"Régimen Institucional" (2/3)
El día inició tranquilo. Lincoln estaba calmado, pues su familia parecía estarla llevando de maravilla, estaba muy seguro de que lograrían todas sus metas; él estaría concentrado en complir las suyas por ahora. Así que, con toda la determinación y la motivación de enorgullecer a todos, se levantó de la cama mostrando todo el entusiasmo en su rostro. Sonrió ampliamente. Estaba seguro de que lo lograría, ¡hasta el Sr. Darek tenía puesta todas sus esperanzas en él! No puede fallar, al final de cuentas, ¡es Lincoln Loud!
—Lo haré por ustedes —declaró tomando la foto que le regaló Leni, para luego dejarla en la mesita de noche nuevamente.
Se aseó como es debido y se preparó; aunque al hacer esto notó algo que no había podido disfrutar en un largo, largo tiempo: nada de esperar en filas y nada de encontrarse con un baño sucio y desagradable, por primera vez en un tiempo, gozó de la oportunidad de estar solo en su propio cuarto.
—Con que así se siente estar sin tantas hermanas —confesó con un tono de maravilla.
En fin, sacó sus lápices y demás, el primer día de clases debía iniciarlo con todo su esfuerzo. Ya que preparó todo lo que tenía que preparar, se dirigió dispuesto hacia la puerta. Era muy temprano, casi las 7:30 de la mañana (tomando en cuenta que se despertó media hora antes, sí, seguía siendo algo temprano) y tenía planeado ir a buscar a sus amigos, seguro Carl sabría la ubicación de sus habitaciones. Sin embargo, se topó con una vagante sorpresa.
Tocaron la puerta.
—¿Huh? —el albino se acercó, quizá era el Sr. Darek para indicarle dónde sería el primer taller del curso. Abrió la puerta y sin pensar, dijo:—. Buenos días, Señor Darek...
—¿Señor Darek? —cuestionó la joven voz de Rabel. A su lado, Astrid rió levemente.
—¿Rabel? ¿As... trid? —el joven Loud quedó sin habla al ver a la peliroja, si ayer estaba bonita, hoy estaba realmente hermosa.
—¿Qué pasa, Loud? ¿El gato te comió la lengua? —bromeó con una sonrisa traviesa. Lincoln no pudo evitar sonrojarse y, obviamente, ponerse muy nervioso.
—Pa-para nada, Astrid —rio nervioso.
—Hey, ¿no sabes que imitar a Carl es de mala educación? —se burló una vez más.
—¿Eh? ¿De qué hablas? —lo meditó un poco—. Oh...
—Eres un tonto, Loud —rio mientras daba la vuelta y se encaminaba hacia el taller, parecía ya conocer el camino.
—Bueno, Lincoln, ¡vamos! La clase inicia en diez minutos.
—Vaya, entonces creo que deberé levantarme aún más temprano.
—¿Para qué? Casualmente el salón queda cruzando el pasillo, te conviene que estos días nosotros vengamos, ya la próxima semana será en otro salón.
—¿En serio? Vaya, he tenido suerte —soltó una sonrisa.
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—No puede se-ser ella, ¡no se parece en na-nada!
—Carl, cálmate, obvio no va a mostrar su verdadero rostro. Ella ni siquiera debería estar aquí.
—¿Entonces qué-qué hacemos? ¿Fingir que no sa-sabemos quién es?
—No, Carl, debemos dejar que haga lo que tenga que hacer, ¿o crees que fue mera coincidencia que ella terminara aquí?
—...
—Eso pensé, así que sólo dedícate a hacer tu trabajo.
—Sí... pa-padre —caminó hacia la puerta.
—Espera un segundo, Carl.
El hombre de cabellera blanca volteó por un momento, se veía intrigado, aunque algo temeroso: su padre podía llegar a ser verdaderamente intimidante.
—Luego de que nuestro trabajo culmine en este sitio, hay algo de lo que quiero hablar contigo. Y no es sobre mí, sino sobre ti.
—¿So-sobre mí?
—Carl, sé que te he dicho que la cura a la locura de este cuerpo no existe, pero la verdad...
—¡Padre, no pu-puedes pensar en e-eso! Si mi he-hermano logra recuperar su ve-verdadero cuerpo, ¡entonces...!
—¡Carl, escúchame! —el peliblanco calló—. Hay algo que no te he dicho, y ninguno de tus hermanos lo sabe... bueno, James ya lo debió de haber deducido; sin embargo, es algo de vital importancia.
—¿Y de-de qué se trata?
—Carl, es sobre la conexión especial que hay entre tu hermana y tú.
—¿Mi... hermana?
Una alarma interrumpió el momento, marcaba las 7:35.
—Te lo explicaré luego, hay una clase que dar.
—Pa-padre.
—¿Sí, Carl?
—¿Po-podré estar con ella aunque sea?
El Sr. Darek se quedó en silencio por un momento. Vio a su hijo a los ojos y asintió lentamente. Luego, se fue.
—He... hermana...
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—Hey, Loud, muy emocionado para el primer día, ¿no crees? —rio Astrid, quien caminaba en frente de los otros dos chicos.
—Vamos, Astrid, ya nos ha contado lo importante que es para él estar en este sitio.
—Lo sé, Rabel, solamente me gusta molestarlo —volvió a reír.
—¿Molestarme? —el albino se sonrojó. No pudo olvidar aquel comentario que Lori le dijo hace unos meses. Además, ver a Astrid lo hacía sentirse muy cálido.
La chica tenía su pelo ondeando con el aire, y su caminar era muy primoroso. Traía puestas unas zapatillas de color rojo, las cuales tenían una perfecta combinación con su cabello suelto y su vestido de color verde hacía resaltar sus ojos. Sin duda alguna, para Lincoln, Astrid parecía ser alguien esculpida por los dioses. ¿Cómo podía ser tan despampanante?
De pronto, sintió un brazo rodear su hombro.
—¿Sabes Lincoln? Astrid es una chica realmente misteriosa, no es que me dé mala espina, pero te aseguro que ella no es para nada lo que parece —susurró Rabel en su oído.
El albino se quedó extrañado del comentario tan repentino de su nuevo amigo.
—¿Por qué lo dices? —cuestionó con el mismo tono de voz.
—Tan sólo es cuestión de observarla, trata de ocultar su verdadero ser mostrándole al mundo su mejor lado, pero, por otra parte, ella esconde algo.
—¿Y tú sabes qué es?
—¿Qué importa si lo sé o no? Lo importante es saber si tú quieres averiguarlo —comentó al final con una sonrisa.
Lincoln quedó intrigado con toda la situación, también se quedó con ganas de averiguar más sobre su nueva amiga, de todas formas, ella fue quien quiso comenzar una amistad con él. ¿Por qué?
—¿Todo bien, chicos? Llegamos hace como cinco minutos —rio.
El joven Loud salió de sus pensamientos.
—¿Qué?
—Sí, es que le dije algo que lo puso a pensar.
—¿Qué cosa, Rabel?
—Una... simple curiosidsd acerca del mundo —le guiñó el ojo y entró al salón de clases.
—Sí que Rabel es realmente impredecible, ¿no crees? —Astrid se acercó a Lincoln mientras sonreía.
—Es verdad. Astrid, uhm... ¿crees que podamos hablar después?
—Por supuesto, sólo esperemos que el Señor Darek no nos deje con muchos deberes.
—Tendrán deberes hasta de sobra —dijo el hombre con un tono de voz muy serio.
Astrid no pareció haberse inmutado ante la voz del Sr. Darek; Lincoln, bueno, él hasta se encogió.
—Tranquilo, joven Loud, era una simple broma. Entren al salón, por favor.
Con una risilla de nervios, Lincoln entró atrás de Astrid, ciertamente, aún no perdía su caballerosidad. Era un salón que tenía mesas redondas, parecían ser para conformar tu grupo de amigos, y sólo había tres. Es como si el Sr. Darek ya hubiera esperado que fueran tan pocos, tanto así, que hasta sobró una de las tres mesas.
El Sr. Darek se colocó al frente del salón, listo para iniciar el primer del día del curso. Inspiró hondo y, sin más dilación, comenzó.
—Buenos días, ¿amanecieron bien?
La mayoría asintió con la cabeza, unos pocos se atrevieron a contestar afirmativamente, entre ellos, Rabel y Lincoln.
—Me alegra —volteó hacia el pizarrón para anotar su nombre—. Muy bien, vayamos al punto central del asunto. Mi nombre es Darek Dagger, y seré su instructor en el arte del dibujo y las maravillas de la escritura. Iremos intercalando las clases semana por semana, por lo tanto, esta semana iniciaremos con la escritura y la que sigue será sobre el dibujo. ¿Quedó claro?
Todos afirmaron con la cabeza.
—De acuerdo, ya que quedó claro ese tema, es hora de iniciar con el reglamento, el cual será estricto y quien desobedezca será amonestado dependiendo la gravedad de su incumplimiento.
—Vaya, ya se me ocurrió una historia con usted haciéndola de dictador —bromeó uno de los chicos.
—E inclusive tiene el porte, señor Darek —comentó otro con cierta suspicacia.
—¿Ustedes creen? —sonrió.
—Si tan sólo supieran quien es —pensó Astrid negando con la cabeza.
—Y tomando en cuenta que estamos en un instituto, siendo tan poquitos, podría crearse una historia llena de suspenso y quizá algo de horror —dijo un chico de cabellera negra.
—"Régimen Institucional", ¿qué tal suena? —concluyó otro chico, cruzándose de brazos mientras alzaba sus cejas con cierto orgullo.
El Sr. Darek no pudo evitar reír, al igual que Rabel y Astrid.
—¿De qué se ríen chicos? —preguntó Lincoln en voz baja.
—No lo entenderías, Loud —la pelirroja volteó hacia Rabel—. ¿No crees?
—No lo sé, Astrid. Las personas pueden llegar a sorprenderte.
—¿Huh? —Astrid miró a Lincoln con cierta extrañeza—. No, él no puede saberlo... ¿o sí? —una mueca de asombro se asomó en su rostro.
—Uhm... ¿pasa algo, Astrid?
—No, nada, Loud...
—Suena genial, chicos, quizá podrían trabajar en equipo y hacer un comic sobre ello. Podría quedarles genial.
—¿De verdad, señor Darek?
—No lo dudo —tomó una postura llena de seriedad—, pero retomando el punto nuevamente antes de que me interrumpieran —miró la mesa del grupo de 5 niños. Por alguna razón, aquella mirada puso en alerta a los chicos—, hay ciertas reglas que se deben de acatar. ¡Número uno! Quizá algunos ya la saben, pero sino —agarró un plumón y anotó:— Nada de comunicación con sus padres o familiares fuera del instituto.
La segunda mesa estalló en molestia y asombro.
—¡¿Y nuestras familias lo saben?!
—Por supuesto, todos los padres lo saben. Claro, que hubo otros que no aceptaron y, justo por eso, algunos ni pudieron otorgarnos su presencia.
—Seguramente se desconfiaron, señor Darek —admitió la pelirroja. El hombre miró a la única chica del sitio.
—¿Por qué lo dice, señorita Delphino?
—No lo sé... ¿quizá si deba porque nos sacó fuera de la ciudad, en donde nadie nos podría escuchar, dejándonos incomunicados del mundo?
—Vaya, es el mejor argumento para la parte de horror de nuestro nuevo proyecto —uno de los chicos de la segunda mesa anotó lo dicho por la pelirroja.
—Lo que a mí me sorprendió fue haberla encontrado sin padres —todos se quedaron espectantes.
—¿Por qué haces esto sabiendo lo que sabes? —la chica frunció el ceño y sus dientes se apretaron con fuerza.
—Uhm... ¿Señor Darek? —irrumpió Lincoln de repente.
—¿Sí, Lincoln?
—¿Podríamos —se rascó la nuca algo nervioso—... concentrarnos en la clase?
El ambiente tenso se relajó un poco con eso.
—Tienes razón, Loud. Dejaremos las dudas y las discusiones para el final.
Astrid suspiró aliviada. Tomó el hombro de Lincoln. Este volteó sintiendo esa sensación en su pecho nuevamente, y vio una sonrisa deslumbrante, la cual pronunció un delicado "gracias". El albino no hizo más que devolverle la sonrisa, en función de darle entender que siempre contaba con él.
—A penas he dicho una de las cuantas reglas que hay. La segunda es algo obvia, pero como saben, tenemos un horario específico. Horarios de clase, horarios de recreo, horarios de comida y el horario de descanso. También habrá horarios para sus proyectos personales o para dudas que servirán para su especialización. Otra regla será que nadie puede salir de las instalaciones, por ninguna razón. Podremos salir, pero será únicamente una vez por mes y con el propósito de hallar su inspiración. Otra regla será que ustedes serán como una familia, así que deben conocerse, pues serán las únicas personas con las que podrán convivir; pueden incluirme a mí y a Carl, si gustan.
—¿Quién querría ser amigo del rarito? —cuestionó uno de los chicos en voz baja, la segunda mesa rio por lo bajo.
—¿Algo que quiera compartir, joven Thompson? —el Sr. Darek mostró un semblante de enojo—. Le recuerdo que Carl es mi hijo, y uno de lo más queridos. Además, este instituto está direccionado con valores.
Thompson, un chico algo engreído y de cabellera castaña, miró ahora al Sr. Darek con mucha vergüenza. No iba a encarar a alguien como él.
—Lo siento mucho, señor...
—Tendrás que disculparte con mi hijo, apesar de que no haya estado presente durante tu ofensa.
Se limitó a asentir.
—Continuando con el reglamento, serán grabados para que su familia esté consciente de su bienestar, y lo haremos con sus propios celulares, especificamente en los horarios de proyectos personales. Así es como vivirán en este instituto por el resto de estos dos meses.
—Uh... ¿Señor Darek?
—¿Sí, Michael?
—¿No tendríamos que quitarle la contraseña a nuestros celulares?
—Así es. Creo que es algo obvio.
Algunos rieron ante la ingenuidad del chico.
—En fin. ¿Alguna pregunta?
Nadie dijo nada.
—De acuerdo, cualquier cosa nos consultan a mí o a mi hijo Carl. Ahora, ¿por qué no iniciamos con la clase? Todos saquen una hoja o cuaderno y un lápiz o pluma.
Todos sacaron lo pedido sin demorarse.
—Muy bien. Ahora, quiero hacerles una pregunta sumamente esencial e importante. Dará la pauta para saber quiénes son ustedes realmente y la causa de que estén aquí.
Todos quedaron atentos. Lincoln estaba ansioso ante lo que fuese a decir el Sr. Darek.
—¿Por qué escribir? —lanzó la pregunta al aire, dejando que sus alumnos respondiesen.
Al principio, nadie entendió que debían responder, hasta que notaron que el Sr. Darek no alzaba su voz ni decía nada. Nadie se animó a responder la pregunta del hombre, hasta que nuestro querido protagonista alzó la mano.
—Joven Loud. Me imaginé que tendría la voluntad de contestar. Entonces, díganos, ¿por qué escribir, joven Loud? ¿Qué lo motiva usted a escribir?
—Vamos, Lincoln, estoy seguro de que nos conmoveras —Astrid le guiñó el ojo.
El peliblanco se sorprendió que le hablara por su nombre otra vez, toda la mañana le estuvo hablando por su apellido. ¿Qué significará?
—Tómese su tiempo —el Sr. Darek sonrió.
—Oh, sí, lo siento —Lincoln alcanzó a oír la traviesa risa de su amiga—. Rabel tiene razón, ella es un misterio, ¡pero ese no es el punto ahora! ¿Por qué escribir, Lincoln? ¿Por qué? —lo meditó por un momento, hasta que por fin soltó las palabras—. Creo que debería empezar diciendo que cada quien tendrá una percepción diferente sobre el por qué escribir.
—¿Y cuáles serían esas percepciones? —cuestionó interesado el hombre.
—Bueno, yo diría que algunos escribirían por popularidad: ser reconocidos; otros por el dinero; otros por afición —silenció.
—¿Y usted, Loud? ¿Por qué lo hace?
—Lo hago por pasión, yo diría que escribir es una de las formas más complejas por la cual uno puede transmitir sus emociones y pensamientos, tal y cómo lo hace Lucy; sin embargo, también lo hago por amor a mi familia, pues es debido a ellos que he estado pensando en hacer un cómic que trate sobre ellos —sonrió—. Son mi inspiración. Así que, yo escribiría por amor y pasión.
—Joven Loud, he de admitir que es el motivo más gentil y humilde que he escuchado. Le soy honesto al decirle que mi hermano piensa igual que usted. Su respuesta me es grata y satisfactoria —le devolvió la sonrisa.
—Gracias, señor Darek —se sentó con una sensación de alegría recorrerle.
—Tal y como dijo Lincoln, muchachos, escribir es la manera más compleja de expresar las emociones y los pensamientos del ser humano. Aunque, eso se debe sobretodo al cómo se escribe, puesto que podríamos incluir mucha metáfora y la interpretación de nuestra escritura podría ser prácticamente indescifrable —carraspeó su garganta—. Ahora bien, quiero que en sus hojas, las cuales no tomaré, anoten la cuasa del por qué escriben y abajo de eso, proponganse un pequeño proyecto tanto personal como en equipo. A veces, los mejores cómics surgen de un buen trabajo grupal. Sin más que agregar, debo retirarme rápidamente. Tengo que hacer una llamada.
Y tal cual dijo, el Sr. Darek salió.
—¿Qué se les ocurre chicos?
—Ni idea, la verdad pensaba que este curso sería un poco más de relajo.
—Ay, hermano. Eso te pasa por tomsrte todo a juego.
—Bueno, ese no es el punto, ¿ya tienen algún proyecto en mente?
La segunda mesa ya tenía puesto un relajo entre ellos.
—Mi padre me ha mostrado muchas de sus grandes ideas, aunque yo tengo algunas propias —comentó Rabel con una sonrisa.
—Yo... quizá pueda llegar a tener unas ideas más... sombrías —Astrid mostró una sonrisa para nada confiable.
—Astrid, ¿por qué sonríes así? —el albino sintió un escalofrío.
—Por nada —luego sacó su rostro más inocente.
—Bueno, yo sí tengo mi idea personal.
—¿Ah, sí? ¿Cuál es? —y entonces, Rabel y Astrid pusieron atención a la idea del albino. Una interesante idea que terminó en un triste final...
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Hola a todos mis lectores. Lamento mucho la tardanza, sé que no he subido nada en un buen tiempo. Sin embargo, debo ser honesto. Pasé por una etapa de desmotivación, no veía el futuro de seguir escribiendo historias en general. Algunas personas en particular me decían que perdía el tiempo y al ver que no recibía algún apoyo me sentí sin ganas de continuar. Sin embargo, me percaté de que no puedo ser el tipo de personas que dejan su historia inconclusa, no me lo permití. Así que, sin importar los obstáculos, continuaré hasta el final.
Quiero dar un agradecimiento especial para esas cuatro (o cinco, no recuerdo) personas que siempre votaron en cada actualización de este fic.
:)
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