lágrimas.
-Basta- Puso sus manos sobre el delicado hombro de Minji, manteniéndola alejada. Los mismos sentimientos la estaban aplastando en ese momento, igual que la culpa que no la dejaba sola. Ella no era ese tipo de persona, ella no le haría eso a Handong. -Ella me dijo que viniera a hablar contigo, quería darme la oportunidad de ser feliz... pero, ¿como puede ser justo para ella cuando la haré sufrir tanto?- Soltó a Minji para dejar que las lágrimas calientes marcaran el contorno de su rostro- Lo siento. Me tengo que ir.
Y al final, ella se escapó, otra vez, dejando a una Minji confundida y con el corazón encogido detrás solo para ir a encontrarse con otra persona en su casa.
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Lunes.
Cuando Yoohyeon se despertó ese día, encontró el lado de la cama de Handong vacío y el sonido de la puerta cerrándose, seguido de sus pasos familiares. Parpadeo, tratando de quitar la somnolencia. La noche anterior había llegado tarde a casa , encontrando a Handong encerrada en su oficina, ocupada con lo que fuera. Quería llamarla y contarle lo que había sucedido, sus sentimientos y disculparse por haber roto tantas promesas, pero no lo hizo, no podía. Admitirlo todo significaba perder a Handong, y aunque sonara egoísta de su parte, deseo que solo tuvieran un poco más de tiempo juntas. Sólo un día más.
Estaba saliendo del baño cuando Handong entró en la habitación, dándole una cálida sonrisa que en otra ocasión habría hecho que su corazón saltara. Inconscientemente, alzó la mano para cubrir el lado izquierdo de su pecho, como si así pudiera esconder su corazón desleal.
-Prepárate rápido. Te acompañare al trabajo, pero antes quiero desayunar algo- Informó con un tono ligero. Se detuvo frente a la puerta y le dirigió una última sonrisa de agradecimiento. -Te ves hermosa en las mañanas. ¡Es mi vista favorita!- Guiño un ojo antes de irse.
Handong tenía todo listo, su comida favorita y más que eso, parecía tan feliz y emocionada que Yoohyeon no pudo evitar preguntarse por qué el repentino cambio de actitud. Sin embargo, ella no la cuestionó, sino que simplemente disfrutó el momento. La castaña le contó sobre los planes y lo que había estado trabajando con Yuju y Dami, también le preguntó a ella sobre su trabajo, y tímidamente contestó que las cosas estaban un poco complicadas desde que su jefa se fue.
-No te estreses tanto amor, eventualmente las cosas van a mejorar, pero si no es así, ¡no tengas miedo de perseguir tu sueño en otra parte!- Dijo para luego darle un suave beso en su mano. Su sonrisa fue suficiente para que Yoohyeon sonriera y asistiera. -¿Te conté que vi a Kongie? Se veía tan lindo con su ropa nueva y...
Handong cambió el tema tan fácilmente, como si tuviera un sinfín de cosas para contar y Yoohyeon estaba más que feliz de escucharla. Parte de ella sabía que había algo extraño, que las cosas no podían cambiar así de rápido y que simplemente no podía evitar sus propios sentimientos y todo lo que había ocurrido la noche anterior solo por un buen día. Sin embargo, ella decidió no hacerle caso a su parte racional y simplemente ahogarse en los oscuros ojos de Handong, que parecían brillar apasionadamente por cosas tan mundanas. Ya sea amor romántico o no, aquella chica estaba incrustada en lo profundo de su corazón y quería estar cerca de ella en ese pequeño momento de felicidad.
Tan pronto como terminaron de comer, Handong le pidió que se preparara para salir. -Vámonos, no quiero que tu nuevo jefe se moleste porque llegues tarde.
Por primera vez, salieron con tiempo de sobra. Cada vez que la castaña acompañaba a su novia al trabajo, terminaban corriendo para llegar al metro a tiempo. Este no era el caso.
Yoohyeon sintió la cálida mano de su novia sobre la suya, un agarre fuerte, pero gentil. Handong le daba pequeñas sonrisas cariñosas cada vez que sus ojos se encontraban, manteniendo un ritmo leve para señalar las pequeñas cosas en el camino. Incluso cuando llegaron al metro y se metieron en el vagón abarrotado de gente, la castaña nunca soltó su mano, permaneciendo frente a ella todo el tiempo.
-Sonríe- Susurró, levantando una mano para acomodar el flequillo de Yoohyeon. Los suaves dedos de Handong procedieron a tocar ligeramente la punta de su nariz, haciendo que una pequeña sonrisa apareciera en su rostro. Handong no dijo nada, solo toco levemente el rostro de Yoohyeon de vez en cuando.
La más alta tuvo que morderse el labio inferior, para evitar decir algo de lo que luego se arrepentiría. Handong estaba actuando igual que cuando empezaron a salir, parecía que sentía la necesidad de demostrarle a Yoohyeon cuanto la amaba y que era todo lo que importaba. Parecía que había pasado mucho tiempo y muchas cosas habían cambiado. El hecho de que Handong recordara esos pequeños detalles y que estuviera dispuesta a hacerlo de nuevo fue al mismo tiempo sorprendente y desgarrador, porque ya habían pasado el punto de no retorno y no podía ignorarlo por más tiempo. Deseaba poder sentir lo mismo que antes, que su corazón dejara de latir al ver los ojos de Handon, o sentir que el tiempo se detuviera con un abrazo.
¿En qué momento habían cambiado de esa manera sus sentimientos? ¿Cuánto de eso fue culpa de la marca y cuanto culpa de ella? Era imposible saberlo. De cualquier forma no era justo para la hermosa mujer frente a ella.
Extendió los brazos y abrazó a la castaña. -Handong...
-No lo hagas- Handong la interrumpió, empujándola suavemente hacia atrás. Su sonrisa aún permanecía en su rostro, aunque ahora no llegaba hasta sus ojos. Yoohyeon pudo leer perfectamente sus sentimientos y se obligó a asentir, Handong no merecía otra escena, merecía tener la mañana perfecta que había planeado y la tendría.
Llegaron a su parada antes de lo esperado y fueron recibidas por un hermoso día soleado en cuanto salieron del metro. El edificio donde trabajaba Yoohyeon estaba bastante cerca de allí, por lo que llegarían en unos minutos.
La morena entrelazo sus dedos, dejando un beso en el dorso de la mano de Handong, como lo había hecho cientos de veces antes. Manos cálidas y confiables, las mismas manos que siempre habían estado allí para ella y que aún seguían estándolo. Ella podría haber cambiado, pero Handong seguía siendo la misma.
Yoohyeon ralentizó un poco sus pasos, tomándose un momento para observar cada pequeño detalle de su novia, capturándolos para toda la eternidad en su memoria. El cabello castaño le caía por los hombros y el flequillo se cernía sobre sus hermosos ojos oscuros, cambiando su atención a sus pómulos, nariz cincelada y su perfecta mandíbula. Handong era hermosa, tanto por dentro como por fuera.
Ella merecía mucho más que su amor a medias. Ella probablemente lo sabía y tal vez esa era la razón detrás de sus acciones.
Se detuvieron frente al edificio, Yoohyeon aun aferrada al brazo de la más baja.
-¿Vas a trabajar hoy? ¿Otra vez? - Preguntó tímidamente, temerosa por la respuesta.
-Si- El tono ligero aún estaba allí, lleno de terquedad. Handong mantendría la fachada hasta el final, como se esperaba de ella. -No te preocupes, volveré a casa- Se inclinó para besar a Yoohyeon, un poco más de lo necesario.
Yoohyeon rodeo su cintura con los brazos, acercándola un poco más. El beso fue agradable, suaves labios presionando contra los de ella. Pero eso fue todo. No más saltos en su estómago, ninguna sonrisa involuntaria, ni siquiera la sensación de placer llenando su pecho. Ella lo odiaba. Odiaba la incapacidad de sentirse como siempre. Ella se odiaba a sí misma.
Le tomó un momento darse cuenta que su agarre sobre Handong era demasiado fuerte, sin embargo, la mujer no se quejó.
-Está bien, Namu. Solo ve a trabajar, podremos cenar juntas más tarde- La más baja le dedicó una suave sonrisa, quitando suavemente las manos de Yoohyeon de su cintura- Te amo, que tengas un lindo día.
Yoohyeon intentó hablar, pero Handong la interrumpió con un beso rápido. -¡No puedes llegar tarde hoy! Nos vemos luego.
Sin querer, la morena obedeció su pedido, dándole un último abrazo antes de dirigirse hacia el edificio. No se dio vuelta para mirar a Handong, de lo contrario hubiera visto como la sonrisa caía de su rostro para dar espacio a un profundo suspiro.
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La segunda parte del plan tuvo que retrasarse. Handong pensó que era más fuerte de lo que realmente era, su pequeño colapso al llegar a casa demostró que no lo era. Había intentado tanto mantener la fachada ante a Yoohyeon y ante ella misma también, pensando que si fingía que todo estaba bien, sería capaz de hacer las cosas como antes y sería el recuerdo que le quedaría, pero no lo fue. Había notado cada mirada que le dirigió Yoohyeon, sintió cada cambio entre ellas y lentamente la estaba matando.
En casa, Handong se permitió llorar, tratando de liberar todas las emociones que la estaban comiendo por dentro. En este estado era difícil pensar en que podría soportar todo el día, pero aun así tenía que hacerlo. No había forma de evitar el dolor, por lo tanto era mejor terminarlo de una vez.
Mientras se duchaba, se preparó mentalmente para seguir con el plan.
Se dirigió a la casa de Gahyeon. Le había tomado varios minutos reunir el coraje para llamar a la más pequeña y pedirle encontrarse y como era de esperar, Gahyeon había aceptado de inmediato sin hacer ninguna pregunta. Ahora la más joven se encontraba bajando las escaleras para encontrarse con Handong que la esperaba pacientemente sentada en los escalones en la entrada del edificio.
Al escuchar los sonidos de pasos, Handong se dio la vuelta ligeramente. Brillantes ojos marrones de un tono similar al de Namu, la recibieron cuando Gahyeon noto su presencia.
Handong sintió un nudo en la garganta, un dolor agudo en su pecho apareció mientas miraba a la chica que era como una hermana para ella.
Cuando se enamoró de Yoohyeon, nunca pensó en las implicaciones que podría traer una ruptura, principalmente porque ni siquiera había pensado en la posibilidad. Hubiera deseado saberlo, tal vez así, no se habría apegado tanto a esa familia.
Forzando una sonrisa, Handong levantó su mano, saludando a la más joven. -Gahyeonie.
Gahyeon siempre había sido buena leyendo a la gente y ella no fue una excepción. Su expresión cambió cuando se inclinó para abrazar a la mayor. -¡Handong unnie!
Con una corta y débil risa, la castaña solo se quedó quieta. Ella no necesitaba preguntar para saber porque la más joven actuaba así, Yoohyeon siempre había sido cercana con su familia, era natural que les contara lo que estaba sucediendo. La joven la abrazaba con cariño, haciéndole pensar que hoy no solo estaba renunciando a Yoohyeon, sino también a la maravillosa familia que una vez consideró como propia. Una lagrima obstinada rodo por su mejilla y rápidamente se la limpio. -Suficiente, no es como si alguien hubiera muerto- Finalmente empujó a la niña, lo más gentil posible, haciéndola sentarse a su lado. -Tengo un favor que pedirte.
-Se trata de Yoohyeon ¿No? -Gahyeon le dirigió una mirada seria.
Con un breve asentimiento, Handong procedió a contarle su plan y pedirle ayuda.
-No creo que sea correcto, unnie. Deberías hablar con ella- La más joven no parecía contenta con lo que escucho, se le formó un puchero en la cara mientras contenía las lágrimas, la castaña la abrazo. Sabía que le estaba pidiendo mucho a la niña, pero ella era la única que podía hacerlo y Handong no podría sentirse en paz si no supiera que Gahyeon estaría junto a Yoohyeon mañana.
-Lo siento Gahyeon, pero no puedo. Estoy segura que cambiaría de opinión si lo hiciera y eso solo empeoraría las cosas- Era hora de que se mantuviera firme.
-Sabes que no tienes que hacer esto. Incluso si tú y Yoohyeon ya no están juntas, aún seguimos siendo una familia ¿No es así?
-Siempre serás como una hermana para mí, Gahyeonie.
La más joven resopló, abrazándola una vez más. Gahyeon siempre había sido una persona sensible, cuando eran jóvenes solía quedarse con su hermana y ella, demasiado tímida para mezclarse con los otros niños. Handong se había acostumbrado a su presencia y se había encariñado con la pequeña, ahora incluso después de tanto tiempo, eso no había cambiado y esperaba que nunca lo hiciera. No existían las marcas para la amistad, pero si lo hicieran, ella estaba segura que tendría una con el nombre de Gahyeon.
Se quedaron allí durante unos minutos, Gahyeon dejo de llorar y le hizo algunas preguntas, dando sus propias opiniones, en situaciones como esta, Gahyeon le recordaba a su hermana.
-Yoongi está aquí- Hizo un gesto hacia el chico que se acercaba a ellas con una mirada curiosa en el rostro. Yoongi cuidaría a Gahyeon y eso fue suficiente para que Handong se sintiera un poco mejor.
La castaña se puso de pie, abrazando al chico. -Ustedes dos son la mejor pareja que he conocido, me alegro mucho de que estén juntos- Su tono era ligero, haciendo que el chico frunciera el ceño ligeramente confundido mientras intercambiaba una mirada con su alma gemela.
-¿Pasó algo?
-Lo que debería haber pasado hace mucho tiempo, creo- Rompió el abrazo y dio un paso atrás. -Debo irme ahora, sean buenos el uno con el otro y vayan a comer algo delicioso.
Intercambio una última mirada con Gahyeon, recibiendo un débil asentimiento, antes de despedirse.
Mientras se alejaba, pudo escuchar a Yoongi preguntando.
-¿Qué demonios acaba de pasar?
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Minji estaba ayudando a la nueva chica, Jung Yerin a familiarizarse con la librería y con el sistema de ventas. Su nueva empleada era una chica increíblemente brillante a quien Eunha le presentó, aún estaba en la universidad y necesitaba ganar algo de dinero, por lo que el trabajo era perfecto para ella. Minji estaba contenta con lo inteligente y dispuesta que estaba a aprender la joven, no tardaría mucho en adaptarse.
La pelirroja sonrió, observando a Umji acercarse para ayudar a la chica, aún no sabía cuál era la razón por la que esta última renunciaba, solo podía agradecerle por ser tan atenta y quedarse unos días más para ayudar a Yerin.
-Minji, hay una mujer buscándote en la entrada- Informo Umji. Minji frunció el ceño, preguntándose quién podría ser.
Ella asintió, dejando a Yerin bajo el cuidado de Umji y camino hacia el frente de la tienda, pasando junto a Eunha que dijo en tono juguetón- Parece que eres famosa entre las clientes hermosas últimamente- Minji simplemente negó con la cabeza, intrigada por lo que estaba sucediendo.
Sin embargo, ella sonrió en cuanto reconoció la figura. -¡Oh, hola! ¿Viniste a buscar lo de siempre? Llegaste un poco tarde este mes- Saludó la pelirroja, acercándose.
La chica de cabello castaño le dedicó una media sonrisa. Desafortunadamente, esta vez, no estaba allí en busca de algún tomo de manga. -No vengo por eso.
-¿Perdiste el interés? Ya veo- Minji asintió, preparada para dar algunas recomendaciones, cuando la mujer habló.
-Realmente nunca me gustó. Eran para Yoohyeon.
La pelirroja frunció las cejas. Yoohyeon no era un nombre raro, pero había algo en el tono de la otra mujer que la inquietaba.
-Quizás ella te lo dijo- La sonrisa educada nunca salió de su rostro mientras observaba la realización en el rostro de Minji. -Nunca me presenté correctamente, así que debería hacerlo ahora, ya que es nuestra última reunión- Ofreció su mano- Soy Handong, la novia de Yoohyeon.
Minji miró a la mujer por un momento, antes de recuperar la compostura y estrechar su mano. -Kim Minji, soy...
Había visto a la chica tantas veces antes, pero nunca se le ocurrió que la novia de Yoohyeon podría ser una conocida. Era difícil mirarla y no compararse con ella.
-Sé quién eres-Aunque la respuesta llegó rápidamente, el tono de la castaña no dejó de ser cortés.
Minji intentó devolver la sonrisa, un poco rígida.
La mujer castaña tenía una expresión seria en el rostro, pero Minji recordaba la sonrisa fácil que lucía siempre. Realmente nunca tuvieron una conversación real, sin embargo, siempre sintió que era alguien con quien podría divertirse y por sus modales, podía decir que Handong era una buena persona, tal como había dicho Yoohyeon. Parecía ser perfecta para ella.
-¿Vine en un mal momento? Solo quería... darte esto- Handong habló, su voz sonó baja, como si no quisiera ser escuchada por nadie más. Mostró un pequeño cuaderno en su mano derecha.
La pelirroja salió de sus pensamientos, sacudiendo ligeramente la cabeza. -Eh, claro. Mi oficina se encuentra en la parte de atrás- Señaló, guiando a la mujer sin ninguna palabra. Caminaron en silencio, permaneciendo así incluso cuando se sentaron en las sillas de la oficina.
La mirada de Minji se cernió sobre el cuaderno que sostenía la novia de Yoohyeon. Había pensado varias veces en cómo sería su encuentro, pero definitivamente no así.
Handong se aclaró la garganta, preparándose para lo que debía hacer. Podía notar la incomodidad de Minji alrededor de ella. Las otras veces que se encontraron, Minji parecía una adulta muy bien organizada, que emanaba confianza cuando hablaba, pero ahora parecía más joven y de frágil. Por alguna razón encontraba a la chica entrañable. ¿No se suponía que debía odiarla?
Bueno, Handong nunca odio a nadie. Por lo general era lo contrario, ella amaba mucho a la gente. La razón por la que estaba allí lo demostraba.
-Aquí tienes. Todo lo que debes saber sobre Yoohyeon, desde sus malos hábitos hasta las pequeñas cosas que la hacen feliz- Le entregó a la pelirroja el cuaderno. Realmente no era nada nuevo, lo tuvo durante un par de años. Al principio planeo usarlo para escribir sobre sus personajes, pero terminó escribiendo solo sobre la morena. Era una colección de datos, algunas historias divertidas y pequeños hábitos que aprendió a amar de la chica.
La dueña de la librería no hizo ningún movimiento, negándose a aceptarlo. -¿Por qué me das esto?
La presencia de Handong era intimidante. No en la forma en la que Yoohyeon lo era, con su atractivo encantador, ella era más fría y seca, al igual que alguien que fingía ser algo que no era. Al mirar los ojos chocolate de Handong que no expresaban mucho, tan diferentes de las veces que le había sonreído a pesar que eran simples conocidas, supo de inmediato que la chica a la que se estaba enfrentando era solo una consecuencia de todo lo que pasó. Minji bajó la cabeza, evitando la mirada de la mujer, cuando un dolor agudo en el pecho la golpeó. Eso era lo único que hubiera deseado que no ocurriera: arruinar la vida feliz de otra persona.
Handong dejó escapar una risa rota. -¿No es obvio?- Con un suspiro, desvió la mirada hacia su mano izquierda donde todavía estaba el anillo. Bajó el cuaderno y lo dejó descansar en su regazo. -Me voy de su vida. Para bien.
-¿Ella lo sabe?
La castaña se quitó el anillo de su dedo, colocándolo en su bolsillo con movimientos temblorosos. -Pronto lo hará- No había emoción en su tono, sus ojos pegados en sus propias manos, que frotaban el lugar donde estaba el anillo antes.
No parecía lo correcto. Para ninguna de las dos. Aún así, Minji podía entenderla. No podía estar feliz por el hecho de que Yoohyeon sería libre ahora, pero desde el principio todas sabían que terminaría así.
Se preguntó cuánto dolor y coraje le había tomado a Handong tomar esa decisión.
-Yoohyeon me dijo que eras la persona más amable que había conocido, supongo que tenía razón- Su voz tranquila apenas era audible en la oficina silenciosa, pero por la forma en la que las comisuras de los labios de Handong se elevaron en una pequeña sonrisa, supo que la escucho.
-Ella puede ser muy cursi a veces. Lo hubiera escrito, pero supuse que ya lo habrías notado- Una vez más, Handong le ofreció el cuaderno, su mirada fija en la de Minji, presionándola para que lo aceptara.
Handong había empezado a pensar que la chica no lo aceptaría, cuando Minji finalmente quitó el cuaderno de sus suaves manos. Ella hizo todo lo posible por sonreír, rezando para que su capacidad de controlar sus emociones no le fallara ahora. Pero fue duro. ¿Por qué entregar ese maldito cuaderno se sintió como si estuviera entregando a su novia? Aunque no estaba lejos de la realidad, su corazón se apretó al ver a Minji abrazar sus anotaciones contra su pecho como si fuera algo querido para ella.
Era lo correcto, ella lo sabía. Sin embargo, renunciar a la persona que amas jamás sería algo fácil. Ella parpadeo, apretando los puños en su bolsillo para mantener la compostura. -No es gran cosa. Solo algunas cosas que aprendí a través de los años y que podrían serte útiles. Sabes, ella puede parecer segura y tener el control de todo, pero se lastima fácilmente y tiende a cerrarse al mundo. Será tu trabajo saber cómo ayudarla y asegurarte de que esté bien- Murmuró las palabras que había estado pensando desde que terminó de escribir ese cuaderno- Puede ser difícil a veces, pero vale la pena. Y bueno, eres su alma gemela, así que creo que puedes hacerlo mejor que nadie- Mejor que yo. Minji sería mejor para Yoohyeon en todos los sentidos y nunca podría olvidarlo.
Se puso de pie, lista para irse antes de que la invadieran sus emociones.
Minji quería extender sus brazos y abrazarla, no importa cuán extraño o fuera de lugar pudiera ser, sintió que era lo correcto. Y lo hizo.
Por un momento, Handong permaneció rígida en sus brazos, pero la pelirroja no retrocedió. Finalmente, la castaña se rindió al abrazo. Ella no dijo ni una palabra, solo sus respiraciones rompieron el silencio en la habitación. No sabía si eso le estaba dando algo de consuelo a la otra mujer, pero esperaba que lo fuera.
Handong fue la primera en alejarse, con una sonrisa extraña en su rostro.
-Entonces... cuídala- Su voz era profunda, llena de demasiadas emociones.
Minji asintió, sintiendo su garganta cerrarse mientras intentaba responder. -Lo haré- Era extraño que a pesar de que era la "ganadora", aún tenía lágrimas calientes debajo de sus ojos. Se prometió a si misma que siempre sería la mejor persona para Yoohyeon, sin importar que. -Gracias.
La castaña no respondió, solo le dio un último asentimiento antes de abandonar el lugar.
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Yoohyeon intentó por última vez contactarse con la dueña de Manuscritos Kim. Una parte de ella le dijo que debía olvidar aquel lugar y a aquella extraña mujer. Sin embargo, ella no tenía muchas opciones con respecto a las almas gemelas, le gustara o no, esa biblioteca era el único lugar donde podía encontrar libros detallados sobre el tema y si odia tener la oportunidad de echarles un vistazo aunque sea por unos minutos, valía la pena intentarlo.
Esta vez, cuando llegó al edificio, encontró la puerta abierta, como si la estuviera esperando. Levantando las cejas, un poco incómoda de aventurarse a ese lugar polvoriento una vez más, entró con pasos cuidadosos. Al igual que la primera vez, estaba completamente vacío, los libros todavía seguían esparcidos por todas partes y la luz apenas era suficiente como para leer algo.
Aunque ahora había una diferencia bastante evidente, que tomó forma en una mujer alta y morena que la miraba con una expresión estoica, que hizo que Yoohyeon se sintiera incómoda al instante. Por un momento, solo se miraron la una a la otra, hasta que la más joven no pudo soportar más el silencio y habló.
-Hola. Soy Kim Yoohyeon- Se inclinó cortésmente, sin atreverse a acercarse a la mujer. -Creo que me enviaste un correo electrónico hace un par de días. Eres Sowon, ¿verdad?
-Supongo que alguien lo hizo- Su tono no tenía ninguna inflexión, era tan plano como su expresión. Ella dio unos pasos más cerca de Yoohyeon. -Soy Sowon- Siguió con una breve reverencia mecánica.
Yoohyeon cambió el peso de su cuerpo de un pie a otro, incómoda con la forma en la que Sowon aún mantenía sus ojos somnolientos sobre ella. Ella realmente quería ir a tomar uno de los libros, o tal vez una docena de ellos, todo lo necesario para encontrar algo útil. Pero estaba teniendo dificultades para actuar bajo esa mirada.
-Lo siento, no quiero sonar... grosera, pero no tienes ningún libro nuevo aquí. La empresa para la que trabajo no se ocupa de antigüedades- Miró a su alrededor, comprobando una vez más si había una señal de algún libro publicado al menos en el siglo pasado. Pero nada.
-No tenemos ese tipo de libros aquí- Fue todo lo que dijo. Ella no parecía ser de muchas palabras.
Yoohyeon tuvo que abstenerse de suspirar, decidiendo dejar a un lado su postura de profesional.
-¿Qué es este lugar? Esto no es una librería, ¿verdad?
-Es una biblioteca. Solo abrimos para ocasiones especiales.
¿Ocasiones especiales? El lugar de por sí parecía sacado de una película de terror, y ahora la dueña tuvo que agregar sus propias palabras espeluznantes a la atmósfera.
Suficiente con la enigmática charla.
-Entonces, ¿por qué me enviaste ese correo electrónico? ¿Por qué estaba tu nombre incluso en nuestras listas? Una biblioteca normal no tendría un montón de libros en blanco- Señaló dichos libros, esperando con eso obtener una reacción de la mujer.
Sowon se había preparado para este tipo de conversación durante mucho tiempo. -Solo las personas que lo necesitan pueden encontrar su camino hasta aquí. E incluso si lo hacen, solo pueden leer el libro que puede ayudarlos.
-¿Necesitar qué?- La humana frunció el ceño, la inquietud se extendió lentamente por su cuerpo.
Por primera vez en esa noche, Sowon mostró algo de emoción, incluso en forma de un suspiro ligeramente molesto. -Pensé que ya te habrías dado cuenta.
-¿Las...? ¿Almas gemelas...?- Yoohyeon intento, las palabras sonaban extrañas incluso para sus propios oídos. Pensar en encontrar una solución y obtener 'ayuda' sin siquiera pedirla eran dos cosas muy diferentes. Todavía no sabía si podía confiar en Sowon, ni siquiera sabía exactamente en qué se había metido.
- Adelante. Conoces el libro correcto, ¿no?- Dijo Sowon haciendo un gesto con la mano hacia uno de los estantes, esperando que Yoohyeon siguiera sus instrucciones.
Después de un momento de vacilación, hizo lo que le ordenaron.
No tienes nada que perder, murmuró para sí misma tratando de desafiarse.
Había tantos libros allí, pequeños y grandes, todos tan viejos que podía apostar que incluso eran mucho más viejos que ella. Aún así, fue atraída por cierto libro, con su cubierta roja salpicada de polvo, el mismo libro que había leído antes, el único que pudo. Al igual que la otra vez, no pudo evitar la urgencia de extender la mano y agarrarlo, abriéndolo con movimientos apresurados. Su dedo se deslizó por las páginas, buscando el punto en el que se había detenido la última vez.
Pero no pudo encontrarlo.
El libro estaba en blanco.
-¿P-por qué? ¿Por qué no puedo leerlo?- Revisó ansiosa las páginas del libro, pero no encontró nada. La desesperación que había forzado a permanecer en un rincón de su mente comenzaba a reaparecer, todos sus temores se solidificaron cuando su último recurso resultó ser una broma retorcida. -¡Este es otro libro! ¿Estás tratando de engañarme?
Yoohyeon miro a la mujer con una mirada penetrante, volviendo a colocar el libro en su lugar.
-Ambas sabemos que si es el libro correcto- La mirada de Sowon era más fría ahora, inflexible. -No hago bromas- Si aquella niña quería creerle o no, ya no era su problema, ella había hecho lo suficiente al permitirle entrar.
-No... Esto no puede ser... Por favor- Su frustración se estaba convirtiendo en dolor, la decepción de que sus esperanzas se derrumbaran una vez más. -Dijiste que solo las personas que necesitaban ayuda podían entrar. Pude leerlo antes, ¿Por qué no puedo ahora?
Los oscuros ojos de Sowon se suavizaron. Los humanos eran criaturas lamentables ante sus ojos, por eso siempre trato de ayudarlos a alcanzar la felicidad. Desafortunadamente, parecían incapaces de entender que a veces el camino hacia la felicidad está marcado por el dolor y la tristeza.
-No puedes leerlo porque tu alma gemela ya está dentro de tu corazón. Ya no lo necesitas.
Los ojos de Yoohyeon se agrandaron, sorprendida por las palabras de la mayor. Había intentado tanto mantener esos sentimientos enterrados dentro de su corazón, para fingir que nada había cambiado... Pero ella ya había cambiado.
-La marca, que-
-La marca no puede crear amor. Solo un alma humana puede, y tú lo hiciste. Ambas lo hicieron. -La diosa expresó lo más parecido a una sonrisa que había mostrado, sus labios se curvaron muy ligeramente, en un apático intento de consuelo. -La marca del alma solo ayudó a conectarlas a ustedes dos, deberían estar contentas por esta oportunidad.
Yoohyeon busco el anillo en su mano, buscando el consuelo habitual sin encontrar nada. Su mirada se dirigió a su mano, sólo entonces notando que la joya ya no estaba allí. Se mordió el labio inferior, abriendo la mano para verificar que su alma gemela estaba allí, sin cambios.
-Handong...
-Todos tienen su propio camino en la vida, niña. Es hora de que sigas el tuyo- Sowon le palmeo el hombro con sorprendente gentileza- Y ella el suyo.
Yoohyeon miro a la dueña de la biblioteca con ojos llorosos, respiro hondo para tratar de controlar sus emociones. -¿Quién eres tú?
-Soy alguien que te debe una disculpa, solo eso- Dio un paso atrás, inclinándose nuevamente ante la humana- Ahora es hora de que te vayas.
Yoohyeon podría haber discutido, haber tratado de buscar otros libros, pero sabía que no tenía sentido. No era solo por el libro, aunque sentía que Sowon no mentía al respecto. Se trataba de sus propios sentimientos y de cómo ya no podía negarlos.
Por lo tanto, se fue sin ninguna palabra, sus pasos sin rumbo la llevaron de regreso a casa.
Sowon tampoco dijo nada, no tenía que hacerlo, ambas sabían que Yoohyeon no podría encontrar ese lugar nunca más.
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Eran más de la una de la madrugada cuando Handong entró en la casa. Se quitó el abrigo antes de caminar hacia su estudio. No encendió las luces, evitando que se notara su presencia, pero fue en vano, ya que una voz la llamó antes de que pudiera llegar a su destino.
-Handong, ¿Estás en casa?- Sonó más a una afirmación que a una pregunta, con un tono bastante indiferente para el gusto de la castaña. La voz provenía de la cocina, el único lugar de la casa donde las luces seguían encendidas.
Con una respiración profunda, Handong giró sobre sus talones, caminando hacia la cocina. Podría haber fingido no escucharla, pero eso no les serviría de nada. Lo había retrasado tanto como pudo, pero ya no había escapatoria.
Los ojos de Yoohyeon se dirigieron hacia ella, con una mezcla de preocupación e inquietud. Handong casi podía sentir los nervios desde el otro lado de la habitación. -Llegas tarde- No fue una acusación, no había ira en sus palabras, solo... ¿decepción? Incluso tristeza. -¿Estuviste trabajando con Yuju otra vez?
Handong sacudió la cabeza negando. -No, estuve fuera, solo... paseando... buscando a mi alma gemela y esas cosas- El intento de chiste no hizo más que aumentar la creciente tensión entre ellas y Handong se arrepintió de inmediato de sus palabras. No importaba cuan malas fueran las cosas, o lo que estuviera a punto de hacer, convertirse en una de esas personas que dañaban a las demás sin ninguna razón era exactamente todo lo contrario de lo que siempre había querido. Ya no se trataba de ser amable con su novia, sino de mantenerse de pie en medio de todo ese desastre.
Estaba a punto de perder a Yoohyeon, no podía perderse a sí misma también.
-Lo siento- La castaña bajó la cabeza- Necesito que hablemos- Una vez más, le dio la espalda a su novia, incapaz de mirarla, volviendo a la sala de estar donde se sentó en el sofá. Por lo general, hablaban en el dormitorio donde ella siempre se había sentido segura, sin embargo no quería verse afectada por los recuerdos.
Se escucharon los ligeros pasos de la más alta, solo un momento antes de sentarse en el sofá junto a la castaña. Yoohyeon no dijo nada, solo espero pacientemente, como si ya supiera lo que estaba por venir.
Una sonrisa rígida y forzada apareció en el rostro de Handong cuando se giró ligeramente para mirar a su chica. No, ella ya no era su chica. Necesitaba acostumbrarse a eso. -Quiero que rompamos- Su voz sonó sorprendentemente estable, casi indiferente, reflejando la sensación de entumecimiento que comenzó a arrastrarse por su pecho. Lo había ensayado en su cabeza varias veces, quizás si pretendía que era solo otro ensayo podría terminar sin romperse. -No podemos seguir fingiendo que todo está bien. Así que estoy haciendo lo que creo que es mejor, para todo el mundo.
Yoohyeon hizo una mueca como si acabara de recibir un golpe, y tal vez lo hizo, aunque no físicamente. Hay momentos en la vida en los que sabes que va a suceder, y no importa cuánto te prepares para ello o cuanto intentes separarte de tus sentimientos, al final te golpea de todos modos. A Yoohyeon la estaba golpeando mucho más fuerte de lo que había imaginado.
Había estado temiendo este momento todo el día, sabiendo que su pequeño momento de felicidad en la mañana sería el último. Ir a esa biblioteca fue su último intento de salvar su relación, un intento desesperado que sabía que fracasaría porque nadie podría cambiar sus sentimientos ahora.
Sus ojos se detuvieron frente a la mujer que durante tanto tiempo creyó el amor de su vida, odiando ver sus ojos sin vida. Los ojos de Handong siempre fueron sus favoritos en el mundo, tan sinceros y amables, pero ahora solo mostraban lo rota que estaba por dentro.
Yoohyeon ya no podía ser egoísta. Era hora de dejar ir a su mejor amiga para que buscara a su propia alma gemela y con suerte, encontrar la felicidad.
-Tenerte en mi vida fue lo mejor que me pudo haber pasado- Confesó, sus palabras llenas de sinceridad. El haber conocido a Minji tan tarde pudo haber afectado su relación, pero también le dio la oportunidad de vivir algunos años muy valiosos con Handong. -Y juro que hice todo lo posible...pero yo... te falle- Su voz se quebró y tuvo que hacer una pausa para intentar respirar antes de que los sollozos se apoderaran de ella. -Sé que... no puedo pedirte que te quedes- Ahora las lágrimas rodaban por su rostro, tan ardientes que le dolía la piel sensible. Extendió una mano para sujetar a Handong con fuerza. -No puedo pedir que volvamos a lo que éramos antes, pero quiero que sepas que siempre tendrás un lugar especial en mi vida.
Handong no respondió, no podía hacerlo. Yoohyeon fue una gran parte de su vida, significaba mucho para ella, había afectado su vida de muchas maneras. ¿Cómo hubieran sido las cosas si nunca se convertían en pareja? ¿O incluso amigas? Tal vez hubiera sido mejor si nunca se hubieran conocido... Su pecho se apretó ante el pensamiento. No, ella nunca se arrepentiría de conocer e incluso enamorarse de Yoohyeon, incluso si las cosas no terminaron de la mejor manera, nunca olvidaría todo lo bueno que trajo a su vida.
Entonces ella solo apretó su mano, asintiendo débilmente. Por un momento se quedaron allí, tomadas de la mano en un cuarto oscuro por última vez. Después de esta noche no habría más conversaciones, maratones, encuentros con amigos o incluso discusiones. Era triste que su último recuerdo en la casa donde había pasado tantos años buenos, fuera tan oscuro.
-Dormiré en la casa de Yuju. Ya empaqué todas mis cosas, están en mi oficina. Mañana vendrá alguien a buscarlas- Dijo Handong, su voz apenas audible mientras hacía todo lo posible para contener el huracán de emociones dentro de ella.
Los sollozos de Yoohyeon que ya se habían calmado un poco, volvieron a sonar más fuerte en cuanto se lanzó a los brazos de su ex novia, abrazándola fuertemente. Handong le devolvió el abrazo, acariciando su espalda como solía hacerlo para calmarla.
-Estarás bien- Había lágrimas junto a sus palabras, lágrimas que Yoohyeon no fue capaz de ver ya que tenía su cabeza enterrada profundamente en el cuello de Handong.
Era su última vez juntas. Handong se convertiría en su pasado, así como Minji en su futuro.
Yoohyeon se aferró aún más a la chica que había significado tanto para ella. Ella hundió su rostro en el cuello de Handong, tratando de capturar su aroma una última vez; apenas podía respirar, su cuerpo se sacudía junto a sus sollozos y sus ojos ardían por las lágrimas infinitas. Aun así, ella no se movió, no estaba lista para hacerlo.
Handong no la apartó, sino que hizo todo lo posible por esconder su temblor en las manos, poniéndolas contra la espalda de la más alta. Sus propias lágrimas caían sin parar, por lo que tuvo que morder su labio para ahogar un sollozo.
Ambas necesitaban aquella última oportunidad para despedirse y llorar en los brazos de la otra, aunque parecía que solo empeoro el dolor.
Cuando Handong se retiró del abrazo, con el rostro manchado por las lágrimas y el dolor, trato de darle una sonrisa a Yoohyeon.
-Estarás bien- Repitió, no solo como forma de consolar a su exnovia, sino tratando de convencerse a sí misma también.
-¿Pero qué hay de ti?- Respondió Yoohyeon, sin poder contener las lágrimas. Quería aferrarse a Handong, pedirle que se quedara un poco más. Pero sabía que no tenía derecho. Ya no.
La pequeña y temblorosa sonrisa de Handong no soportó mucho tiempo más. Ella negó con la cabeza, sin palabras. No mentiría, no tenía idea de cómo serían las cosas de ahora en adelante. A Yoohyeon la esperaba un final feliz. Pero, ¿Qué le quedaba a ella? Ya no tenía nada.
Tomó el rostro hinchado de la más alta con sus manos, colocando un dulce beso en sus labios. -Te amo, Yooh. Cuídate- Forzó una pequeña sonrisa, para luego inclinarse y besar la frente de la morena. Con una última mirada y una respiración profunda, se puso de pie. Era su último adiós, sin embargo, ella no quería decir esas palabras, por lo tanto, solo asintió antes de girarse y dirigirse hacia la puerta.
Se apresuró a ponerse sus zapatos y su abrigo, y se fue lo más rápido que pudo, no por miedo a que Yoohyeon la detuviera, sabía que eso no iba a ocurrir, sino porque temía que su propia voluntad se desvaneciera.
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Martes.
Tan pronto como salió del departamento, se encontró con un auto familiar y dos figuras aún más familiares apoyadas en él. Las dos chicas la miraron, Yuju fue corriendo a abrazarla, mientras que Dami dejaba escapar un suspiro frustrado. Ninguna de las dos habló mucho, el apoyo silencioso era todo lo que Handong necesitaba en ese momento.
La llevaron a la casa de Yuju, dónde Dami insistió en darle una pastilla para dormir y ella no protestó, contenta por el letargo en el que la adentrarían, cayendo en un sueño sin pesadillas. Sin embargo, ni siquiera la medicina fue suficiente para hacerla dormir más de un par de horas, por lo que se levantó temprano en la mañana.
Después de haber discutido con Yuju sobre sus planes, ella no lo hizo más en cuanto Handong dijo que quería tomar el primer tren de regreso a su ciudad natal.
Aunque la más joven sólo le permitió irse una vez que Dami regresó para llevarlas a la estación de tren, ambas chicas insistiendo en cuidarla bajo la excusa de una despedida.
-¿Realmente pensaste que no vendríamos a ver cómo estás?- Había dicho Yuju con una sonrisa en el rostro aunque sin poder ocultar la preocupación en sus ojos. Handong no tenía fuerzas para regañarlas, en realidad estaba agradecida de tenerlas a su lado.
Handong solo llevaba una mochila con ella, aún así las chicas insistieron en ayudarla, siguiéndola como cachorros.
-Tengo todo organizado y bajo control, así que ni pienses en llamarme sobre el trabajo. Aunque te agradecería que me llamaras de vez en cuando para ponernos al día- Dami tenía el boleto en la mano, entregándoselo con una mirada severa en el rostro. A veces podía parecer un poco indiferente, pero Handong sabía que tenía un corazón suave y que era de las personas más confiables que había conocido. -Cuidate y si necesitas algo házmelo saber.
-Nos encargaremos de todo aquí, así que no te preocupes- Agregó Yuju, dándole un fuerte abrazo. -Pero como ya terminé con mis clases, podría ir contigo.
Con una pequeña sonrisa, la castaña rechazó la oferta. Estaba muy agradecida por tener tan buenas amigas, pero ahora necesitaba pasar un tiempo a solas.
-Muchas gracias. De verdad no sé qué haría sin ustedes chicas...- Ella las abrazó, recibiendo una débil protesta de Dami.
Pudo escuchar la primera llamada de su tren, por lo que decidió detener las despedidas antes de que las cosas se volvieran demasiado emotivas.
-Las veré pronto. Mientras tanto, mantenganme informada sobre todo ¿De acuerdo?- Dijo dándoles una sonrisa, cuando se trataba de sus amigas se le hizo sencillo. -¡Les enviaré muchas fotos de Kongie!
Saludándolas por última vez, entró en el tren y se sentó. Tenía casi tres horas de viaje por delante.
Apoyando la cabeza contra la ventana, dejó que su mente divagara. Cada recuerdo con Yoohyeon apareció ante sus ojos, desde su primer encuentro hasta el último viaje que habían hecho juntas, hacia aquel mismo destino.
Cerrando los ojos con fuerza, respiró hondo y se despidió de aquellos recuerdos cuando el tren comenzó a moverse, alejándola de su antigua vida.
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Yoohyeon se encontró hecha una bola en el sofá mientras intentaba parar de llorar. La conversación de hace un par de horas se repetía una y otra vez en su cabeza y los ojos tristes de Handong la perseguían. Ocultando su rostro entre sus rodillas, trató de esconderse de todos los recuerdos que la rodeaban. Permaneció en aquella posición durante horas, hasta que el cansancio se apoderó de ella y la hizo caer en un sueño inquieto.
Gahyeon la encontró en esa posición en la mañana. La más joven se acercó a su hermana mayor, sentándose en el borde del sofá. Suavemente retiró el cabello que le cubría la cara.
-¿Unnie? Vamos, no deberías estar durmiendo aquí- Dijo suavemente, su mirada preocupada notó el rostro hinchado y las ojeras bajo sus ojos. Pronto la más alta abrió lentamente los ojos para mirarla -¿Estás bien?
-¿Gahyeon?- Ella parpadeó, en su estado adormilado le tomó un momento reconocer a su hermana pequeña y recordar lo ocurrido la noche anterior.
-Handong me pidió que viniera a ver cómo estabas- Gahyeon le dedicó una sonrisa y Yoohyeon sintió nuevamente el dolor atravesandola. Como siempre, Handong siendo buena persona hasta el amargo final.
-Me alegra mucho que estés aquí, Gahyeonie.
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Dos años despúes.
-¿Estás segura de que no quieres ir con nosotras? Yerin compró otro boleto para ti- Dijo Yuju gesticulando hacia su novia y alma gemela, que sostenía los boletos con una expresión dulce en su rostro.
La pareja había pasado un tiempo con ella. Al principio Yuju se quedó durante mucho tiempo junto a ella, cumpliendo su promesa de cuidarla, incluso cuando acababa de conocer a su alma gemela, que al ser una persona tan alegre e increíblemente solidaria no dudó ni un segundo en alentarla a hacerlo. Aquellos habían sido los peores meses y Handong debía admitir que tener a la joven con ella la ayudó bastante. Sin embargo, aquello había sucedido en el pasado, ahora la pareja estaba allí para pasear y divertirse como deberían.
-¿Y ser la tercera rueda entre ustedes? No, gracias- Ella sacudió la cabeza con diversión. -Tengo que hacer algunas cosas, así que vayan sin mí. Nos veremos más tarde.
Al verlas apagadas, volvió a entrar a su departamento para buscar su pequeño cuaderno y bolígrafo que siempre llevaba consigo mientras paseaba por las calles de su nuevo hogar.
Los árboles de cerezo la saludaron ni bien salió, sus flores rosadas proyectaban sombras en las calles dándole una sensación acogedora. Handong respiró profundo, llenando sus pulmones con el olor familiar de la primavera.
Era primavera cuando las cosas habían cambiado. Era gracioso que ella no era el tipo de persona que le prestara atención a aquellas cosas, ni siquiera sabía si era verano o invierno cuando se conocieron. Quizás porque era un recuerdo feliz y todos los recuerdos felices le traían calidez a su corazón. Aquel recuerdo, sin embargo, era frío y sombrío, pero aun así podía recordar que era primavera. Quizás eso explicaba porque era su parte menos favorita del año.
Ya habían pasado casi tres años desde entonces. Era momento de que cambiara su percepción de un tiempo tan hermoso.
Con pasos tranquilos, se dirigió a su lugar favorito. El parque estaba lleno de vida, con tonos verdes y rosas que daban una vista casi irreal. Sonrió levemente ante la vista, caminando hacia el centro donde se encontraba un lago tranquilo con agua azul cielo y se sentó en uno de los bancos cercanos.
Dirigiendo su atención hacia el cuaderno que había traído consigo, lo abrió en una página en blanco. Mordiéndose el labio inferior, Handong se preguntó cómo empezar. Había pasado tanto desde que dejó atrás su casa, que no sabía por dónde comenzar.
Después de la ruptura, ella siguió con su plan. Primero, pasó un tiempo con su familia, para dejar el país tiempo después. En aquel entonces no sabía exactamente qué haría, solo quería experimentar cosas nuevas y visitar lugares nuevos. Y lo hizo, con Yuju como su compañera pudo comenzar a disfrutar de una nueva etapa en su vida.
Como si el destino estuviera tratando de compensar su mala suerte en el amor, su trabajo se había convertido en un punto culminante en su vida. Su libro fue todo un éxito y nuevas ideas surgieron en su cabeza, ideas que fueron tomando forma con el tiempo. Por eso, podía decir que estaba muy feliz y orgullosa. Lograr sus sueños junto a su familia y amigos fue suficiente para que ella se sintiera agradecida.
A decir verdad, al principio tenía miedo de muchas cosas. Temía a no poder seguir adelante, a quedarse estancada y dejar que las cosas afectarán a la persona que era. Aunque eso sucedió de cierta manera. Era imposible no verse afectada, pero le gustaba pensar que eso la ayudó a cambiar para mejor.
Sin embargo, su mayor miedo aún no había cobrado vida y tal vez nunca lo haría. Su mano izquierda todavía está libre de una marca y no podía evitar tensarse cada vez que conocía a alguien nuevo. Era un sentimiento agridulce. Handong sabía que había una posibilidad de que su alma gemela estuviera en algún lugar, pero no sabía si le gustaba la idea, no sabía si deseaba tener a alguien en su vida. Yoohyeon todavía estaba en su corazón, sin importar cuanto intentó enterrar su recuerdo. ¿Cómo podría aceptar a alguien más?
Es por eso que había decidido tomar aquel paso hoy.
Tomando su pluma, comenzó a escribir.
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Yoohyeon tomó un largo sorbo de su chocolate caliente, le pasó una taza a Minji y se sentó en el sofá.
-¿Terminaste?- preguntó mirando a la pelirroja, Minji siempre se veía encantadora cuando estaba concentrada en su trabajo.
-Casi, hasta ahora me gusta el diseño y creo que se verá bien- Minji sonrió, guardando el papeleo para enfrentar a su alma gemela. Actualmente estaban trabajando juntas para expandir la librería con ayuda de la compañía de Yooyeon. Fue sorprendente que una empresa tan grande estuviera dispuesta a hacer algo así, pero al parecer les traería varios beneficios. -¿Y cómo van las cosas en la oficina?
-Bastante bien, creo que de a poco me voy acostumbrando- Ella le devolvió la sonrisa. Luego de que su jefa fuera despedida, todo el equipo fue asignado a un nuevo departamento. Dos años después, finalmente obtuvo su primer ascenso. Dejando su taza en la mesa, completo. -Puedo ayudarte en la tienda el fin de semana. Necesitan a alguien más desde que Yerin se fue ¿no?
Minji asintió mientras rodeaba a la más alta con su brazo y bebió un poco de su chocolate caliente. Yoohyeon definitivamente hacía el mejor chocolate caliente que había probado. -De todos modos necesito conseguir mas gente, podrías ayudarme con las entrevistas- Afortunadamente a la librería le iba bien, aunque necesitaban un par de personas mas que las ayudaran a mantener el orden.
-Estaré allí, para que no tengas que manejar a los universitarios hiperactivos sola- Yoohyeo dejó escapar una risita, abrazando a su novia y prendiendo la televisión. Llegaron a tiempo para escuchar una voz familiar. -Ella está mejorando en esto, la gente la ama- Dijo refiriéndose a la mujer pelinegra que actualmente daba las noticias de la noche.
-Bora nació para ello, voy a hacer que venga a promocionar la librería, ya que le gusta tanto presumir que es famosa- Minji bromeó, observando a su mejor amiga en la televisión. Era innegable que Bora era buena en lo que hacía, a diferencia de otras presentadoras, Bora estaba lejos de ser formal, pero ese era su encanto, siempre fue directa y graciosa, haciendo que hasta las noticias más aburridas fueran interesantes de escuchar. Bora se veía mucho más feliz últimamente e incluso si no podían verse por su apretada agenda, se sentía feliz de verla tan vibrante de nuevo.
Aquel fue solo uno de los buenos cambios que ocurrieron en los últimos años.
Siempre se preguntó cómo sería tener un alma gemela. Sin embargo, ella nunca podría haber predicho cuanto la afectaría positivamente. Tal vez porque tener a Yoohyeon era más que solo tener a alguien para salir, se trataba de tenerla alli siempre, alguien con quien compartir sus esperanzas y sueños, solo ser ella misma y saber que aun así sería aceptada. Yoohyeon le enseñó muchas cosas incluso sin darse cuenta y le había dado una nueva esperanza. La más alta le prometió que se quedaría a su lado y ella mantuvo su palabra y lentamente Minji comenzó a confiar en ella y a dejar de preocuparse por el futuro.
Tener a su alma gemela también ayudó a mejorar su relación con su madre. A la mujer le encantaba Yoohyeon y por primera vez se enfocó en el presente y no en el pasado, como si ver a su hija feliz fuera suficiente para mejorar su vida también.
Minji miró a su novia, observando sus suaves rasgos iluminados tenuemente por el televisor. La primera vez que la vio, se sintió un poco intimidada por su aura, pero ahora no podía ser más diferente. Mirarla ahora le traía una sensación cálida y acogedora, como si supiera que mientras Yoohyeon estuviera cerca, todo estaría bien, y así era, aunque también era mucho más que eso.
No empezaron a salir tan pronto como Yoohyeon terminó su relación, no podía ser tan simple. La morena necesitaba tiempo para sanar sus heridas, lo que Minji pudo entender completamente, ya que también era una situación compleja para ella. Por lo tanto, siguieron haciendo lo que siempre hacían, pasar tiempo juntas y conocerse, adaptándose a la nueva situación. Fue un proceso lento, sus reuniones se convirtieron en citas, los abrazos rápidos e incómodos se convirtieron en largos y cálidos, aquel primer beso apresurado dio paso a muchos más sinceros y apasionados, el gusto mutuo floreció en amor.
Ahora estaban en un punto agradable en la relación. Yoohyeon siempre iba a su departamento o al revés, siempre encontraban tiempo para verse y estar allí cuando la otra la necesitaba. Aún no habían hablado sobre matrimonio, pero sabían que pasaría eventualmente. -¿Te quedarás a dormir?
Yoohyeon asintió animadamente, apartando los ojos de la televisión para encontrarse con los oscuros orbes de Mnji. Ella se inclinó, para besar su frente. -Si te parece bien- La respuesta era claramente si, el abrazo de oso de Minji lo confirmó. Riendo, ella le devolvió el abrazo. Aquel lado adorable de la pelirroja era su favorito, principalmente porque fue algo que descubrió a medida que se hicieron más cercanas. Era una de las cosas que demostraba cuánta confianza y amor había crecido entre ellas. Se separó un poco para besar a su novia tiernamente.
-Me pondré algo más cómodo entonces- Dándole un último beso se dirigió a la habitación de su alma gemela para buscar algo de ropa que había dejado allí. Mudarse con ella hubiera sido mucho más práctico para las dos, pero Minji nunca la presionó y Yoohyeon sólo podía estar agradecida por lo compasiva que era. Algún día sucedería, ella solo quería esperar un poco más.
Actualmente ella vivía con sus padres. Después de que Handong se fue, no se sentía cómoda viviendo allí. Aquel lugar se había convertido en su hogar, en el de Handong y ella y sin la castaña ya no se sentía como uno.
Cuando Minji y ella se mudarán juntas, se aseguraría de que fuera para siempre.
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Minji se despertó con el sonido de su teléfono. -¿Hola?- Murmuró, quitándose el brazo de Yoohyeon para responder la llamada.
Fue recibida por su antigua empleada y amiga, Jung Yerin, que sonaba tan emocionada como siempre. -¡Minji! ¡Estamos aquí! Ábrenos la puerta.
-¿Yerin? Creí que no volverías hasta dentro de un mes...- Pestañeo intentando quitarse la somnolencia. -Espera, ¿Qué quieres decir con aquí?
-Estamos en tu casa, Yuju está conmigo y ¡te traje regalos!
Minji bostezo, levantándose lentamente de la cama. Le echó un vistazo a su novia, considerando si debería despertarla o no, pero después de ver lo tranquila que estaba durmiendo decidió no hacerlo.
-Está bien, solo dame un minuto- Apagó el teléfono y se dirigió a la sala de estar donde estaba la puerta principal y abrió la puerta para recibir a la pareja.
Yerin la saludo con un fuerte abrazo y una sonrisa. La mujer que la acompañaba no fue tan cálida, ella solo le hizo una pequeña reverencia que no pareció sincera. Por varias razones, Choi Yuju nunca la quiso y aunque era un poco molesto, no podía hacer nada al respecto. Yuju era la mejor amiga de Handong y al parecer muy protectora. Que irónico que hubiera conocido a su alma gemela cuando fue a espiar a su librería y darle miradas fulminantes a Minji mientras buscaba libros.
-Estoy feliz de verlas, no me malinterpretes, pero... ¿No es demasiado temprano para una visita un sábado?
-¡Yuju tiene algo que darles a Yoohyeon y a ti!
Minji frunció el ceño notando el pequeño paquete que tenía Yuju en las manos. Se preguntó si Yerin había obligado a Yuju a ser un poco más amable con ellas, pero parecía que no era el caso.
Estaba a punto de invitarlas a pasar y desayunar cuando Yuju finalmente habló.
-Tenemos que visitar a mis padres, así que estamos apuradas- No parecía ni un poco decepcionada de no poder quedarse más tiempo, como se esperaba. Le entregó el paquete con una mirada firme. -Handong quería que les diera esto. No es gran cosa, así que acéptalo.
Las cosas tenían más sentido ahora, aquella chica nos le daría un regalo de la nada. Minji asintió, aceptando el paquete, mientras Yerin procedía a entregarle un montón de regalos al azar que había comprado en Japón, ignorando por completo el ambiente tenso. -¡Espero que les guste! Llámame cuando hayan probado algunas cosas y cuéntame qué les pareció.
Agradeciéndole y recibiendo un abrazo final de Yerin, la pareja se despidió. Minji sacudió la cabeza, dejando cuidadosamente los regalos de Yerin concentrándose en el paquete que le había dado Yuju. Miró hacia la habitación donde Yoohyeon estaba durmiendo, comprobando que aún no había despertado antes de abrir el paquete.
Encontró una pequeña nota encima de un sobre más grande.
"Minji, sé que esto es un poco repentino, pero creí que sería más apropiado que vieras esto antes que Yoohyeon. Agradecería que se lo dieras, pero lo entenderé si no lo haces."
Tenía la firma de Handong, confirmando lo que Yuju había dicho.
Dudando por un momento, abrió el paquete. Minji frunció el ceño ligeramente. Había un par de cuentos que Minji supuso eran obra de Handong, una carta y una cámara.
Los labios de Minji se curvaron en una sonrisa. Handong definitivamente conocía muy bien a Yoohyeon.
Con un suspiro, colocó todo nuevamente en el paquete y regreso a su habitación. Yoohyeon ya estaba despierta cuando llegó, sentada al borde de la cama.
-¿Bebé? ¿Qué pasó? Es muy temprano...- Dijo señalando el rejoj en la mesita de noche que mostraba que aún no eran las nueve de la mañana.
-Yerin regresó de su viaje y pasó para dejarnos algunos regalos. Y también vino Yuju- Se acercó entregándole el paquete. Yoohyeon la miró con una expresión confundida, por lo que ella solo se encogió de hombros. -Dijo que Handong te envío esto.
Los ojos de Yoohyeon se abrieron mientras agarraba el paquete. Handong no la había contactado desde la ruptura, ni siquiera había respondido a sus mensajes y llamadas.
-Te daré algo de privacidad mientras preparo el desayuno- Minji le dedicó una sonrisa, besándole la mejilla antes de dejarla sola.
Con movimientos torpes, Yoohyeon desdobló la carta, sus ojos reconocieron la letra de Handong de inmediato. Ella suspiró, dando una pequeña sonrisa mientras leía.
"Querida Yoohyeonie,
Ha pasado un tiempo, ¿Verdad? Perdón por irme así. Espero que puedas perdonarme por esto y ver que fue lo mejor después de todo. Sé que Gahyeon mantuvo su palabra y que te contó sobre mi paradero. Preocuparte nunca fue mi intención, solo necesitaba un tiempo fuera.
Ahora estamos en primavera. ¿Sabías que es la temporada más famosa entre los animes y mangas? Vine a Japón para verlo por mi misma y es realmente hermoso. Te hubiera gustado. Por un tiempo odie esta temporada del año, pero estoy aprendiendo a apreciarla nuevamente.
Yuju y Yerin están conmigo. Estas dos son realmente ruidosas, pero todo es más divertido cuando están cerca. Regresarán a casa pronto. Dami dice que le estoy causando problemas al estar de un lado para el otro, pero esto realmente me está ayudando con mis historias.
Gahyeon no me cuenta mucho sobre ti, le pedí que lo hiciera, infantil, lo sé, pero esa soy yo. Pensé que al cortarte de mi vida también podría hacerlo de mi corazón. No puedo decir que salió bien, pero creo que me dio el tiempo que necesitaba para recuperarme. Estoy bien ahora (¡En serio!) Y deseo que tu también lo estés. Espero que puedas leer esto con una sonrisa en el rostro y que algún día puedas contestarme. Me gustaría saber cómo están las cosas y escuchar sobre tus planes para el futuro e incluso sobre Minji, esta vez como tu mejor amiga.
No sé si alguna vez podamos volver a ser mejores amigas, parece exagerado ¿No? Pero he estado pensando mucho en eso y solo quería que supieras que cada vez que pienso en ti solo tengo buenos recuerdos. No tuve tiempo de decírtelo ese día, pero también me alegra que hayas estado en mí vida.
Así que no te sientas presionada por responder a esta carta, tenemos nuestros propios caminos que seguir y está bien si están separados. Creo que es hora de que tengamos un cierre adecuado.
El dibujo que acompaña la carta tiene un significado especial y sé que podrás entenderlo. Al principio pensé en deshacerme de él, pero aún creo que nos queda bien.
Con amor, Handong."
Handong tenía razón, al final tenía una gran sonrisa en el rostro, aunque sus ojos estaban ligeramente rojos gracias a las lágrimas.
Dejando a un lado la carta, miró la cámara evidentemente costosa y sacudió la cabeza ligeramente. Handong sabía muy bien sus aficiones. Sin embargo, el dibujo fue lo que le llamó la atención. Era una historia simple, sobre una ardilla y un cisne, su corazón se apretó cuando reconoció a los personajes.
La pequeña historia fue suficiente para que sus lágrimas cayeran por su rostro. Eran lágrimas de felicidad, porque Handong estaba dispuesta a volver a su vida. Existen muchas formas de amor y definitivamente aún existía el amor entre ellas, incluso si no era como solía ser.
Ella mantendría el dibujo a salvo con ella al igual que guardaba sus otros recuerdos. Y Yoohyeon definitivamente llamaría a su mejor amiga y le pediría que volviera a casa.
Minji gritó desde la cocina, avisando que la comida estaba lista y Yoohyeon se levantó, guardando cuidadosamente todo antes de ponerlo en su bolso.
-¡Voy!- Y ella se dirigió hacia allí, con el corazón latiendo de felicidad.
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-¿Qué pasa ahora?- Preguntó Umji mientras observaban a Handong escribir a través de la ventana de la biblioteca, un simple movimiento de manos hizo desaparecer la imágen.
-Tengo un buen plan esta vez, siempre y cuando algunas personas no interfieran- Dami le dio a Sowon una mirada fulminante, reviviendo un gesto desdeñoso. El dúo más joven era bastante infantil en opinión de Umji.
-Haz lo que quieras, ella tiene mucho tiempo gracias a ti de todos modos.
-Ella no puede hacer mucho, el consejo no está contento con sus travesuras- Dijo Sowon con su típica voz monótona.
Dami le dirigió una mirada penetrante. -Si no puede hacerlo personalmente no significa que no se pueda hacer.
-¿Me estás pidiendo un favor?- Sowon respondió, levantando una ceja.
Dami se cruzó de brazos, su mirada aún aguda. -Me debes uno, es muy diferente.
Era el turno de Umji de poner los ojos en blanco. -Solo haz tu trabajo, Sowon. Por todos ellos- Puede que no fuera capaz de sentir mucho, pero podía comprender los sentimientos básicos y como parecían gobernar a los humanos e incluso a sus colegas de trabajo a veces. -En cuando a Dami, ella me estará ayudando como parte de su castigo.
Con un resoplido, Dami miró su reloj. -Sera mejor que nos pongamos en marcha entonces. Dile a Siyeon que dije hola- Esa fue su despedida antes de desaparecer en la niebla.
Sowon no le prestó mucha atención, después de todo ya estaba acostumbrada. Umji fue menos brusca, asintiendo levemente antes de seguir a Dami.
fin
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