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[18] Incendio

[Jeon Jungkook]

— ¡Taehyung, te hará mal! — exclamo sentandome en el asiento de la moto mientras le quito el cigarrillo de la boca.

— No es bueno que me lo quites mientras tengo un pico de estrés — me observa de reojo y me arrebata el cigarrillo mortal de las manos para volver a aspirar el humo, retenerlo y largarlo hacia un costado dónde no me da en la cara. Taehyung está frente a mi, tomando mis caderas con una mano mientras con la otra fuma.

No sé porque está estresado ahora. Hace poco más de media hora salimos de almorzar en Shadow y, antes de irnos de allí él recibió una llamada, me apartó de la conversación pero yo podía notar que la conversación estaba bastante acalorada. Ahora resulta que está esperando a alguien en una esquina de la plaza central mientras fuma desesperado moviendo el pie de un lado a otro y golpeándolo contra el asfalto.

— ¡Carajo! Odio que me quiten el dinero apenas hago una entrega, no me dan tiempo a comprar una mierda. — dice molesto mas para si mismo que para mí. Poco entiendo lo que dice, pues no estoy al tanto de los trabajos en la mafia.

— Tae, mira. — señalo en dirección a la otra esquina — ese tipo viene para.

— Bien. — se da la vuelta esperando al tipo y antes de que este se acerque Taehyung vuelve a hablarme mientras me observa sobre su hombro — hagas lo que hagas ni se te ocurra decir tu nombre. Solo sígueme la corriente.

Trago seco por su petición mientras observo al tipo alto y robusto que se acerca del otro lado hasta que llega frente a Taehyung.

— ¿Dónde está el pago, Kim? — pregunta con un tono de autoridad que invade toda la atmósfera. Me mira de reojo pero no le importo mucho.

— Me parece que teníamos un acuerdo — Taehyung lo mira con mala cara, reprochandolo — el dinero de las entregas es mío. — se cruza de brazos.

— Por si no lo notaste — empuja el pecho de Taehyung con su dedo índice — las deudas no se pagan solas. — el tipo alto frunce el entrecejo esperando por su pago.

Taehyung muy de mala gana saca del bolsillo interno los billetes que el tipo que le compro la droga le había dado antes.

— La mitad — espeta Taehyung y el tipo asiente con la peor cara de pocos amigos que he visto en toda mi vida. De repente siento su oscura mirada sobre mi cuerpo y por suerte Taehyung reacciona a tiempo y se para delante de mi, quitándome de la vista del tipo. Tae le entrega el dinero y el tipo se va dándole una sonrisa más que falsa y una palmada en el hombro.

Cuando Taehyung se voltea a verme su cara denota ira total.

— Si quieres dinero propio debes trabajar en un lugar normal, nadie te lo podrá quitar — exclamo cruzandome de brazos — sabes que tengo razón, aparte si tú meta es cambiar — le quito el cigarrillo de la boca y lo lanzo a debajo de mis pies para luego pisarlo — debes dejar todas éstas cosas, de a poco.

Él me mira con el ceño fruncido a la vez que saca otro cigarrillo de su chaqueta. Antes de que lo prenda se lo tiró lejos.

— Espérame aquí  — una idea cruza por mi cabeza al ver un kiosco al otro lado de la calle. Cruzo el lugar dejando a Tae atrás y compro una caja llena de paletitas dulces de todos los colores. Cuando vuelvo con Taehyung lo encuentro volviendo a fumar otro cigarrillo el cual vuelvo a quitárselo y lanzar para abrir el paquete de paletitas y meterle una a la boca.

Le ofrezco una sonrisa de oreja a oreja mientras él me mira confundido, pero yo lo miro divertido, su cara de enfado me da tanta ternura en estos momentos que no puedo evitar acercarme a él y dejar un beso en su mejilla, eso parece hacerlo reaccionar y toma el palito para sacarse el chupetín de la boca.

— ¿En serio? — me observa sarcástico mirando la paletita roja — no se que es peor, si arruinarme los pulmones o los dientes.

— Solo tienes dos pulmones. — alzo una ceja — y muchos dientes que se pueden tratar en un dentista. — le doy otra sonrisa — así empieza tu cambio.

Tae me observa de arriba abajo, con una mirada divertida y seductora a la vez.

— Definitivamente tú eres el chico correcto.

Él se acerca para besarme, yo dudo antes de aceptar sus labios, y cuando lo hago el olor a cigarrillo y el sabor al chupetín invaden mi boca... No duro mucho en el beso por culpa del olor a cigarrillo. Entoces se me vuelve a ocurrir una nueva manera para hacer que deje de fumar por su estrés:

— No volveré a besarte jamás si sigues fumando. — lo desafío con tono acusador — tu boca sabe espantoso, no me dan ganas de besarte con ese olor asqueroso a humo.

Taehyung me observa con los ojos abiertos de par en par después de unos segundos saca de su bolsillo interior las dos cajas de cigarrillo que traía encima y las lanza al tacho de basura que tengo detrás de mí.

— Está bien. — hace una pequeña reverencia divertida — como ordene el hijo del sheriff.

Me alegra escuchar algo como eso... También quiere decir que si lo ayudo a cambiar, yo estaría sacando ventaja. Él ya no sería alguien metido en algo peligroso.

— ¿Te llevo a casa o quieres ir a otro lado?

Alzo los hombros como respuesta.

— No tengo nada que hacer ahora. A la noche Jimin me pasará a buscar para una pijamada en la casa de un amigo. Tengo bastante tiempo luego para armar mi ropa después.

— Yo supongo que tampoco tengo mucho que hacer — Taehyung mira el parque y luego jala de mi brazo hasta que juntos nos acostamos en el pasto, debajo del sol. — ven aquí — dudo un momento cuando me ofrece su brazo para que me apoye en él, pero al final termino por recostarme a su lado, mi rostro cerca del suyo.

Taehyung cierra los ojos y yo observo todo en él. Parecería como si nada estuviera mal, como si fuera perfecto en todo su ser. Si yo puedo ayudarlo a superar esta etapa de su vida lo haré, quizás consigo sacarlo de la mafia. Taehyung sería el chico ideal. Eso es algo que no puedo evitar pensar al ver sus facciones hermosas.

— ¿No tienes familia con quién puedas ir? Solo digo, para escapar de la mafia.

Taehyung abre los ojos y suspira mirando el cielo.

— Mi familia fue la causa que hizo que me uniera a la mafia — confiesa sin mirarme siquiera.

— ¿Por qué? — cuestiono acomodando no cabeza sobre su pecho. — te trataban mal ¿No es así?

Pero Taehyung solo me responde con una risa seca.

— Supongo que deberé contarte mi historia, Kook. No es algo lindo de escuchar.

— Si no quieres contarme está bien.

—Tranquilo, después de todo no me hace ningún daño. — él me mira de reojo pero su mirada se pierde en un punto dijo en el cielo. — mi padre no nos quería, ni a mi  ni a mi hermana, pero a quien más odiaba era a mi madre, por cuestiones de dinero que yo en ese entonces no entendía.

— ¿Entoces hiciste? — pregunto curioso. Pero él niega con la cabeza

— Una noche cuando me levanté, no recuerdo para que o porqué, encontré a mamá y mi hermanita en la sala del comedor. Estaban muertas, salía sangre, yo estaba helado. — me quedo plasmado al escuchar ese crudo momento. — ví a papá entrar por la puerta con un cuchillo en mano y un fósforo en la otra. —cierro los ojos intentando aguantar el desagrado — la casa empezó a incendiarse. Papá salió corriendo dejándome ahí. Yo no sabía que mi madre y mi hermana estaban muertas, así que intentaba moverlas pero nada pasaba. No fue hasta que el fuego me rodeó que las tuve que dejar ahí. Desde entonces no resisto ver el fuego, solo cuando enciendo mis cigarrillos puedo ser capaz de verlo, solo porque es una llama insignificante.

Observo a Tae apretar sus ojos con fuerza y cuando ambos retomamos la compostura, me atrevo a girar la cabeza en su dirección. Él también me observa, sus ojos celestes ahora tan de cerca se ven opacado por el dolor de los recuerdos, sin brillo, sin vida.

— Este miércoles tengo que ir a visitar a mi mamá, ¿Puedes acompañarme?— digo para contrarrestar, ahora yo le contaré algo de mi vida.

— ¿Dónde vive? — pregunta mirando hacia el cielo.

— Justamente la estás viendo ahora, Tae. — él al principio no parece captar la indirecta, pero luego de unos segundos de silencio sus ojos se agranden y gira la cabeza para mirarme...

— No tenía idea... — dice apenado — al parecer a ti también te falta una parte de tu familia.

— Sí... Este miércoles se cumplen ocho años desde el accidente. ¿Tú hace cuento que... Te sucedió eso? — creo que fui algo brusco pero ambos tenemos pasados lamentables, el suyo quizás mucho peor que el mío.

— Fue hace catorce años, cuando yo tenía nueve. Luego del incidente me mandaron a vivir con mis abuelos fuera de Omelas, pero ellos murieron cuando yo tenía catorce, viví en las calles un tiempo hasta que encontré un lugar donde quedarme, como necesitaba dinero para no andar robando por allí, me uni a la mafia a esa edad. Sip, estoy hace mucho tiempo en este lugar.

— ¿Dijiste que cumplas veintitrés este año, no es así? — apoyo mi cabeza sobre la palma de la mano, mirando a mi acompañante rubio de ojos celestes de costado.

— En dos semanas, el treinta de diciembre.

— Oh, justo cuando acaban mis vacaciones de invierno.

— ¿Son solo dos semanas? — pregunta sorprendido. — lo siento, deje la escuela a los quince, ya ni siquiera recuerdo lo que eran las clases.

Lo observo perdiendome en sus ojos, admirando la naturalidad con la que cuenta su situación de vida.

Taehyung se voltea y para mí grata sorpresa se me lanza encima, quedando muy cómodo sobre mi. Me besa la mejilla y yo me quedo violentamente rojo como un tomate.

— Me gustaría conocerte más. — pide dándome otro beso, yo no sé cómo reaccionar ante esta muestra de cariño tan... Cursi. ¡Viniendo del chico mafioso!

— Todo se dará con el tiempo. Así decía mi mamá, no tienes que apresurar las cosas, éstas solamente suceden, déjame hacer mi parte y tú haz lo tuyo. Haz tenido un pasado oscuro y me alegra que no te hayas ido por el verdadero mal camino.

— ¿Mal camino? Jungkook, la mafia Lion, por si no lo notas, es un mal camino.

— Lo sé — resoplo molesto quitándome a Tae de encima mientras lo ayudo a ponerse de pie, juntos nos dirigimos a la moto y le pido amablemente que me lleve a casa, debo empezar a guardar mi ropa para la pijamada — pero dijiste que jamás mataste a alguien, y te creo, dudo siquiera que seas capaz. Ese es un mal camino, el hecho de no tomar venganza contra tu padre es una buena decisión. Creo que a fin de cuentas debo dejar de pensar en que me vas a hacer daño. Tengo que no desconfiar de tí, y el hecho de que nos hayamos contado sucesos trágicos de nuestra vida pasada, dice mucho entre nosostros. Hoy — hago una pausa y le doy un abrazo cálido de un momento — me enseñaste que no tuve que haberte juzgado mal. No tengo derecho a tenerte miedo.










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