"Entre la mentira y la verdad" (2/3)
Entonces... tal vez... lo que Lincoln debería hacer en ese momento sería solamente descansar. Al día aún le faltaba mucho, pero quería descansar; dormir un poco, de hecho, no sonaba tan mal. A veces dormir puede ayudar a despejar la mente y olvidar todo lo malo, para luego poder enfocarse en lo importante.
—Sí… un sueño no vendría nada mal —comentó para sí mientras frotaba sus ojos con sus dedos. Una parte de él se sentía agotada, cansada de tanto secreto y mentira.
Pensando en que un domingo es un buen día para echar la flojera, decidió entonces partir a su cuarto y encerrarse. Ya ni siquiera sé tomó la molestia de cambiarse su ropa, tal cual estaba se echó a la cama. Sin embargo, los pensamientos del día lo tenían intranquilo y se sentía preocupado. Por otro lado, quería liberarse de tanta presión y de tanto estrés, por lo que decidió relajarse, algo que fue logrando lentamente; aunque eso no detuvo que soltara un pequeño suspiro.
—No entiendo nada de lo que pasa. Ya ni siquiera sé en quién o en qué debo confiar —musitó el joven Loud cerrando los ojos con una clara muestra de confusión. Poco a poco, fue quedándose dormido hasta que su subconsciente lo transportó a un sitio en blanco.
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Lincoln abrió los ojos, pero no logró hacerlo completamente: el cuarto era muy iluminado. De pronto, una figura emergió de la nada y se dirigió hacia a él. El peliblanco lo observaba con asombro.
—Parece que has tenido una larga travesía hasta aquí —dijo serenamente la figura que comenzaba a tomar la forma de una persona joven de 17 años—. Veo que tienes algunos problemas con los cuales lidiar.
—¿Huh? —el albino tenía su mano enfrente, pues aquella luz intensa le impedía ver claramente. El ente fue disminuyendo la luz que emitía y, mientras hacía esto, fue caminando hacia él.
Lincoln pudo divisar lo que tenía frente a él. Era un muchacho, su apariencia le hacía creer que a lo mucho le llevaba 5 o 4 años. Lo primero que pudo ver de aquel joven, fue su amplia sonrisa que transmitía una gran paz y tranquilidad.
—Tranquilo, estoy aquí para hablar contigo. He estado esperando por hacerlo, pero he estado ocupado —la luz que lo rodeaba desapareció, dejando simplemente al muchacho cuya piel parecía ser de color turquesa, lo que lo hacía más interesante era su apariencia transparente cual fantasma o espíritu.
—¿Quién eres? —cuestionó mirándolo con intriga. El joven no hizo más que continuar con aquella sonrisa y poner su mano en su cabello, acariciándolo un poco en el proceso.
—Mi nombre es Rike, y estoy aquí porque veo que necesitas mi ayuda.
—¿Cómo sabes que necesito ayuda? ¿Acaso eres un tipo de ángel de la guarda o algo por el estilo? ¿Una clase de espíritu guía o algo así? —seguía mirándolo con mucha curiosidad.
La entidad soltó unas leves carcajadas.
—No. No soy un ángel ni ningún espíritu. Soy más real de lo que te imaginas, pero no había podido venir antes. Otro muchacho me necesita, está sufriendo bastante, perdió a casi toda su familia.
Al oír esto, Lincoln no supo qué contestar. Se quedó en silencio, esperando a que el muchacho siguiera hablando.
—Tranquilo, en tu lugar tampoco sabría qué decir. A veces es duro escuchar noticias como esta, pero ten calma, yo me encargaré de que todo salga bien con ese otro chico. Por ahora, los dos estamos aquí y ahora y, justo por eso, debo de ayudarte a ti ahora. Por lo que, dime, ¿cuál es tu pesar?
Honestamente, a Lincoln se le hacía extraño hablar con un ser que era extraño para él. Pará empezar, ¿cómo saber si podía confiar en él? ¿O cómo...?
—Lo sé, aparecer de la nada y solamente decirte que vengo ayudarte y tú sólo sueltes todo como si nada suena realmente tonto —rio. En el vacío blanco, hizo aparecer dos banquitos en los cuales sentarse. Tomó asiento y observó al peliblanco—. Así que puedo planteártelo de esta manera.
El albino observó el banquito y luego al muchacho. Este le sonrió y le extendió la mano, señalando el asiento. Entendiendo lo que quería decir, procedió a sentarse.
—Por lo que estás viviendo, podrías deducir que esto no es más que un sueño —el peliblanco asintió—, así que, sólo velo como un sueño en el que puedes desahogar todo lo que sientes y que cuando despiertes tendrás la respuesta sobre lo que tienes que hacer.
El joven Loud meditó un poco lo que le dijo. Si esto no era más que un sueño, entonces podría confiarle lo que siente, pero había cosas que no le cuadraban, ¿se supone que en un sueño sabes que estás soñando? Y jamás había visto a Rike en toda su vida, ¿por qué soñaría a una persona como él?
—Hummm... ¿Rike?
—Sí, ese es mi nombre —sonrió.
—¿Quién eres tú? Es decir, jamás te he visto en la vida...
—Te equivocas, pequeñin —rio a sus adentros levemente—. Sí me has visto, pero tu memoria te impide recordarlo. Yo aún recuerdo el día en que te vi a los ojos y te dije lo importante que serías para el mundo. No quiero decírtelo, pero, ¿sabias que eres un ser muy influyente?
Desconcertado, Lincoln sentía que entraba en una situación mucho más complicada que en la que estaba viviendo afuera de sus sueños. Este muchacho le resultaba totalmente interesante y curioso, le dice cosas como esas, pero eso le hacía sentir extraño. Simplemente carecían de sentido y lógica, ¿cómo eran posibles esos hechos?
—Lincoln, mírame a los ojos. ¿Qué podría hacer yo para que no confíes en mí? —se levantó y se encaminó a él. Entonces se agachó a su altura y posó su mano sobre su hombro. De una manera que no podía comprender, sentía como sus pesares, sus preocupaciones y sus malos sentires se desvanecían de su cuerpo. Sentía como sus pensamientos negativos eran expulsados de su mente. Sin saber por qué, formó una amplia sonrisa sobre su rostro.
—Wo-wow —dijo asombrado de cómo se sentía—. ¿Cómo hiciste eso? —lo miró con alegría, pues no concebía sentir otra cosa.
—Es un toque de paz. Es algo inevitable de mí. Siempre que veo a alguien intranquilo o ansioso, lo toco. Lentamente, todo lo que le hacía sentir mal… sencillamente desaparece —comentó con una tranquilidad que no siempre se veía. Para los ojos de Lincoln, Rike no aparentaba cargar ningún tipo de problemas. Es como si cargara consigo la famosa paz inteioror.
—Pues, eso suena realmente increíble, Rike —comentó sonriente. Después de aquel acto de bondad, el albino tomó un poco más de confianza. Rike sonrió ante sus palabras.
—Entonces, ¿crees que ya pueda ayudarte con lo que cargas en tus pensamientos? —tomó asiento de nuevo.
Lincoln se dio un momento para pensar, pero tras ver lo que ha hecho, decidió soltar lo que sentía.
—Sí.
—Muy bien. Te escucho.
—Verás, estoy viviendo en un instituto, el cual ofreció un curso para hacer cómics de manera más profesional, por así decirlo. La entrada fue muy accesible y…
El peliblanco fue narrándole todo lo que había vivido hasta ahora, pero recalcó lo último. El Sr. Darek y Astrid fueron asuntos muy particulares, al igual que Rabel. Rike entendía muy bien lo que decía, y no parecía mostrar algún gesto de incomprensión o de confusión. Lincoln, al principio, creyó que Rike le haría sentir incómodo o le diría que todo lo que había dicho era una vil tontería, porque así sonaba. Sin embargo, el ente se mostró muy razonable ante la situación, acción que a Lincoln le tomó por sorpresa y, a su vez, le dio alivio al ver que Rike creía plenamente en sus palabras.
—Y, bien, ¿qué opinas de todo esto?
—Sin duda alguna, puedo decirte que Astrid tiene motivos para ocultarte sus verdades.
—¿Pero por qué lo ocultaría?
—Porque creyó que no lograrías entender la verdad, su verdad. Verás, por lo que he entendido, Astrid ha tenido una vida muy complicada, al igual que compleja. Se nota que tiene una vida que no puede compartir libremente porque nadie le entendería. Nadie lograría entender su vida, su pasado. Dime, Lincoln, si tú tuvieras una vida que nadie puede creer, ¿la contarías?
—Yo creo que… al menos… —se quedó sin palabras.
—Tal vez ella te contó la versión creíble y eso que se arriesgó a contártelo. Ella no parecía ser ninguna chica encerrada, incluso parece una gran mentira, ¿verdad? Pero ella tuvo el valor de contarte algo de su vida y fue muy apreciable de tu parte tomarlo como verdad. Ella solamente quiere tener amigos, tener algo de compañía. Por lo visto, ha perdido a su mejor amigo y ella trata de llenar ese vacío con alguien más. Ella sólo quiere ser tu amiga, Lincoln. En vez de presionarla, deberías dejar que ella misma te revele su verdad. Cuando ella se sienta segura de que puedes creerle, entonces te contará.
—Pero yo estoy dispuesto a creerle.
—A veces decimos eso, pero créeme que la vida de una persona puede llegarte a sorprender. Incluso, puedo decirte que la vida de Astrid puede que llegue a sonar demasiado fantasiosa y, a causa de ello, tú no quieras creer sus palabras.
Lincoln meditó lo que dijo Rike. Quizá y era cierto, quizá y era verdad. En dado caso, no le quedaba más que esperar a que su amiga pelirroja le dijera la verdad. El albino suspiró.
—Tienes razón, Rike. Ella aún no ha hecho algo con lo que pueda perder mi confianza.
Rike asintió.
—Entonces creo que le debes una disculpa.
—Sí, eso es verdad… por cierto, Rike. Me recuerdas un poco a Rabel.
El joven sonrió.
—Rabel… sí. Suena a que es un gran chico, un chico muy especial.
—Y respecto a mi hermanas…
—Tranquilo, Lincoln. Eso ya será un tema para tratar mañana.
—¿Mañana? ¿Por qué mañana?
—¿Lo olvidas? Tú y tus amigos se introducirán en la oficina del señor Darek. Están a punto de conocer algunos de sus secretos.
Lincoln vio al muchacho con curiosidad.
—¿El señor Darek oculta cosas?
—Aparte de que posiblemente no te da los mensajes verdaderos o completos de tu familia, sí. Estoy seguro de que el hombre oculta algo.
—¿Y qué podría ser?
—Tendrás que averiguarlo, Lincoln. Tendrás que averiguarlo —el ente parecía estarse desvaneciendo.
—¡Espera! Aún quiero hablar más.
—Ya estás despertando… temo que no será posible, al menos por hoy —y con otra grata sonrisa, se fue. Lincoln quedó intrigado. Aquel joven le tenía intrigado; a pesar de todo, seguía preguntándose quién era y cómo es que este le había comentado que ya le había visto desde antes…
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Volviendo en sí, Lincoln abrió los ojos y colocó su mano sobre su frente. Se sentía desconcertado y un poco confundido. Sin embargo, ya sabía lo que tenía que hacer. Se levantó de la cama y tomó dirección hacia la puerta, saliendo de su habitación.
En camino hacia el cuarto de Astrid, pudo darse cuenta que la noche había arribado y la luna estaba en su fase creciente. Como siempre, para llegar a la habitación de su amiga, tenía que atravesar el inmenso patio cuyo jardín era hermoso. Algunas flores parecían ser más notorias por la noche, haciéndolas lucir bellas. Se acercó a una de ellas, era una planta Ipomoea alba. Su color blanco le hacía brillas en la noche y le gustó, acercando su mano a la flor, la arrancó con suavidad; pero después de hacer eso, alguien le habló.
—¿Qué haces? —era la voz de una chica, de la única chica que residía en aquel instituto.
—Uhm… estaba arrancando esta flor. Cuando la vi, sólo pensaba en dártela. Ten, Astrid —se la extendió con una sonrisa.
—Oh, Loud. No debiste —le devolvió la sonrisa y la recibió, a pesar de no ser fan de las flores, le agradó el gesto que el peliblanco le había proporcionado.
—Sí, sí debí. Verás, Astrid, quiero pedirte disculpas. No fui muy amable hace rato, lo siento —dijo con un semblante que denotaba tristeza y arrepentimiento.
Astrid abrazó a su amigo luego de aquella disculpa. Esto sorprendió al albino, pero decidió aceptar su abrazo, sonriendo con alivio de saber que su amiga lo había perdonado.
—Créeme que te entiendo, Lincoln. Yo también luché por la verdad y peleé para saber cuál era lo cierto de mi vida.
Ambos se separaron.
—Así que comprendo el por qué quieres saber la verdad. Es incómodo lidiar con la incertidumbre, y sobre todo, después de un cambio radical en tu vida.
Lincoln no dijo nada, sólo se limitó a ver a su amiga. Tomó su mano y la jaló hacia él.
—Seré paciente. Por fin puedo comprender por qué no me cuentas de tu vida y está bien, lo acepto. Cuando te sientas preparada, escucharé con mucho entusiasmo.
Astrid rio por lo bajo.
—Tontín. Lo que no sabes es que quien debe estar listo para escuchar la verdad eres tú.
Ante aquel comentario, Lincoln ya no supo cómo reaccionar. La chica rio de nuevo al ver su gesto. Abrazó a Lincoln otra vez.
—Agradezco que seas mi amigo, Loud. Hacía tiempo que no recordaba lo que era ser normal. Ya no recordaba lo que significaba ser una persona común y corriente.
—Bueno, no puedo imaginar el por qué dices eso, pero me alegra haberte ayudado.
Se sapararon de nuevo y se vieron a los ojos. Astrid sonrió y Lincoln pudo observar cómo la luna le iluminaba. Parecía brillar y su cabellera roja no hacía más que contrastar su belleza. Su figura le resultaba aún más atractiva y el color de sus ojos era simplemente una gran combinación que se le hizo encantador.
—¿Te encuentras bien? —bromeó mientras lo veía, pues sin haberse dado cuenta el pecho del albino retumbaba fuertemente y aquel sentimiento se le había reflejado en su rostro.
—Ehm… sí, sí. Por supuesto —rio con nerviosismo.
—Dime, Loud, si tuvieras un deseo, ¿qué pedirías ahora mismo? —cuestionó juguetona mientras se acercaba “peligrosamente” hacia él. Jugó un poco con su cabello.
—Yo… —sus pensamientos se vieron nublados por el momento.
—Quizá y después de todo… pueda darle una oportunidad… creo que es hora de dejar a Marco atrás…
El chico estaba muy sonrojado. Astrid tomó su rostro y acarició su mejilla con su pulgar.
—¿Ajá?
—Yo pediría esto… —y dicho eso, se acercó a la pelirroja para anotar un beso en sus labios. Astrid decidió llevarse por él… por fin había caído ante él don y la maldición del albino… o tal vez lo hacía porque sabía que pronto se irían...
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¿Marco?
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