Una oscura luz de amor
Lyle quién a sus 11 años paso de ser un chico tímido y torpe, pero muy inteligente a alguien simplemente reservado con una actitud sería la cual no expresaba emociones al entrar nuevamente a la escuela, hizo que muchas personas le mirarán más y se crearán diversos rumores sobre él y su hermana.
Cada vez que Lyle llegaba un falso silencio inundaba todo a su alrededor, solo los susurros de sus compañeros se escuchaban como si lo gritaran, pero esto no le molestaba ni a él ni a su hermana la cual siempre sonriente saludaba a todo aquel que la mirará, esa dulce mirada inocente hacía que nadie se metiera con ella y aquel que osara intentarlo era aniquilado en segundos por todos, obviamente lejos de ella pues nada le desagradaba más que una pelea, era algo que la ponía realmente triste, pero había otra cosa que le ponía triste, algo mucho más importante que un conflicto entre dos desconocidos y era la indiferencia de su hermano al resto de personas a su alrededor. Siempre que lo veía de re ojo mientras estaba con sus amigas o mientras recibía halagos de chicos, él se encontraba con el mismo rostro mientras todos le miraban como si fuera un fenómeno aunque ella sabía la razón, siempre le dolía ver cómo a diferencia de ella a él si le parecían molestar o se reían.
Su hermana lo sospechaba desde el segundo día de clases, a su hermano le molestaban no solo con palabras o miradas sino que también físicamente, era obvio al verlo siempre con un polerón violeta empolvado y la cara roja o con rasguños. Liena se sentía devastada pues por más que le dijera a quienes consideraba sus amigas o los chicos que le hablaban todos siempre le respondían de la misma manera.
—No lo sé, pero no lo creo
—Son imaginaciones tuyas
—Te preocupas demasiado por él
Cada frase que decían era una apuñalada a su alma, pero peor aún un golpe a su corazón que deseaba confiar en las palabras de todos, pero era muy obvio que mentían.
Finalmente la segunda semana de clases comenzaba, papá y él habían tenido una larga charla el día domingo por lo que Liena pensó que eso habría ayudado un poco, pero al volver a casa era claro que no era así. Sin aguantar más quiso hablar con Liby y Lacy de lo que ocurría para saber si esto también les afectaba, pero ambas tenían amigas y al ser tan buenas haciendo reír a todos o con un talento tan grande en los deportes parecía que el asunto familiar no era problema para ellas. Desanimada comenzó a pensar que no podía hacer nada pues su querida hermana mayor que era su mayor apoyo y quién más ayuda emocional le brindaba hace ya unas semanas había comenzado a cambiar, temblaba constantemente, tartamudeaba y evitaba hablar todo lo que fuera posible.
Liena estaba abrumada, su mundo se estaba derrumbando justo frente a ella, su mamá no podía decir nada útil y las demás siempre daban los mismos consejos vacíos y genéricos, pero con gran voluntad se animaba y decidió ayudarle por su cuenta. No tenía idea del grave error que cometía.
Intento convencer a todos quienes conocía de ayudar a su hermano por diferentes métodos, incluso les ofreció panecillos que había aprendido a cocinar durante el verano, todos aceptaban sin oponer resistencia alguna, ella realmente estaba muy feliz en su rostro y actitud se reflejaba esto también animaba y alegraba al resto. Después de todo ella era ese tipo de persona cuya sonrisa era capaz de contagiarse con suma facilidad así como su bondad de hacer sentir mal hasta a los bravucones que no eran capaces de mirarla a la cara pues la luz que irradiaba era demasiado para ellos, incluso los maestros más desanimados o decaídos por el agotamiento sabían que solo con recibir una sonrisa y saludo de ella podían sentirse como nuevos.
La segunda semana de clases terminó, ella no tenía mucho tiempo de verle debido a estar en salones distintos y en los recreos o la hora del almuerzo no era capaz de encontrarlo ni de buscarlo pues era interrumpida por sus amigas o chicos que siempre le cubrían aprovechando su bondad ya que sabían que ella no podría dejarles sin sentirse culpable por lo que trataba de prestarle atención a todos.
Finalmente llegaba a casa, pero su hermano siempre llegaba antes y se encerraba en su cuarto, con el paso de los días poco a poco ella comenzaba a quebrarse. Hasta el año pasado ellos siempre volvían entre risas juntos de la escuela, pero ahora a penas le veía durante la cena o el fin de semana.
Para la tercera semana de clases ya se le podía notar en su rostro, claramente su mirada se iba apagando, no solamente eso pues a mitad de semana por fin divisó a su hermano quién la miró y le sonrió, entonces todos le sonrieron a ella diciéndole que él estaba bien y no debía preocuparse por él.
Esas palabras fueron las más vacías que escucho en toda su vida, esa sonrisa que Lyle tenía no era suya, no era la sonrisa de su hermano ni siquiera se podría considerar una sombra de lo que era. Ese momento terminó con ella que rodeada de personas por primera vez en su vida se sintió totalmente sola pues al fin vio con claridad, ellos estaban encubriendo el dolor de su hermano, ellos la distraían para que siguiera sonriendo para que los hiciera sentir mejor, su hermano no paso frente a ella por ese pasillo de casualidad, claramente le habían pedido, no, finalmente se dio cuenta, le ordenaron pasar y sonreírle para que ella pudiera seguir siendo feliz y así seguir haciendo felices a todos.
No podía creerlo, las personas que apreciaba, que creía la querían simplemente la utilizaban para sentirse mejor con ellos mismos, no era más que un cargador de energía para sus compañeros y profesores que una vez estaban llenos la dejaban y volvían solo cuando necesitaban volver a sentirse bien.
Ella estaba por quebrarse en mil pedazos, por primera vez en toda su vida perdió su sonrisa y su mirada poco a poco se iba enfuresiendo, todos la miraban estupefactos pues jamás la vieron así, era como si sin darse cuenta hubieran logrado lo imposible, hubieran logrado apagar el sol solo con las manos o se hubieran bebido el mar por completo, poco a poco empezaron a asustarse mientras la veían cada vez más molesta, pero entonces la escuchó y escuchó la voz de su hermano, por primera vez desde que volvieron a clases escucho la voz de su hermano en la escuela.
—¡Lyle! Muchas gracias por ayudarme con la tarea ayer, creí que mamá me mataría jajajaja
—Tsk maldición Gloom estoy algo adolorido no te me tires encima así además es tú culpa ya que eso lo pasamos durante la segunda semana, pero te la pasaste durmiendo
—¿Eeeh? Pero para eso tengo tu ayuda ¿No? Además fue divertido estudiar contigo, no es como las aburridas clases
Lyle algo sonrojado se movió para que ella se descolgará de una vez haya lograrlo finalmente respirando aliviado y mirándola con seriedad, pero con una pequeña sonrisa le seguía replicando que debía poner atención en clases.
Al ver esto Liena poco a poco comenzó a caminar hacia él, todos a su alrededor se apartaron asustados aún, pero a cada paso que se acercaba a él y se alejaba del resto su ánimo y expresión iban cambiando, parecía como si ella hubiera encontrado nuevamente su propio cargador, aquél que le da energía para continuar y por quién afrontaría todo el dolor y penurias del mundo con una sonrisa, pues su amado hermano le estaba dedicando a esa chica de largo cabello negro y ojos sombríos la sincera sonrisa que ella creía desaparecida tras la vacía mostrada anteriormente.
Gloom la miró y rápidamente abrazo a Lyle colocando su cabeza en su pecho con una intensa expresión de desprecio.
—¡¿Q-qué?! ¡¿Q-qué rayos haces Gloom?! ¡Ya hablamos de esto!
—Él es mío
Confundido por sus palabras miró hacia donde ella lo hacía y entonces vio a su hermana que sonriendo le saludo, Lyle estaba ya rojo por estar así con Gloom, pero al ver a su hermana se puso más rojo que un tomate y se apartó de ella, pero Gloom no se rindió y al ver como se separó, le tomo rápidamente del brazo mientras miraba con molestia a la chica frente a ellos.
—E-eh... ¡Ésto no es lo que parece Liena! A-ah si qué... ¡N-no le digas nada a mamá ¡¿E-entendiste?!
Liena solo miraba a su hermano sonrojada con una gran sonrisa de alegría y satisfacción.
—¿Eh? ¡¿Ella es tú hermana?!
Gloom sonrojada y apenada se disculpo por su actitud hostil, pero Liena le sonrió.
—No tienes porque preocuparte, solo defendias lo que es tuyo jijiji
Liena con la mano en la boca trata de evitar la delicada risa que se le escapaba al ver lo que para ella era una linda escena.
—Hermano, no deberías ser tan rudo con ella, eres mejor que eso
—¡Ja! ¿Crees que yo soy rudo? Deberías de verla...
Lyle sintió la muerte a su lado y al ver a Gloom a pesar de su expresión de tristeza emanaba lo que claramente era un aura asesina.
Liena también pudo notarla, pero sonriendo igualmente aunque de forma un tanto forzada ahora le pregunto cómo se conocieron para calmar el ambiente.
Lyle respiro algo aliviado por librarse del problema en que sus palabras le pusieron, pero tras pensar bien lo que acaba de preguntar Liena se apresuró a interrumpir a Gloom antes de que hablará.
—¡Somos de la misma clase!... Estamos ya sabes en el mismo salón y bueno, ella tiene problemas en Historia y Lenguaje que son mis mejores materias... Así que me ofrecí a ayudarle
Gloom miró extrañada a Lyle quién nervioso no dejaba de rascarse la cabeza, ella quería replicar sus palabras, pero este al darse cuenta con su otra mano rápidamente se soltó de los brazos de Gloom y la tomo del hombro como si fuera a abrazarla lo que la dejo muda y muy sonrojada.
Liena sabía que su hermano mentía, pero ambos se encontraban tan rojos que parecían haberse quemado por estar todo el día en la playa sin protector solar ni sombra de ningún tipo por lo que solamente sonrió justo cuando sonó la campana.
—Entiendo, bueno hermano deberíamos volver a clases ¿No?
—S-sí, nos vemos en casa hermanita
Liena no dejaba de mirar como su hermano aún tenía puesta su mano sobre el hombro de Gloom por lo cual al darse cuenta de la mirada de su hermana a ese detalle apartó rápidamente la mano y la coloco detrás de su espalda apartándose un poco de Gloom totalmente rojo, pero entonces ella volvió a acercarse a él.
Liena sonrió mientras caminaba al salón de clases, todos quienes se habían quedado expectantes de cómo Liena terminaría esa conversación que no alcanzaban a oír se tranquilazarón al verla tan feliz por lo que fueron tras ella, al darse cuenta de esto Liena se volteó para mirarlos con el rostro más dulce, amable y sonriente que pudieran ver, era una cara de alegría que parecía la de una princesa de cuento de hadas que podía iluminar cualquier pasillo, irradiaba una calma que ni en una verde pradera podría sentirse, ella al ver que su hermano se había ido vio como todos admiraban su rostro.
—Ya que tengo su atención, me gustaría decirles algo. Sí se acercan a mí hermano o mis hermanas les juro que los voy a hervir vivos mientras desgarro cada parte de sus miserables cuerpos con un pelador para papas y los mutiló sin piedad alguna ¿Me di a entender?
La expresión de miedo de todos al escuchar esas horribles palabras salir de su rostro tan bello, sonriente y puro los dejo paralizados hasta que su cara cambio por una de desagrado y repudio.
—Dije... ¡¿Quedó claro?!
Todos afirmaron al unísono tras ese gritó que los dejó aún más asustados que antes, entonces su rostro volvió al dulce y feliz de siempre.
—Bien, es bueno que la gente se entienda con palabras ¿Verdad?
Todos asintieron perplejos mientras ella se dió media vuelta y entró al salón.
Al llegar a casa lo primero que vio fue a su padre en la puerta lo cual la sorprendió.
—Te ves particularmente feliz hoy cariño
—Me siento particularmente feliz hoy papi
Le respondió mientras se acercó para abrazarlo, mientras él se agachó para abrazarla también y poder hablarle al oído.
—Me alegra que no pudieran borrar tú sonrisa princesa
Liena al escuchar esas palabras se apartó un poco para ver la cara de su padre quien estaba tratando de contener las lágrimas, entonces ella también a punto de llorar le sonrió temblorosa.
—Tampoco pudieron borrar la de Lyle papá, tú pequeño héroe y tú princesa seguirán sonriendo por siempre
Liena volvió a abrazarlo apoyando su cabeza en su cuello rompiendo en llanto mientras su padre también entre lágrimas acariciaba su espalda.
—Lamento tanto hacerlos pasar por esto...
—¡No papá! ¡No te culpes por tú amor!... No importa lo ocurrido, mientras se sonría para tener un mañana... Siempre lo tendremos, tú nos amas igual que nuestras mamás... Mí mamá siempre me cuenta cómo la ayudabas y protegías, ella es una gran diseñadora gracias a tí y nosotros somos buenos niños gracias a tí también papá...
Aunque Liena quería continuar las ganas de llorar a gritos para desahogar lo que vio en la escuela era mucho más fuerte. Por su parte Lincoln llorando se alegraba inmensamente por las palabras de su hija que lo llenaban de la confianza que tanto necesitaba, entonces de repente los llantos de Leia se dejaron oír y ambos se separaron para limpiarse las lágrimas y Lincoln se dirigía a verla, cuando justo Liena le sujeto un momento de su camisa.
—Papá... Estoy segura de que mamá Lana y Lisa también querrán tener hijas a pesar de que nos amén mucho...
Lincoln algo sonrojado no sabía que responderle, pero vio como señalándose a sí misma con una sonrisa llena de confianza le miró.
—Yo las cuidaré como mí hermana Loan nos cuidaba, no te preocupes pues si hay algo que heredé de tí, es tú determinación y perseverancia que siempre menciona mamá ¡Te prometo protegerlas cómo tú lo haces!
Lincoln entre lágrimas corrió hacia ella levantándola en sus brazos y abrazándola con gran cariño.
—Y yo las seguiré cuidando, a todas ustedes tal como ahora, te lo prometo princesa, siempre contarás conmigo... Además gracias a los experimentos de Lisa soy más joven de lo debería por lo que me tendrán por mucho mucho tiempo más, siempre listo para ustedes
Liena y Lincoln se miraron sonriendo para luego bajarla e ir a ver a la pequeña Leia que estaba en la sala junto a Lupa.
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