Un árbol de Navidad, erguido y majestuoso,
sus ramas cargadas de nieve, un manto precioso.
Habla con el viento, un susurro constante,
contando historias antiguas, un cuento fascinante.

Recuerda a los Reyes Magos, sus camellos cansados,
el viaje inmenso, por desiertos dorados.
El incienso y la mirra, ofrendas brillantes,
al niño divino, en noches serenas y distantes.

Y a los pastores humildes, sus ovejas dormidas,
bajo un cielo estrellado, en noches tranquilas y plácidas.
El anuncio celestial, una luz resplandeciente,
guiando sus pasos, hacia un pesebre viviente.

El niño divino, en un humilde portal,
rodeado de amor, un milagro celestial.
Su sonrisa serena, un bálsamo suave,
calmando el silencio, con su dulce y tierno grave.

El árbol suspira, al recordar la escena,
la paz y la esperanza, en esa noche serena.
Y el viento susurra, un mensaje profundo,
de fe y de amor, un regalo oportuno.