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Rhodes

Cuando el grupo llegó a Rhodes, el sol ya se había puesto, tiñendo el cielo de tonos anaranjados y rosados. La llegada al pueblo reveló una escena inesperada. Lejos de la desolación que esperaban, se encontraron con un bullicioso centro turístico lleno de visitantes. Las calles de Rhodes estaban iluminadas por faroles, y una vibrante mezcla de colores y sonidos llenaba el aire. Los edificios antiguos, que una vez habían sido testigos de tiempos duros y oscuros, ahora estaban adornados y preparados para recibir a los turistas en busca de una experiencia auténtica del Viejo Oeste.

Lincoln se bajó de su caballo con el ceño fruncido, sus ojos recorriendo el panorama con sorpresa y desconcierto. El bullicio era inusual para un lugar que se suponía que estaba en el olvido. Con la esperanza de obtener información, se adentró en el pueblo, observando a los turistas y a los trabajadores vestidos con trajes de época. La confusión reinaba en su mente mientras trataba de entender cómo un lugar tan desolado había cambiado de forma tan drástica.

Lincoln: (se dirige a un hombre que parecía estar organizando el evento) Disculpe, ¿puede decirme qué está pasando aquí?

El hombre, que vestía un traje de vaquero bastante elegante y un sombrero decorado con plumas, lo miró con curiosidad. La confusión en sus ojos era evidente. Aparentemente, Lincoln había sido confundido con uno de los empleados que trabajaban en el centro turístico.

Hombre: (con una sonrisa amistosa) Oh, parece que tenemos un nuevo recluta. ¿Acaso estás aquí para ayudar con las festividades?

Lincoln: (sorprendido) ¿Festividades? No, en realidad estamos buscando un lugar donde quedarnos. Escuché que este lugar estaba abandonado.

Hombre: (riendo) Bueno, eso era antes. Desde hace un par de años, la familia Gray, la dueña de los terrenos, ha transformado Rhodes en un centro turístico del Viejo Oeste. Han restaurado la ciudad y la han abierto al público para que puedan experimentar cómo era la vida aquí hace más de un siglo. ¡Es un gran negocio!

Lincoln se quedó atónito. La noticia de que Rhodes había sido revitalizado como un destino turístico cambió completamente sus planes. El lugar estaba lleno de gente, desde familias hasta grupos de amigos, todos disfrutando de la recreación de la vida del Oeste. Era evidente que Rhodes ya no era el refugio desolado que esperaban encontrar.

Lincoln: (con una expresión de frustración) No podemos quedarnos aquí. Este lugar está lleno de turistas. Necesitamos encontrar otro lugar para establecer un campamento.

Hombre: (asintiendo con comprensión) Bueno, si buscas un lugar tranquilo y apartado, te recomiendo que busques en los alrededores. Hay varios campos y bosques fuera de la ciudad que están mucho más aislados. No son muy conocidos y serían ideales para alguien que quiere mantenerse fuera del radar.

Agradecido por la información, Lincoln regresó al grupo, que ya había comenzado a descargar sus pertenencias. La noticia de que Rhodes estaba lleno de turistas no fue bien recibida, y todos comprendieron que encontrar un lugar seguro y discreto era ahora más urgente que nunca.

Josh: (mirando alrededor) ¿Qué pasa, Lincoln? ¿Encontraste algo útil?

Lincoln: (asintiendo) Sí, parece que Rhodes ha sido convertido en un centro turístico. No podemos quedarnos aquí; hay demasiada gente. Tenemos que encontrar un lugar apartado para montar nuestro campamento.

Natalia: (frunciendo el ceño) ¿Y dónde propones que vayamos?

Lincoln: (pensativo) Hay campos y bosques en los alrededores que están bastante alejados de la ciudad. Deberíamos movernos hacia allí. Es nuestra mejor opción si queremos mantenernos ocultos.

El grupo, aunque decepcionado, comenzó a prepararse para salir del pueblo. Sabían que cada minuto contaba, especialmente con los Pinkerton y la policía mexicana en la zona. Mientras se dirigían hacia el borde del pueblo, Lincoln observó cómo la vida turística continuaba en Rhodes, con su vibrante mezcla de colores y sonidos. Había algo irónicamente triste en la transformación de un lugar que una vez había sido un símbolo de desesperanza en un escenario para el entretenimiento de los demás.

Agnes: (mirando alrededor con inquietud) ¿Cuánto tiempo nos llevará llegar a este lugar apartado?

Lincoln: (mirando su mapa) No mucho, unas pocas horas si seguimos el sendero correcto. Solo necesitamos encontrar un buen lugar donde podamos establecer un campamento y mantenernos alejados de las miradas curiosas.

Mac: (frunciendo el ceño) Espero que esta vez sea diferente. No podemos seguir huyendo de un lugar a otro sin encontrar un verdadero refugio.

Con el peso de la presión en sus hombros y la incertidumbre del futuro, el grupo comenzó su viaje hacia el campo, dejando atrás el bullicioso Rhodes. El crepúsculo se convirtió en noche, y el silencio del campo se convirtió en un alivio bienvenido después del ruido constante de la ciudad turística.

Mientras avanzaban, Lincoln no podía evitar reflexionar sobre las ironías de su situación. Rhodes, un lugar que una vez había sido una promesa de tranquilidad y aislamiento, ahora estaba lleno de vida y actividad. El contraste entre la nueva realidad de Rhodes y el peligro inminente de los Pinkerton era un recordatorio cruel de la complejidad de su lucha por la supervivencia.

Finalmente, después de varias horas de viaje, el grupo encontró un claro en el bosque que parecía adecuado para su campamento. Era un lugar apartado, rodeado de árboles altos que ofrecían una protección natural. Mientras montaban su campamento bajo el manto de la noche, la realidad de su situación se asentó sobre ellos. Aunque estaban lejos de la ciudad y aparentemente seguros por el momento, el futuro seguía siendo incierto, y la amenaza de los Pinkerton y de otros peligros seguía acechando en las sombras.

Josh: (mientras el grupo trabaja en el campamento) Vamos a hacer esto bien. Necesitamos que todos estén alerta y preparados. No sabemos cuánto tiempo tendremos aquí antes de que algo cambie.

Lincoln: (mirando el campamento) Mantendremos una vigilancia constante. No podemos permitirnos bajar la guardia. Si alguien ve algo sospechoso, debe avisar inmediatamente.

Con el campamento finalmente establecido y una vigilancia constante en su lugar, el grupo se acomodó para pasar la noche. La calma del bosque era un alivio, pero la tensión y el miedo de lo que estaba por venir no se desvanecían fácilmente. En medio de la tranquilidad del campo, Lincoln se recostó en su improvisado refugio, pensando en los días que habían pasado y en los desafíos que aún estaban por venir.

Josh reunió al grupo alrededor del campamento, la preocupación dibujada en su rostro. La noticia de que Rhodes se había convertido en un centro turístico le dio una nueva idea: una oportunidad para obtener dinero rápidamente.

Josh: (con tono decidido) Ahora que Rhodes está lleno de turistas, es nuestra oportunidad de ganar algo de dinero. La gente aquí parece dispuesta a gastar, y nosotros necesitamos esos fondos.

Josh: (dirigiéndose a las chicas) Agnes, Marie, Michelle, ustedes irán de vuelta a Rhodes. Usen sus encantos para sacarles el dinero a esos idiotas. Estos turistas están aquí para divertirse, y no se darán cuenta de lo que está pasando hasta que sea demasiado tarde.

Agnes: (mirando a Josh con desconfianza) ¿Estás seguro de esto? Es arriesgado, y ya estamos en una situación delicada.

Josh: (con firmeza) Es nuestra mejor oportunidad para conseguir dinero rápido. Los turistas están buscando entretenimiento y distracción, y eso es exactamente lo que podemos ofrecerles. Aprovechen su confianza y consigan el dinero que necesitamos.

Marie: (en un susurro, a Michelle) ¿Deberíamos hacerlo? No me gusta la idea, pero parece que no hay muchas alternativas.

Michelle: (suspirando) Lo haremos. Necesitamos el dinero y, por lo visto, Josh no está dispuesto a cambiar de opinión. Solo tenemos que tener cuidado y no llamar demasiado la atención.

Mientras las chicas se preparaban para partir hacia Rhodes, Mac se acercó a Josh con una expresión de descontento.

Mac: (molesto) Esto podría haberse evitado si hubieras seguido el plan original. Ahora, no solo estamos arriesgando a las chicas, sino que también estamos exponiéndonos a un peligro innecesario.

Josh: (defensivo) El plan original se fue al traste cuando Rhodes se convirtió en un maldito parque temático. Necesitamos adaptarnos a las circunstancias y aprovechar cualquier oportunidad que se nos presente.

Lincoln: (interviniendo) Mac tiene un punto. Hay riesgos involucrados, pero no tenemos muchas opciones. Yo mismo iré con las chicas. Así puedo asegurarme de que se mantengan seguras y de que el plan se ejecute sin problemas.

Josh: (pensativo) Bien, entonces. Lincoln irá con ellas. Lemy y Natalia se quedarán aquí como vigías, y Mac y yo trabajaremos en un plan alternativo.

Natalia: (asintiendo) Mantendremos una vigilancia constante y estaremos atentos a cualquier movimiento sospechoso. No podemos permitirnos ser sorprendidos.

Lemy: (determinada) Exactamente. Estaremos atentos a cualquier señal de peligro y alertaremos a todos si algo sale mal.

Mac: (a Josh) Solo asegúrate de que este plan tenga un respaldo. No podemos seguir improvisando sin pensar en las consecuencias.

Josh: (asintiendo) Lo haré. Ahora, todos mantengan la cabeza fría y asegúrense de hacer lo necesario para obtener el dinero. Regresen pronto y en una sola pieza.

Con las instrucciones claras, las chicas, junto con Lincoln, se prepararon para regresar a Rhodes. El ambiente en el campamento era tenso; había una mezcla de preocupación y determinación. Mientras tanto, Josh y Mac se quedaron en el campamento, discutiendo el próximo movimiento y tratando de idear una estrategia para lo que podría ser una larga noche.

Agnes, Marie y Michelle se dirigieron hacia Rhodes con una mezcla de nerviosismo y determinación. Aunque sabían que estaban arriesgando mucho, la necesidad de obtener dinero y cumplir con las expectativas de Josh les daba una motivación adicional.

Lincoln: (mirando a las chicas) Recuerden, el objetivo es sacarles el dinero sin causar demasiado alboroto. Hay que ser cuidadosos. Si algo sale mal, necesitamos estar listos para reaccionar.

Michelle: (con una sonrisa nerviosa) Lo entendemos. Estaremos atentas y haremos lo que sea necesario para cumplir con el plan.

A medida que se acercaban a Rhodes, el bullicio del centro turístico se hacía más fuerte. La ciudad brillaba con luces y el sonido de la música y las risas llenaba el aire. El contraste entre la calma del campamento y el frenesí de la ciudad era casi surrealista.

Al llegar a Rhodes, Lincoln y las chicas se mezclaron con la multitud. Las chicas, con su encanto natural y habilidades persuasivas, comenzaron a atraer la atención de los turistas, mientras que Lincoln permanecía en las sombras, vigilante y preparado para intervenir si era necesario. La estrategia era clara: aprovechar la distracción y la euforia de los visitantes para obtener el dinero rápidamente.

Lincoln: (murmurando a las chicas) Mantengan la calma y no pierdan el objetivo. Recuerden, no queremos llamar la atención. Si algún problema surge, comuníquense inmediatamente.

Las chicas comenzaron a trabajar, usando su atractivo para acercarse a los turistas y ganarse su confianza. Lincoln, mientras tanto, se movía por el lugar, observando y asegurándose de que todo transcurriera según lo planeado. Aunque la tensión estaba presente, el grupo se mantenía enfocado en su tarea, sabiendo que el éxito de la misión podría significar una mejora significativa en su situación actual.

Las luces de Rhodes brillaban con intensidad, iluminando la noche y creando un ambiente festivo que contrastaba marcadamente con la tensión que sentía Lincoln. Mientras las chicas se dispersaban por el bullicioso centro turístico, él se mantenía alerta, moviéndose discretamente entre las sombras y observando cómo se desarrollaba el plan.

Agnes, con su encanto y sonrisa deslumbrante, se acercó a un grupo de turistas que estaban disfrutando de una bebida en un bar al aire libre. Sus ropas llamativas y su actitud desenfadada le daban una presencia magnética.

Agnes: (con una sonrisa coqueta) ¡Buenas noches, caballeros! ¿Cómo va la diversión? Me alegra ver que están disfrutando del espectáculo.

Turista 1: (sonriendo) ¡Oh, es maravilloso! Nunca habíamos visto algo así. Es como un viaje en el tiempo.

Agnes: (riendo) ¡Exactamente! Y, si están interesados, podemos ofrecerles una experiencia aún más auténtica. Tenemos un par de juegos tradicionales que seguro les encantarán.

Mientras Agnes distraía a los turistas, Marie y Michelle se acercaron a otro grupo, aprovechando el entusiasmo y el ambiente festivo para involucrarse en la conversación.

Marie: (con una risa ligera) ¡Qué maravillosa noche! ¿Les gustaría probar algo un poco diferente? Tenemos un juego de cartas antiguo que es la sensación aquí. ¿Qué opinan?

Turista 2: (curioso) ¿De verdad? ¡Eso suena interesante! ¿Cómo funciona?

Michelle: (sonriendo) Es muy sencillo. Solo necesitan apostar un poco, y pueden ganar grandes premios si tienen suerte. Es como una versión antigua de la ruleta, pero con mucho más estilo.

Turista 3: (entusiasmado) ¡Vamos a probarlo! ¿Dónde podemos jugar?

Mientras las chicas comenzaban a organizar los juegos de cartas improvisados, Lincoln permanecía al margen, observando cada movimiento con atención. Su papel era crucial para garantizar que el plan se desarrollara sin contratiempos. Sus ojos escudriñaban cada rincón, evaluando posibles amenazas y asegurándose de que no hubiera interrupciones inesperadas.

Lincoln: (en un susurro para sí mismo) Todo va según lo planeado. Solo falta un poco más para asegurarnos de que esto funcione.

Mientras tanto, Josh y Mac estaban en el campamento, discutiendo estrategias y preparándose para cualquier eventualidad. La preocupación en sus rostros era evidente.

Josh: (revisando mapas y documentos) Tenemos que pensar en un plan B. No sabemos cuánto tiempo estaremos seguros en este campamento, y no podemos permitirnos ser atrapados sin una ruta de escape.

Mac: (con una expresión de preocupación) Sí, lo entiendo. Pero mientras las chicas estén en Rhodes, no podemos hacer mucho más que esperar. Necesitamos asegurar un lugar seguro para cuando regresemos.

De vuelta en Rhodes, el juego de cartas estaba en pleno apogeo. Las chicas estaban moviendo las fichas y las cartas con habilidad, manteniendo la ilusión de que todo estaba bajo control. Los turistas estaban tan inmersos en el juego que no notaban las sutiles señales de manipulación.

Agnes: (con una expresión de sorpresa falsa) ¡Increíble! ¡Esa es la mejor mano que he visto en mucho tiempo! ¡Parece que tienes suerte esta noche!

Turista 1: (entusiasmado) ¡No puedo creerlo! ¡Estoy ganando una fortuna!

Marie: (disimulando) ¡Esa es la magia del viejo oeste! Pero, por supuesto, la suerte puede cambiar en un instante.

Mientras las chicas seguían con el engaño, Lincoln se encontró con un joven turista que parecía estar observando el juego con gran interés.

Joven Turista: (a Lincoln) Oye, ¿qué está pasando aquí? Parece que están ganando mucho dinero.

Lincoln: (sonriendo) Ah, es solo un juego de azar, amigo. La suerte juega un papel importante, pero también hay un poco de habilidad involucrada. ¿Quieres unirte?

Joven Turista: (entusiasmado) Claro, ¡suena divertido! ¿Cómo se juega?

Lincoln: (guiñando un ojo) Solo tienes que apostar una cantidad y ver si la suerte está de tu lado. Pero ten cuidado, ¡puede ser adictivo!

Joven Turista: (entregando algunas monedas) Aquí tienes, ¡voy a probar mi suerte!

Lincoln: (mientras acepta las monedas) Buena suerte. Aunque, como siempre en el viejo oeste, hay que tener cuidado con los trucos.

Con el joven turista ya inmerso en el juego, Lincoln aprovechó la oportunidad para asegurarse de que todo siguiera el curso correcto. Observó con atención, asegurándose de que las chicas siguieran el plan y de que los turistas estuvieran completamente distraídos.

Michelle: (a Lincoln, mientras se acerca) El dinero está fluyendo bien. Los turistas están tan distraídos que no sospechan nada.

Lincoln: (asintiendo) Excelente. Solo asegúrate de mantener la calma y no llamar demasiado la atención. Una vez que tengamos lo que necesitamos, regresemos al campamento de inmediato.

Con la misión en marcha y el plan ejecutándose como se había previsto, el grupo se mantenía enfocado y alerta. Aunque el riesgo era alto, el potencial de éxito mantenía a todos en movimiento. Las luces de Rhodes parpadeaban a lo lejos, recordándoles que, aunque el destino les había llevado a este extraño lugar, aún tenían un camino por recorrer y desafíos por enfrentar.

El reloj avanzaba lentamente mientras el grupo trabajaba en su tarea, con la esperanza de que sus esfuerzos se tradujeran en éxito y que, al final de la noche, pudieran regresar al campamento con lo necesario para asegurar su supervivencia y continuar su lucha.

Lincoln se encontraba en la tienda, un pequeño refugio de madera y piedra que había visto mejores días. Las estanterías estaban llenas de artículos polvorientos, y el aire estaba impregnado con el aroma a cuero y madera vieja. El tendero, un hombre robusto con una barba descuidad y unas manos ásperas, estaba detrás del mostrador, trabajando en las provisiones que Lincoln había solicitado.

Mientras esperaba, Lincoln notó una serie de fotografías enmarcadas colgadas en la pared detrás del tendero. Entre ellas, una en particular llamó su atención. Era una imagen en blanco y negro de un grupo de hombres con sombreros de vaquero, algunos de ellos con miradas endurecidas y otros con expresiones más suaves. En el centro, destacando entre los demás, estaba Arthur Morgan, el rostro conocido y casi legendario.

Lincoln (murmurando para sí mismo): No puede ser... ¿Arthur Morgan?

Sacó el diario de su bolsa con cuidado. El diario, una reliquia que había heredado de John Marston, estaba lleno de anotaciones y observaciones sobre los días de gloria de la banda Van-Der-Linde. Lincoln había conservado el diario con gran reverencia, ya que representaba un vínculo directo con el pasado de su familia. Pasó las páginas con manos temblorosas, buscando la entrada que mencionaba a Pearson.

Diario de Arthur (escrito por John Marston): Pearson ha encontrado un pequeño negocio en Rhodes. La tienda es modesta, pero ha logrado establecerse aquí. Dice que le recuerda a los viejos tiempos. Rhodes parece ser un lugar ideal para que mantenga sus cosas en orden.

Lincoln volvió a mirar la foto con una nueva perspectiva. El tendero seguía ocupado detrás del mostrador, ajeno a la revelación que Lincoln había tenido. La conexión entre el pasado y el presente parecía más tangible que nunca.

Lincoln (a sí mismo): Entonces, ¿Pearson realmente estuvo aquí? ¿Esto no puede ser una coincidencia?

Con una mezcla de curiosidad y determinación, Lincoln decidió abordar al tendero, esperando obtener más información sobre el misterioso pasado de Rhodes.

Lincoln: Disculpa, señor. Estaba observando esa foto en la pared. Pareces conocer a la gente en ella. ¿Puedes decirme algo sobre Pearson?

El tendero levantó la vista, sorprendido por la pregunta, y luego asintió lentamente, como si estuviera reviviendo viejas memorias.

Tendero (con una sonrisa nostálgica): Sí, claro. Esa foto fue tomada hace muchos años. Pearson era mi tatarabuelo. Era un hombre peculiar, con un pasado que siempre parecía estar lleno de aventuras.

Lincoln (con interés creciente): ¿Qué tipo de hombre era él? ¿Qué hacía en Rhodes?

Tendero (suspirando): Pearson era el cocinero de la banda Van-Der-Linde. Cuando la banda se disolvió, él decidió quedarse en Rhodes y abrir esta tienda. Era un buen hombre, aunque algo nostálgico por sus viejos tiempos. Siempre hablaba de sus compañeros y de las historias que vivieron juntos. Rhodes fue su lugar de retiro, su última parada antes de descansar.

Lincoln (mirando la foto con renovado respeto): ¿Y cómo terminó su vida aquí?

Tendero (pensativo): Vivió muchos años aquí, tratando de llevar una vida tranquila. La tienda era modesta, pero le permitió mantenerse ocupado. Murió hace años, por supuesto. Pero hasta el final, seguía hablando de los viejos tiempos y de sus compañeros.

Lincoln tomó nota de cada detalle. La conexión entre Pearson y la tienda de Rhodes añadía una capa de profundidad a su comprensión del pasado de su familia y de la banda. Este nuevo conocimiento le daba una perspectiva más completa sobre las personas que habían sido parte de la vida de Arthur Morgan y, por extensión, de su propia historia.

Lincoln (pensando en voz alta): Parece que el pasado nunca está muy lejos. Todos estos recuerdos... ¿Qué nos dicen sobre el presente?

El tendero entregó las provisiones a Lincoln y él pagó con una generosa suma, agradecido por la información valiosa que había recibido. 

Al salir de la tienda, Lincoln se encontró con una escena incómoda que rápidamente llamó su atención. Agnes estaba envuelta en una acalorada discusión con un turista. El hombre, con un rostro enrojecido y una actitud indignada, estaba gritando a plena voz en medio de la calle polvorienta de Rhodes.

Turista (gritando): ¡Esa mujer me ha robado! ¡Vi cómo metió mis pertenencias en su bolso!

Agnes (defendiendo su postura, con una mezcla de nervios y enojo): ¡No he robado nada! ¡Es un malentendido! ¡Lo que está diciendo es una mentira!

El escándalo estaba atrayendo miradas curiosas de otros turistas y habitantes del lugar. La voz del turista resonaba con la misma intensidad que el sol abrasador del mediodía. El caos parecía inminente, y Lincoln, al ver que la situación podría escalar y complicar aún más la misión del grupo, decidió intervenir.

Lincoln caminó con paso firme hacia el centro del altercado. Su presencia imponente y el firme resplandor de sus ojos enmarcaban una figura que demandaba respeto. Sin embargo, en su mente no había lugar para el conflicto innecesario.

Lincoln (con una voz baja pero cargada de autoridad): Oye, amigo, ¿no crees que estás haciendo demasiado alboroto por algo que puede ser solo un malentendido? No vale la pena que te pongas en evidencia por algo que podrías resolver de una manera más civilizada. Te recomiendo que te alejes antes de que termines siendo un ejemplo de lo que le pasa a los chismosos en el Lejano Oeste.

El tono de Lincoln era severo, y sus palabras llevaban un peso que no podía ser ignorado. La amenaza implícita en su voz se sintió como una brisa fría en un caluroso día de verano. El turista, claramente intimidado por la presencia de Lincoln y el peso de sus palabras, retrocedió un paso, su rostro palideciendo.

Turista (vacilante): Está bien, está bien... No quiero problemas. Solo... vete de aquí, y olvídalo. Me he dado cuenta de que quizás he sido demasiado rápido para juzgar.

Con una última mirada de desconfianza hacia Agnes, el hombre se dio la vuelta y se alejó rápidamente, desapareciendo entre la multitud. Lincoln observó cómo el turista se perdía en el horizonte de Rhodes antes de girarse para enfrentar a Agnes. Su expresión, aunque aliviada, seguía mostrando una mezcla de preocupación y desaprobación.

Lincoln (con firmeza): Agnes, necesitamos hablar. La discreción es crucial en este tipo de trabajo. No puedes hacerte notar, ni siquiera por un malentendido. Cada acción que tomes tiene consecuencias, y hoy hemos tenido suerte. Pero la próxima vez, no podemos contar con que todo saldrá bien solo porque tú tienes una actitud decidida.

Agnes (nerviosa, tratando de recuperar su compostura): Lo siento, Lincoln. No quise causar problemas. Estaba tratando de cumplir con mi parte del plan, y... bueno, tal vez me dejé llevar por la presión del momento.

Lincoln (suavizando un poco su tono, pero aún serio): Más te vale. No hay margen para errores en este juego. No solo nos ponemos en riesgo a nosotros mismos, sino que arriesgamos todo el plan. Si uno de nosotros mete la pata, todos nos veremos afectados. Debes aprender a ser más cautelosa y a manejar tus emociones bajo presión.

Agnes (con un suspiro): Entiendo. Prometo ser más cuidadosa de ahora en adelante. No quiero que todo el trabajo que hemos hecho se eche a perder por un error tonto.

Lincoln (con un tono más conciliador): Está bien, pero recuerda que la próxima vez podrías no tener la misma suerte. La discreción es nuestra mejor arma en estos momentos. Ahora, ve a encontrarte con el resto del grupo. Nos queda mucho por hacer, y necesitamos estar en nuestra mejor forma.

Agnes asintió, agradecida por la orientación, y se dirigió hacia el punto de encuentro del grupo. Lincoln observó cómo se alejaba, su mente procesando los eventos recientes. El incidente había sido un recordatorio contundente de las tensiones y peligros involucrados en su trabajo. Aunque la situación se había manejado sin mayores complicaciones, la advertencia de Lincoln había sido clara: cada miembro del equipo debía ser consciente y cuidadoso para evitar que el trabajo se viera comprometido.

Lincoln se reunió con el resto del grupo en un callejón tranquilo donde solían encontrarse después de cada jornada. El sol ya estaba descendiendo, y el ambiente en la ciudad se volvía más relajado a medida que los turistas comenzaban a retirarse. Las chicas esperaban en silencio, y Lincoln las observó detenidamente antes de romper el silencio.

Lincoln: Chicas, ¿cuánto lograron conseguir hoy?

Agnes fue la primera en sacar un fajo de billetes del bolso, seguido por Natalia y Lucille, que también aportaron sus ganancias. Lincoln contó el dinero rápidamente, su expresión seria mientras calculaba mentalmente la suma.

Lincoln: Esto debería bastar para cubrir nuestros gastos y algo más. Buen trabajo, pero recuerden mantener la discreción. No podemos permitirnos más errores.

Las chicas asintieron, conscientes de la importancia de sus palabras. Estaban a punto de regresar al campamento cuando Will apareció en el callejón, su figura oscura recortada contra la luz del atardecer. Su expresión era seria, lo que llamó la atención de Lincoln de inmediato.

Will: Lincoln, necesito hablar contigo. Josh te está esperando en el establecimiento del sheriff. Me pidió que viniera a buscarte y que me llevara a las chicas al campamento.

Lincoln levantó una ceja, la mención del sheriff haciendo que su mente se acelerara. Estar involucrado con la ley, especialmente cuando sabían que estaban siendo cazados, no era algo que le gustara.

Lincoln: ¿El sheriff? ¿Qué demonios quiere Josh con él?

Will: No estoy seguro de todos los detalles, pero parece que el sheriff tiene un par de problemas que necesitan una solución, y Josh cree que podríamos ayudar. Dice que hay una buena recompensa de por medio.

Lincoln frunció el ceño, pero asintió lentamente. Sabía que en situaciones como estas, era mejor no preguntar demasiado. Si Josh creía que era una buena idea, probablemente lo era.

Lincoln: Está bien, llévate a las chicas de vuelta al campamento y asegúrate de que todo esté seguro. Yo iré a ver qué quiere el sheriff.

Will asintió y comenzó a guiar a las chicas fuera del callejón, mientras Lincoln se dirigía hacia el establecimiento del sheriff, cada paso más pesado que el anterior. Las calles estaban casi desiertas, y la única luz provenía de las lámparas de gas que comenzaban a encenderse.

Cuando Lincoln llegó al establecimiento, la atmósfera era tensa. Las paredes de madera vieja crujían bajo el peso de los años, y la única ventana que dejaba entrar la luz estaba cubierta por una cortina descolorida. En el fondo de la sala, Josh estaba sentado frente al sheriff Lawson, un hombre de aspecto severo con un aire de autoridad que era difícil ignorar.

Josh (al ver entrar a Lincoln): Ah, aquí está. Sheriff, te presento a Lincoln Morgan.

Lincoln asintió con la cabeza al sheriff, aunque por dentro estaba alerta. La última vez que un sheriff se interesó en su grupo, las cosas no terminaron bien.

Sheriff Lawson (extendiendo la mano): Encantado de conocerte, Lincoln. Josh me ha hablado mucho de ti. Siéntate, por favor.

Lincoln tomó asiento frente al sheriff, su mente trabajando rápido para evaluar la situación. No le gustaba estar aquí, pero si había una oportunidad de ganar algo de dinero o, mejor aún, de asegurar la seguridad de su grupo, tenía que escuchar.

Lincoln (cauteloso): Sheriff, ¿en qué puedo ayudarlo?

Josh (interviniendo): Lincoln, el sheriff tiene un problema con unos vendedores de agua ardiente ilegales que están operando en la región. Ha estado intentando lidiar con ellos, pero no ha tenido suerte. Nos ha ofrecido una buena suma si podemos encargarnos del asunto.

Sheriff Lawson (con tono serio): Estos tipos se esconden en las colinas al norte de Rhodes. Son peligrosos y están bien armados. Si puedes desmantelar su operación, te aseguro que será recompensado y que tu estancia en Rhodes será más... cómoda.

Lincoln asintió lentamente, evaluando las palabras del sheriff. Sabía que este tipo de misiones no eran fáciles, pero también sabía que no podían darse el lujo de rechazar una oportunidad que podría mejorar su situación en la ciudad.

Lincoln: Entendido. Nos encargaremos de eso. ¿Tienes alguna información específica sobre su ubicación o número?

Sheriff Lawson: No muchos detalles. Sabemos que operan desde un par de cabañas cerca de un viejo camino de minería. Te recomendaría ir bien preparado; estos hombres no se andan con juegos.

Josh: Nos moveremos rápido y limpio. Cuanto antes terminemos, mejor para todos.

Al salir de la comisaría, Lincoln sentía una mezcla de frustración y desconfianza. Caminó al lado de Josh en silencio por unos minutos, dejando que las palabras del sheriff se asentaran en su mente. Finalmente, no pudo contener más su descontento y se giró hacia Josh, su mirada fija y seria.

Lincoln (con tono molesto): ¿Qué demonios estás pensando, Josh? Aliarte con un sheriff, especialmente con uno que ni siquiera conocemos bien, es una jugada arriesgada. Estamos siendo cazados, y ahora estás poniendo nuestras cabezas en la mesa de negociaciones de un hombre que podría delatarnos en cualquier momento.

Josh, acostumbrado al temperamento de Lincoln, no se dejó intimidar. En lugar de reaccionar con enojo, se detuvo y miró a su compañero con una calma que sólo servía para irritar más a Lincoln.

Josh (con voz firme): Escucha, Lincoln. No soy un tonto. Sé exactamente lo que estoy haciendo. El sheriff Lawson no es un hombre complicado. Lo que vi en su mirada fue simple: es un idiota. Un idiota con poder, sí, pero un idiota al fin y al cabo. Es del tipo que no quiere problemas, y si nosotros le solucionamos algunos, se sentirá en deuda con nosotros.

Lincoln frunció el ceño, cruzando los brazos mientras intentaba procesar lo que Josh decía. No le gustaba admitirlo, pero Josh tenía un punto. A veces, en el Lejano Oeste, las alianzas más improbables eran las que ofrecían las mejores recompensas, siempre y cuando se manejara bien la situación.

Lincoln (con un suspiro, aún desconfiado): ¿Y qué pasa cuando ya no necesite nuestros favores? ¿Qué le impedirá darnos la espalda o vendernos al mejor postor?

Josh sonrió levemente, un gesto que tenía un toque de cinismo, pero también de experiencia.

Josh: Ese es el truco, Lincoln. Nunca dejaremos de serle útiles. Mientras sigamos resolviendo sus problemas, seremos demasiado valiosos para traicionarnos. Además, un idiota como Lawson necesita sentir que tiene control, pero al final del día, somos nosotros los que estamos tirando de los hilos. Si él piensa que tiene el poder, no se dará cuenta de que somos nosotros los que lo estamos usando.

Lincoln lo miró por un momento, evaluando cada palabra. Sabía que Josh tenía razón en muchos aspectos, pero también entendía que estaban jugando un juego peligroso. El Lejano Oeste no era lugar para errores, y las apuestas estaban más altas que nunca.

Lincoln (más calmado, pero aún serio): Está bien, pero quiero que tengas algo claro. Si veo que las cosas empiezan a ir mal, me encargaré de esto a mi manera. No podemos permitirnos otro revés, Josh. No después de todo lo que hemos pasado.

Josh (asintiendo, comprendiendo la preocupación de Lincoln): Lo sé. Pero confía en mí esta vez. He lidiado con hombres como Lawson antes. No es tan diferente de los otros.

Lincoln respiró hondo, dejando que el aire fresco de la noche despejara un poco su mente. No era la primera vez que él y Josh discutían, y probablemente no sería la última. Pero había algo en esa dinámica de tensión que también mantenía al grupo en movimiento, siempre alertas y listos para lo que viniera.

Lincoln (finalmente relajándose un poco): De acuerdo. Vamos a encargarnos de esos vendedores de agua ardiente, y luego veremos cómo se desarrollan las cosas. Pero mantente alerta, Josh. Esto puede volverse en nuestra contra en cualquier momento.

Josh asintió nuevamente, y los dos hombres continuaron su camino hacia los establos, donde los caballos esperaban. A medida que la oscuridad de la noche caía sobre Rhodes, ambos sabían que los próximos días serían decisivos, no solo para su misión, sino para su supervivencia en un lugar donde la lealtad era un lujo raro y caro.

Al regresar al campamento, el ambiente estaba cargado de expectación y tensión. El grupo, que se había dispersado para cumplir con sus respectivos roles durante el día, se reunió alrededor del fuego. Josh, con una determinación visible, se dirigió a Mac, quien estaba sentado cerca del fuego, revisando algunas provisiones.

Josh (con tono decidido): Mac, necesitamos hablar sobre el plan para esta noche. He hablado con el sheriff, y está dispuesto a hacer un trato con nosotros. Pero para eso, necesitamos actuar rápido.

Mac (mirando a Josh con desconfianza): ¿De qué estás hablando? Ya hemos tenido suficientes problemas por intentar salirnos del camino establecido. El sheriff no es alguien en quien debamos confiar ciegamente. ¿Qué hace que pienses que esta vez será diferente?

Josh (frunciendo el ceño): Lo que hace que sea diferente es que necesitamos aliados, y el sheriff Lawson puede sernos útil. Él tiene problemas con los vendedores de agua ardiente ilegales, y si nosotros le ayudamos a resolver esos problemas, obtendremos algo de protección y recursos adicionales.

Mac se levantó, claramente molesto, sus manos en las caderas mientras miraba a Josh con incredulidad.

Mac (enfadado): No me gusta nada de esto, Josh. Estás jugando con fuego. El sheriff es impredecible, y la última cosa que necesitamos es meternos en más problemas con tipos que tienen tanto poder y recursos. Si las cosas se complican, seremos nosotros quienes terminemos en la cuerda floja.

Josh (interrumpiendo, sin ceder): No estamos en una posición para ser demasiado selectivos con nuestros aliados. Además, el sheriff es un idiota, como ya mencioné. No nos delatará si le hacemos favores. Pero tenemos que movernos rápido. Lincoln y yo vamos a buscar a esos vendedores ahora mismo. Necesitamos asegurar este trato antes de que sea demasiado tarde.

Mac frunció el ceño, pero sabía que discutir más no cambiaría la decisión de Josh. A pesar de su resistencia, entendía que estaban en una situación donde las decisiones difíciles tenían que tomarse rápidamente. A regañadientes, asintió.

Mac (resignado): Está bien, pero si algo sale mal, será tu responsabilidad. Asegúrate de que todo salga como lo planeas.

Josh asintió con firmeza, consciente de que la responsabilidad recaía sobre sus hombros. Se dirigió a los establos, donde Lincoln ya estaba preparando su caballo.

Josh (dirigiéndose a Lincoln): Listo para irnos. Tenemos que ser rápidos y discretos. No podemos permitirnos ser detectados mientras buscamos a esos hombres.

Lincoln (mientras sube a su caballo): Estoy listo. Vamos a encontrar a esos vendedores y asegurar el trato con el sheriff. Pero mantén la cabeza fría y no hagas nada que pueda empeorar las cosas.

Josh y Lincoln avanzaban bajo la tenue luz de la luna, sus caballos avanzando con paso firme por el campo desolado. La quietud de la noche parecía contrastar con la tensión que ambos hombres sentían. Mientras se acercaban a la cabaña, las sombras danzaban en sus rostros, y los recuerdos de tiempos más sencillos comenzaron a aflorar en sus conversaciones.

Josh (mirando al frente mientras trota): ¿Recuerdas aquellos días en que todo era más fácil? Cuando podíamos movernos sin preocuparnos tanto por la policía o por otras bandas. Teníamos el mundo a nuestros pies.

Lincoln (mirando a Josh con una mezcla de nostalgia y preocupación): Sí, lo recuerdo bien. Pero esos tiempos están cambiando. El mundo está cada vez más complicado y nosotros debemos adaptarnos o ser arrastrados por la corriente. No podemos quedarnos estancados en el pasado.

Josh (frunciendo el ceño): Adaptarse, ¿eh? No estoy seguro de que eso sea lo que nos hace falta. A veces me pregunto si lo que estamos haciendo es lo correcto. Tal vez deberíamos aferrarnos a lo que nos ha mantenido a flote hasta ahora. Si cambiamos demasiado, podríamos perder nuestra esencia.

Lincoln (con una mirada dura): Eso es lo que le pasó a muchas bandas. Quedarse atrapados en su propia manera de hacer las cosas los llevó a la ruina. No podemos permitirnos ser tan tercos. La adaptación es crucial para la supervivencia. Si seguimos pensando como si estuviéramos en los días de oro, podríamos terminar como ellos.

Josh guardó silencio por un momento, asimilando las palabras de Lincoln. La conversación se volvió más introspectiva, y ambos hombres reflexionaron sobre el peso de sus decisiones y las consecuencias de su forma de actuar.

Josh (rompiendo el silencio, con tono pensativo): ¿Cómo lo ves tú, entonces? ¿Qué crees que deberíamos hacer para evitar el mismo destino?

Lincoln (con determinación): Con la ayuda del diario de Arthur, he empezado a ver patrones en cómo operaba Dutch y la banda. Dutch era un hombre de gran visión, pero su terquedad y su resistencia al cambio lo llevaron a la caída. Estaba dispuesto a hacer todo por sus ideales, pero eso le costó demasiado.

Josh (mirando a Lincoln con curiosidad): ¿Y qué tiene que ver eso con nosotros?

Lincoln (con seriedad): Bueno, Josh, si seguimos hablando y actuando como Dutch, estamos corriendo el mismo riesgo. La banda necesita cambiar con los tiempos, no seguir anclada en el pasado. Debemos aprender de los errores de los que vinieron antes que nosotros.

Josh se quedó en silencio, la preocupación dibujada en su rostro. La idea de cambiar, de adaptarse a nuevas formas de operar, chocaba con sus propias creencias sobre la lealtad y la tradición. Sin embargo, no podía ignorar las verdades que Lincoln estaba planteando.

Josh (suspirando): Quizás tienes razón. Quizás nos estamos quedando atrás. Pero cambiar no es fácil, y a veces temes que los cambios sean lo que termine destruyendo lo que construimos.

Lincoln (poniendo una mano en el hombro de Josh): Lo entiendo, pero la resistencia al cambio puede ser nuestro mayor enemigo. Debemos encontrar un equilibrio entre nuestras tradiciones y la necesidad de evolucionar. Si seguimos aferrándonos al pasado, estamos condenados a repetir los mismos errores.

Mientras la conversación avanzaba, los dos hombres llegaron a una cabaña en el borde del río. El lugar estaba iluminado tenuemente por una lámpara, y las sombras se movían con inquietante lentitud. La tensión en el aire era palpable, pero también lo era el sentido de urgencia que ambos sentían.

Josh (mirando la cabaña): Aquí estamos. Ahora, sigamos el plan y resolvamos este asunto con los vendedores de agua ardiente. Necesitamos asegurarnos de que el trato con el sheriff se concrete, y también necesitamos mantenernos un paso adelante de quienes nos buscan.

Lincoln (asintiendo): Exacto. Pero mantente alerta. La última cosa que necesitamos es un enfrentamiento innecesario. Vamos a mantener la calma y a manejar esto de manera profesional.

Ambos hombres se prepararon para la misión que tenían por delante. La conversación había sido un recordatorio de la importancia de la adaptabilidad y el peligro de quedarse atrapado en viejas formas de pensar. Mientras se acercaban a la cabaña, cada uno de ellos estaba más consciente de la necesidad de equilibrar el cambio con la preservación de sus principios fundamentales.

La tarde se deslizaba lentamente hacia el anochecer cuando llegaron a la cabaña en el pantano. El aire estaba cargado con la humedad del agua estancada y el aroma característico de los pantanos. La cabaña, aunque rudimentaria, estaba equipada con todo lo necesario para su oscuro propósito: destilar y vender agua ardiente de manera ilegal. Los sonidos del bullicio de la cabaña eran evidentes, con la actividad de los hombres moviéndose de un lado a otro, cargando botellas y preparando su mercancía.

Lincoln observó desde una distancia segura, sus ojos agudos rastreando los movimientos de los fabricantes. Su mente corría a mil por hora mientras evaluaba las opciones. El plan de Josh había sido, inicialmente, tomar un enfoque más diplomático. Sin embargo, con cada minuto que pasaba, la situación se volvía cada vez más tensa.

Josh (susurrando a Lincoln mientras se acercan): Vamos a intentar la opción diplomática primero. Tal vez podamos llegar a un acuerdo. No quiero que esto se convierta en una guerra total.

Lincoln (con un tono cauteloso): Estoy de acuerdo, pero mantente alerta. No todos los hombres están dispuestos a negociar. Si las cosas se ponen feas, tendremos que actuar rápido.

Josh asintió, su mano en la empuñadura de su revolver, listo para actuar si fuera necesario. Avanzaron hacia la entrada de la cabaña, tratando de dar una impresión de confianza mientras se acercaban. Sin embargo, la tensión en el aire era palpable, y el sonido del trabajo dentro de la cabaña no ayudaba a calmar los nervios.

Al llegar a la puerta, Josh golpeó suavemente, buscando llamar la atención de los que estaban dentro. Uno de los hombres, un tipo corpulento con una barba desaliñada, salió para ver quién estaba llamando. Josh intentó ofrecer una sonrisa amistosa, esperando suavizar la situación.

Josh (con un tono cordial): Buenas tardes, amigos. Venimos a hablar sobre el negocio de agua ardiente que están manejando aquí. Hay algunos asuntos que necesitamos discutir.

El hombre frunció el ceño, su mirada escudriñadora no inspiraba confianza. No tardó mucho en que el ambiente se tornara más hostil.

Hombre (con voz áspera): No tenemos tiempo para charlas. Si estás aquí para hacer negocios, mejor que te des la vuelta antes de que los muchachos se pongan impacientes.

Josh frunció el ceño, dándose cuenta de que su intento de ser diplomático no estaba funcionando. No era el momento de titubear, así que decidió cambiar de táctica.

Josh (con firmeza): Escucha, estamos dispuestos a negociar, pero necesitamos saber exactamente qué tipo de trato podemos hacer. No estamos aquí para causar problemas, solo para resolver algunos.

En ese momento, Lincoln notó un movimiento en las sombras. Los hombres dentro de la cabaña estaban recogiendo rápidamente las botellas y preparándose para un posible enfrentamiento. No había tiempo para más palabras diplomáticas.

Lincoln (susurrando a Josh): No parece que vayan a cooperar. Prepárate para cualquier cosa.

Josh asintió, y justo cuando se preparaban para tomar medidas, los hombres dentro de la cabaña comenzaron a disparar. El sonido de los disparos resonó en el pantano, y Lincoln rápidamente se movió para cubrirse detrás de un tronco caído, mientras Josh hacía lo mismo, tratando de regresar el fuego con precisión.

Josh (gritando sobre el estruendo): ¡A cubierto! ¡Regresa el fuego y no dejes que se acerquen!

Lincoln, con su habilidad en el combate, rápidamente tomó la iniciativa. Sacó su revolver y disparó con precisión, apuntando a los hombres que se asomaban desde las ventanas y puertas de la cabaña. Las balas silbaron en el aire, y el caos se desató en el campo de batalla.

Lincoln (a Josh, mientras disparaba): ¡Nos están sobrepasando en número! ¡Necesitamos una estrategia para asegurar la salida de aquí!

Josh (mirando alrededor mientras disparaba): ¡Divide y conquista! ¡Intenta rodear la cabaña y cortarles la retirada!

Ambos hombres se movieron con rapidez, siguiendo el plan de Josh. Lincoln se deslizó por el costado de la cabaña, buscando cubrirse detrás de árboles y arbustos mientras avanzaba hacia la parte trasera. Josh, por otro lado, se encargó de mantener a los hombres ocupados desde el frente.

La batalla se había convertido en un frenético intercambio de violencia. El aire estaba cargado con el olor acre de la pólvora, y el sonido de los disparos resonaba como un eco implacable en el pantano. Los hombres de la cabaña, conscientes de que su negocio ilícito estaba en juego, luchaban con una desesperación animal. Pero Lincoln y Josh, endurecidos por años de brutalidad, respondían con una ferocidad que solo aquellos acostumbrados a caminar por el filo de la navaja podían entender.

Josh (gritando sobre el estruendo, con una risa amarga): ¡Mira cómo corren, Lincoln! ¡Están empezando a entender con quién se metieron!

Lincoln (frío y calculador, mientras recarga su arma): Sigamos adelante. No estamos aquí para darles lecciones, estamos aquí para acabar con ellos.

Lincoln disparaba con una precisión mortal, cada bala encontrando su objetivo con letalidad. Mientras los cuerpos caían, la sensación de poder y control que tanto tiempo había sido su refugio en el caos empezaba a envolverlo. Josh, por su parte, disfrutaba del combate con una intensidad casi maniaca, avanzando hacia el enemigo con una sonrisa torcida, como si estuviera saboreando cada momento de la carnicería.

La batalla, lejos de disminuir, se intensificó a medida que los vendedores ilegales comprendían que su única opción era luchar hasta el final. Pero para Lincoln y Josh, esto no era más que otro día en un ciclo interminable de muerte y destrucción.

Cuando las municiones se agotaron, la lucha cuerpo a cuerpo comenzó. Lincoln, sin pensarlo dos veces, sacó sus cuchillos, manejándolos con la destreza de un verdugo consumado. Con un movimiento fluido, lanzó uno de los cuchillos hacia un hombre que se acercaba por su flanco, atravesando su garganta. La sangre brotó como un manantial oscuro, pero Lincoln ya estaba en movimiento, apuñalando a otro enemigo en el estómago, girando el cuchillo con precisión quirúrgica para asegurar la muerte.

Josh (jadeando, pero disfrutando cada segundo, mientras lucha con un contrabandista): ¡Siempre es lo mismo, Lincoln! ¡Siempre hay más sangre que derramar!

Lincoln (con una voz baja y mortal, sus ojos oscuros brillando con una intensidad feroz): No es suficiente. Nunca es suficiente.

El fragor del combate alcanzó su clímax cuando los cuchillos se rompieron bajo la presión de la lucha. Sin armas, Lincoln y Josh se lanzaron sobre los sobrevivientes con sus propias manos, convirtiendo la escena en un espectáculo de brutalidad primitiva. Golpe tras golpe, Lincoln se hundía más en la violencia, su mente nublada por la adrenalina y la determinación de no dejar a nadie con vida.

Las gargantas se aplastaban bajo la fuerza de sus manos, los huesos se rompían con sonidos que se mezclaban con los gritos ahogados de los hombres. La tierra empapada del pantano se manchó con sangre, convirtiendo el suelo en un lodo viscoso de muerte. Josh, igual de implacable, acababa con sus enemigos con una mezcla de técnica y pura furia, sus ojos brillando con una locura apenas contenida.

Finalmente, el último hombre cayó, su cráneo estrellado contra una roca, y un silencio inquietante se extendió sobre el pantano. Lincoln y Josh se miraron, sus rostros cubiertos de sudor, tierra y sangre, compartiendo un entendimiento tácito del abismo al que ambos estaban cada vez más cerca de caer. No había gloria en lo que acababan de hacer, solo la fría y vacía satisfacción de haber sobrevivido una vez más.

Lincoln (respirando pesadamente, con una expresión que apenas disimula su desprecio por el lugar): Ya no queda nadie. Ahora, hagamos que este lugar arda en el infierno de donde salió.

Sacando el encendedor de su bolsa, Lincoln lo encendió con una precisión que reflejaba la frialdad de su corazón. Observó la pequeña llama por un momento, como si estuviera contemplando las decisiones que lo habían llevado hasta este punto. Sin decir una palabra, lo lanzó hacia la camioneta cargada con las botellas de agua ardiente.

El impacto fue inmediato. El líquido altamente inflamable se prendió como un rastro de pólvora, y en cuestión de segundos, la camioneta estaba envuelta en un infierno de llamas que iluminaba el pantano con un resplandor infernal. Lincoln observó las llamas con una calma inquietante, como si el fuego reflejara algo profundo y oscuro dentro de él.

Josh (acercándose a Lincoln, con una sonrisa sombría): Bien hecho. Nadie va a salir de aquí con vida, ni siquiera los muertos.

Lincoln (sin apartar la vista de las llamas): Este lugar no merece seguir existiendo. Nadie debe saber lo que sucedió aquí.

Josh asintió, y juntos se dirigieron hacia la cabaña, que todavía se mantenía en pie, aunque llena de agujeros de bala y destrozos. Sin dudar, Lincoln encendió otro fósforo y lo lanzó al interior. Las llamas se propagaron rápidamente, alimentadas por la madera seca y el alcohol derramado. La cabaña comenzó a arder con una furia casi sobrenatural, las llamas devorando cada rincón mientras el techo empezaba a derrumbarse.

Lincoln (murmurando para sí mismo, mientras observa la destrucción): No dejaré nada atrás. Ningún rastro, ninguna memoria.

El fuego rugió con fuerza, y la cabaña se desplomó en una masa ardiente. La luz del fuego reflejada en los ojos de Lincoln y Josh les daba un aspecto casi demoniaco, como si ellos mismos fueran los autores del infierno que acababan de desatar.

Josh (mirando las llamas, con un tono pensativo): A veces me pregunto si estamos condenados a esto. A destruir todo lo que tocamos.

Lincoln (con un tono frío, su voz apenas un susurro): No es una condena, Josh. Es una elección. Y hemos hecho la nuestra.

Sin mirar atrás, montaron sus caballos y se dirigieron de vuelta al campamento, dejando tras ellos el fuego que continuaría ardiendo hasta consumir todo rastro de vida en ese lugar. Mientras cabalgaban en silencio bajo la luz tenue de la luna, ambos sabían que, aunque la misión había sido un éxito, algo oscuro había sido despertado en ellos, algo que no se apagaría con el tiempo, sino que seguiría ardiendo como el fuego que dejaron atrás.

Mientras cabalgaban de regreso al campamento, el sol comenzaba a hundirse en el horizonte, tiñendo el cielo con un anaranjado profundo que se desvanecía lentamente en la oscuridad. Las sombras se alargaban sobre el terreno, y el silencio entre Josh y Lincoln se volvía pesado, cargado con el peso de las acciones recientes. La furia que Lincoln había mantenido a raya durante la misión ahora comenzaba a burbujear a la superficie, alimentada por el resentimiento que sentía hacia las decisiones de Josh.

Lincoln (rompiendo el silencio, su voz cargada de frustración contenida): No podemos seguir así, Josh. Cada trato que haces, cada riesgo que tomas, nos está arrastrando más cerca del borde. Ya hemos perdido a demasiados.

Josh (frunciendo el ceño, sin apartar la vista del camino): Siempre hay riesgos, Lincoln. Sabes tan bien como yo que este mundo no nos da opciones fáciles. Si queremos sobrevivir, necesitamos aliados, y a veces eso significa hacer cosas que no nos gustan.

Lincoln (alzando la voz, claramente molesto): ¡Derek, Alis, Damian! Todos ellos están muertos por seguir tus malditos planes, Josh. Estábamos en ese robo porque tú decidiste que el riesgo valía la pena. Y mira lo que pasó. Nos emboscaron, nos superaron en número, y ahora ellos están muertos. ¿Cuánto tiempo más antes de que alguien más muera por una de tus decisiones?

Josh apretó los dientes, su mandíbula tensa mientras luchaba por controlar su temperamento. Sabía que Lincoln tenía razón en cierta medida, pero también estaba convencido de que la única forma de mantener a la banda unida y protegida era tomando decisiones audaces, aunque peligrosas.

Josh (con un tono más sombrío, pero firme): No creas que no siento sus muertes, Lincoln. Eran nuestros hermanos. Pero no puedo dejar que el miedo nos paralice. Si dejamos de actuar, si dejamos de tomar riesgos, estamos condenados. No podemos sobrevivir en este mundo si no estamos dispuestos a ensuciarnos las manos.

Lincoln (más frío ahora, su mirada fija en el horizonte): No se trata de miedo, Josh. Se trata de saber cuándo retroceder, cuándo proteger a nuestra gente. Si seguimos arriesgándonos así, todos vamos a terminar como Derek, Alis, y Damian. Muertos y olvidados en algún maldito agujero.

El silencio volvió a caer entre ellos, pero ahora era tenso, cargado de resentimiento y preocupación. Las palabras de Lincoln resonaban en la mente de Josh, como un eco incómodo que no podía ignorar. Sabía que Lincoln no hablaba solo por él, sino por todos los miembros de la banda que habían perdido a sus compañeros en los últimos meses. Pero Josh, terco y decidido, se negaba a creer que estaba equivocado.

Josh (finalmente, su tono más suave, casi como una disculpa): Lo siento, Lincoln. Pero no puedo cambiar lo que soy. Siempre he hecho lo que creo necesario para mantenernos a flote. No voy a disculparme por eso. Pero... trataré de ser más cuidadoso. Por todos ellos.

Lincoln (sin apartar la mirada del camino, su tono firme pero menos severo): No se trata de cambiar lo que eres, Josh. Se trata de aprender de los errores. No somos invencibles. Cada día que pasamos en este infierno es un día más cerca de la tumba, y no quiero llevar a ninguno de nosotros ahí antes de tiempo.

Los últimos rayos del sol se desvanecían, sumergiendo el paisaje en una oscuridad cada vez más profunda. Mientras avanzaban en silencio hacia el campamento, ambos hombres sabían que esta conversación no era el final de su conflicto. La tensión persistiría, como una sombra entre ellos, amenazando con desgarrar la frágil cohesión que mantenía a la banda unida.

Pero por ahora, ambos aceptaron el silencio, dejando que la noche se asentara a su alrededor mientras regresaban a casa, sabiendo que cada día que pasaba en ese mundo despiadado solo los llevaba más cerca de un final inevitable.

Al llegar al campamento, la oscuridad de la noche ya se había asentado por completo, envolviendo el lugar en una penumbra que apenas era rota por el resplandor parpadeante de las fogatas. Lincoln y Josh desmontaron de sus caballos, cansados pero alertas, mientras el aroma del guiso recién cocinado llenaba el aire, un raro consuelo en un mundo tan sombrío.

Cerca de una de las fogatas, Anthony, el cocinero de la banda, estaba inclinado sobre una gran olla, revolviendo el guiso con una cuchara de madera. Su rostro curtido por los años mostraba concentración mientras ajustaba las brasas para mantener el calor justo. Aunque su papel en la banda no era el de un guerrero, su importancia era innegable; mantener a los hombres alimentados y con fuerzas para enfrentar las constantes amenazas era su contribución a la causa.

Anthony (sin apartar la vista del guiso, pero con una voz grave que denotaba preocupación): Ah, ya era hora de que volvieran. Espero que hayan tenido mejor suerte que la última vez.

Carl, Max, Will y el resto del grupo estaban formados alrededor de la olla, sus rostros iluminados por la luz de la fogata mientras esperaban recibir su ración de comida. Había una mezcla de cansancio y esperanza en sus miradas, conscientes de que cada día en el campamento era una victoria por sí misma, pero también un recordatorio constante de lo cerca que siempre estaban del desastre.

Will (con un tono más relajado, intentando aliviar la tensión): ¿Y bien, cómo les fue allá afuera? No vimos ninguna señal de ustedes durante todo el día. Comenzábamos a preocuparnos.

Josh intercambió una mirada rápida con Lincoln antes de responder, su tono más controlado que durante su conversación anterior.

Josh (con una leve sonrisa, tratando de quitarle peso a la situación): Digamos que tuvimos una pequeña charla con unos viejos conocidos. Nada que no podamos manejar.

Carl (con escepticismo, mientras se cruza de brazos): ¿Pequeña charla, eh? Entonces, ¿por qué apestan a pólvora y sangre?

Lincoln (serio, sin humor para juegos): Porque nos topamos con unos idiotas que no sabían cuándo rendirse. Pero el trabajo está hecho. Lo que sea que esos tipos hubieran construido en el pantano ya no es un problema para nadie.

Max, que había estado en silencio observando a los dos hombres, asintió con la cabeza, reconociendo la gravedad de lo que Lincoln y Josh habían enfrentado.

Max (murmurando, más para sí mismo que para los demás): Siempre es así, ¿verdad? Un día más, una pelea más. No parece que este maldito ciclo vaya a terminar pronto.

Anthony (sirviendo el guiso en platos de hojalata, interrumpiendo el silencio incómodo): Vamos, muchachos, coman mientras está caliente. No es mucho, pero les ayudará a recuperar las fuerzas. No sirve de nada hablar de lo que no podemos cambiar.

Mientras los hombres recibían sus raciones, la atmósfera en el campamento seguía siendo tensa, cargada con las emociones no expresadas del día. Lincoln se quedó un momento en silencio, su mente aún procesando los eventos recientes y la conversación con Josh. A pesar de la apariencia tranquila del campamento, la realidad era que todos allí sabían que cada día podía ser el último, y el temor constante a lo desconocido estaba siempre presente.

Lincoln (dirigiéndose finalmente a todos, su voz firme): Mantengamos la cabeza fría y los ojos abiertos. Cada día que sobrevivimos es un día más cerca de encontrar una salida. Pero si seguimos arriesgándonos como hoy, no habrá salida para ninguno de nosotros.

Las palabras de Lincoln resonaron en la mente de los presentes mientras comían en silencio, conscientes de que la vida que llevaban les exigía estar en constante guardia. Mientras las brasas de la fogata chisporroteaban suavemente, el campamento se sumió en una calma inquietante, donde todos sabían que, en el fondo, no había descanso verdadero en un mundo tan oscuro y despiadado.

Lincoln se removió inquieto en su tienda, atrapado en una pesadilla que lo llevó de vuelta a los momentos más oscuros de su pasado. Los recuerdos lo envolvieron como una tormenta, imágenes de rostros familiares, de decisiones dolorosas, de la sangre derramada en nombre de una causa que a veces se sentía vacía. Su mente no encontraba descanso, y los ecos de su conciencia lo atormentaban hasta que, incapaz de soportarlo más, se despertó con un sobresalto.

El interior de la tienda era sofocante, la oscuridad parecía cerrar sobre él, amplificando sus pensamientos más sombríos. Sabía que no podría volver a dormir, no con esas memorias acechando en su mente. Con un suspiro pesado, se levantó y salió al aire fresco de la noche.

El campamento estaba en silencio, todos dormían profundamente después del largo y agotador día. Las estrellas brillaban débilmente en el cielo nocturno, como testigos distantes de sus tribulaciones. Lincoln se apartó un poco del centro del campamento, buscando un momento de soledad en medio de la vasta soledad del campo. El aire fresco le aclaró un poco la mente, pero no lo suficiente para disipar las preguntas que lo atormentaban.

Se preguntó si su familia todavía lo extrañaba, o si ya habían aceptado su ausencia como algo inevitable, tal vez incluso encontrando algo de paz en ello. La idea lo atormentaba, y no sabía qué era peor: pensar que lo habían olvidado o imaginar que sufrían cada día por su partida. La culpa era un peso constante que llevaba consigo, un recordatorio de las vidas que había dejado atrás para seguir un camino incierto y peligroso.

Mientras esos pensamientos lo abrumaban, sintió algo tibio y suave rozar su mano. Miró hacia abajo y vio a Zeus, el perro que habían rescatado tiempo atrás, que ahora lo miraba con esos ojos leales y comprensivos. Lincoln se agachó y acarició el pelaje de Zeus, sintiendo una conexión simple y pura con el animal. En medio de todo el caos y la oscuridad, Zeus era un recordatorio de algo más sencillo, más genuino.

Lincoln (susurrando, con una mezcla de tristeza y ternura): ¿Tú crees que ellos todavía piensan en mí, chico? ¿O tal vez es mejor así, que me recuerden como alguien que se fue por su propio bien?

Zeus gimió suavemente, como si entendiera la angustia que cargaba su dueño. Lincoln se sentó en el suelo junto al perro, permitiendo que el peso de la noche lo envolviera mientras seguía acariciando a Zeus.

Lincoln (continuando en un murmullo): A veces me pregunto si todo esto vale la pena, si los sacrificios que hemos hecho no nos están llevando a una tumba temprana. Pero luego veo cómo son las cosas, y sé que no podría haberme quedado allí, esperando que algo cambiara por sí solo.

Zeus se acurrucó más cerca, proporcionando un consuelo silencioso. Lincoln se quedó un rato así, con la mirada perdida en el horizonte, donde el cielo comenzaba a insinuar las primeras luces del amanecer. Aún quedaba mucho por hacer, muchas batallas por librar, pero en ese momento, la compañía de Zeus fue suficiente para darle la fuerza para enfrentar otro día.

Finalmente, Lincoln se levantó, dándole una última caricia a Zeus antes de regresar a su tienda. Mientras se acostaba de nuevo, sabía que el sueño no vendría fácilmente, pero al menos, por un momento, había encontrado un poco de paz en la quietud de la noche y la lealtad de su compañero de cuatro patas.

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