Un árbol de Navidad, no solo madera y adorno,
sino un portal mágico, a un mundo de asombro profundo.
Sus ramas, brazos extendidos al cielo invernal,
susurran historias milenarias, un cuento sin final.

De renos voladores que surcan la noche oscura,
con cascabeles tintineantes, una melodía pura.
De Papá Noel, con su barba blanca y risueña,
llenando de regalos cada casa, con alegría plena.

De niños con ojos brillantes, llenos de ilusión,
abriendo sus presentes con un corazón en efusión.
De familias reunidas, en cálida armonía,
compartiendo momentos, bajo la luz de la Navidad.

Pero el árbol es más que eso, mucho más allá,
es la esencia misma de la esperanza, que nunca se irá.
Es el recuerdo de momentos, de risas y amor,
un abrazo cálido, que nos une al final del recorrido.

Es la promesa de un nuevo año, lleno de luz y paz,
donde los sueños se hacen realidad, sin cesar.
Es la magia que perdura, en cada corazón,
un árbol de Navidad, una bendición.