Capítulo 23 - Celos.
Os dejo el capítulo de ayer, espero que les guste :D
Hacer algo porque debes hacerlo, es diferente a hacerlo porque quieres hacerlo. Eso era lo que nos ocurría a ambos con esa relación. Estábamos juntos por el programa, porque debíamos ganar ese estúpido premio, no porque realmente quisiésemos.
Seguramente él quería estar en cualquier lugar con Martina, en vez de encontrarse en aquel festival conmigo. Sólo serían unas fotos para la cadena, y podríamos seguir con nuestras vidas.
La cámara nos seguía a todas partes, así que fingir que éramos felices, que estábamos enamorados, y que nos encantaba estar allí, era algo que teníamos que hacer, debíamos ¿no?
Se hizo fotografías con varios fans, y luego nos tocó a ambos. Estaba empezando a olvidarme que todo aquello sólo era un plan, incluso le sonreí de verdad, al sentir su mano acariciando mi espalda, justo por ese lugar en la que la tela del vestido hacía un corte raro, y la había dejado descubierta.
Una mujer se detuvo en nuestro paso, con una gran sonrisa, haciendo que él perdiese la suya, incluso bajó la mano que se sujetaba a mi espalda.
- ¡Qué maravillosa sorpresa! – exclamó la mujer, dejando un poco de lado a su acompañante, y al ladear la cabeza, me di cuenta que el tipo que la acompañaba, no era otro que Payne Hughens, su tío.
- Martina – la llamó él – no esperaba encontrarte aquí...
Espera.
Espera un momento.
¿Se estaba tirando a la novia de su tío?
Eso me parecía de lo más divertido.
Y no disimulé mi sonrisa envenenada ni un solo minuto, haciendo que ambos mirasen hacia mí, sin comprender lo que ocurría
- Christi, ella es... - apoyé la mano en su pecho antes de que hubiese continuado con la presentación.
- No me interesa – contesté, saludando con una mirada llena de odio a su tío, la persona que había destruido mi vida, de muchas maneras, y me marché a por un trago. Lo necesitaba para poder enfrentar el resto de la noche. Allí encontré a Jenn. Se suponía que había dejado el programa, pero allí estaba, intentando enmendar el error que le costó dejarse llevar por los sentimientos – Pensé que habías abandonado – le dije. Sonrió, levantando la copa, brindando conmigo – somos unas perdedoras en esto del amor ¿no?
- A ti se te ve bien con él – sonreí, con melancolía, dejando caer la mirada un momento – tu no pareces que vayas detrás de su dinero.
- Sólo quiero el dinero del premio – contesté, siendo sincera con ella, sabiendo que eso podría traerme problemas – el mundo de la gente rica no es tan genial como parece.
- ¿Qué me vas a decir que no sepa? – contestó, divertida. Ambas nos tomamos el trago de una vez, y levantamos la mano para conseguir otro – vivir rodeada de lujos, la fama, ser reconocida en todas partes, conseguir ciertos privilegios... está bien. Pero hay que tener cuidado con el tipo de gente que atraes, porque la mayoría de las veces, no se sienten atraídos por ti, si no por tu dinero – explicó – la fama es muy jodida la mayor parte del tiempo.
- Yo no persigo fama – reconocí. Asintió, sabiendo que era cierto – y su corazón no puedo tenerlo.
- ¿Por qué no? – se quejó ella – yo diría que ya lo tienes, no hay más que ver cómo te mira – miré hacia el mismo sitio que miraba ella. Él estaba allí hablando con su tío y su novia, mirándome de reojo – él está loco por ti – bajé la mirada con rapidez, tomándome la copa entera de nuevo, observando a Jenn, que se ponía en pie con dificultad – debería buscar a ese idiota, antes de que se canse de mí y se busca a otra. Algo muy probable – me guiñó un ojo y me dejó a solas.
- ¿Qué hace una mujer tan bonita cómo tú sola en este lugar? – preguntó una voz a mis espaldas, haciendo que me fijase en él. Era Alex. Sonreí, al ver una cara conocida – Ha vuelto a estropearlo ¿no? – sonreí, sin soltar prenda – Siempre lo hace cuando se trata de ti...
- Siempre has estado a su lado ¿no? – indagué, asintió, aceptando la copa que el camarero ponía a su alcance – le conoces mejor que nadie – aceptó – en el fondo eres su mejor amigo, lo único que le queda – sonrió, como si aquello le hiciese gracia.
- Nuestra amistad se rompió hace mucho – aquello me sorprendió demasiado – me la jugó en el pasado, e intenté jugársela yo a él – tragué saliva, sin saber qué decir – me arrepentí cuando ya era demasiado tarde y se lo conté. Él nunca me lo perdonará, a pesar de todo.
- Al menos deja que te quedes a su lado – asintió, dando vueltas con la cañita en su copa.
- Tienes razón, al menos, me deja ser su asistente – contestó.
- ¿Qué fue esa cosa tan mala que te hizo para que quisieses vengarte? – quise saber. Sonrió, sin decir nada.
- Robarme a la chica – abrí la boca, sin dar crédito. Jamás pensé que él pudiese hacerle algo así a su amigo. ¿Quién sería esa chica? – en realidad, yo no tenía ninguna posibilidad, ella ni siquiera supo nunca que yo existía.
- Debiste decírselo antes que él – contesté, intentando ser amable – debiste hacer algo para dejar de ser invisible a sus ojos – insistí.
- No sé ... - se encogió de hombros – pensé que tendría más tiempo – no dijo nada durante un momento, mientras yo me tomaba la copa - ¿qué ha hecho esta vez? – sonreí, el seguía queriendo saber más sobre nuestras discusiones.
Justo iba responder, os lo prometo, iba a confiar en él mis más oscuros secretos. Pero la llegada de alguien inesperado, estropeó mi oportunidad.
Me agarró de la mano, atrayéndome hasta él, porfiando a su amigo, desafiante. Le miré sin comprender, pero él no estaba mirándome a mí, sino a él.
- ¿Por qué no pululas alrededor de otra, hermano? – se quejó, desafiándolo.
Sonreí, divertida, al darme cuenta de lo que estaba sucediendo, por qué estaba actuando como un macho alfa en ese momento. Ese estúpido estaba celoso.
Tiró de mi mano, alejándome de la multitud, entrando en la hacienda, saludando con la mirada a varias personas, hasta encerrarme en una de las habitaciones, cerciorándose de que nadie podía oírnos antes de hablar.
- ¿qué cojones te pasa? – sonreí. Era cierto. Ese idiota me estaba montando una escena. ¿Cómo se atrevía a hacerlo? Cuando habíamos acordado que no seríamos nada fuera del programa - ¿qué es lo que te hace fan feliz?
- Estás celoso ¿verdad? – rompió a reír, como si hubiese contado algún chiste – tienes miedo de que esta vez, tu amigo se quede con la chica... - me agarró del brazo, enfadado, y me atrajo hasta él. Pero me solté volviendo a poner distancia entre los dos.
- ¿Qué te ha contado? – sonreí, al darme cuenta de que estaba interesado, demasiado.
- Una bonita historia de dos amigos, uno de ellos traicionando a su mejor amigo por una chica – tragó saliva, sin saber qué decir - ¿qué fue de ella? ¿te cansaste y la echaste lejos? ¿o quizás ella se aburrió de ti? Se dio cuenta de que sólo eres un... - rompí a reír. No valía la pena seguir discutiendo con él – me das asco ¿sabes? No pensé... que fueses de los que se revolcasen con la mujer de otro.
- Esa mujer no era suya – espetó, molesto con mis palabras, sin darse cuenta si quiera de que ya no estaba hablando de su amigo, si no de él y su tía – ella ni siquiera sabía que él existía. Yo ni siquiera me había fijado en ella antes, lo prometo, pero cada cosa que él decía de ella, la hacían parecer la mujer más especial del mundo – sonreí.
- Aun así, ¿qué clase de amigo eres? ¿Por qué hiciste eso? ¿por qué le quitaste la chica a tu amigo? – apretó los dientes, molesto.
- Te repito que ella no era suya, joder – espetó, tremendamente enfadado – y yo la necesitaba más que él, ¿me oyes? – enfadar a un hombre siempre conlleva a que este hable más de la cuenta. Esa era una de esas veces – Yo te necesitaba más que él – perdí las ganas de provocarle en ese justo instante, la sorpresa se vio reflejada en mi rostro, porque ni siquiera me di cuenta antes. Esa chica por la que aquellos dos se habían peleado... era yo.
Las palabras de su amigo invadieron mi mente, incapaz de reaccionar aún:
"Él me traicionó y luego yo lo traicioné a él"
¿Qué sería lo que Alex habría hecho para hacerle daño?
- ¿y tú? – sus palabras me sorprendieron, sacándome de mis pensamientos – ¿Qué es lo que tanto te ha molestado ahí fuera para irte de esa manera cuando iba a presentarte a mi tía? – me reí en su cara.
- Tu tía – repetí, asintió – ¿también necesitas a tu tía más que él? – me miró, sin comprender – Te acuestas con ella – tragó saliva, al verse descubierto, ni siquiera sabía cómo podía saberlo.
- Así que ... estás celosa – negué con la cabeza, no iba a darle la satisfacción de admitirlo – por eso te has acercado al idiota de Alex, ¿no?
- Yo no me he acercado a nadie, yo sólo...
- Escúchame bien, eres mía me oyes – rompí a reír. Pero ... ¿Quién se había creído ese idiota que era? Yo no era una cosa, era una persona, no era propiedad de nadie – firmamos un contrato, en ese contrato dice que ...
- ¿Y tú? – me quejé – Yo no puedo estar con nadie, pero ¿y tú? Te revuelvas con esa tal Martina y luego vienes aquí a pedirme explicaciones. Pero ¿quién te has creído que eres? ¿eh? – se mofó de aquello, poniéndome incluso más molesta - ¿te hace gracia? Toda esta maldita situación ¿eh?
- Me hacen gracia tus reclamos – levanté la mano, dispuesta a cruzarle la cara, pero él me detuvo, aferrándome a él - ¿Aún no te has dado cuenta de que yo sólo tengo ojos para ti? – tragué saliva. No iba a caer en sus enredos, le conocía demasiado bien – Lo de Martina terminó cuando tú y yo firmamos ese acuerdo.
- Ya... - acercó sus labios a los míos, y yo me sujeté a la estantería que tenía detrás, aterrada. Algo así no podía volver a suceder entre nosotros.
- Sólo necesito encontrar una puta manera para poder estar contigo – se atrevió a confesarme. Sus palabras me sorprendieron, porque se suponía que los dos habíamos decidido separarnos, dejar de intentar aquello. Entonces... ¿por qué él seguía teniendo esperanza? – no perdí a mi mejor amigo para dejarte ir así.
- Neo, por favor – supliqué, apoyando la mano en su pecho.
- ¿Tan malo sería si hubiese vuelto a enamorarme de ti? – nuestros labios se unieron, despejándonos de todas aquellas cosas que nos impedían estar juntos – dame un poco más de tiempo – suplicó entre besos, levantándome del suelo, metiendo las manos debajo de mi vestido, levantándolo – no quiero perderte otra vez.
Nuestros labios volvieron a encontrarse. Lo que sucedió entre nosotros después de ese momento, no es apto para todos los públicos.
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