"Régimen institucional" (1/3)
Lincoln se había quedado atrapado con la imagen de aquella chica. Era realmente bella si se ponía a apreciarla. La pelirroja no tardó en sentirse observada y voltear, para entonces regalarle una sonrisa traviesa. Después de eso, continuó admirando la flor. La colocó detrás de su oreja y se fue caminando en dirección a una banca.
—Excéntrica, sin duda —comentó Rabel con una sonrisa inocente—. Creo que deberías hablar con ella. Ser la única chica aquí debe ser algo incómodo, pero algo me dice que tú eres el chico indicado para ayudarle a sentirse parte del grupo.
—¿En verdad lo crees? —preguntó nervioso.
—No lo sabrás si no lo intentas —dijo esto último dándole un leve empujón. Lincoln se quedó estático, por alguna razón, la chica le daba una sensación cálida en el pecho. ¿Atracción? Posiblemente, sus peculiares características eran inusuales y realmente cautivadoras. Tragó saliva. De pronto, sintió un toque en su hombro: toda la ansiedad y el nervio se había disipado como por arte de magia—. Calmado, Lincoln. Sé que podrás, ve —renovado, Lincoln inspiró hondo e inició a avanzar hacia ella.
—¿De dónde será? ¿Realmente es de Royal Woods? Me sorprende no haberla visto en toda mi vida —fue lo que pensaba en el transcurso del camino. Cada paso que daba lo volvía a poner nervioso, desearía que Rabel estuviera ahí con él, al menos—. ¿Por qué hago esto para empezar? —se cuestionó por un segundo. Se detuvo—. Estoy hecho un manojo de nervios, ¿me hará caso para empezar? Es demasiado... bella —fijó su vista en ella nuevamente. Ella pareció haber entendido su mirada y rio por lo bajo—. Espero no haberle causado una mala impresión —se sonrojó un poco—. Bueno, Lincoln, tranquilo. Así sirve que convivo y hago amigos. Además, aquí todos somos de la misma edad, ¿no? —un poquito más confiado, volvió a inspirar y continuó el avance.
Llegó hasta ella.
—Hola —atinó a decir como recurso básico mientras alzaba la mano.
—Hola —soltó una risilla traviesa—, te ves muy nervioso, ¿estás bien?
—Claro —rio nervioso—, emm —se rascó la nuca—... me llamo Lincoln, ¿te importa si me siento junto a ti? —preguntó rápidamente.
—Para nada.
Lincoln tomó asiento junto a la chica. Rabel los veía desde lejos con una sonrisa.
—¿Ese chico es tu amigo? Siento haberlo visto antes —comentó con los ojos entrecerrados.
—¡Sí! Su nombre es Rabel, lo acabo de conocer, pero no dudo que lleguemos a ser buenos amigos.
—Rabel —su mirada denotaba sospecha—... nombre inusual, ¿no crees?
—A decir verdad, sí. Aunque no le tomo mucha importancia. Yo vine aquí a superarme a mí mismo y conseguir ese trofeo al mejor cómic escrito y dibujado —Lincoln miró al cielo y suspiró—... y así, por fin podré demostrarle a mi familia de lo que puedo ser capaz. Mis padres se sentirán orgullosos y mis hermanas estarán felices de saber que conseguí tener una pasión a la cual aferrarme y sacarle provecho. Ser un Loud más.
—Vas en serio, ¿no? Me gusta tu optimismo —sonrió. Lincoln le imitó—. Siendo sincera, yo vine aquí porque no tenía a donde ir. Cargaba con 50 dólares en el bolsillo. Desde que vi que daban comida y asilo, pensé que era una oportunidad para encontrar un lugar en donde quedarme por mientras.
Lincoln quedó confundido.
—¿Qué? ¿Acaso... tienes problemas o algo así? —preguntó preocupado.
—¿Eh? ¡No! ¡No! —exclamó moviendo sus manos.
—¿Entonces por qué dices eso? ¿No tienes hogar o algo así? ¿Te escapaste de casa?
—Yo —se sobó el brazo derecho y agachó la mirada. Por un momento recordó varias cosas de su pasado. Suspiró—... no me escape. De hecho estoy en una travesía para regresar a mi hogar.
—Yo te puedo ayudar. ¿En dónde vives? —la chica dejó su tristeza a un lado y soltó una pequeña risa.
—Ay, Lincoln. Eres muy considerado, pero temo que no puedes ayudarme —puso su mano en el hombro de Lincoln. En ese instante, el joven Loud sintió una punzada electrizante en todo su ser, dándole un leve escalofrío. Sin saber por qué, se concentró en los ojos de la chica, quedando hipnotizado—. Al menos puedes hacerme compañía. Seamos amigos, ¿qué dices? —cuestionó con una dulce sonrisa.
El albino continuaba perdido en sus ojos, parecían llevarlo a otro lugar... en la lejanía de... ¿recuerdos? Por alguna razón, sintió tristeza al ver profundamente en sus ojos. También sintió miedo y algo de vacío. Fue entonces que regresó a la conversación. La abrazó. Sentir todo aquello le hizo hacerlo.
—Por supuesto. Y... ¿sabes? Cualquier cosa estaremos Rabel y yo para apoyarte, más él. No lo sé. Algo de él es bastante —volteó a verlo. El castaño sonrió con una inmensa alegría—... relajante.
—Ya lo creo. Me parece bien, gracias Lincoln —se zafó del abrazo—. Ahora, creo que es tiempo de presentarme correctamente.
—Oh, es cierto, perdón —se levantó de la banca—. Me sumergí tanto en la conversación que olvidé preguntarte tu nombre.
—No pasa nada. Suelo causar sensaciones en la gente que difícilmente olvidarán —sonrió nuevamente. Lincoln no supo que decir ante aquello—. En fin, me llamo Astrid. Astrid Delphino.
—Vaya, suena bastante fino.
—¿En verdad? A mí me gusta como suena, además, el apellido es... una constante en nuestra familia.
—¿Cómo?
La jovencita rio nuevamente.
—Cosas que no entenderías. Vamos, quiero conocer a Rabel.
Así, comenzó una amistad entre ellos dos. Sin embargo, Lincoln desconocía la verdadera clase de persona con la cual se estaba relacionando, aún así, no le tomó mucha importancia; seguía siendo una amiga más para pasar el rato durante esos dos emocionantes meses. Además, también estaba Rabel: entre ellos dos, tendría una gran gama de posibilidades.
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Llegó la noche en el instituto. Lincoln fue muy abierto con sus nuevos amigos, les contó de sus diez hermanas y de las aventuras que vivía con ellas día a día. La única que reaccionó de manera incrédula era Astrid, le parecía bastante estresante toda su situación; sin embargo, también admitió que su familia podría llegar a ser el triple de problemática, pero parecía no preocuparle, pues también comentó que jamás se involucraba en dichas cosas. Rabel, por su parte, siempre actuaba tranquilo y relajado; una actitud serena se posaba en él y cada vez que veías sus ojos, sentías una profunda paz recorrerte el cuerpo. El castaño expresó su opinión diciendo que vivir en una familia tan grande debía ser agotador.
Lincoln ya se dirigía a su habitación para dar por terminado el día, Darek había dejado el día libre para que se acoplaran a las instalaciones. Rabel y Astrid lo acompañaron, parecían dirigirse la mirada de vez en cuando, demostrando que ya se conocían... o eso aparentaba.
—Me alegra haberlos conocido —comentó Lincoln alegremente mientras abría la puerta de su cuarto.
—Lo mismo puedo decir, Linc —dijo Astrid dándole un beso en la mejilla. Quien sabe por qué, pero Astrid siempre le provocaba una sensación de calidez en su pecho.
—El gusto es mío, Lincoln —sonrió.
—Nos veremos mañana —y dicho eso, cerró la puerta.
Podría decirse que fue la curiosidad, pero Lincoln quiso quedarse pegado a la puerta.
El albino conoció de mejor manera a los dos.
Rabel mencionó que su padre era prácticamente igual a él en su forma de ser y que su madre le había heredado sus características físicas. También comentó que era alguien calmado y que prefería evitarse problemas con la gente o, en todo caso, solucionar dichos problemas sin recurrir a la violencia. Sin embargo, el joven Loud siempre se preguntaría el por qué el chico emanaba tan pacífica y serena vibra.
Caso contrario era la misteriosa Astrid Delphino. Ella admitió ser de carácter fuerte y rudo, aunque no lo pareciese. Dice que el color de sus ojos es por parte de su padre y lo demás viene por su madre. Extrañamente se sintió rara al decir esa palabra: madre. Lincoln no le tomó importancia y decidió simplemente disfrutar de su compañía. Ya luego resolvería sus dudas.
Volviendo a la habitación, Lincoln alcanzaba a oír unos murmullos.
—Rabel, ¿uh? Ya te he visto antes y... tu nombre es idéntico —dijo la pelirroja con un tono de nostalgia.
—Podría ser Astrid. Aún así, algo me dice que yo también te conozco. Sin embargo, yo estoy aquí por mi padre.
—¿Él te obligó a venir?
—Vine a cumplir un objetivo y no puedo defraudarle.
Astrid suspiró.
—No quiero problemas, ¿está bien? Sólo dime como vuelvo a casa.
—Debes esperar.
—Me lo imaginé desde que vi que se volvieron grises.
Lincoln estaba sumamente confundido con su conversación, era prácticamente irrelevante. No entendió nada.
—Será mejor que nos vayamos, parece ser que el señor Darek ya viene y, si nos encuentra aquí, seremos regañados —Lincoln oyó los pasos de alguien alejarse.
—Sí... —Astrid procedió a retirarse.
—¿Cómo saben que...? —los pensamientos de Lincoln fueron detenidos por unos golpeteos en su puerta.
—Buenas noches, Lincoln —al oír esa voz, el albino abrió la puerta inmediatamente.
—¡Señor Darek! Buenas noches, ¿qué pasa? —sin saber el motivo, Lincoln se encontraba nervioso.
—Quisiera hablar un momento contigo. ¿Me permites? —señaló con su mano la habitación.
—Claro, claro, adelante. De todas formas, este es su edificio —rio. Darek correspondió aquella risa.
—Tienes razón, muchacho.
El hombre entró y se dirigió hacia el armario. De ahí, sacó una silla desplegable.
—Vaya, no la había visto —comentó Lincoln sorprendido.
—La mayoría de la gente pasa por desapercibida estas sillas —la colocó enfrente de la cama—. Siéntate, por favor.
Asintió. El joven Loud fue hacia la cama para acatar la orden. El señor Darek se sentó de igual manera en la silla, fue ahí cuando miró de manera penetrante a Lincoln. El chico se puso algo nervioso por la mirada intimidante que el hombre ponía. Relajó la mirada al ver que el albino estaba sudando frío.
—Vale, Loud. Solamente quería decirte algunas cosas.
—No tengo problema, señor Darek. Dígame.
—De todos los jóvenes que están aquí, tú eres el único que me trae una vibra bastante fuerte, además de Astrid y Rabel; ellos dos también emiten una energía muy potente. Sin embargo, tú eres diferente a ellos dos.
—¿Por qué?
—Tu presencia, Lincoln. Tu sola presencia es inaudita, tu cabello blanco es inusual y tu personalidad también. Tú eres introvertido y al mismo tiempo eres capaz de desenvolverte con mucha gente, es irónicamente perfecto. Sin duda alguna me recuerdas a mi hermano en los viejos tiempos.
—¿Su hermano?
—Exactamente, pero bueno, ese no es el punto. Quiero ser muy directo contigo, Loud. Si le echas un buen empeño a este lugar, te prometo que no saldrás con un trofeo entre tus manos solamente. Te abriré la puertas al mundo del entretenimiento y hasta incluso te recomendaré con varios amigos míos para que en el futuro puedas trabajar para ellos. Es una oportunidad muy valiosa, ¿no lo crees?
Lincoln quedó atónito ante lo que dijo el Sr. Darek. ¡Ni siquiera ha pasado un día común de labores y ya ve en él un potencial que ni ha demostrado! Eso sí era inaudito.
—Wow... yo... no sé qué decirle.
—Tranquilo, sé que es mucho por digerir, pero piénsalo un poco. Con el transcurso de estos dos meses me gustaría tener tu respuesta —se levantó de la silla mientras se sacudía el traje.
—Sí, yo le digo.
—Por cierto, Lincoln...
—¿Sí?
—Vaya que tu familia es muy insistente. Han marcado ya como 11 veces en las últimas 2 horas de diferentes números. Eres realmente valioso en tu casa, ¿verdad? —rio levemente.
—¡¿Qué?! ¿Y por qué llamaron tanto? ¿Sucedió algo malo? ¿Una urgencia? ¿Alguien se lastimó o...? —el Sr. Darek le detuvo poniendo su mano en el hombro del muchacho.
—Tranquilo, hijo. No ha pasado nada grave. Contesté obviamente. Tus padres ya sabían que no podían hablar contigo, así que intercedí por ti.
—¡¿Y qué le dijeron?!
—Llamó primero tu hermana Lucy, lo hizo tres veces. Pidió hablar contigo, pero le expliqué el reglamento. Se me hizo curioso no verla en tu despedida, sinceramente. En fin, dijo que se sentía triste y que quería hablar contigo.
—Pobre Lucy —suspiró—. ¿Y no cree que pueda hablar con ella?
—Lo siento, Loud. No puedo hacer excepciones en mi reglamento. Puede que seas uno de mis alumnos preferidos, pero tampoco puedo ser injusto. Todos se vendrán contra mí si se enteran de que hiciste una llamada.
El albino lo razonó un poco.
—Tiene razón, lo siento.
—Bueno, luego llamó tu hermana Luna, solamente quería expresarte su gratitud. También quería decirte que se sentía emocionada por la audición de esta noche. Volvió a marcar solamente para desearte suerte, se había emocionado tanto que olvidó mencionarlo.
—Je, es lo que me agrada de ella. ¿Quién más llamó?
—Tu segunda hermana mayor, Leni. Habló diciendo que te preguntara si ya habías abierto el regalo sorpresa que te había dejado en tu maleta; después de que hayan desempacado todos ustedes, deduje que sí. Igual me preguntó que cómo habías reaccionado, pero le contesté que no estaba contigo cuando lo abriste; se entristeció un poco, pero le prometí que mañana le llamaba de nuevo con la respuesta.
—Me gustaría que le dijera que fue un bonito detalle de su parte. ¿Sabe, señor Darek? Aunque no lo crea, también extraño a mi familia. Es raro, pero... todo ese ruido que hace falta se me hace extraño.
—No te preocupes, hijo. Es normal sentirse raro después de salir de tu zona diaria: caos, problemas, ruido, compañía en exceso... tú sabes.
—Sí. En fin, tampoco es como si me fuera a quedar para siempre —rio. El Sr. Darek se limitó a sonreír—. Bueno, entonces, ¿quién llamó aparte de ellas?
—Tu padre y tu madre, una llamada por cada uno. Tu mamá llamó en la tarde para asegurarse de que ya habías llegado, quizá por tanta familia la atención sea escasa, Lincoln, pero una buena madre sigue siendo una buena madre.
—Eso sí —sonrió.
—Tu padre solamente llamó para saber cómo estabas, si estabas tranquilo o ansioso; se sentía feliz de que por fin pudieras tener algo en qué desempeñarte, incluso me pidió que por favor trajeras ese trofeo a casa. Yo le dije que lo tuviera por seguro, aunque no te presiones muchacho; a veces la familia puede llegar a ser algo exigente.
—Y que me lo diga —ambos rieron—, aun así, yo espero con todo mi ser poder entregar mi presencia con mi primer trofeo.
—Y ten por seguro que así será.
—¿Las otras cuatro llamadas?
—Dos de Lynn, una de Lana y una de un tal Clyde.
—¿Y qué dijeron?
Darek rio.
—Muchacho, varios llamaron hoy, tú fuiste el que me ocasionó más problemas, ¿sabes? Aprenderse tanto mensajes no es tan fácil.
—Oh, lo siento —rio nervioso—, no quise sonar grosero.
—Está bien, siendo sincero sólo recuerdo el mensaje de Clyde y la de tu pequeña hermana Lana; no recuerdo mucho de lo que dijo tu otra hermana. El tal Clyde únicamente preguntó por ti, quería presumirte el sitio en el que se estaba quedando a vacacionar y que hubiera sido genial que te hubieses ido con él, también cuestionó dónde estabas: le di todos los detalles. Lana te deseó una gran aventura aquí en el curso y te desea éxito; pidió gracias de igual modo que Luna por ayudarle.
—Es bueno saberlo... —Lincoln estaba convencido de que sus hermanas se encontrarían bien a pesar de todo; todo rondaba alegre y en paz, no habría razón para preocuparse. Respecto a Lucy, seguro Leni o alguien más de la familia le ayudaría a sentirse mejor.
—De acuerdo, Lincoln, eso es todo por esta noche. La próxima semana te daré el recuento de los nuevos mensajes.
—Vaya, espero que no sea eso una gran molestia. ¿Podrá memorizar todos las llamadas y mensajes?
—Por supuesto que no. Las anotaré en una hoja y luego te lo entregaré. No lo hice hoy porque usualmente nadie llama el primer día; aunque tú fuiste la excepción —colocó la mano sobre su hombro—. Tienes a una familia que te ama, a pesar de cómo me te han tratado...
—¿A qué se refiere, señor Darek?
—Ay, chico. A veces la vida puede ser muy radical; sólo espero que actúes al igual que mi hermano. Me recuerdas mucho a él.
Dicho esto último, se encaminó a la puerta.
—Que descanses, muchacho.
—Igualmente, señor Darek...
Darek salió.
—¿Todo bien?
—Efectivamente, Carl. No sabe nada acerca del pésimo partido de su hermana; no tengo por qué preocuparlo.
—Padre... ¿es necesario que mi hermano haga esto de forma tan radical?
—Como él me dijo, Carl: es su Universo, deja que se divierta —sonrió maliciosamente, retirándose con soberbia.
—Supongo que tienes razón... —volteó hacia la habitación del muchacho—. Pobre... sin tan sólo supiera la verdadera razón por la cual está aquí... —el hombre de pelo blanco procedió a retirarse de allí, dejando un pasillo vacío.
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