James se encontraba sentado, de una manera muy relajada, en frente de sus pantallas. Era un ser bastante inteligente, nadie podría superarlo, incluso aquella niña Loud, de apenas 4 años, le llegaba a penas a los talones; tampoco aquel hombre con una bolsa de papel en la cabeza podría apenas llegarle a los pies. Irónicamente, hay que decir que James media unos escazos 68 cm.

Él jamás decidió tener ese cuerpo, de hecho, sus hermanos mayores (Carl y Hans) fueron quienes le tejieron tan simpático cuerpo, con el rostro parecido al de su tío, únicamente que le dieron un toque grisáceo a su rostro y le pintaron espirales cuadriculares en sus mejillas de color rojo. Igualmente, sus ojos eran bastante pequeños, dejando ver gran parte de sus cuencas, en cuyos centros se podían apreciar unos escalofriantes puntos rojizos, siendo estos sus pupilas. Lo peinaron con intención de burlarse de aquellos a quienes llaman "nerds", dejándole con un pelo bastante alaciado con una gran cantidad de cera para el cabello; poco faltaba para que sus hermanos, específicamente Hans, le pusieran lentes. Conforme a su vestidura, se encargaron de ponerlo elegante, incluyendo un corbatín de color rojo. Si no mal se equivocaban, se parecía a aquel muñeco de aquella serie de películas de horror.

-Y, sin duda alguna, estoy muy seguro de la respuesta a cerca de la pregunta que nos atormenta a todos, sin excepción -comentó el títere de forma desprevenida hacia la cuarta pared-. ¿Por qué existo? ¿Cuál es mi propósito en esta vida? Y la mera verdad... es que no tengo propósito. Mi existencia se debió a que mi padre estaba siendo acorralado por sus aficiones de sufrimiento y muerte. Sabía que su hermano no le podría dejar salir nunca de ningún sitio si no se libraba de aquello, y heme aquí. No soy más que la esencia misma del sufrimiento, del dolor, de la muerte misma, encerrada dentro de un miserable títere con la inteligencia más superior de todo el extenso Multiverso. Por supuesto, con poderes muy limitados, porque si me hubiesen dado más habilidades de poder, entonces ya nadie existiría. Lo único que me queda hacer es hacer aquello por lo que nací. Esos sentimientos de querer ver todo extinto por medio de la forma más cruel posible es lo único que tengo. De esta manera, sólo hay un medio para que todo sea así, y ese es mi padre.

Se levantó del asiento y se dirigió a una de las nueve pizarras que tenía detrás de él. La fotografía de una joven de cabello rubio y camisón azulado estaba posada ahí. James, con una sonrisa llena de malicia, volteó aquella pizarra giratoria, dando a entender que había terminado su trabajo con dicha persona.

-Pero, ¿quién dice que no me puedo divertir mientras eso sucede? Puedo hacer algo mucho más divertido que solamente hacer sufrir a la gente... soy capaz de crear algo que les encantará a todos, después de todo, los seguidores de The Loud House aman a sus personajes, ¿o me equivoco, amigos? -cuestionó "mirando" hacia los lectores-. En fin, su respuesta va a ser mayoritariamente afirmativa, por lo que mi plan debe seguir tal cual.

Volvió de nuevo hacia las pantallas, donde en una de ellas se podía apreciar a una pelirroja sentada a lado de un hombre de cabello blanco.

-Mis hermanos, junto con su otro amigo y Lincoln, harán que el amor sea posible -sonrió mientras tomaba asiento cómodamente una vez más.

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Astrid abrazaba a su hermano con ambos brazos. Carl sólo sostenía la mirada gacha, tratando de expresar la situación actual en la que todos se encontraban.

-Astrid, te-tenemos que sacar a Li-Lincoln de aquí.

-¿Por qué, hermano?

-Porque su-su familia está-tá en peligro.

La pelirroja se separó de él, mostrando un gesto de preocupación. Realmente no mentía cuando se dijo así misma que quería redimirse, en memoria de su amigo fallecido, haría lo posible. De inmediato, expresó su sentir con un rostro lleno de seriedad.

-Es James, ¿no es cierto?

-T-tú lo sabes. Él tiene una-una mente totalme-mente retorcida...

-Pero con un intelecto inigualable e inalcanzable -interrumpió para resaltarlo.

-Eso no le-le quita lo retorci-cido, hermanita.

-Ciertamente, Carl. En fin, ¿por qué es tan peligroso?

-Herma-mana, no tengo idea de-de lo que tiene pla-planeado, pero su fami-milia ya está sufriendo. U-una a una está-tán perdiendo sus aspi-piraciones, no sé co-con qué propósito lo está ha-haciendo, pero quiere te-terminar apagando esa-esa casa. Sabes que si-si la casa Loud pi-pierde su personalidad...

-Entonces se desenfocaría el argumento principal de este Universo.

-Y a-aunque Lincoln se-sea el enfoque pri-principal, sin su ambi-biente adecuado que lo-lo acompañe...

-La autodestrucción sería inminente -Astrid lo miró con cierta tensión en su rostro. Ella había sido muy despiadada en su pasado, pero no había llegado tan lejos como su hermano-. Sólo Phill pudo lograr tal hazaña...

-Sí, pe-pero el modo en que-que lo está haciendo Ja-James es cruel e i-inédito.

-Yo tengo oportunidad de recuperar a mi mejor amigo en un futuro, pero si James lo consigue de esta forma, entonces...

-No habrá mo-modo ni forma e-en que esto se pu-pueda reponer.

-¿Y qué se supone que hagamos? No le puedo decir esto y ya. Además, no creo que mi padre esté en desacuerdo conque James haga esto.

-Y no-no lo está, el obje-jetivo principal es captu-turar al elegido, pe-pero si se pue-puede arrastrar un efe-fecto colateral mayo-yor con ello, entonces nu-nuestro padre no lo desaprove-vecharía.

-¡Maldición! No podemos dejar que esto suceda... Lincoln es demasiado bueno, me recuerda tanto a él -apretó sus puños con fuerza.

-Hermana, n-no me digas que-que estás caye-yendo bajo su efe-fecto.

-¡No! ¿Por qué todos insisten?

-Po-porque es algo ine-nevitable cuando se tra-trata de mujeres.

-Bueno, ¡eso no importa! -desvió la mirada algo sonrojada. Luego regresó a ver a Carl con cierta rabia-. ¡Lo principal aquí es ayudar a Lincoln! Para comenzar, ¿cómo ayudaremos a su familia?

-N-no tengo idea, he-hermanita.

-¿Y cómo ayudaría sacarlo de aquí?

-Bu-bueno, siempre he vi-visto como es que Li-Lincoln ayuda a su-su familia.

-¿Entonces deduces que Lincoln sería lo suficientemente capaz como para revertir toda esta situación planeada meticulosamente por James?

-Y-yo digo, po-porque ambos sa-sabemos que si no-no fuera así, entonces mi-mi padre no me-me hubiera pe-permitido desobedecerlo po-por esta vez.

Astrid quedó asombrada ante lo que escuchó. Su destructiva mente no tardó en procesar aquella información.

-Si papá te está dejando desobedecerlo y James no hace nada al respecto para detenerte... entonces, ¿qué no es acaso lo que James quiere que pase?

-¿Có-cómo?

-James quiere que saquemos a Lincoln del instituto, pero, ¿por qué? ¿Eso en que lo beneficia?

-Te-tendrás que pe-pensarlo tú, po-porque yo no sé pe-pensar malévolamente.

-Debe haber una razón...

La pelirroja sabía que si James deseaba que esto sucediera tal cuál, era por una razón, pero dicha razón no iba a ser absolutamente buena...

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-Lincoln, ¿puedo preguntarte algo?

-Sí, claro, Rabel, ¿qué me quieres preguntar?

El castaño y el albino estaban sentados en una mesa, dentro de una de las aulas. Dicha mesa estaba repleta de hojas y lápices de diversos colores. Muchas de las hojas tenían dibujos retratados de las hermanas Loud con diversos trajes de superheroínas y, por supuesto, como personaje principal, estaba Lincoln suplantando a su héroe favorito: Ace Savvy. También decidieron poner un personaje para Rabel y uno para Astrid, aunque dejaron los poderes/habilidades y la ropa pendientes para ella, porque la conocían bien y querían saber a detalle cómo lo quería. En fin, en el rostro de Lincoln se podía apreciar una alegría inmensa mientras escribía el guión de la segunda escena de acción.

-Bueno, es una pregunta personal.

-No importa, Rabel. Puedes preguntar lo que sea, más aún después de que hayas dibujado a mis hermanas, ¡lo mejor es que te salieron igualitas! Como si las conocieras de toda la vida, ese es un don inigualable, Rabel -comentó con una gran sonrisa. Luego desvió su atención nuevamente hacia sus hojas.

-De acuerdo, entonces... quería preguntarte si tú serías capaz de hacer todo por tus hermanas.

Lincoln se desconcertó de dicha pregunta, tanto así, que inclusive dejó de escribir para darle una mirada de confusión.

-Eso ni siquiera deberías preguntármelo, ¡por supuesto que haría lo que fuese por ellas! -su semblante se puso serio.

-Y... ¿jamás te has sentido extraño al vivir con puras hermanas? Digo, no sé... tal vez...

-Rabel, ¿a dónde quieres llegar con esto? -el peliblanco no solía molestarse, pero las preguntas ya se le estaban haciendo demasiado acusadoras.

-Sólo piénsalo, Linc. Eres un niño de 11 años, pero en máximo dos ya estarás entrando en la adolescencia y las hormonas podrían alterar tu modo de pensar y...

-¿Insinúas que yo podría llegar a sentir algo por mis hermanas? Rabel, por Dios, ¿qué clase de pregunta es esa? Son mis hermanas y jamás me atrevería a cruzar la linea de fraternidad que nos une.

-¿Y qué pasaría si las circunstancias te orillaran a eso? -su actitud también se tornó seria.

-¿Qué tipo de circunstancias?

-No lo sé, puede que lo llegues a descubrir...

El joven Loud no podía creer lo que oía de su amigo.

-De acuerdo, Rabel... esta conversación es ridícula para iniciar. Ya llevábamos un buen trabajo aquí hecho y de repente me sales con esto... no... ni puedo siquiera imaginarlo -se levantó de donde estaba sentado y tomó dirección hacia la puerta-. Iré a caminar, Rabel. Nos vemos después.

Al salir, Lincoln se topó con el Sr. Darek, coincidencialmente pasaba por ahí, aunque el albino no había notado su presencia.

-No lo puedo creer, ¿por qué Rabel me preguntó eso? Siento que sería algo muy enfermo... ¿yo y mis... hermanas? ¿A qué clase de gente se le ocurre eso? -entre negaciones, Lincoln siguió su camino sin percatarse de la presencia del hombre.

El Sr. Darek lo vio con los ojos entrecerrados, como si lo estuviera leyendo. Entonces fijó su mirada hacia la puerta de la cual salió Lincoln y apresuró su paso. Abrió la puerta velozmente.

-Joven Rabel, es un gusto cono -sin embargo, en el salón ya no había nada ni nadie-... cerlo personalmente... -frunció el ceño y rápidamente volteó a todas partes, sólo para encontrarse que la única manera de salir de ahí era por la puerta-. No puede ser posible... mi hermano no sería capaz de escaparse sin dejar ningún rastro que yo no pueda identificar -entonces recordó las palabras de su hijo, James-... no, ¡no! Es inconcebible...

El Sr. Darek salió presuroso de allí, volteó a ambos lados del pasillo y se percató de que ya no había nadie.

-Para haberle preguntado algo como eso... tiene que saber algo que James también sabe -con un pensamiento más claro, el Sr. Daguer tomó dirección hacia su oficina.

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Lincoln regresó hacia su cuarto, estaba sentido en parte. Confiaba mucho en Rabel y le tenía mucha estima, gracias a él, Astrid era su amiga. Supuso que tenía sus razones para haberle hecho ese tipo de preguntas.

Fue hacia su cama y se sentó. Miró hacia su mesita de noche, justo ahí se encontraba la fotografía que Leni le dio, la misma foto donde todas sus hermanas salían al natural, es decir, siendo como ellas eran.

-Hermanas... yo haría lo que fuere por ustedes. De no ser así, entonces yo estaría haciendo mi propia vida desde antes, pero les agarré un cariño inmenso. Ustedes definen mi vida y hacen de la casa Loud... pues la casa Loud -rio ligeramente de su propio pensamiento-. Aunque jamás me atrevería a pensar como dijo Rabel, ¡nunca! -suspiró y abrazó aquella foto con mucho cariño. Realmente las extrañaba, pero sabía que estaba lejos de ellas para hacerlas sentir orgullosas.

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-Yo creo que ya se van haciendo una idea de lo que ocurre, ¿no es así? Y si no, pues no se preocupen. Sé que por ahora me ven como un ser despreciable y poco considerado, pero créanme, terminarán agradeciéndome. Terminarán agradeciéndome... -comentó James a la cuarta pared mientras tomaba una copa de vino y observaba con malicia sus pantallas.

En una de esas, pudo ver a Lola tomando rumbo hacia uno de sus más importantes concursos.

-Una más y, a la vez, una menos...

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