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12; Mi culpa.



—¿Por qué estamos tomando otra ruta? ¿Y por que sonríes? Pareces un psicopata —cuestión Namjoon mirando hacia la venta luego de ver la tétrica sonrisa dulce de su compañero.

—Me acompañarás a ver a Jimin —contestó Jeon.

El moreno lo miro de vuelta y abrió sus ojos un poco de más, sorprendido.

—¿Qué? Claro que no, esas cosas románticas no son de mi estilo, preferiría que me llevaras a casa primero —objeto—. Si llego a verte en tu modo cursi juro que vomitaré.

El pelinegro soltó una risita.

—Tranquilo, solo pasaré para ver cómo está, el se siente un poco inseguro porque piensa que solo lo utilizo como un tipo de prostituta o algo así.

—¿Y no es uno más de tus prostitutas? —formuló de vuelta el moreno, sabiendo muy bien qué tipo de hombre era su jefe y mejor amigo antes de conocer a aquel omega de cabello rosado.

—Joder claro que no. —contestó de inmediato—. El no lo es, tal vez pienses que miento...

—Si —lo interrumpió—. Pienso que mientes y muy descaradamente, si te soy sincero.

—Pero, él es diferente, suena cliché pero es la verdad, luego de pasar por múltiples noviazgos fallidos creo que encontré al correcto —sus grandes ojos color chocolate brillaron de ilusión mientras una sonrisa surcaba en sus labios.

—Lo conociste es tu maldito club ¿qué puedes esperar de un chico omega así? ¿Que te sea devoto toda su vida? —inquirió Namjoon quitándole toda la ilusión al contrario.

Jungkook lo miro con recelo.

—¡Cierra la boca! Solamente la abres para decir idioteses —bufo—. Deberías darme ánimos como mi mejor amigo, no decirme este tipo de cosas. Además, Jimin es un chico sumamente lindo, inteligente y muy decidido.

Kim lo miro con un rostro aburrido y giro sus ojos mientras soltaba un prologando suspiro.

—Como tu amigo te digo, espero que lo que sea que tienes con ese omega vaya para bien, pero sé cómo eres tú y aún no si confiar en ti, y lo único que sé de ese chico es que el día en que lo conociste en tu club, esa misma noche se revolcaron, y a decir verdad eso tampoco me da confianza Jungkook.

—Vamos a cerrarte la boca, verás que todo funcionará y al final del día hasta mi marca le pondré —espeto seguro.

—¿Piensas enlazarte con el? —pregunto nuevamente bastante sorprendido e incrédulo, luego de nunca haber escucharlo hablar de esa forma.

—Si... bueno aún no lo sé, debería preguntárselo primero, pero por mi parte creo que está bien, no es mi destinado pero ¿quien diablos encuentra a su destinado? —sonrió y soltó un pequeño suspiro dejando caer su cabeza en el asiento—. Hay algo en el que me obliga a...

—Señor, llegamos —aviso el conductor aparcándose frente a la casa color amarillo pastel que le pertenecía a la familia Park.

—Esperare aquí, tal vez duerma un poco —mencionó Namjoon.

Jungkook asintió y entonces bajo veloz de la camioneta arreglando su traje, listo para ver nuevamente a su amando.

Avanzó hacia la puerta formando una sonrisa en sus delgados labios, y entonces cuando estaba apunto de tocar el timbre el pequeño hermano alfa de Jimin salió disparado hacia él sujetándolo del saco completamente furioso.

—¿¡Donde está mi hermano!? —le gritó—. ¿¡Donde!? ¡Tu maldito alfa rufián! !¿Como te atreves a llevártelo?!

El pelinegro frunció las cejas completamente confundido sin poder comprender la acción del menor.

—¿De que me estás hablando? —se quitó las manos del chico de encima bruscamente—. Yo estoy aquí para verlo.

Al escuchar esto los ojos del menor se cristalizaron y a medida que baja la cabeza las lágrimas comenzaba a salir junto gemidos de angustia y desesperación.

Jungkook no entendía absolutamente nada, y el miedo que desbordaba el pequeño alfa comenzó se le comenzó a contagiar.

—Jovencito —los abuelos se presentaron igual de angustiados que su nieto—. ¿Usted sabe sobre el paradero de nuestro Jimin? Llamamos a su trabajo pero hoy no le toca trabajar, el no es de muchos amigos, y además dejo la cena cocinándose en la estufa, y encontramos la puerta abierta con su celular tirado en el suelo.

Jeon palideció ante las palabras de la abuela, todo lo que había dicho apuntaba a un secuestro, y eso le aceleró el pulso vertiginosamente, causó que los pelos se le pusieran de punta y la sangre se le subiera al cerebro.

—¿No llamó? ¿Hay algún otro rastro? —preguntó comenzado a entrar en la misma angustia que todos allí—. No puede ser, esto no puede estar pasando —soltó un prologando suspiro lleno de desesperación, mientras se pasaba las manos por su oscuro cabello.

¿Había sido su culpa? Probablemente, ¿sabe quien cometió ese acto? Tal vez. En ese momento su mente dio miles de vueltas, buscando culpables, buscando razones, incluso buscando la manera de torturar a quien se atrevió hacerle eso a su Minie.

Más de estar sumamente angustiado, estaba muy molesto, enfurecido consigo mismo pues muy probablemente sea por su culpa. ¿Quien se metería con ese adorable chico? Solo los lunáticos obsesionados con quitarle el poder que ahora tiene, o personas que ha herido.

—¿Sabes donde puede estar Jimin? Hemos estado llamado a todas partes, pero nadie lo ha visto, ni siquiera los vecinos —agregó el abuelo.

Jungkook gruñó de coraje, le apenaba tanto ver aquellos dos ancianos tan preocupados, como si se les hubiera arrebatado algo muy preciado, y era lo mismo con Jihyun, se notaba que amaba a su hermano mayor.

—No se preocupen, me encargaré de encontrarlo y se los traeré sano y salvo —aseguró brindándoles un cálida sonrisa para tranquilizarlos, para luego reverenciar y salir corriendo nuevamente hacia la camioneta.

—¿Qué está sucediendo Jungkook? —le pregunto Namjoon frunciendo el ceño, cuando entro apresurado y con la respiración agitada al automóvil.

—Lo secuestraron —tragó saliva mientras tecleaba rápidamente su móvil—. Secuestraron Jimin, maldición.

El moreno sorprendido abrió sus ojos como dos platos. Claro que se esperaba esta situación, aunque no tan pronto.

—¿Quien fue? ¿Tienes algún sospechoso? Lo haremos desaparecer solo dilo.

Jungkook rebuscó en su memoria, recordando cuál fue su último enemigo; pudo haber sido ese tipo al que dejó sin una mano, o al otro quien mandó a incendiar su casa con toda su costosa colección de relojes de oro adentro o...

"Hasta los más fuertes tiene sus debilidades"

Le vino a la mente aquellas últimas palabras de Bang Chan quien llego, y dejo su hogar completamente furioso por no haber recibido su mercancía acordada, y por si no fuera poco el se negó a reponérselo, casi burlándose en su cara, teniendo como resultado el secuestro de su amado omega.

—Mierda... Mierda... —susurro.

—¿Qué? —exclamó Namjoon.

—Fue Chan y su malnacida pandilla —respondió—. Esos miserables vagos de mierda —apretó su mano en un puño al mismo tiempo que tensaba su mandíbula—. Ellos lo secuestraron, claro ¿quien más?.

—¿Fue por lo de...? Claro, fue por eso —suspiro—. Te lo dije, ellos iban a cobrarse y no exactamente con un auto como tú dijiste, si no con lo que las amas Jungkook, o sea ese omega.

El azabache tomo aire por la nariz intentado tranquilizarse con un par de respiraciones, pero luego del segundo intento golpeó con todas sus fuerzas el asiento delaten suyo, asustando un poco al conductor quien tembló cuando lo miro por el espejo retrovisor.

Jeon Jungkook era alguien de quien temer, a su corta edad había asesinado el mismo a un número obsceno de personas, también había cometido múltiples delitos de los que aún no se sabía, era un experto con la destreza en armas y en el combate mano a mano, y también era un maestro del engaño logrando hacerle creer a toda Corea que el solo era un chico millonario, privilegiado que vivía de la fama de sus clubs y de la herencia millonaria de su difunto padre.

Entonces, meterse con él era un complemento error y peor aún, meterse con lo que más ama era un error aún más enorme, que seguramente se costeará con su vida.

—¿Quieren jugar así niños callejeros? Esta bien, juéguenos —murmuro con la mirada y la voz profunda, reprimiendo toda su furia, para el momento en que encontrara a los individuos causantes—. Ojo por ojo, diente por diente —sonrió.

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