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Decode

Y así, tan fácil como comenzó todo, la chica genio comprendió algo muy importante y es que en este mundo, en el que ella vivía, existe gente a la cual no puedes comprender sin importar cuánta razón o inteligencia creas tener. Pues, sin importar cuanto creyó entender a su adversario, al ver la reacción de aquel a quien tan esmeradamente planeó acorralar para obtener respuestas actuar tan agresiva e impulsivamente para atraparla a ella en su lugar, con una poco sutil amenaza oculta en obviedades atrapando a casi toda su familia como moneda de cambio para guardar silencio en sus palabras afiladas y al ver el semblante de consternación de sus padres y sus hermanas mayores, que no sabían hacia dónde mirar, le hizo darse cuenta de aspectos que normalmente a ella no le suelen afectar. Y es que había cometido un error de cálculos garrafal, pues había creído que aquel doctor podría ser no tan especial y fácil de atrapar. Y así, sin pensar, puso a toda la familia en un lugar en el que no querían estar, en un día que se suponía era para festejar.

Lisa tenía que hacer algo y tenía que hacerlo pronto o de otro modo todo su plan se iría por la borda...

—*Cof*... Perdón doctor, creo que fue un error. No he terminado de explicarme correctamente, últimamente cometo demasiadas equivocaciones —exclamó mientras tosía un poco y bajaba la mirada como seña de paz, haciendo algo que detestaba desde lo más profundo de su ser: reconocer sus propios errores frente a otras personas, mientras continuaba diciendo algo aún más impensable para la familia—. Discúlpeme, pero me ha malentendido, Doctor Senti. No es que yo quisiera tocar el tema familiar solo para molestar o estuviera insinuando algo malo. Lamento profundamente si no me expliqué con la propiedad que una persona como usted merece. Verá, a decir verdad, es que soy una gran fanática de su trabajo desde que me enteré quién era usted en realidad. El cómo salvó la vida de nuestro hermano sólo me hizo guardar una profunda admiración por su persona y es algo que no suelo reconocer a menudo por nadie con vida, casi tan grande como la que les guardo a personalidades como el genio científico Einstein o Galileo. Quedé cautivada por su increíble investigación en medicina genética y sus excepcionales aportaciones a la comunidad científica por medio de sus patentes y algoritmos matemáticos que han podido reconstruir nomenclaturas en los códigos defectuosos a base de las estructuras ribonucleicas más primarias de la vida y cómo estas afectan en diferentes enfermedades, prediciendo correctamente su comportamiento en diferentes alteraciones estadísticas por simulación, es sencillamente increíble. Su tesis sobre la degeneración genética en la secuencia de nucleótidos recesivos con defectos y mutaciones, ha sido verdaderamente fascinante. Me cuesta trabajo creer que alguien que trabaja en un campo de la ciencia como la medicina, con tantas regulaciones internacionales, pueda hacer cosas tan increíbles sin experimentación de campo o sacrifica una sola vida humana en el proceso. Es casi como si su cerebro trabajara completamente diferente a cualquier otro. A decir verdad, ha sido una fuente de inspiración para algunas de mis investigaciones en estos últimos años...
Gracias a su trabajo se han salvado incontables vidas... Y yo... Yo sencillamente no podía creer que un hombre tan increíble fuera el médico personal de mi familia. Lo único que quería era saber más del fantástico hombre que era usted. Debo admitir que mi admiración se salió de control y fue la causa principal de que se malinterpretaran mis acciones. La verdad le debo una disculpa desde el fondo de mi corazón, me dejé llevar y lo hice sentir muy incómodo. Lo lamento muchísimo. Fui una tonta. Jamás me puse a pensar que mi impertinencia le ocasionaría molestias...—

Lisa había jugado su mejor carta para poder arreglar las cosas. Alagar y declarar su posición como simple admiradora era la forma más efectiva de salir de ese predicamento. Apostando su orgullo como señuelo, era prácticamente imposible de ignorar sin que el doctor sacrifique algo más importante para él en esta partida.

Para los genios, todo ese espectáculo era sencillamente un juego de ajedrez, uno que comenzaba a ser peligroso para ambos de seguir jugando con tantas piezas en el tablero observando. Por lo cual el doctor decidió fingir que aceptaba la ofrenda de la niña genio como tregua para continuar con la cena; después de todo, no podía jugarse la ficha más preciada que tenía, pues para desgracia del doctor, en este juego de ajedrez, el rey de negro no era capaz de sacrificar a su reina para ganar la partida.

—Oh, lo lamento. Creo que debo haberles realmente incomodado. También debo disculparme contigo. Jamás pensé que Lisa Loud, la niña más joven en ganar un nobel en física por su estudio de la mecánica cuántica y su contribución en los estudios de la física de partículas con el descubrimiento del cronitón, tuviera siquiera alguien a quien admirar. No me puedes culpar si lo malinterprete, je, je, je —exclamó el doctor y mientras reía, ponía su mejor rostro y prosiguió su charla—. Me siento honrado. Aunque, creo que nuestros campos de estudio están un poco alejados para servirte de inspiración. De cualquier modo, creo que puedo entender a la perfección lo que es admirar a alguien sin importar el motivo... —terminó lentamente el doctor su frase, mientras dirigía su mirada a la silueta femenina junto a él que le miraba desde abajo suyo con sus ojos dulces y brillantes color miel, como si este fuera el ser más grandioso del universo; dejando este, a su vez, salir de su rostro una mirada y una sonrisa tan inmensamente alegre, cuyo dueto con la mujer a su lado lograron sonrojar a la mayoría de los presentes quienes sin intención de entender lograron sentir una sensación de vergüenza al verles tan feliz.

Fue tan simple, tan banal. Una simple imagen tan hermosa de un hombre y una mujer. Una escena inocente de todo contexto malicioso de los mismos eventos de su alrededor. Era simplemente tan cautivadora, como un retrato artístico, la forma en la que ellos dos se podían mirar, con una felicidad que sólo aquellos que lo han podido experimentar en carne propia podían comprender.

Solo una mirada... Solo una mirada, sin decir absolutamente nada, fue más que suficiente para que toda la familia pudiera responder cualquier duda y para que pudieran entender en cualquier rincón de su conciencia el por qué...

...El por que quizás hacía falta ocultarlo...

—*Cof, cof*. Bueno familia, ya es hora de cenar. Por favor, doctor Senti, Merie, mi esposo les servirá la comida. Como Lisa no nos dijo mucho sobre los invitados íbamos a comenzar sin ustedes, lo lamento. Por favor pónganse cómodos —exclamó la madre algo nerviosa, tratando de distraer a la familia; amortiguar los eventos que vivieron.

—Fuera del trabajo pueden llamarme Frank, no se preocupe señora Loud —respondió el doctor de manera amigable.

—Oh, claro que no podría Doctor, yo le respeto muchísimo —replicó la madre manteniendo un poco de nerviosismo mientras la familia entera trataba de ignorar todo eso que estaba pasado.

Pero había dos figuras entre la multitud se quedaron pasmados: una silueta oscura y otra alba. Los polos opuestos de color del cosmos dibujados en los cabellos de la pareja de hermanos eran los que habían entrado en shock.

"Esa mirada... Esa sonrisa..." pensaban al unísono, como si sus pensamientos se hubieran sincronizados. Pues, esas expresiones ya las habían visto antes en otro momento y lugar, como un déjà vu de un recuerdo olvidado...

—"No puede ser..." —exclamaron en sus pensamientos...

"¡Es que, ellos...!" —gritaron en su mente mientras temblaban ligeramente.

—Hey, Lincoln, ¿Te sientes bien? —preguntó Ronnie Anne algo preocupada, mientras movía ligeramente el hombro de Lincoln al notar los ojos inexpresivos y totalmente abiertos de su novio pasmados, como si hubiera presenciado un crimen atroz.

—¡Estoy bien! —respondió deprisa el albino, quien pegó un ligero brinco tras la acción de su novia latina.

—Te ves algo mal, estás sudando frío —prosiguió la latina, mientras tocaba la frente—. No tienes fiebre, ¿Estás bien?

—S-sí, creo que solo me quiere dar un resfriado, tengo algo de frío.

—Pero, Lincoln, está prendida la calefacción, podemos pedir que vea el doctor —respondió el señor Lynn a las palabras de su hijo.

—Estoy bien, no me hagan caso por favor, realmente estoy bien, no me pasa nada. Solo creo que me maree un poco por el hambre. —exclamó el muchacho mientras se tocaba el estomago y se le comenzaban a agotar los pretextos para responder a las preguntas de quienes le rodeaban.

—Pero, es que si estas mal podemos ayudarte. Tu doctor está aquí, no te preocupes —respondió la muchacha.

—Sí, Lincky, no te preocupes por eso, si te sientes mal solo dilo —dijo Leni.

—Oooww ¿Qué pasó, perdedor? ¿Te sientes mal en tu día especial? —exclamó Lynn.

—Ash. Literalmente, no podrías ser más desconsiderado, Lincoln —continuó, Lori, con el debate.

—Vamos bebé. No seas dura con Lincoln. Quizás le duele algo —ayudó Boby al albino con su novia.

—Hey Brooooo, no te preocupes, quizás un poco de música pueda ayudar —respondió Luna.

—O un poco de cosquillas. Nada ayuda más al cuerpo que unas buenas risas, ¿No es así doctor? —dijo Luan mientras que este solo sonreía por cortesía a su broma.

—Hijo, si te sientes mal podemos pedirle al doctor que te revise, no tienes que aguantarte —reiteró el señor Lynn preocupado.

—Sí, Lincoln, vamos —continuó Ronnie Anne tratando de abrazarle, mientras toda la familia rápidamente se concentró en Lincoln logrando hacer que este estallara de una manera muy inusual.

—Gracias, pero... De verdad... NO... TENGO... NADA.... —interrumpió con una larga y pausada expresión seria y molesta en su rostro, mirando al vació, haciendo que la familia entera se callara por un minuto sorprendidos por su respuesta algo violenta haciendo reaccionar, incluso, al doctor, quien le respondió su acción como una sonrisa tenue en total control.

Quizás fue porque todos estaban demasiado ocupados con sus cosas, o tal vez por simple vanidad de no prestar la suficiente atención, pero pocos en la mesa notaron por la sorpresa que la imagen del albino, por un instante, lució realmente inquietante; pues, entre toda la familia, habían tres personas que tenían su mirada clavada en el muchacho con total indiferencia y completo escrutinio: la genio, el doctor y la doncella. Sabían bien que algo especial estaba pasando en su mente, por lo cual mantuvieron el disimulo, haciendo así que simplemente continuaran con su conversación casual, poco después de que el albino sonriera como usualmente lo hacía mientras se rascaba su nuca; como si estuviera apenado por los inconvenientes causados, pidiendo disculpas.

Pero para Lucy todo era más claro. Aún si estaba alejada de él, pudo notarlo; pues ella estaba en un estado similar a su hermano, al igual que ella, tenía muchas cosas en que pensar, pero como siempre nadie era capaz de notar el estado de ánimo de sus verdaderos sentimientos.

Pero la mirada de Lincoln heló a la latina a su lado, quien a pesar de tratar de ignorarlo sabía que algo andaba mal con él, podía sentirlo, pero era incapaz de saber qué o presionarlo en ese momento.
Después de todo, su mirada reflejaba una inmensa desesperación en ese instante y por primera vez, en mucho tiempo, ella se sintió realmente impotente a su lado.

Y es que en los pensamientos críticos de los hermanos había una duda carcomiéndolos después de ver aquella escena de sus invitados, haciéndoles despertar una sensación horriblemente familiar; pues, por primera vez, cada uno de ellos habrían deseado solamente estar equivocados, estar solo malinterpretando, pero esa imagen se grabó como hierro ardiente sobre la piel en sus recuerdos... Esa imagen que preferían solo olvidar.

La forma en la que esos dos primos frente suyo se miraron, era exactamente la misma forma con la que, durante toda su vida, se veían sus padres cada vez que decían lo mucho que se amaban...

—Bueno, si tu lo dices, entonces está bien —exclamó Lori, mientras la cena familiar continuaba.

Una mesa muy animada, a excepción de los profesionales de la salud, el albino, la doncella oscura y la genio. Todos estaban charlando y gritando con quienes estaban a su alrededor. Era una imagen muy apacible para los padres, un momento familiar con todos reunidos para celebrar.

Las conversaciones iban y venían de todas partes: Luan haciendo chistes; Lola presumiendo de su belleza; Lana sobre sus mascotas.

Todo parecía tal cual como en los viejos tiempos, aquellos donde todo parecía mágicamente ir bien, sin importar lo ridícula de la situación. Era sorprendente, para aquellos de la familia que podían entender lo mucho que los años habían cambiado las cosas; casi como si su destino ahora fuera diferente. Era algo que permanecía latente en la mente de la mayoría de los miembros de la familia, aunque jamás nadie hablaba sobre ello.
Era más fácil ignorarlo, pues al hacerlo todo era más sencillo. Al final del día solo se tenían a ellos mismos, pero por un momento todo parecía afablemente cómodo.

La familia había crecido un poco más y ahora estaban todos juntos. Justo fue este pensamiento alegre el que hizo a una de las hermanas mayores exclamar:

—¡Heeeeey, familiaa, ¿¡Qué tal si cuando terminemos de cenar cantamos un poco de karaoke?! Hay unos nuevos ritmos que también me gustaría practicar.

Toda la familia paró un momento con su plática para escuchar los gritos de la Rockera de la familia.

—No es mala idea —comentó Bobby—. Me gustaría cantarle una canción romántica a mi caramelito.

—Awww, Bubu-Ositooooo, eres un amor. No sé qué hice para merecerte —respondió Lori mientras le tomaba de sus mejillas y le daba un beso.

—Iwg, alquilen una habitación, aún hay niños presentes —replicó Lola poniendo cara de asco.

—¡LOLA! —dijeron al unísono los padres.

—¿¡QUÉ!? Tengo razón ¿O no?

—Dejando eso de lado, me parece una excelente idea —dijo, interrumpiendo la discusión que se avecinaba, la niña genio—. Es decir, hace mucho que no cantamos o hacemos algo todos juntos como familia, y no suena mal que los humille con mi rap. *pff* —terminó Lisa, exhalando un ligero aire de grandeza.

—Lo siento querida hermana, pero nadie me puede humillar a mí —respondió Lola.

—Hey, si esto es una competencia no hay manera de que yo pierda. Seré la número uno en todo, perdedores —dijo Lynn

—Ya, ya, está bien chicos, tenemos invitados, compórtense. Cuando terminemos montaré las cosas para el karaoke; ahora por favor guarden esas ansias para más tarde.

—Claro viej- digo, papá. Te ayudaré a conectar mi guitarra a la pantalla y bocinas.

—Uhmm, qué horrible es envejecer... —reprochó el padre de familia, quien solo desvió la mirada hacia un lado poniendo una cara triste mordiéndose los nudillos.

—Vamos cariño, no te desanimes, es una buena idea después de todo... ¡OHH! Ya sé, ¿Por qué no le pedimos a nuestros invitados que sirvan de jueces? ¿Les parecería bien la idea, Marie? ¿Nos ayudarias? —preguntó la madre, quien volteo a verlos después de darle unas cuantas palmadas en la espalda de su deprimido marido.

—Oh, yo, yo, no sé si... —respondió tartamudeando un poco la enfermera, quien no sabía hacia dónde mirar de un lado al otro mientras se sonrojaba.
La pregunta la tomó un poco por sorpresa, ya que, por extraño que pareciera, jamás le habían pedido algo por el estilo; además, le preocupaba mucho la reacción de su pareja acompañante. Pero tardó en tartamudear una respuesta clara sin antes ser interrumpida por ese hombre de mirada cansada a lado suyo.

—Eso es genial ¿No crees, Merie? Tú siempre te la pasas viendo canales de música y de canto en YT cuando me descuido un segundo en el hospital. Creo que algo de eso se te debería de haber pegado, harás un buen trabajo —exclamó mientras le daba un par de leves palmadas en la corona de su cabeza, haciendo que la mujer inflara sus mejillas, torciendo sus labios, tal cual puchero infantil, mientras se sonrojaban aun mas sus mejillas al máximo por las palabras del doctor.

—Buuuh, eso no es justo, hermanito, siempre te burlabas de mí... —respondió la mujer sin pensar en absoluto donde estaba por la vergüenza, causando que el médico se sorprendiera a tal punto que sus ojos antes cansados, se abrieran cual ventanas de un extremo a otro, mientras su rostro mostraba una expresión de debilidad haciéndole pasar un fuerte trago de saliva.

—¡Merie! —exclamó rápidamente el doctor, quien por primera vez mostraba nerviosismo frente a otras personas.

—No es justo que siempre te burles de mí y salgas impune, Franky. Disculpen lo anterior, familia Loud. Verán, aquí mi querido y desconsiderado primo presente, vivió solo en nuestra casa desde que teníamos 8 y 11 años. Para mí él es tan cercano o más que un hermano. Siempre ha odiado mucho que le dijera "hermanito" y por mucho tiempo de nuestra infancia lo molesté con eso. Parece ser que aun no pierdo el toque de hacerte desatinar... ¿No es así... HER-MA-NI-TOO...?

La cara del doctor se tornó más pálida que la nieve, sonrojando sus mejillas como el vino más costoso, mientras, entre refunfuños y balbuceos, volteo su cara hacia otro lado, indignado por la vergüenza que le hizo pasar su prima de temas que él prefería siempre mantener en secreto de todo mundo, destruyendo así todo plan de mantener su vida privada lo más oculta posible.


—"Humm... Y yo que lo hice para que no te preocuparas por mí " —susurró el doctor, mientras ignoraba las palabras y mirada de la rubia mujer que lo acompañaba.

—Lo sé... Y Gracias... Frank —respondió la enfermera, quien sí alcanzó a escuchar los balbuceos de su primo.

—Bueno, perdonen nuevamente por eso, familia Loud. Y sí, claro que me gustaría ayudarlos; aunque, aquí, el cascarrabias al lado mío quizás solo nos observe si quiera. Él es pésimo cantando, aunque alguna vez intentó tocar guitarra, ja, ja, ja —exclamó mientras ponía una hermosa sonrisa fraternal. La dulzura y gestos de esa mujer siempre le recordaban a una especie de madre amorosa; aunque su belleza reflejara una juventud mayor a la que realmente poseía; haciendo, incluso, sonrojar al padre de familia y el novio de la hermana mayor.

—Heee..hee sí, gracias, Merie... —respondió Rita algo dudosa, mientras le pisaba con todas sus fuerzas el empeine de su esposo.

—¡IIIIIIIIIIIIIIIIIH..... SIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIII! OOOOOOH SIIIIIIIIII... QUE ALEGRÍA —gritó de la nada el padre, sacando de sus casillas a todos los presentes, sin ellos saber del inmenso dolor que estaba pasando.

—No sabía que a papá le gustaran tanto los karaokes —exclamó inocentemente Lana

—*Cof-cof* Sí hija, me encantan.

—Sí... cariño... Qué bueno que te encanten... —respondió rígidamente la madre a su esposo.

—Eeeeh je, je... Ejem, bueno creo que ya va siendo hora de juntar la mesa. ¿Qué tal si me ayudan chicas?—suplico a sus hijas para salvarse.

—Claro, papá —respondieron más de una, quienes se levantaron y comenzaron a juntar los utensilios.

—Yo subiré arriba por las cosas, pá —respondió rápidamente Luna.

—Sí, hija, gracias.

Las chicas comenzaron a ayudar, mientras la madre se levantó hacia la cocina para lavar unos cuantos vasos para llevar bebidas, ignorando rápidamente el pequeño coraje que hizo momento atrás y tranquilizando al padre de familia quien lo último que quería era hacer que su esposa se enojara con él. A su vez, el silencioso dueto sencillamente se mantuvo al margen de la situación, mientras que la latina intentaba con todas sus fuerzas llamar la atención de su novio con arrumacos, bromas y unos cuantos golpes leves; al tiempo en que la pareja de invitados se levantaba lentamente, mientras que la mujer se dirigió hacia donde se contraba la chica genio, quien no se percató de su presencia hasta que esta habló.

—Espero que eso haya sido suficiente para satisfacer tu curiosidad, pequeña... Esta es mi forma de disculparme por los arranques inestables de mi primo. Es verdad que puede ser muy sobreprotector cuando se trata de... Él... Aunque es la primera vez,en mucho tiempo, que lo veo tan alterado. Debo reconocer que debes de ser alguien a quien respeta, a su manera. Pero, dejando eso de lado, de verdad lo lamento. Franky puede ser algo difícil de tratar cuando interactúa con personas a las cuales no tiene plena confianza.

—Humm... Interesante... Sabes, debo de decir que más que los "difíciles" arranques de inestabilidad del doctor, me cuesta más trabajo creer que ustedes dos comparten siquiera un apellido —respondió la genio, mientras le miraba con su clásico rostro casi inexpresivo con la que interroga a cualquier persona.

—Ja, ja, ja, nos lo dicen a menudo las personas que lo saben, pero Frank no fue toda la vida de esa forma... Alguna vez él también podía sonreír de una manera que hacía estremecer el corazón de cualquier mujer... — exclamó Merie, mientras desviaba la mirada al techo de la casa como buscando una estrella perdida la cual era imposible de ver.

La expresión tranquila y menguante de aquel rostro encantador era bastante apacible, aún cuando esos ojos trataban de ocultar un fugaz recuerdo doloroso que solo incitaba más curiosidad en la chica genio, que, pese a lo antes dicho, sólo podía tratar de deducir lo mejor posible los eventos que los habían llevado a ese momento, incitándole a encender el fuego de esos recuerdos pasajeros que la mujer intentaba ignorar.

—Entonces, el doctor no siempre fue un excéntrico, eh... Debo suponer que algo le debió pasar... ¿No es cierto? —interrogó, escudriñando una respuesta más concreta de la mujer por aquel hombre que le producía desconfianza, quien este a su vez se alejaba de las dos dándole espacio a su prima para hablar, tratando, así, de aprovechar la oportunidad que se le presentaba. Paciente esperó respuesta tardía de la mujer vulnerable, que frente a ella se abría un poco más, para obtener un arma de la cual poder defenderse de aquel doctor que no la dejaba contradecir sus palabras. Pero tras unos momentos, la mujer sencillamente le volteo a mirar con los ojos un poco cristalinos, moviendo gentilmente su cabeza, denotando otra negativa a su intento banal por ir más allá de lo que debía .

—En esta vida, hay cosas que son mejores olvidar, incluso si al hacerlo nos arrebata algo tan importantes como nuestra felicidad... —

La forma de su mirada en aquella respuesta serena le hicieron notar que sus palabras habían lastimado de alguna manera a la mujer frente suyo. Aun sin tener realmente la intención de hacerlo, podía percibir el inmenso dolor oculto que pesaban en las palabras de aquella mujer, quien sonreía con una expresión triste; haciendo, incluso, que por un momento su casi frío corazón científico se lamentara por su imprudencia, respondiendo con un temeroso lamento.

—Yo... Lo, lo ciento...

—No tienes que lamentarlo. Soy yo la que se debe disculpar realmente. Creo entender bien a donde quieres llegar con todo esto, es tu familia la que crees que está en riesgo por los actos de mi primo, es solo que... Prefiero no hablar sobre eso... Solo quería que supieras que Franky no es todo lo que aparenta. Sé muy bien que puede llegar a ser bastante aterrador en algunas ocasiones, pero muy en el fondo no es el monstruo que todos creen, solamente es alguien que no es comprendido. Tú, mejor que nadie deberías de saber lo que significa ser especial. Después de todo, de cierta forma, ustedes se parecen en algunas cosas, es por eso que te conté un poco sobre nuestras vidas. Espero realmente puedas comprenderlo y no hacer algo que termine hiriéndolo.

Decir que las emociones de la enfermera eran fuertes quedaba corto. La mujer era mucho más inteligente, dulce y gentil de lo que ella creyó, permitiendo así, a Lisa, darse cuenta de que quizás la familia del doctor era toda igual de especial, haciéndole así sonreír vagamente, mientras pensaba en la personalidad y rostro de todas sus hermanas. «Quizás si que nos parecemos en algo...» Pensó fugazmente mientras recapacitaba.

—Gracias. Debo reconocer que realmente cometí un error con usted, Miss Merie. Recordaré sus palabras y las tendré muy presentes —respondió Lisa con completa sinceridad.

—Te lo agradezco mucho, pequeña —replicó Merie mientras sonreía y acariciaba su cabeza—. Démonos prisa o comenzarán sin nosotros.

—Claro, ahora los acompaño.

Concluyeron amabas mientras las familias se organizaban y se reunían en la sala. El doctor, por su parte, se mantuvo en una esquina al tiempo en que todos tomaban lugar. Lincoln se sentaba con su novia. Lucy se alejaba y mantenía en las sombras. Luna buscaba su equipo y lo montaba, mientras que Merie ayudaba y hacía charlas con las demás hermanas.

El baruyo comenzaba nuevamente entre todos los miembros de la familia, quienes se sentían muy animados para jugar un rato al karaoke. No tardaron mucho en comenzar con su espectáculo, pasando por cuenta de cada uno de los miembros de la familia, iniciando así un concierto particular todos formados y en su lugar hasta el momento que le tocó a Ronne Ann participar.

—Quiero dedicar esta canción a mi novio, quien parece estar un poco perdido en sus pensamientos. Esto es algo para que recuerdes y sepas quien soy yo, mi bien —dijo, mientras dedicaba una mirada seductora a su novio y le guiñaba el ojo.

—Uuuuuh, Lincoln, casanova. ¡Ese es mi hijo!.


—Ese es mi brooo, el rompecorazones de la familia.

—Luna, hazme los honores, por favor —replicó Ronnie Ann.

https://youtu.be/x55tK8eOfk8

¡Ay, mi bien! ¿Qué no haría yo por tí?
Por tenerte un segundo, alejados del mundo
y cerquita de mí.
¡Ay, mi bien!, como el río Magdalena
que se funde en la arena del mar,
quiero fundirme yo en tí.

Hay amores que se vuelven resistentes a los daños,
como el vino que mejora con los años.
Así crece lo que siento yo por tí.

Hay amores que se esperan al invierno y florecen.
Y en las noches del otoño reverdecen,
tal como el amor que siento yo por tí.

¡Ay, mi bien! no te olvides del mar,
que en las noches me ha visto llorar.
Tantos recuerdos de tí.
¡Ay, mi bien! no te olvides del día
que separó en tu vida,
de la pobre vida que me tocó vivir

Hay amores que se vuelven resistentes a los daños,
como el vino que mejora con los años.
Así crece lo que siento yo por tí.

Hay amores que parece que se acaban y florecen.
Y en las noches del otoño reverdecen,
tal como el amor que siento yo por tí.

Yo por tí.
Por tí.
Como el amor que siento yo por tí.


—¡Eso estuvo espectacular! —dijo Bobby, su hermano.

—No puedo creer que cante tan bien —respondió Lori.

—Qué envidia me da mi hermano —continuó Luna, guiñandole el ojo.

Las alabanzas y flores que le daban a Lincoln y Ronne Ann eran muchas. Todos los felicitaban y molestaban por su relación diciendo que tenía suerte de tener a una chica tan buena como Ronne Ann de su lado, vuelta loca por él. El hermano solo estaba en silencio, con una gran sonrisa, apenas y pronunciaba palabras. Atrás de todos ellos, al mismo tiempo, un hombre adulto salía de aquella habitación, mientras todos le ignoraban por completo en el calor de los eventos.

Era el doctor Senti, que se dirigía al patio de la casa en la fría noche siendo acechado, al mismo tiempo, por el único testigo de sus actos, quien le perseguía detrás suyo manteniendo la distancia, ignorando, también, la escena familiar.


Del otro extremo de la habitación, en la oscuridad, debajo de las escaleras, una silueta hermosa lloraba en silencio y secaba sus lágrimas con el oscuro vestido que portaba, mientras la familia preguntaba quién más seguía, logrando obtener una respuesta dulce de la niña más joven e inocente de la familia.

—Mi hermanita, Lucy, y mi hermano, Lincoln, todavía no lo han intentado —dice, mientras corre a su lado abrazándola de una pierna— ¿No vas a cantar con nosotros, hermanita? —preguntó mirándola de forma emocionada. Los oscuros caireles de su cabello impedían a los demás notar las verdaderas facciones de su dolor a la familia, pero fueron también las mismas facciones de su pequeña hermana las que le permitieron responder sin que se le quebrara la voz.

—No soy muy buena cantando, Lily, pero si así lo quieres lo intentaré...

—¡Hurraa! Voy a escuchar a mi hermanita, Lucy, cantar por primera vez —respondió gritando de alegría.

La voz de su hermana llegó a los oídos de Lincoln, quien tembló ligeramente al escucharla afirmar que cantaría para ellos, mientras mantenía su sonrisa, ya como fotografía, durante la noche, al tiempo en que ésta se acercaba al podio improvisado y le susurraba un par de cosas a su hermana, Luna.

—Sí, sí, está bien hermana. Es una canción difícil, si no tienes problemas con que cargue un coro y algunos instrumentos en el playback no creo tener problemas, así que adelante, cuando quieras —afirmó Luna, mientras cambiaba unos instrumentos y ajustaba su equipo.

—La verdad, familia, las cartas no me dijeron que el día de hoy tendría que prepararme para esto, pero desde hace algún tiempo hay una canción que me ha conmovido mucho y suena bastante en mi cabeza cuando escribo. No es nada especial ni tampoco nada importante, solo creo que es la única cosa que puedo cantar en este momento sin preparación. Perdonen si no logro entonar correctamente; no se me da muy bien la letra y esto de cantar frente a otras personas, así que solo imaginaré que estoy recitando uno de mis poemas. *Cof*Cof* Bueno, comencemos...

https://youtu.be/WbD8UaE2ohE

¿Como puedo decir que todo está bien, cuando tu estas nublando mi mente?
No puedo ganar una batalla perdida todo el tiempo.

Nunca voy a tener lo que es mío, cuando tú siempre estás poniéndote en mi contra, pero no te llevaras lo que me queda de orgullo, no, esta vez no.

¿Cómo es que llegamos aquí, cuando solia conocerte tan bien?
¿Cómo es que llegamos aquí?
Bueno supongo que lo se.

La verdad se está escondiendo en tus ojos, y está resistiendo en tu lengua, simplemente hirviendo en mi sangre, pero tú te crees que no puedo ver

la clase de hombre que eres, si es que de verdad eres un buen hombre.
Bueno, lo llegue a comprender por mí misma.
—Te estoy gritando: "Te amo tanto" por mí misma—
—Mis pensamientos no puedes descifrar—

¿Cómo llegamos aquí, cuando solía conocerte tan bien?
¿Cuando solía conocerte tan bien?
Bueno supongo que lo se.

¿Vez lo que hemos hecho?
Vamos a hacer el ridículo.
¿Vez lo que hemos hecho?
Vamos a hacer el ridículo.
¿Como llegamos aquí, cuando solia conocerte tan bien?
¿Como llegamos aquí, cuando solia conocerte tan bien?
Creo que lo se,
creo que lo se.

Hay algo que veo en ti, que podría matarme,
pero quiero que sea verdad...

pero quiero que sea verdad...

¿Como puedo decir que todo está bien, cuando tu estas nublando mi mente?
No puedo ganar una batalla perdida todo el tiempo.

Nunca voy a tener lo que es mío, cuando tú siempre estás poniéndote en mi contra, pero no te llevaras lo que me queda de orgullo, no, esta vez no.

¿Cómo es que llegamos aquí, cuando solia conocerte tan bien?
¿Cómo es que llegamos aquí?
Bueno supongo que lo se.

La verdad se está escondiendo en tus ojos, y está resistiendo en tu lengua, simplemente hirviendo en mi sangre, pero tú te crees que no puedo ver

la clase de hombre que eres, si es que de verdad eres un buen hombre.
Bueno, lo llegue a comprender por mí misma.
—Te estoy gritando: "Te amo tanto" por mí misma—
—Mis pensamientos no puedes descifrar—

¿Cómo llegamos aquí, cuando solía conocerte tan bien?
¿Cuando solía conocerte tan bien?
Bueno supongo que lo se.

¿Vez lo que hemos hecho?
Vamos a hacer el ridículo.
¿Vez lo que hemos hecho?
Vamos a hacer el ridículo.
¿Como llegamos aquí, cuando solia conocerte tan bien?
¿Como llegamos aquí, cuando solia conocerte tan bien?
Creo que lo se,
creo que lo se.

Hay algo que veo en ti, que podría matarme,
pero quiero que sea verdad...

pero quiero que sea verdad...

Al terminar de cantar, Lucy, con todos sus sentimientos, se esforzó para mantenerse firme y fingir su mejor sonrisa para todos los presentes, quienes se quedaron con la boca abierta y en completo silencio mientras terminaban de digerir el hermoso espectáculo que la chica gótica habría dado.

Ella había expresado, con aquella cansion, todo el pesar de su alma; encriptando con cada una de las letras el dolor de su corazón. Sabía que jamás podría decirle esas cosas a su hermano de esta manera, pero por un momento pensó que quizás, al menos así, podría decírselo al poderle gritar en su cara todas las cosas que tenía dentro, mientras le miraba directamente; mientras se conmovía y le estrujaba, dedicando secretamente todo sus prohibidos sentimientos pronunciado por, al menos una sola vez, frente a toda su familia sin miedo.

Cuánto amaba a ese hombre frente suyo, aun si ese amor, si eso que veía en él, podría llevarla a su fin.

Jamás una canción tuvo tanto significado para ella, pues aun si su amado no lo podía descifrar, ella le dijo todo lo que sentía y al menos así podría irse en paz.

—¡Fue increíble, hermanita! Tienes una voz muy hermosa. Incluso te escuchaste mejor que la novia de mi hermano —rompió el silencio la pequeña Lili con su total inocencia mientras corría a abrazarla y el resto comenzaba hablar ignorando el desconsiderado comentario de la menor, que no le cayó muy bien al rostro de Ronne Anne.

—Cielos, hermana, no sabía que podías cantar de esa manera. Te tendré que invitar a ayudarme en algunos conciertos de rock alternativo.

—Literalmente, fue increíble, Lucy, aunque es una canción muy triste.

—Sí, suena como un reclamo, una confesión... —respondió Leni, quien, en su forma lenta de ser, logró captar mejor que nadie los sentimientos que expresó.

—Para nada, me siento muy halagada de que les haya gustado. Únicamente es una canción que me gusta mucho, hermanas, no significa nada más —atendió Lucy rápidamente para cambiar la conversación.

—Pues, fue increíble. Normalmente no me gusta ese tipo de música, pero fue digno de una reina como yo —aduló Lola, con su clásica vanidad al expresarse.

La melodiosa voz de la doncella había cautivado a la familia entera. El estupendo trabajo de mezcla y acordes de guitarra de Luna fueron un acompañamiento perfecto. Todos estaban tan distraídos alabando a la gótica encima de ella, que nadie vio la expresión aterradora en los ojos del albino, que mostraba una expresión de shock. La sonrisa falsa de antes se había borrado por completo, demostrando total seriedad en unos ojos abiertos de par en par, cual muerto que no podía trasmitir más que terror.

Cada palabra que Lucy pronunció se sintieron como disparos en su corazón mientras que una voz perversa le recordaba su timbre de voz y comenzaba a sonreírle, haciéndole preguntarse a sí mismos«"¿Podría ser realmente yo? Debo estar loco, no puede ser verdad, no puedo ser yo, no puedo, no puedo, no puedo, no puedo ser yo, no puedo ser yo, no puedo ser yo, no puedo ser yo, no puedo ser yo, no puedo ser yo, no puedo ser yo, no puedo ser yo, no puedo ser yo, no puedo ser yo, no puedo ser yo, no puedo ser yo, no puedo ser yo, no puedo ser yo, no puedo ser yo, no puedo ser yo, no puedo, no puedo, no puedo, no puedo, no puedo, no puedo, no puedo, no puedo, no puedo...»

Como si fuera un loco, una extraña fijación por aquel espectáculo hizo erizar la piel del muchacho sin explicación. Un sentimiento profano que retumbaba en sus oídos como ecos sin fin, cada palabra y letra que ella pronunció se incrustaron en su ser agrietando su cordura, mientras que un sentimiento prohibido comenzó a invadir su cuerpo haciendo reacciona lentamente su virilidad auspiciada por una perversa esperanza que se arrastraba desde lo más profundo de su corazón corrompiendo lentamente su psique, tratando de derrotar la endeble sanidad que le quedaba llenándose de preguntas sin respuestas. Los palpitantes deseos que bajan la sangre de su cuerpo a su más erógenas funciones que tanto se empeñaba en ignorar por años tomaban control de él, comenzaron a consumirlo mientras aquellas preguntas que se hacía antes empezaba a atormentarlo, como una pequeña fisura en un gigantesco mar de fantasías enfermizas retenidas por la débil presa de su moral y sensatez.

El albino no tardó mucho en sentir que iba a explotar si no hacía algo, si los demás notaban su erguida voluntad mientras su hermana menor cantaba sería el final de aquel bello momento familiar. Su corazón estaba fragmentado en un montón de mentiras que se repetía millones de veces con la débil esperanza de volverlas realidad, "di una mentira mil veces y se volverá realidad" aquel viejo refrán no tuvo éxito alguno en los instintos del monstruo que habitaba dentro de él, pues podía mentirle a todo el mundo pero no podía engañarse a sí mismo. No podía engañar a esa conciencia que le susurraba al oído; esa que le hacía desear tanto, aun cuando guardaba emociones nobles de amor por los que le rodeaban, había algo muy diferente dentro suyo que sacaba lo peor de sí mismo, siempre que miraba la hermosa figura de la chica oscura mover su cuerpo, hablar, o simplemente percibir su fragancia le hacían perderse en completo silencio, contemplando aquella piel tersa y pálida que parecía mirarle únicamente a él cuando cantaba postrada de pie, frente suyo, a tan poca distancia; como si lo estuviese tentado, como si lo hubiese llamado, recordando esa incómoda sensación maldita de antaño que le hacía sentirse como un depredador sediento de sangre consumido por sus instintos y que frente suyo tenía a la más deliciosa presa que calmaría todos su deseos prohibidos.

—Bueno, supongo que es mi turno...— levantó la voz el albino mientras en un disparo de adrenalina y dolor auto infligido mordió con todas sus fuerzas la base de su lengua hasta sangrar, levantándose rápidamente del sillón para entrecerrar sus ojos y sonreir como si nada pasara dentro suyo, al tiempo en que tragaba su propia saliva revuelta con el sabor de sangre, obligando a su cuerpo a actuar de manera civilizada y amedrentar su necesidad de cometer una estupidez o marcar la forma de su lujuria en sus pantalones con el cálido alivio que el dolor le propinaba en su boca inclusive la sangre sabia a miel para el chico quien desesperado intento cumplir con su labor como familiar.

—Oh, sí cariño, sería genial —respondió la madre mientras juntaba sus manos— ¿Qué clase de canción cantaras? No me digas que le dedicaras una canción a tu novia. ¡Aaay, cielos santos! ¡Qué rápido crecen los niños! ¿No crees, mi cielo? —preguntó Rita a su esposo mientras ponía una sonrisa orgullosa.

—Ese es mi muchacho.


—¡UUH! Quién diría que mi brou era tan romántico...—Grito la rockera.


—Literalmente, es encantador ¿verdad, Bubu-Osito?


—Sí, bebé, son encantadores.—contestaron Boby y Lori

La familia comenzó a hacer un revuelo de la declaración de la madre y el comentario de Lincoln, mientras la gótica sencillamente trataba de perderse entre el barullo para alejarse de la escena lo más posible sin llamar la atención, haciendo uso de su mejor habilidad pasando desapercibida, pero antes de poder irse por las escaleras un pequeño tirón en su vestido la hizo detenerse por completo.

—¿Ya te vas, hermanita? Pero si nuestro hermanito Linky, aún no ha cantado. No te vayas... —replicó con mirada tierna y triste la pequeña Lily, quien parecía no surtir efecto alguno en ella su don para colarse entre las multitudes.

—No, y-yo no... Es esque, yo... —tartamudeo Lucy, sin saber cómo reaccionar ante las acciones y pedidos de su tierna hermana más pequeña.

—Dijiste que estarías con todas nosotras, yo quiero que todos estemos juntos, porfiiis —continuó la pequeña mientras hinchaba sus labios haciendo pucheros.


—E-es que, es complicado... Lily, e-es que y-yo...—excusaba Lucy sin éxito mientras la menor seguía con sus súplicas.

—Pooooorfiiiiiiis...

Lucy solo pudo menear su cabeza un poco mientras bajaba sus hombros derrotada, acariciando la cabeza de su hermana tras ver la insistencia de la niña.

—Está bien, Lily, me quedaré hasta el final... —lamentó la gótica, mientras en su cabeza pensaba lo difícilmente doloroso que sería escuchar a su hermano hablar de su amor por otra mujer. Lo que más detestaba pensar era que tras eso muy probablemente terminarían besándose nuevamente frente de ella, mientras que todos les daban su bendición. Sería muy difícil para su herido corazón resistir esa escena y fingir como si nada pasara, pero la gótica no era capaz tampoco de romper el corazón de su pequeña hermana. Ya durante mucho tiempo la había lastimado alejándose de todas ellas; prefirió resistir ese inmenso dolor y ahogar el nudo de su garganta con todas sus fuerzas antes de hacer llorar a la pequeña. Resultaba irónico ver como la mujer con la apariencia más fría y oscura de la familia era el ser con el corazón más cálido y dulce.
Lucy buscó un lugar atrás de todos donde sentó a Lily en su regazo mientras que la abrazaba y la familia terminaba de interrogar y hostigar a su hermano para dar inicio con el espectáculo. No pasó mucho rato cuando el albino rompió con el cotilleo y exclamó:

—Lo lamento familia y sobre todo perdona, Ronne Anne, pero no escucho muchas canciones de amor y tampoco estaba preparado para esto. La verdad no sé la letra de ninguna canción de amor, así que supongo que les tendré que fallar a todos sobre eso —interrumpió mientras que encogía sus hombros y se ganaba un par de caras de disgusto entre la multitud de por medio.

—Ja, ja, ja, típico de Lincky —respondió Luan la bromista para tratar de levantar un poco las muecas de los presentes algo molestos, especialmente de cierta chica latina que prefirió solo refunfuñar mientras miraba a otro lado.

—Bueno, entonces ¿Qué cantarás, bro? —dijo Luna, quien pensaba que en su lugar cantaría algo de su grupo favorito, Smooch.

—Oh, sobre eso...—indicó susurrando Lincoln, mientras se acercaba y le susurraba un par de cosas al oído.

—Wooow, bro, parece que la noche está llena de sorpresas, primero Lucy y ahora tú; definitivamente no pensé que te gustara el metal core, estás que ardes. Bueno, al festejado lo que pida, y esta noche soy su DJ y guitarrista; sólo déjame ajustar las pistas el coro y play back, por suerte no tendré que cambiar de guitarra ja, ja, ja. Dame un momento —rió Luna mientras hacía los ajustes llenando de dudas a los presentes, en especial a la gótica oculta detrás de todos, que le miraba desde la parte más oscura de la sala acompañada de su pequeña herman, quien al escucharle decir que no cantaría ninguna canción de amor para Ronnie Anne calmó su estrés y al mismo tiempo sintió un poco de pena y culpa por la novia del albino al sentirse tan bien por ello.
Sin embargo, en ese momento ya tenía curiosidad por lo que pasaría, además había algo especialmente extraño. Ella podía sentirlo con solo verle, su unión era místicamente extraña. Lincoln tenía algo raro en ese momento, algo que nadie más podía notar, que la hacía sentirse especialmente bien pero también muy incómoda, como escalofríos en su espalda o náuseas en su estómago, como una fuerte preocupación combinada con dicha placentera. Además estaba ese sentimiento incómodo de ser acechada que uno tiene cuando eres perseguido en la oscuridad, podría ella jurar que su hermano le había clavado la mirada desde el primer momento que sostuvo el micrófono que le dio Luna y volteo a ver la multitud pero insistió para consolar su corazón que tal vez todo eso era solo parte de su profana imaginación intentando engañarla...

—Cuando quieras, brooo, estoy lista, y dice 1 y dice 2 y dice 3...

https://youtu.be/WDesf5p6SMQ

No puedo escapar de este infierno.
Tantas veces que lo he intentado,
pero sigo enjaulado por dentro.
Ayúdame a superar esta pesadilla,
no puedo controlarme.

¿Y qué si puedes ver el lado más oscuro de mí?
Nada cambiara.
Este es el animal en el que me he convertido.
Ayúdame a creer que no soy yo.
Que alguien me ayude a domesticar este animal

No me puedo escapar (no me puedo escapar)
Tantas veces he mentido (tantas veces he mentido),
pero todavía hay rabia dentro.
Que alguien me ayude a superar esta pesadilla,
no puedo controlarme.

¿Y qué si puedes ver el lado más oscuro de mí?
Nada cambiara.
Este es el animal en el que me he convertido.
Ayúdame a creer que no soy yo
Que alguien me ayude a domesticar
este animal en el que me he convertido.
Ayúdame a creer que no soy yo.
Que alguien me ayude a domesticar este animal

Que alguien me ayude a superar esta pesadilla,
no me puedo controlar.
Que alguien me despierte de esta pesadilla,
no puedo escapar de este infierno.

¿Y qué si puedes ver el lado más oscuro de mí?
Nada va a cambiar.
Este es el animal en el que me he convertido
Ayúdame a creer que no soy yo.
Que alguien me ayude a domesticar
este animal en el que me he convertido.
Ayúdame a creer que no es el verdadero yo.
Que alguien me ayude a domesticar este animal.
El animal en el que me he convertido por ti...

Nuevamente todos quedaron sorprendidos. Todos los presentes se impactaron con la voz de su hermano. Quizás era el estupendo trabajo de autotune de Luna o su increíble forma de tocar y masterizar en tiempo real, como un estudio profesional. Pero la voz del albino sonaba muy diferente a la habitual, cargada de furia y rabia, como si fuera otra persona la que se hubiera apoderado de sus cuerdas vocales. Todos estaban sorprendidos, sobre todo la doncella de la oscuridad, quien pudo sentir cómo cada palabra le desgarraba su alma, como una bestia que arranca pedazos de su carne devorándola. Además, aquella forma de hablar, esa singular forma de deformar su voz por momento ya la había escuchado antes hace mucho tiempo. Tal fue su sorpresa que no pudo evitar decir en voz muy baja un nombre que no había pronunciado en mucho tiempo...

Lapin...

—¿Dijiste algo, hermanita? —contestó curiosa a las palabras en voz baja de la doncella.

—N-no es nada, Lily, solo recordé algo de hace mucho tiempo, no tienes que preocuparte —atendió Lucy, mientras acariciaba su cabeza.

Más que recordar aquel espíritu demoníaco tras escuchar el canto de su hermano mayor, la doncella no pudo evitar sentirse identificada por las palabras de su amado prohibido. Al igual que Lincoln sin saberlo, ella no podía evitar sentir que, de alguna, manera su canto no era una coincidencia. Sus estrofas estaban dirigidas a ella y solo a ella, inundandola de una emoción muy confusa. Era como si él le respondiera, a su manera, aquel mensaje secreto que le dio a través de su canción «¿Podría eso ser una coincidencia? es esta su respuesta», pensó mientras hacía un esfuerzo para no derrumbarse por la exaltación. De ser verdad ¿Cómo debía interpretar las palabras que él le decía? Si acaso sentía algo parecido a ella ¿Eso lo estaba lastimando tanto? La idea de que su amado estuviera sufriendo de esa manera jamás pasó por su cabeza, que el ser que tanto amaba, aquel que era como una brillante luz en su mundo su noble héroe su amado caballero por el cual sacrifica su felicidad que aquel ser se considerará así mismo un monstruo era terriblemente doloroso.

Ella deseaba abrazarlo, deseaba consolarlo, anhelaba decirle todo lo que sentía, que ya nada le importaba nada, todas las cosas que se decía en secreto frente a los seres que le moraban entre las dimensiones, que no importara qué clase de animal o monstruo él fuera; nada de eso le importaba, pues ella solo quería que él fuera feliz, aún si eso le costaba la vida; y que si su mera existencia lo lastimaba tanto no dudaría en terminarla en el momento que él quisiera, pero no podía hacerlo, no podía decirle nada de eso aun así, por primera vez en mucho tiempo, Lucy sintió que genuinamente se había comunicado, aún si todo era un espectáculo, su ser le decía que su amado estaba sufriendo y no podía soportarlo. No entendía del todo si debía de creer en sus instintos, pero aquello tenía que ser verdad, aquel dolor tan inenarrable que antes sentía por no estar a su lado parecía esfumarse ante la idea de que él estuviera llorando. Nuevamente pensó «Tú siempre has sido así, hermano, cargando todo por tí mismo para protegernos, creo que por eso y muchas cosas más es por lo que desde siempre te he amado.»

Ella lo amaba tanto que solo podía temblar mientras se aferraba al pequeño cuerpo de su hermana con sus cálidos brazos.

—M-e e-stás aho-gando her-ma-ni-ta... —sollozó Lily, mientras le pedía que la soltara, haciendo reaccionar a Lucy de sus pensamientos.

—Lo siento, lo siento, perdón no... No me di cuenta, es que... Es que eres tan linda que no pude evitarlo —mintió Lucy, mientras trataba de mantenerse tranquila frente a su hermana menor.

—Está bien, hermanita, me gusta que me abraces. Tus brazos son muy cálidos, pude escuchar claramente como palpita tu corazón, eso significa que estás muy feliz... En mi escuela, unas amigas me dijeron que cuando el corazón de alguien late muy fuerte, si no está corriendo. significa que esa persona quiere mucho a la otra. Me da mucho gusto que me quieras tanto —respondió sonriente, mientras se sonrojaba un poco la pequeña que empezaba a tambalear jugando entre su regazo.

—¿No crees que nuestro hermanito es increíble? Cuando canto fue como fuaaa y fuooo, me acordé de los señores de la tv que escucha Luna a veces; aunque ellos dan un poco de miedo. Lincky suele ser muy alegre, no le pega nada esa música, pero fue genial —platicó la niña, mientras trataba de expresarse con su corto vocabulario.

—Tienes razón, Lily, nuestro hermano es increíble... —confirmó mientras clavaba sus ojos ocultos por su cabello en el semblante de su hermano quien lo notaba ligeramente más pálido, notando que este le miraba directamente, haciéndole volver a sentir ese escalofrío de ser acechada antes. Afortunadamente, de un momento a otro, la enfermera invitada interrumpió el instante en que sus ojos se cruzaron para hablar.

—Bueno, parece que tenemos muchos talentos ocultos en esta familia, será muy difícil decidir quien hizo un mejor trabajo... Diría que tenemos al menos dos empates —concretó mientras juntaba sus manos inclinado un poco su cabeza a un lado con su amable sonrisa, manteniendo expectantes a la familia mientras proseguía—. Si bien todos han hecho un trabajo fabuloso y lograron conmoverme desde lo más profundo de mi corazón, creo que los protagonistas de esta noche son, sin duda, el joven Lincoln y su hermana Lucy. La canción de la joven Ronne Anne también fue maravillosa, pero creo que se quedó corta al transmitir esa intensidad que ellos tuvieron. También hace falta decir que el trabajo estupendo de la señorita Luna ayudó mucho a que la melodía final fuera casi un trabajo de estudio. Pero creo que fueron los que transmitieron más emoción al cantar. Se nota muchísimo el amor que tienen por sus respectivas melodías, sin decir que hay un talento innato, casi soprano, para modular sus voces. Me sorprendió mucho como la gentil voz del joven Lincoln podía cambiar tan drásticamente por la de un adulto formado, y pensar que es su primer intento le da muchos puntos, aunque se equivocaron en algunas partes de la letra, según lo recuerdo por Franky —pausó levemente mientras desviaba su mirada unos segundo al techo como tratando de recordar con claridad la letra que olvidaba, continuando su explicación—. Él adora ese tipo de música je,je,je, y ya les había escuchado coincidentemente con anterioridad varias veces; puede ser que por eso también me sea más fácil juzgarlas que a los demás, aunque esos errores no demeritan su estupendo trabajo. Si siguen practicando podrían llegar a tener un lugar en alguna banda ¿Qué opinan ustedes, familia?

Toda la familia se miró una a otra con una sonrisa, mientras asentían entre charlas y barullos, aunque entre la multitud hubiera un par de quejas y murmullos de Lola y Ronnie Ann por no llevarse el primer lugar; sin embargo, el consuelos de los padres de la rubia y el hermano de la latina fueron suficientes para que dieran por vencido cualquier intento de motín.

—Bien, en vista de que todos estan deacuerdo y de que mi querido primo ni siquiera está aquí para quejarse muy seguramente por sus malas adicciones personales, oficialmente los nombró el rey y reina de la velada, pasen al frente a por su premio —exclamó la enfermera con una sonrisa, mientras sacaba algo de su bolso y se ponía de pie acercándose al podio improvisado, continuando con su discurso—. Joven Lincoln, señorita Lucy, acérquense un momento, tengo algo para ustedes dos.

El resto de la familia no sabía que estaba pasando y se sorprendieron mucho por la declaración de la enfermera. Se suponía que todo aquello solo sería un nombramiento simple por diversión, pero parecía que la enfermera ya venía preparada con algo.

Lucy, por su parte, acudió sin oponer mucha resistencia mientras le pedía permiso a su hermana menor quien le felicitaba por haber ganado. Aún si se sentía nerviosa de estar muy cerca de su hermano, se limitó a dejarse llevar por los eventos; además, en su corazón deseaba ver más de cerca al hombre que le tenían estupefacta con su mirada y una enorme sonrisa tan falsa que solo ella podía notarlo.

Una vez los dos hermanos y la enfermera estuvieron juntos, ella prosiguió con su relato:

—Este par de anillos fueron un regalo de mi juventud, los conservé durante todo este tiempo por mera nostalgia, pero creo que la joyería debería de ser usada, no solo guardada por siempre. Espero que en sus manos, algún día, logren encontrar un destino mejor que en las mías... —relató la enfermera, mientras mostraba dos argollas, una negra y otra blanca en cada mano, en dirección de un hermano, entregando aquella de color albo a Lincoln y la oscura a Lucy, mientras proseguía—. No se dejen engañar por los singulares colores que tienen. Están hechos de las más puras aleaciones de platino con diferentes impurezas para que tomaran ese color. La persona que los compró no escatimó ni un centavo en ello, pese a que solo era un universitario pobretón —dijo mientras se tocaba la mejilla con la palma de su mano, narrando con expresión decepcionada, desconcertando así a los presentes, quienes no comprenden el contexto de sus palabras. La enfermera parecía no estar del todo consciente de quienes estaban a su alrededor y no entendían sus referencias, hundiéndose en sus propio recuerdo —. De cualquier manera espero les puedan servir de algo; ya sea para sacarlos de un apuro en algún momento de necesidad o si encuentran a alguien a quien deseen hacer encajar en su dedo. Me pareció que sería el regalo perfecto ya que combinan con el color de su cabello. Originalmente tenía planeado solo obsequiar dinero al ganador para hacerlo más entretenido al final, pero durante su presentación me pareció más significativo ya que después de evaluarlo el joven Lincoln y la señorita Lucy ganaron, así que es maravilloso.

Lucy estaba sin palabras, mientras que su hermano solo se quedó mirando el anillo en la palma de su mano unos segundos sin reacción alguna.

—Yo, no sé si debería de aceptar esto, enfermera —dijo Lucy, mientras le miraba con dudas—. Quiero decir ¿No se supone que estos anillos tan costosos son algo importantes? —continuó mientras tocaba su pecho con él.

—Para nada, como ya te dije, solo los tenía por nostalgia y siempre los cargo conmigo. No hay nada que yo pueda hacer con ellos; además, tampoco me hace falta el dinero ni tengo más familia de la cual preocuparme como para obsequiar. Estoy yo sola en casa, y el único pariente cercano que tengo es ese cascarrabias de mi primo, pero como lo pudiste notar no es la clase de persona que necesite de mi ayuda o de joyeria, si sabes a lo que me refiero je, je, je —respondió Merie con una sonrisa, mientras justificaba aún más su decisión —Por favor, solo acéptenlos. Esto es algo que hago por cuenta propia. También es una forma de darles las gracias a todos por permitirnos pasar la noche con ustedes y una disculpa por el mal rato que pasaron. La verdad son una familia envidiable y me alegra mucho poder ser considerada su amiga.

Al principio, Rita, pensaba negarse a permitir que les diera un obsequio tan caro a sus hijos, pero las palabras sinceras y expresión pura de la enfermera lograron calmar sus dudas. Ella tenía el don de calmar los corazones de las personas. Definitivamente era un alma singular la cual parecía el personaje principal de algún cuento. Quien quiera que se tomara el tiempo de conocerla, podría saberlo; ella era alguien realmente dulce y noble.

—G-gracias, lo cuidaré entonces —respondió Lucy, quien aún no estaba segura de sus acciones.

Lincoln, por su parte, únicamente asintió con su cabeza mientras lo guardaba en su bolsillo y volvió a sonreír; afirmando con eso que mantendría el objeto consigo.
Todos estaban estaban felicitandolos alegres entre abrazos y risas... Todo parecía perfecto... Todo parecía ideal para ese momento...

Hasta que de la nada, después de dos o tres pasos al frente, Lincoln se desplomó en el suelo vomitando un pequeño charco de sangre, ocasionando los gritos y auxilio de sus familiares...

Unas horas antes, el doctor Senti, se encontraba escapando del bullicio familiar de los Loud, buscando el frío abrazo de la oscuridad de la noche invernal, mientras su mente se sumergía en sus propios recuerdos de pesadilla que le hacían temblar el cuerpo más que el gélido rose de la nieve calma que acariciaba sus hombros, iluminado por el leve destello del fuego de un cigarrillo que le daba calor a su pecho entre suspiros y lamentos.

—Maldición...

—Supongo que no es la clase de persona que disfrute de las fiestas ¿No es verdad, Doctor Senti? —interrumpió la niña genio al quejido del doctor solitario, quien solo desvió su mirada hacia ella con una cara completamente diferente a la que mostró en la cena familiar. Una mirada cansada y destruida, como si su mera existencia apenas pudiera mantenerse en pie. Más que cansancio, esa expresión no parecía la de una persona viva; era la encarnación de una mirada muerta, sin el más mínimo rastro de vida.

Para Lisa, quien pocas veces había tenido la oportunidad de tratar con él, y lo que había presenciado antes en la mesa, aquella persona y el despejo frente a ella no podían seguir siendo la misma persona.

—¿Qué es lo que quieres, niña? —preguntó el doctor, mientras le ignoraba dando la espalda.

—Sin rodeos y directo al grano, eh. Definitivamente eres otra persona cuando no estas cerca de la señorita Merie, doctor.

Las palabras de la joven le hicieron chasquear los dientes mientras que le respondía con desgano.

—Mira niña, realmente odio cuando las personas se hacen las tontas. Si no vas a decir nada coherente lárgate. Tienes mucha gente que aún se preocupa por tí ahí adentro. No te expongas así al frío, un resfriado ha matado a muchas personas.

—Ahí está de nuevo el sarcástico y amenazante doctor Senti, incapaz de permitirse ponerse un poco en peligro. Resulta poco creíble sus recomendaciones médicas cuando es usted quien está fumando en completa soledad debajo de la nieve; además, parece que no solo yo tengo personas que se preocupan por mi ahí dentro... ¿Verdad, doctor Senti...? —concretó la genio, mientras el doctor parecía ignorar por completo sus palabras guardando un silencio inocuo que permitía escuchar el barullo y música de la familia Loud dentro del hogar—. La verdad, doctor Senti, quería comprobar algunas cosas por mi misma. Me dijeron hace poco que usted no es la clase de monstruo que aparenta ser, pero definitivamente, si no lo es, al menos interpreta un gran papel... Mire que amenazar de una manera tan abierta a una pequeña niña inocente en su propia casa por interesarse en usted es algo aterrador que solo un monstruo haría.

—Oh, sólo cállate mocosa. Ya te dije que odio a las personas que se hacen pasar por idiotas. Tú no tienes idea de nada realmente... —respondió el doctor tajantemente y con algo de rabia en sus palabras.

—Se equivoca, doctor, puede que no tenga idea de todo, pero sé lo suficiente... Sé que algo le pasó al cuerpo de mi hermano después de ese incidente. Sé que algo pasó ese día que no parece tener una explicación lógica. Sé que su condición era más que grave y casi imposible de atender, mucho menos salvarlo como lo hizo usted no se con exactitud que hizo pero no me mienta, ambos somos iguales, no puede engañarme. Para científicos como nosotros las cosas como milagros o Dios no están dentro de nuestro diccionario y supongo que tampoco la ética profesional, los resultados hablan por sí mismos, así que escúpalo, doctor... Responda por favor, ¿Qué fue lo que le hizo a mi hermano? Mi investigación ha avanzado mucho ya. Prometo que si me dice la verdad no le diré a nadie ni haré nada en su contra, mientras mi familia esté a salvo no tenemos por qué ser enemigos. Incluso podría ayudarle a lograr lo que sea que intenta hacer por medio de mi hermano, pero de otra manera...

— ...Jeeee... je... Je, Je, Je.... ja, ja, ja, JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA —el doctor Senti comenzó a reír como un completo desquiciado al escuchar las palabras de la niña mientras se cubría el rostro con ambas manos en señal de mofa, retorciendo su mueca por completo mientras el cigarrillo en su rostro expedia el humo mortal que envenenaba el ambiente, como una serpiente venenosa, desconcertando profundamente a Lisa, quien jamás había visto a alguien actuar de una manera tan irracional y caótica. Ante sus reclamos, aquel hombre frente suyo, parecía verdaderamente un monstruo.

—¿Que somos iguales dices? ¿Científicos? ¿Tu familia a salvo dices? No me hagas reír tanto por favor, la gente pensará que estoy loco realmente si me escuchan reír así —la respuesta del doctor confundía profundamente a la genio, que no podía descifrar qué era lo gracioso en sus palabras para ocasionar tal reacción—. Sabes niña, veo que estas muy confundida. Permíteme explicarlo mejor. Haz cometido tres grandes errores graves —exclamó mientras levantaba su mano izquierda mostrando 3 de sus dedos, mientras que iba recogiendo cada uno de ellos tras nombrar sus fallos, soportando con su otra mano su cabello —. El primero fue meterte donde no debías. El segundo fue creer que no podías equivocarte, sin lugar a dudas y el tercero fue pensar que de alguna manera podrías entenderme. Por último, como bonus especial, pensar que podrías ayudarme en algo. Tú realmente no tienes ni siquiera idea de lo que hablas, mocosa. La verdad es que científicos como tú he conocido a más de alguno a lo largo de mi vida. Personas que detestan los fallos y están dispuestas a todo para que nada salga de su control, siempre y cuando esto les convenga o no los afecte. Personas que creen que no se pueden equivocar y que solo su manera es la correcta para hacer las cosas, únicamente por que creen que son genios. Basta solamente tener un intelecto un poco superior para que estos idiotas olviden cuan insignificantes realmente son, y eso es tan, pero tan gracioso que no puedo evitar contenerme. De verdad es hilarante. Empresarios, científicos, comerciantes, todos son muy parecidos cuando tienen poder. Apenas consiguen algo a base de sus propias capacidades, creen que son mejores que los demás a su alrededor; aún cuando actúan humildes el orgullo puede ser muy traicionero a veces, sabes, pero vamos, ya que te tomaste la molestia de investigar e indagar dejame, en su lugar, ofrecerte mi más sincera critica y analisis profesional o simplemente déjame adivinar...
Tú eres de aquellos "científicos" que les atormentan las dudas ¿No? Cualquier variable, cualquier posibilidad fuera de su control calculable y predecible te aterra. Eres de los que piensan que las dudas son una maldición que siempre acecha el verdadero conocimiento... ¿No es verdad? —De repente la pregunta del doctor Senti hizo expandir los ojos de la genio, quitando su rostro tranquilo de siempre. No podía entender cómo esos pensamientos tan privados, que tan solo hace poco había hablado con su hermana, eran para aquel hombre tan claros. Su mente rápidamente empezó a maquinar posibilidades o respuestas, cualquier cosa que pudiera tranquilizar el miedo de tener que aceptar que su persona fuera tan fácil de leer por un hombre tan repulsivo mientras que continuaba— Por eso, para tí, cosas como Dios, el diablo o cualquier cosa inexplicable no son más que fantasías sin sentido que no pueden afectarte, porque cualquier cosa que no se pueda comprobar, estudiar, observar y calcular sin margen de error o dudas no puede ser algo real, por que es siempre más fácil descartar todo lo que no podemos ver —el doctor dejó salir una pequeña risa burlona mientras le miraba con desdén, desde su prominente altura hacia abajo—. Ja, ja, ja. Déjame decirte algo, pequeña niña, aún te hace falta crecer mucho para siquiera llegar a la mitad de mí —exclamó señalando a su corazón, haciendo difícil entender claramente a lo que se refiere— para poder llamarte a tí misma o a otros como científico.

Las palabras del doctor estaban golpeando duramente el ego y orgullo de la genio, después de todo él tenía razón; el doctor que tanto le molestaba había descifrado sin esfuerzo y casi en su totalidad la forma de pensar de la hermana menor, mientras que ella, por su parte, no podía entender en absoluto la naturaleza del hombre frente a sus ojos.

Para Lisa, siempre había sido muy difícil reconocer a otros sobre ella misma. Era un hecho que le pesaba, pues siempre fue la mejor de lo mejor. Nadie podía ser como ella, nadie la podía igualar. Su inteligencia, pues, desde muy pequeña, su genialidad, era superior a la de cualquier otro. Pero el hombre frente a ella hacía gala de un nombre desconcertante para todo su criterio. Un completo lunático, que apenas podía disimular entre la cordura y la psicosis, la había tan fácilmente comprendido; eso era algo que no lo iba a aceptar; no lo quería creer; no quería pensar que quizás, ella, no podría lograr deshacerse de todas las dudas que la atormentaban o de que al crecer quizás, algún día, podría terminal como el...

—Tengo que decir, Doctor Senti, que el título de científico loco no podría tener mejor dueño que usted... —alegó Lisa, mientras apretaba sus puños en señal de impotencia.

—Ja, ja, ja gracias. La verdad no eres la primera persona que me lo dice... Pero es algo que me tiene sin cuidado —acreditó el doctor mientras daba un fuerte sorbo a su cigarrillo y exhalando una gran bomba de humo de una manera hipnótica para aquel ambiente gélido, al mismo tiempo en que Lisa comenzaba a temblar por el frío e impotencia que se acomulaba en su cuerpo.

Un evidente e incómodo silencio se apoderó de la escena que habían formado los dos.

La pequeña genio sólo podía sentirse cada vez más desesperada; todo lo que hacía parecía salirle mal. Aún cuando pensaba que tenía una carta del triunfo, el hombre frente suyo ni siquiera parecía importarle lo que tenía que decir.

Jamás se había sentido tan humillada como en ese momento, aquel hombre, la había hecho sentir. Era estúpidamente irónico que alguien cuyo nombre literalmente significa "sentir" pudiera hacerla experimentar tantas malas experiencias... Dichas emociones horribles y tan fuertes no las podía ocultar en compostura, que incluso una persona normal habría notado que estaba apunto de llorar poniendo sus ojos vidriosos. Por primera vez en mucho tiempo la niña actuaba como tal, una simple niña impotente que no podía hacer nada bien.
Quizás fue por capricho o quizás muy dentro de él aún existía conciencia o remordimiento, pero al ver eso el doctor rompió el silencio con un comentario casual, casi como si se apiadara de la niña frente a él. Tal vez sólo no quería ser tan inmaduro como para alegrarse por hacer llorar a una niña pequeña o solamente le traía algún recuerdo amargo, pero lo hizo...

—Sabes, hace unos cinco o seis años, que nevara de esta forma en esta época del año sería una completa locura ¿No lo crees, pequeña niña genio...? —comentó rompiendo el silencio que se había generado entre los dos, mientras le volvía la mirada un poco más compuesta y tranquila para no alterarla más de lo que ya había hecho.


—Si... —afirmó Lisa con rapidez y total fuerza en un tono quebradizo que parecía retener el llanto.

—Ummff —exhaló el doctor rascando su cabeza para hablar—. Mira niña, quizás te de asco y rabia pensar que seas tan fácil de leer, pero no deberías de sorprenderte, también soy un psiquiatra certificado. Además, esto es algo muy común para la mayoría de niños. No es algo por lo cual deberías estar apunto de llorar. Son cosas de la vida... Y, la verdad, una niña de tu edad ni siquiera debería retar a un adulto que apenas conoce, debajo de este frío horrible, de la manera que lo haces. Se nota que siempre has vivido como una excepción especial a las reglas del sentido común, privilegiada por tus dones. Deberías estar agradecida por ello... Después de todo tienes muchísimas más cosas de las que una persona podría desear; cosas más valiosas que cualquier tipo de poder, riqueza o genialidad. Tienes hermanas que te comprenden y aprecian, un par de padres que te aman con todas sus fuerzas e incluso un hermano mayor que las ama y está siempre dispuesto ayudarles. Que no puedas ganar una discusión con un viejo amargado como yo no debería ponerte a llorar tan fácilmente, sabes, solo demuestra lo inmadura emocional que eres realmente detrás de esa fachada tonta que te has construido de robot...

—¡NO ESTOY LLORANDO! —gritó Lisa en represalia mientras se le escapaba una lágrima por su mejilla.

—Vez, no deberías de forzarte tanto, solo eres una cría estúpida que no entiende nada del mundo y del mal que lo rodea. Deberías actuar como lo que eres y olvidarte de lo demás, estos años de tu vida son muy valiosos y lo lamentarás mucho cuando seas mayor... —atacó el doctor mientras se acercaba a Lisa y en un descuido de esta acaricio su cabeza.

—¡IUGH, DOCTOR! No me toque, apesta a tabaco... —gritó en consecuencia rápidamente Lisa, quitando su mano de encima suyo lo más rápido posible.

—Vez, esas deben ser las reacciones normales de una niña de tu edad... Sinceras y sin pretensiones —destacó el médico mientras encendía otro cigarrillo y dirigía su mirada al cielo.

—¡Pero! Pero si no hago algo, mi hermano, mi familia... Les podría pasar algo...

—Prfff... Definitivamente ustedes dos son hermanas... Que molesto es lidiar con ustedes a veces, la verdad... Debe ser un mal de familia o quizás sea culpa de sus padres por poner en sus hombros tantas responsabilidades, pero las cosas no tiene que ser así...

—¿De qué está hablando?

—Hace algunos años, cuando pasó aquel incidente tu hermano y hermana, la emo dijo algo similar sobre hacer algo por su familia, sacrificarse a sí misma o alguna tontería como esa. No cabe duda que ambas tienen la misma sangre en sus venas; apostaría un millón de dólares que pensaste que si no hacías nada para "protegerlos" todos estarían en peligro sin tí. Por eso todo este tiempo debes haber estado esforzándote de manera irracional, aún con ese cuerpo débil que tienes. No necesito siquiera que me lo digas, esas ojeras de mapache y falta de cuidado con tu higiene personal, tu piel seca y cabello encrespado, que ni cuando te arreglas para una fiesta se acomoda del todo, me dicen lo mucho que debes haber trabajo día y noche sin descanso; todo este tiempo como si fueran un jodido robot o un adulto con muchas deudas. Incluso, desde un comienzo me pareció raro que no vinieras con regularidad a tus chequeos pediátricos. Dejaste al descubierto todo el tiempo tus ridículos planes, niña... Después de todo, aún si estás en desacuerdo, soy su médico familiar, yo estoy a cargo de la salud de todos en esta familia, no solamente de tus hermanos.

Lisa no podía creer en ese entonces que aquel hombre horrible de antes estuviera tratando de consolarla, incluso ella que era brusca con sus emociones podía comprender sus intenciones. En ese momento, las palabras que la enfermera le había dicho antes, cobraron sentido y aquel monstruo que todos conocían podía tal vez no tener un lado tan horrible en su personalidad.

—¿Lo dices solo porque me tienes lastima? —preguntó Lisa dudosa.

—Quién sabe. Quizás solo detesto ver niñas llorando, me trae malos recuerdos... Pero realmente odio que se metan conmigo y eso es algo que parece gustarte...

—Debe ser duro...

—¿A qué te refieres? —respondió en tono de pregunta el médico al no comprender su lamento.

—No tener una familia que te ame como la mía... —afirmó Lisa sin darse cuenta que tocó una fibra sensible para aquel hombre.

—Como dije antes, tienes muchas cosas de las cuales estar orgullosa, no tienes que cargar con todo tú sola. Hay personas a tu alrededor que te ayudarán siempre que se lo pidas ¿O es que Lincoln ya se niega a ser tu conejillo de indias?

—No, no, quiero decir, es que... Debo de hacer algo, usted es un completo demente. Un lobo con piel de oveja, o mejor dicho, un loco con traje de doctor.

—Ja, ja, ja, mira niña, realmente no hace falta que hagas nada, las cosas que tienen que pasar, pasarán y las que no, no. Además, si te hace sentir más tranquila, nada de lo que he hecho es especialmente perjudicial para tí o tu familia.

—¿A qué se refiere con "especialmente"?

—Supongo que ya deberías de entender una parte de lo que te digo sólo por todo el estupido trabajo que haz hecho ¿No?

—Si... —Lisa sabía un poco de lo que hablaba. Había estado tomando muestras en secreto de Lincoln y las comparaba con la del resto de la familia. Sabía que algo había cambiado en su biología; seguía siendo el mismo pero algo no cuadraba. Era difícil saberlo y aunque no era su área de estudios había encontrado algunas anomalías en sus genes que no podía desencriptar. Eso debería de ser virtualmente imposible, ella necesitaba muchas muestras de muchos tipo pero ya no podía tomar libremente lo que necesitara además de cabellos y heces. Tenía mucho que descifrar y muy poco por donde trabajar, además que muy poca información con cual corroborarlo. Era como trabajar con una cantidad de muestras estadísticas dispersas entre varios, cientos de miles de millones de configuraciones y dar a punta de prueba y error con la configuración correcta. Sin una muestra clara de información por donde trabajar sería imposible que en su vida diera con el resultado final.

—La verdad es que no deberías preocuparte por eso, tu hermano está bien y seguirá estándolo. Su salud solo dependerá del cuidado que él tenga consigo mismo.

—Pero hay algo que no concuerda. Es como si hubiera reestructurado su secuencia genética con los mismo bloques con los que lo conformaban, mi hermano ha mutado y no tengo manera de comprobar el estado anterior o su mutación. Jamás pensé que algo así podría pasar sin la intervención de millones de años de evolución humana.

—¿Acaso pensabas que eso sería mi culpa y razón suficiente para amenazarme?

—Esque... Tengo que hacer algo al respecto...

—Me imagino que ya lo deberías de saber, pero aun si declaras lo que has descubierto no lograrías nada. Después de todo no hay relación entre mi trabajo como doctor y lo que le está pasando a tu hermano. Incluso si usas la cinta de audio que tienes escondida en tu bolsillo como confesión de mi parte, realmente no puedes decir que fue mi trabajo el responsable de lo que le sucede y el simple motivo de hablar de eso sin hechos concretos anularía nuestro contrato con tu familia, lo cual los volvería a poner en un problema financiero grave. Tú y yo sabemos que lo último que quieres es ocasionar sufrimiento a tu familia... ¿Por qué no sólo dejas que los adultos se hagan cargo de todo y te lo tomas con calma...?

Las palabras calculadoras e inteligencia del doctor acertaba en todo lo que ella podría pensar. No sabía si de verdad podía confiar en él, solo podía rogar que aquel hombre no fuera tan terrible como actuaba.

—Tiene razón, doctor. Es muy extraño cuando uno piensa lo raro que se ha comportado el clima desde aquellos tiempos hasta ahora —afirmó desviando la conversación a la pregunta inicial mientras sacaba la grabadora de su bolsillo la tiraba al suelo y la destruía con su pie.

—Sí... Si lo piensas eso es algo mucho más extraño aún... Es como si el mundo entero se estuviera yendo al carajo... Casi tan extraño como el otro micrófono que tienes en tu blusa escondido en ese par de diminutos pechos...

—Tks... Incluso eso como diantres lo supo sólo viendo mis pechos —chasqueó sus dientes entre susurros molesta, mientras continuaba—. Sí... es verdad... —respondió mientras se quitaba su último micrófono y lo destruía.

—Dijiste antes que querías saber más sobre mí ¿Verdad...?

—Sí... —atendió mientras este continuaba.

—Bueno, lamento decir que nada sobre mi historia está directamente relacionado contigo o tu familia, pero si al saber un poco sobre mí crees que podrás estar más tranquila, supongo que tengo que acceder; después de todo debo de ser más indulgente con los niños... Pero después no digas que no te lo advertí —narró el doctor mientras daba un gran toque a su cigarrillo y sus facciones cambiaban por una completamente seria.

—Como sabrás ya todo mi historial académico, iré directamente a esas cosas irrelevantes de mí que a nadie debería importarle.
Yo soy Frank Senti, hijo de Victor Senti y Mary Endicot. Desciendo de familia un cuarto latino por parte de mi padre, que es hijo de una emigrante y es común que a veces me presente con los dos apellidos ya que así lo prefiero, pero en este país se suele usar solo el apellido paterno. Mi madre se suicidó cuando yo tenía más o menos tu edad junto conmigo, pero falló en su intento de llevarme con ella y sobreviví. Tras eso quedé al cuidado de la familia de mi prima, quien es hija de la hermana mayor y gemela de mi madre, su nombre es Mery Endicot. Después de casarse ella se cambió el nombre a Mery Hellyes. Ambas eran muy parecidas así que la ausencia de mi madre fue un poco más fácil de soportar, aunque sabía muy bien que ella no era mi madre; haciendo así que desde muy pequeño entendiera con claridad el significado de la muerte y perder a un ser querido.

De repente la conversación se volvió realmente turbia con aquel hombre, lo suficiente como para que la niña genio sintiera un escalofrío.

—Yo... Lo siento... —lamentó algo apenada la niña genio, quien realmente no tenía idea de que algo así le hubiera pasado y por su expresión parecía no estarle mintiendo.

—¿Por qué? No es como si tú fueras la culpable y fue algo que pasó hace mucho tiempo.

—Es que... Yo no lo sabía...

—La ignorancia es siempre la más embriagante y dulce droga, pequeña... Bueno, tal vez lo sepas o no, pero Victor Senti es la cabeza principal detrás de una farmacéutica transnacional y múltiples filiales que ha hecho de la salud humana un negocio millonario. Todas las patentes que he desarrollado están meticulosamente distribuidas en su negocio. También es alguien que le gusta mucho mantener en secreto su vida privada y es capaz de cualquier cosa para ello, así que todo ese asunto del suicidio de mi madre es un tema extraoficial que jamas salió a la luz. Tiene un poder e influencia lo suficientemente grande como para silenciar a gobierno o personas. Puedes culpar a este hecho el por qué incluso, siendo como soy, hasta jamás he tenido problemas de escándalos. Además solo soy honesto con las personas cuando estoy interesado realmente en ellas, así que por estos motivos fue que terminé por conocer a mi prima, criarme en su hogar. Le guardo un gran aprecio por estar a mi lado todos estos años... Para mí es algo más que un simple familiar. Es una persona muy preciada, por eso cualquier cosa que pueda ponerla en riesgo me hace reaccionar de manera muy violenta y no tengo reparo en hacer lo que sea necesario por ella, así que te pediré de favor no la involucres en nada que tenga que ver conmigo y los rencores que me puedas albergar.

Las palabras del doctor se escuchaban realmente honestas. No parecía estar mintiendo en absoluto. Lisa no pudo más que sentirse abrumada tras la verdad detrás de aquel hombre. Sentía de antemano que había mucho que no le estaba contando, pero entre sus palabras habían alarmantes cosas que le preocupaban y entendía vagamente porque, quizás, las guardaba en secreto, por lo cual solo asintió con su cabeza en muestra de respeto.

—La verdad, niña, es que no me gusta hablar mucho de esto. Tengo muchas pesadillas que me joden bastante la vida cada vez que lo recuerdo.

—Lo entiendo... No tiene que hablar más si no lo desea...

Lisa entendió, entonces, un poco más las palabras que la enfermera Merie le había dicho antes; en el mundo hay cosas que siempre es mejor olvidar, aun si al hacerlo perdemos parte de nuestra felicidad. Lo único que entendía con seguridad era que las cosas se veían más complicadas de lo que podía imaginar, pero al menos ahora podía comprender un poco mejor por qué alguien, a quien se decía podía sonreír de manera hermosa, podría terminar de una manera tan miserable.

—Deberíamos regresar ahora a la casa, no tardarán en darse cuenta que no estamos con ellos...

Fue en ese momento, antes de terminar su oración, cuando fueron interrumpidos por gritos y llanto. No había tardado nada en salir la enfermera y pedir la ayuda del doctor.

—Frank, Lincoln se desplomó escupiendo sangre. Parece una hemorragia gástrica.

—¿Qué demonios? Este niño otra vez... —respondió el doctor mientras arrojaba su cigarrillo al piso y corrió directo a la casa de la familia con total prisa.


La expresión antes seria del doctor se convirtió en una que mostraba genuina preocupación por el bienestar del albino. Lisa no alcanzaba siquiera a procesar la noticia mientras veía como el doctor ya estaba dentro de la casa.

Como pudo la chica le siguió y vio la terrible escena de su hermano en el piso, quien, de cierto modo aún parecía consciente, pero ahogándose entre vómito y tos.

Una vez ahí el doctor se puso en acción revisando su cuerpo y boca lo más rápido posible. Pese a que el albino parecía oponer una débil resistencia, pudo notar dos cosas claras: una era el anillo blanco en su bolsillo y la otra fue la naturaleza de la situación. No pasaron más de unos minutos cuando este les dijo que lo llevaría al hospital para revisarlo más a fondo, pero no sin antes decirle a la familia que no se preocuparan.

—Parece una hemorragia, sin embargo sus pulso se siente normal, dentro de lo que cabe, y su frecuencia cardiaca, aunque alta, parece estable. No apunta a ser algo grave, pero sería mejor descartar la fuente para evitar un problema mayor. Lo llevaré en mi auto para llegar más rápido. Por otro lado, Merie me puede ayudar a mantenerlo tranquilo, tengo un kits de emergencias para incidentes así siempre conmigo.

—Gracias doctor. Es un alivio poder contar con usted —exclamó Rita, consternada.

—No se preocupe señora Loud, para eso estoy aquí —atendió la súplica de la madre como si de un misionero se tratara—. Bien, muchacho, es hora de que nos vayamos —dijo al chico que tosía en el suelo, mientras lo cargaba en sus brazos y este se aferraba a su ropa, al tiempo en que parecía querer decir algo entre tos y vomito pero sin poder pronunciar nada claro, manchando, en su intento, totalmente las prendas del médico, sin embargo este ni se inmutaba por ello. Sencillamente lo tranquilizó con su mano y salieron rápidamente del hogar dejando a la familia anonadada por lo que había sucedido.

Tras ellos, muchos estaban en shock, pero la doncella y la genio eran las más impactadas.

Lisa solo podía observar, de manera impotente, como aquel hombre actuó de forma rápida y segura para ayudarlo, mientras que ella solo se paralizó. Jamás imaginó que aquel hombre pudiera hacer un acto de esa manera, tan genuinamente diligente, incluso poco común en un doctor ordinario. Ante sus ojos él era un charlatán que buscaba algo que no podía descifrar. No cabía en su cabeza ver cómo alguien tan retorcido podía comportarse de una manera tan profesional cuando de su oficio se trataba. Fue ahí cuando comprendió, nuevamente, las palabras de aquella mujer las cuales le recordaron que aquel monstruo que todos criticaban tenía un lado que podría llegar a ser encantador.

Pero para Lucy las cosas no eran tan claras; ella estaba aterrada. Se había formado un trauma muy profundo en su psique al ver a su hermano lastimado. Hace tan solo unos momentos su mirada estaba clavada en ella, haciéndola sentir un millar de cosas y antes de notarlo estaba en el piso retorciéndose en un pequeño charco de sangre, recordando aquel momento en el que él se había hecho pedazos para salvarla. Su desesperación fue tal que no podía resistirlo. Quería abrazarlo, quería protegerlo, quería estar a su lado, pero no podía hacerlo. Quería tenerlo tan cerca de su pecho, sentir su calor, protegerlo, pero sabía mejor que nadie que si se acercaba a él no podría contenerse. Sabía que no podría dejar de sufrir y llorar frente a todos los presentes; que no podría contenerse de robarle un beso. Era como un instinto primitivo; un deseo muy antiguo. Por esa razón sólo podía correr hacia su ataúd y encerrarse allí para poder llorar hasta dormir su cuerpo, haciendo uso de la conmoción y de su don para ser desapercibida, ya que todos estaban alterados por la situación.

Sin entender lo que pasaba su adorado hermano tenía que volver a sufrir, mientras ella solo podía llorar impotentemente en plena soledad. Cuán estúpida e impotente podía ser, creyendo que podría salir todo bien, pensando que nadie la veía. Cuánto más podría seguir jugando a que nada sucedía sin ser descubierta; pues, mientras corría en lágrimas abrazando su pecho cual doncella herida, ciertos ojos morenos, muy sorprendidos, le miraron de reojo al momento.

Al mismo tiempo, una vez dentro del auto, el doctor bajó los asientos traseros para improvisar una cama para el chico, donde, con ayuda de Merie, le pusieron cómodo en una posición segura para que no se ahogara con su sangre. Se despidió rápidamente de la familia mientras les pedía no alarmarse, sugiriendo que alguno de los padres los alcanzará más tarde para poderles dar el diagnóstico final, a lo cual la pareja de adultos accedió a ir lo más pronto posible cuando tranquilizaran a las demás hermanas.

Una vez en marcha, a mitad del camino mientras Merie atendía al chico, notó algo raro que no debía de haber pasado desapercibido para el doctor que le había atendido...

—Frank... —la sola llamada de su nombre advertía al médico que ella también lo había notado y no hacía falta siquiera seguir ocultándolo, por lo cual sólo atendió como si supiera lo que la enfermera iba a decir..

—Sí Merie, ja, ja, ja, este chico debe tener muchos más problemas guardados dentro suyo de lo que se puede ver...—respondió mientras sonreía ligeramente y les veía por el retrovisor, haciendo que la enfermera tratara de hacer reaccionar al chico.

—Joven Lincoln, joven Lincoln ¿Me puede escuchar? Si me escuchas no hace falta que hables solo aprieta mi mano...—preguntó Merie mientras le tomaba con sus cálidas manos al muchacho que respondía a sus pedidos con la fuerza de sus dedos.

—¿Por qué te hiciste eso? No hace falta que te fuerces al hablar, pero al menos, si puedes entenderme bien, aprieta tus dedos. Ya vamos al hospital, el doctor te curará pronto —atendió la enfermera mientras acariciaba su cabello y el muchacho respondía a su pedido débilmente con la fuerza de sus dedos.

La enfermera no podía comprenderlo del todo pero, al igual que el doctor Senti, sabía que debía haber demasiadas cosas en su cabeza para haber hecho eso. Algo muy fuerte debía haber estado pasando en su cabeza para haberse infringido una herida como esa en su lengua.
El chico, en algún momento de la noche, se había mordido la parte posterior de su lengua con tal intensidad que se habría realizado una herida lo suficientemente profunda como para comenzar a sangrar de manera constante. Pese a que la herida no era tan grande como para matarlo, quién sabe desde qué momento se la había hecho, y era por culpa de esa herida que se había desplomado cuando no pudo seguir soportando ya más... Ver la mirada consternada en silencio de Merie era algo que el doctor no podía soportar ver, así que se apresuró a crear conversación.

—Este chico debió estarse tragando su propia sangre durante un buen rato esperando que el sangrado se detuviera por sí solo y cuando no pudo más sencillamente vomitó todo lo que se había tragado. Realmente debió pensar que estaba en problemas para llegar a ese extremo. Hace falta estar un poco loco para poder llegar a eso. He escuchado que ni aún los soldados más entrenados pueden infringirse heridas como esa para suicidarse en caso de ser capturados; el reflejo natural de supervivencia del cuerpo te impide poder hacerte eso a tí mismo por voluntad propia. Debía estar en un completo estado de paranoia para haberlo logrado algo como esto ja, ja, ja.

Merie solamente pudo sentir pena por el muchacho, acariciándolo en su regazo mientras le consolaba.

—Ya todo esta bien joven Lincoln, tus doctores haremos todo lo necesario para ayudarte, siempre estaremos aquí para ti... —dijo Merie, mientras le abrazaba ocasionando cierto escozor en el cuello de Senti.

—No lo consientas demasiado, Merie, aún tenemos muchas cosas que hacer... Además me di cuenta que le diste "eso"al chico ¿Qué pasó con el otro? ¿Lo tiraste? —regañó a la enfermera, mientras esta solamente refunfuñaba.

—Tú eres el menos apropiado para reclamarme o pedirme esas cosas, Frank. Este chico nos necesita y más vale no salir con alguna boberia por algo tan trivial como unas argollas de compromiso que jamás pudieron ser usadas...

—Sí, sí, ya lo sé, mi linda asistente... —respondió mientras ponía una cara algo lamentable y depresiva.

Él sabía el verdadero significado de esas argollas y entendía que no debió entregarlas sólo por capricho. Al igual que él, ella ya debía de haber notado algo especial que merecía el permiso de entregar ese pequeño tesoro. Pero era muy difícil para él, aun así, dirigirle la mirada. No podía evitar sentir algo de enojo, pero no podía odiarla ni siquiera podía guardarle rabia. Para aquel hombre, esa mujer detrás suyo era la existencia más maravillosa jamás creada.

Afortunadamente para el doctor ya habían llegado al hospital y su incómodo silencio pudo ser roto por el sonido del auto aparcado en el estacionamiento de la entrada trasera del nosocomio, donde se dispuso a bajar al muchacho cargándole de nuevo entre sus brazos y llevándolo consigo a su laboratorio de análisis donde hace tiempo atrás había tratado a su hermana menor. Pero no sin antes envolverlo entre una sabana y ropas para evitar las cámaras de vigilancia e interrupciones, entrando sin problemas seguido por la enfermera, eludiendo así las preguntas del personal para atenderlo en una cama especial de su consultorio. Retiró la ropa sucia, sabanas, su propia filipina manchada y se puso una bata nueva. Una vez listo comenzó con la revisión a fondo y anestesió al chico para suturar la zona afectada; después de todo ya sabían cuál era el problema. Ambos médicos se apoyaron para hacer de aquel procedimiento lo más cómodo posible para el muchacho y que este no se estresara. No pasó mucho tiempo para que la medicación y tratamiento del doctor aliviará la herida y Lincon se sintiera mejor. Después de detener el sangrado y cerrar la herida por completo, el muchacho lentamente comenzó recobrar el color y vitalidad.


—Tan increíble como siempre esa recuperación anormal que ustedes dos tienen... —susurró el doctor, luego de recibir un llamado del padre de familia.

—Hola doctor, soy Lynn, ya me encuentro en la sala de espera del hospital. Pregunté por mi hijo en urgencias pero me dijeron que no tenían registros.

—Oh, sobre eso, no tiene que preocuparse señor Loud, entramos por la puerta trasera para atenderlo lo más rápido posible, ya estamos terminamos de atender a Lincoln. Pudimos estabilizarlo y en un rato salgo para darle el diagnóstico... —atendió la llamada mientras miraba hacia otro lado, a un costado de la cama del chico.

—¿Qué fue lo que pasó, doctor? ¿Es muy grave? Mis hijas y mi esposa están muy preocupadas.

—¿Sobre lo qué pasó? Diría que... —Antes de que el doctor pudiera decir algo, Lincoln, sujetó su bata y le miró con una expresión que suplicaba con todas sus fuerzas que no continuara. Algo que el doctor comprendió perfectamente, incluso antes de que se lo hiciera.

—No se tiene que preocupar, señor Lynn —continuó con su oración—, todo está bien, no es nada grave. Más tarde salgo a darle personalmente el diagnóstico. Pueden estar todos tranquilos.

Las palabras del doctor relajaron los músculos de la mano de Lincoln haciéndole poner una expresión de tranquilidad después de que el médico colgara su teléfono para su beneficio.

—Buena salvada esa Lincoln... Ahora, si no es mucha molestia, ¿Podrías contarle a tu doctor qué fue todo eso? —preguntó mientras acercaba una silla a su lado—. Imagino que ya deberías estar lo suficientemente bien como para poder hablar ¿No es así?

—Si... —respondió Lincoln mientras ponía una cara de preocupación con bastantes dudas.

—Mira, definitivamente no es mi intención obligarte a decir nada Lincoln, pero si quieres mi ayuda necesito que seas honesto conmigo. Puedes confiar en mí, ¿Soy tu amigo, no? Prometo que todo lo que me digas quedará totalmente en confidencialidad médico-paciente. Incluso si son tus padres yo puedo darte una mano con esto —predicó con una dulce expresión, que utilizaba frecuentemente cuando hablaban el chico y él en sus consultas rutinarias. Una fachada que ya había engañado del todo a Lincoln, pero el albino tenía mucho miedo de decir la verdad. Personas tan maravillosas como el doctor Senti jamás lo entenderían. Las cosas que realmente pensaban habían sido un secreto muy bien guardado por mucho tiempo y no tenía el coraje de hablar sobre lo que realmente su perversa imaginación cavilaba.

Al ver la reacción del chico y cómo este no sederia por su actuación rutinaria tuvo que cambiar por completo su plan.

—Bien, supongo que no será algo tan fácil como siempre. Deduzco que esta será la primera vez para ambos que podamos hablar realmente con honestidad el uno al otro, fuera del ámbito profesional —propuso mientras encendía un cigarrillo, y se ponía cómodo en su asiento cruzando las piernas—. Adivinaré que para tí, hablar sobre algo tan personal como si nada, debe ser realmente un problema, pero ¿Sabes chico? No eres el único que está en la mierda... Qué te parece si hacemos un trato... —explicó mientras exhalaba humo como una fumarola de alguna volcán

El doctor era muy consciente de cierto modo de qué podría ocultar aquel chico. Después de todo, él lo vio con sus propios ojos. Quería tener fe ciega. También quería poder confiar en sus instintos, pero siendo un científico no podía dejarlo todo al azar y jamás pudo confirmar las sospechas que le harían apostar todo por esa pareja singular. Además, en la cena familiar, conoció a una persona particular que no estaba para nada en sus planes iniciales. La apuesta que había hecho con esta familia, sin que ellos siquiera, le comenzaba a preocupar.

—¿A qué se refiere, doctor...? —preguntó con dudas y algo sorprendido de ver al hombre que todo este tiempo lo había tratado tan bien, con una actitud desafiante e intimidante. Le preocupaba mucho ver a alguien que consideraba tan noble actuar de esa manera; el verser tan cruelmente directo, como en la mesa con su hermana, la genio, también le alarmaba.

—Creo firmemente que los chicos de tu edad tienen muchos problemas con los cuales lidiar. Algunos más que otros, pero para mí no sería nada difícil, sencillamente, obligarte a decirme la verdad o que me inventes alguna mentira o excusa a medias que sólo te delataría más a la larga para evitar mis preguntas. Si te amenazara con decirle la verdadera razón de tu colapso a tus padres ¿Serviría de algo? Parecías estar realmente desesperado por que no dijera nada sobre lo que te estaba pasando. Y sabes, fui bastante generoso porque realmente me importa que te sientas bien, chico. Tengo genuino interés por tu bienestar. Es por eso que,antes de hacer algo que no deseas, me gustaría hablarlo contigo y me digas la verdad. Pero como sé de antemano que decirte esto quizás no te haga sentir seguridad, pues los críos como tú, que apenas están llegando a su adultez, siempre piensan las cosas menos importantes más de lo necesario como para saber cuando decir la verdad. Déjame entonces entregarte algo que yo jamás tuve a tu edad, déjame entregarte un arma con la cual puedas defenderte de mí... —dijo el doctor con una mirada frívola y una sonrisa soberbia de oreja a oreja haciendo que el chico sintiera miedo de esa expresión...

—¡Merie! ¿Podrías venir un momento? —gritó un poco en voz alta llamando a la enfermera, que estaba llenando papeleo para el ingreso del muchacho en un cuarto cercano del consultorio, haciéndola acudir de inmediato.

—¿Qué pasa, doctor? ¿Me llamó...? —respondió en su papel de enfermera dentro del hospital.

—Acércate un poco más, Merie. —pidió mientras la enfermera se acercaba extrañada de la solicitud.

—Un poco más... Solo un poco más —continuó hasta que estaba completamente justo frente a Lincoln.

Y antes de que esta pudiera reaccionar el doctor la tomó por la cintura, la jaló hacia abajo de él y le propinó un profundo beso francés, haciendo que la enfermera cambiara de colores y se dejará llevar por unos segundos por el momento.

—¡Doctor nooo! —exclamó sonrojada mientras que el albino sólo pudo dejar caer su quijada y mostraba unos ojos bien abiertos de par en par a causa de la vergüenza y sorpresa por semejante escena tan apasionada entre dos adultos enamorados. Pero muy lejos de provocar su cuerpo, él podía ahora entender y ver perfectamente a lo que se refiere cuando dijo que le daría un arma. Las sensaciones que había sentido antes, en la cena familiar que lo alteró tanto, no era una simple ilusión o mentira. Sus ideas perversas no estaban equivocadas. Ellos se veían igual a sus padres cuando se besaban, en una verdadera y pura escena de amor prohibido que jamás en su vida pensó presenciar.
Si no fuera por el hecho de que él sabía de su verdadera relación sanguínea, aquella bella escena no tendría mayor significado. Pero para él, entre todas las personas, el ver eso fue abrumadoramente tranquilizador. Tan grande fue su sensación de redención que antes de notarlo ya habían lágrimas escurriendo por su mejilla en su cara de shock...

—¡FRANKY! ¿¡Cómo se te ocurrió haber hecho eso frente al joven Lincoln!? ¡Oooh por Dios, oh por Dios! ¡oh, Dios mío! Que vergüenza ¿Qué va a pensar de nosotros? Lo que es peor, ya sabe que somos primos... ¡ERES UN TARADO, FRANK! —gritó la enfermera, mientras se abalanzaba y le repartía coscorrones al doctor entre saltitos y brincos por su baja estatura al lado de la suya y se ponía a regañar al doctor inflando sus mejillas cual roedor enojado. Casi como si fuera una madre reprendiendo a su hijo mientras este se encorvaba y pedía clemencia.

—Perdon, perdon. Lo siento, pero era necesario, perdón. ¡Merie! ¡Merieee por favor, no, no me pegues! Mis gafas. Merie, no, entiendes, tenía que ganarme la confianza del chico, ¡Por favor, no me pegues! PARA YAAA... —la escena de ambos resultaba cómica para quien fuera que conociera las personalidades de ambos, al menos un poco. Lincoln no pudo más que sonreír y comenzar a reír entre lágrimas. y aliento.

—Jajaja, ajajaja, cielos... Hacía tanto que no me reía de verdad... —declaró mientras lloraba en risa y llanto.

—Joven Lincoln, por favor, ignore lo que acaba de ver y agradecería pudiera mantener nuestro secreto... —atendió la enfermera totalmente apenada haciendo una reverencia en el lugar donde se encontraba después de cansarse de golpear al doctor detrás suyo, quien incluso rompió sus anteojos.

—No, no, no por favor... La verdad... soy yo quien debería disculparse con ustedes...—pronunció pausadamente mientras se secaba las lágrimas—. Me han enseñado en esta noche algo muy importante, tan valioso que no tengo palabras para agradecerles... La verdad es que jamás pensé que existieran personas como ustedes tan cerca de mí... Yo... Yo creía que era una especie de monstruo, pero me doy cuenta que no estoy tan solo después de todo...

—¿Por... Por qué lo dice joven Lincoln...? —respondió Merie con un poco de dudas por su respuesta.

—La verdad, enfermera, doctor, tengo que agradecer que me hayan hecho sentir un poco menos mal de lo que ya me sentía conmigo mismo. No solo física sino emocionalmente... El doctor me preguntó por qué me hice esta herida, los escuché decirlo en el auto incluso, ¿Por qué alguien llegaría a estos extremos? Eso es una pregunta muy válida. La verdad es que desde hace un largo tiempo cargo en mi pecho una terrible sensación de culpa y es algo que he evitado contarle a nadie. Si bien es verdad que no puedo recordar mucho de lo que pasó cuando tuve mi accidente, hay algunas cosas que siempre me guardé para mí, pero son las primeras personas con las que me puedo abrir con honestidad respecto a esto. Quizás no sea igual, pero yo también tengo un secreto muy en lo profundo de mi ser, y es que desde hace buen tiempo que vengo deseando con locura a mi hermana pequeña... Lucy... Je, je. Yo lo sé, pueden decirme lo que quieran sobre eso. Debo sonar como un depravado en estos momentos frente a ustedes, confesando lo que siento por ella; aun si están en una situación similar, como hermanos que somos el crimen que cometí es mucho peor, y están en todo el derecho de juzgarme. Se supone que los hermanos mayores estamos para proteger a nuestras hermanas, pero en lugar de esos me la paso fantaseando con la posibilidad de hacerla mía. Cada vez es más difícil resistirme y día a día es un infierno para mí. La deseo tanto, la quiero tanto, que la solo imagen de no estrujarla a mi pecho o tenerla me arde como fuego en mi corazón. Me he odiado tanto por culpa de estos sentimientos, por el miedo, por la desesperación de que algún día mis sucias intenciones sean descubiertas por mis padres, por mis hermanas o aun peor, por ella. Cada día se vuelve más difícil controlar mis instintos; cada día es más difícil siquiera mirarle. Últimamente les juro que puedo sentir su olor incluso del otro lado de la habitación, su sudor, su perfume, su mera estela dejada por su cabello. La puedo saborear en mi boca sin siquiera intentarlo. Me estoy volviendo loco y no sé qué hacer. Mi cuerpo reacciona sin mi permiso y hoy fue mi límite. Siempre trato de apartarme de ella. Procuro siempre no acercarme, trato de no verla directamente. Durante este tiempo, de algún modo, he logrado sobrellevarlo con ayuda de todos y de mi novia, pero hoy no pude... Sé que soy un bastardo malnacido. Sé que estar solo con alguien para poder olvidar estos deseos sucios que tengo por mi hermana me convierten en un maldito monstruo insensible, pero de verdad no sé qué hacer, se los juro...
Cuando la vi hoy ahí, frente a mí; cuando pasó a un lado mío y sentí esa fragancia suya; cuando se paró frente a mí y cantó con su hermosa voz pude sentirlo... Sentí que me hablaba a mí; sentí que ella me llamaba, no tengo ninguna prueba pero tampoco dudas de ello. Mi hermana intentaba decirme algo, pero me volví completamente loco... La esperanza, la maldad en mí y por sobre todo un terrible deseo de... Violarla...

La última palabra de Lincoln resonó como un eco en el vacío de una penumbra. Al escucharse a sí mismo sólo pudo aferrarse de la barbaridad que acaba de decir frente a los doctores y comenzó a temblar como si estuviera enfermo mientras se abrazaba a sí mismo.

La enfermera Merie puso una cara de tristeza e intentó consolarlo con su mano pero antes de poder tocarle el doctor la detuvo.

—Danos unos momento a solas, Merie. Ve con el padre de Lincoln e intenta comprarnos tiempo, yo me encargo de esto —le pidió, mientras el rostro de la enfermera reflejaba el intento de decir algo, pero no pudo, sus palabras no salieron. Al ver la expresión decidida de su primo ella sabía que él haría algo, y fuera lo que fuera era mejor que ella no estuviera ahí para verlo.

—Ah... Sí... Está bien, Franky... Solo no seas muy duro... —exclamó mientras se retiraba lentamente.

—No te preocupes, no haré nada malo con él... —respondió a su llamado para tranquilizar cualquier idea equivocada que tuviera.

—No lo decía por Lincoln...—dijo justo antes de cerrar la puerta y dejarlos solos.

Esas últimas palabras hicieron suspirar profundamente al doctor, mientras encendía otro cigarrillo, debido a que el anterior lo hizo pedazos Merie mientras lo apaleaba. Al parecer, ella se daba una idea de lo que podría estar planeando el doctor. Sabía perfectamente lo que quizás sucedería y la verdadera razón de por qué le pidió salir de ahí. Después de todo, ellos eran auténticas almas gemelas. Se podían entender mutuamente sin siquiera hablar o intentar hacerlo. Ambos ya tenían esa clase de conexión en la cual ni siquiera hacían falta las palabras o intenciones.

—Aun cuando intento protegerla con todo lo que puedo, siempre termino siendo yo el que es protegido por su amor incondicional... —expresó el médico, mientras miraba el vacío al lado del chico en completo silencio, quien todavía continuaba temblando sin cesar—. Sabes Lincoln... No puedo indultar o penar con palabras vacías sobre lo que está bien o está mal de tus acciones o tus sentimiento. Para serte honesto, yo particularmente entre todas las personas que podrías conocer, soy la menos indicada para criticarte y puede que estas palabras no las puedas entender del todo por quien crees que soy, pero la realidad no podría ser mucho más diferente...
Dime, Lincoln ¿Tienes al menos dentro de esa mente aterrada tuya un poco de curiosidad sobre lo que significa ser realmente un monstruo...? Si tu lo quieres, yo te puedo enseñar... —provocó al chico, quien por un momento, al escuchar la palabra "monstruo" siendo pronunciada por aquel hombre, resonó por toda su psique. Era un término con el que constantemente se castigaba así mismo y se repetía hasta el cansancio, que para él no podía existir ningún otro ser más abominable que el... «¿Qué podría ser lo que quiso decir?» pensó mientras dirigía su mirada hacia el médico, quien tenía un rostro realmente frío y aterrador; una mirada muerta que jamás había visto antes por primera vez. Estaba viendo una faceta del médico que jamás pensó que pudiera poner.

—Bien, veo que estás interesado en saber... —dijo mientras dirigía sus vacíos ojos helados hacia él, al tiempo en que el chico, aún con temores entre mezclados por el asco que se tenía así mismo, asentía ante la imponente figura que le miraba con tanta indiferencia.

—Esto va a tomar realmente demasiado tiempo así que no me hagas repetirlo... De verdad, odio mucho tener que recordar estas cosas. Bien ¿Por dónde empezar? A ver, dime Lincoln, ¿Tienes una idea de que es ese objeto que te regalo Merie antes?

—A-a-argollas... —respondió tartamudeando la pregunta.

—Argollas de compromiso. Supongo que también debiste escucharnos hablar en el auto mientras veníamos, así que dime... ¿Por qué crees tú que una hermosa mujer como Merie, con una personalidad tan maravillosa y cálida tiene, a esa edad y en su poder, dos argollas de compromiso sin dueño? Quizás sea pronto para pensarlo, pero ¿No tienes curiosidad de saber por qué no está una de esas argollas en su dedo? Es más ¿Por qué no la ves más de cerca? —preguntó el doctor mientras esperaba respuesta.

El albino, al revisar su bolsillo y tomar el anillo, al verlo más de cerca pudo notar algo que antes, por su estrés mental, ni se fijó. El tamaño de la argolla era realmente pequeño. A simple tanteo no creía poder ponerlo más que en su dedo meñique más pequeño. Antes de poder decir algo y abrir la boca el doctor continuó.

—Así es, y si te lo preguntas, es un anillo de mujer. Realmente ninguno de los dos lo parece, pues sólo es una argolla con su respectivo color. Pero por su tamaño apenas entraría en la mano de una chica, una bastante más baja que yo...

Las palabras del doctor se colaban a través de sus miedos, haciendo reconsiderar su posición. Sea lo que sea que el doctor estuviera apunto de contarle, había algo muy profundo dentro de su corazón que le decía que para bien o para mal lo lamentaría...

—Todo comenzó cuando yo tenía más o menos tu edad....


~Cling~

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