Capítulo 14 - Verdad a medias.
Les subo capítulo.
Espero que les guste :D
Cuando llegué al hotel era tarde, ni siquiera tenía hambre, no podía dejar de pensar en la razón por la que él seguía haciendo todo esto. ¿por qué seguía cuidando de mí si ya no estábamos juntos? ¿por qué fui tan estúpida? ¿por qué pensé que ese banco me daría el crédito sin aval? ¿Quién en su sano juicio haría eso?
- Aquí estás – dijo su voz, a mis espaldas, sin darse cuenta del estado en el que estabas – todos están ya dentro, comiendo, deberías subir, darte una ducha rápida... - dejó de hablar en cuanto me vio con el rostro plagado en lágrimas - ¿qué ocurre? – le observé, echa un basilisco, caminando hacia él, deteniéndome, limpiando mis lágrimas. Hacía frío para estar aún con las pintas con las que yo estaba.
- ¿Por qué lo hiciste? – recriminé. Él me observó, sin comprender. Sentía fuego recorriendo mi cuerpo, dentro de mi piel, ardiéndome. Era ira, impotencia, asco. Me daba asco que él pensase que podía seguir cuidando de mí, usando su asqueroso dinero para hacerle feliz, en la sombra. Saqué mi Tablet de mi bolso, haciendo que su rostro se desencajase – eres un puto mentiroso de mierda, un asqueroso que ... - me agarró del brazo, molesto, apretando los dientes.
- Aquí no – miró de reojo a nuestro alrededor, los chicos del programa nos observaban, al igual que varios curiosos del hotel – hablemos de esto arriba – asentí, dándome cuenta de que lo único que le importaba era eso, la reputación, lo que la gente dijese de él. Quizás por eso me dejó, quizás se avergonzaba de estar con alguien que no pertenecía a su círculo social.
- Pensé que eras diferente – me atreví a decirle, mientras los cámaras nos grababan – pero estás podrido, crees que el dinero lo puede comprar todo. Eres casi tan arrogante como tú tío – sus dedos apretaron mi brazo, haciéndome daño. Sabía que estaba furioso, que había logrado lo que quería, hacerle daño. Tiró de mi mano, alejándonos de los curiosos, y no se detuvo hasta haber llegado a su habitación, cerrando la puerta detrás de él, soltándome de malos modos, tirando la Tablet con fuerza al suelo. Estaba demasiado cabreado, tanto, que asustaba.
- ¿Ahora te dedicas a invadir la privacidad de los demás? – tiró de mi brazo para acercarme a él, apretándome tanto que dolía. Intenté soltarme, con todas mis fuerzas, pero él era más fuerte que yo - ¿quién te has creído que eres para entrar en mi Tablet? ¿eh?
- Me haces daño – me quejé, logrando que me soltase. Dio varios paseos por la habitación.
- ¿Quieres saber la razón por la que lo hice? – preguntó, casi gritando, estaba alterado, no había más que verlo – A pesar de que no tengas derecho a preguntar, no cuando has invadido la privacidad del tipo que odias, Christi.
- No lo hice a propósito – aseguré – sonó cuando te fuiste, vi mi nombre en un mensaje y me entró curiosidad, eso es todo. Ni siquiera pensé que poner la fecha de mi cumpleaños fuese a funcionar.
- Tu padre me lo pidió – contestó, ignorando todo lo que le había dicho. Le miré, sin comprender, escudriñándole con la mirada. Decía la verdad. Estaba siendo sincero, pero ... había algo más, una sombra que ocultaba detrás de esa fortaleza infranqueable.
- Esta vez no va a salvarte una excusa como esa – contesté – tenías mi fecha de cumpleaños en tu Tablet, y convenciste a ese tipo para que me diese un préstamo, Neo. Deja de jugar de una vez y dime por qué de una vez.
- ¿Por qué? – preguntó, molesto - ¿por qué qué, Christine?
- Me odias ¿no? Sólo estabas conmigo por una apuesta ¿verdad? Me engañaste y me hiciste creer que me querías... - estaba recitando todas las mentiras que había escuchado salir de sus labios, con lágrimas en los ojos, recordando cada minuto, cada escena, cuando las dijo - ... fingiste cada uno de esos momentos ¿no? – asintió – entonces dime, si nada de lo que vivimos fue real... ¿por qué sigues usando mi fecha de cumpleaños para desbloquear tus dispositivos? – la sorpresa se vio reflejada en su rostro, se quedó perplejo, sin saber qué decir - ¿de qué tienes miedo, Neo? ¿por qué sigues mintiéndome, haciéndome creer que no te importo?
- He terminado – contestó – se acabó, no quiero seguir en este programa de mierda, ni contigo – temblaba de rabia, de arriba abajo. Daba tanto miedo como cuando se enfrentaba a sus contrincantes en el cuadrilátero.
- Deja de mentirme – supliqué, agarrando su rostro entre mis manos – Por favor... - una fina lágrima se derramó por su mejilla.
- Lo siento – se disculpó, mientras yo limpiaba su rostro. Acarició mi mejilla, tragando saliva, aterrado. Ese niño asustado estaba en la superficie – sólo intentaba protegerte, alejarte de este mundo de mierda – le observé, con detenimiento, Neo estaba ahí dentro, ese chico amable del que me enamoré, y me sorprendió tanto verle, darme cuenta de que no era una ilusión – algunas personas se vuelven unos monstruos con el dinero.
- No me alejes esta vez – supliqué, abrazándole, sintiendo sus brazos fuertes sostenerme, su respiración en mi cuello. Mi piel pronto respondió a su tacto. Tenía la piel de gallina. Me estaba derritiendo, como el hielo.
- Finjamos que es sólo por el programa – pidió, acariciando mi mejilla al pronunciar estas palabras. Me eché hacia atrás, observándole.
- ¿Y qué pasará cuando estemos a solas, sin nadie más? – sonrió, divertido – cómo ahora – acerqué mi boca a la suya, y la rocé, sin intención de nada más.
- No podemos – contestó.
- Dame una razón válida – le dije, echándome hacia atrás. Él estaba embobado mirándome, así que tardó en contestar.
- Aún estoy protegiéndote de este mundo.
- Puedes seguir protegiéndome – contesté. Sonrió, empujándome, sin previo aviso contra la puerta que separaba nuestras habitaciones, echándose sobre mí después, tan cerca que apenas podía respirar.
- ¿Qué es lo que quieres de mí, Christi? – quiso saber, con la vista fija en mis labios. Él sabía exactamente qué era lo que yo quería, sólo se hacía el tonto - ¿hasta qué punto crees que esto será bueno para nosotros? No creo que sea el momento ... - tiré de los cuellos de su camisa hacia mí. Sonrió, y se dejó besar por mí.
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