"Entre la mentira y la verdad" (1/3)
Los días pasaban tranquilamente dentro del instituto. El progreso que tenía Lincoln allí era considerable. Tres semanas habían pasado ya, el muchacho se hizo más cercano a sus amigos, Rabel y Astrid, con esta última se había divertido bastante, pero de vez en cuando sufrían uno que otro choque emocional. Por otro lado, el Sr. Darek no volvió a cuestionarse sobre las intenciones de Rabel en el instituto y aún se sentía intrigado de la presencia de su hija allí.
El joven Loud sentía que todo marchaba bien, tanto para él como para su familia, pues los mensajes que se le eran dados le remarcaban eso. Sin nada por lo cual preocuparse, el albino solamente se interesaba en su proyecto más ambicioso y, con la ayuda de Astrid y Rabel, también hacían un cómic del AU de Ace Savvy con su familia.
Sin embargo, los nuevos amigos de Lincoln seguían discutiendo a cerca de él y sobre lo que tenían que hacer. Habían dejado pasar las semanas; pero el jovencito había remarcado que debían esperar si querían que todo pasara conforme al plan que James tenía establecido, y no era porque eran de los malos, sino porque así debían pasar las cosas. Desafortunadamente, todo estaba ya predestinado y no podían cambiarlo, porque sino el futuro se vería gravemente afectado y nadie querría fisuras interdimensionales-temporales rondando en sitios como ese. Así que, los dos se hallaban platicando en el cuarto de la pelirroja.
—Estoy comenzando a impacientarme, Rabel —comentó algo molesta y frustrada—. Cada día es más difícil resistirme a su don natural. Tú sabes que ya amo a alguien más y por eso no me dejo llevar por él, pero aún así es algo doloroso saber que él podría estar enamorándose de mí.
—Creí que le habías dicho que había muerto, Astrid. Pensé que le habías dicho que seguirías adelante.
—No lo sé, no puedo olvidarlo tan fácilmente. He llevado ese peso conmigo desde la primera vez que lo maté. Eso es lo peor, Rabel... no es la primera vez que he matado a mi mejor amigo.
Rabel suspiró.
—A veces es difícil estar entre el deber y el querer, pero ten asegurado que algún día tendrás lo que mereces —sonrió. Astrid trató de sonreír también, pero seguía sintiéndose muy triste.
—Rabel, ¿qué haremos ahora?
—Bueno, tenemos una semana para hacer que Lincoln vea las cosas como son y tenemos el fin de semana para sacarlo de aquí. No será sencillo, pero lo lograremos.
—Bromeas, ¿no? Será pan comido.
—Lo sé, pero recuerda que debemos hacerlo del modo convencional.
La pelirroja rodó los ojos.
—Bien, igualmente no tenemos mucha opción con Lincoln. Hagámoslo entonces, creo que también ya es tiempo de que yo me vaya.
—Los tres debemos irnos.
—Sí.
Dicho eso, fueron con Carl para seguir hablando del asunto.
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Lincoln soltó un bostezo, era domingo y ese era el segundo día libre en que los alumnos podían despertar a la hora que quisieran. Puso sus pies sobre el suelo y procedió a levantarse. Estiró los brazos y el cuerpo y fue a asearse. Ya después de haberse vestido, salió del cuarto en dirección al comedor: sus amigos ya tendrían que estarlo esperando allí.
En camino hacia el comedor, se preguntaba cómo había sido su progreso en el instituto. Sentía que lo había estado haciendo bien, el Sr. Darek le aconsejaba mucho y le halagaba igualmente, todo era cómodo y tranquilo. Sus trabajos eran considerados los mejores hasta ahora, y tanto su proyecto personal como su proyecto grupal habían tenido un buen avance. Se sentía orgulloso de sí mismo, pero al mismo tiempo se sentía ansioso del torneo de cómics que se vendría el próximo mes. Estaba muy seguro de que podría ganar, al menos haría el intento.
Recordó, entonces, algunos mensajes de su familia. De su bolsillo derecho del pantalón, sacó una hoja doblada en varias partes; desdobló la hoja hasta que pudo encontrar varios mensajes de motivación e inspiración.
“Vamos, Linc, sabemos que puedes”
“¡Cumple el sueño, bro!”
“No nos decepciones”
“¡Te esperamos ansiosas, Linky!”
Varios mensajes similares venían en la hoja, además de otros mensajes que eran de su familia diciendo que lo extrañaban y que esperaban pronto su regreso. Sonrió y se llenó de alegría, aún estando lejos, su familia lo apoyaba... ¿verdad?
—¡Hola, chicos! —saludó el albino mientras tomaba asiento junto a ellos.
—Hola, Linc —guiñó el ojo.
—¿Qué hay de nuevo, Loud? —sonrió.
—Bueno, sólo está hoja que llevo cargando desde el lunes —rio.
—Sí, ya nos la has mostrado en más de una ocasión.
Lincoln rio nervioso.
—Bueno, quizá solamente quería mostrarles lo feliz que me siento cuando mi familia me apoya —guardó la hoja nuevamente en su bolsillo—. Por cierto, ¿qué hacían antes de que llegara?
—Hablabamos con Carl sobre un asunto.
—¿Con Carl? ¿Por qué? ¿La comida tiene algo? —cuestionó interesado.
—No —contestó Delphino—, nada que ver Loud —miró a Rabel por un instante y este asintió—. Creemos que el Señor Darek oculta algo. Estamos utilizando a Carl para saber qué es. Me dará acceso a todo el plantel, por lo que podremos indagar más fondo.
—¿El Señor Darek? ¿Qué podría estar ocultando? —Astrid y Rabel se vieron entre sí una vez más, el último volvió a asentir.
—Bueno, Loud. Creo que es tiempo de que lo sepas.
—¿Qué cosa?
Rabel interrumpió.
—Te lo mostraremos mañana, justo cuando el señor Darek entregue los mensajes de familia.
—¿Eso qué tiene que ver?
—Bueno, lo averiguaremos —comentó Astrid de una forma muy seria. Entonces Carl llegó con una bandeja.
—S-su comida, mi-mis queridos alu-lumnos —guiñó el ojo. Dejó la bandeja en la mesa y se retiró.
—Gracias, Carl —dijo Lincoln en un intento de ser amable.
Astrid abrió la bandeja y había omeletes de huevo con queso fundido. Sin embargo, lo que importaba no era la comida, sino lo que había dentro de uno de los huevos. Astrid metió su mano en el interior de su omelete y extrajo un monto de llaves.
—Bueno, ahora sí estamos listos para investigar, mis amigos.
—Esperen un momento —a pesar de todo, Lincoln aún tenía sus dudas—. En serio, chicos, ¿por qué hacemos esto? No entiendo...
Rabel suspiró.
—Lincoln, ¿no te has preguntado si los mensajes que te envía tu familia no son manipulados?
El albino los miró incrédulo.
—¿Qué? Por favor, ¿por qué el señor Darek haría eso? ¿Qué gana con ello?
—Bueno, eso es lo que queremos averiguar. Por otro lado, ¿por qué no le echas otro vistazo a esa hoja de nuevo?
—Bien, la sacaré y te demostraré que no hay nada raro con estos mensajes —algo molesto por las acusaciones, sacó la hoja y la inspeccionó meticulosamente—. No hay nada raro.
—¿De verdad? —volteó la hoja y le señaló con el dedo un mensaje en particular.
“Entre suspiros ando, anhelando tu regreso. La tristeza abunda y tiene un gran peso y ni se diga del caos que está desatado”
—¿Qué? —claramente podía apreciarse que el mensaje era de Lucy—, pero ¿cómo no lo había visto?
—El señor Darek te hizo creer que sólo imprimía los mensajes de un lado de la hoja, por eso ni te inmutabas a voltearla.
—Y además, cada vez que tratábamos de decirte, nos interrumpías.
—Aunque por malo que suene, debías de darte cuenta hasta ahorita —meditó el jovencito.
—¿Por qué el señor Darek me habría ocultado esto?
—Quién sabe, Loud. Sólo nos queda esperar hasta mañana para averiguar lo que ocurre.
—Bien, ahora sí estoy con ustedes —afirmó seriamente—. Llegaré al fondo de esto.
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Darek estaba en su oficina, observando aquellas fotos de nuevo. Tenía muchas ganas de ir a abrazar a su hija, pero no era posible. Solamente le quedaba seguir esperando, sabía que la espera daría sus frutos. En eso, Carl abrió la puerta de su oficina.
—Pa-padre. Cr-creo que ya es ti-tiempo —direccionó su mirada hacia Carl. Se levantó y caminó lentamente hacia él.
—Hummm... bien... entonces nuestro tiempo aquí terminó. Saldré un momento a ver al chico, tú quédate aquí —dicho eso, salió.
De pronto, el teléfono comenzó a sonar. Carl se aproximó al aparato y contestó.
—Ya casi pasa un mes. Así fue escrito y así ha de ser hecho. Su familia está al borde del colapso, tendrán que sacarlo pronto —rio—. Pronto el mundo me halagará y estaré en el amanecer de un Universo agradecido.
—¿Qué e-esa frase no...?
—¿Qué importa? Es irrelevante. Mi punto es que yo seré galardonado —rio nuevamente—, y ustedes no tienen más opción que ayudarme a cumplir con mis planes.
Colgó
—Di-diablos...
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Lincoln y Astrid caminaban juntos en el patio de la institución, el jardín que los rodeaba era agradable. Rabel los había dejado solos mientras se retiraba a su cuarto, según él, tenía que arreglar unos asuntos.
Entre estos dos se había enlazado una gran amistad. Astrid, de hecho, jamás había creído encariñarse con alguien como lo había hecho anteriormente con su otro mejor amigo, de quien estaba enamorada. Se sentía un poco triste cuando pensaba en eso, pero el peliblanco ya había hallado el modo de alzarle el ánimo cada vez que lo necesitara.
En un acto de valentía, Lincoln tomó su mano. Astrid se sorprendió de aquella acción, pero se dejó llevar y trató de ignorar lo que su corazón estaba sintiendo; de cierto modo, sabía que lo que sentía no era 100% verdadero. El chico volteó a verla y sonrió, ella, como pudo, imitó su acción. Eso hizo pensar un poco al albino.
—¿Estás bien?
—Claro, lo estoy. ¿Por qué?
—Nada, sólo que te sentí un poco desanimada.
—Oh, eso. No te preocupes, no es nada grave.
—¿Segura?
—Uhum.
—Bueno.
Siguieron caminando hasta que se sentaron en una banca. Lincoln vio hacia al cielo.
—Recuerdo el día en que te conocí.
Astrid rio.
—Tontín, no ha pasado ni un mes desde eso.
—Lo sé —rio un poco con ella. Entonces la miró a los ojos—. Verás, a lo que voy es que... me gustó haberte conocido, Astrid. Eres una gran persona y una gran amiga. Contigo he compartido muchas cosas de mí y hemos tenido muchas aventuras aquí adentro. También hemos hecho muchas creaciones juntos.
—Sí, aún recuerdo ese trabajo en equipo —cerró los ojos y sonrió. Lincoln le devolvió la sonrisa.
—Sí, el Señor Darek había mencionado que era un trabajo espléndido.
—Claro que lo fue, Loud. Tuvo aportación mía.
Ambos rieron.
—Sí, así fue —Lincoln posó su mano sobre la mano de Astrid. Ambos se miraron—. Astrid… siendo honesto, tengo curiosidad… —agachó la mirada un momento.
—¿Sobre qué, Loud?
—Sobre ti. Llevo tiempo queriendo saber más de ti y hasta hoy me he dado cuenta de una falla acerca de tu último relato.
—¿Una falla?
—Sí. ¿Recuerdas que me dijiste que vivías aprisionada? —asintió—. Pues bien, me dijiste que llevabas ahí 14 años, ¿eso significa que tienes más de esa edad? —alzó la ceja con intriga.
Astrid se sintió nerviosa de momento.
—Uhm… pues digamos que…
—Porque luces muy niña, es decir, ¿me mentiste? —entrecerró los ojos.
—Demonios, Loud… —pensó—. No te mentí acerca de vivir enjaulada, Lincoln. Eso es muy real.
—Pero entonces no viviste así por 14 años, ¿verdad?
—Ahora que lo menciones, no. Fueron 11 años y medio —se sobó el brazo.
—Así que, ¿cuántos años tenías cuando eso pasó? —las preguntas acorrabalan más a la jovencita.
—¿Le diré la verdad? Pero... aún no es tiempo.
—Hola, jóvenes. ¿Interrumpo su cita? —afortunadamente para la pelirroja, el Sr. Darek llegó para salvarla. Este los observaba con una sonrisa maliciosa.
—Señor Darek... —el albino frunció su ceño.
—Bueno, de hecho, yo ya me iba —rio ligeramente por el nerviosismo. Acto seguido, se levantó de la banca y salió de ahí con paso presuroso.
—Vaya, pareciera que aquí ya no hay nadie que te diga las cosas claras… bueno, tal vez los del otro grupito, pero no creo que me quieran con ellos. Igual, Astrid y Rabel son mis amigos, cada quien tendrá sus propias razones, pero debo averiguarlo.
—Joven Loud, ¿le interesa si me siento con usted? —el peliblanco negó con la cabeza. El hombre procedió a sentarse con él. Emitió un ligero suspiro—. Dígame, ¿cómo se ha sentido en el instituto?
La cuestión lo agarró desprevenido, ¿por qué la pregunta tan repentina?
—Pues bien, señor Darek. No me quejo. He tenido muchas experiencias aquí, además de nuevos amigos y avances significativos en mis proyectos.
—He visto que tu cómic personal es realmente original, Lincoln. ¿Has pensado que si ganas el pequeño torneo puedo publicarlo? —posó su mano en el hombro del chico—. Aunque eso jamás pasará…
—¿De verdad? —de pronto había olvidado porque estaba molesto, pero no sé dejó llevar por el deseo y se dijo así mismo que pusiera el asunto sobre la mesa.
—Sí, claro que puedo.
—Bueno, eso sería genial, señor Darek. Aunque, tengo algo que preguntarle.
—Adelante.
—¿Cómo está mi familia?
—¿Tu familia? —preguntó desconcertado.
—Sí —sacó la hoja de su bolsillo y le mostró al hombre el mensaje de Lucy—, este mensaje no muestra mucha felicidad.
—Lincoln, Lincoln, Lincoln —negó con la cabeza—. ¿Acaso no recuerdas lo que te dije en el autobús?
—¿Huh? —se destanteó.
—Ya sabes, sobre que a causa de tus hermanas tú volverías a casa y por su culpa no podrías cumplir tu sueño para desarrollar tu pasión.
Lincoln lo miraba con incredulidad.
—¿Quiere decir que mis hermanas quieren que vuelva a casa?
—No lo sé, Lincoln. Dígame que le dice ese mensaje. Aún así, quiero que lo considere. Puede abandonar este lugar y olvidarse de sus sueños y pasión, o simplemente seguir un mensaje que prácticamente no le relata nada en específico e irse a “ayudar” a sus hermanas; aunque puede que todo sea mero montaje y solamente extrañan mucho a su hermano multitareas. Analícelo, joven Loud… sólo analícelo…
Dicho aquello, el Sr. Darek se levantó de la banca para retirarse.
—Eso nos dará tiempo para que se quede una semana más y así se cumpla el mes completo. Todo estará bien y saldrá conforme al plan —pensó mientras se perdía entre uno de los pasillos.
Lincoln, por su parte, se quedó viendo la hoja de papel mientras se preguntaba qué era verdad y qué era mentira.
Por un lado, estaban sus amigos, por otro lado estaban sus hermanas y por otro lado más estaba el Sr. Darek. ¿En quien debería confiar? ¿Cómo saber las cosas que necesitas saber? ¿Qué creer? Más que nunca necesitaba ayuda de alguien que pudiera darle un consejo, pero no había nadie con quien pudiese contar. Estaba sólo dentro de una inmensa red llena de secretos y misterios que sigue sin poder resolver. Está metido en un duelo indefinido en el que la mentira y la verdad están en juego.
—El Sr. Darek podría decirme eso sólo para que no abandone mis sueños y la verdad es que mis hermanas me necesitan, pero por otro, puede que de verdad se hayan dado cuenta de lo mucho que les hago falta y solamente me quieran para ser su ayudante en todo, ugh —frotó sus sienes—, ¿qué haría Ace Savvy?
En serio… ¿qué debería hacer Lincoln?
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Hola a todos mis queridos lectoreeees!! Perdonen mucho la ausencia, mi siquiera me di cuenta de cuando pasaron tres meses T-T
Me sentí muy mal, pero la inspiración me dijo que escribiera. De igual forma, ya me encuentro escribiendo un One-shot para un concurso de Otoño y otro One-shot de romance para mi otro libro. También por eso estuve ausente en este fic, pero les pido mis más sinceras disculpas. Trataré de seguir actualizando, yo aquí sigo, y estoy muy vivo UwU.
Espero que puedan seguir leyendo y disfrutando, porque lo mejor apenas está por venir.
¡Nos leemos la próxima!
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