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Capítulo 6 - Visita sorpresa.

Capítulo 6 – Visita sorpresa.

Tomaba mi "tartar" de atún, en una de las mesas, junto a la piscina, ignorando toda la mierda que me estaba contando sobre su empresa. Lo cierto es que no me interesaba, en lo absoluto. Volteé la cabeza, observando a un morenazo, trajeado y con una barba bastante sexy, sentado, no muy lejos de nosotros, junto a una mujer que me sonaba demasiado.

¿Dónde la había visto? Estaba segura de que la conocía de algo, pero ... ¿de qué?

- ¿Te diviertes? – dijo Neo frente a mí, algo molesto. Giré la cabeza para observarle, y me di cuenta de que era cierto, estaba enfadado. Sonreí, divertida, echándome hacia atrás en el sillón, mientras él se ladeaba, dejando de prestar atención a su pasta con salmón, fijándose sólo en mí. Sonreí, divertida, apoyando la mano en su pierna, haciendo que él se fijase en ese punto, al igual que los chicos del programa, que nos estaban grabando.

- No te preocupes, mi rey – contesté, sorprendiéndole. Era más que obvio que estaba fingiendo, porque jamás le había llamado así con anterioridad. Apoyé la mano en su mejilla y me acerqué un poco más – yo sólo tengo ojos para ti – la mano que seguía en su pierna subió un poco, desconcentrándole, hasta llegar a su ingle - ¿te pongo nervioso?

- Deja de jugar – se quejó, entre dientes, haciéndome sonreír con más ganas.

- Creí que eso era lo que querías hacer ¿no? – rocé su miembro, fingiendo no darme cuenta, y conseguí que se enfadase. Me agarró de la mano y me apartó de él, haciéndome sonreír incluso más.

- Bailemos – pidió, dejándome sorprendida, no había esperado una respuesta así. Se levantó de la silla, me agarró de la mano y tiró de mí hacia la pasta, donde algunas personas de edad avanzada habían comenzado a hacerlo.

- ¿Qué es lo que pretendes conseguir? – pregunté, cuando me tenía sujeta por la cintura, con mis manos entrelazadas en su cuello, con la cadena siguiendo nuestros pasos, grabando un primer plano nuestro. Sonrió, como si mi pregunta le hiciese gracia, y acercó su boca a mi oído para contestar.

- Provocarte como haces tú – rompí a reír, sin poder evitarlo. Era un idiota si creía que iba a poder conseguirlo.

- No soy de las que tropiezan dos veces con la misma piedra – contesté, divertida. Justo iba a decir algo más, cuando su rostro bromista cambió, incluso se detuvo, mirando hacia un punto en la multitud, por lo que miré hacia él, con curiosidad, fijándome en que su tío estaba allí.

- ¡Maldita sea! – se quejó, en voz alta, agarrando mi mano, tirando de mí hacia el lateral del restaurante, apoyándome en la pared. Me agarré a su corbata, con temor a caerme, y terminé con su rostro demasiado cerca del mío, pero él miraba hacia un puto fijo, lejos de nosotros – no mires ahora, pero mi tío está ahí, así que deberíamos...

- Relájate – pedí, divertida, algo chispada con el vino que había tomado, tirando de su corbata hacia mí – deberíamos ofrecerles a los telespectadores un buen espectáculo, ¿no crees? – miró de reojo hacia el lugar al que miraba yo, descubriendo a los chicos de la cadena, que seguían grabándonos.

- Vale – aceptó, perdiendo su enfado – aprovechémonos de esta situación para sacar tajada por nuestra parte. Pero ... ten siempre claro que no es real, Christi.

- ¡Cállate y bésame! – me quejé, acercándole un poco más. Apoyó las manos en la pared, y unió nuestros labios, algo cutre y sin sentimiento.

Ese estúpido iba a hacerme perder, y yo necesitaba el maldito dinero para hacer frente a las deudas.

- Seguro que puedes hacerlo mejor – me quejé, sobre su boca, haciéndole sonreír, agarrándome de la cintura, sin previo aviso, aferrándose a mis labios, con besos húmedos y apasionados, haciéndome temblar, volviendo a despertar sentimientos que debían permanecer enterrados – deberíamos... deberíamos... - titubeé, entre besos, incapaz de soltarme aún - ... parar.

- Te llevo a casa, es tarde – contestó, apartándose de mí con rapidez. Eso era algo raro en él. ¿Por qué no me contradecía? – La productora, le haremos creer que vamos a un lugar más íntimo – añadió, intentando parecer tan bromista como siempre. Rompí a reír, dándole un codazo, mientras él se encogía de hombros.

- ¿Aún te gusta esta mierda de música? – me quejé, cuando él puso la radio, de camino a casa. Rompió a reír, sin poder a evitarlo.

- Es salsa – contestó, con calma – me gustan los clásicos, me relaja.

- Seguro que sigues conquistando a las chicas bailando de forma extravagante frente a ellas – volvió a reír.

- ¿Celosa?

- Más quisieras – sonrió, como si la situación le hiciese gracia – Esto es sólo una farsa, nada de esto es real – insistí.

- Tenlo claro todo el tiempo – dijo – no quiero que te enamores de mí.

- No eres mi tipo – rompió a reír, mientras yo le asesinaba con la mirada, justo cuando empezaba la canción De Vuelta Pa' La Vuelta de Daddy Yankee y Marc Anthony – puede que antes sí, eras más sencillo y más humilde. Ahora sólo eres un capullo con pasta.

- Pues ya estamos aquí – dijo, haciendo que me diese cuenta de que tenía razón.

- Gracias por traerme – le dije, para luego bajarme con rapidez, antes de que hubiese dicho algo que lo estropease todo mucho más.

Cuando me detuve frente a la puerta de mi hermana, esta se abrió, como si me hubiese estado vigilando y lo supiese todo.

- No vas a creerte quién ha venido – tiró de mi mano hacia la cocina, sin tan siquiera dejarme respirar, y cuando me detuve, me quedé en shock al ver a Vanesa allí, junto al tipo que me había parecido guapísimo en el restaurante. Sonreí, como una idiota, como si el tiempo no hubiese pasado, como si nuestra prima nunca se hubiese marchado a estudiar a Italia, abrazándola justo después de eso.

Aún recordaba cómo eran las cosas cuando las tres vivíamos en el mismo vecindario, y nos veíamos casi a diario. El tío hizo todo lo posible por sacar a papá de la cárcel, eso tampoco lo olvidaré jamás.

- Pero ... ¿qué haces aquí? – pregunté, sin dejar de achucharla, haciendo que ella sonriese divertida.

- Te vi en la televisión – aseguró – no podía dejar de venir a ver si podía echarte una mano en algo – sabía que se estaba refiriendo a todo lo relacionado con mi trabajo, nada que ver con el concurso.

- Ahora está genial – intervino mi hermana, agarrándola del brazo, tirando de ella hacia el salón, mientras Jack invitaba a Antonio a un trago, y yo las seguía, con desgana, sabía que la pondría al día en breve – la apunté al concurso de "El amor de un millonario" y ahora tiene que enamorar a Neo Hughes.

- ¿Hughes? – preguntó, atónita, mientras mi hermana asentía, en señal de que era el mismo – pero ... ¿estás bien? – en aquel momento miró hacia mí. Asentí - ¿qué ha sido de ese capullo? ¿le va bien?

- Ahora está tremendo – aseguraba mi hermana. Menos mal que Jack no estaba cerca, porque me daría grima que hablase de otro hombre así, delante del suyo – la herencia le ha sentado bien.


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