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El odio y el perdón

Muy bien, antes de empezar, quiero agradecer a todos por querer leer esta obra, estoy seguro de que no se arepentirán. Y, bueno, por si gustan ambientar su lectura, les dejaré los soundtracks con lo que me motivé a escribir esta obra tan extensa. Sin más, disfruten.

Portada por  LoganG76, muchas gracias. (Nombre, en serio. Solo mira lo que has hecho, está mejor a como me lo imaginaba, muchísimiso mejor. No sabes lo feliz que estoy en este momento :"v)

De donde comienza el relato hasta el primer flashback:

https://youtu.be/QifCYaJgDVM

Primer flasback:

https://youtu.be/-crniMCqX9U

Segundo Flasback hasta el final de la obra:

https://youtu.be/Nrrjjsly5aE

Ahora sí, con todo...

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Hola a todos, la verdad, no creía volverlos a ver. Sin embargo, se ha presentado la ocasión perfecta para volver a presentarme ante ustedes. Sí, soy un ser benévolo y tengo un nombre: soy Rike. Mi esposa y yo hemos tenido un hijo y es nuestro deber criarlo como es debido; una linda y hermosa manera de hacerlo es por medio de cuentos, historias llenas de amor, creatividad y, lo más importante, enseñanza. Así que, por favor, acompáñenme a esta linda historia donde el odio no lleva a ningún lado y que el único camino que es real para sentirse bien con nosotros mismos es el perdón.

...

...

...

Rike, un joven de aparentemente 18 años, iba caminando hacia el cuarto de su hijo, Rabel. Aunque en el camino se topó con una linda mujer castaña, cuya cabellera le llegaba por debajo de la espalda. Ambos se sonrieron y se dieron un beso, se tomaron de las manos.

—¿Qué vas a contarle hoy? —cuestionó con una dulce voz.

—Sabes que estamos adiestrados bajo la palabra, así que quiero enseñarle la importancia del perdón. Porque se nos fue enseñado que debemos perdonar hasta 70 veces siete, incluso a nuestros enemigos, porque el perdón es tan poderoso que hace desaparecer la ira y el odio del corazón.

—Pero, perdonar no es fácil. ¿Crees que él aprenda a perdonar a todos?

—Cielo, nadie merece el perdón, pero, justo por eso mismo, es grato y reconfortante el darlo; das aquello que no todos son capaces de dar por la influencia que el mundo tiene sobre ellos.

—¿Sabías que tu modo de hablar es hermoso? —comentó mientras se recargaba en su hombro.

—Pocas veces me lo han dicho —sonrió con alegría. Maby y Rike fueron entonces al cuarto de su hijo; sin embargo, unos murmuros les hicieron detenerse. Rike tomó la delantera y abrió la puerta con lentitud. Se asomó con cautela, procurando no interrumpir lo que ocurría.

—¡¿Y al final que pasó, tío?! —preguntó el niño de 5 años acerca del relato que su pariente, un ente oscuro de ojos rojizos cuyo ceño era fruncido, le contaba con gran detalle y una pizca de emoción.

—Todo concluyó en que no pudieron conseguir el equilibrio existencial que necesitaba su Universo, llevándolo inevitablemente a su autodestrucción: terminando con sus vidas, todo porque fueron cegados por su propia ambición —cerró su relato con una grata sonrisa en su rostro, el cual no mostraba más que despecho y burla.

—¡No es cierto! —con una expresión de asombro e incredulidad, el chico terminó cruzándose de brazos. Luego bufó—. No me gustó ese final —repuso con una cierta molestia.

—No todos los finales son siempre felices, aunque eso me lleva a pensar que tu padre aún no tiene la valentía para decirte aquella verdad —miró con firmeza a la rendija de luz que se asomaba a través de la puerta, observando el ojo intruso de su hermano gemelo. Se levantó y se dirigió a la puerta y la abrió por completo, mostrando siempre esa sonrisa tan característica de él; siempre se mostraba seguro de sí mismo y una gran soberbia envuelta en un ego inmedible no hacían más que molestar y hacer de sus gestos una burla constante ante la inferioridad de todos los que le rodeaban.

—¿Qué haces aquí, hermano? —cuestionó Rike, quien nunca se sintió intimidado por aquel ser tan despreciable e imponente; siempre trataba de verse grande y hacer menos a los que se posaban frente suya, pero eso nunca funcionó con su hermano gemelo, quizá porque ambos tenían capacidades similares. Por otro lado, Maby mostraba una mirada llena de fiereza, aunque en el fondo siempre se sentía algo aterrada, temiendo que fuera hacerle algo a su familia.

—¿No puedo visitar a mi sobrino? —comentó con una sonrisa irónica—. Creí que éramos familia —se acercó al niño y lo cargó.

—Sí, papi. Somos familia —lo abrazó con gran intensidad, el niño no tenía miedo de su familiar. Rike miró a Maby y esta sólo negó con la cabeza. Posteriormente, el joven entró al cuarto y encaró al ser.

—No puedes venir a mi casa sin avisar, sabes cómo es Maby al respecto. Le aterra que le hagas algo a nuestro hijo, tiene miedo de que lo mal influencies.

—Por favor, no seas ridículo. Desde que nació tu hijo he cambiado bastante, tú sabes que ya no soy el mismo de antes, lo sabes muy bien —extendió su brazo hacia su hermano, este, como siempre, cedió ante la amabilidad y se acercó a él, dándole un cálido abrazo.

—De acuerdo, hermano. Te creo —lo miró a los ojos, a pesar de todo, en el fondo de su naturaleza incambiable, seguía siendo el mismo—, entonces, ¿quieres contarle un cuento a mi hijo?

—No, quiero que juntos le contemos un cuento a tu hijo, pero no cualquier cuento. ¿Quieres que aprenda la realidad? ¿Quieres que tu hijo discierna las cosas que son verdaderas? Entonces no juegues con él y se franco en todas tus acciones y palabras. Está bien que le enseñes a ser bueno y que nunca se atreva a realizar una de las acciones que yo he cometido a lo largo de mi existencia, pero también debes mostrarle que no todo siempre es color de rosa y que habrá cosas que no podrá manejar, ni siquiera las podrá tocar por mucho que quisiera.

—¿Eso qué significa, papá? —el chico, curioso, miró a su padre a los ojos. De verdad que era tierno cuando se lo proponía.

—Significa que no importa que tantos dones podamos poseer —pausó por un momento. Miró a su hijo con un poco de aflicción y una clara angustia—, nosotros no tenemos la capacidad de ayudar a todo el Multiverso.

—¿Y por qué no? —el ente oscuro contestó.

—Porque debes saber, sobrino mío, que hay Universos que no nos corresponden y, por ende, no importa cuánto queramos, no podremos intervenir.

—Pero, ¿no se supone que por eso eres el Guardián del Multiverso? ¿Acaso no era yo tu heredero? ¿No era yo el más capaz de todos nosotros, justo para alcanzar sitios que ustedes no eran capaces? —cuestionó con una clara muestra de aflicción, además de tristeza. Rike miró a su hijo con una gran angustia, los ojos de su niño brillaban con intensidad, denotaban unas inmensas ganas de exprimir lágrimas. Maby sabía cómo se sentía su marido, así que se acercó a él y lo abrazó, mientras el Destructor se sentaba junto a su sobrino.

—Es hora de que sepas la verdad, sobrino mío. No hacemos más que crear Universos Alternativos, creyendo que salvamos Universos Originales provenientes del verdadero Universo Original; no podemos, es triste, lo sé, sobre todo para ti que se supone que salvaguardas a los indefensos, que curas a los heridos, que guías a los perdidos, que ayudas a los esclavos; es complicado para ti averiguar que no importa cuán grande seas... siempre estaremos limitados a lo que nos rodea.

Rabel trataba todavía de comprender las palabras de su tío, eran un choque directo a su visión. Sentía que su propósito carecía de todo sentido, sentía que su existencia era mediocre, sentía que no valía para nada.

—Si ese es el caso —emitió un leve suspiro—..., entonces, ¿para qué existo?

El Destructor sonrió ampliamente.

—Tal vez no seamos reales y, tal vez, no importa lo que hagamos, pero sí te puedo decir una cosa. Aquellos que nos observan, aquellos que nos leen, aquellos a quienes llegamos, somos una influencia para ellos. Al igual que cualquier dibujo, al igual que cualquier poema, al igual que cualquier representación artística..., todo representa al ser que lo emite; su contenido, su esencia, su creatividad, todo eso representa al artista, al escritor, al cantante, al pianista, al pintor, entre muchos otros. Sí, seremos inexistentes, pero eso no significa que no tengamos vida, porque siempre que alguien nos vea, que alguien nos lea..., entonces seremos reales.

Rike, al escuchar tales palabras de su gemelo, sonrió.

—Sí que has cambiado.

—Te lo dije...

Rabel lloró un poco, se sentía insuficiente, pero tras oír a su tío, sintió que su existencia sí valía la pena después de todo. Si él podía ser una chispa de esperanza para el mundo, si él podía enseñarle al mundo que puede mejorar, que pueden ser más que ellos mismos, que pueden prestar al mundo grandes obras que representen lo mejor de sí mismos sin contaminar la moral, entonces estaría satisfecho; estaría satisfecho que aquellos a quienes llegó a influenciar, harían de la humanidad algo mejor, día tras día, año tras año...

—Papá, tío, ¿podrían relatarme un cuento?

Ambos se miraron entre sí y asintieron.

—Claro que sí.

El Destructor quedó pensativo, recordando algo.

—¿Y si le contamos de ese Universo?

Rike al principio no le captó, pero tras recordar algunos acontecimientos pasados, reaccionó.

—¿Estás seguro? ¿No sería mucho para él?

—Querías enseñarle sobre el perdón, ¿no es cierto? ¿Qué mejor ejemplo que ese?

—Pero dejaste secuelas y casi se extingue por tu culpa.

—Aun así, está vivo, ¿no?

—Bueno..., es cierto.

—Entonces, venga, no temas en contárselo.

—Sí, padre, ¡cuéntame!

—Está bien..., te contaremos...

Rike acobijó a su hijo antes de comenzar su relato.

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Hace algunos años, mi hermano, o eso creía yo, invadió un Universo en particular. En esos tiempos, el odio abundaba en sus hijos y querían desatarlo sobre un Universo, el cual era tranquilo y no sufría de muchas imperfecciones; sin embargo, lo alteraron tanto que casi se destruye a sí mismo a causa de la grave alteración de su propósito. Era un Universo Alternativo, muy cercano al Universo Original de The Loud House.

El Sol apenas salía, iniciando un nuevo día. Los árboles se meneaban con la brisa de la mañana y los gallos se preparaban para dar su canto de buenos días. Algunos caninos salían a buscar su desayuno por las calles, algunos atletas madrugaban para iniciar su entrenamiento. Uno de aquellos atletas era mujer, y salía temprano de su casa porque, últimamente, se había presentado una esencia muy pesada dentro de su casa. Específicamente, dos integrantes de su familia cargaban con una repulsión y un odio mutuo bastante pesado, era asfixiante la presencia de cada uno y mucho más cuando estaban los dos juntos. Eso la frustraba un poco, porque ella conocía a esas dos personas, las había tratado a lo largo de toda su vida, no eran así; no debían ser así. Ella aún recordaba cuando eran felices, cuando denotaban una inmensa alegría al mundo; daban esa luz de esperanza que parecía inexistente en el resto de las personas. Eran importantes para ella, aunque a veces tuvieran sus defectos, eso no quitaba que eran muy especiales, siempre ayudaban sin pensarlo, siempre abrían su corazón, siempre regalaban sonrisas y siempre que necesitabas ayuda..., ellos nunca te la negaban; quizá a veces ni sabían lo que hacían porque solían ser algo exigentes con la ayuda, pero sin importar nada, siempre estaban ahí. Era algo magnífico e inclusive, cuando trabajaban juntos, todo resultaba muchísimo más grandioso y grato..., pero..., el tiempo hizo que todo fuese cambiando lentamente; extraños sucesos hicieron cambiar a esas dos personas tan excepcionales, extrañaba sus antiguas actitudes, quería hallar una manera de ayudarles, pero ahora eran tan distantes que incluso daba algo de temor acercárseles.

—¿Qué les pasó...? —susurró Lynn con cierta melancolía mientras corría por la avenida Franklin—. ¿Qué pasó con su sonrisa? ¿Qué pasó con su energía? ¿Qué pasó con esa luz tan brillante que ambos irradiaban de sus ojos? —pensó estas preguntas, tratando de hallarles respuestas, pero no concebía nada dentro de sí misma; continuó pensando—. ¿Se hicieron daño? ¿Se lastimaron? Pero..., ¿cómo? Son las personas más compasivas que conozco, siempre terminan perdonando todo..., ¿qué les sucedió? ¿Cómo fue que se cansaron de perdonar? ¿Cuáles fueron las cosas de las que no me percaté? —mientras más preguntas se hacía, más rápido iba por la acera.

Sentía una clara frustración, sentía como un hoyo crecía incesantemente dentro de su familia; probablemente a alguien como a ella no le importaría demasiado, era una atleta que se satisfacía a sí misma con trofeos y campeonatos, además de primeros lugares (a pesar de que a veces no siempre era así). Sin embargo, algo era diferente: ya no sentía el mismo apoyo que antes, y eso, eso hacía que su rendimiento bajase un poco. Desde entonces se enfocó más en averiguar que era aquello que le faltaba, y era esa persona con la que contaba para hacerla crecer y mejorar. Era cierto, y aquella fue la razón por la cual se había preocupado. De esta manera, Lynn Loud jr., poco a poco fue dándose cuenta del ambiente que se presentaba en su hogar. Incluso fue a hablar con aquella persona y ni siquiera se inmutó en contestarle, también le gritó porque ella pensaba que no merecía ser ignorada, pero luego de algunos insultos muy dolorosos, le dejó en paz. Sin duda, quedó dolida, pero se le hizo muy raro; no era común que fuese así.

Mientras continuaba corriendo por la Avenida Franklin, recordó un día en que decidió investigar a esa persona de lejos, se daba cuenta que incluso caminaba más despacio, como si tuviera una energía inmensa cargando sobre sus hombros. Sus pisadas eran fuertes y retumbantes. Su mirada estaba llena de ira contra el mundo, era alguien totalmente diferente y eso era sumamente aterrador; sin embargo, esa no era la peor parte, la situación se ponía mucho más tensa cuando salía la otra persona..., ahí era cuando todo se ponía sombrío y todo se tornaba oscuro. Salió de su habitación y ambos se miraron a los ojos, podías visualizar perfectamente esos ojos llenos de rabia, llenos de resentimiento; comparándolos a cómo eran apenas unos meses, Lynn podía decir perfectamente que no quedó ni el mínimo vestigio de lo que eran antes, apretaban sus puños con mucha fuerza, podría incluso decir que estaban disponibles a pelear sólo porque sí. Eso hizo estremecer a la deportista, dándole un escalofrío que recorrió toda su espalda, entonces una de esas personas giró su cabeza y clavó su mirada contra ella. Sintió pavor por primera vez en su vida, y no era porque sentía que no podría vencerle si le hubiese comenzado a dar de golpes, sino porque, justamente, era la primera vez que se daba cuenta que había perdido a un ser amado, tal vez, para siempre; temía enormemente que, si eso pudo pasarles a los dos más buenos de esta familia, entonces no quería ni saber qué podría pasarle a ella. Cerró la puerta de su habitación rápidamente, ocultándose de lo que antes pensó que podría llamar familia.

—Mierda —musitó mientras sentía esa sensación de miedo posarse en su corazón. Sentía nuevamente esa mirada, viéndola fijamente. Esos ojos eran la esencia misma del odio, sino que del mal encarnado. Nunca llegaría a pensar que podrían llegar a cometer actos crueles, pero bien sabía que el simple hecho de que no llegaran a ayudar a alguien o que fuesen indiferentes ante las situaciones más deprimentes podría significar que, sí, en el fondo eran crueles y viles que ya no les interesaba nada..., ni nadie—..., ¿así seré yo cuando sólo pienso en mí? ¿Habré tenido esas mismas miradas alguna vez en mi vida? ¿Habré sido..., cruel y despiadada? —recuerdos..., recuerdos lejanos comenzaban a llegar. Sin embargo, simplemente decidió ignorar aquellos recuerdos tan horrorosos e innombrables; recuerdos donde podía llamarse a sí misma una villana, sino que un demonio insensato y con hambre de victoria. Por unos momentos, se sintió muy mal consigo misma, pero ya de nada servía..., seguro que en parte ella influyó para que esas personas se volviesen tal cual son ahora y eso..., eso hizo que Lynn se repudiara a sí misma.

Por la calle, mientras seguía su rutina matutina, un chico le alcanzó. Lynn lo ignoró al principio, estaba tan enfrascada en sí misma acerca de su familia y esas dos personas tan especiales para ella que ni siquiera se inmutó en mirarle. Tenía la mirada gacha, no quería saber nada, bastante tenía con la culpa que ella creía tener consigo misma, sintiéndose culpable de que su familia estuviera colapsando.

—He oído que correr es bueno para el cuerpo —dijo el muchacho de repente. Lynn lo seguía ignorando. Se iría al otro lado de la acera sólo para estar sola, no quería charlar, de verdad que no—, pero también oí que era bueno para refrescar la mente y tratar de olvidar las penas que nos acogen —eso último captó su atención. Lynn por fin volteó a verlo. Era un chico pelinegro, quien mostraba una sonrisa entristecida. Su apariencia era fresca y portaba una playera sin mangas y un short café, junto a sus tenis blancos.

—¿También sufres? —cuestionó en voz baja.

—Podría decirse que sí, sufro mucho. Las cosas han cambiado demasiado en mi casa: mi padre ha cambiado tanto que ya ni siquiera quiero acercármele. Me ha decepcionado grandemente, por suerte, mis hermanos y yo estamos planeando algo.

—Así que tienes hermanos también, ¿huh? —sin darse cuenta, habían comenzado a entablar una conversación.

—Sí. Tengo cuatro hermanos y una hermana; aunque de todos, sólo tres de nosotros estamos en desacuerdo con lo que nuestro padre hizo. Botó nuestro esfuerzo a la basura, deshizo todos los logros que habíamos alcanzado, desechó cada gota de sudor que dimos por él; simplemente dejó todo atrás sin importarle nosotros —comentó con rabia.

—¿Los abandonó? —los ojos de Lynn se mostraron asombrados, pero el muchacho negó con la cabeza, calmando levemente a la deportista.

—Créeme que hubiera preferido eso; mis hermanos y yo estamos conscientes de que podemos cuidarnos solos. Sin embargo, uno de ellos decidió aislarse en uno de los bosques y, por ahora, sólo estoy con mi otro hermano, quien de verdad dudo esté de acuerdo conmigo.

—¿Por qué lo dices?

—Es demasiado inteligente. No sé cómo le hace, pero siempre sabe lo que va a pasar, pero, sobre todo, casi siempre está, incluso, detrás de los detalles más pequeños. Debo admitir que mi hermano es alguien de temer, nunca sabes lo que tendrá escondido entre manos porque oculta muy bien sus secretos. Hoy fue un día más, mi padre sólo me miró con desaprobación; estaba reacio a comprenderme de nuevo, ya no era el de antes, ahora me doblega ante sus nuevas normas, pero no me voy a dejar.

—Creí que era la única que tenía familia que cambiaba repentinamente... —suspiró—..., dos miembros de mi gran familia han demostrado ser muy diferentes a cómo eran antes, igual que tu padre, ellos cambiaron radicalmente. Extraño como eran, de verdad que sí..., la peor parte es que siento que es mi culpa...

El chico le miró con suspicacia y entonces le dijo.

—¿Tu culpa? ¿Por qué sería tu culpa?

—¿Eh? Pues, porque—su nerviosismo se dio a notar—..., te-tengo que irme.

—¡Espera! —antes de que saliera corriendo, el chico tomó su mano. Lynn se sorprendió en gran manera—. No quise decir que me explicaras tu culpa, sólo quería decir que las personas pueden cambiar sin que necesariamente tenga que ver contigo.

—Dices..., ¿dices que los actos atroces que alguna vez pude cometerles en el pasado no influyeron?

—De haber sido así, entonces habrían cambiado desde mucho antes..., ¿no crees?

—Uh... —Lynn quedó pensativa. Era cierto, aquellos actos que había cometido tenían ya un tiempo, el comportamiento de ambos había acontecido ya meses después. No tendrían por qué relacionarse..., ¿o sí? —. N-no lo sé..., no me convence...

—Hey, tranquila —le guiñó el ojo—. Hay algo que yo puedo hacer por ti.

—¿Qué podrías hacer por mí? —soltó su mano con cierta desesperanza.

—Puedo darte..., lo que has perdido.

—¿A mi familia? —preguntó con un poco de extrañeza.

—No..., apoyo —volvió a extender su mano y le regaló una sonrisa. Lynn quedó en duda, apenas y conocía a este chico, aunque, a decir verdad, pocas eran las personas que se interesaban por ella y, ahora que por fin apareció alguien nuevo en su vida y que sin conocerla estaría dispuesto a ayudarle, pensó que no debía desaprovechar aquella oportunidad, oportunidad que en vez de darle lo que necesitaba, le daba al muchacho lo que él necesitaba: olvido.

—¿De verdad me darías apoyo? Pero..., apenas nos conocimos...

—Las mejores amistades comienzan con la casualidad de la vida y el destino, no todos los días encuentras a alguien correr a estas horas, ¿cierto? —la castaña seguía sin creerlo, pero la muestra estaba ahí y lo iba a tomar.

—Tienes razón..., a todo esto, ¿cuál es tu nombre?

—Me llamo..., Hans —y sonrió.

Posteriormente, Lynn jr. y Hans siguieron trotando mientras desenvolvían una nueva conversación amena, en la que la deportista podría dejar ir a esas dos personas, pues ahora contaba con alguien nuevo en su vida...

Transcurrió un poco más de tiempo y Lucy despertó frenéticamente ante una nueva pesadilla. Sus manos temblaban y su cuerpo sudaba mucho, sentía una fiebre inexplicable, el cual no hacía más que incrementar el tormento que se presentaba en su ser; sus pulsaciones eran apresuradas y sentía más miedo del que no creía llegar a sentir, era extraño, era inusual; no era de sí misma en el sentido de que ella adoraba lo aterrador y lo sombrío, mas lo que ella había soñado era destructivo y mortal. Nuevamente soñaba con una fractura formándose sobre la tierra, expandiéndose rápidamente hasta el horizonte. La realidad se distorsionaba a sobre manera y lo único que pudo observar antes de que todo terminara en caos y destrucción, fue el rostro de ambas personas cuyo odio era incontenible y realmente exasperante viéndola fijamente a los ojos mientras emitían una sonrisa llena de satisfacción y orgullo; era una sonrisa tan impropia por parte de ambos que la dejó consternada y con un sentimiento de confusión bastante desagradable, además de sentir escalofríos por toda su alma.

Lucy respiraba agitadamente, posó su mano sobre su pecho. Pocas veces experimentaba el miedo, sino es que nunca. Había veces en que disfrutaba de otras pesadillas o sueños que eran inclusive más turbios del que había soñado, pero..., ese sueño simplemente era distinto a todos los demás, tenía algo que las pesadillas y los sueños de su vida diaria no tenían y era el hecho de que ahí se presentaban dos miembros de su familia y, además, con una naturaleza bastante transformada..., ¡no! ¡Deformada! Sus personalidades habían sido deformadas, no eran así..., aunque..., simplemente la cosa pintaba muy mal. Se sentó en la orilla de su cama y frotó sus ojos, las noches se habían vuelto insoportables y mucho más con las pesadillas que había estado teniendo últimamente. Sus ojos no eran visibles, pero estaban ojerosos de lo mal que dormía, había veces en que despertaba en las madrugadas y, no queriendo volver a ese horrible sitio de su subconsciente, simplemente se la pasaba divagando en la casa; tampoco se sentía con el valor de decirle a alguien que si le ayudaba a dormir porque temía que alguien le juzgara a partir de que no molestara si ella misma amaba las cosas demoniacas y atemorizantes. Podrían tener razón, pero ahí estaba la cuestión: ella no soñaba demonios o cosas que resultasen terroríficas, o al menos sus temas favoritos como los vampiros y animales fantásticos que sólo residían en sus libros, no: ella había tenido presente a esas dos personas que no dejaban de irradiar esa energía tan pesada y destructiva; ambas estaban acechándola a cada momento y la situación se volvía cada vez peor.

La chica suspiró. Se levantó de su cama y se agachó, sacando algo debajo de la misma: era su ataúd. Pasó su mano sobre el objeto, extrañaba dormir ahí; sin embargo, las pesadillas hacían de su sitio preferido una prisión asfixiante. Cada vez que veía el final de su sueño, todo se tornaba oscuro, todo desaparecía, todo se iba al infinito del vacío, pero no era un vacío pacífico y tranquilo..., era un vacío tétrico y desolador, no había más que tiniebla y oscuridad envolviéndola. Aquello hacía que despertara finalmente de lo que ella creía era la muerte, pero cuando veía más oscuridad al despertar, temía grandemente que todo fuera verdad. Así que extendía sus manos rápidamente y, cuando salía, sentía un alivio indescriptible. A veces, Lynn se preocupaba por ella y le preguntaba si estaba bien, pero ella queriendo mantener su postura monótona asentía con la cabeza, mientras que su respiración era pesada y su corazón latía y latía a una velocidad considerable. Hablando de Lynn, volteó a ver a su cama; ella no estaba. Se acercó y se preguntó a dónde habría ido, de hecho, se dio cuenta de una cosa, ella y Lynn no convivían ya desde hacía unos días. Estos días, cuando despertaba, nunca estaba del otro lado de la habitación; aunque siempre volvía comiendo un submarino en la cocina, así que seguramente estaría ahí.

Trató de respirar un poco y calmarse, miró hacia su puerta. Estaba insegura de querer salir, pues tenía cierto miedo de toparse con uno de esos seres que emanaba odio, incluso, por los poros. Decidió quedarse parada un momento en el centro de su habitación mientras la oscuridad la abrazaba, era extraño, pero quien creía que era su amiga era también su enemiga: la oscuridad era reconfortante, pero también era el recuerdo constante de sus incesantes pesadillas. Había noches que incluso no quería dormir, pues temía volver a encontrarse con el mismo sueño; cerrar los ojos significaba para ella el inicio de una nueva tortura, una tortura en la que, sin querer, Lucy se veía entrometida; un ciclo sin fin que comenzaba cada vez que viajaba a la realidad alterna de su subconsciente. Entre todos sus pensamientos, por fin surgía una pregunta.

—¿Por qué yo? ¿Por qué sueño esto? —se cuestionó dentro de sus pensamientos.

La frustración se hizo notable en su cuerpo, además de que no dejaba de sentir un súbito escalofrío cada vez que pensaba en el significado que podría tener esa pesadilla. Comprendería el hecho de que lo soñase una sola vez, pero era repetitivo, era como un recordatorio..., una advertencia. Sin embargo, ella no lo entendía totalmente, lo único que podría deducir es que tenía que ver con su familia. Se sentó en el suelo, recargándose en el guardarropa, y abrazó sus piernas. Una parte de ella quería salir y hablar con alguien, quería desenvolver su situación con quien fuera, pero temía ser juzgada y las únicas personas que podrían comprenderla ya no estaban..., al menos pensaba eso, porque aquello que tenía ya no era hermandad, eran dos monstruos en los cuerpos de sus seres queridos.

Suspiró nuevamente en lo que una ligera ansiedad hacía presencia en su alma. Quizá la fractura de la tierra sea símbolo de que todo se iba a desmoronar si no hacía nada al respecto conforme a lo que les había pasado a quienes estimaba; aunque, ¿qué podría hacer ella? ¿Qué don podría tener ella para recuperarlos? ¿Por qué ella necesariamente? Todo sería más fácil si los afectados fueran otras de sus hermanas, pero como son justo esas personas las afectadas, todo parecía imposible. Ella no contaba con esos dones que poseían: esa compasión, esa bondad, esa gentileza..., aquello era único de ambos. Nadie en la familia tenía la capacidad para regresarlos al camino en el que estaban, nunca se preocuparon porque se pudiesen desviar para empezar, pero, tal vez, fue su ignorancia de la mayoría de las cosas que nunca se percataron de los leves cambios que se estaban efectuando en su hermana... y su hermano.

Su semblante se hizo más deprimente y ya no podía procesar más pensamientos positivos. Se sentía totalmente vacía por dentro, además de incapaz y cobarde.

—¿Cuándo acabará esto? —murmuró con simpleza, pero con un sentimiento bastante afligido.

Ella siempre se tomaba el tiempo para observar a su familia e inspirarse en la creación de sus poemas, sobre todo cuando ella podía notar la gran soledad que podría llegar a tener, irónicamente, en una inmensa casa en la que sólo tres personas eran capaces de saber que existía; aunque no negaba que a veces no notaban que no estaba, pero no los culpaba..., ella prefería, en algunas ocasiones, estar sola y quedar aislada para tener su tiempo de recreación, su tiempo encerrada en las palabras de sus hojas y una eventual visita con la Bisabuela. Mas ahora que observaba su nuevo entorno, pudo ver con claridad que la cantidad de personas que velaban por ella se redujo radicalmente a cero. Lynn..., con quien se suponía convivía más y de vez en cuando le leía sus poemas, la cara opuesta de la deportista, siendo ella enérgica y activa y muy social, mientras que ella era tímida, con una energía bastante desalentadora y para nada activa (a menos de que se trataran de sus fechas favoritas); había perdido contacto con ella desde los últimos días, parecía que también estaba afectándole el cambio de sus hermanos..., lo más triste era que sus dos hermanos eran también parte de su lista.

La pelinegra se abrazó a sí misma por un momento, un frío había recorrido todo el cuarto y eso le provocó un ligero temblor. Deseaba que lo que estaba pasando no fuera más que una de sus tantas pesadillas, pero, para su infortunio, todo era real; estaba sola..., completamente sola. Aquel pensamiento no hizo más que quebrarla por completo, se sentía abandonada y sin compañía. Esas personas con las que podía contar ya no estaban y ahora tendría que afrontar a sus propios demonios..., aunque..., todavía podría hablar con su padre. Igual era domingo y él estaría en casa todo el día. No se sentía totalmente segura al respecto, sobre todo porque sus padres se esfuerzan por prestarle atención a todos; hablaría con su madre, pero Lily a veces era algo exigente y necesitaba más atención que ella. Dejando aquello para después, seguía confrontándose a sí misma.

—¿Qué demonios acechan mi cabeza? ¿Por qué me mantienen en este bucle? ¿Acaso me quieren probar? —se preguntó.

Ante el sepulcral silenció de su cuarto, sólo emitió un último suspiro. Su mente trató de procesar soluciones, quizá invocar algún espíritu podría ser de utilidad o, solamente, pedirle el favor a su Bisabuela..., o quizás tampoco. A estas alturas ya temía que incluso ella fuera parte de todo, ¿qué tal si al invocar otro espíritu la situación se volvía más complicada y asfixiante? Prefirió no arriesgarse, si tan sólo Lincoln fuese Lincoln..., entonces hablaría con él y hasta le pediría tomarse unas noches con él. Era el único que comprendía esas fases tan inusuales de ella en la que algo raramente le daba miedo, pero ahora que había cambiado tanto, ya ni siquiera se atrevía a acercársele.

—¿Qué se supone que haga? ¿Qué puedo hacer yo? —se abrazó con mayor fuerza.

Sin duda alguna, la circunstancia se tornaba cada vez más asfixiante. Si tan sólo supiera lo que les pasó, entonces podría hallar una manera..., quizás..., pero ella no sabía cómo hacerlo... necesitaba ayuda...

—Lincoln..., por favor..., tan sólo vuelve... —de esta manera, temiendo encontrar lo que había afuera, optó solamente por quedarse encerrada en su cuarto. Le daba más miedo salir y observarlos que verse envuelta en aquella que no dejaba de recordarle sus más infames pesadillas.

Afuera de aquel cuarto, una mujer salía de entre las habitaciones. La hermana mayor de todos cerró con cuidado la puerta, pues no quería despertar a su hermana. Una brisa fría se desplazó por todo el pasillo, cubriéndola. Frotó sus brazos para darse algo de calor y, posteriormente, se dirigió al baño. En pleno día de descanso despertaría hasta las nueve de la mañana, pero por ciertas razones optó por hacerlo más temprano ese día. Eran las siete y media de la mañana en la casa Loud cuando ella se levantó de su cama.

Ingresó al baño y se vio en el espejo, una parte de ella se sintió mal. La verdad, es que el cambio repentino de sus hermanos hizo que algo en su interior se quebrantara, sobre todo, porque uno de ellos era especial para ella. Suspiró mientras posaba su mano en su frente y negaba con la cabeza.

—¿Por qué? ¿Cómo acumularon tanto odio ustedes dos..., en especial tú? —pensó mientras se miraba en el espejo—. ¿Acaso te fallé como hermana? ¿Te fallé como amiga? ¿Cómo pasó? ¡¿Cómo?! —se inclinó y recargó sus codos en el lavamanos, mientras posaba su cabeza en sus manos—. ¿Cuándo empezó todo...? —apretó sus ojos con fuerza, pero de pronto, un recuerdo llegó a su memoria—. Espera..., tú... —se quedó callada por unos momentos. Su cuerpo se estremeció mientras retrocedía del lavamanos y se veía nuevamente en el espejo. Lori recordaba su infancia, había algo de aquella época que la dejó marcada de por vida, y no porque algo malo le hubiese sucedido a ella, sino más bien, le sucedió a su mejor compañía de ese entonces.

Se aterró al pensar que estaría reviviendo esos tiempos: tenía la misma actitud, el mismo rostro, el mismo caminar, los mismos ojos..., era el mismo monstruo que había estado presenciando estos días..., y todo fue a partir de los eventos especiales del viernes pasado. Nuevamente podía sentir esa sensación que la atormentó varias semanas en su infancia, ella había vuelto a convertirse en esa versión estrafalaria y malévola de sí misma, algo tan impropio de ella que incluso parecía ser alguien más..., como si estuviere poseída. Lori se preocupó demasiado al respecto, sinceramente, no quería tener que volver a sufrir las mismas cosas que acontecieron en su niñez; ella había sido demasiado cruel y distante, ella con quien compartía sus sueños y sus esperanzas en el porvenir, le daba la espalda y la miraba con esa misma rabia y furia que tenía cuando eran apenas niñas. ¿Cómo un alma tan pequeña e inocente podría tener esa percepción tan oscura y desalentadora acerca del mundo?

La rubia miraba horrorizada el espejo, pensaba que el cristal le mostraba a la verdadera culpable; tan sólo intentaba recordar cómo es que ella se había convertido en algo tan siniestro y perturbador, pero simplemente no tenía idea alguna. Tal vez por eso se culpaba, por no prestarle la misma atención que ella le daba; Lori recordaba todas las veces que ambas se apoyaron mutuamente y también recordó las discusiones sin sentido que se llegaban a desarrollar entre ambas, pero que al final todo resultaba como una tontería y simplemente se daban un abrazo, sellando aquella fase tan ridícula sobre sus peleas..., aunque un día ella llegó y discutieron por algo y, esa vez, ella no le perdonó y simplemente procedió a quedarse encerrada en su habitación. Aquella ocasión fue el inicio de los peores meses de su infancia; algunos problemas se le habían venido encima y por más que le pedía ayuda a su hermana esta se negaba y siempre se mostraba distante y molesta, incluso recordó que una vez le cerró la puerta en su cara mientras le advertía que no la volviese a molestar. Jamás supo por qué ella se había vuelto así, y por eso mismo se culpaba.

—¿Por qué no hablaste conmigo? —se cuestionaba con aflicción en el espejo—. ¿Por qué nunca me contaste nada? ¿Por qué nunca me aclaraste lo que en verdad te pasó? —apretó sus puños con fuerza, al igual que sus dientes—. ¡¿Por qué?! ¡¿Por qué, Leni?! ¡¿Por qué?! —de pronto, calló y tapó su boca con ambas manos. Había alzado tanto la voz que temía haberla despertado—. Carajo... —musitó en sus pensamientos. El terror la invadió, un pavor indescriptible se colocó en su ser; honestamente, no quería observarla, no quería ver esos ojos que asesinaban con la mirada, pero lo había arruinado. Ella seguro saldría y para Lori significaba la desgracia.

Se colocó de espaldas contra la puerta mientras esperaba su destino, de hecho, quería evitarlo a toda costa. Sin embargo, escuchó como una puerta fue cerrada con fuerza. El nervio inundó a Lori y sintió como su piel se erizaba con cada pisada que se dirigía a su posición; se estremeció por unos momentos y esperó a que todo terminara. La perilla estaba girando con lentitud, ella vio como la puerta se fue abriendo lentamente y, poco a poco, el cuerpo que se hallaba ahora frente suya se iba revelando. Se quedó paralizada.

—Hazte a un lado —pasó empujándola levemente con su hombro porque estaba justo al paso. Leni se quedó en el lavamanos mientras Lori se quedaba quieta, sin decir ninguna palabra—. ¿Qué esperas? Sal de aquí—ordenó con una voz firme y seca.

—Le-Leni, yo...

—¡Sal del baño, Lori! —y ahí estaba esa mirada..., Lori sintió una fuerte punzada en su alma cuando la vio. Esos ojos que irradiaban ira y odio; era escalofriante y también aterrador.

—Pe-pero, Leni, quie... —Leni entonces se acercó a ella.

—No quiero escucharte, ¿no entiendes? Bastante tengo con tus gritos, ahora déjame usar el baño —la movió con fuerza del marco de la puerta y cerró. Lori se quedó quieta en el lugar. Nunca había sentido tanto miedo de su hermanita..., de ella..., nunca creyó que volvería a suceder.

Unas gotas humedecieron el suelo, ella estaba llorando, no lo podía tolerar una vez más, no de nuevo. ¿Quién tenía la culpa de todo esto? Desearía culpar a Lincoln, pues desde aquel viernes que todo se deshizo; pero, por otro lado, tampoco podía culparlo, Leni también hizo de aquel día el más horrible de todos los tiempos y, algo dentro de ella, se despertó de nuevo. Eso la hizo entrar en un conflicto interno que conllevaba a relacionar todos los eventos que pudieron pasar para que todo se repitiera una vez más.

—Lo siento..., Le-leni..., te fallé..., te fallé... —susurró para que no la oyese, pues sabía cómo se ponía cuando lloraba y ella la veía o escuchaba; tristemente recordó de nuevo todas esas veces tan deprimentes de su infancia que la marcaron por no recibir ayuda de su hermanita..., y si ahora todo retornaba, temía entonces que conflictos aún mayores se presentaran. Tenía miedo de no contar con su ayuda otra vez, pero al menos tenía a más gente..., aunque..., no, sería mejor para ella no pensar así. Bastante tenía con Leni...

Volteó para dirigirse a la cocina, necesitaba lavarse la cara sin que ella la viera. Al dirigirse a las escaleras, vio como una de las puertas de las habitaciones se había cerrado con cautela y velocidad, fue la puerta de Lynn y Lucy. Antes de irse a lavar fue a dicha puerta. Tocó varias veces, pero nadie le abrió.

—¿Lucy? —no recibió ninguna respuesta. Quizá entendería que no querría salir, pero ella tenía más suerte..., ella no dormía con la modista. Quiso insistir un poco más, pero escuchó como la puerta del baño se iba a abrir. Entonces decidió bajar a la cocina, olvidándose por completo de Lucy.

El repentino azote de la puerta hizo despertar a Luna. Se levantó algo asustada, pues no esperaba un sonido tan espontáneo y fuerte en plena mañana. Casi se lastimaba en la cabeza contra el techo, por fortuna pudo detener su reacción a tiempo. Odiaba despertar tan de pronto y por sorpresa, bastante tenía con las bromas pesadas de Luan que le hacían despertar de la peor manera posible (sobre todo cuando era primero de abril). Sobó su cabeza, sintió una punzada dentro de sí y eso le generó un ligero estrés. Suspiró. Volvió a acostarse, no sabía bien la hora que era, pero era muy temprano; trató de cerrar los ojos y dormir de nuevo, pero unas voces provenientes del pasillo se lo impidieron. Lori y Leni estaban fuera de su cuarto y la última denotaba una voz enojada. Prestó atención a lo que escuchaba y, tras oír el grito de su hermana, un portazo resonó de nuevo. Luna bajó de la litera, primero vio a Luan: estaba aún dormida, aunque se movía demasiado. Parecía que la casa Loud ya se había acostumbrado a los ruidos fuertes.

—Entonces..., le dije..., que había comido una paleta payaso..., ja, ja..., ¿entiendes? —habló Luan entre sueños.

Luna rodó los ojos y la dejó en paz. Asomó su oreja en la puerta, para seguir escuchando. La lamentación de la rubia mayor fue perceptible para sus oídos, algo que la dejó bastante entristecida. La rockera no entendía, al igual que la mayoría, el cambio radical de sus hermanos. Posteriormente, se oyó como Lori se alejaba de la puerta y se dirigía a la habitación de al lado. Llamó a Lucy, pero como ella hablaba tan bajito, no sabía con exactitud si le respondió o no; Lori salió presurosa de allí, bajando por las escaleras. La castaña seguía tratando de escuchar algo.

—Una vez más..., una vez más..., ya no quiero..., no quiero —desconcertada, Luna se apegó más a la puerta—..., me cansé de ser así..., ¿por qué lo oculté tantos años...? —una larga pausa se presentó. Llena de curiosidad, Luna esperaba a que Leni dijese algo más, pero lo último que sus oídos recibieron fueron las pisadas de la rubia yendo a su propio cuarto nuevamente. Derrotada, se despegó de la puerta. Se dirigió al guardarropa de su hermana, aquel que tiene un espejo. Se sentó en un banquito que había en la habitación y recargó sus brazos en el mueble. Su reflejo la miraba con confusión y un poco de molestia; además de que su corazón se sentía oprimido. Algo ansiosa, comenzó a golpetear con la yema de sus dedos. Movía su pierna sin cesar y sus ojos no paraban de observar su propio reflejo. Se encontraba en un mal estado, ¿y cómo no estarlo? Esos días ocupaba ayuda, justo esos días. Tenía un concierto, pero no pudo obtener la inspiración suficiente para crear música, el ambiente en el hogar resultaba en una gran distracción para ella; no entendía exactamente cómo es que todo había culminado de una manera tan desastrosa. Conocía muy bien a sus hermanos..., conocía las dos partes bastante bien. Trató a Lincoln desde que él nació y también sufrió la fase que Leni tuvo en su infancia, aunque claro, Lori fue la que salió más afectada con ese suceso.

Recordó su niñez, de cuando ella tenía 6 años: Leni pasaba por una etapa bastante sombría en su vida y, al igual que Lori, no tenía ni la más remota idea acerca de la causa que originó la parte más oscura de la chica. Temblaba un poco al recordar esa actitud tan pesada y horrible, incluso Luan llegaba llorar por culpa de ella y la castaña, con la poca valentía que tenía en esa edad, la llegó a confrontar..., pero lo último que recordaba era el puño amenazante de su hermana alzándose por los aires, pero que al final detenía por el milagro de la vida..., por el milagro de que el tierno bebé de esos tiempos aparecía con una muy grata sonrisa en su rostro. Por alguna extraña razón, la presencia de Lincoln calmaba a Leni y hasta la hacía cambiar radicalmente, incluso sospechaba que era gracias a Lincoln que Leni había vuelto a la normalidad..., sí, claro..., "normalidad".

Luna negó con la cabeza, tratando de dejar esos recuerdos sombríos en donde debían estar: el pasado. Por supuesto, olvidar era mucho más sencillo que recordar y afrontar el problema; si nadie tenía la habilidad para transformar a las personas en ese tiempo, ¿qué oportunidad tenían ahora que su única esperanza parecía haber heredado ese horrible actuar de su hermana? Pensándolo todo así, la verdad es que ya todo estaba perdido. Asimilando que Leni se calmó con Lincoln de bebé, podrían intentar lo mismo con Lily. Quizá los infantes inocentes tenían esa magia, ese don que los mayores no llegaban a comprender del todo..., o quizás Lincoln, simplemente, fue algo único y especial, algo irrepetible; algo tuvo él que Leni vio y, por ello, se calmó. Luna pensaba y pensaba en soluciones, pero nada se le ocurría..., ¿quizá hacerla cambiar a la fuerza? Tampoco, dudaba que eso funcionara, al contrario, podría empeorar la situación. Hablar con ellos resultaba inútil, apenas y podías dirigirles la mirada.

—¿De plano dejamos de importarles? —comentó al espejo mientras esa duda destructiva se colocaba en su ser. La rockera quedó en silencio, como queriendo escuchar una respuesta proveniente de alguien, pero no recibió nada.

—..., Se debe..., a que son..., de sangre fría..., ¿entiendes? —Luan rio entre sueños nuevamente. Quiso pensar que lo que dijo podía llegar a tener sentido, como una señal enviada desde el mundo onírico, pero era absurdo pensar eso.

Sus hermanos jamás habían sido fríos en toda su vida, sino al contrario, eran seres llenos de calidez y amor; a este punto ya no era necesario repetir el por qué lo eran, sin embargo, en el caso de Luna, ella sentía que algo descuadraba completamente. Carecía de total sentido, no había razones que justificaran sus acciones..., ¿verdad? Nunca les faltó amor, nunca les faltó compañía, nunca les faltó sustento..., entonces, ¿qué pasó?

—Lincoln, Leni —pensó—, no es posible. No lo es, es como si hubiesen sido poseídos por demonios o si hubiesen sido hechizados. Tal vez. ¿Qué pasó el viernes exactamente? Accidentes, casualidades, destrozos..., el peor día de sus vidas en el que se suponía que debía ser el mejor. Pero..., les dimos nuestro apoyo, les dimos nuestra mano..., todos lo hicimos, ¿no es cierto? —quedó un rato mirando su reflejo, su pierna seguía en constante movimiento, demostrando la ansiedad que contenía su alma.

—Resultó ser..., una tragedia..., oculta en una comedia..., ¿entiendes? —Luan rio entre sueños nuevamente.

Luna la miró con cierta extrañeza. Luan se acomodó en la cama, volteando su cuerpo y dejando caer su cabello en la orilla del colchón. Sintiendo que sus comentarios sonámbulos eran un verdadero chiste desagradable el cual efectuaba su subconsciencia sin percatarse, Luna frunció el ceño y bufó.

—Qué tontería —dijo para sí misma. Luego pasó por su mente las palabras de su hermana mayor: "Ya no quiero ser así", "Me cansé de ser así" —, ¿por qué dijo eso? —y entonces, las palabras de Luan cobraron un sentido bastante retorcido.

La castaña negó con la cabeza mientras se levantaba. Quería creer que era una estupidez, ¿qué clase de persona finge ser alguien que no es por años? ¡Años! No era posible, simplemente no. Leni siempre fue amable y considerada con ella, le ayudaba con sus vestuarios para sus conciertos, ¡eran hermosos y de calidad pura! Siempre que le hacía uno, veía esa sonrisa sincera en su rostro..., ¿cómo finges una sonrisa tan honesta como las que ella hacía? ¿Cómo? Eso era totalmente imposible. Luna estaba a punto de volverse loca con la situación, se sentía engañada, estafada..., pero otra parte de ella se negaba rotundamente a aceptarlo. ¡Es que no tenía sentido! ¡Ni ahora ni antes! ¡No cuadraba! No cuadraba...

—No —se dijo así misma—... ¡No! —golpeó con fuerza el guardarropa. Luan escuchó el sonido y, finalmente, se despertó. Frotó sus ojos y bostezó, luego miró a Luna con una media sonrisa.

—Hola, Luna —se percató de su expresión, denotaba frustración, enojo..., demostraba desesperación e incertidumbre—. ¿Te encuentras bien?

Luna creyó que la pregunta era una broma, así que expulsó una carcajada ligera. La comediante ladeó su cabeza, tratando de comprender el motivo de su risa ante la cuestión más cotidiana que existía.

—SÍ —contestó forzando una sonrisa—. Estoy bien, Luan.

—Me alegro, Luny. Ahora, si no te importa, veré los chistes que dije mientras dormía —se levantó de la cama y se dirigió hacia donde estaba su cámara, mas Luna tomó su mano, deteniéndola.

—Creo que no deberías ver este video...

—¿Por qué no? —Luna la miró con dureza, para entonces suspirar y, triste, le contestó de forma convincente.

—Créeme, te escuché al dormir y no era un material muy bueno.

—¿Estás segura? Usualmente digo buenos chistes al dormir —insistió. Luna desvió su mirada, chasqueó su lengua y la miró de nuevo.

—Tus chistes estaban incompletos y..., y..., no lo sé, sin ofender, no me parecieron tan graciosos.

—Hummm... —Luan cerró los ojos, pensativa. Los volvió a abrir para emitir un suspiro de pesadez—, vale, te creo. Igual esta semana ha sido algo dura y no quiero pensar los chistes que digo al dormir..., tienes razón, seguro que ni tienen gracia —retiró su cámara y salió de la habitación tomando dirección al baño.

Luna se sintió un poco mal, pero no quería escuchar ninguna de esas frases de nuevo, en especial la última que dijo. Tomó la cámara y, para impedir que Luan le echase un vistazo, aunque fuera de curiosidad, eliminó el video, pero la frase final resonó como una advertencia, dejándola con un sabor de boca muy amargo.

"Resultó ser una tragedia oculta en una comedia"

Luna entonces aventó la cámara hacia la cama, enfadada. Tan sólo quería que sus hermanos volvieran a ser quienes eran y lo haría, pero, ¿cómo? ¿Cómo lo haría? Para ello necesitaba ayuda..., y más información, toda la que pudiera reunir..., y así, tres hermanas Loud estaban dispuestas a velar por el retorno de sus hermanos. Por otro lado, Lynn creía que ese problema ya no le correspondía y ya no le daría la importancia necesaria; algo que quizá pudiera perjudicar los resultados de un rescate exitoso.

Dicho lo anterior, Lori había llegado a la cocina, encontrándose a Lynn consumiendo su clásico submarino, sonriente; la rubia no permitió que la deportista la viese. Abrió el grifo y se mojó las manos, para entonces remojarse la cara. Entonces suspiró. Lynn no quiso hablar con ella, pero Lori no pudo evitar verla tan calmada y, raramente, alegre. Extrañada de su actitud (sabiendo que ella había visto a Lynn distante y herida esa semana) quiso preguntarle.

—¿Y esa sonrisa? —se secó con un trapo que había cerca. Lynn alzó su ceja, mostrando clara confusión ante la pregunta. Tragó el bocado que tenía y contestó.

—¿No puedo estar feliz? —comió de nuevo. Lori parpadeó, algo incrédula. Carraspeó su garganta y se dirigió al refrigerador para sacar algo de leche. Tomó el cereal de la alacena y se detuvo con la caja en mano. No tenía sentido...

—Pe-pero, ¿cómo? —volteó a verla aún con esa expresión de extrañeza. Lynn se empezó a sentir algo incómoda con la situación. Pasó el bocado nuevamente y su voz se notaba nerviosa.

—¿Có-cómo que cómo? Pues..., si-simplemente soy feliz, ¿está bien? ¿No puedo serlo? ¿Eso me dices? —Lynn tomó una posición defensiva bastante agresiva. Lori no supo cómo reaccionar al instante. Dejó todo en silencio—..., ¿quieres decirme que no merezco ser feliz? ¿Qué esto es mi culpa? —su mirada se ensombreció y su tristeza salió de nuevo. Lori, asustada y arrepentida, contestó de inmediato.

—¡Por supuesto que no, Lynn! No quise decir eso, lo siento —apretó los dientes contra sus labios.

Lori se sintió tonta por un momento, pero decidió calmarse. Debía mostrarse segura ahora que había un desequilibrio total en la casa, y lo intentaba muy a fondo. Desde hacía unos días que le había pedido tiempo a Bobby para procesar la situación actual..., era inevitable no recordar su niñez y eso hacía que el miedo la invadiera totalmente; pero era una época diferente, ya era más grande y no podía dejarse llevar por los recuerdos de su pasado, debía ser firme esta vez y tomar cartas en el asunto. Con estos pensamientos en mente, inspiró hondo y le habló a Lynn de nuevo, pero antes, se sirvió su cereal y su leche, agarrando también una cuchara; alzó su plato y miró a su hermana con confianza.

—Perdóname —inició—, no quise sonar así. Sabes que a toda la familia le ha pesado el cambio de Lincoln y de Leni; sólo te había hecho esa pregunta porque no creí que te sintieras bien luego de lo que pasó con..., ya sabes, Lincoln.

Lynn suspiró y se fue al comedor, Lori la siguió y ambas tomaron asiento. Antes de contestar, siguió comiendo de su submarino; honestamente no tenía ganas de conversar respecto a ese tema, no luego de que su nuevo amigo consiguió calmarla y dejarle en claro algo que ella estaría dispuesta a decirle a Lori.

—Sí, lo sé —le restó importancia—. ¿Sabes algo...? Siento que no debería importarnos —sus palabras resultaron crudas y un fuerte golpe para la mayor.

—¿Qué? —soltó la cuchara por la sorpresa. Lynn había pronunciado cada una de esas palabras con un frialdad inconcebible, además de una indiferencia bastante notable. Se sentía atrapada en una jaula la cual no hacía más que hacerse pequeña y más pequeña al punto de estrujarla. Sin saber qué otra cosa sentir que no fuera enojo, Lori dejó que su atrevida hermana diera sus respectivos argumentos para tales palabras tan desinteresadas.

—Sí..., ¿por qué nos afecta tanto? Digo, sí, son nuestra familia, pero ellos tienen sus propios problemas y nosotros los nuestros, ¿no es así? Seguro están pasando por una fase o qué sé yo..., pero no tiene por qué importarme: ellos decidieron estar así y si no está en ellos el volver en sí, entonces no nos incumbe en lo absoluto..., a menos, claro, que seas dependiente de ellos —y habiendo dicho eso, decidió levantarse de la mesa. Iba a irse, pero Lori estaba muy sentida con cada palabra que había dicho la deportista. Así que se levantó colocando ambas manos sobre la mesa con gran fervor y arrugó el mantel de la mesa con toda la ira que estaba sintiendo en ese momento y entonces miró hacia al frente.

—¡¿Acaso no te importan, malagradecida?! —trataba de respirar, pero las circunstancias la tenían harta y saber que no contaba con el apoyo de su hermana terminó por sacarla de quicio.

Lynn quedó estática al escuchar sus palabras. ¿Acaso la había llamado malagradecida? Rio levemente.

—¿Malagradecida yo? ¡Por favor! He ayudado mucho a Lincoln también y no se diga de Leni, los idiotas que luego estaban detrás de ella me huían despavoridos... —la miró con intensidad.

—Eso no se compara con todo lo que han hecho ellos por todos nosotros. No puedes compararlo, eso es todo, además, ¡estamos hablando de familia, Lynn! ¡Somos Loud y nos apoyamos! ¿Cuándo dejaste de creer eso?

—Lo hice el día en que me percaté que no siempre puedes contar con tu familia..., así es la vida Lori, ¿no lo has captado? No siempre tendrás finales felices, ¿qué tal si Leni y Lincoln se quedan como están el resto de sus vidas? ¿Qué tal si después de todos tus esfuerzos no logras nada? —dejó una pausa—..., ¿por qué ayudarías a alguien que te ha abandonado? —dijo esto último pensando en Lincoln, pero Lori, asustada, creyó que se refería a Leni.

—¡¿Có-cómo lo sabes?! —aterrada, Lori se sumió en su asiento. Creía que ninguna de sus hermanas recordaba esa época de su niñez, si Lynn tenía en ese entonces 4 años, ¡4 años! ¿Acaso tenía buena memoria? ¿Pero cómo?

—¿Saber qué? —cuestionó confundida. Lori se quedó tensa ante la situación, eso significaba que entonces no lo sabía..., más bien, que no lo recordaba. Suspiró aliviada.

—Nada, Lynn..., nada... —desvió su mirar.

—Dime, Lori, ¿a qué te referías?

—Nada, Lynn..., no insistas..., mejor recapacita..., nuestros hermanos nos necesitan, no puedes quedarte sin hacer nada justificándote de una manera tan egoísta —recogió su plato.

—No, Lori..., por favor, entiéndeme..., ellos cambiaron, pero no fue nuestra culpa. Ellos se volvieron así por sí mismos porque no pudieron superar la estupidez de un día. Deberán dejarlo pasar con el tiempo, de mí te vas a acordar.

—Cállate, Lynn..., no dirías lo mismo si ese viernes hubieras tenido la final de un campeonato, el cual te daría el pase a las ligas mayores..., no digas tus tonterías porque no estás poniéndote en sus zapatos..., como dije, eres egoísta. Así que mejor recapacítalo..., pero..., de ti no me sorprendería que te valiera un bledo —terminó Lori de forma cortante mientras dejaba a Lynn con un sentimiento repleto de confusión y culpabilidad.

Apretó su submarino con fuerza, deformándolo. Oprimió sus ojos y gritó a sus adentros. Maldijo la madurez de Lori y procedió a sentarse en el sillón de la sala, se sobó las sienes.

—Maldita sea, Hans..., Lori tiene razón..., ¿por qué demonios soy tan egoísta? —negó con la cabeza. Lynn había tenido una larga conversación con Hans, quien sólo le incitaba a olvidar la situación, que no le correspondía, que ella podía valerse por sí misma, que él podía ayudarla para olvidar todo—..., sí, quizá sí..., quizá..., sólo deba olvidarlo todo... —pero no pudo convencerse a sí misma. Lori había sido muy directa con lo dicho y eso atormentaría a la deportista por unas horas. Por ahora, decidió distraerse, así que tomo el control de la televisión y la prendió; el canal de noticias estaba puesto.

—Fuertes terremotos azotan en Japón, en China y toda África... —Lynn cambió el canal, más noticias—. El huracán "Paolo" ha destrozado miles de casas y ha cobrado muchas vidas en Centroamérica —cambió de nuevo, las noticias abundaban—. Se han recabado datos acerca del aumento de la temperatura global, si la humanidad no reacciona a tie... —cambió de canal una vez más—. Una rara enfermedad comenzó a esparcirse por Europa, temen que sea mortal; el gobierno decidió tomar medidas radicales para evitar que se repitiera lo de...

—Qué aburrido —Lynn cambió de canal una última vez y por fin pudo visualizar los deportes.

Luego de la aparatosa discusión mental que Luna había tenido consigo misma, salió de su habitación. Soltó un resoplido y rogó por no encontrarse a cualquiera de los dos en el pasillo, para su buena suerte, este mismo estaba desolado. Caminó en dirección a las escaleras, pero antes de llegar a ellas, escuchó como se cerraba una puerta, al igual que ocurrió con Lori, Lucy la observaba, pero temía que fuera Lincoln o Leni. En ese momento, la rockera pensó en su pequeña hermana, ¿cómo estaría tomando toda la situación? Se acercó a su puerta y posó su mano en la perilla.

—Lucy..., soy yo, Luna —silenció.

Lucy miraba la puerta con inseguridad, no sabía si Luna sería la mejor opción para desahogarse, no la conocía plenamente; pero ahora que recordaba, era una de las hermanas que compartía esa cualidad que Leni y Lincoln tenían: comprensión. Aún con sus dudas, se acercó a la puerta y le quitó el seguro a la misma. Por su parte, Luna escuchó como Lucy le había permitido el acceso. De esta manera, giró la perilla y abrió la puerta con lentitud. Una inmensa oscuridad vestía al cuarto, todo era imperceptible para sus ojos, trató de hallar a Lucy entre tanta penumbra, pero sumado a que ella vestía de negro y su cabello era negro resultaba imposible; era invisible. La castaña entró a la habitación y cerró la puerta, colocándole seguro, quería darle seguridad a la gótica. Lucy se mantenía en silencio, no parecía tener muchas ganas de cooperar, sobre todo porque no estaba segura sobre confiar o no. Luna tanteaba la pared para encender las luces, pero la pelinegra la detuvo con su voz.

—No la prendas —pidió casi en un susurro—. Me hace sentir..., segura —su voz se apagó.

Apartó su mano de la pared y se adentró más en las tinieblas de la habitación. Sentía un escalofrío recorrer todo su ser, tanta negrura la hacía sentir insegura y un ligero temor se posicionó en ella. Respiró hondo y continuó.

—Estás cerca, estoy aquí sentada. Ven... —la voz se escuchó hasta el otro extremo de la habitación.

Mientras más profundizaba dentro del cuarto, más sentía que estaba dentro de un vacío infinito. Luna no podía evitar recordar todas las veces en que se sentía triste y sola, enfocándose más en esa última semana. Sus pasos se volvieron lentos e inseguros; sus pisadas eran cautelosas y, sin quererlo, sigilosas. Se estaba haciendo una con la oscuridad, volviéndose como una sombra que se desplazaba por su territorio. Finalmente, sus ojos pudieron adaptarse a la oscuridad del cuarto y la vio allí, abrazando sus piernas mientras recargaba su cabeza en las mismas. Luna llegó y se sentó a un lado de ella. Lucy suspiró.

—Es horrible —separó su cabeza de sus piernas y volteó a verla. Luna la veía con una expresión de tristeza—. No he podido dormir, ¿sabes? Estas noches han sido una tortura para mí. Tengo..., tengo —suspiró—..., olvídalo...

—Puedes decirme, hermana..., sé que estos días han sido muy duros. Créeme que no eres la única a quien le afecta la nueva actitud de Lincoln y Leni..., yo también he sufrido.

—¿En serio? No lo sabía —Lucy la miraba expectante.

—Sí. He tenido mucho desánimo, fallé en un concierto por la falta de inspiración. Usualmente, Lincoln me ayuda cuando pasa eso, pero ya sabes..., no estaba para nada disponible. Traté de usar la clásica técnica de chantaje, ya sé, algo bajo de mi parte, pero me urgía su ayuda, ¿sabes lo que me contestó? —la chica esperaba su respuesta.

"Has lo que quieras, Luna. A estas alturas no pienso dejarme doblegar por nadie..., y menos por ustedes"

—Y fue cuando cerró su puerta en frente de mí. No tienes idea de lo mal que me sentí en ese momento. Traté de buscar inspiración en mi tristeza, pero Leni y Lincoln se encontraron y comenzaron a pelear. Realmente se odian, son unos energúmenos separados, pero juntos..., juntos son la presencia del Diablo. Ese día no me pude concentrar, incluso traté de irme al garaje para estar a solas y así tener algo de tiempo para mí y mi música; pero el ruido de la casa se oía hasta afuera, no me molestaría que fuera lo cotidiano, ¿sabes? El problema era que..., eran Lincoln y Leni.

"¡¿Qué tanto quieres de mí?! ¡Deja de seguirme!"

"¡Estoy harto de ti! ¡¿Nunca sabes cuándo parar?!"

"¡Deja de molestar! ¡Te odio! ¡Arruinaste la oportunidad de mi vida!"

"¡Tú también lo arruinaste! ¡Así que no me pienso disculpar!"

"¡Ni siquiera me importa, Lincoln! ¡Vete ya de aquí!"

"¡No! ¡Debes admitir que todo fue tu culpa! ¡Admite que no eres tan pura como aparentas!"

"¡Maldita sea, cállate de una vez!"

—De ahí no supe que pasó, pero el silencio llegó. Me sentía tan estresada por el asunto que desistí en seguir intentando..., me cansé, Lucy. La verdad es que hasta me decepcioné un poco de mí, me había rendido —tomó la posición de Lucy, abrazando sus piernas igualmente—. No me gusta rendirme, y menos ante mis sueños, Lucy..., pero no sabes lo desmotivante que resulta saber que tu familia está desmoronándose y tú no estás haciendo nada —pegó su cabeza contra sus rodillas.

—Le dio una cachetada...

—¿Huh?

—Sí, le dio una cachetada..., Leni le pegó a Lincoln..., entonces él se le fue encima y comenzó a..., a —recordar lo que había visto la había dejado sin palabras—..., suspiro...

—¿Qué pasó...?

—N-no importa..., los tuvimos que separar..., papá y mamá regañaron tanto a Lincoln como a Leni y los castigaron dejándolos en sus habitaciones sin sus cosas favoritas... luego papá fue a hablar con Leni y mamá fue a hablar con Lincoln, pero ellos se mostraban reacios..., tanto que mamá y papá terminaron castigándolos el resto de la semana sin permisos.

—Eso explicaría porque no habían salido en toda la semana..., Dios, que martirio...

—Sí..., nuestros padres lo intentan, pero es innegable que tienen que ir a trabajar y, pues, nosotras debemos lidiar con ellos dos..., suspiro..., algo que es de por sí un sufrimiento sin fin para mí...

—¿Me dirás? —la miró con confianza, poniendo su mano sobre su hombro. Lucy se mostró temerosa, aunque ahora tampoco contaba con muchas opciones.

—Suspiro —miró al suelo una vez más, aún sentía muchas dudas..., pero era mejor Luna que nadie..., quería hablar con su padre, pero quizá Luna pueda ser una persona mucho más receptiva. No lo sabía, podría sorprenderla: formaría un nuevo lazo con alguien más de su familia—..., bien..., te contaré... —así, Lucy procedió a contarle acerca de sus pesadillas. Luna escuchaba con atención y una mala sensación la recorrió cuando oía lo explícito de su sueño: cielo rojizo, fracturas en la tierra, gente enferma al abismo de la muerte, grandes olas azotando las costas y llegando a destruir todo, tornados que se cargaban pueblo enteros..., sí, sus pesadillas eran mucho más explícitas y complejas. Lo que más aterraba a Luna era que Lucy decía que sus dos hermanos aparecían al final con una sonrisa macabra en sus rostros, para entonces ser todo consumido por las tinieblas y la oscuridad. Al terminar, Lucy desvió su mirada —. Por favor..., no te burles de mí... te lo ruego...

Luna se quedó escéptica y ofuscada, más cuando Lucy dijo lo último.

—¿Po-por qué me burlaría de ti? —movía sus manos con ansiedad —. ¿Quién podría estar tranquila con ese tipo de pesadillas? Y dices que los sueñas todos los días, ¿verdad? —asintió—. ¿Por qué no dijiste nada?

Lucy la miró a los ojos y suspiró.

—No quería que se burlaran de mí..., bastante tenía con perder a las personas que se preocupaban por mí. Tampoco era como si llegara y dijera: "tuve una pesadilla, no puedo dormir"..., sentía que me iban a tener como una niña miedosa cuando a mí me encanta el horror..., pero estas pesadillas son muy realistas y lo peor es que la sensación de que ocurrirá en verdad no deja de seguirme...

—¿Dices que podrías estar teniendo visiones? ¿Cómo una vidente? —Lucy esbozó una ligera sonrisa cuando mencionó lo último.

—Me gustaría decir que no..., pero, no lo sé..., algo dentro de mí teme que en verdad sí..., que sí sean visiones de un futuro cercano.

Luna seguía sin creer lo que escuchaba. El cuarto se quedó en silencio por unos segundos.

—¿Crees..., que podamos hacer algo? —la rockera giró su cabeza para verla. Una mueca de tristeza se presentó en ella.

—Quiero pensar que sí..., tal vez..., si sabemos lo que pasó el viernes podamos darnos una idea de lo ocurrido.

—¿Y quién podría saberlo con exactitud?

—No lo sé —de pronto, ambas recordaron algo. Para la buena fortuna de ambas chicas, había dos personas que tenían ojos por toda la casa.

—¿Qué hay de Lisa y Luan?

—Sí..., tienes razón. Ellas deben haber grabado todo en la casa ese día.

—Podremos ver todo a detalle.

—¡Sí! —una chispa de esperanza comenzó a surgir dentro de ambas—. Vamos a buscar la manera de que vuelvan en sí.

—No pido más... —Luna se levantó y, con una sonrisa, extendió su mano a su hermana.

—Hagámoslo —Lucy acercó su mano con lentitud y tomó la de su hermana con inseguridad, pero al verla a ella tan confiada, decidió sentirse segura también.

Ambas se levantaron y tomaron dirección hacia la puerta, Lucy dejó atrás la penumbra de su soledad y le dio la oportunidad a Luna de apoyarla; ahora estaban con un plan en marcha.

Dieron las ocho de la mañana y Lori seguía en la cocina, se había puesto a lavar los platos que se hallaban. Quería despejar su mente por un momento, estaba cansada y frustrada. No paraba de pensar en sus hermanos, en especial en Leni. Quería olvidar su niñez, pero mientras más pensaba en su hermana, más presente estaba el recuerdo de su infancia. La distancia, la frialdad, la indiferencia..., su hermana la había abandonado totalmente y Lori no podía dejar de pensar en las palabras de Lynn: "¿Por qué ayudarías a alguien que te ha abandonado?". Emitió un suspiro y siguió con la mirada fija en los trastos, realizando movimientos lentos para procurar quedarse allí la mayor parte del tiempo. Tenía algo de miedo, en menos de una hora, Lincoln y Leni no tardarían en levantarse y hacer del día un martirio más. A veces sentía que con cada encuentro que tenían ambos la tierra temblaba y la casa Loud se desintegraba más, una sensación que le causaba tristeza y un gran vacío en su interior.

—¿Qué debe hacer uno para poder dormir bien? —una voz femenina muy aguda la sacó de su trance. La rubia volteó detrás suya y vio a Lola sentada en la mesa de los niños. La niña se veía algo cansada y desanimada. Se recargó en la mesa con mucho desgane.

—Tener la mente tranquila, supongo —comentó sin prestar mucha atención. Bastante tenía ya en la cabeza, aunque ahora que Lola mencionaba el tema, se percataba que nadie en la casa dormía perfecto..., a excepción de ellos dos.

—Ugh..., quizá sea ese el problema, entonces —puso su cabeza sobre la mesa, demostrando algo de fatiga ante las circunstancias. Lori dejó de lavar y se volteó para entablar una conversación.

—No has sido la única... —desvió la mirada. Lola la observó con empatía.

—¿Qué te impide dormir por las noches? —preguntó colocando su codo sobre la mesa, mientras recargaba su mentón en la mano. Lori miró al suelo y resopló. Antes de contestar frotó ambos ojos con su mano izquierda, para entonces mirarla con tristeza.

—Leni...

—Entiendo —suspiró—..., a Lana y a mí también nos afecta mucho. Desde que Lincoln se niega a jugar con nosotras, todo se ha vuelto bastante..., monótono, ¿sabes? También le he querido hablar a Leni desde lo ocurrido el viernes, estuve con ella todo el día y vi cada cosa que le pasó..., fatídico...

—Espera..., ¿estuviste con ella todo el día? —un rayo de esperanza se asomó en ella.

—Sí, junto a Lana. ¿No recuerdas que una compañía de diseños había hecho un concurso ese viernes? Era de ropa infantil, así que Lana y yo fuimos sus modelos; una lástima que los sueños de Leni se vieran afectados por Lincoln..., quisiera enojarme con él, pero Leni también atrofió una oportunidad única para Lincoln.

—La con-cómic..., estaban haciendo un especial de cómics y el ganador recibiría un curso profesional para aprender a dibujar y escribir..., demonios...

—Así es —el estómago de Lola gruñó—. ¿No habrá nada para desayunar de casualidad?

—Papá ni siquiera esperaba que despertáramos tan temprano, así que no hay nada preparado. Si quieres puedo hacerte unos panqueques.

—Por favor...

Lori sacó un sartén y encendió la estufa. Procedió a sacar los ingredientes.

—Había olvidado por completo que habías estado con Leni el día entero ese viernes..., uhmm..., ¿te importa si rememoramos ese día?

—¿Para qué? ¿Acaso quieres recordar lo que eso ocasionó? —preguntó de mala manera, mas Lori negó con la cabeza y la miró un momento con seriedad.

—No, Lola..., quiero ver si hallamos algo que nos permita averiguar qué fue lo peor de todo y así poder encontrar una solución a este dilema —la princesa no lo había captado al inicio, pero creyó saber por dónde iba el asunto.

—De acuerdo, Lori. Deja voy por Lana y así tendremos una versión más completa, luego olvido algunas cosas —Lola se levantó de la mesa para dirigirse hacia su habitación. Al subir las escaleras, escuchó la puerta de Lisa cerrase, no le tomó importancia y fue a su habitación.

Por otro lado, cuatro personas estaban reunidas en la habitación de las hermanas menores, aunque Lily estaba ausente. Había estado llorando las últimas noches e impedía que los demás pudieran dormir, claramente, la que había tenido mayor queja sobre este asunto era Lisa, la científica pasó malas noches con la bebé despertando a plenas madrugadas con un berrinche totalmente insoportable; finalmente, tras una reclamación formal ante sus padres, estos tomaron la decisión de que la pequeña durmiera con ellos, dando por terminado el problema: Lily no volvió a llorar, quizá extrañaba a sus padres..., o quién sabe, las mentes más jóvenes resultaban ser uno de los más grandes misterios del Universo.

Lisa estaba en su computadora, leía un artículo científico en internet. En su mente tenía muy grandes ideas, pero para llevarlas a cabo necesitaba recopilar información y, ciertamente como crees, que no hubiera tanto alboroto en la casa. Como había dicho Luna, estuviera bien que fuera el ruido cotidiano provocado en la casa Loud en un día común y corriente, pero aquel ruido era insoportable, era el ruido de los gritos y las discusiones de odio por parte de aquellos hermanos. Por eso mismo, fue que Lisa accedió a que sus otras tres hermanas entraran a su habitación, con tal de que todo fuera normal y que ya nada interrumpiera su valioso trabajo haría lo que fuera.

—Muy bien, unidades fraternales, ¿qué idea tienen? —preguntó mientras continuaba leyendo el artículo.

—Pues... —Luna se sobó el brazo—, nos preguntábamos si podíamos ver las grabaciones del viernes pasado....

—¿Una retroalimentación? —cuestionó curiosa, volteando su silla para prestarles atención.

—Podríamos decir que sí —contestó Lucy suspirando—. Sólo..., queremos ver si podemos aclarar lo que..., sucedió...

—Hummm... —Lisa colocó su mano en el mentón, pensativa.

—Yo ya accedí a darles mis grabaciones, Lisa —Luan mostró una caja donde contenía todas las cintas de la semana anterior—. Quizá si unimos todo, podríamos tener una visión más completa.

—Suena lógico —afirmó. La pequeña saltó de su asiento y tomó dirección a donde estaban—. De acuerdo, hermanas, entonces..., hagamos esto —tomó las cintas de Luan—. Sin embargo..., yo no esperaría buenos resultados de esto.

—¿Por qué? —Luna se mostró consternada.

—Bueno, todo sería subjetivo. Tendríamos que hacer deducciones lógicas y contundentes, además de enfocar nuestra visión de manera unitaria, no podemos permitirnos ver esto desde diferentes perspectivas, porque eso podría dañar la objetividad de nuestro cometido.

—¿Es decir...? —Luan alzó sus hombros.

—Que, de ser necesario, veremos las grabaciones más de una vez..., porque no quiero que todas tengamos una opinión diferente de lo que ocurrió el viernes. Todas debemos llegar a una misma conclusión.

—Tiene sentido para mí —Lucy se acercó a la computadora—. Hay..., hay que empezar a verlas...

—Muy bien, iniciemos nuestra labor —Lisa le pidió a Luan su cámara. Conectaron la misma a la computadora y así pudieran tener una visión más amplia. Sin embargo, hay cosas que las cámaras no pueden presenciar, y esos son los pensamientos..., yo te daré la oportunidad de ver esto con los propios ojos de Lincoln y de Leni...

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Viernes 17 de abril...

Lincoln

El reloj marcaba las ocho de la mañana en punto. Sería un día asombroso y único; ese día se iba a definir su virtud, ese día Lincoln Loud por fin podría sentirse orgulloso de que su familia tendría otro talento más en la casa; finalmente esa sensación de satisfacción llenaría su corazón y ese vacío de sentirse un poco menos que sus hermanas cesaría de por vida: Lincoln Loud alcanzaría a sus hermanas y por primera vez daría honor a su apellido tan conocido en aquel pueblo, ¡era una oportunidad de oro! Nada ni nadie lo iba a detener..., eso quería pensar. De esta manera, Lincoln preparaba sus pensamientos, esbozando una muy grata sonrisa..., estaba ansioso, muy ansioso.

—Hoy es el día —pensó para sí mismo, mientras miraba hacia el techo. Juntó sus dos manos mientras su vista seguía perdida en el limbo—. Este día cambiará todo..., ya lo imagino. Papá y mamá abrazándome con mucha fuerza, mis hermanas celebrando con gran emoción, todos preparándome una fiesta sorpresa y, como broche de oro para terminar este día, abriré la vitrina..., ¡la abriré! Y colocaré allí mi primer, digo, mi segundo trofeo a lado del otro que, a pesar de no ser oficial, es familiar..., y eso ya lo hace especial —su sonrisa se mantenía, pero no podía negar que los nervios lo consumían por dentro. Inhaló profundo y exhaló—. Muy bien..., pues..., a iniciar el día —y con un empuje de adrenalina azotando su corazón, Lincoln se levantó de su cama y se estiró.

Su cuarto estaba algo desordenado, sólo un poco; sin embargo, luego de un día tan ocupado, estaría dispuesto a arreglarlo. De pronto, nos miró a nosotros.

—Hola, chicos..., seguro se preguntan por qué estoy tan nervioso, ¡hoy se presenta una con-cómic en el pueblo! ¡Pero eso no es todo! —abrió uno de sus cajones y se puso a buscar—..., ¿dónde...? ¡Aquí está! —con sumo cuidado, extrajo de allí una bolsa que contenía un libro de dibujos animados—. Luego de mucho esfuerzo, dolor y lágrimas..., bueno quizá exageré con lo último, pero me entienden —hizo un gesto con la mano—, pero como les iba diciendo, luego de tanto trabajo pude hacer esto —Lincoln abrió la bolsa y sacó lo que sería un comic propio titulado "The Loud House" (irónico)—. Trata básicamente sobre mí sobreviviendo a mi familia..., quizá suene hasta cierto punto muy egocéntrico, pero..., si se detienen a pensarlo, mi familia es muy interesante y esta es mi manera de demostrarles que los amo con todo mi ser y que quiero que sepan que gracias a ellos y a su forma tan única de ser me convertiré en un ganador —mostró la portada de su comic, en la cual se veía a él sonriente en el pasillo junto a todas sus demás hermanas haciendo lo que hacen rutinariamente—. Lo lograré..., lo voy a lograr —comentó con una determinación incomparable.

El peliblanco resguardó su comic en la bolsita de plástico una vez más. Lo había hecho con sus propias manos, tenía buenas historias, eran entretenidas; había sinceridad pura en cada palabra que escribía y relataba en todas sus desventuras: era el slice of life más ideal que podría existir. Orgulloso de su creación, además de que le tenía un gran amor, además de la bolsita, también optó por guardarlo dentro de una cajita de metal; más segura no podía estar. Con la ansiedad invadiendo su cuerpo y los nervios matándolo, no pudo evitar soltar un resoplido.

—Será un gran día, será un gran día —tomó la caja con ambas manos y la aferró a su cuerpo. Sería un gran día..., lo iba a ser...

La convención se llevaría a cabo a partir de las diez de la mañana, así que tenía bastante tiempo. Además, el concurso sería aún más tarde, no había prisas; sólo tenía que relajarse y prepararse: desde el inicio de la semana santa que Lincoln no perdió ningún día en la elaboración de su cómic, estaba dispuesto a darlo todo por el todo. De esta forma, Lincoln resguardó su caja en uno de los cajones, iba a desayunar y a prepararse para el gran evento. Salió de su habitación con una sonrisa notable, simplemente podría decirse que era el día más feliz de su vida; primeramente, iría a asearse. Como sería de pensar, al ser algo temprano, nadie estaría en el baño; sin embargo, antes de que pudiese abrir la puerta escuchó unos murmullos.

—Vamos..., otro día más..., sólo hazlo por él, te lo prometiste a ti misma —curioso, Lincoln se acercó un poco más, pero se espantó cuando la puerta se abrió súbitamente. Su hermana Leni estaba justo en frente de él.

—Ho-hola, Leni —saludó nervioso al verse atrapado en aquel acto. Leni se limitó a sonreírle.

—¡Hola, Linky! ¿Listo para hoy? —ella sabía acerca del evento de su hermano, razón por la que entendía su nerviosismo.

—Sí —se sintió aliviado, parecía que la rubia no se había percatado sobre la presencia de él espiando—, ¿y qué hay de ti? Me enteré sobre el concurso de aquella compañía, ¿también estás lista? —tampoco se quedó atrás. Mayormente estaban bien informados sobre la familia, uno para saber cómo llevar a cabo sus acciones y la otra para ayudar y dar sus ánimos.

—¡Sí! —chilló de emoción—. Sin duda nos depara algo grande, Linky. ¿Te imaginas si lo logramos? ¡Los dos cumpliríamos nuestros sueños! —desprevenidamente, la modista abrazó a su hermanito alzándolo por los aires. Lincoln sólo rio por su acción.

—Sería estupendo e inédito —confesó con una sonrisa sincera. Leni se sintió orgullosa de él.

—Mis esfuerzos valieron la pena, finalmente, tras largos años de espera, mi hermano creció siendo un buen chico. Me costó un poco, pero lo hice y estoy satisfecha de mi decisión —pensó correspondiendo su sonrisa. Luego dijo—. ¿Verdad que sí? Seguramente nuestra familia hará fiesta cuando ganemos.

—Lo mismo pensaba yo.

—¡Hey! Pero no le digas a nadie, quizá sea sorpresa y nosotros lo podríamos arruinar —guiñó el ojo. Lincoln, pensando que Leni había dicho aquello estando distraída, optó solamente por emitir una leve risa.

—Cuenta conmigo, no le diré a nadie.

—Eso espero, no quiero que nuestras hermanas se sientan decepcionadas —se despidió con la mano y se dirigió a la planta baja. Lincoln siempre se cuestionaba la causa por la que Leni era tan distraída, ¿de verdad tendrá algún problema? ¿Será que padezca de un trastorno de déficit de atención? Se encogió de hombros, no le tomaría importancia; igual seguía siendo una hermana muy cariñosa y bondadosa con todos, sí, quizá había cometido algunos actos egoístas, pero eso no quitaba que, a pesar de todo, ayudaba a todos los demás tal cual él hacía.

Luego de un refrescante baño, regresó a su cuarto a cambiarse; dieron las 8:30 de la mañana. La casa Loud aún seguía dormida, pero no tardarían en despertar. Lincoln también bajó las escaleras y fue a la cocina, encontrándose a Leni nuevamente, pero se detuvo en el marco de la entrada cuando observó que parecía estar moviendo algo, no sabía muy bien qué, pues era un rincón escondido de la cocina...

—Vamos, Leni, hoy es tu día. Quizá consiga el trabajo, pero deberé dejar a mis otros amigos de mi empleo actual —se quedó pensativa—..., pero..., no lo sé. A veces pienso en todo lo que he tenido que pasar..., y siempre tener que poner una sonrisa..., por ti..., porque..., no quise que tuvieras una hermana así...

Lincoln, confundido de lo que Leni decía, seguía escuchando.

—En fin, tal vez con esto pueda quitarme un peso más de encima. Tendré ratos libres a solas y por fin podré esclarecerme y sentirme aliviada de que al menos no todo fue tan malo..., incluso..., las palabras de Joel se deshagan para siempre de mi mente y pueda..., por fin retornar a ser quien era. Quizá y pueda..., regresar —suspiró.

—¿Leni?

—¡Lincoln! —asustada de la presencia de su hermano, la rubia se puso nerviosa—. C-creí que te estabas cambiando.

—Sí, estaba en mi cuarto, pero ya me vestí y vine a desayunar algo rápido para después irme a la convención de una vez —Lincoln se acercó a su hermana—. ¿Te encuentras bien? Te noto pálida —realizó un gesto de preocupación. Leni inspiró hondo y luego sonrió, posicionó su mano en el hombro de Lincoln. Lo observó a los ojos por unos momentos.

—Siento que ni siquiera mereces mis palabras..., palabras tan vacías... —pensó para sí misma. Cerró los ojos por unos segundos y suspiró; los abrió nuevamente, manteniendo su sonrisa—. Sólo estoy muy nerviosa, hermanito. Tú lo entenderías, estamos por pasar uno de los retos más difíciles de nuestra vida, nuestros sueños están en juego y sabes bien lo importante que esto significa para ambos. Sólo..., quiero que todo salga bien —su sonrisa se amplió—. ¡Ya sabes! ¡Mantener el optimismo! —sacudió sus manos en símbolo de emoción—. Debería prepararme ya, ¡mis vestidos están listos y mis modelos aún no han despertado! ¿Te importaría si te encargo el desayuno para Lola y Lana?

Lincoln escuchó atentamente a su hermana. Por un instante creyó que le diría algo más que aquello, pero sabiendo como era, no sospechó de ella. De esta forma, se limitó a corresponder su sonrisa.

—Por supuesto, no tengo ningún problema con ello, Leni. ¡Déjamelo a mí! —guiñó el ojo.

—Gracias, Linky. Te lo agradezco a creces. ¡Muy bien! Debo volver —acarició la cabellera de su hermano y emprendió el camino escaleras arriba, donde repentinamente la modista soltó un grito de susto inesperado. Una risa se escuchó después.

—¡Luan! ¡Me asustaste!

—Jujuy, ¡claro que sí! ¡Voy a enseñarte una lección! —fingió una voz gruesa.

—¡No es divertido! ¡Nunca me gustaron esas películas! —y un último chillido de berrinche fue lo último que se oyó.

Lincoln se encogió de hombros, restándole importancia. El albino sabía acerca de ese títere que Luan había traído desde hace 3 semanas, tenía un aspecto similar al muñeco de los "Juegos Macabros", sin duda era algo escalofriante el hecho de sólo verlo..., incluso admitía que cuando Luan lo traía entre sus manos el primero de abril sólo para fingir que era como el villano de aquella famosa saga de películas fue lo más aterrador que había vivido, sobre todo cuando lo miró a los ojos, juraba que le seguía con la mirada. Dejando el tema de lado, se enfocó en preparar el desayuno.

Pasado un tiempo, el reloj marcó las nueve en punto de la mañana. La hora para irse se hacía cada vez más próxima. Lincoln estaba demasiado nervioso, el día avanzaba rápidamente. Deseaba que Clyde estuviera presente para darle sus ánimos, pero le avisó que estaría de vacaciones con sus padres hasta el domingo; le deseó la mejor de las suertes para el concurso y deseaba que todo saliera bien para él, algo que alegró a Lincoln. Colocó los platos de huevos revueltos con jamón sobre la mesa de los niños y se dispuso a irse a su recámara. En el pasillo de arriba el ruido ya se estaba haciendo más presente, sus hermanas habían despertado. El ruido abundaba al final del pasillo, pues Leni estaba ya con las gemelas y con Lori para recibir ánimos y diversas opiniones. Lincoln estaba muy contento por Leni, hoy era un día grandioso para ambos.

Entró a su cuarto y sacó de los cajones su caja donde resguardaba atentamente su cómic.

—¡Muy bien! Aquí vamos —lo resguardó bajo su hombro y abrió la puerta de su habitación.

—¡Cuidado, Lincoln! —un balón se asomó inmediatamente en su vista, fue inevitable el contacto con su frente, haciendo que cayera. Hizo un gesto de dolor, Lynn corrió hasta él—. ¡Lo siento mucho! No quise hacerlo a propósito —rio nerviosa y se rascó la nuca. Aún adolorido, Lincoln se limitó a sobarse la frente.

—Está bien, Lynn, no te preocupes —sonrió de lado. Lynn le ayudó a levantarse.

—Para la próxima no te cruces en mi camino —le dio un golpe leve en su hombro.

—¡Au! ¿Aparte de que me asestas un golpe me das otro? —respondió algo molesto.

—Perdona, ya sabes como soy —y riendo, Lynn se retiró por su balón.

Lincoln sólo negó con la cabeza y regresó a la cocina. Sin embargo, se percató de que la caja la había dejado tirada cuando cayó; bufó y retornó por ella. Al subir las escaleras, se pinchó con un alfiler en su pie, algo bastante doloroso. Juró haber escuchado una risa cuando gimió de dolor, pero lo único que pudo ver fue el nuevo títere de Luan sentado frente a él, mirándolo con burla. Molesto, lo ignoró y siguió su camino, quizá Leni dejó caer el alfiler en algún momento. Tomó su caja que, afortunadamente, no le pasó nada. Escuchó muchos murmullos en el cuarto de Lola y Lana, era Leni quien parecía estar buscando algo. Esta vez decidió no entrometerse, a pesar de sentir curiosidad.

Retomando sus acciones, Lincoln fue al comedor, dejando allí su caja. Fue entonces que alguien tomó su mano, tomándolo por sorpresa.

—¡Ay! —Lincoln retiró su mano rápidamente.

—Soy yo, Lincoln... —Lucy había hecho aparición—, me preguntaba si tenías tiempo para escuchar mis poemas antes de irte a la con-cómic. Quiero saber qué opinas...

Lincoln, algo ya más calmado, asintió con la cabeza. Fueron a la sala, sentándose ambos en el sillón. Al menos, el peliblanco podía calmarse un poco con ayuda de Lucy, sus poemas, aunque fueran sombríos, resultaban relajantes y un alivio para sus pesares, usualmente porque trataban de casos pesimistas y fatales donde todo podría terminar muy mal; todavía recordaba ese poema que escribió llamado "Fracaso" el día en que iba a entregar un proyecto importante sobre su familia.

El tiempo pasaba volando y unos cuarenta minutos terminaron perdiéndose entre los reconfortantes y, a la vez, escalofriantes versos de la gótica, además de una charla constructiva por parte de Lincoln quien no dejaba de incitar a Lucy a seguir mejorando y que estaba seguro de que estaba en un buen camino. La niña agradeció a Lincoln por su atención y este sólo le dijo que cualquier cosa que necesitara, que sólo le dijera, haciendo que la chica sonriera de forma muy discreta. Sin darse cuenta, el ambiente de la casa estaba ya más "normal" sabiendo que el ruido presente era un total caos. Lincoln fue a la cocina, no sin antes percatarse de que la caja siguiese donde la dejó. No recordaba muy bien su posición, pero al menos la caja seguía allí. Llegando pudo ver que los platos que había servido ya estaban vacíos, las gemelas ya habían desayunado y Leni también estuvo ahí, pues cuando visualizó la superficie del inmueble pudo ver un smoothie situado ahí con una etiqueta en donde venía escrito su nombre. Lincoln sonrió y recogió los platos, poniéndolos en el fregadero.

—¡Buenos días, hijo! —el señor Lynn saludó a su hijo. Lincoln correspondió el saludo—. ¿Ya desayunaste, campeón?

—No, papá, pero admito que tengo hambre.

—No se diga más, te haré unos waffles estupendos, hijo. Hoy será un gran día, ¿no es cierto?

Lincoln sonrió.

—Lo espero de todo corazón.

—Verás que así será —el señor Lynn procedió a encender la estufa y no tardó mucho en prepararle el desayuno a su hijo. Por otro lado, Lincoln se limitó a tomar su smoothie y sentarse, al probarlo, admitió que Leni tenía muy buenos gustos, sacándole una sonrisa.

Pasaron de las diez y Lincoln continuaba con una ansiedad que incrementaba conforme el tiempo pasaba, comenzó a mover su pierna y no paraba de sentirse nervioso, además de tener esa sensación en su pecho que no paraba de hacerle sentir presionado, irónicamente, era una presión impuesta por sí mismo. Dicho esto, la impaciencia surtió efecto, llevando al albino a querer irse ya. Agradeció a su padre por el desayuno y le avisó que se retiraría a la convención. El señor Lynn le deseó mucha suerte y esperaba que todo saliera bien, Lincoln tenía esa esperanza también. Así, el joven Loud salió de su hogar.

Antes de irse, se despidió de quienes estaban cerca de la puerta, entre esas personas estaban Lucy y su madre, quien cargaba a Lily en esos momentos. Tomó la caja que había puesto en la mesa y salió a su tan ansiado evento; igualmente le pidió a Lucy que le dijera a Leni que le deseaba la mejor de las suertes, ella asintió para entonces darle el pase de irse.

En el camino, Lincoln no dejaba de divagar en sus propios pensamientos acerca de los eventos que estaban por acontecer ese día, iba a ser largo y pesado y no porque fuera realmente un martirio el tener que estar donde estaba, sino porque estaba arriesgando todo lo que había trabajado durante las últimas dos semanas, un esfuerzo bastante agotador y donde llegó a tener leves frustraciones por la falta de ideas, además de no mostrar facetas ocultas de su familia, porque sabía bien cómo reaccionarían si en una de aquellas viñetas se llegara a revelar algo indeseado sobre ellas. Todo ese trabajo que ahora poseía entre sus manos era una reliquia invaluable, sobre todo en el peso emocional.

—¿Será suficiente? ¿Podré ganar con esto? ¿Habrá mejores que yo? —sus manos iniciaron a sudar, la verdad era que no se había planteado esos cuestionamientos hasta esos momentos, algo que lo hacía sentir mucho más pálido y nervioso. Su cuerpo se inundaba en adrenalina, experimentaba un miedo inusual provocado por la incertidumbre. Inspiró hondo y trató de tranquilizarse—. Todo saldrá perfecto, ¡lo veras, Lincoln! Este esfuerzo no fue por nada, lo harás, ¡tú puedes, tú puedes! —animándose así mismo, el albino retomó sus fuerzas.

No estaba muy lejos de la convención, podía acortar el camino cruzando por un parque, en el cual estaban haciendo limpieza general ese día, barrían y cortaban el césped; para fortuna de uno de los trabajadores, habían comprado una nueva maquinaria para podar. Lincoln veía de lejos el parque y observaba como limpiaban todo. Prefería no arriesgar su trabajo entrando allí, podía ahorrarse unos 20 minutos fácilmente, pero había decidido rodear.

Finalmente, llegó a la convención. Muchas personas estaban ya ahí. Tanto niños como jóvenes paseaban con diferentes atuendos y demás, otros cargaban los bolsillos llenos para comprar artículos de sus series favoritas y otros solamente estaban ahí por ocio. Lincoln entró y lo primero que captaron sus ojos fue el cartel del concurso, el cual se había puesto en internet unas semanas antes. Suspiró y agarró con mayor firmeza su caja, una sonrisa determinada y de valor se presentó en su rostro. Con pasos firmes fue adentrándose a la convención; sin embargo, una inesperada llamada lo interrumpió. Lincoln sacó su celular del bolsillo, se trataba de su amiga Stella.

—¿Bueno...?

—Hola, Lincoln —habló ella por el otro lado de la línea—, ¿te enteraste de la con-cómic de hoy?

—¡Hola, Stella! Sí, me enteré de la convención hace un tiempo. De hecho, ya estoy aquí...

—¿Tan temprano? Sí que eres aficionado —rio levemente. Lincoln correspondió.

—Sí, fíjate que me percaté del concurso que llevarían a cabo y la recompensa que obtendría si ganaba y lo hice.

—¡Ah, es cierto! El de los cómics, ¿y de qué es tu cómic? —preguntó curiosa.

—¿Mi cómic? —miró su caja un momento y sonrió—. Es sobre mi familia

—Eso es muy lindo, Lincoln, pero..., ¿no crees que tu familia se enfade?

—Sí, es arriesgado —se rascó la nuca nervioso—, pero lo tomarán bien..., ¿sabes? Sería bueno que estuvieras aquí para brindarme apoyo.

—Me encantaría Lincoln, pero no puedo. Estoy con mi mamá haciendo las compras, pero, ¿podrías léeme un poco de tu cómic? —sonrió.

—Oh, entiendo —Lincoln reaccionó de pronto ante lo último—. ¿Leerte de mi cómic? Bueno, quizá solo una parte —rio nervioso—. Espera —se acomodó el teléfono. Lincoln abrió la caja que traía y lo que vio lo dejó enmudecido. Sus ojos se abrieron de la sorpresa y un súbito escalofrío recorrió todo su cuerpo.

—¿Lincoln?

—... —aún sin palabras, Lincoln cerró la caja con rapidez.—Stella, tengo que irme. Adiós —y colgó sin dejarle la oportunidad de decir nada más.

Lincoln estaba consciente de una sola cosa, su cómic corría un grave peligro y también tenía pendiente otra, el concurso de Leni iniciaría a las doce de la tarde y el sitio donde se llevaría a cabo estaba casi al doble de distancia del que acababa de recorrer hacia su ida a la convención. Debía ahorrar todo el tiempo posible y más sabiendo que su reloj ya marcaba las 10:55 a.m. El tiempo no era un factor que estuviera ahora presente de su lado.

—¡No, no, no , no! ¡¿Cómo fue esto posible?! ¡No tiene sentido! ¡No lo tiene! —comenzó a correr desenfrenadamente—. ¿Por qué Leni haría esto? No, no fue ella, seguro Lola o Lana lo hicieron por accidente, bueno, ¡no importa! El punto es llegar ya —Lincoln sacó su teléfono, iba a marcarle a Leni mientras corría.

Durante su recorrido, se topó de nuevo con el parque, no podía desperdiciar el tiempo así que pasaría por ahí. La caja la tomó con mucha firmeza y daba su máximo esfuerzo para recorrer el parque entero. Algunas personas veían pasar al albino como un viento repentino, mientras que otros sólo se centraban en seguir sus actividades: como la limpieza del parque. Lincoln buscaba el contacto de su hermana en su celular.

—Vale, será mejor que le marque antes de que suceda algún... —Lincoln, al estar tan centrado buscando el contacto, no se percató de una pequeña elevación, en la cual su pie terminó por tropezar. Lincoln aventó la caja sin querer, haciendo que se abriera. Por otra parte, uno de los trabajadores del parque no se había percatado de ello, traía audífonos y simplemente continuó podando el césped, mientras tarareaba y miraba hacia el cielo, haciendo movimientos con sus dedos: era un hombre muy despistado—..., Auch... —el albino se sobó la cabeza. Se aturdió un poco por el impacto—, ¿dónde...? —apenas recuperándose, pudo percatarse del hombre que pasaba por ahí cerca con la podadora. Lincoln se alzó un poco y, finalmente, vio la caja abierta en la tierra—. Espera... —el hombre se acercaba más—. ¡Espera! —Lincoln se levantó con un puje masivo de adrenalina y, aunque llegó a la caja, se quedó estupefacto—. ¡¿Dónde están?! —y cuando vio más al frente, el hombre había pasado su podadora. La maquinaria se atascó, desconcertando al hombre quien detuvo la podadora y concentró su atención en lo que había detenido su trabajo.

En ese momento, todo lo que Lincoln sentía era horror y una culpa gigante posándose sobre sus hombros.

—Dios..., dime..., que no es verdad... —el hombre se agachó y de allí sacó lo que era un trapo bastante desgarrado a causa de la podadora, no, no era uno, eran dos. El hombre extendió dichos trapos y al verlos mejor se percató de que eran dos vestidos llenos de tierra, desgastados y deshechos: ya eran basura—. No... —el alma de Lincoln abandonaba su cuerpo a voluntad y todas las ganas que tenía en la mañana, se desvanecieron en ese instante—. No..., —las lágrimas no tardaron en brotar de sus ojos—. ¡No! —emitió un fuerte gritó que se escuchó en todo el parque. El desgarre emocional que sintió en ese momento fue incomparable, hubiera deseado que el día terminase ahí..., pero apenas estaba comenzando...

Leni

Leni Loud dormía con tranquilidad. Era temprano todavía, siendo las 7:40 a.m. específicamente. La rubia se movía con cierta intranquilidad, algo interrumpía su reposo y era una voz que no dejaba de recordarle momentos tan sombríos acerca de su pasado.

—..., esa es la verdad, Leni...

—..., siempre fue así y nunca te diste cuenta...

—..., un buen corazón nunca prosperará en un mundo lleno de egoísmo y malicia, serás aplastada, desechada y a nadie le importará todo lo que has hecho..., porque así funciona este mundo...

—Lo único que has ganado..., ha sido el despecho.

—Ni amigos ni familia...

—Nadie...

—Estás condenada...

Leni abrió los ojos con miedo. Esa voz..., esa voz que la marcó de por vida había reaparecido. Sinceramente, en un día tan especial como ese, temía que sucediera. Su pulso era acelerado y el sudor se presentó en su cuerpo. Negó con la cabeza y suspiró, para entonces posar ambas manos en su rostro y soltar un bufido de desesperación. Se sentó en la cama, colocando sus pies sobre el piso; miró a Lori por unos momentos, continuaba dormida.

—Luego de tantos años..., y sigues atormentándome —pensó abrazándose a sí misma. Agachó la mirada con cierta melancolía—. ¿Cómo es que tuviste razón? —cerró sus ojos y los apretó—. ¿Cómo es que pudiste haber tenido tanta razón? —una lágrima emergió de ella y recorría su mejilla con lentitud—. Yo..., de verdad lo intento. Sigo siendo fiel, sigo siendo leal..., por él..., porque sentía que no merecía una mala compañía..., nadie la merecía..., pero... —más lágrimas salían de pronto—, ¡no lo soporto más! Han pasado años, ¡años! Pero..., lo ha valido... —se calmó, relajando su cuerpo—, lo ha valido..., de verdad que lo ha valido —una pequeña sonrisa se asomó en ella, recuperando su brillo. Suspiró—. Recuerda por qué haces esto, recuérdalo. No te dejes atormentar, hoy sería un día maravilloso. Hoy todo saldrá perfecto..., nuestras vidas cambiarán y entonces todo mi empeño habrá valido la pena —abrió sus ojos y miró a Lori nuevamente—. Lo siento, hermana. Te prometo que a partir de hoy todo volverá a ser como antes..., igual que en la época de nuestra infancia... todo... será igual a cómo era antes de... aquello —se levantó de la cama y se acercó a Lori. Sonrió aún más y acarició su cabellera. Finalmente, optó por dejarla en paz y retirarse del cuarto.

En el pasillo, se recargó un momento sobre su puerta. Pensaba en su vida y en cómo ese día tan relevante todo pudiere cambiar finalmente. Un alivio indescriptible hacía presencia en el alma de la rubia, haciéndola sonreír internamente mientras cerraba sus ojos e imaginaba su futuro; un futuro donde descubriría que, a pesar de la adversidad y las dificultades, ser como era no era tan malo, sino lo contrario, solamente un don que no cualquiera podía poseer. Admitía que en ocasiones su pasado se revelaba, llevándola a cometer actos degradantes que llegaban a afectar a su familia, pero no lo podía evitar..., sobre todo tenía bien presente la vez que no quería que Lori se fuera a la universidad. Aquello hizo que su sonrisa decayera una vez más. Abrió los ojos y denotó un semblante bastante entristecido. La modista necesitaba despejar un momento todos sus pensamientos, así que fue al baño y lo primero que hizo fue echarse un poco de agua en el rostro. Entonces se miró en el espejo y una leve frustración se presentó en su cuerpo, frunció el ceño con cierta molestia.

—¿Cómo pudiste? —se señaló a ella misma a través del espejo—. Sacas lo peor de mí en los peores momentos. Lo más triste de todo es que yo la abandoné primero y luego me quejé de que ella me quería abandonar, ¿qué clase de hipocresía es esa? —se miraba a sí misma con cierta indignación—. Lo único que quiero es que todos sean felices, quiero ayudar a que todos sean felices..., pero... —una voz de un recuerdo lejano llegó a su memoria.

"Leni, buscas la felicidad de los demás creyendo que te hará feliz..., vas a provocar que termines sintiendo que algo te faltará y ante el mínimo cambio que te afecte..., verás que la felicidad de los demás no era en verdad tu felicidad"

—¿Cómo siendo un niño de 7 años eras tan sabio y, a la vez..., tan frío y cortante? —con una cara incrédula, Leni no podía evitar recordar a ese chico que marcó un antes y un después en su vida; el chico no hizo nada malo, sólo le dijo lo que pensaba y, posteriormente, desapareció de su vida. Era un amigo muy cercano a ella, pero ese día todo cambió; aún recordaba todas esas frases que le decía, frases sabias que no parecían de un niño, sino de alguien que ya sabía sobre la vida—. Joel, ¿cómo sabías tanto? Incluso sabías que mi forma de ser no me llevaría a ningún lado..., y con el paso de los años, cada cosa que decías, tomaba sentido —suspiró—, pero no más, Joel. Voy a demostrarte que te equivocas, voy a demostrarte que a pesar del inmenso odio que llegué a sentir por tu culpa, puedo recuperarme, así que —abrió el grifo del agua y nuevamente se enjuagó el rostro. Entonces se miró al espejo con determinación—..., vamos..., otro día más..., sólo hazlo por él, te lo prometiste a ti misma —y firme en su convicción, abrió la puerta, encontrándose con Lincoln, haciendo que su corazón diera un vuelco momentáneo. Sin embargo, para no levantar ninguna sospecha, optó por saludarlo normalmente, sólo esperaba que no estuviera escuchando todo lo que había dicho en el baño, para su suerte, quien saludó primero fue él.

Acontecido aquel encuentro, Leni trató de calmarse. Inhaló hondo y exhaló. Para evitar otro malentendido, optó por esperar unos minutos para ver si alguien salía, pero nadie lo hacía. Un poco más aliviada, bajó por las escaleras, yendo a la sala.

—Oh, Dios mío —pegó su mano en la frente y negó con la cabeza—, qué tonta soy..., ¿me habrá escuchado todo el rato? De por sí ya es incómodo saber que la privacidad en esta casa es casi nula —suspiró.

Decidió sentarse un momento en la sala y observar la ventana. Recargó su brazo en el extremo derecho del sillón y fijó su vista en el cielo azulado, donde algunas palomas hacían un viaje hacia otra ciudad. La rubia mantenía su atención en ellos.

—Que increíble sería volar —comentó para sí misma, sonriendo—. Sentir el aire en tu cuerpo, sentir que estás en la cima del mundo, saber que nadie te juzgará ni te dirá nada; sentir que eres libre, con los brazos extendidos, mientras recorres los confines del Mundo —apartó su brazo del sillón y se inclinó un poco más al frente para observar a aquellos seres con mayor detenimiento—. Ser tú misma en un lugar donde nadie va a poder alcanzarte y el único obstáculo eres tú —cerró los ojos e imaginaba que ella volaba por los aires, como una de esas palomas que surcaban los cielos con tranquilidad y armonía—. Qué bello sería... —y recargando su mentón en sus manos, se perdió en su imaginación.

Leni siempre trataba de distraerse con lo que pudiere, aunque fuese algo tan insignificante. Lo único que ella quería era soltarse de los recuerdos abrumadores que la acechaban desde pequeña, sentía una fuerte presión contra sí misma, algo que la entristecía en las noches; sin embargo, a pesar de la adversidad, trataba de mantenerse optimista y alegre. La rubia había pensado que tal vez recibiría su recompensa algún día y que el destino sería grato con ella después de tanto empeño, tenía pensado que ese día fuese hoy: el cambio que necesitaba en su vida para volver a convertirse en aquella niña que perdió todas sus esperanzas cuando el mundo se reveló como en verdad era. El hecho principal era que su ingenuidad era inmensa, porque seguía enfrascada en que los actos bondadosos traerían recompensas bondadosas, seguía fiel a aquella creencia, sentía que aquello era su esencia, su persona; no decayó e instruyó a otro a que siguiera sus pasos, otra persona por la cual también decidió mantenerse firme y fiel a sí misma. Leni Loud era un revoltijo de ideas, pero estaba firme en sus convicciones y creencias, además de que nada impediría que consiguiera su más grande sueño; aunque tal vez su mente tan distraída le pueda hacer una mala jugada.

La modista abrió los ojos y sonrió, sin duda sabía que podía perderse todo el día en su interior, pero no podía perder más el tiempo: debía seguir moviéndose para estar lista en su día. Se dirigió a la cocina, iba a prepararse un smoothie rápidamente para tener algo en el estómago. Agarró unos cuantos ingredientes y los introdujo en la licuadora, mientras esperaba se puso a platicar consigo misma.

—Hoy será un día increíble, Lincoln irá a su convención y ganará, estoy seguro de que lo hará —movió sus manos con emoción—. Yo también iré al concurso organizado por la empresa y obtendré el empleo, estoy segura de que sí. Nada va a impedírmelo, nadie va a quitármelo —cuando terminó de decir aquello, incrementó la velocidad de la licuadora—. Voy a ser como aquellas palomas —sonrió ampliamente y, al fin, detuvo el aparato. Tomó un vaso y se sirvió. Se recargó y miró a un lado de ella, se sintió observada de repente—. ¿Qué es eso? —entrecerró los ojos y visualizó una lente: se trataba de una cámara—..., Hummm..., como que ya no hay privacidad aquí —ignoró la cámara por unos momentos y, tras tomarse su smoothie, lo empezó a lavar—. En fin, hoy habrá un gran cambio.

Mientras Leni lavaba el vaso y la licuadora de paso, imaginaba la noche tan tranquila que tendría. No tenía miedo, estaba segura de que ganaría, estaba decidida a salir victoriosa; pero un recuerdo resonó en sus memorias, un recuerdo sombrío que la dejó helada de momento.

"¿Entonces te irás?"

"Sí..., sólo he desperdigado mi tiempo"

"¿Y por qué estabas conmigo, entonces?"

"Porque me diste lástima"

"¿Cómo? No lo entiendo"

"Leni..., no espero que lo entiendas. Eres tan ingenua que no me sorprendería que incluso ante una circunstancia que te beneficiaría de por vida lo terminaras saboteando tú misma [...]"

—... —Leni dejó los trastos a un lado por unos momentos. Apretó los puños con ligereza y frunció el ceño mientras cerraba sus ojos con intensidad—... te odio... —soltó entre dientes, mientras intentaba calmarse. Llegó a frustrarse en su totalidad, sintiendo que el pasado se le venía encima. Se recargó en el lavaplatos y suspiró derrotada, luego pensó—, no entiendo por qué..., no lo entiendo... —miró hacia el costado nuevamente, viendo la cámara escondida. Algo molesta, se acercó a ella y trató de desactivarla, aunque fuera intentó descomponerla o algo, no toleraba que la vieran en ese estado.

Luego de haber hecho aquello, negó con la cabeza y se soltó consigo misma, trataba de calmarse y de animarse; inspiró hondo y habló desahogándose, hasta que Lincoln la interrumpió, dándole un susto en el proceso.

Después de despedirse de él y recibir un susto por parte de Luan, ingresó a su cuarto. Estaba algo molesta con la comediante por sus bromas de mal gusto; ignoró lo que hizo para que su ánimo no decayese, y procedió a abrir su armario, en el cual tenía dos hermosos vestidos de color rosa y azul, perfectos para sus hermanas quienes serían sus modelos. No tenía miedo de presentarlo ante el público, estaba muy segura de que aquellos vestidos serían idóneos para una diseñadora que se dedicaba a la ropa fina y de altos estándares. Sus vestidos contaban con un diseño único, teniendo ligeros decorados en la parte inferior, pensados para que quien lo usase sintiese que flotaba, tal cual ella imaginaba; igualmente, había escogido una tela suave para los mismos, algo que los volvía frágiles, pero atrayentes para la vista. Sonrió ante sus magníficas creaciones y justo cuando las seguía contemplando, Lori despertó.

Estirándose y despabilándose un momento, la rubia mayor volteó a verla.

—Buenos días, Lori —sonrió. Leni la miró correspondiendo su sonrisa, así mismo se acercó a ella y le dio un abrazo lleno de emoción, acción que tomó desprevenida a la mayor—. Hoy será un día genial, ¿no lo crees?

—Sí, ya lo creo —correspondió su abrazo y se soltaron—. ¿Estás preparándote para el concurso?

—No, sólo veía mis vestidos, por cierto, ya que has despertado, ¿podrías decirle a Lana y a Lola que vengan? —se apartó de ella para sacar los vestidos del armario y extenderlos en su cama.

—¿Por qué no vas tú? —comentó algo adormilada.

—Porque quiero realizar unos últimos detalles antes de que vengan, sé que no irás inmediatamente con ellas —de entre sus cosas sacó un alfiler e hilo.

—Vale..., pero creí que tus vestidos ya estaban listos —mencionó con cierta duda.

—Sí, ya lo están, pero nunca dije que eso sería para los vestidos que hice para el concurso.

—¿Entonces de qué hablas? —cuestionó curiosa.

—De..., una sorpresa —sonrió—, es una sorpresa secreta, así que no le digas a nadie, ¿vale? —abrió un cajón de la cajonera de enfrente. Lori trató de mirar, pero ella lo ocultó entre sus brazos—. No quiero que se entere —sonrió. Lori se limitó a sonreír y la dejó en paz, saliendo de la habitación para dirigirse al baño, primeramente.

Estando sola, Leni colocó seguro a la puerta y se sentó en el sillón azul que estaba en la esquina de su recámara. Sacó lo que traía oculto, siendo un fragmento de tela el cual le había bordado unas hermosas palabras, ella estaba muy contenta con lo que había hecho y lo último que haría sería ponerle las iniciales de la persona a quien se la daría: en la esquina puso dos letras L.

—Para que sepas lo mucho que me importas —sonriente, guardó su regalo nuevamente en la cajonera, aunque no alcanzó a guardar su alfiler: Lola y Lana tocaron la puerta.

—Leni, ya estamos aquí —habló Lola. Leni se acercó a la puerta, abriéndoles—. Bien, espero que ese vestido sea digno de mí —comentó con cierta vanidad—, aunque me gustaría darme un baño primero, ¿podría?

—Por supuesto, mientras empiezo con Lana —la princesa se retiró de allí.

—Vaya, Leni, ¿esos son los vestidos? —se acercó a los mencionados, viéndolos con asombro—. Vaya, ¿estás segura de que quieres que yo sea tu modelo? ¿No te basta con Lola? Siento que esto es demasiado para mí —se sobó el brazo con cierta pena.

—Lana, pero si tú eres una niña muy linda, sólo que no te has dado el tiempo de arreglarte —confesó con una sonrisa mientras se acercaba a ella—. ¿Por qué no te lo pruebas y ves cómo te queda? Lo hice especialmente para ti porque se verá bastante llamativo cuando lo muestres al público.

—Bu-bueno, lo intentaré —Lana estaba nerviosa, sabía lo que implicaba ser quien mostraba la ropa. Esperaba al menos que no hubiese tanta gente en el concurso, lo haría por su hermana.

Lana se cambió y se colocó el vestido. Leni miraba aquello con mucha emoción y cuando finalizaron, Lana quedó maravillada, recordó la vez en que había suplantado a Lola en aquel otro concurso. Lori entró interrumpiendo el momento, haciendo que Lana se quedara algo apenada mientras que su hermana mayor la veía con alegría.

—Wow, ¡Lana! Sí que te queda bien el vestido, solamente... —Lori se acercó y le quitó el sombrero. Igualmente estaba algo sucia del cabello—, bueno, un baño no te sentaría mal; no puedes irte así —Lana rio nerviosa.

—Lo siento, es que ayer me la pasé jugando con Brincos.

—No pasa nada, tranquila. Lo importante es que el vestido te queda perfecto, ahora sólo falta probar con Lola.

—¿Alguien me habló? —Lola entró al cuarto ya limpia. La niña se quedó estupefacta al ver a su hermana—. ¡Santo cielo, Lana! Te ves... —quedó sin palabras, aunque su orgullo hizo que recuperara su postura—, bueno, te ves muy bonita, pero yo soy más hermosa, claramente —hizo un ademán con su mano mientras ingresaba a la habitación con ímpetu.

De esta manera, Leni probaba nuevamente (porque ya lo había hecho antes) que los vestidos fueran perfectos y eliminar cualquier detalle que pudiera afectarle, pero ya estaba todo hecho; los vestidos eran idóneos para presentarse, no tenía duda alguna de ello. Mientras todo esto acontecía, los halagos y alientos de ánimo estaban muy presentes, ahora sólo faltaba un pequeño detalle.

—¡Perfecto! —Leni juntó sus dos manos con alegría—. Ahora debemos guardar estos vestidos en un lugar seguro, Lola, ¿aún tendrás la caja que me mencionaste en tu habitación? —Leni centró su atención en la pequeña.

—Por supuesto, está debajo de mi cama.

—¿Quieres que vaya por ella, Leni? —cuestionó la otra gemela.

—No, Lana, yo voy —se ofreció ella misma.

Caminó por el pasillo y vio como algo cayó a un lado suyo, espantándola. Abrió sus manos, soltando el alfiler que traía desde hacía rato, no se había percatado de que lo llevaba cargando desde que sus hermanas llegaron al cuarto. Volteó a ver lo que había sido y se trataba del muñeco de Luan. Aparentemente se había caído de una mesita que se encontraba en el pasillo y ahora la miraba con una tonalidad burlesca. Leni negó con la cabeza, ignorándolo por completo y sin prestarle la más mínima atención. Llegó al cuarto de las gemelas y se puso a buscar la caja.

—¿Dónde está? —preguntó después de haberse agachado debajo de la cama y toparse con la sorpresa de que no había ningún objeto allí—. Seguro se equivocó y colocó la caja en otra parte —Leni continuó buscando en el resto de la habitación—. No puede ser que la caja no esté ningún lado —siguió su búsqueda, pero no halló nada. Algo frustrada, salió de la habitación, topándose con Luan en el camino. La comediante pudo observar la aflicción de su hermana.

—Hey, Leni, ¿todo bien? —le sonrió.

—No, Luan. No encuentro la caja que Lola tenía para llevarnos los vestidos del concurso.

—¿Y qué no tienes cajas tú?

—Sí, pero, verás, están todas ocupadas y reacomodar el contenido me llevaría un rato. Lola me había dicho desde antier que ella tenía una caja donde ella solía guardar sus cosas importantes, pero la había dejado de usar; no sé si me habrá tomado el pelo o alguien haya tomado su caja sin querer.

—Oh, entiendo —Luan quedó pensativa, para entonces reaccionar—, mira, yo tengo una caja que me regalaron cuando compré a mi nuevo compañero —guiñó el ojo alzando al muñeco que estaba postrado en el suelo—, a veces me resulta extraño este muñeco porque juraría que lo dejo en un sitio y a veces aparece en otro, pero eso no quita que sea escalofriante como el de la película. Me gusta mucho el diseño y su precio fue bastante accesible, diez dólares, ¿tú crees? —rio—, pero, en fin, me dieron una caja con el muñeco. A mi parecer es muy segura y puedes guardar allí tus vestidos si así lo deseas —Leni pensó la oferta de su hermana. De la misma manera, pensó que podría ser una compensación de todas las malas pasadas que le hizo sufrir en el pasado.

—Me parece una buena idea, Luan, gracias, ¡y qué suerte! Es una bonita coincidencia que te hayan dado una caja, ¿no?

—¡Apuéstalo que sí! —respondió con entusiasmo mientras entraba a su cuarto y, pasados unos segundos, salió para darle una caja, la cual lucía idéntica a la caja de Lincoln.

—¡Muchas gracias, Luan! —reaccionó la modista retirándose a su habitación.

—¿Y tú qué opinas mi siniestro amigo? —miró al títere y este no hizo ningún movimiento—. Opino que fue una muy buena oportunidad para redimirte con tu hermana —fingió una voz gruesa—. Sí, ya sé, pero aún quedan muchas bromas por desatar —finalizó con una risa siniestra, algo que la dejó desconcertada, fue que creyó haber escuchado al muñeco reír con ella por un segundo. Lo miró por unos momentos, pero tras inspeccionarlo un poco, terminó por pensar que había sido su imaginación.

Leni regresó a la habitación con la caja entre sus manos. Lola se extrañó de verla con otra caja que no era la suya.

—¿Y esa caja de dónde salió, Leni? —cuestionó con curiosidad, Leni le tomó poca importancia al asunto.

—Es que no encontré la caja que me decías y me topé a Luan en el pasillo, le dije que no daba con la caja que me habías mencionado y ella me dio esta a cambio.

—Bastante conveniente, me parece extraño que no hayas visto mi caja —se dirigió a su habitación—. Estoy muy segura de que la había dejado debajo de mi cama.

—Yo no tengo inconveniente con ello, sólo asegúrate de que no tenga nada oculto dentro —comentó Lana señalando la caja.

—¿Por qué lo dices?

—Te la dio Luan, no me sorprendería que tuviera una broma explosiva adentro.

—Ugh..., tienes razón, como que ella se pasa con las bromas a veces —destapó la caja, pero por fortuna no había nada adentro de ella. Suspirando de alivio, calmó a su hermana diciendo que no contenía nada peligroso.

—Menos mal, Leni —comentó Lori levantándose de su cama, había estado texteando. Dirigió su vista a la pequeña—. Bueno, Lana, ve a bañarte. Igual no tardas mucho y de ahí váyanse a desayunar. Les digo porque no les dará tiempo de irse —dicho aquello se retiró de la habitación. Lana acató lo que dijo Lori y fue al baño mientras Leni se quedó en el cuarto sola.

—Bueno, será mejor que guarde los vestidos —comentó para sí misma, realizando lo que había mencionado. Ya con los vestidos dentro de la caja, la alzó y salió al pasillo, donde vio a Luan nuevamente haciéndole una inspección detallada a su títere.

—Me pregunto si hay algo en tu interior..., tienes un aroma muy peculiar.

—Luan —la rubia se acercó a ella, la comediante volteó.

—¿Sí, Leni?

—Gracias por no quererme hacer una broma con la caja, y también gracias por prestármela —sonrió con mucha alegría. La castaña quedó algo estupefacta ante lo que había mencionado.

—Bueno, no todo el tiempo se trata de bromas, ¿sabes? Yo también ayudo a mi familia —desvió la mirada al muñeco—, ¿no crees?

—Claro que lo creo —puso su mano en su hombro—, sólo que a veces..., como que pensamos que tus bromas suelen ser algo hirientes y sueles hacerlas muy seguido.

—Vaya, parece que no les agradan mis bromas, ¿cierto?

—Bueno, ya te hemos dicho que sólo no queremos que nos lastimes —rio nerviosa.

—Procuraré no lastimarlos, entonces —guiñó el ojo mientras entraba a su habitación, donde Luna aún seguía dormida: se había desvelado la noche anterior. Leni siguió su camino, pensaba en dejar la caja en su lugar, pero se vio interrumpida por Lola.

—Maldición, Leni..., tenías razón. Mi caja no está en ningún lado. Seguro una de las mascotas de mi sucia hermana la tomó como casa y ahora para saber dónde está —un escalofrío la recorrió—, y ya tampoco me suena muy bien la idea de querer recuperarla en ese caso.

—Está bien, Lola. Era una caja nada más, ¿por qué no vamos a desayunar? Lincoln nos hizo el desayuno, le pedí el favor hace un rato.

—Qué bueno, muero de hambre, ¡apresurémonos! Que de seguro el desayuno está ya enfriándose.

Lola se apresuró en bajar las escaleras. Leni, llevada por el momento, siguió a Lola con el mismo ritmo a la planta inferior. Miró a la sala y pudo ver a Lincoln y Lucy conviviendo, algo que le pareció agradable, pues la gótica no suele convivir mucho con ellos; estaban muy concentrados los dos. Los dejó pasar y se dirigió a la cocina, aunque antes decidió dejar la caja en la mesa del comedor; se percató de que allí se encontraba una caja igual a la de ella

—Oh..., muy bien, Leni. Sólo recuerda que es la de la izquierda —pensó dejando la caja en la mesa.

Ya en la cocina, Lola estaba sentada comiendo muy a gusto. Leni ya tenía algo en el estómago, por lo que no estaba muy preocupada por ello. En eso, pensó en Lincoln. Le había encargado el desayuno para ellas, pero él no había hecho nada para él, por lo que, para regresarle el favor, se puso a preparar un smoothie especial para él. Se puso a buscar algo de chocolate para que se fuera con buenos ánimos, pero no hallaba ni una pizca en ninguna parte; quizá la obsesión por aquel dulce en esta familia resultaba contraproducente.

—Rayos..., Lola, ¿no tenemos nada de chocolate? —hizo un puchero.

—Bueno... —desvió la mirada hacia los lados y luego la miró a ella nuevamente—, hay un poco en el lado derecho del microondas, justo atrás, ahí vi que Lana escondió una barra de chocolate.

—¿Hace cuánto? —preguntó dirigiéndose hacia el objeto.

—Tranquila, eso fue antier, pero no lo consiguió en un basurero. Si no, no te habría dicho —continuó comiendo. Leni, tranquila de haber oído aquello, tomó la barra y fue a la licuadora. Entre tanto y tanto, Lana llegó a la cocina.

—Leni, me debes un gran favor, sabes que no me baño mucho —se sentó en la mesa.

—Sí, Lana, está bien —rio.

—Por cierto, ¿sabes cómo será el concurso? ¿Deberemos caminar como esas modelos de la televisión? ¿O como Lola luego le hace?

—No, Lana, tranquila, serás más como..., uhmm...

—Maniquíes, prácticamente, un desperdicio para mis finos movimientos, pero qué se le hace —hizo un ademán con la mano.

—Oh, entiendo, pero, ¿estaremos en una posición específica? No sé, ¿cómo hasta la derecha o a la izquierda del escenario?

—Yo creo que nos dirán allá, Lana.

—Francamente yo espero que estemos en el lado derecho, hace que mi lado bueno reluzca —realizó una pose.

—Trataré de que así sea Lola.

—¿Estás segura, Lola? Y..., ¿cuál es mi lado bueno? ¿La derecha o la izquierda?

—¿Eso importa, Lana? Creí que no te interesaban esos temas.

—Bueno, fue mera curiosidad, no lo tomes a mal.

—En ese caso diría que tu parte derecha.

—¿Quiere decir que debería estar a la izquierda?

—No, de hecho, deberías estar también de mi lado.

Leni comenzaba a confundirse, su mente estaba desordenándose al escuchar a las gemelas, por lo que las dejó hablando mientras ella se concentraba en preparar el smoothie. Pasados unos minutos, su preparado estaba listo para ser servido, así que agarró uno de los vasos y los sirvió. Entonces tomó un post-it pequeño para escribir el nombre de Lincoln en él, pero no tenía una pluma a la mano. Así pues, Leni procedió a buscar y en esos momentos Luan entraba a la cocina con una expresión de fastidio. Fue al refrigerador y agarró un tupper en el cual había comida del día anterior, una de las muchas delicias creadas por el Sr. Lynn; lo abrió y agarró un cubierto sin importarle que estuviera frío el contenido de su recipiente. Leni notó la presencia de la comediante y asimismo percibió su actitud.

—¿Estás bien, Luan? —volteó a verla. Luan soltó un resoplido.

—Nada grave, sólo que Luna despertó y vio a mi títere. Aún no se recupera de la broma de hace unas semanas.

—Debes admitir que te pasaste esa vez.

—Bueno, quizá tienes razón; la verdad no sé qué me ocurrió ese día —rio nerviosa—. Mis bromas fueron más pesadas que de costumbre, pero se los compensaré el próximo año.

—¡¿No harás día de las bromas?! —cuestionaron ambas gemelas con una emoción incomparable.

—Claro que lo haré, sólo seré mucho más suave de lo usual.

Ambas, de inmediato, dejaron de lado a Luan.

—Sí..., seguro serás tan suave como una almohada —comentó Lola siguiendo con su desayuno.

—Bueno, podría ser —se encogió de hombros—, aunque ya es tema del próximo año —continuó comiendo. Miró a Leni—, ¿y ese smoothie para quién es? —preguntó con curiosidad.

—Es para Lincoln, fue por hacernos el desayuno.

—Oh, que agradable, ¿y el post-it?

—Se supone que ahí grabaría su nombre, pero no sé dónde hay una pluma.

—Yo sé dónde hay una —abrió uno de los cajones y sacó una pluma de su interior—. Aquí tienes, la usé la otra vez para anotar unas cosas —se la entregó. Leni la recibió gustosa.

—Gracias, Luan.

—No hay de qué, en fin, me retiro chicas —finalizó y lavó su trasto antes de irse—. Suerte —antes de que pudiera cruzar la cocina, Lynn interrumpió su andar.

—¡Buenos días, chicas! —y con su balón debajo de su hombro, salió por la puerta de la cocina. La dejaron pasar para proseguir sus acciones, Luan se encogió de hombros y, tomando el títere que había dejado en la mesa del comedor, se retiró. Por su parte, Leni escribió el nombre de Lincoln en el post-it y lo pegó en el vaso. Ya hecho aquello, se dirigió con las gemelas.

—¿Ya terminaron, chicas?

—Sí, ya vamos a arreglarnos para irnos —dijo Lola limpiándose con una servilleta y levantándose.

—¿Nos ponemos los vestidos de una vez?

—No, Lana, no vayan a ensuciarse. Mejor se cambian allá, ¿vale?

—Me parece bien, Leni. Venga, Lana, a preparase porque hoy Leni ganará gracias a mi estilo —dicho aquello, las gemelas se retiraron de la cocina y, junto a ellas, Leni les siguió por detrás, pero se detuvo para tomar su caja.

—Es la de la izquierda —se dijo a sí misma con una sonrisa, tomando dicha caja para llevársela a su recámara.

El tiempo prosiguió con normalidad, todas estaban en sus respectivas actividades con la excepción de que Leni, Lola y Lana se estaban preparando para irse al tan ansiado concurso. La mayor de las tres fue al sanitario a darse un baño para estar radiante y, de paso, relajar sus nervios.

Abrió la llave del agua y esta comenzó a salir, fluyendo sobre su cuerpo. La rubia dejó sacar un aire lleno de pesadez, estaba dejando atrás todas sus ansiedades y preocupaciones. Todas esas palabras que habían marcado su alma estaban finalmente yéndose junto al agua que estaba paseando sobre su ser. Sin embargo, algo dentro suyo parecía reacio a querer abandonar su espíritu: era una inquietud, un mal presentimiento..., un escalofrío la recorrió y su cuerpo tembló, vibrando a sobremanera. No supo a qué se debió, pero sintió miedo; un miedo acechante y macabro, dispuesto a masacrar toda pizca de su esperanza. Leni entristeció y lloró, dejando que el agua llevase sus lágrimas: tenía miedo, tenía miedo de no poder lograrlo, pero ella estaba dispuesta a darlo todo, no podía perder..., no debía perder. Entonces frunció el ceño y con rabia se deshizo de todas aquellas emociones tan asfixiantes.

—No voy a perder —dijo desatando toda su euforia y determinación, para entonces enfocarse en lavar cada parte de su cuerpo.

Terminado su baño, salió y fue a vestirse. Dejó atrás todas sus preocupaciones y miedos y simplemente se dio a la tarea de lograrlo o, si no, morir en el intento (ella lo pensó así debido a que había escuchado la frase muchas veces, no tenía pensado morir realmente). De esta manera, marcando las 11:20 a. m., salió de su habitación con la caja entre sus manos, luciendo un vestido bastante atractivo de color turquesa, el cual había sido hecho por ella misma y se dirigió a la planta baja, donde sus otras dos hermanas estaban esperando junto a su mamá.

—Bueno, hija, ¿estás lista? —Rita y Leni habían hablado del asunto unos días antes y le pidió el favor, ella habló con su jefe para que le diese permiso y, afortunadamente, se lo otorgó, por lo que estaría disponible para llevarla junto a las niñas. Lori lo habría hecho, pero ese día saldría con Bobby.

—Estoy más que lista —sonrió con orgullo. Rita correspondió su sonrisa.

—Esa es la actitud, vámonos entonces.

—Ya era hora, tardaste un poco —habló Lola mostrando un poco de disgusto.

—Lo siento —rio nerviosa. Todas ya se iban, pero Lucy detuvo a Leni un instante para decirle lo que Lincoln le había encomendado.

—Lincoln me pidió que te dijera que te deseaba la mayor de la suertes..., suspiro.

—Gracias, Lucy. Espero que también le vaya bien —tomó una bocanada de aire y exhaló—. Es hora —y, ahora sí, tomaron rumbo al automóvil.

Estando todas dentro, se acomodaron y se abrocharon sus cinturones.

—Oye, hija —Rita llamó la atención de Leni un momento—, ¿puedo ver los vestidos? —pidió alegremente encendiendo el auto y poniéndolo en movimiento.

—Claro, mamá, aunque se verían mejores en Lola y Lana.

—Tranquila, sólo quiero echarles un vistazo, estoy tan emocionada como tú —soltó un leve chillido de emoción. Leni, dejándose llevar, cedió a la petición de su madre y abrió la caja, haciendo que ambas se llevaran una muy mala sorpresa—. ¿Qué acaso ese no es un cómic? —ante tal pregunta, hasta las gemelas se asomaron desconcertadas.

—¡El cómic de Lincoln! Pe-pero ¿cómo? —Leni se sobresaltó muy asustada, juró haber tomado la caja correcta, ¡ella la había dejado a la izquierda y agarró la de la izquierda! Algo andaba mal, muy mal..., mas el problema actual ahora era devolverle el cómic a su hermano y recuperar sus vestidos.

—¡¿Y ahora qué hacemos?! —preguntó Lana algo acongojada.

—¡No tenemos tiempo que perder! ¡Vamos a la con-cómic! —reaccionó Lola de inmediato. Rita, tan rápido como sus pies y manos se lo permitieron, dio vuelta de dirección y se dirigió velozmente a la ubicación dicha. Uniéndose a la acción del momento, Leni también decidió tomar cartas en el asunto. Sacó su teléfono y buscó el número de Lincoln. Llamó.

—Vamos, contesta...

—Buzón de voz, la llamada se cobrará... —Leni colgó e intentó de nuevo—. Buzón de...

—Oh, diablos. Linky, contesta —con una desesperación bastante notable, la modista marcaba sin parar.

En menos de 10 minutos consiguieron llegar y, de inmediato, todas bajaron.

—Disculpe, ¿ha visto un chico de cabello blanco? —preguntaban a la gente, desafortunadamente, muchos respondían con una negación.

—Disculpe, ¿ha visto a mi hermanito? Tiene cabello blanco y es como de este tamaño —Leni preguntó a un hombre que estaba en la entrada, poniendo su mano un poco por encima de su oreja.

—Sí, salió corriendo en dirección al parque —señaló lo mencionado y Leni miró hacia allí. Miró la caja que traía en sus manos y la regresó hacia el parque.

—¡Muchas gracias, señor! —salió corriendo hacia allá también. Sus hermanas y madre tardaron en percatarse de que Leni había desaparecido de allí, para, veinte minutos después, toparse con el mismo sujeto y les dijera que la rubia corrió apresurada hacia el parque.

En el parque, Leni buscaba con la mirada a su hermano sin dejar de estar en movimiento. Se topó con unas cuantas personas que pasaban el día tranquilamente allí y les cuestionó acerca del paradero de Lincoln, algunos le contestaron que habían visto a un chico correr como un rayo hacia el otro extremo del parque y otros no sabían a quien se refería. Quedándose con la primera respuesta, Leni llegó al centro de aquel sitio: había una fuente que era agradable para la vista y también era un adorno hermoso para el parque en el cual yacía. Acercándose a la fuente, ya exhausta, pudo percibir algo que se escondía detrás de ella. Afinando su vista, al mismo tiempo que se aproximaba más, pudo discernir que se trataba de su hermano.

—¿Lincoln? —al mencionar su nombre, lo que Leni había visto se escondió desde un punto de la fuente en el cual no lo podía ver—. Lincoln..., ¿qué pasa? ¿Por qué no contestaste mi llamada?

—¿Qué le voy a decir? —Lincoln, quien después de presenciar la destrucción de la creación de su hermana, había desistido de regresar o de moverse. No tenía ningún plan, no tenía ni palabras para explicar lo que había acontecido, solamente podía resguardar aquella caja entre sus brazos con los vestidos hecho añicos. No quería ni mirarla, no quería ni oírla, se sentía fatal.

Leni tomó asiento en la fuente junto a él, tratando de comprender la situación. Posó la caja a un lado de ella y puso su mano en el hombro de Lincoln.

—No pude... yo... lo arruiné..., lo siento... —Lincoln se expresó entre susurros mientras seguía escondiendo su rostro entre sus brazos y mantenía la caja bien resguardada.

—¿De qué hablas? —trató de tomar la caja, pero Lincoln se rehusó.

—No..., no la tomes... —sollozó.

—Lincoln, tranquilo. Aquí traigo tu comic —tomó la mejilla de su hermano—. Mírame, no pasa nada, está bien —sonrió. Lincoln, intentando sacar fuerza y valentía de su ser, volteó a verla—. Eso es, dime qué paso —el peliblanco soltó un suspiro bastante pesado.

—No quieres saberlo..., no te lo quiero decir..., y mucho menos mostrar —apartó la caja para que a Leni no se le ocurriese tomarla, pero eso provocó una mayor curiosidad por parte de ella.

—¿Qué sucedió, Lincoln? Ya sé que te llevaste mis vestidos por accidente, pero no entiendo por qué no me los quieres dar.

—Es porque —corrigió su postura para que la caja fuera más visible. Se veía sucia y llena de tierra. Leni inspeccionó a Lincoln y se impactó al ver que tenía un moretón en su frente, causa de la caída que tuvo anteriormente—... ya no hay mucho que ver aquí dentro... —sin haber prestado atención a lo último, Leni tomó el rostro de su hermano.

—¡Li-Lincoln! ¡Estás herido! Hay que llevarte con mamá ahora —se levantó y tomó el brazo de su hermano, mas este se negó.

—No, Leni..., estoy bien, no me voy a mover de aquí.

—¿De qué hablas? Vente ya —intentó de nuevo, pero Lincoln otra vez se negó.

—No, Leni, suéltame —volvió a sentarse y abrazó la caja otra vez. Leni se enfadó levemente.

—Lincoln, ¡no tenemos tiempo! ¡¿Qué pasó con lo de que hoy sería el mejor día de nuestras vidas?! ¡Venga! ¡No te desanimes! Lo podemos resolver todavía —cansado, agobiado y hasta harto de que la actitud de Leni no cambiase, decidió soltar la verdad de una vez.

—¡Arruiné tus vestidos, Leni! ¡Ya no hay solución! ¡Se acabó! ¡Lo eché a perder! —abrió la caja, se la extendió, casi empujándola, y se la soltó para luego sentarse en la fuente y sollozar—. Lo siento mucho, yo no quise hacerlo, quise llevártelos de vuelta, pe-pero...

Leni aún procesaba todo lo dicho por su hermano. Se sentó junto a él y vio la caja que le había dado, encontrándose con que sus vestidos estaban descoloridos, deshechos, rasgados..., destruidos. Un profundo vacío se presentó en el corazón de Leni, provocando que soltara el objeto y este retumbara en el suelo. Horas de esfuerzo y dedicación se habían perdido en ese momento; lo peor de todo era que aquello implicaba mucho más de lo que cualquiera podía imaginar, esos vestidos eran un pase para un futuro lleno de posibilidades y un cambio radical para su persona, aquello era un símbolo para entender que la vida podía ser bondadosa con aquellos que lo merecían, era la única oportunidad para demostrarse a sí misma que todo lo que había hecho había valido la pena y que por fin podría darse cuenta de que todo lo que había hecho fue recompensado..., sin embargo, la vida le demostró lo contrario, destrozando su sueño y su esperanza, deshaciendo cada esfuerzo de cada mañana en la que se levantaba, burlándose de ella una vez más. Leni pudo sentir como algo resurgía de su ser, algo enterrado y dejado atrás hace muchos años.

Por su parte, Lincoln seguía sufriendo; sinceramente, ya ni siquiera quería saber sobre su cómic o, tal vez, sí, después de todo, era casi tan invaluable como los vestidos de Leni. Volteó su mirada hacia la otra caja que estaba al lado de Leni y pudo percatarse, finalmente, de que se trataba de la misma caja: muchas teorías comenzaron a formarse dentro de su cabeza. Trató de acercarse a su caja para tomarla, pero Leni se interpuso en su acción haciendo un movimiento repentino con sus manos, lo hizo de tal manera que terminó tirando la caja adentro de la fuente.

—El cómic —musitó Lincoln levantándose con rapidez para tomar la caja que se había sumergido al fondo de la fuente. Estirándose, consiguió tomar la caja—. Menos mal, está... —sin embargo, un detalle bastante inquietante alarmó al chico. La caja estaba expulsando agua a través de un agujero que había en la parte inferior de la caja. Aquello llevó a que destapara la caja, se sintió aliviado nuevamente al ver que el comic estaba dentro de la bolsa, mas toda esperanza se desvaneció en cuanto sintió la bolsa y percibió que esta estaba llena de agua en su interior, agua que también se fue yendo a través de un agujero que se encontraba en la bolsa. Se sentó en la fuente y unas emociones similares a las de Leni se presentaron en su ser.

—Ahora sabes cómo se siente... —Leni se levantó, aquello dejó atónito a Lincoln, provocándole, a su vez, una ligera molestia.

—¿A qué te refieres con eso? —tras analizarlo, se asombró y se enfureció—. ¡Sabías que la caja y la bolsa estaban agujereadas y tiraste al caja a la fuente a propósito! —y, arriesgándose a más, acusó—. Tú lo hiciste..., ¿no?

Cegada por su pasado y un odio inmenso que resurgía de entre las cenizas de su infancia, Leni miró a su hermano con dureza.

—¡Eso no importa! ¡Tú arruinaste mi oportunidad, arruinaste mis sueños y arruinaste todo por lo que yo había trabajo por años!

—¡¿De qué hablas?! ¡Estos vestidos son apenas de la semana pasada!

—Es obvio que no lo entiendes y no lo entenderás jamás porque a ti siempre te tienen que salir las cosas bien..., tú siempre has recibido lo bueno al hacer lo bueno, ¿y yo? Yo siempre soy la tonta y descuidada —sus ojos se cristalizaron, pero no iba a llorar..., no esta vez. Apretó sus ojos con fuerza y lo miró con frialdad—. Sí, piensa que arruiné tus cómics a propósito..., la verdad es que ya no me importa.

—¿Qué? —Lincoln estaba realmente impactado—. Seguro nada de esto habría pasado si no hubieres tomado la caja equivocada, ¡es evidente que la culpable aquí eres tú! —estaba tan confundido que ya no procesaba ni lo que sentía ni lo que decía.

Muchos sentimientos se encontraron dentro de la modista, causando que ella liberase toda clase de ofensas sin titubear.

—¿Sabes algo, Lincoln? —se acercó a él imponiendo su autoridad como hermana mayor; sin embargo, la energía que cargaba consigo hacía que el peliblanco tragara gordo, aunque, de todas formas, él también seguía firme—. Tengo que admitir una cosa..., y es que estoy harta de fingir —desvió la mirada un momento y la regresó a él, su ceño se frunció un poco más y soltó un bufido de enojo—. ¡Siempre he mostrado una sonrisa en los peores momentos y siempre he tratado de ayudar a todos los que puedo! ¡Nunca esperé nada a cambio, pero al menos quería saber que todo aquello que hacía tenía valor alguno! ¡Quería ver que mi vida también podía trascender! —pausó y le dio la espalda, apretó sus puños con fiereza y azotó su pie contra el suelo—. ¡Pero no! La vida quería verme rendida y postrada a sus pies y se lo permití por mucho tiempo..., pero hoy no se lo voy a permitir y, ¿sabes una cosa? —nuevamente lo miró y se acercó amenazante—. Siempre creí que podía confiar en ti, siempre creí que tú eras esa esperanza que había dejado por perdida hace años..., pensé que tú eras alguien por quien valía la pena resguardar todo este peligro que representaba mi persona..., y ahora..., ya no sé qué pensar —puso sus manos sobre los hombros de Lincoln y lo apretó con fuerza—, estoy..., llena de tanta ira y odio, tanta repulsión que había conservado por años, ¡por ti! Porque sabía que Lincoln Loud podía ser un buen chico si había alguien que le ayudase a pasar por tanto y que aprendiera que ser buena persona podía servir, que podía hacerte trascender..., pero no es así —lo empujó, aventándolo hacia la fuente. Lincoln pudo sostenerse para no caer al agua que esta emanaba—. Finalmente llega la oportunidad de mi vida que lograría cambiar todo y tú lo arruinas, no sabes lo confundida que me hace sentir eso, pero no puedo reprimir estos sentimientos, no esta vez..., y simplemente no puedo dejar de desatar mi rabia contra ti porque estoy..., estoy..., ¡Agghh! ¡Estoy furiosa! —todo su cuerpo estaba estresado y era evidente con los movimientos que ella realizaba.

Lincoln se encontraba perplejo y trataba de entender todo lo que había dicho Leni. Enojo, tristeza, confusión, ansiedad..., todo eso invadió al chico quien sostenía la mirada hacia su hermana. Quería comprender lo que estaba diciendo.

—¿Qué me quieres decir, Leni? No lo concibo.

—¡El punto es que todos son unos idiotas! —soltó de forma espontánea, espantando al chico—. Sí, lo dije y punto. Estoy harta de fingir que no y estoy harta de pensar de que siempre tuvo razón..., estoy harta de curar esta herida tan profunda que me dejó marcada. Estoy cansada de todo y todos y ahora tú —lo agarró con sus manos—, tú te has unido a este mundo sin corazón.

—Pero, Leni, ¡fue un accidente! ¡No lo hice a propósito!

—No lo dije por el vestido..., lo dije porque me acusaste de algo de lo cual ni sabes si precisamente fue mi culpa, pero ¿sabes una cosa? Sí, lo hice yo. Yo hice el agujero y metí tu cómic al agua para que se deshiciera todo y perdieras esta oportunidad única, ¿cómo ves eso? ¿Eh?

—Tú no eres Leni..., eres un monstruo —confesó Lincoln, quien ahora estaba siendo dominado por el miedo y la frustración.

—No, soy Leni. Solamente que nunca dejé que vieran este lado de mi persona.

—Pero ¿qué ocurrió contigo?

—Eso es otro tema, por ahora quiero que te alejes de mí, no quiero saber nada de ti ni de nadie.

—Eres una hipócrita, Leni —reprendió Lincoln—, siempre creí que eras una buena persona y que no te importaba nada en lo absoluto. Pensé que trataba con alguien buena y confiable, además de bondadosa y dulce, ¿dónde quedaron todos esos recuerdos que formamos?

—Tú mismo lo has dicho..., soy una hipócrita. Nunca pude ser plenamente feliz, pero siempre ponía mi cara de amistad e inocencia para que creyeran que era quien ustedes creían que era; la verdad, siendo honesta, Lincoln, de no haber sido por ti, quizá esa Leni se hubiera quedado para siempre..., pero ahora todo ha vuelto a desmoronarse.

—¡Deja de echarme la culpa! ¡Bastante tengo que cargar con este desastre! ¡Tú también eres responsable de esto! Si tan sólo lo admitieras, pero no dejas de mostrarme que no eres más que una persona detestable, ojalá fueras auténtica como nuestras hermanas.

Y tras escuchar la última oración que había mencionado su hermano, Leni no pudo contener más su paciencia.

—¿Por qué querría ser como ellas? Siempre tan oportunistas, en la mayoría de los casos. Al menos yo siempre te ayudé de buena fe, pero ellas siempre lo hicieron tomando en cuenta que todos éramos familia y, por ende, el día en que ellas necesitasen ayuda, entonces tú podrías auxiliarnos..., fue poco a poco que fuiste perdiendo cada segundo de tu tiempo y antes de que te dieras cuenta..., todo tu tiempo se convirtió en nuestro tiempo... ¿o acaso me vas a negar que a penas y pudiste terminar tu cómic? No creas que no me enteraba que te la pasabas desvelándote todas las noches con el único motivo de terminarlo, porque nosotras no te dejábamos libre ni un minuto del día

Lincoln quedó pensativo al escuchar la declaración de su hermana, ciertamente sacrificó muchas horas de sueño con el propósito de poder avanzar en su proyecto, a veces y sentía que apenas y podía rendir para ayudar a sus hermanas el día siguiente para nuevamente sacrificar más horas de sueño; sin embargo, contaba con muchas tazas de café para sobrevivir.

—Sí, pero..., ¡no puedes decirlo de esa manera! Porque incluso ellas empezaron a darse cuenta y me dejaron un día libre.

—Sí, pero mientras tanto eras el sirviente de cada una de ellas y tras verte tan agotado creo que hubiera sido un total descaro seguirte utilizando, ¿no lo crees? Es porque al menos tienen consciencia de tu persona; además, tan sólo piénsalo, pocas veces son las ocasiones en las que hacemos algo que a ti te guste y son más las cosas que nos gustan y tú haces con nosotras: ¿quieres que ahora te lo explique con manzanas? Porque siento que es muy claro —Lincoln estaba empezando a hartarse de la situación.

—¡No soy el sirviente de nadie! Sólo soy un buen hermano, es lo que se supone que haga, ¡es lo que tú me has enseñado a ser! ¡A ser alguien bueno! —y entonces Lincoln procesó toda la información anterior.

—No sé muy bien lo que piensas, pero no quiero que te quedes con la idea de que volverte así fue con ese fin; ya te lo había explicado.

—¿Cómo puedes ser tan cruel diciéndome todas estas cosas?

—No soy cruel, sólo digo lo que es evidente y está claro que estás destinado a ser la sombra de nuestra familia.

—¡Deja de decir esas tonterías! Yo también he resaltado.

—Bueno, dime una cosa que resulte verdaderamente reconocible en frente de este mundo —y Lincoln no pudo decir nada—. Eso fue lo que pensé.

—No sabes lo que dices, Leni, ¡sólo estás dolida por la situación! Yo de verdad estoy tratando de controlarme, pero me lo estás poniendo muy difícil.

Leni negó con la cabeza y se acercó una última vez a su hermano.

—Lincoln, esto no fue totalmente tu culpa...

—Hasta que lo admites —sonrió ya un poco más calmado.

—Ah, no..., no me malentiendas, esta situación es definitivamente tu culpa, pero mi forma de ser es en parte a que viví algo que marcó mi vida para siempre; desde entonces sentía que este mundo carecía de muchas cosas y que era necesario acoplarse a la complejidad que la vida nos presenta.

—¿Complejidad? ¿Acoplarse? ¿De cuándo acá hablas así?

—Desde siempre, pero era necesario mantener un perfil bajo y mediocre..., además de que también me servía a mí ser así: tan distraída y olvidadiza..., hacía que mi pasado desapareciera, mas ahora está más presente que nunca y todo es por tu culpa.

—¡Suficiente! No voy a seguir soportando tus malditas acusaciones.

—Tú vas a terminar cediendo, siempre cedes a nosotras, no me lo niegues..., siempre terminas pidiendo perdón, aunque a veces no se traten de tus fallos —Lincoln quedó enmudecido ante su verdad, estaba dominado por su propia familia.

El joven peliblanco tuvo un encuentro de emociones y sentimientos: había enojo que estaba próximo a convertirse en ira y estaba generando algo tan pesado y negativo dentro de su alma que lo comenzaba a carcomer por dentro, era algo tan siniestro y despiadado..., era odio.

—¡Ya basta! —movió su brazo derecho con fuerza, mostraba mucha impaciencia y fastidio—. ¡No sigas!

—Debes abrir los ojos, porque en este mundo siempre habrá gente que te quiera pisotear y se aproveche de todo lo bueno que haces. Siempre va a haber amigos y hasta familiares que no les importarás, sólo cuidan de que estés ahí para que les ayudes y seas su respaldo..., a veces la realidad suele ser bastante cruel y despiadada, tan decepcionante —apartó la mirada y se alejó de ahí—. Tanto tú como yo no somos nada, y nunca seremos algo por tu causa.

Esa última frase, que se había repetido tantas veces, lo agotó y simplemente se desató.

—¡Qué no es mi culpa! ¡Deja de insistir, Leni! ¡No sólo se trata de ti!

—¡Lo sé! ¡También se trata de ti! ¡Hoy los dos perdimos todo! —se volteó y lo miró con rudeza.

—¡Pero tu ira desenfrenada fue la que me echó a perder a mí!

—¡Tú me provocaste! ¡Tú lo hiciste todo mal!

—¡Yo no te provoqué nada! ¡¿Qué pretendes hacer con tanta discusión?!

—¡Qué sientas lo mismo que yo! ¡Qué veas que las cosas también pueden salirte mal!

—¡Eso no es justo! ¡Eso es lo más egoísta que haya visto de ti! ¡¿Por qué destrozar mis sueños?!

—¡Porque tú destrozaste los míos!

—¡Te odio, Leni! —y el silencio se hizo presente en el parque. Desde que iniciaron los gritos iniciales, nadie se había atrevido a siquiera acercarse a ese perímetro que no dejaba de irradiar negatividad. Leni no pudo concebir ningún sentimiento o emoción, todo lo que hubo se petrificó. La modista tan sólo se volteó y comenzó a caminar hacia la salida del parque—. ¡¿A dónde vas?! ¡Vuelve aquí! —Lincoln corrió tras ella y la tomó del hombro, pero la rubia le quitó la mano de un manotazo.

—También te odio, Lincoln —y él, en cambio, si sintió esas palabras cerniéndose en el fondo de su alma, haciendo un efecto final el cual congeló todo su interior. Resentido, lo único que pudo expresar fue el cariño que le tenía.

—Tú eras mi hermana favorita... —desvió la mirada. Leni, aunque levemente sorprendida, volteó para decirle lo mismo, pues ella en verdad lo sentía así.

—Y tú eras mi favorito de la familia —y dicho aquello, se marchó.

Lola, Lana y Rita finalmente llegaban a la fuente del parque, en donde se podía apreciar a Lincoln viendo como su hermana se iba. Las tres se acercaron a él.

—Hijo, ¿qué sucedió? —Rita se acercó a su pequeño junto a las gemelas.

—¿Estás bien? —preguntaron ambas, pero Lincoln, recordando cada palabra de su hermana mayor, se quitó a las tres de encima y se fue caminando también.

—No —contestó con pesadez—, pero quiero que me dejen en paz —y, así mismo, se marchó.

Rita, al ser su madre, no se daría por vencida, así que fue con él; Lincoln no sentía resentimiento por su madre, así que sólo dejó que lo acompañara sin decir ninguna palabra en todo el camino. Por su parte, Lola y Lana vieron las cajas y ambas quedaron impactadas, pudieron deducir varias cosas y de ahí pensarían que tanto Lincoln como Leni se habían estropeado lo que hubiera sido el mejor día de sus vidas. La princesa, toda decepcionada, se limitó a retirarse junto a su madre y hermano, aunque Lana, siendo Lana, recogió todo pensando que podría darle una utilidad en el futuro. Inspeccionó ambas cajas, las cuales eran del mismo color, siendo este el blanco. Estaban hechos de un material metálico, aunque no tan resistente; asimismo pudo percibir que la caja en donde se contenían los vestidos tenía la tapa floja, no se apretaba como debía, quizá se debió a algún percance o accidente o pudiera ser que ya venía así desde el principio, no lo sabía y no le tomó la debida importancia. Tomó todo y se lo llevo.

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Presente

—Y es lo último que recordamos —dijo Lana mientras se encogía de hombros. Lori, quien había estado escuchando con atención, se puso a pensar en una solución.

—¿Y no saben qué fue lo que pasó entre Lincoln y Leni en el parque?

—No, no tenemos idea, cuando llegamos, Leni ya se había ido.

—Aunque debo admitir que se escucharon unos gritos cuando nos íbamos acercando a la fuente.

—Pensábamos que se trataba de gente cualquiera, pero ahora que lo pienso mejor..., se trataban de Leni y Lincoln.

—Si tan sólo hubiese una manera de saberlo... —Lori se puso pensativa. Sin saber exactamente qué hacer, se le ocurrió otra idea—. Lana, dices que trajiste las cajas, ¿verdad? ¿Podríamos verlas?

—Claro, vamos a mi habitación.

Las tres se dirigieron a la habitación de las gemelas. Subieron las escaleras.

—¡Y anotación! —declaró la televisión, mientras la gente del estadio celebraba en grande. Por otro lado, Lynn no dejaba de pensar en toda la situación. Escuchó como sus hermanas subieron las escaleras, curiosa, volteó a ver.

—¿A dónde irán? ¿Con Lincoln? Eso sería muy arriesgado... —se puso a meditar el asunto una última vez—, ¿qué podría hacer yo? —suspiró—..., hablar con él es inútil. No puedo hacer nada, Hans quizá tenga razón..., pero Lori, ella también tiene razón. ¿Qué debería hacer? —se sumió en el asiento mientras su conciencia la hacía pensar y pensar. Cuando ella estaba a punto de desistir, se le fue imposible no recordar todas las veces en que Lincoln fue tan amable con ella y ella siempre fue tan grosera con él. Apagó la televisión—. Quizá no pueda hacer nada..., pero hay que intentarlo.

Se levantó del sillón y se dirigió a la planta de arriba.

—Rayos, no tenemos mucha información. La mayoría de la acción ocurrió afuera de la casa.

—Es cierto, y no tenemos nada para saber lo que pasó afuera.

—¿Qué me dicen de Lola y Lana? —preguntó Luan—. ¿No se suponía que serían las modelos de Leni?

—Es cierto —reafirmó Luna luego de recordar el audio de las cintas.

—¿Y quién se anima a preguntarles? —insinuó Lucy entre susurros.

—Quizá debería ir Luna, es la miembro de la familia que tiene mejor contacto con todos —aconsejó Lisa.

—Bueno, podría intentarlo, aunque... —y antes de que se dieran cuenta, alguien había abierto la puerta de la habitación. Lisa y Luan quedaron estáticas al ver de quien se trataba.

—Las he estado escuchando desde hace rato...

—Lincoln... —musitó Luna por lo bajo.

—Yo les puedo decir lo que ocurrió... —y de este modo, Lincoln comenzó a contar todo lo que ocurrió. Quería desahogarse a pesar de que sintiera un cierto repudio por sus hermanas, quería que supieran la verdad y también servía que lo dejaban finalmente en paz.

Lynn jr. llegó a la planta de arriba y vio como la puerta de Lincoln se encontraba abierto. Se tensó y pensó que un nuevo día comenzaría una vez más con los martirios rutinarios que acontecieron desde el sábado pasado. Sin embargo, lo que ella pudo percibir fue que Lincoln estaba en el cuarto de las menores hablando. Se acercó y escuchó cada palabra de lo que Leni había dicho.

Tras terminar su relato, la mayoría quedó boquiabierto. Claramente se enfadaron con Leni, pues fue totalmente su culpa que Lincoln hubiese cambiado su actitud tan de repente con todas ellas; sin embargo, a pesar de querer negar todo lo que había dicho, se daban cuenta de que tenía razón hasta cierto punto. Así que, para no arruinarlo más, optaron por quedarse en silencio. Aun así, la pequeña genio, analizando todos los acontecimientos y uniendo todos los relatos y datos obtenidos, pudo percatarse de varias cosas.

—Hay algo que no me cuadra del todo... —Lisa se acercó a su hermano.

—¿Y eso qué sería?

—Leni nunca agujereó la caja.

—¿Y ustedes cómo saben eso? ¡Ella misma me lo confesó!

—Lincoln, para empezar —habló Luna de repente—, ¿qué motivaría a Leni a agujerear la caja?

El peliblanco se quedó en blanco. Nunca se había detenido a pensar en esa pregunta.

—¡Pe-pero ella me lo dijo! —entre la rabia y la molestia, también se halló la confusión.

—Podemos mostrarte las grabaciones para que observes que en ningún momento ella fue la responsable de eso.

—Es cierto —Luan se acercó—, Leni nunca agujereó la caja.

—Bueno... —Lisa interrumpió—, fue imposible que lo hiciera Leni, pero pudo haber sido alguien más. Nunca lo sabremos con certeza, pues no puedo explicar la falla de la cámara que se encuentra en el comedor.

—¿Qué quieres decir con eso, Lisa? —Lincoln se mostró interesado.

—Que, en efecto, alguien tuvo que agujerear la caja; sin embargo, no se trató de Leni, pues es imposible que lo haya podido hacer sin ninguna herramienta y en cuestión de segundos en los que entra al comedor y sale de él.

—¿Entonces dices que alguien de ustedes quiso sabotearme? —al plantear dicha cuestión, todas se comenzaron a verse entre sí.

—¡No! —resaltó Luna—. ¡¿Por qué haríamos algo como eso?!

—Entonces denme una explicación.

—Revisemos las cámaras de nuevo —indicó Luan quien se acercó a la computadora. Todos observaron con atención.

En las grabaciones se podía apreciar que quienes bajaron a la cocina ese día habían sido Leni, Lola, Lana y Luan. De ahí, no hubo nadie más. Cabe destacar que la cámara de la cocina no contaba con muy buena recepción de audio ni de video, pues Leni la había alterado para proteger su privacidad, dándole unos golpes leves que llegaron a afectar a la misma. Así que la única pista que tenían era la cámara de la sala, la cual grabó a todas las hermanas que habían bajado por la escalera y habían tomado su rumbo hacia el comedor. Asimismo, también hubo un periodo de tiempo en el cual la cámara de la sala se quedó en estática y regresó a la normalidad posteriormente. Todos, con muchas sospechas y pensando que las cámaras habían perdido utilidad tras un tiempo desde su instalación, se limitaron a crear teorías y acusaciones acerca del verdadero culpable.

Por otro lado, Lynn, quien seguía espiando desde el marco de la puerta sin ser vista, había visto como Luan había bajado con su muñeco y, tras un tiempo, volvió a subir con él. Mas por lo que había entendido hasta el momento fue que Luan había dejado solo al muñeco en todo ese tiempo. ¿Quizá había sido culpa de Lisa? ¿Le habría hecho algo al muñeco? Lo razonó por un momento y creía ser la única que podría tener la alocada idea de que el culpable podría ser un ser inanimado..., si creyó fielmente en la mala suerte, un muñeco manipulable sonaba a una idea tentadora. Iba a arriesgarse a preguntarle entrando de improviso, pero sería mejor cerciorarse de que tenía razón y no quedar como una loca en frente de todos, sobre todo porque Lisa podría negar la acusación rotundamente y hasta podría usar las cámaras a su favor. Así que, con esto en mente, fue en búsqueda del muñeco macabro de la comediante.

—Sigue sin haber una respuesta clara y las cámaras no pueden ser fiables, sigo creyendo que pudo ser Leni... —Lincoln, quien no dejó en ningún momento de apreciar las cámaras, seguía enfrascado en aquella idea; más que nada lo hacía para tener una buena razón para odiar a Leni luego de todo lo malo que le hizo sentir..., el hecho de descubrir que tal vez el único culpable de ese día fue él, lo dejaría bastante destruido.

—Hermano —Luna, viendo que tras una semana entera el chico ya parecía más abierto a recibirlas, se acercó a él—, quiero decirte que lo siento mucho...

El peliblanco, muy confundido por lo que dijo, se volteó.

—No lo sientas, sólo estoy aquí para descubrir la verdad..., aún estoy resentido con todos... —ignorándola, porque no tenía cabeza para nada más, siguió observando las cámaras.

—Ve el lado bueno —habló Lucy acercándose a Luna con cautela y procurando no ser escuchada—, al menos ya no fue tan grosero. Es un avance...

Manteniendo la distancia, sólo podían apreciar al joven Loud mirando las cámaras con atención.

—Debo ir por las gemelas para destapar este enredo de una buena vez —comentó Luna levantándose de donde estaba para dirigirse a la habitación de las mencionadas.

—Suerte..., suspiro.

Con lentitud, para que Lincoln no sintiese que se iba, Luna fue saliendo de la habitación. En cuanto su mirada se direccionó a la habitación de las dos pequeñas rubias, pudo percatarse de que la habitación estaba abierta. Se asomó y visualizó a Lori junto a las gemelas y con ellas estaban las dos cajas que terminaron sirviendo para nada. El trío de chicas se dio cuenta de la presencia de Luna.

—¡Luna! ¿Qué haces por acá? —preguntó Lori bastante asombrada de la situación.

—Justamente venía a buscarlas a ellas dos, pero parece que todas estamos en la misma sintonía. Creo que deberíamos ir al cuarto de Lisa —señaló la habitación.

—¿Por qué? —preguntó Lana levantándose de la cama con la caja entre sus manos.

—Porque todas estamos discutiendo el mismo tema que ustedes y estoy segura de que todas juntas vamos a poder llegar a una conclusión y a una solución —de esta manera, haciendo una seña con su mano para que la siguieran, regresó de nuevo al cuarto.

Ya que todos estaban juntos, el análisis de la situación dio comienzo con rapidez. Sin embargo, antes que nada, tanto Lori como las gemelas se asustaron de la presencia de Lincoln, mas las demás hermanas las calmaron diciendo que Lincoln simplemente estaba observando las cámaras para pintar a Leni de culpable por haber agujereado la caja y fue justamente aquella aclaración la que empezó toda la discusión que se desataría en ese instante.

—Pero cuando estábamos en la cocina, lo único que Leni hizo en todo el rato fue el smoothie que estaba preparando especialmente para Lincoln —rectificó la mecánica de la familia y la princesa no hizo más que reafirmarlo.

—Estoy bastante segura de ello, además, yo fui quien bajó con ella y estuve todo el rato a su lado, así que es imposible que Leni hubiese sido la culpable de que la caja estuviese en ese estado..., a mí se me hace que la caja ya estaba así desde el principio.

—¡Eso es una mentira! —Lincoln desató su rabia una vez más. No podía tolerar la idea que se estaba originando—. Yo compré esa caja y estaba en perfecto estado. La había adquirido especialmente para resguardar mi cómic y, si eso no fuese suficiente, había empaquetado mi cómic en una bolsa y, ¡oh, sorpresa! Tanto la bolsa como la caja tenían un agujero por donde les entró todo el agua —molesto y agobiado, las señaló a todas—. ¡Estoy muy seguro de que Leni tal vez sí haya tenido razón! ¡¿Se imaginan si ganaba ese concurso?! Me iba a desaparecer de la casa por un buen rato y ya no iban a tener a nadie que las ayudase, así que a una de ustedes se le ocurrió sabotear mi proyecto agujereando la caja y la bolsa y, quizá, hasta el mismo cómic en el proceso, pero esto último no lo habían conseguido..., y me parece muy conveniente que Leni haya aventado la caja a la fuente como si supiera que el cómic se iba a mojar —declaró con mucho enojo. Todas las hermanas razonaron la lógica de su hermano y, era verdad, hasta cierto punto todo tenía sentido.

—Pero hay algo que no tomaste en cuenta —Lisa tomó la palabra una vez más—. Leni aún seguía en ese proceso bioquímico el cual cambió todo su temperamento y actitud, por lo que yo siento que cuando aventó la caja a la fuente fue un accidente. De acuerdo con lo que nos contaste, Leni solo hizo un movimiento con sus brazos hacia atrás, pero nunca se dio cuenta de lo que se hallaba a los lados de ella.

Lincoln, tras recordar la escena de nuevo, pudo fijarse que sí, que lo que Lisa decía concordaba a la perfección. Además de que estaba la cuestión de que Leni había dicho algo interesante: "me acusas sin siquiera saber si soy yo", palabras más, palabras menos, pero Leni había confesado indirectamente que ella no había sido la culpable.

—Entonces..., ¿quién fue? —las miró a todas, pues todas estaban presentes con él..., aunque faltaba una—. Esperen, ¿en dónde está Lynn? —mirándose entre sí, la única que pudo dar una respuesta fue Lori.

—Ella estaba abajo viendo la televisión, no quiere saber nada acerca del asunto.

—A ella tampoco la pudimos ver en las cámaras y juraría que bajó al patio trasero.

—Sí, pero eso fue muy rápido —aclaró Lola rápidamente—, ella vino a la cocina y se fue al patio.

—Entonces tampoco pudo ser ella, pero aún sigue esa duda —Lisa se mostraba interesada ya en el tema al ver que había una incógnita bastante misteriosa.

—Pero ¿eso significa entonces que Leni nunca me saboteó? ¿Ella en verdad quería verme triunfar? —confundido, se sentó en la silla que estaba en frente de la computadora.

—Así es, Lincoln —habló Lori dándose paso entre las demás. Todas pusieron sus esperanzas en su hermana mayor para que su hermano por fin pudiera volver en sí—. De hecho, hasta juraría que te tenía una sorpresa para cuando triunfases en tu concurso, nunca supe que era, pero estoy muy segura de que te lo iba a dar a ti.

—Es que ya no entiendo nada —negó con la cabeza—, tanto odio y rencor que sentí hacia su persona por cómo se volvió, tanta ira que desbordé por su culpa, porque no dejaba de echarme la culpa y eso no hacía más que fastidiarme más; también le echaba la culpa, pero ella nunca lo admitía y eso me hacía enfadar, sobre todo porque ahora soy consciente de que ella nunca fue quien creíamos que era.

—¿Qué quieres decir? —preguntó Lori confundida.

—Siempre me mencionó algo acerca de su infancia, ¿tú sabrás algo al respecto? —la miró con tristeza. Todas quedaron intrigadas por lo dicho a su hermana.

Lori quedó estática y se congeló en su sitio. Recuerdos tan devastadores y crueles comenzaron a llegar a su memoria nuevamente. Negó con la cabeza y decidió alejarse un poco.

—No estoy lista para esto, no puedo decirles lo que ocurrió.

—Pero, Lori, es lo único que tenemos para que esta familia pueda reconciliarse, ¡Lincoln ya está hablando con nosotros! —declaró Luna con cierta molestia—. Por favor, nosotras te ayudaremos con lo que necesites.

—Y ustedes aún ansían que siga siendo su sirviente —Lincoln se levantó de la silla—. Creo que mejor me voy de aquí, tengo mucho que procesar.

Lori, al ver que estaba perdiendo la única oportunidad para regresar todo a la normalidad, decidió ponerse firme.

—De acuerdo, te voy a decir lo que pasó y trataré de darte las razones por las que Leni se volvió a convertir en la misma monstruosidad de hace 10 años.

—¿Volvió? ¿Cómo que volvió? —Lincoln, ya atrapado en las redes de su propia curiosidad, miró a la rubia mayor—. ¿Me estás diciendo que Leni ya había sido así antes?

—Sí —todas se asombraron por la confesión de Lori, menos Luna y Luan, quienes tenían muy vagos recuerdos de lo que pasó hace 10 años—. Solamente que ahora ninguno de la familia tuvo la culpa en ese entonces, fue alguien externo y se llamaba Joel.

—Joel..., la oí pronunciar ese nombre alguna vez. Quiero saberlo todo.

—La única que sabe con plenitud todo lo que ocurrió, es ella misma, yo sólo averigüé que se trató de ese tal Joel porque ella siempre me hablaba de su amigo..., y cuando llegó el día en que Leni se convirtió en esta pesadilla, ya nunca más volví a saber de él.

—No importa, quiero saber..., y de paso..., puede que comprenda qué está ocurriendo aquí. Aunque no crean que aún no tengo presente el hecho de que alguien quería verme fracasar —las observó a todas con una actitud acusatoria.

—Bastante tengo con destapar este baúl de recuerdos que me atormentaron por un tiempo, ¿podrías por favor sentarte y escuchar? Además, sobre lo que dices, ninguna de nosotras sería capaz de hacer eso, nosotras te amamos, Lincoln, somos tu familia —se señaló a sí misma y a las demás—. Y habló por todas cuando te pido disculpas por si alguna vez llegaste a sentir que absorbíamos tu tiempo por completo. Podemos llegar a un acuerdo y dejarte en paz por unos días, y establecer horarios, ¡tú mismo puedes encargarte de ello! Sólo perdónanos si crees que fuimos impertinentes.

Lincoln recordó cuando Leni le dijo que él siempre cedía a ellas, eso hizo que la situación fuera más tensa, pero la verdad es que Leni estaba siendo bastante agresiva. Ahora que se daba cuenta, siempre contó con el apoyo de ellas y él estaba siendo un buen hermano con ellas. Soltó un suspiro bastante pesado y ya no supo cómo sentirse exactamente en ese momento; aunque podía sentir como esa energía tan devastadora abandonaba su ser, aliviando su alma. Sonrió después de tanto tiempo.

—Muy bien..., las perdono... —suspiró de nuevo. Todas sonrieron y se acercaron al peliblanco, pero él las detuvo—, pero aún quedan muchos asuntos por resolver. Debemos averiguar cómo se agujereó la caja.

Lana, quien después de haber oído acusaciones acerca de la caja, se había puesto a examinarla con detenimiento y había llegado a una conclusión.

—Siendo honesta con ustedes —habló Lana interrumpiendo—, la única forma de que esta caja pudiese haber sido traspasada es por medio de algún taladro o que de plano hayan ejercido una fuerza sobrenatural con algún objeto resistente para haber hecho un agujero de esta magnitud —mostró la caja en donde se veía el agujero—. Además, la otra caja también fue manipulada con mucha fuerza, pues la tapa está más aflojada que de costumbre, miren —abrió y tapó la caja con mucha facilidad.

—Eso quiere decir que la caja de Leni también fue perturbada —mencionó Lincoln impactado.

—Algo anda mal aquí —aseguró Lisa—, debemos llegar al fondo de esto.

—Sí, pero antes de ahondar más en los culpables, yo siento que debemos averiguar primero por qué Leni se convirtió de nuevo en este ser tan frío y cruel —Lincoln suspiró—. Lo siento mucho, chicas..., yo nunca quise ser así con ustedes, la verdad estaba muy enfadado con ustedes, con Leni, con el mundo..., sentía que todos estaban en mi contra y que entonces yo debía actuar de la misma manera, sino es que mucho peor. Tan sólo estaba defendiéndome y sólo terminé por herir más a esta familia.

—No entiendo por qué Leni haría esto —comentó Lisa.

—¿Qué cosa? —todas voltearon a ver a la científica.

—Es como si Leni hubiese hecho que Lincoln se volviese como ella sólo para que alguien la entendiera y lo hizo a tal grado que hasta Lincoln ni nos quiso dirigir la palabra.

—Es algo que debemos descubrir.

—Pero, chicos, yo no tengo esa respuesta.

—Entonces tendremos que encontrarla de una u otra forma, pero por ahora, eres la única fuente de información que tenemos.

Lori suspiró y se recargó en la pared, se sobó las sienes y observó con tristeza el suelo.

—Todo fue tan horrible, ciertamente, hace 10 años que ella se hizo así...

Regresando al instante en que Lynn había pensado que se trataba del muñeco de Luan, pues había ya inferido lo que Lana había deducido acerca de la manipulación de las cajas (pues quien más sabe ella de fuerza bruta) y lo había inferido porque ella ya había tenido contacto con las cajas ese mismo día y ese día las cajas ya habían sido manipuladas y lo único que se hallaba entre las cajas era el muñeco. No había pierde y no había otra explicación, si no fue culpa de Lisa a través del muñeco, entonces el causante de todo habrá sido un fantasma o al menos eso tendría más sentido a que las cajas se hayan manipulado por sí solas.

Llegó a la habitación de las artistas y se encerró con delicadeza para que nadie se diera cuenta de sus intenciones. Fue hasta el muñeco y, como si se tratara de una persona, lo encaró.

—Ya sé que fuiste tú, anda ya, veamos cómo diablos funcionas —Lynn tomó al muñeco y trató de abrirlo por detrás, pero fue detenida.

—Bien, bien —el muñeco había hablado, haciendo que Lynn se espantara y lo soltara, el muñeco cayó en el suelo, mas este se levantó haciendo movimientos bastante naturales—. Me has descubierto, pero ya lo tenía previsto —sonrió.

Lynn estaba impactada de lo que sus ojos veían; sin embargo, una parte de ella pensaba que podría tratarse de Lisa.

—¡Lisa, esto no es divertido! —exclamó sin alzar demasiado la voz.

—Es porque no soy Lisa.

—¿Qué? —un escalofrío recorrió a la deportista.

—Entiendo que tratas de entender la situación, pero lo que importa es saber cómo solucionar las cosas en tu familia, ¿no es eso lo que añoras?

—Sí, pero..., espera, ¿por qué hablo contigo? Eres un maldito muñeco —apartó su atención del objeto, tratando de asimilar la situación.

—Pues lo has descubierto, ya sabes de quién fue la culpa.

—¡Pero ellos no me creerán!

—Entonces tenemos un gran dilema. En todo caso, lo mejor sería que me sacases de tu familia lo más pronto posible si no quieres que ocasione más problemas.

—Esa es una muy buena idea, ¿de dónde saliste, engendro? Pero antes de decirme eso, es que... —estaba hecha un revoltijo. Seguía sin comprender como es que un muñeco podía tener vida. El muñeco, por su parte, decidió darle una explicación confiable.

—¿Recuerdas a Hans? —sonrió con malicia. Lynn vio al muñeco con intriga.

—¿Hans que tiene que ver aquí?

—Bueno, es quien me controla —se volteó y destapó su espalda, mostrando un mecanismo tecnológico bastante avanzado—, ¡sorpresa! —y rio de forma diabólica.

—¡¿Qué?! —desconcertada por la revelación, Lynn ahora trataba de hilar todo, mas no concibió nada en sus pensamientos—. ¿Hans? ¿Eres tú?

—Sí, soy yo —el muñeco tapó su espalda nuevamente y se encaminó a la castaña—. ¿Por qué? Seguro es la pregunta que te estás planteando en este momento. Resulta que todo está ligado, mi padre, tu familia, mi pase al éxito...

—¿Qué clase de familia es la tuya? —lo miraba con asco.

—No quieres saberlo.

—Bueno, en definitiva, ahora tengo un muy buen argumento para acusarte y delatarte y hasta posiblemente denunciarte.

—Oh, yo creo que no —el muñeco sacó un aparato con un botón—. Si no quieres que toda la culpa recaiga sobre tu persona, entonces no me obligues a oprimir este botón.

—¿Y qué se supone que haga?

—Eliminar las interferencias que se ven en las grabaciones de las cámaras. En el instante en el que ellos quieran volver a revisar los acontecimientos, entonces se darán cuenta de que husmeaste en las cajas. El tiempo que tardaste abriendo la caja y examinando la otra es suficiente para declararte culpable. Al menos tendrías poca credibilidad en cuanto a que no estropeaste la caja de los vestidos de Leni.

—¡Pero fuiste tú! Y tengo pruebas para decirlo.

—En el momento que yo quiera, puedo hacer que todo mi mecanismo se autodestruya y se desintegre, dejándome completamente vacío y toda tu evidencia se habría ido por el caño.

Lynn, viéndose acorralada, solamente pudo soltar un bufido de molestia.

—Demonios —susurró—, ¿qué quieres de mí?

—Bueno, me parece perfecto que ya estemos hablando en mis términos —el muñeco sonrió con malicia y le extendió los brazos a Lynn—. Cárgame —Lynn rodó los ojos y cargó al títere con sus dos manos—. Bien, dejemos esto por la paz. Llévame de vuelta y nada de esto ocurrió.

—¿Y entonces a quién le echarán la culpa?

—Se quedará así para siempre, igual no importará porque no se trata de quién fue, sino lo que se quería ocasionar. Y cuando el asunto se haya arreglado entre tus hermanos, saber quién fue el culpable de perturbar las cajas será el menor de sus problemas.

—¿Cómo lo sabes?

—Porque todos estarán concentrados en Leni para entonces y ella podrá cumplir su sueño finalmente.

—¿Cuál sueño?

—Trascender en este mundo tan complicado y rudo. Aunque, ahora que lo mencionas, ¿no te da curiosidad saber el motivo del cambio de Leni?

—Tengo entendido que todo fue por tu culpa y arruinar sus sueños.

—Sí, pero si de verdad conocieses a Leni, sabrías que ella no habría actuado de esa manera tan agresiva y ofensiva —Lynn meditó sus palabras—, sino que habría tomado las cosas con mayor calma y tranquilidad, inclusive habría llevado a Lincoln a cumplir sus sueños sin importarle necesariamente los de ella.

—¿Cuál es el punto?

—Que Leni ya estaba trastornada desde hace mucho, mucho tiempo.

—Pero tú ni siquiera vivías aquí, ¿cómo sabes eso?

—Lo sé, porque mi hermano fue su amigo de la infancia —Lynn enmudeció—. Anda, ve y pregúntale por Joel y verás que Leni te contará todo.

—No quiere hablar con nadie...

—Llévame con ella, verás que seremos convincentes —Lynn, sin más opción que obedecer a Hans (o al menos ella pensaba que se trataba de Hans), temiendo que su amenaza la usara contra ella, se dirigió a la habitación de las hermanas mayores.

—No estoy muy segura de esto, ¿y si me quedó callada?

—Entonces sólo encárgate de mover tus labios, yo haré el resto.

La deportista extendió su mano para tocar la puerta.

—No toques, la puerta está abierta —el títere colocó su mano en la perilla y la giró, abriendo la puerta. La habitación irradiaba una energía bastante pesada y eso Lynn lo pudo percibir. Lynn ingresó a la habitación con temor mientras el títere se encargaba de cerrar la puerta. Leni, quien estaba acostada viendo hacia la pared, pude percatarse de que alguien había ingresado a la habitación.

—Vete de aquí —dijo con agresividad. Lynn se quedó paralizada en el sitio, pero el muñeco modificó su voz para simular la voz de Lynn.

—¿Quién es Joel? —y tras haber mencionado ese nombre, Leni se levantó de la cama rápidamente y se encaminó hacia Lynn, llegando a ella en menos de 3 segundos. La tomó de la playera y con una mirada penetrante la encaró.

—¿Quién te habló de Joel?

—Hice un amigo y su hermano se llama Joel, me contó que lo conocías y me dio curiosidad..., porque me había dicho que había sido un amigo de tu infancia —habló el muñeco, mas Lynn reaccionó rápidamente moviendo sus labios.

—¿Y qué hay con eso? ¿Por qué te interesa?

—Porque estaba escuchando en la habitación de Lisa que Lori había dicho que fue Joel quien marcó tu infancia y que es por eso por lo que te comportas como te comportas y yo quiero saber qué te hizo ese tal Joel.

Leni, creyendo que se trataba de una broma, rechistó y le dio la espalda.

—¿De cuándo acá la más egocéntrica de la familia le importa alguien?

—Es porque la familia ha estado bastante desmoronada y yo sólo quiero poner mi grano de arena..., no me vas a negar que sentiste que te faltó alguien que te escuchara. Siempre estás para nosotros, pero casi nunca hemos estado nosotras para ti.

Leni sintió esas palabras y desvió su mirada.

—No creí que, si yo cambiaba, tú también cambiarías.

Lynn decidió hablar por sí misma esta vez, había agarrado confianza.

—Medité mi actitud después de darme cuenta de la ausencia de Lincoln en mi vida y, tienes razón, he sido una persona muy egoísta. Por eso he decidido cambiar mi forma de ser y quiero demostrarle a esta familia que puedo cooperar.

—Bien, Lynn..., si tanto quieres saber..., entonces te contaré todo.

Incrédula de que se abrió paso con la modista, Lynn tomó asiento junto a ella.

—Pero quiero que sepas una cosa, sólo tú lo sabrás y no quiero que nadie más se entere. Si quieres solucionar las cosas, entonces sólo tienes que escucharme. Tienes razón, no he tenido a nadie para mí y que estés haciendo esto significa mucho. Aun así..., quiero que sepas que no voy a cambiar, estoy decidida a mantenerme así, pero tal vez decida reprimirme un poco con ustedes.

—¿Entonces podrás perdonar a Lincoln? —Leni miró a su hermana con seriedad.

—No —despegó su mirada y después dijo—, ¿quieres que te cuente o no?

—Sí, perdón —se sobó el brazo derecho. Dejó al títere a un lado y se propuso a escuchar a la rubia.

—Todo fue culpa de Joel y Lincoln no hizo más que traerme de vuelta toda su maldita sabiduría..., algo que me viene persiguiendo hace más de 10 años...

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10 años atrás...

La felicidad era algo rutinario para la pequeña Leni Loud. Siempre se dedicó a seguir los consejos de su madre, quien la había instruido a ayudar aquellos que necesitasen de alguien. Leni se inspiró, además, en el hecho de que su madre era enfermera (aunque en verdad fuera ayudante de un dentista) y eso la motivó al ver sonrisas y alegrías como fruto de la compasión y la bondad. Leni estaba dispuesta a servir y a alegrar a los demás. Ella regalaba abrazos y cariño a su familia, además de una mano cada vez que se necesitara. Con quien más se llevaba era con su hermana mayor, pues después de todo eran las más grandes y las más cercanas; eran como mejores amigas, no podían estar la una sin la otra y se compartían cada secreto y cada anécdota de lo que les sucedía a ellas todos los días. Sin embargo, esto no es el punto en el que queremos indagar, sino en el presunto cambio que llevó a esta pequeña tan inocente y pura a convertirse en todo lo contrario..., y es que todo comenzó el primer día de clases.

Tenía 6 años y la primaría iba a ser una nueva experiencia dentro de la vida de Leni Loud. Estaba muy emocionada de estar en la misma escuela que Lori, eso a pesar de que no iban a compartir el mismo salón por el simple hecho de pertenecer a grados diferentes. Lo único que ella no esperaba era que la vida podía ser bastante cruel e hiriente y que las personas equivocadas dentro de tu vida podían afectarte de tal manera que podían plantar cosas indeseadas dentro de tu alma. Es aquí donde entra Joel, su único amigo de verdad..., o eso creía.

—¿Estás lista para el primer día, mi cielo? —preguntó Lynn Sr. a la pequeña rubia dentro de Vanzilla.

—¡Sí! Estoy muy emocionada.

—Será increíble, Leni. Conocerás nuevos amigos, podremos estar juntas en el recreo y, ¡muchas otras cosas!

—¡Ay, no puedo esperar! —Leni se mostraba ansiosa de llegar. El padre estaba bastante contento de que sus hijas estuvieran felices, así que no demoró mucho y las dejó en la escuela primaria de Royal Woods.

El Sr. Lynn se despidió de ambas, deseándoles un buen día. Leni tomó la mano de Lori y ambas ingresaron a la escuela. Leni le pidió ayuda a Lori para ubicar su salón y ella le dio indicaciones para arribar. Teniendo la información recibida, Lori la dejó porque las clases ya iban a iniciar. Leni caminaba con su mochila de forma campante, mostrando una sonrisa reluciente, muchos la veían y se alegraban al notar su presencia. En medio del camino, se topó a una niña que se mostraba perdida. Leni pudo sentir como ella miraba a todos lados, pero no iba a ningún lado.

—Oye, ¿estás bien?

—¿Huh? S-sí —se mostró tímida—. Bueno, la verdad e-es que no sé dónde está mi salón.

—Oh, yo igual soy nueva por aquí. ¿Cuál es tu salón?

—Primero C.

—¡Qué coincidencia! El mío también, puedo ayudarte, ¡sígueme! —Leni jaló su brazo y juntas emprendieron su camino hacia el salón.

Después de llegar, la chica se mostró agradecida. Ese día, como era costumbre en cualquier primer día, todos se presentaron. Incluso Joel estaba en ese mismo salón. Pasaron las horas y Leni pudo conocer mejor a la niña que había ayudado, de hecho, se trataría de su primera amiga dentro de la escuela, su nombre era Marta. El tiempo pasó y la amistad entre ambas se fortaleció grandemente. Había días en que Leni veía a niños o a niñas que estaban dentro de la escuela y necesitaban de su ayuda: a veces no cargaban con dinero o comida y ella estaba dispuesta a compartir de lo suyo para ayudarles, Leni también ayudó a niños que no podían hacer algunas manualidades dentro de la escuela y ella se animó a ayudarles, ella era feliz sirviendo y ayudando a todos en todo lo que podía.

Un día del segundo mes después de haber ingresado dentro de la escuela, Leni recibió un golpe fuerte hacia sus creencias e ideales. Ella pensaba que todos aquellos a quienes ayudó eran sus amigos, pues ella les brindó algo especial y que, a veces, la mayoría de la gente no es capaz de dar. Todo aconteció en un recreo, el cual comenzaba de forma normal, no había nada inusual, o así pensaba hasta que se oyeron los pedidos de auxilio de un chico de primer grado siendo atacado por unos de tercero. Leni, al haberse percatado de la situación, tomó cartas en el asunto y fue directamente hacia donde se estaba originando el conflicto y es aquí donde todo empezó, el día en que Joel y Leni se conocieron, aunque por desgracia sería el principio del fin de la rubia.

—No creas que no te he visto husmeando, pequeño. Tú no le dirás a nadie lo que viste, ¿okey? —mencionó el más grande de ellos.

—Pe-pero lo que hicieron no estuvo bien, ese niño só-sólo...

—Oh, como eres necio —habló otro de ellos. Se acercó y estuvo a punto de asestar un golpe al pobre niño el cual se limitó a encogerse para suavizar el impacto. Sin embargo, Leni intervino en ese momento.

—¡Déjenlo en paz! —se molestó un poco por el trato que le estaban dando.

—Leni, ¿qué haces? —preguntó su amiga algo asustada—. Nos van a...

—Oh, ¿quién eres tú? ¿Su noviecita? —otro de los chicos la jaló hacia donde estaban todos.

—¡No! Pero déjenlo en paz, él no les ha hecho nada.

—Tú no te metas donde no te llaman —repuso el mayor—. Deja un rato a este, ahorita nos encargamos de él, primero enseñémosle a esta chiquilla a no meter su nariz en donde no le corresponde —soltando al otro, quien no desaprovechó ni la más mínima oportunidad para salir corriendo de allí, se enfocaron en Leni—. A ver, superheroína, vamos a ver de qué estás hecha.

—¿Qué hacen? —asustada, Leni vio como los chicos se acercaban amenazantes a ellos—. Ma-Marta, ¡ayúdame! —mas su amiga estaba tan asustada que se escondió—. ¡Ayuda! —gritó de repente. Todos los chicos del mismo grado no se atrevían a ayudarla porque tenían miedo de ellos, y los demás no estaban interesados en ayudarle. Lori, por su parte, se encontraba en otra parte con otra de sus amigas, se suponía que estaría con Leni, pero su amiga le había pedido un favor y Leni no se molestó en dejarla ir..., aquello le costaría mucho.

—Nadie vendrá a ayudarte —dijo el mayor riéndose. Leni, asustada y arrepintiéndose de haberse metido con ellos, fue tratando de alejarse. Para su fortuna, alguien fue lo suficientemente valiente para encararlos..., o bueno, mejor dicho, alguien iba entrando en escena.

Un chico pelinegro de 7 años se acercó a ellos, era nada más y nada menos que Joel.

—¿De verdad han caído tan bajo? —el chico rio a sus adentros, no tenía miedo y su expresión no denotaba más que burla.

—Miren a quien tenemos aquí, al retrasado mental —el grupo rio.

—Cállate, John, tengo más cerebro del que crees —sonrió confiado. El mayor lo miró estupefacto.

—¿Quién te dijo mi nombre, tarado?

—Nadie tiene que decírmelo. Cuando llevas un año aquí te enteras de muchas cosas y más cuando no te concentras en los estudios, sino en conocer a la gente que reside en esta escuela y conocer sus más infames secretos.

—Pfft..., tonterías. No eres más que el primer niño en recursar el primer grado de primaria —el grupo se burló a carcajadas—. Por favor, ¿quién reprueba el primer año?

—Ríete todo lo que quieras John, pero al menos tendré más estancia que tú en esta escuela si el director no se entera de la vez que por diversión quisiste envenenar a toda la primaria con tu "bromita" en la cafetería —John se quedó pálido. Recordó de inmediato que el año pasado, por su ignorancia, vació un detergente que había en la cocina dentro de uno de los recipientes de la cafetería. Tragó gordo, creyó que nadie lo había visto y por su culpa alguien fue internado en un hospital. Nunca se halló al culpable, por lo que nadie pudo recibir el castigo.

—¿Cuándo...?

—Deja en paz a la niña y, mira, yo... —hizo un ademán con su mano indicando que se quedaría callado. John, viendo que hablaba en serio, decidió no intervenir más.

—Me las pagarás, niño raro —y dicho aquello, indicó a sus amigos que se fueran. Viendo que se encontraban fuera de peligro, Leni se acercó a su salvador.

—Gracias —susurró. Levantó la mirada y se percató de que era levemente más alto que ella. El muchacho la miró de reojo, como si no le importara mucho—. ¿Cómo te llamas?

—Joel —contestó de inmediato. Se volteó para retirarse, algo que la rubia no permitió. Tomó su brazo.

—Espera, Joel. No te vayas. Mi nombre es Leni. Muchas gracias por sacarme de ese problema —Joel reintegró su atención en la niña.

—¿Cómo te metiste en él para empezar? —se cruzó de brazos. Leni suspiró.

—Bueno, yo quería ayudar a un pobre chico que estaba siendo maltratado por esos brabucones y... —Joel la interrumpió.

—No me digas, ¿terminaste reemplazando su lugar? Qué desdicha, es por eso por lo que debes dejar que algunos problemas se solucionen por sí solos, a pesar de que no tengan un lindo final —desvió su mirada al cielo y retornó a ella—. En serio, Leni, ¿qué esperabas entrometiéndote?

—Yo, uhm... —se avergonzó un poco—, no lo sé. No me quería quedar de brazos cruzados nada más mientras el pobre necesitaba ayuda.

—En ese caso, ya sabes lo que pasará si decides ayudar a alguien en esas situaciones, la próxima vez mantente al margen como la mayoría de los cobardes de aquí —señaló el panorama, viendo como poco a poco, los niños comenzaban a salir al verse fuera de peligro. Leni suspiró.

—Cuando me enfrenté a ellos, yo creí que me iban a ayudar mis compañeros —se sobó el brazo con tristeza.

—¿Y por qué harían eso? Sería un acto tonto y quizá fue por eso mismo que no quisieron hacerlo —se cruzó de brazos, explicándole a Leni la lógica del asunto.

—Pero yo les he ayudado a la mayoría de ellos, hubiera esperado al menos unas palabras de aliento por parte de alguien, pero hasta mi amiga más cercana me dejó sola —Joel negó con la cabeza mostrando decepción.

—No porque ayudes a la gente significa que ellos te van a ayudar a ti. Este mundo te va a enseñar que, cuando menos te lo esperas, estarás sola en las peores circunstancia de tu vida y, mira, ya te acaba de mostrar un escenario. Eso, Leni, fue una advertencia. Deja de ayudar a estos ingratos, pocos son los de buen corazón que de verdad te devolverán el favor...

—¿Cómo puedes decir eso? Mi mamá me ha dicho que ayudar es...

—Déjame decirte algo, Leni, tu mamá puede llenarte de ideas sobre la amistad y la esperanza y de que todo siempre saldrá bien; de seguro te dirá que las buenas personas reciben cosas buenas y serán recompensadas si se portan bien y que los niños malos sólo reciben castigos..., pero déjame aclararte la situación: ¿viste a John? Ese niño vil que acaba de molestarte —asintió—. Mira, él ha hecho mil travesuras y ha molestado a muchos niños y nadie es capaz de ponerlo en su lugar. Él hace lo que quiere, obtiene lo que quiere y nunca tiene que pagar el precio, ¿acaso eso no contradice lo que tu mami dice?

Leni, ofuscada de tanta palabra, no pudo distinguir con claridad. Joel pudo captarlo y se sobó las sienes.

—El punto es que ser bueno no siempre significa que tendrás cosas buenas. Los malos también reciben cosas buenas y ellos, en la mayoría de los casos, no afrontan la justicia. Si entiendes qué es la justicia , ¿no?

—Es como que lo que se merece cada uno, ¿no?

—Así es, poniéndolo así, hay niños malos que no reciben lo que merecen, que sería un castigo, sino lo contrario.

—Pero eso no puede ser...

—Pues ya ves que sí.

—Joel, ¿cómo sabes todo eso? —preguntó con curiosidad.

—Digamos... que soy un niño de calle —Leni llegó a sentir tristeza por él, haciendo que se acercara y le diera un abrazo.

—No sabía que vivías en la calle —Joel rio.

—No, Leni. No vivo en la calle.

—Ah, ¿no?

—No. Me refería a que suelo pasar más tiempo en las calles que en mi casa y estando en las calles aprendes muchas cosas que no deberías aprender.

—¿Cómo que cosas?

—Como las cosas que yo te estoy diciendo. En fin, Leni, al recreo no le queda mucho tiempo, debo irme.

—Está bien, Joel. Gracias otra vez..., tú..., ¿si eres mi amigo? —preguntó con timidez. Joel, sonriendo, acarició la cabellera de la rubia.

—Más que un amigo, podría decirse que ahora soy quien te cuida la espalda.

—¿Cómo un guardaespaldas? —preguntó emocionada.

—Algo así.

—¡¿Entonces te importaría si mañana nos quedamos de ver aquí, a la misma hora?! —cerró los ojos y dio saltitos de emoción.

—Sí, claro..., como quieras.

—¡Genial! Ahora volveré con mi amiga —la pequeña estaba a punto de retirarse, pero Joel la detuvo de repente.

—Espera, espera..., ¿me estás diciendo que tienes una amiga y no te ayudo con estos... chicos? —resguardó para sí la grosería que iba a decir. Leni negó con la cabeza, algo confundida.

—No, pero lo entiendo. Estaba asustada y...

—Escucha, Leni..., esto es lo que pasará ahora —Leni, curiosa, se concentró en lo que Joel diría—. Irás con tu amiga y ella te dirá que lo siente mucho, que tenía mucho miedo de los chicos porque eran mayores que ella y entonces comenzará a reclamarte el porqué te metiste con ellos, ¿ya sabes cómo reaccionar?

—No creo que me reclame, ella sabe que a mí me gusta ayudar a la gente. ¡Lo entenderá! —sonrió.

—Ay, Leni..., tú eres de las que no entiende hasta que no se topa de bruces contra el suelo —negó con la cabeza.

—¿Cómo?

—Ya lo entenderás. Cuídate, Leni. Nos estaremos viendo —y así fue el comienzo de la relación entre Leni y Joel. Por su parte, Leni fue con su amiga.

—Cielos, Leni, perdóname por no ayudarte. Esos chicos me dieron muy mala espina y me aterré —la chica se mostró insegura.

—Tranquila, no pasa nada. Lo bueno es que todo salió bien.

—Sí, para la próxima no deberías hacerlo. No vaya a ser que esta vez termines herida.

—¿Qué dices? Si el niño necesitaba mi ayuda.

—Pero, Leni, nosotras somos unas niñitas y ellos unos monstruos, ¿qué podríamos hacer contra ellos? Mejor dejémoslos en paz si no queremos problemas.

—Pe-pero, Marta, él...

—No, Leni, no quiero que nos lastimen por tu culpa... —Leni se sintió.

—Tenía razón..., creí que podía contar contigo —y, dolida, se separó de su amiga para salir corriendo hacia el salón.

Durante las clases finales del día, Leni no podía parar de pensar en que las palabras de Joel hubiesen resultado ciertas. Veía a su amiga con algo de decepción y, al mismo tiempo, ojeó a todos sus compañeros. La mayoría de ellos se encontraba en la hora del recreo y a ellos mismos les llegó a ayudar cuando necesitaban de algo, y ninguno fue capaz de ayudarla, excepto Joel, con quien no había tenido contacto sino a hasta ese día. Suspiró con pesadez y dejó que terminara el día.

Ya afuera de la escuela, Leni esperaba a Lori. Marta llegó junto a ella.

—Leni, no te molestes. Sólo quiero cuidar de ti, ¡lo que hiciste fue peligroso!

—No podía dejarlo ahí, es que no..., no se lo merecía...

—Leni..., no sé qué más decirte... —su amiga emitió un suspiro de derrota y se retiró de allí. Minutos después, Lori alcanzó a su hermana.

—¡¿Estás bien?! Me enteré de lo que ocurrió en el recreo y me preocupé por ti. Sabía que debía dejar el proyecto de Jenny para cuando acabasen la clases —hizo un gesto de molestia con su mano. Leni sonrió por sus palabras, al menos sabía que podía contar con su hermana.

—Sí, Lori. Estoy bien. Trataba de ayudar a ese niño.

—Eres muy valiente, Leni. Aunque para la próxima será mejor que me esperes para que no te quedes sola, por cierto, ¿cómo saliste de esa? —preguntó arqueando una ceja.

—Pues, podría decirse que hice un nuevo amigo.

—¿En serio? ¿De quién se trata? —la rubia mayor tomó a Leni de la mano para dirigirse a la acera y esperar a su mamá.

Leni procedió a contarle sobre Joel y el cómo la salvó. Pasado un rato, su madre llegó por ellas, finalizando su día escolar.

Al día siguiente, todo inició a tornarse oscuro. Llegaron a la escuela y Lori, como de costumbre, dejó a Leni a unos cuantos pasillos de su salón, pues debía dirigirse al suyo; se despidieron y así emprendió Leni su trayectoria a su salón. Era la primera vez que Marta no la acompañaba hacia el salón, aparte de que Leni tampoco se sentía muy animada de verla de nuevo; en cambio, se topó al mismo chico de ayer cargando unos cuantos libros. Uno de los chicos de tercer grado le interpuso el pie, provocando que cayera. Se fue de ahí con una risa burlona. Leni no se demoró mucho y fue a auxiliarlo.

—¿Estás bien? —preguntó mientras le ayudaba a cargar sus libros.

—Sí. Gracias..., adiós —era tan tímido y miedoso, que no le dio la oportunidad a Leni de hablar con él, pues salió velozmente de allí dirigiéndose a su salón. Leni suspiró con tristeza.

—¿Por qué te esfuerzas tanto? —reconociendo la voz, Leni volteó a ver a su salvador.

—¡Joel! Qué alegría verte —abrazó al muchacho de improviso. Joel se asombró y se limitó a darle unas palmaditas en la espalda.

—También es grato verte —declaró con un notable sarcasmo, aunque Leni no lo reconoció.

—Awww, gracias —juntó sus manos con felicidad. Joel negó con la cabeza posicionando su mano en la frente.

—No hay de qué —la miró de nuevo. Retomó el tema—. Vi como ayudaste a ese niño, parece que no le importó tu ayuda —señaló donde ocurrió la escena.

—No, sí le importó. Me dio las gracias —sonrió.

—Todos podemos decir gracias y eso no necesariamente significa que nos haya importado la ayuda; puedo decirte que hasta hay que gente que ni siquiera quieren que les ayuden. Prefieren estar solos y que nadie los moleste, alguien como el niño que se acaba de ir corriendo, dejándote con la palabra en la boca —se cruzó de brazos, mostrando una expresión seria. La pequeña Leni reflexionó lo que dijo Joel.

—¿Qué clase de persona no quiere ser ayudada? ¿Qué acaso no sería mejor si todos fuéramos amigos y pudiéramos ayudarnos entre nosotros? —Joel tomó el hombro de Leni.

—Sería un mundo perfecto y, por desgracia, este mundo no es así, Leni —la soltó y caminó al final del pasillo. Le hizo una seña a Leni para que lo siguiera. La chica acató la indicación y se fue caminando con él—. Esto debería decírtelo tu padre o tu madre, es esencial para sobrevivir a la vida —volteó a verla—. Habrá personas que querrán..., cómo te lo explico para que me entiendas... —Joel se quedó en silencio, meditando. Leni estaba expectante de lo que diría—, querrán tu ayuda todo el tiempo...

—¡Pues yo con gusto los voy a ayudar! —comentó alegremente.

—Déjame acabar, pequeña tontuela —sonrió. Leni hizo un mohín, pero al ver la expresión de Joel, vio que no lo había dicho con intensión de ofender, sino como un apodo cariñoso.

—No me digas tontuela —sonrió de lado mientras lo veía.

—Está bien, Leni. Como quieras..., tontuela —rio y Leni le dio un leve empujón con su mano izquierda para terminar uniéndose a su inocente risilla.

—De acuerdo, lo dejaré pasar esta vez..., cabeza hueca.

—¡Hey! —y esta vez rieron los dos.

—¿Entonces qué me estabas queriendo decir sobre lo de ayudar a la gente? —Leni retomó el tema. Joel asintió y prosiguió.

—Te decía que a veces habrá personas que querrán que la ayudes todo el tiempo, pero que cuando tú necesites de su ayuda..., no contarás con ellos.

—¿Quieres decir que habrá personas malas que van a querer mi ayuda?

—Más o menos, pero el punto es que debes aprender a brindar tu ayuda. Hay gente que no la merece.

—¿Y cómo voy a saberlo?

—Esa es la peor parte, a veces la única de manera de averiguarlo es..., ayudándoles primero —y dicho eso, llegaron al salón.

El día prosiguió con tranquilidad. Leni vio a su amiga y se entristeció de que se separaran. Tal vez, tomando en cuenta lo que dijo Joel, podría reconsiderar lo de no ayudar a todo el mundo..., sin embargo, se negó a hacerlo. Seguía creyendo que todos merecían su ayuda, porque su mamá le había enseñado que ayudar a la gente es algo que da buenos frutos a futuro y es símbolo de que es alguien dispuesta y servicial. Estando en una de las clases, Leni volteó a ver a Joel y este sólo negó con su cabeza, como si estuviera decepcionado. Llegó la hora del receso y Leni salió a buscar a su hermana, pero Marta se atravesó en su camino.

—Leni, intentémoslo una vez más, ¿quieres? Eres una muy buena amiga y quiero que sigamos juntas —se sobó el brazo. Leni suspiró.

—¿Pero la próxima vez si me vas a apoyar? —la chica silenció, sin saber exactamente qué decir—. Bueno, intentémoslo de nuevo. Igual dudo que se repita, Joel me puede ayudar.

—¿Quién es Joel?

—Mi nuevo amigo, lo conocí ayer.

—Oh, creo que ya sé a quién te refieres: es el que está recursando con nosotras, ¿no?

—Sí, ¿tiene algo de malo? —puso su dedo en el labio, demostrando confusión.

—No, no..., sólo que se me hace un chico extraño.

—Yo lo veo bien, no entiendo por qué lo juzgan tanto por estar en primer grado de nuevo.

—Tienes razón, no importa. En fin, ¿nos vamos?

—Claro —juntas salieron al patio de nuevo.

Leni, estando ya afuera, esperaba a que Joel llegase para invitarlo a comer con ella y su hermana, aunque el chico no hizo aparición en todo el rato. Lori se percató de ello y se acercó a su hermanita.

—¿A quién esperas?

—A Joel, creí que habíamos acordado encontrarnos a la misma hora en este mismo sitio.

—Quizá tuvo un compromiso con alguien más, ¿por qué no vienes a almorzar y después vemos dónde está?

—¿Y si está en peligro? —Leni se mostró preocupada—. ¿Qué pasa si los niños malos de ayer lo encontraron? Tengo que buscarlo —corrió en su búsqueda.

—¡Leni, espera! —Lori vio cómo se fue. Queriendo que no se metiera en problemas, fue detrás de ella.

De entre uno de los pasillos, Leni consiguió encontrar a Joel. Estaba recargado en uno de los casilleros de la escuela, comiendo un emparedado.

—¡Joel! Aquí estás, me tenías preocupada. ¿Por qué no viniste?

—Es sólo que no me gusta estar rodeado de tanta gente, Leni.

—Me lo hubieras dicho antes, hubiéramos acordado otro sitio —sonrió.

—Bueno, no se me ocurrió decirte —de pronto, Joel se asomó al pasillo—. Alguien viene —se despegó del casillero y caminó a un punto ciego de otro pasillo.

—Joel, no te vayas —el chico la miró, pero siguió su andar. En eso, Lori vio a Leni.

—¡Leni! No corras así, a veces hay chicos de cuarto por aquí.

—Lo siento, Lori. No lo volveré a hacer.

—Y, bueno, ¿encontraste a Joel?

—Sí, pero ya no está..., uhmm..., ¿podrías dejarme a solas? Es que no le gusta que haya más personas.

—¿Estás segura?

—Sí, Joel es un buen amigo. Confío en él.

—En ese caso, está bien. Te veré en la salida entonces —le sonrió y regresó al patio.

—Es bueno saber que tu hermana es considerada —Joel salió de nuevo al ver que ya no había nadie.

—¿No dejarás que mi hermana te conozca? Yo creo que se llevarían muy bien.

—No suelo tener muchos amigos, de hecho, eres la única persona con la que me he relacionado desde que comenzaron las clases.

—¡No puede ser! Eso es muy triste, pero yo siempre seré tu amiga —le dio un abrazo.

—Ay, Leni..., de verdad que eres una pequeña tontuela.

—Y tú un cabeza hueca —ambos sonrieron.

—No entiendo por qué confías en mí.

—Porque me salvaste.

—Creo que hay muchas cosas que debo de enseñarte. Ven, tengo que charlar contigo —así mismo, Joel y Leni caminaron en los pasillos solitarios de la escuela, casi todos los niños preferían estar en el patio y otros se resguardaban en el salón; Joel era de los pocos que rondaba entre los pasillos y sabía con exactitud como no toparse con otros en su andar.

—¿De qué me vas a hablar ahora? —atenta, Leni se dispuso a escuchar a su nuevo amigo.

—Te voy a hablar acerca de la desconfianza...

Joel y Leni eran una mala combinación, pero bien dice el dicho que "Polos opuestos, se atraen". Los días pasaban, convirtiéndose en meses. Leni se había hecho tan cercana a Joel que este mismo ya ni podía quitársela de encima. Ambos platicaban todo el tiempo e, inclusive, llegaron a verse en las vacaciones de invierno. En todo ese proceso, varios problemas descendieron sobre la rubia, y recibía ayuda de vez en cuando de su hermana, de su amiga y de Joel..., mas eran los únicos que hacían algo por ella. Cabe destacar que Lori jamás conoció a Joel en persona, sólo sabía de él por medio de Leni y que su amiga Marta tampoco era consciente acerca de la relación acérrima entre Joel y Leni; sin embargo, si llegó a darse cuenta de que Leni, a veces, dejaba de estar con ella para irse a otros lados.

Joel, por su parte, seguía instruyendo a Leni para cambiar su forma de actuar, pero siempre se mostró terca e inmutable, algo que el muchacho ya tenía presente que pasaría; dejó pasar el tiempo, esperando la oportunidad perfecta para que Leni pudiese comprender el mundo de una vez por todas..., y ese día, desafortunadamente, llegó en marzo, en específico, el 20 de marzo.

Si Leni hubiera sabido que ese día sería el peor de toda su vida entera, habría decidido mentirle a su mamá por primera vez para quedarse en casa y no asistir a la escuela; sin embargo, todo se dio a la perfección para que, a partir de ese día, algo dentro de Leni se quebrase, cambiándola para el resto de su existencia.

Leni y Lori subieron a Vanzilla, aunque esta vez, la mayor tenía un proyecto en sus brazos: se trataba de una maqueta.

—Oye, Leni, ¿te importa si esta vez no te acompaño? Tengo que encargarme de esta cosa.

—¡Yo te podría ayudar, Lori!

—Pero no alcanzarás a llegar a tu salón. No te preocupes, yo me haré cargo junto a Jenny.

—¿Segura?

—Sí, estoy muy segura.

—Será raro que no me acompañes esta vez, ¡siempre vas conmigo!

—Tranquila, cielo. Ya conoces bien la escuela, ¿no? —habló el Sr. Lynn quien conducía y las veía por el retrovisor.

—Sí, papá.

—Entonces estarás bien, hija. Deja a Lori con su proyecto, sólo será por esta vez, ¿okey? —asintió—. Así me gusta —sonrió.

Llegaron a la escuela y cada una de las dos tomó su propio camino. Leni inhaló hondo y entró a la escuela. Recordando los pasillos por los que Lori siempre pasaba, trataba de abrirse camino; sin embargo, notó algo diferente ese día y era que Lori, al pasar por cierto sitios, la jalaba con fuerza y se debía a que en las partes principales se atascaba de gente. Pasaban chicos de grados mayores a su lado y, sin querer, la empujaban o la hacían a un lado. Entre todo el alboroto, se perdió y ya no supo a donde ir. Así que comenzó a pedir ayuda.

—Oye —llamó la atención de un chico, pero la ignoró por completo—. Oye —le habló a otro, pero siguió su camino—. Disculpa —esta vez dirigió su llamado a una chica, ella volteó.

—¿Sí, dime?

—Al fin, gracias..., este..., ¿sabes dónde quedan los salones de primer grado? Es que mi hermana siempre me ayuda a cruzar esta parte y entre tanta gente me he extraviado —juntó sus dedos en símbolo de vergüenza.

—Oh, tranquila, me ha pasado también..., aunque temo decirte que no recuerdo donde quedan. Lo siento, chica, pero no podré ayudarte —le regaló una sonrisa compasiva y se retiró de allí.

Leni sentía que sus esperanzas se perdían, intentó llamar la atención de alguien más, pero todos estaban enfrascados en sus propios asuntos. Pasaron diez minutos y la cantidad de alumnos descendió considerablemente. Posteriormente, la campana sonó indicando que las clases habían comenzado.

—¡Oh, no! No llegaré a tiempo —Leni miró a todos lados asustada.

—¿Perdida? —preguntó alguien de forma monótona. Leni volteó y se alegró mucho.

—¡Joel! Otra vez me has venido a salvar —suspiró aliviada.

—Soy muy oportuno, ya sabes —se dirigió con la pequeña rubia—. ¿Nadie te auxilió?

—No, todos estaban dispersos y la mayoría me ignoró.

—¿Y qué haces por acá? —preguntó extrañado.

—Es que tomé el camino por el cual Lori siempre me llevaba para irnos a nuestros salones.

—Oh, ya sé lo que pasó —se paró en medio del sitio—. Tengo entendido que Lori siempre te trajo al pasillo equivocado, aquí pasa la mayoría de los grupos de tercer grado para arriba, pero su salón le queda más cerca. Debiste tomar el otro pasillo donde los niños de nuestra edad abundan.

—Eso explica bastante..., espera, ¿cómo sabes dónde queda el salón de mi hermana?

—Me quedé un año entero aquí, sé mucho de la escuela y sus residentes.

—Eso tiene sentido, en fin, ¡vámonos! Que llegamos tarde a clases —Leni jaló del brazo a Joel mientras este se rehusaba a seguirle el paso—. ¿Qué esperas? ¡Vamos!

—Igual ya tocaron, Leni. No importa si perdemos la primera clase porque...

—¡No me rendiré, Joel! Al menos dime el camino.

—Bueno, ya que insistes... —ambos tomaron dirección hacia su salón y, al llegar, tocó la puerta. La maestra los recibió.

—Leni Loud, ¿por qué llegas tan tarde?

—Lo siento, maestra. Me perdí... —se sobó el brazo derecho. La maestra pudo ver que Joel iba con ella.

—Debo suponer que la trajiste.

—¿Sino quien más?

—Pueden pasar, pero les dejaré tarea extra.

—¡Gracias, maestra! —Leni pasó aliviada.

—Y harán equipo ustedes dos, porque todas los demás ya formaron sus equipos —entraron al salón y vieron que la mayoría de los grupitos estaban conformados de 4 o 5 personas.

—Maestra, ellos son muchos y nosotros somos 2, ¿no resulta injusto?

—¿Qué les parece si en vez de la tarea extra les dejo a cargo este proyecto de clase entre los dos?

—Por mí está bien, maestra. No me gusta llevar tarea extra a mi casa —respondió Leni con amabilidad.

—Está dicho, entonces. Vayan a sentarse.

Ambos fueron a sus pupitres y cuando el salón entero los vio a ambos juntos no pudieron evitar burlarse del chico que recursaba el primer grado mientras otros decían que Leni ya había reprobado el proyecto por el simple hecho de hacerlo con él. Joel los ignoraba por completo, por otro lado, Leni se sentía incómoda porque no le agradaba el trato que le estaban dando. Observó a su amiga y ella se escondió para no sentirse involucrada, algo que decepcionó a Leni en sobremanera.

El proyecto se realizó con dificultades, aunque para suerte de Leni, Joel ya sabía exactamente de lo que trataba. Tenían que hacer una pequeña edificación con materiales dados por la maestra: palitos, algunas barritas de plastilina, hojas de colores, entre otras cosas. Leni, siendo experta con su creatividad y el manejo de los diseños (habilidad que recién estaría descubriendo gracias a ese tipo de trabajos) junto con Joel, quien se mostraba muy dispuesto en la construcción de su pequeña creación, terminaron haciendo un trabajo realmente espléndido. Prácticamente, Joel hizo la edificación con mucha eficacia y Leni se encargó de decorarla y dejarla espléndida conforme a su estética. Todo culminó en una pequeña casita de diversos colores y figurillas que rondaban en la misma, y la forma que le dio Joel había sido como la de una casa real. Pudieron terminar en el tiempo establecido de dos horas, pues Joel fue muy rápido, no perdió ni el más mínimo segundo y Leni ya había tenido lista la decoración cuando el pelinegro acabó la construcción. De esta forma, el momento de presentar los proyectos se dio y, a pesar de que los demás equipos estaban conformados de más personas, el proyecto más sobresaliente fue el de ellos.

—Vaya, Dagger, esta vez me sorprendió. Creí que tras su desinterés del último año usted volvería a fracasar, pero me acabo de dar cuenta que lo único que necesitaba era una buena compañía.

—Posiblemente, maestra —sonrió y vio a Leni, quien le correspondió su sonrisa.

—Tienen una A más, ahora niños, quiero que feliciten a sus compañeros.

Todos aplaudieron y hasta halagaron la maravillosa manualidad que ambos niños habían realizado. Tocó la campana para el recreo y, fugazmente, salieron corriendo tras la puerta; aunque uno que otro se detuvo para darle ánimos a Joel al decirle que lo habían subestimado. La maestra los volvió a felicitar y se retiró de allí. Leni se mostraba muy contenta, pero Joel se quedó serio.

—Así son siempre —comentó de repente—. No es más que un juego para ellos, para el mundo —fue hacia la ventana y se quedó admirando las afueras.

—¿Qué cosas dices, Joel? ¡Fuimos el mejor del grupo! Pudimos callarles la boca a todos ellos, ¡hasta te felicitaron! —repuso entusiasmada.

—¿Pero sí te diste cuenta de lo que sucedió ahí? —Leni se mostró escéptica.

—¿Qué sucedió? —Joel se acercó a ella.

—Es otra cosa que quiero que entiendas. Esto no fue una victoria, Leni, sino algo hipócrita por parte de nuestros compañeros.

—¿Qué es hipócrita?

—Es cuando una persona se muestra de una manera y luego se muestra de otra, para que al final de todo, terminen siendo como eran al principio. Fingen para quedar bien, pero cuando no los ves, piensan y hablan diferente a como tú los viste.

—¿Y eso qué significa entonces?

—Significa que nuestros compañeros nos juzgaron y no fue que les demostramos lo contrario que cambiaron de opinión; sin embargo, seguirán pensando mal de mí, aunque ya les haya demostrado un poco de mi verdadera esencia.

—Pero si les demostramos lo contrario, ¿no deberían pensar ellos ahora que no somos como ellos creen?

—Al mundo no le basta que se lo demuestres..., el mundo quiere que se lo recuerdes constantemente porque una vez que te haya atrapado con un juicio, no te lo quitará de encima hasta que des un paso firme y trascendente.

—¿Qué es trascendente?

—Que se quedará para siempre, gracias a su importancia.

—Joel... —se acercó a él y tomó su mano. El chico regresó a verla—, ¿la calle te ha hecho cosas tan malas como para pensar de esta manera?

—Tal vez, Leni..., tal vez. Deberíamos irnos, o nos quedaremos con hambre —soltó su mano y se dirigió hacia la puerta. Leni le siguió por detrás—. Ahora sabes que este mundo es superficial y siento que pronto te estamparás con situaciones más dolorosas.

—¿Por qué lo dices?

—Una corazonada... —Joel salió del salón. Leni también y vio como este se alejaba por uno de los pasillos. Por lo que acababa de ocurrir, pensó que probablemente querría estar solo. Así que regresó al salón, tomó su almuerzo y se dirigió al patio para encontrarse con su amiga.

Afuera, se percató de que Marta estaba sentada junto a otro grupo de niñas. Extrañada, Leni se acercó a ella.

—Hola, Marta, ¿qué tal todo?

—Miren quién es, es la niña que construyó la casa arcoíris —comentó una de las niñas.

—Sí, estaba muy bonito, ¿verdad? —respondió Leni con ternura, sin embargo, otra de las pequeñas le contestó.

—El nuestro estaba mejor, la verdad no sé qué le vio la maestra a su casa que la nuestra no tuviera.

—Exacto, nosotras hasta le pusimos una resbaladilla y todo. No puedo creer que hayan tenido la mejor —se cruzó de brazos. En ese instante, Leni recordó las palabras de Joel.

—Siendo honesta, Leni, creo que te llevas mejor con Joel que conmigo. Ya casi ni estamos juntas —se quejó Marta, viéndola con desgane.

—¡Eso no es cierto! Si yo procuro estar contigo cuando llegamos a la escuela, en las clases, en el recreo y todo. A Joel lo veo más en las salidas y en el final de los recesos, ¿cómo puedes decirme eso?

—Así era antes, pero también te mostraste más distante conmigo. Quizá lo mejor es que dejemos de ser amigas, Leni..., también estuve pensando en los líos en los que nos hemos metido por tu persistencia de ayudar a los demás y no quiero seguir con eso...

—Marta... yo creía que...

—Ya la oíste, será mejor que te vayas de aquí —mencionó una de ellas con agresividad. Leni, sintiéndose muy triste, salió corriendo de ahí con lágrimas en los ojos.

Corrió a uno de los pasillos, donde terminó encontrándose a Joel.

—¿¡Qué hiciste, Joel?! —preguntó con dolor y una profunda tristeza.

—¿Yo? No he hecho nada.

—¿Entonces cómo sabías que algo malo ocurriría? ¿Me estás ocultando algo?

—¿Por qué no me cuentas lo que pasó? —se mostró abierto, a pesar de la furia de la pequeña.

—Marta quiso dejar de ser mi amiga y te mencionó en el proceso..., dice que paso más tiempo contigo que con ella y...

—Wow, wow. Espera un momento, Leni —puso su mano sobre su hombro—. Tienes que entender una cosa —Leni lo miró mientras continuaba derramando sus lágrimas—, ella no te dejó por mí, te dejó porque esa fue su decisión. Siendo franco contigo, siempre esperé eso de ella. Sí, puede que quizá al principio se viera como una niña tímida, pero creo que sólo le bastó adaptarse para darse cuenta de que ella tenía gustos diferentes a los tuyos. No es mi culpa si lo piensas un poco —Leni abrazó a Joel en ese instante.

—No puedo creer que haya sido mi amiga..., fue una hipócrita conmigo... —sollozó.

—Creo que ya entiendes bien el concepto de la palabra.

—Al menos puedo contar contigo, ¿verdad? —Joel hizo que se separará de él y la vio a los ojos.

—Yo no puedo hacerte promesas que no puedo cumplir.

—¿Aunque sea seguiré contando contigo?

—No importa si soy frío y a veces algo cruel..., ya ves, por todo lo que te he dicho y porque a veces no soy tan afectivo; pero puedo decirte que contarás conmigo en la peor parte de tu vida.

—Esta es una parte muy fea de ella, ¿podrías ayudarme entonces?

—Tu vida apenas está iniciando. Vendrán circunstancias peores que esta, créemelo. En la peor de todas ellas, estaré ahí cuando menos te lo esperes.

—Eso es una alivio —lo intentó abrazar de nuevo, pero Joel se negó.

—Pero yo te decía lo de la corazonada por otra cosa..., pero..., aún no es tiempo para revelártelo —Leni, intrigada, se quedó viéndolo.

—¿Y qué es? —Joel se apartó de ella.

—Lo sabrás en la salida, siento que todo va a cambiar muy pronto —y habiendo dicho eso, se retiró, dejando a una Leni confundida y aún lastimada por lo acontecido con su mejor amiga.

Un sentimiento que Leni no podía reconocer del todo inició a generarse dentro de su interior, aparte de toda la tristeza y la aflicción que la agobiaba por lo sucedido. También se sintió muy molesta y enfadada porque Marta resultó ser una persona indeseable y para nada condescendiente.

Las clases finales transcurrieron con normalidad, aunque la nueva compañía de Marta no dejaba de hablar acerca de Leni, insinuando que incluso era tonta por el hecho de ayudar a otros y salir mal en los peores casos. Eso no hizo más que empeorar la situación, haciendo que Leni, aparte de notar lo contradictoria que era su antigua "amiga", también se percatara de que era traicionera. Los rumores de la falta de inteligencia de Leni se esparcieron rápidamente y ahora todos en el salón tenían la idea de que era ingenua. Leni se sumió en su asiento, pidiendo que el día ya se terminase, pero el mal presagio que Joel le había advertido hacía rato, no hacía más que tenerla inquieta.

Terminaron las clases y, por fin, Leni pudo liberarse de aquella prisión. Agarró su mochila y se dirigió a la salida con un semblante decaído. En el trayecto, había muchos grupos de amigos que se divertían y platicaban. En eso pensó en su hermana Lori, deseaba que estuviera con ella, pero lo más seguro es que ella se encontraba guardando su maqueta junto con la maestra, pues los proyectos escolares suelen conservarse como el suyo que hizo con Joel. Mientras avanzaba en su camino, pudo darse cuenta de lo vacío que se estaban haciendo los pasillos y un escalofrío la invadió de pronto. Sentía que alguien la observaba, por lo que volteó para asegurarse de estar a salvo. No había nadie, así que suspiró con alivio, pero para su mala fortuna, al dirigir su mirada de nuevo hacia donde se estaba dirigiendo, se topó con los mismos chicos de tercer grado de hace meses.

—Parece que tu suerte se termina hoy —John se acercó a Leni, mostrándose algo furioso—. Desde hace tiempo que me quedé molesto porque no pude enseñarte tu lección —sonrió con malicia, mientras realizaba un ademán con su mano para que sus amigos se acercaran—, pero siempre estabas acompañada de alguien y nosotros no queríamos testigos; además de que tu amigo el retrasado me tenía amenazado, pero él no anda por aquí, así que nadie va a enterarse de lo que pasará aquí.

Un profundo miedo invadió a la pequeña rubia, retrocediendo para correr. Desafortunadamente, uno de los chicos estaba detrás de ella y le impidió el paso. Leni empezó a temblar.

—¿Por qué haces esto? —miró al chico con temor.

—Porque nadie debe meterse conmigo y mis asuntos. ¿O crees que no me he enterado de que muchas veces volviste a meterte en peleas de este tipo? Muchos de mis amigos me comentaban que Joel no dejaba de amenazarlos con información personal y estoy aquí para que entiendas de una vez por todas que nuestros asuntos no son tus problemas.

—¡Yo sólo quería ayudar! ¡Lo que ustedes hacen es injusto y malvado! —la niña trataba de justificarse, pero ellos ni siquiera se tomaron la molestia de hacerle caso.

—Ya saben qué hacer, muchachos.

Y en ese instante, le quitaron su mochila y empezaron a deshacer su material, maltrataron su cabello y la insultaban de diferentes formas. En todo ese proceso, Leni pedía ayuda, pero nadie estaba cerca para auxiliarla y eso no hacía más que hacerla sentir más frustrada, además de recordar cada palabra que Joel decía; el sentimiento que se había concebido desde el recreo se incrementó, sin saber todavía lo que aquello significaba, la tristeza se hizo más profunda junto con su aflicción. Luego de una tortura que lucía interminable, su único amigo hizo aparición.

—Pensé habértelo advertido —Joel puso sus manos detrás de la espalda. John y su compañía se voltearon a verlo.

—Llegas muy tarde, Joel, el trabajo ya está hecho.

—Y el mío también —el director estaba detrás de Joel, observando lo que había acontecido. El grupito de chicos se asustó.

—¡¿Có-cómo?!

—¡Silencio! —repuso el director Huggins—. Ustedes, a mi oficina en este momento —señaló con suma molestia lo mencionado. John vio a Joel con algo de sospecha y temor, puesto a que se quedaría con la duda del cómo sabía lo que hacían en ese instante y en dónde se encontraban.

Estando solos, Joel vio a Leni, quien estaba llorando en el suelo abrazándose a sí misma. El pelinegro se sentó a su lado y la abrazó, rodeándola por el hombro. La rubia se apegó a él con fuerza mientras continuaba en llanto.

—¿Por qué, Joel? —preguntó con una profunda depresión cerniéndose sobre su alma.

—Tarde o temprano iba a pasar. Te lo había advertido muchas veces, pero tú insistías en continuar —la niña no dijo nada, se limitó a seguirlo abrazando, desahogando todo su pesar en él—. Otra vez tuve que sacarte del apuro. Para tu suerte, John no volverá a pisar esta escuela nunca más y sus amigos recibirán su merecido.

—Gracias, Joel... —su nariz moqueaba un poco por lo mucho que estaba llorando, pero se lo quitaba inhalando por su nariz. Joel estaba serio y no denotaba ninguna emoción, pues estaba listo para culminar con esto de una vez por todas.

—No, Leni..., no me agradezcas —se levantó despegándose de ella.

Leni, sin saber lo que acontecería a continuación, observó a Joel. El chico le ayudó a levantarse como el último acto caritativo que haría por ella, pues ahora vendría el golpe final.

—Leni, es hora de que sea honesto contigo —colocó sus manos por detrás de su espalda y, con una actitud fría, se abrió con Leni—. Este es mi último día dentro de la escuela.

—¡¿Qué?! —impactada por la noticia, comenzó a inquietarse, moviéndose por todas partes sin parar—. ¿Po-por qué no me lo dijiste antes?

—Porque sabía que reaccionarías así y estaba consciente de que tratarías de pasar mucho más tiempo conmigo que con tu otra amiga, haciendo, tal vez, que lo que sucedió hoy sucediera antes y entonces, en esa circunstancia, yo sí tendría la culpa —Leni se alejó de él, trataba de manejar todo lo que sentía en esos instantes, mas resultaba imposible por toda la tormenta de sucesos que la habían acechado.

—¿Entonces te irás? —preguntó con una aflicción indescriptible.

—Así es, Leni. Me voy para no regresar a esta escuela.

—Pero aún te podré seguir viendo, ¿no? Dijiste que estarías conmigo en la peor parte de mi vida y sin duda alguna estoy segura de que este ha sido el peor día de toda mi vida. Primero Marta, luego nuestros compañeros, después estos brabucones y ahora..., tú también...

—Es un hecho fatídico el que todo esto ocurriese en un mismo día, pero creí haber sido claro contigo muchas veces. No puedes confiar en nadie, ni siquiera en tus héroes —dijo aquello último refiriéndose a sí mismo, pues Leni lo consideraba así. Por otro lado, Leni lo veía con molestia.

—¿Entonces en quién puedo confiar?

—Pues en mí no puedes confiar —se volteó y sonrió. Sabía que era el momento, la tenía en una red de confusión y martirio; era ahora o nunca y, a pesar de que tal vez sería una de las cosas más crueles que habría hecho, sabría que dejaría en ella una lección para el resto de su existencia.

—¿Por qué?

—¿Recuerdas que te dije que nunca fui tu amigo, sino alguien que te cuidaba las espaldas? —la miró con dureza.

—¿Cómo? Pero si yo te dije amigo muchas veces y nunca lo negaste... no entiendo el punto.

—Tampoco lo afirmé. La honestidad es algo fundamental en esta vida, Leni, y es tiempo de hablarte con ella —la rubia lo miraba con expectación—. Sí..., sólo he desperdigado mi tiempo. Desperdicié mucho tiempo a tu lado, siempre protegiéndote de las tonterías que hacías y yo siempre traté de hacerte entrar en razón, pero seguías y seguías y seguías... —negó con la cabeza—, pero como te dije alguna vez, tú no eres de las que entiende hasta que se da de bruces contra el suelo —acercándose más a ella, puso su mano sobre su hombro—. Leni..., no fui tu amigo en todo este tiempo, sólo te cuidaba de ti misma.

Un vacío interno abordó a la rubia, quien trataba de procesar la información. Aquel sentimiento que se volvía pesado y realmente asfixiante, se expandió lentamente en cada rincón de su alma, generando algo nuevo en su corazón: ira.

—¿Y por qué estabas conmigo, entonces? —frunciendo el ceño, lo empujó viéndolo directamente a los ojos.

—Porque me diste lástima —confesó. Leni se ofuscó.

—¿Cómo? No lo entiendo

—Leni..., no espero que lo entiendas. Eres tan ingenua que no me sorprendería que incluso ante una circunstancia que te beneficiaría de por vida lo terminaras saboteando tú misma.

—¿Ingenua? ¿También tú? —apretó sus puños con fuerza. El sentimiento profundizaba más en su interior, echando raíces arraigadas dentro de ella. Joel negó con la cabeza y rio—. ¿Qué es gracioso?

—Leni, Leni, Leni..., ¿cuántas veces no te dije que ayudar a la gente no siempre termina en algo bueno? ¿Cuántas veces no te dije que te mantuvieras al margen? Y mira como has terminado.

—A-al menos toda esa gente está bien —hizo un intento en refutar lo que decía.

—No te engañes a ti misma, creo que este día la vida te ha dicho muchas cosas.

—Pe-pero... —Joel la interrumpió.

—Esa es la verdad, Leni..., siempre fue así y nunca te diste cuenta. Un buen corazón nunca prosperará en un mundo lleno de egoísmo y malicia, serás aplastada, desechada y a nadie le importará todo lo que has hecho..., porque así funciona este mundo...

—¡No! No puedes quitarme también eso, Joel..., no puedes quitarme todo lo que he creído...

—No te lo quitaré, sólo quiero que lo reflexiones, dime, ¿qué has ganado ayudando a esta gente? —Leni silenció—. Lo único que has ganado..., ha sido el despecho y ni amigos ni familia... nadie..., nunca valorarán las cosas buenas que hiciste, porque con que hagas una cosa mal, entonces te lo echarán en cara cada vez que se pueda. Porque, te repito, así funciona este mundo.

—¡¿Entonces qué se supone que haga?!

—¡Deja de actuar como tonta y concéntrate en ti misma! —Leni, oyendo que Joel la había insultado y esta vez había sido con toda la intención de ofenderla, no pudo contenerse más y le dio un golpe. Joel soltó una carcajada—. ¡Sí, justo así!

—¡No! No se supone que lo recibieras de esta manera, ¿cómo te atreves, Joel? —las lágrimas no tardaron en salir nuevamente.

—Estás condenada si sigues este camino, Leni. ¿Acaso no puedes verlo ya?

Leni sintió como todo lo bueno de su ser la abandonaba, sólo para que el sentimiento que había consumido por completo su espíritu tuviera el control de ella. La rubia tomó al chico de su playera.

—Entonces supongo que tendré que cambiar para ya no estar condenada, ¿no es así? —y con una sonrisa, Joel asintió—, pero esta conversación no quita el hecho de que me has herido profundamente, dejándome aquí sola... —lo soltó, empujándolo en el proceso.

—Leni, como te dije, me provocaste lástima. No valía la pena una verdadera amistad con alguien como tú.

—¿Entonces qué era para ti?

—Eras un lienzo en blanco que tenía que preparar para la crueldad y la frialdad de este mundo..., y mira qué obra más perfecta me ha salido...

—¡¿Estabas jugando conmigo?! —cuestionó con mucha furia.

—Quien diría que además de un cambio de actitud, también adquirirías un poco más de inteligencia gracias a mí —se señaló mientras sonreía burlesco. Leni, más enfadada todavía, se acercó a él, exclamándole.

—¡Yo..., no sé lo que siento por ti en este instante! —hacía ademanes con las manos, tratando de comprender—. Es como que mucho enojo combinado con decepción y tristeza, haciéndome sentir como que ya no te quiero ver ni siquiera en pintura —hizo un gesto de enojo—. ¡¿Qué es esto?!

—Se llama odio y será mejor que lo tengas bien presente, pues en este mundo será lo único que te haga salir adelante. Ya lo has visto con todos los de aquí, nadie es dispuesto y no dejarás de encontrarte con personas que sólo quieran tu ayuda y nada más.

—¿Odio? —Leni se quedó estática en el sitio, mientras comprendía el sentimiento—. Odio...

—Así es, Leni. Ahora debo irme y dejarte...

—Te odio, Joel —musitó en lo bajo.

—Lo sé, Leni. Incluso yo me odiaría a mí mismo si me hubiera enterado de que siempre pensé estar con alguien que fingía ser mi amigo.

—Sigo sin creer que de verdad me hayas hecho esto...

—Sólo te abrí los ojos a la realidad. Nadie de este mundo se fijará en tus buenas obras, lo único que el mundo quiere es ver tus resultados —Joel se volteó y comenzó a dirigirse hacia la puerta de la salida.

—Joel..., tampoco entiendo cómo es que no sientes el mismo odio que yo si has vivido por las mismas cosas que yo —lo miró con repudio y furia. Joel, captando lo que trataba de decir, sonrió.

—Una vez que te adaptas al odio, puedes transformarlo en frialdad y crueldad, justo como soy ahora. Así que sí, llegué a sentir el mismo odio que tú sientes ahora, pero conseguí trascender —Leni, intrigada, pero sin dejar de sentir el inmenso odio que ahora apoderaba su alma, se limitó a también irse.

—Espero no volverte a ver nunca más.

—Te hice una promesa..., y ahí voy a estar...

Dicho lo último, cada uno se fue por su camino. En el trayecto, Leni mostraba una expresión seria y fría, irradiando ese odio que los demás podían percibir. Su caminar se había vuelto lento y su mirada era totalmente agresiva. Leni volvió a toparse con el grupo de Marta.

—Miren, la ingenua —muchas se burlaron, pero esta vez, Leni no se dejó.

—Me llamarán ingenua, pero ustedes son unas inútiles que no pueden hacer las cosas mejores que yo y siempre se tendrán que conformar en quedarse en segundo lugar porque lo único que saben hacer bien es burlarse, ¿o me lo van a negar? —el grupito se quedó callado— Y tú, ¿sabes algo? Ya no te necesito, igual eres una basura como tus nuevas amigas, así que espero y disfrutes del mal olor —y habiendo soltado esas palabras que denotaban el odio de Leni, las chicas no se atrevieron a molestarla de nuevo, pues se sintieron y hasta se quedaron dolidas.

Estando afuera de la escuela, Leni se puso en la acera donde esperaba a su madre. En eso llegó Lori cargando la maqueta.

—Hola, Leni. Perdón si tardé mucho, lo que pasa es que la maestra estaba guardando los proyectos, pero el mío ya no cupo, así que tuve que traérmelo de vuelta y perdí mucho tiempo allá. ¿Crees que puedas ayudarme?

—Siempre me pides ayuda para tus cosas, pero cuando más te necesito, tú no estás. Así que no, no te voy a ayudar —comentó sin siquiera voltearla a ver. Lori, sorprendida de la nueva actitud de Leni, se acercó a ella.

—¿Pasó algo, hermanita?

—Nada que te importe, al parecer tu proyecto es mucho más importante que mi seguridad.

—Pero no lo entiendo, Leni. ¿Qué te hice yo?

—Los chicos de tercero me hallaron sola e hicieron de las suyas —y cuando Leni dijo eso, pudo ver que su hermana, al inspeccionarla con detenimiento, se hallaba algo lastimada y con el pelo alborotado.

—¡No puede ser! ¡¿Qué te hicieron esos brabucones?! ¡Dímelo e iremos con el director ahora mismo!

—Eso ya no importa, el director se dio cuenta y ya se hizo cargo de ellos —contestó sin mucha importancia—. El asunto es que no estuviste en ese momento para protegerme.

—Pero, Leni, ¿cómo te iba a proteger si me hallaba lejos?

—No lo sé, pero no estabas.

—¿Y qué hay de tu amiga?

—Me dejó por otras, parece que no le gustó mi estilo de vida, pero no es algo de lo que quiera hablar. Estoy molesta contigo —Lori, sintiéndose ya culpable y fatigada, trataba de refutar lo que decía.

—¡No me culpes a mí! ¿Qué hacías tú sola para empezar?

—¡Si hubieras estado conmigo en vez de estarte preocupando en la exposición de tu maquetita, quizá lo habrías sabido!

—¡Pero es mi calificación! ¿Cómo no quieres que me preocupe?

—Eres tan egoísta como todos los demás —le quitó la mirada de encima y la dejó en paz.

—Tú eres la egoísta —también le quitó la mirada.

Rita llegó por sus hijas. Esta era una de las pocas ocasiones en que el pequeño Lincoln estaba presente en el coche, estaba sentado en una sillita para bebés, Lori lo saludó con cariñito, pero Leni se mantuvo al margen.

—Hija, ¿por qué no saludas a tu hermanito? —preguntó. Leni, para no verse tan sospechosa, se acercó a Lincoln.

—Hola —saludó a secas y se volvió a sentar. A pesar de la forma tan cortante en la que Leni saludó, Lincoln rio y sonrió de que Leni le haya prestado atención, algo que hizo sentir extraña a la rubia.

—¿Estás bien, hija? —preguntó Rita a Leni al ver su actitud.

—Sí... —dejó una pausa para guardar silencio. Su madre esperaba algo más, pero al ya no recibir respuesta decidió no perder más el tiempo y arrancar el auto.

En todo el camino a casa se presentó un silencio abrumador. La madre intentó conversar con sus hijas; sin embargo, ninguna contestaba y llegó a deducir que estaban enfadadas, algo que no le preocupó, pues bien sabía que sus hijas siempre resolvían sus diferencias. Aunque incluso trató de preguntar el cómo les fue en la escuela, pero la única que habló fue Lori, Leni quiso reservarse su día y, para que no se metiese en problemas, Lori omitió lo de los chicos de tercero.

Estando ya en casa, su madre les indicó que ahora iría por las más pequeñas al preescolar. De este modo, las dejó a ambas en la casa y se retiró, no sin antes colocarle el seguro a la puerta. Las pesadillas de Lori surgirían este día y también se daría cuenta de lo importante que era Leni para ella. Fueron a sus respectivos cuartos, mas Leni había azotado la puerta con fuerza, asustando a Lori.

La rubia mayor reflexionó todo lo que había sucedido y decidió pedirle disculpas a su hermana, pues se sentía mal en una parte y también estaba cansada de estar peleada con ella. Fue a la habitación de su hermanita y tocó, pero nadie respondió. Lori, confundida, intentó hablar en voz alta.

—Leni, por favor, ábreme la puerta. Me siento mal por lo que sucedió en la escuela y quería pedirte disculpas.

—¿Para qué? —contestó ella—. Lo más seguro es que si te perdono pueda volver a suceder..., ya ni siquiera puedo confiar en ti.

—No volverá a pasar, Leni, en serio. Confía en mí —colocó sus manos sobre la puerta, esperanzada de que abriera la puerta; pero lo que recibió fue algo desalentador.

—No..., no te perdono y déjame sola. No tengo ganas de hablar con nadie y no quiero saber de nada ni de nadie —pregonó con voz firme y seria. Lori, sorprendida de la respuesta de su hermana, se limitó a despegarse de la puerta y dirigirse a su habitación, pues nada podía hacer ya ante la negativa constante de su hermana.

Los minutos pasaron y la casa Loud se llenó de niños. La madre dejó al pequeño Lincoln viendo la televisión dentro de una cuna que se hallaba en la sala. Luna y Luan jugaban juntas y se divertían en su cuarto, mientras Leni y Lori seguían encerrados en los suyos. Luego de un rato, Rita les llamó para comer y así bajaron todas, incluso Leni.

Ese día la mesa de los Loud estaba con un aire tenso y Rita pudo notarlo. Había algo inusual en el ambiente y estaba dispuesta a averiguar lo que era. Les preguntó a sus hijas el cómo les fue en su día, todas contestaron con dicha y alegría relatando sus aventuras en el kínder y Lori contó el cómo le fue con su proyecto; incluso Lincoln participó, aunque fuera a partir de puros balbuceos. Llegó el turno de Leni y ella permaneció en silencio.

—Leni, ¿por qué no contestas? ¿Sucedió algo malo? —mostrando preocupación, Rita le prestó más atención de lo normal.

—No..., de hecho, hice una casita en la clase como un proyecto de clase y fue la mejor de todas —omitió por completo a Joel, pues no quería siquiera pensar él.

—Vaya, ¿entonces por qué no te muestras contenta? —preguntó extrañada. Leni, por su parte, emitió un suspiro de pesadez.

—Porque hablé con alguien y me hizo sentir que tenía razón..., nuestros compañeros nos habían felicitado, pero ellos seguían creyendo cosas diferentes acerca de nosotros.

—¿Cómo qué tipo de cosas? —Leni desvió su mirar hacia Lori, quien también le despegó la mirada porque aún se sentía dolida por haberla ignorado. La pequeña rubia miró su plato y movió el tenedor con monotonía y se dispuso a contestar lo primero que se le vino a la mente.

—Como que éramos ingenuos.

—¿Y por qué pensarían eso?

—No lo sé, mamá. Al menos pudimos demostrarles que se equivocaban... —luego susurró—, tarados.

—Me alegra que les hayas cerrado el pico, hija —sonrió—; pero no debes sentirte mal por eso, ¿está bien? —le regaló una mirada compasiva, pero Leni sólo asintió. Con eso, Rita creía que el ambiente podría calmarse, pero seguía igual.

Ya era tarde y las hermanas se encontraban en la sala. Lori jugaba con el pequeño Lincoln y Lynn, quienes se dirigieron al comedor, dejando a Luna, Luan y Leni en la sala. Luan le pedía y le insistía a Leni a que jugara con ella, pues solían jugar las tres juntas con los bloques y Luna ambientaba con el xilófono de juguete, le gustaba hacer ruido, aunque sus notas no tuvieran mucho sentido (también se animaba a jugar con los bloques de vez en cuando). Sin embargo, Leni estaba irritándose de la petición de Luan, pues honestamente no estaba de humor para jugar.

—Leni, Leni, Leni..., ¡juega conmigo y Luny! —jalaba su ropa para que le hiciera caso y, ya cansada del asunto, Leni se levantó.

—¡No quiero jugar! —Luan, al recibir tremendo grito, comenzó a llorar. Luna se dio cuenta de esto y miró a Leni con molestia.

—¿Qué te pasa, Leni? Hiciste llorar a Luan —la observó con desaprobación, pero Leni no mostró ni una pizca de interés en el asunto, al contrario, sólo se enfadó más.

—Pues es culpa de Luan al no dejarme de insistir. ¡Yo no quería jugar!

—Pero no tenías que gritarle así.

—¡Pues no parecía entender de otra forma!

—Deja a mi hermana en paz, Leni. Nos iremos a jugar a otra parte.

—Váyanse, estoy mejor sola.

—Oye, ¿qué te sucede?

Lori se dio cuenta del asunto y se asomó a ver por el marco de la entrada al comedor. Lincoln, sin entender, sólo se fue acercando sin que su hermana mayor lo notara.

—¿Qué les sucede a ustedes? ¿Qué no pueden dejarme en paz y ya?

—¡Pero no tienes que tratarnos así!

—¡Ay! —enfurecida, Leni alzó su puño para golpear a Luna, ella, por su parte, al ver lo que se aproximaba, se ensimismó muy asustada. Afortunadamente, el pequeño Lincoln se entrometió en el camino.

Lincoln se expresó con unos cuantos balbuceos al ver el puño de su hermana, a pesar de no entender lo que pasaba, creía que se trataría de algo divertido. Leni vio a su hermano y lo primero que pensó fue que era un bebé. Leni se olvidó de todo por un momento.

—Él no tiene la culpa de nada..., él no tiene por qué ver esto... —pensó dentro de sí y fue quitando el puño del aire. Posteriormente, confundida respecto a sus emociones y sentimientos, corrió directamente a su habitación...

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—Nunca volví a ver a Joel desde ese día y, con el tiempo, pasaron cosas similares, pero el odio dentro de mí no me dejaba estar en paz. Creía que todos eran crueles y fríos en el fondo, pero al ver a mi hermano..., ¿cómo puede un bebé ser así? No podía crecer con una hermana así, eso me abrumó por unos días. Así que por él decidí excluir mi odio y disfrazarlo de amor para que pudiera crecer con tranquilidad... —suspiró—, pero la verdad de las cosas es que nunca dejé de sentirme así: vacía y utilizada. Lo peor es que el mundo me trataba así. Le di una oportunidad más a mi personalidad caritativa y bondadosa y mira cómo terminó todo.

Lynn por fin comprendía todo y eso la entristeció en sobremanera. No pudo hacer más que emitir un suspiro y observar a Leni a los ojos.

—Sí, ahora lo entiendes..., pero no por eso quiero que te vuelvas como yo. Yo no soy como Joel, sólo sé tú misma..., de igual forma, parece que te ha ido muy bien por cómo has llevado las cosas —comentó con seriedad mientras se levantaba—. Y tienes razón, estoy dándole mucho problema a esta familia; es tiempo de aclarar las cosas de una vez.

—¿Qué harás? —vio como la rubia se dirigió hacia la puerta.

—Tú encárgate de lo que tengas qué hacer, ¿o por qué cargas con el títere de Luan? —preguntó finalmente. Lynn vio al muñeco y este le guiñó el ojo. Leni, sin importarle lo que fuera a hacer, salió de la habitación.

—Deberías hacerle caso. Vámonos ya, antes de que las cosas se pongan tensas —aconsejó el títere. Lynn suspiró.

—Qué daño le has hecho a mi familia, bastardo...

—Lo hecho, hecho está. Ahora vámonos —de esta manera, Lynn y el títere se dirigieron a la tienda donde Luan compró su muñeco.

Mientras tanto, Lori terminaba de relatar el comportamiento de Leni en los meses subsecuentes a cuando había iniciado todo, concluyendo que la modista había estado regresando a la normalidad con la ayuda de su pequeño hermano. Lincoln quedó consternado por la historia, pero más que nada quedó confundido y hasta intrigado, ¿qué tanto pudo haber hecho ese tal Joel para que Leni terminase como terminó? Para la desdicha de todos, ahora sería algo que únicamente sabrían Leni y Lynn. Aunque, ya dejando el tema de lado, Lincoln pudo comprenderlo todo por fin.

—No hice más que convertirme en una copia descarada de mi hermana —declaró con tristeza mientras observaba a las demás—. Lo siento mucho, chicas..., no me detuve a pensar en ustedes y, por lo que veo, también han sufrido bastante por todo esto.

Finalmente, Lincoln se estaba deshaciendo de toda la negatividad que había sido plantado a causa de la rubia. Todas se acercaron y le dieron un abrazo inmenso.

—Te queremos, Lincoln, por favor, no vuelvas a convertirte en algo así —suplicaron con una inmensa tristeza combinada con alegría, pues su hermano estaba volviendo a la normalidad.

—Suspiro, incluso hasta yo he tenido pesadillas. Menos mal que por fin pudimos erradicar este mal que nos acechaba a todos.

—¿De verdad, Lucy? —su hermano se compadeció de ella y le regaló un abrazo—. Lo siento mucho, nunca contemplé el daño que les estaba haciendo a todas. Todo por culpa de Leni...

—Lincoln —habló Luna de repente—, no puedes echarle la culpa a Leni. También debes admitir que te dejaste llevar por tus emociones —suspiró—. Y debes de tener en cuenta que jamás podrás estar en paz contigo mismo hasta que perdones a Leni.

—¿Por qué perdonaría a un monstruo como ella? —cuestionó con repulsión, pero las demás hermanas estaban entendiendo la situación.

—Es lo mismo que con Joel, que, por lo que he entendido por parte de Lori, Leni ha de estar cegada por su culpa y ella piensa que el único responsable es él sin tomarse en cuenta a sí misma —rectificó Luan.

—Basa su comportamiento en la experiencia de alguien más sin analizarse a sí misma para determinar su comportamiento según su esencia —explicó Lisa. Todas la miraron confundida.

—¿Y eso qué significa? —preguntó Lori.

—Sí lo que dices es verdad, entonces el día en que Joel se fue acontecieron hechos que trascendieron en la causa final para que el impacto de Joel fuese lo suficientemente relevante como para marcarla de por vida.

—Eso quiere decir que el cambio de Leni tampoco fue totalmente su culpa —razonó Lincoln—. Chicas, no sé si tiene la suficiente justificación, sigo sin comprender por qué debería perdonarla.

—Es sencillo —habló Lola—, yo ya he pasado por esto antes porque llegaba a odiar a mi competencia en las pasarelas, pero sentir ese odio por alguien más hace que te oscurezcas a ti mismo —suspiró—. Eso impide que no puedas estar en paz y sólo pienses en que quieres que le vaya mal a esa persona para que entonces tú estés bien.

—Es cierto, Lincoln —habló Lori—. Si no perdonas a Leni no vas a poder estar en paz contigo mismo.

—¿Incluso si no merece mi perdón?

—A veces perdonar a alguien no significa que estás permitiendo que esa persona continué afectándote, sino es , más bien, una liberación mutua que les permite seguir con sus vidas sin tener que seguir distrayéndose con el tema; además de que, al perdonar, estás soltando esa carga que podrías llevarte por el resto de tu vida —describió Luna con tristeza.

—¿Cómo sabes eso?

—Soy rockera, you know, conozco algunas historias de unos cuantos artistas.

—Bueno, tiene sentido en todo caso —suspiró—. No vale la pena andar cargando con este odio si nos va a estar perjudicando a todos.

—¿Entonces lo harás?

—Sí..., voy con Leni —todas lo miraron apoyando la moción.

—Iremos contigo —Lana tomó la mano de Lincoln.

—Gracias, las voy a necesitar para esto.

Lincoln inhaló hondo y salió de la habitación. Todas sus hermanas, excepto Lynn y Lily (pues no estaban con ellos), lo siguieron por detrás. El destino y la coincidencia orquestó todo para que el encuentro se diese en el pasillo. Leni se detuvo justo donde comenzaban las escaleras. La energía del pasillo ya era menos pesada y, al contrario, resultaba más tranquila y relajada. Leni observaba a todos con indiferencia y a Lincoln lo miró con atención. Se acercó lentamente para la confrontación final.

—Parece que no fui la única que tuvo una charla —comentó de repente.

—¿Con quién hablaste? —preguntó Lincoln.

—Bueno, creo que es fácil de deducir, ¿no lo crees? —ignoró la cuestión por completo—. Lo que importa ahora es saber por qué están todos aquí —fijó su atención en el peliblanco—. O, mejor dicho, creo que todo recae sobre ti —se cruzó de brazos.

—Tienes razón —desvió la mirada por un instante. Estaba preparándose para lo que iba a decir. Emitió un ligero suspiro y se acercó a ella con determinación—. Quiero decirte que te perdono... —Leni quedó ofuscada en ese mismo instante.

—¿Perdón? ¿De qué me estás perdonando?

—Sé que tú no fuiste quien arruinó mi comic. Sé que dijiste todo lo que dijiste el viernes por algo que pasó en tu pasado, aunque eso no justifique al cien por ciento tu comportamiento, pero... siento que es algo con lo que no deberíamos cargar los dos. Una culpa que rebota entre los dos de manera injustificada por un hecho que podría no importar al final de todo si afecta a nuestra familia —hizo un ademán con su mano para después señalar a sus hermanas.

Leni meditó lo que dijo, pero eso no la hizo cambiar de opinión respecto a su convicción.

—Está bien. Tienes razón, Lincoln. Esta familia no merece cargar con algo que no tuvo nada que ver con ellos —separó sus brazos para mostrarse más abierta—, pero eso no significa que yo te vaya a perdonar a ti.

Ante la declaración de Leni, todos quedaron impactados. El primero en decir algo fue Lincoln.

—¿Por qué? No tiene sentido con lo que acabas de decir, si...

—Yo sé lo que digo, Lincoln —lo interrumpió en seco—. Esto no lo vas a cargar tú, lo voy a cargar yo; pero yo no voy a perdonarte.

—¿Qué le tienes que perdonar? —se metió Luna defendiendo a su hermano.

—Mis vestidos..., mi oportunidad. No importa como hayan pasado las cosas, tienes que admitir que el resultado final fue completamente tu culpa —Lincoln, tras analizar todos los hechos, pudo discernir que sí: él fue quien cargaba sus vestidos y, por azares del destino, terminó por hacerlos añicos. El semblante de Lincoln decayó y ninguna de sus hermanas pudo contrarrestar el argumento de su hermana—. No puedo perdonarte por lo que pasó..., pero lo que sí puedo hacer es dejar atrás este asunto para que ya no nos perturbe más. Lo he pensado y ustedes no merecen mi comportamiento, pero eso no significa que vaya a regresar a la "normalidad" —enfatizó las comillas—. Su tonta y tierna Leni se les acabó —y dicho aquello, bajó por las escaleras.

—¡¿A dónde vas?! —exclamó Lincoln, no queriendo que se fuera todavía.

—Necesito descansar de esta casa y sus paredes..., además de que ya resolvimos las cosas y... quiero tomarme un respiro caminando por las calles.

Leni no dijo más y se fue por la puerta principal. En ese instante, los padres de la familia se levantaron y salieron a la sala de estar. Vieron a todos los chicos reunidos en la planta de arriba.

—¿Qué pasó aquí? —preguntó el Sr. Lynn.

—Una larga historia, papá —contestó Lana por todos.

15 años después...

Los acontecimientos de ese día resultaron trascendentes para la familia Loud. Luego de 15 largos años, cada uno hizo su propia vida y de vez en cuando la familia se reunía; sin embargo, Leni nunca hacía presencia, pues estaba demasiado ocupada con su profesión. La vida de los Loud pudo regularse de una mejor manera llevando las cosas en paz, ciertamente todo era normal, sólo que Leni ya no resultaba tan distraída y mostraba una actitud distante y fría. Aunque regresando a este punto, todos estaban tranquilos y gozando de una vida plena, todos excepto Lincoln.

Lincoln estaba viviendo en una buena casa, pero aún no contaba con familia. No se había dado la oportunidad de encontrar pareja todavía porque sentía que tenía que resolver primero un asunto pendiente que lo tenía mal durante todo ese tiempo. Al menos era alguien muy exitoso y la evidencia se mostraba cuando se sentó en el sillón de su casa y encendió el televisor. El tema principal de "The Loud House" fue lo primero que se escuchó. Al lado de Lincoln había una mesita donde se encontraban muchos cómics de la afamada serie televisiva que resultaba afable para todo aquel que lo viera; nunca hubiera esperado tener tantos admiradores, pero resultó que basar una serie en su familia era una idea millonaria. Sobre la mesa también se hallaban muchas revistas, en donde era apreciable una mujer bastante atractiva de cabello rubio y expresión seria, además de algunos periódicos (aunque ya algo obsoletos para ese tiempo, pero seguían circulando) con encabezados llamativos: "La reina de la moda arrasa de nuevo", "El mundo está bajo sus pies, no hay detalle que se le escape", "Leni Loud, la diseñadora más bestial jamás vista". Lincoln tomó una de las revistas y suspiró.

—¿Desde cuándo te convertiste en esto? Yo en verdad te quería, Leni..., tú eras mi hermana favorita..., Luna terminó conviviendo más conmigo desde tu cambio radical. Ella y yo ahora somos muy cercanos, de hecho, me felicitó por el éxito de mi serie y los cómics —suspiró y tomó uno de los tomos de sus escritos—. Al menos..., puedo conservarte en cómo eras antes de todo esto, aunque eso signifique sacrificar admiradores —sacó su teléfono y vio algunos foros acerca de su invención.

"La chica rubia es muy bonita y es la mejor Loud!"

"No, es muy repetitiva. Le falta desarrollo, es como si el creador estuviera ciego, ¿qué no ve que a ella le pasan mil cosas y sigue igual?"

"Es alguien muy ingenua, sin duda, concuerdo"

"Bueno, cada uno sus gustos"

"Aunque sea la deportista también tuvo un desarrollo de personaje"

Lincoln guardó el teléfono y suspiró.

—No me importa mucho, siempre y cuando pueda verte con esa sonrisa tan pura e inocente que tenías..., cuando aún creías que el mundo podía en verdad ser bueno... —Lincoln abrazó el cómic con fuerza, añorando que aquellos días regresaran.

Así mismo, de uno de sus bolsillos sacó lo que era para él su reliquia más preciada. Era un pedazo de tela que estaba doblado dos veces, era de color naranja. Tomó uno de los extremos y lo fue desenvolviendo lentamente. Al tenerlo completamente extendido, pudo apreciar unas letras bordadas de color blanco en cursiva, hechas con amor y esfuerzo. Lincoln lo leyó en voz alta:

—Hayamos perdido o ganado, yo sé que eres grande. Aún cuando todo resulte perdido, tú lo haces posible. Para mi hermano favorito, L. L. —Lincoln suspiró y colocó la tela en su pecho, justo donde se posicionaba su corazón.

Fue entonces que su teléfono sonó. Un número desconocido se asomaba en él y, curioso, contestó.

—¿Bueno...? —y quedó impactado al saber de quien se trataba—. ¿Leni...?

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—Y así es como termina esta historia —culminó el Destructor viendo a su sobrino con los ojos bien abiertos.

—¡No, no! ¡Espera! ¡No puede acabar así! ¿Qué pasó con Lynn y con Leni ese día? ¿Qué le dijo Leni al llamarle a Lincoln? ¡No me puedes dejar con esas dudas existenciales! —el Destructor rio de forma macabra.

—Esas cosas ya te corresponden a ti averiguarlas.

—Además, lo importante no son ellos, sino el mensaje de esta historia. El perdonar libera y aquellos a quienes no puedes perdonar, a veces los dejas enclaustrados en un abismo del cual luego no pueden salir —aclaró Rike acariciando su cabello.

Rabel suspiró. Sin embargo, una idea cruzó por sus pensamientos.

—Muy bien, pequeño. Fue una historia demasiado larga, es hora de que te vayas a dormir.

—Sí, mamá.

—Es hora de irnos, me voy hermano —el Destructor le dio un abrazo a su hermano y se dirigió a la puerta—. Me lo cuidas, Maby —la castaña rodó los ojos, pero sonrió. Los padres de Rabel concentraron su atención en él.

—Descansa, hijo mío. Hasta mañana —Rike le dio un beso en su frente.

—Hasta mañana, papá.

—Buenas noches, Rabel —Maby realizó la misma acción, para después tomar la mano de Rike y salir por la puerta, apagando la luz de la recámara.

Rabel, viendo que ya se habían ido, se levantó de la cama.

—A mí nadie me deja con dudas existenciales —dibujó un círculo con su dedo sobre el aire, abriendo un portal que le permitiera tener acceso al Universo donde aconteció la historia—. Vamos a ver qué pasó...

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—Aquí estamos —Rabel se volvió invisible y se escabulló entre las sombras de la casa de Lincoln.

—¿Leni...?

—Sí, Lincoln. Soy yo. Necesitaba hablar contigo...

—¿Sobre qué? —Rabel veía con emoción; sin embargo, la conversación fue yendo al revés.

—Sí, Lincoln. Soy yo. Necesitaba hablar contigo...

—¿Leni...?

—¿Qué sucede? —y retrocedió en el tiempo, 15 años atrás para ser exactos.

Rabel se confundió y vio a todas partes, estaba en la casa Loud. Era casi mediodía. De pronto, una mano se posó en su hombro, era su padre.

—¿Creíste que no te vería? —rio. Rabel suspiró enfadado.

—Ahora nunca sabré lo que le dijo —Rike sonrió compasivo.

—Hijo, hay algunos finales que deben quedar sin saberse.

—¿Por qué? Eso es injusto para todos nosotros —señaló a la audiencia.

—Tienes razón, pero todo tiene una explicación y lo comprenderás si indagas primero por aquí. Confío en que no volverás a intentarlo hasta darte cuenta primero de lo que intento decirte —mencionado eso, se desvaneció.

Rabel hizo caso a su padre y decidió embarcarse en la casa, primeramente. Escuchó ruido que provenía del cuarto de las hermanas mayores, así que se acercó y entró sin que nadie lo viera, flotando entre todos. Todos los hermanos estaban reunidos allí, menos Lily, pues les dijeron a sus padres que tenían que hablar de un asunto serio entre ellos. Hablando de los padres, se alegraban de que finalmente pudieran resolver la disputa que Lincoln y Leni se traían desde hace una semana.

—¿Para qué hicimos esto? —preguntó Leni frívolamente, cruzada de piernas y de brazos.

—Para hablar entre nosotros, Leni. Es necesario después de lo que ocurrió —habló Lori dirigiéndose al centro de la habitación—. Todas queremos expresarles a ambos cómo nos sentimos por su ausencia —Lincoln observaba todo con tristeza, volteaba a ver a Leni para ver su reacción, pero ella permanecía inmutable. La modista lo observó y Lincoln rápidamente apartó su mirada.

—Yo quisiera empezar —Lynn parecía bastante afligida al respecto, algo extraño en ella. Rabel pudo percibir que ella sabía algo que los demás no—. Luego de todo lo que sucedió, después de todo lo que pude escuchar y también de lo que descubrí..., quiero decirles a todos que los quiero mucho. Pude comprender que hay algo externo que nos llega a hacer vivir cosas bastante trágicas —vio a Leni en ese momento—, y que también el destino puede ser manipulado para cometer desgracias—observó a Lincoln al recordar su accidente con la podadora y los vestidos—, pero que depende de nosotros el cómo reaccionamos a estas adversidades. Desafortunadamente, Leni no pudo tener el apoyo que ella hubiera deseado para ese entonces, pero..., al menos le podemos brindar ahora nuestro apoyo incondicional con esta familia tan grande, ¿no creen? —suspiró—. Me he dado cuenta de lo egoísta que he sido y que no vale la pena ser así, ustedes dos me enseñaron una valiosa lección con la caída que pasó durante su ausencia. Yo... —miró hacia el techo, pensativa—, sólo quiero disculparme con ustedes por haberme comportado de una forma tan grosera —se sobó el brazo derecho. Sus hermanas sonrieron por la honestidad de Lynn. Querían ir a abrazarla, pero Lori las detuvo.

—Chicas, sé que nos vamos a querer abrazar con cada uno que pase, porque sinceramente esto fue muy duro para todos. Así que el abrazo va a ser al final, ¿entendido? —todas asintieron.

—Eso es todo de mi parte —Lynn se sentó. Lincoln se arrimó a ella.

—Me alegra que lo notaras —le sonrió y Lynn le correspondió.

—Brother, Sisters —Luna se animó a pasar también—. Ustedes me hicieron ver lo importante que es la familia y que estando juntos podemos resolver hasta las peores situaciones. Me di cuenta de lo frágil que somos cuando nuestro eslabón se quebranta y que nuestro éxito, el de cada uno de nosotros, siempre se ha visto elaborado con el apoyo de todos. Aunque a veces lo neguemos, nos necesitamos para salir adelante, para sentir que no estamos solos, que en las adversidades seremos invencibles y si uno de los nuestros cae, los demás nos uniremos y podremos traerlo de regreso. Gracias por ser mi familia, porque ustedes son únicos en verdad —conmovidos, aceptaron el discurso de Luna.

—Suspiro..., no suelo hablarles mucho, pero —Lucy se levantó y miró a todos—, ustedes son importantes para mí. Sobre todo, Lincoln, Lynn y Leni, ellos siempre estaban dispuestos a escucharme y a apoyarme en lo que hiciera falta. Sin embargo —miró a Luna—, esta ausencia hizo que me diera cuenta de que también puedo formar lazos con otros integrantes de la familia y me encantaría poder llevarme bien con cada una de ustedes. Lincoln, gracias por ser mi confidente y por ayudarme en mis poemas y en soportarme cuando no me gusta estar sola en algunas ocasiones. Leni —la miró. Ella permanecía seria—, a pesar de que ya declaraste que te quedarás así, quería darte las gracias por las veces en que necesitaba ayuda y por los hermosos vestidos que me diseñabas, los aprecio bastante —dejó de verla y miró a su compañera de cuarto—, y Lynn. Tú en verdad me hiciste falta, te distanciaste mucho por lo que sucedió y eso me hizo reafirmar que eres con quien mejor me llevo en esta familia —la castaña sonrió—. Gracias a todas porque hemos pasado muchas aventuras juntos y no quisiera que se acabaran nunca —finalizó yéndose a sentar junto a Lynn, quien la abrazó por unos segundos.

—Ahora quiero ir yo —Lori juntó sus dos manos y vio a Lincoln y a Leni, quedándose con la mirada en esta última—. Leni, quiero decirte que en verdad siento mucho no haber podido estar ahí para ti en ese día tan fatídico. Si pudiera volver el tiempo atrás, dejaría mi maqueta a un lado e iría corriendo a donde estabas para salvarte de esos oportunistas y..., sobre Joel..., no lo sé. Sólo puedo decirte que hubiera suavizado las cosas si yo hubiera estado ahí... —suspiró—, en verdad lo siento.

—Lynn tiene razón —contestó Leni—, fue el destino y la coincidencia. No quiero que cargues con esto Lori —cerró los ojos y suspiró. Se levantó y se dirigió con ella—, no tuvo nada que ver contigo.

—¿Me perdonas? —tomó su mano.

—No tengo nada que perdonarte si no eres culpable de nada.

—Gracias, Leni.

—Sí, está bien —manteniendo su actitud seria, regresó a sentarse.

—Perdónenme, chicos. Es que era un asunto que me tenía mal desde hace años y tenía que hacer las paces conmigo misma también.

—Lo entendemos, Lori —respondió Lincoln con una sonrisa.

—Gracias, Lincoln. También te extrañé a ti y tus planes —el cuarto se alumbró.

Así mismo, cada una de las hermanas fue pasando y declarando su sentir conforme a la falta de ambos en sus vidas, recalcando la importancia de una familia, hasta que fue el turno de Lincoln y de Leni; sin embargo, esta última se rehusó a participar, dejando su mirada perdida. De este modo, fue el peliblanco quien se colocó al centro.

—Chicas, ustedes son muy buenas hermanas y estoy muy agradecido de tenerlas en mi vida. No sé qué sería de mí sin ustedes, me hubiera perdido en mi mal sentir y estaría alejado de ustedes de no ser porque trabajaron juntas para solucionarlo. Sinceramente, no podría pedir una mejor familia y es todo un gusto para mí estar para ustedes, así como ustedes están para mí —miró a cada una y les sonrió ampliamente—. Yo digo que somos fuertes, pero como dijo Luna, juntos somos invencibles. Estando juntos saldremos siempre adelante y les digo esto de nuevo porque quiero hacer una promesa —extendió sus brazos—. Prometamos que no volveremos a distanciarnos de esta manera y que siempre trataremos de estar juntos, pase lo que pase —enternecidas por lo que dijo, todas corrieron a abrazarlo. Todas, menos Leni.

—Lo prometemos, Lincoln —dijeron todas mientras Lincoln sentía todo el amor de ellas cerniéndose sobre su ser. Sin embargo, al abrir los ojos, pudo ver que Leni seguía sentada, viendo la escena. Todas se fijaron en ella y le hicieron señas para que se uniera. La modista se levantó y se acercó, pero no para abrazarlos.

—No voy a prometer cosas que no puedo cumplir, pero sí te puedo prometer que un día voy a hablar seriamente contigo...

—¿Haremos las paces? —cuestionó esperanzado.

—Será una charla..., interesante —y dicho eso, salió por la puerta sin importarle nada más. Lincoln suspiró con pesadez.

—Déjala, Lincoln —habló Luna para calmarlo—. Nos tienes a nosotras.

—Lo sé..., gracias, chicas —y de esta manera, siguieron abrazados un rato más; aunque Luan interrumpió de momento.

—Por cierto, chicos..., ¿alguien ha visto a mi títere? Juraría que estaba en mi cuarto esta mañana—Lynn contestó.

—No importa ahora, Luan. Luego aparecerá —Luan se encogió de hombros y siguió el momento emotivo.

Rabel, por su parte, infirió que tanto Lynn como Leni se toparon con algo mientras estaban en la calle, por lo que decidió indagar más. Retrocedió un poco más en el tiempo, enfocándose en Leni. La siguió mientras ella caminaba con intranquilidad y emociones encontradas.

—Una y otra vez..., siempre acechante..., agh..., de veras que... —el caminar de Leni se vio interrumpido por dos muchachos que se cruzaron en su camino y se detuvieron al verla. La rubia se desconcertó y se paró.

—Hola, Leni. Qué bueno es verte de nuevo —el hombre pelinegro extendió su mano para que la estrechasen. Leni lo observó con detenimiento y un shock se presentó en su cuerpo, haciendo que su mente realizara una regresión en su memoria para recordar justamente de quién se trataba.

—Joel... —un fuerte impacto atravesó su alma, sin saber cómo responder. El mencionado, al ver que no iba a corresponder su saludo, regresó su mano para sí.

—Han pasado años, pero he venido a cumplir lo que te he prometido —la miró con seriedad. Leni retrocedió, todavía tratando de procesar lo que estaba sucediendo.

—No..., ¡no puedes ser tú! —se negaba a creer que aquel a quien se atrevió a llamar amigo, estuviera de pie ahora frente a ella.

—Tranquila, sé que es difícil de entender, pero te hice una promesa y estoy listo para formar una amistad verdadera contigo.

—¡Cállate! No quiero saber de ti, ni de tu hermano —señaló al muchacho que estaba junto a él, quien se veía de la edad de Lynn.

—Hey, no te precipites. Quiero ayudarte, cuidarte la espalda una vez más —extendió su mano a Hans para que este le diera algo. El muchacho le entregó un papel enrollado y Joel se lo mostró a Leni—. ¿Quién crees que se encargó de organizar el concurso para contratar a la nueva diseñadora de nuestra empresa? —Joel extendió el papel y era un anuncio del concurso—. Te vi registrada en las listas, pero nunca te presentaste. ¿Qué sucedió? —Leni ahora estaba ensimismada, creyendo que todo era una broma.

—Esto es un chiste, ¿verdad? Tú no puedes ser dueño de esta empresa ni...

—Tranquila, Leni —guardó el papel en uno de sus bolsillos—. La situación es complicada y tú y yo no acabamos en buenos términos. Sin embargo, quiero enmendarlo dándote esta nueva oportunidad.

—No puedo confiar en ti, no desde lo que pasó la última vez —se abrazó a sí misma, tratando de ignorarlo.

—Algo que me sorprende es que estés igual a cómo te dejé —Joel llevó sus brazos a la espalda y la vio con interés—. Mi hermano Hans pudo localizarte después de un tiempo porque yo le había contado de ti, es un muchacho curioso, ¿sabes? —hizo una pausa mientras palmeaba la cabeza del jovencito—. Y me enteré de muchas cosas, y me alegra saber que una de ellas es que por fin decidiste aceptar el mundo como es en verdad: desdichado, interesado, frío, cruel y abominable —hizo un ademán con la mano.

—Sí, ¿y eso qué?

—Lo interesante estuvo en que tuviste que caer de nuevo para volverlo a entender, ¿o me equivoco? —Leni se mostró enfadada por lo que dijo—. Lo volviste a intentar, regresaste a tu burbujita fantasiosa creyendo que todo saldría bien, hasta que... ¡Pop! La vida te rompió la burbuja una vez más —Joel imitó el sonido de la burbuja y se acercó a Leni—. Pero ya no más, ¿verdad? Te cansaste, te frustraste y tomaste al toro por los cuernos —alzó sus dos manos como simulara agarrar algo—. Decidiste que lo mejor era imponerse en este mundo y eso, Leni, fue la señal definitiva para hacerme ver que ya estabas lista —sonrió—. Así que sí, la vida te dará los frutos de que por fin te percataste de cómo debes tratarla —sacó un contrato—. Serás la nueva diseñadora de mi empresa con un buen sueldo, además de muchos beneficios exclusivos. Algo que hago por una vieja..., compañera y una nueva amiga —sacó una pluma y se la entregó.

—Pero ¿qué hay del concurso? ¿Ninguna ganó?

—Sí, hubo una ganadora, pero no nos satisfizo su trabajo. Nosotros queríamos ver algo más creativo, más innovador, más..., tuyo —tomó el hombro de Leni—. Cuando te vi en las listas sabía que ibas a ganar, por Dios, Leni, ¡sólo recuerda la casita que hicimos juntos! Tú y yo somos un equipo perfecto. Con mi ingenio y tu diseño arrasaremos este mundo, ¿qué dices? —insistió con el contrato. Leni lo meditó un poco.

—No lo sé, Joel. No puedo confiar en ti —negó con la cabeza.

—Eso temía que dijeras, así que también estaba dispuesto a darte un adelanto para retomar nuestra confianza —miró a su hermano y le hizo una seña con los ojos, Hans sacó un fajo de billetes de uno de sus bolsillos para entregárselo a Leni—, y hay más de donde vino eso. Además, sé lo mucho que anhelas un espacio para ti misma. Estar libre para hacer volar tu imaginación —miró al cielo, donde unas palomas volaban con tranquilidad—, como aquellas aves que van por allá —Leni volteó y se asombró de la coincidencia.

—¿Cómo lo sabes, Joel? —lo miró con un sentimiento encontrado.

—Leni, conviví contigo bastante. Siempre fuiste una persona..., extravagante —sonrió ampliamente—. Así que..., ¿aceptas? —extendió el contrato una vez más.

La modista creía que todo era un fraude montado por él, sólo para verla rendida una vez más; sin embargo, cambió de parecer cuando vio que la propuesta iba en serio con el adelanto del dinero. Leni tomó el dinero y lo inspeccionó con detenimiento, el dinero era real y a simple vista parecían ser mil dólares. Ver tanto dinero la dejó realmente impactada, pues eso demostraba la fidelidad de lo que pedía Joel. Se mostró insegura una última vez, pero tomó la pluma que Joel le había dado y agarró el contrato con su otra mano.

—¿Y si no soy lo que esperan? —preguntó con algo de desesperanza, todavía poniendo desconfianza en el asunto.

—Pues ya sabes, como en cualquier trabajo, te pondremos a prueba.

—¿No importa si sigo teniendo 16?

—Ya vas a cumplir 17, además, hay jóvenes que ya trabajan a esta edad. Lo único que yo estoy haciendo es que empieces desde un poco más arriba, no puedes dejar pasar esta oportunidad, Leni.

—Sólo quiero saber una última cosa antes de aceptar —lo miró atentamente a los ojos—. ¿Por qué me trataste tan mal el día en que te fuiste? ¿No pudiste mentirme y reservarte todo ese dolor sabiendo todo por lo que había pasado? —había desaprobación en sus ojos.

Joel suspiró dándole la espalda. Se quedó así por unos momentos y nuevamente la miró.

—Si no hubiese sido honesto contigo, te hubieras quedado con la esperanza de que regresaría pronto. Era mejor decirte la verdad y revelarte que mi propósito contigo era demostrarte que la gente de este mundo no te merece; honestamente, yo siempre te dije que debías cuidar muy bien a quien ayudabas, pero tú seguías incluso ayudando a la misma gente —se acercó y la tomó de ambos brazos con delicadez—. Sólo quería que entendieras, Leni; es lo mismo que te dije antes de irme —Leni despegó su mirada de él y también se quitó sus manos de encima—. Y ahora que lo has entendido, puedo sentirme seguro de que harás las cosas bien sin la interrupción de nadie más.

—¿Desde cuándo tenías planeado darme esto? —preguntó al entender lo que dijo.

—Desde hace un tiempo, sólo que estaba esperando el momento oportuno y fue cuando se me ocurrió hacer el concurso. También debía dejarte crecer un poco y tu edad ya es ideal.

Leni miró el contrato y vio como en la parte final venía su nombre escrito, listo para firmar sobre la línea que había encima.

—Incluso el contrato era exclusivo para mí... —quería sonreír, pero no pudo concebir la felicidad.

—Entonces, espero que aceptes mi propuesta —el pelinegro sonrió. Leni lo observó y le hizo una pregunta más.

—¿Cómo puede sonreír una persona como tú?

—Es lo mismo que te dije hace años. Cuando te acostumbras al sentimiento..., el desplegar otros ya es sencillo de hacer..., aunque eso no signifique que lo sientas al cien por ciento.

—Supongo que deberé adaptarme rápido —Joel rio y Leni sólo rechistó. Sin más preámbulos, la modista firmó el contrato y Joel lo guardó dentro de su saco. En seguida, le dio la señal a Hans para que se acercara.

—Muy bien, Leni. Ya que aceptaste, y no te arrepentirás —le guiñó el ojo—, es hora de darte un..., beneficio preferencial —Hans extendió su mano hacia Leni.

—¿Qué? ¿Saludar a tu hermano es un beneficio preferencial? —declaró con burla. Sin embargo, Joel le señaló la mano de Hans nuevamente. Leni, rodando los ojos, estrechó su mano con Hans; sin embargo, algo intenso ocurrió en ese instante.

Una chispa de energía recorrió todo el cuerpo de la modista, sintiendo cosquillas en todo su ser, una sensación que terminó segundos después. Leni se quedó en duda acerca de lo que había acontecido.

—Antes de que preguntes —habló Hans—, lo que te hice no hará más que..., facilitar las cosas para todos —le guiñó el ojo.

—Se sintió raro, pero eso no me dice mucho sobre lo que me acabas de hacer.

—Como él dijo, facilitará nuestro progreso hacia el éxito —se acercó a Leni y la abrazó por el hombro. Comenzaron a caminar en dirección a la casa de la rubia—. Hay un favor que debo pedirte antes de iniciar nuestra carrera profesional juntos —la modista lo volteó a ver.

—¿Qué sería?

—Dime, ¿cómo fue que te volviste hacer..., así? —preguntó haciendo referencia a su actitud.

—Por mi hermano, Lincoln...

—Supongo que andas mal con él. Justo como tú y yo cuando me fui —suspiró—. Mira, quiero que le prometas algo, ¿está bien?

—No haré las paces con él, Joel. Dudo hacerlo algún día.

—No te estoy pidiendo que hagan las paces, sólo quiero que tengas una conversación con él en el futuro.

—¿Para qué? —preguntó intrigada.

—Este mundo recibirá una gran sacudida, Leni Loud. Sólo que aún no sabe lo que le depara.

—Quiero pensar que lo dices por nosotros.

—Sí, Leni. Totalmente.

—¿Y qué se supone que hablaré con él para entonces?

—Será algo interesante..., muy interesante —y dicho aquello, Joel y Leni comenzaron a hablar sobre cómo sería su trabajo y cómo funcionaría todo para que saliese correctamente.

Rabel vio cómo se alejaron lentamente y él observó de donde vinieron los dos muchachos.

—Joel es un nombre muy ingenioso, primo —comentó viajando por las calles de Royal Woods, llegando hasta la tienda de títeres y muñecos de donde habían salido—. Así que todo lo planearon desde aquí —entró por la puerta de la tienda y había vitrinas con mucha variedad de muñecas, muñecos, títeres y demás. Todo se veía realmente fino y excéntrico—. La situación se puso sumamente turbia, ahora voy comprendiendo por qué mi padre no quería que escuchara esa conversación, pero..., ¿qué habrá pasado en esa conversación? Es algo que aún debo averiguar —retrocedió el tiempo y vio como mucha gente pasaba por el local, aunque caminaban al revés. Joel y Hans llegaron al local en la regresión, pero Rabel tenía en mente a alguien más, por lo que dejó que el tiempo siguiera retrocediendo hasta que por fin llegó a quien esperaba ver.

Lynn Jr. caminaba en dirección a la tienda con el muñeco de Luan en manos. Al ver el local, se quedó quieta por unos segundos.

—Sí, es aquí —afirmó el títere. Lynn negó con la cabeza y entró al local, donde su disque amigo atendía recargado sobre una de las vitrinas.

La deportista entró y colocó seguro a la puerta. Le aventó el muñeco a Hans y de inmediato lo encaró.

—¡¿Cómo te atreviste, hijo de...?!

—¡Tranquila, Lynn! —exclamó el chico saliendo del lado del mostrador. Estando de frente, iniciaron la disputa.

—¡¿Cómo quieres que me tranquilice después de lo que le hiciste a mi familia?! —apretó su puño y con toda la intención le dirigió un golpe directo en la cara; sin embargo, Hans la detuvo con facilidad y se la quitó de encima.

—Aclaremos la situación, ¿quieres? Yo ni siquiera sé de lo que me hablas.

—No te hagas el inocente conmigo —lo señaló furiosa con el dedo.

—No me hago el inocente. Hablemos como gente normal: con palabras no con puños —tomó el muñeco—. A ver, ¿qué tiene que ver esto para que lo hayas traído? —se lo entregó.

—Pues que, evidentemente —agarró al muñeco con fuerza de lo enojada que estaba y abrió el compartimento de su espalda, mostrando un mecanismo tecnológico bastante avanzado—, alguien ha estado controlando esta cosa y tú mismo me dijiste que se trataba de ti —Hans la observó con incredulidad.

—Eso no es posible, yo no tengo modo de controlarlo a tan larga distancia. Ven, te mostraré todo el local para que veas que no miento —le hizo señas para que lo siguiera. Lynn dejó el títere en el mostrador y lo siguió.

Pasaron por todos los pequeños cuartos (3 en total) y por toda la tienda. Lynn inspeccionaba cada parte de ella viendo si no había algo oculto de casualidad, pero no había ningún indicio de que Hans escondiera algo para empezar. Habiendo recorrido toda la ubicación, Lynn se sintió frustrada.

—¡No lo entiendo! No tiene sentido, el muñeco sabía tu nombre, sabía dónde estabas y —y, de repente, pensó en alguien más—..., ¿Luan? —miró hacia las afueras del local, algo impactada—. Pe-pero no tiene sentido, ella no sabe de estas cosas y ella estaba con Lincoln y las demás mientras yo estaba con el muñeco..., no lo entiendo —miró a Hans una vez más—. No, no estoy dispuesta a creer que fue ella, ¡dame tu teléfono! —extendió su mano.

—¿Para qué?

—¡Dámelo y desbloqueado!

—Ah, ya sé que sospechas. Claro, aquí tienes —Hans sacó un teléfono móvil de su bolsillo y marcó un patrón en él. Posteriormente, se lo entregó.

Lynn ahondó en su teléfono, buscó aplicaciones, archivos, descargas recientes, últimas búsquedas, ¡lo que fuera para no tener en mente que su hermana era la culpable! Sin embargo, no halló nada. Rendida, le pasó su teléfono a Hans y emitió un suspiro de derrota.

—Te lo dije, no fui yo —guardó su teléfono de nuevo en el bolsillo.

—Me di cuenta, Hans..., perdóname por tratarte así. Aun así, conserva el muñeco, creo que no quería quedárselo después de todo.

—Está bien, Lynn. Sé cómo se siente, también he culpado a personas por algo que no hicieron —rio nervioso—. En fin, fue un gusto verte de nuevo en este mismo día.

—Igualmente, Hans —se dirigió hacia la puerta del local—. Por cierto, no sabía que trabajabas aquí, ¿tus hermanos te respaldan algún turno?

—No, igual sólo abrimos de siete a cuatro —comentó con tranquilidad.

—Vaya, qué aburrido. De acuerdo..., entonces me voy, ¿te veo mañana?

—Dalo por hecho —guiñó el ojo y dejó que se fuera. Luego puso un tono serio—. Ya puedes dejar de fingir.

—Ya era hora —el muñeco se levantó y dio un brinco al suelo mientras incrementaba su tamaño, aquello provocó que hiciera ruido tras el impacto.

—¡Hey! Ten cuidado, pudo haberte escuchado.

—No lo hizo —mintió mientras se dirigía a él.

Lynn, al salir de la tienda, creyó que en su familia había otro ser despreciable además de Leni; pero su idea cambió cuando escuchó la estampada que se originó en el local. La castaña regresó su mirada y se acercó a la ventana, procurando no ser vista.

—Sí, claro. Y debo confiar en ti porque lo sabes todo... —el muñeco lo silenció y le susurró algo en el oído—, ¿por qué?

—Tú mismo lo has dicho —se acomodó su vestimenta y abrió su espalda—. Tener esto encima resulta incómodo con el tiempo.

—Tú fuiste quien decidió andarlo cargando por un mes.

—Era para que todo saliera conforme a lo planeado —sacó el mecanismo que tenía y lo colocó en el mostrador. Lynn observaba todo con asombro e incredulidad—. Manipular todo ha sido realmente sencillo.

—¿Es necesario que sepa esto? —se cruzó de brazos.

—Igual lo olvidará, tú te harás cargo de eso —cerró su espalda y se estiró—. Intenta no moverte por un mes.

—Ni loco que lo intento —repuso chasqueando los dedos. Hans se convirtió en un hombre de cabellera blanca bastante alto. Sacó un peine para arreglar su cabello—. Tú finge ser un niño de 13 años, volver a la infancia no es algo de mi agrado —bufó.

—Todavía tienes que soportar el papel de hermano menor —rio mientras recargaba su brazo en la vitrina.

—Como digas, "Joel" —resaltó las comillas.

—¿Qué mierda...? —Lynn musitó a sus adentros.

—Bueno, creo que ya fue suficiente.

—¿Estás seguro?

—Sí, necesito hablar un tema serio contigo.

—Muy bien..., James, yo también tengo que hablar contigo porque no estoy muy contento, a decir verdad —se fue acercando a la ventana exterior del local—. Aunque primero ocupamos privacidad.

Lynn, escuchando aquello, salió corriendo de allí. Hans chasqueó sus dedos: Lynn quedó meramente aturdida, tomó su cabeza sintiendo una ligera punzada en ella. Miró confundida a todos lados, no conseguía recordar nada de lo que vio en el local, pero en sus memorias conservaba todo lo que había escuchado, haciéndole entender que dos personas fueron capaces de destruir a su familia; no entendía el cómo lo hicieron, pero estaba consciente de que eran, sin duda alguna, muy peligrosos. Siguió caminando, reflexionando la situación y procesando el cómo se expresaría la situación con su familia.

...

Rabel dejó de flotar y entró al local, todavía sin ser visto. Se quedó viendo a Hans y a James por unos instantes. El último por fin inició una conversación.

—Muy bien, Hans, ¿qué quieres decirme?

—Como si no supieras —comentó con mucha molestia—, ¡¿qué acaso esto es un juego para ti?! ¡JA! —negó con la cabeza—. Debí saberlo, nunca te tomas a tu familia en serio —recargó su mano en la vitrina.

—Claro que me lo tomo en serio —se acercó a él—. Que tu no hayas visto más allá de este presente es muy diferente —sonrió con malicia.

—¿Qué dices? —preguntó con enfado, pero de pronto surgieron ideas de su cabeza—. ¡Maldito engendro! —lo tomó del cuello, ahorcándolo. Sin embargo, el títere no hacía más que reírse en su cara—. ¡Me utilizaste! ¡Me hiciste creer que esto era para enseñarle a nuestro padre! ¡Y en cambio no dejas de pensar en ti! —lo soltó estrellándolo contra el suelo, pues sabía que matarlo no haría más que hacerle sentir extasiado. James se levantó entre carcajadas.

—A veces me sorprende lo idiota que llegas a ser —se limpió el polvo de la ropa—. Esto no lo hice por mí..., bueno, en una parte sí —rio—; pero hablando en serio —su tono se hizo más grave—, esto lo hice por los tres.

—¿Los tres? Zacarías ni siquiera está aquí, ¿cómo lo puedes involucrar? —preguntó confuso.

—El dilema reside en que no nos queda mucho tiempo —colocó sus brazos detrás de la espalda—. Sé cosas que nadie sabe, sé lo que ocurrirá y lo que ocurrió, sé cuándo hay que actuar y cuándo hay que dejar las cosas ser —lo miró fijamente a los ojos—. Es por eso por lo que yo soy el miembro más peligroso de esta familia —sonrió con malicia—, porque el conocimiento es poder, y conocer todo me hace tener el poder sobre todos —rio levemente—; pero ese no es el punto. Lo que ocurre aquí es algo sumamente diferente.

—¡Pues habla ya!

—No puedo revelarte lo que pasará, porque harás que suceda antes de lo que se supone que tiene que pasar y yo aún tengo que dejar mi legado antes de nuestra partida.

—Eso no hace más que rectificar tu egoísmo —frunció el ceño—, ¡será mejor que me digas o destruyo este maldito mundo! —alzó su mano con el dedo índice y pulgar juntos.

—¿Y si te dijera que también es nuestro legado? —le dio la espalda por un momento—. Lo que pasará será inevitable, Hans. Sin embargo, puedo asegurar nuestra estancia en el Multiverso en lo que volvemos —intrigado, Hans bajó su mano.

—Te escucho.

—¿Crees que a mí no me enfada la decisión que tomó nuestro padre? Por supuesto que estoy molesto. Sin embargo, cuando sabes que nuestro destino está sellado por el simple hecho de habernos rebelado, no queda más que recurrir a un plan más elaborado e ingenioso —sonrió—. Además, todo lo que acaba de acontecer aquí, fue justamente para definir nuestro retorno..., pero no te puedo asegurar que seremos los mismos de antes..., es por eso por lo que debemos dejar nuestro legado antes de irnos —concluyó mirándolo a los ojos de nuevo.

—A ver, no te capté muy bien del todo. Empecemos por algo sencillo..., ¿para qué me hiciste hacer todo esto? ¿Para qué destruir a estos Loud? ¿Qué ganábamos con esto? Yo no veo nada que tenga que ver con nuestro padre, me siento estafado, ¿sabes? Sobre todo, porque todo terminó mal —sobó sus sienes—. Me haces creer que no estás conmigo...,

—Oye, pero si estoy contigo, técnicamente —sonrió.

—No me refería a eso —bufó—. Olvídalo.

—Ya te lo expliqué —hizo un ademán con las manos—. Tenía que hacerlo, era necesario. Lo más importante de todo lo que hicimos aquí, fue enseñar una lección —James volteó su mirar hacia la dirección de la puerta del local, donde Rabel se hallaba observando. Hans, por su parte, estalló en cólera.

—¡¿Enseñar una lección?! ¡¿Tú?! ¡¿Un ser tan malévolo y descarado, tan maléfico y capaz de torturar a las almas más inocentes?! ¡¿Tú?! —el peliblanco ardía en furia.

—Sí, es difícil de creer; pero, repito, era necesario —suspiró y se quedó viendo al vacío.

—¡Eres grandioso! —comentó con sarcasmo—. Desperdicié tiempo, del cual me dices ahora que ya no tenemos mucho, y también agoté energías..., ¡¿sólo para enseñar una tonta y maldita lección?! —sin saber exactamente como expresar su enojo, se limitó a agarrar a James y alzarlo en el aire nuevamente, mientras le asestaba un golpe directo en la cara. James salió volando, estampándose contra la pared. James reía.

—¿Qué harás? ¿Matarme? Adelante —extendió sus brazos.

—Maldito bastardo —lo ignoró—. ¿Por qué carajos lo hiciste? ¿A quién querías enseñarle una lección? —lo miró con mucha desaprobación.

—A un niño... —Hans quedó estupefacto.

—¿A un niño? ¡¿A un niño?! ¡¿A qué niño?! El único niño de aquí ha sido Lincoln y él ni siquiera nos importa, ¡no es relevante! Lo puedo hacer bolita y triturarlo con tan sólo quererlo, ¿y tú vas por ahí haciendo un desastre Universal para enseñarle una lección? —negó con la cabeza—. James, sabía que estabas chiflado, pero no a niveles catastróficos.

—Tengo que admitirlo, Hans —se acercó a él—. Sí sorprende tu falta de confianza. ¿Crees que sería tan ingenuo como para enseñarle una lección a un ser tan irrelevante? Por supuesto que la lección no era para él.

—¡¿Entonces para quién era?! —Hans se mostraba más fastidiado que antes. James, tomando con calma, miró el reloj que había en el local.

—Ya casi es hora, Hans. Debemos irnos preparando —deformó su cuerpo para transformarse en un joven de 17 años, pelinegro, bastante alto—. Sino el plan no resultará.

—No lo haré, James..., ¡no seguiré esta farsa!

—Escúchame bien —tomó a Hans de los hombros, pero este se zafó de inmediato. "Joel" rodó los ojos—. De acuerdo, pero escúchame. Si no hacemos esto, nuestro legado no existirá y no tenemos mucho tiempo que perder.

—Yo no quiero un legado, ¡quiero perdurar!

—Pero eso no será posible —miró hacia la puerta de nuevo—. Hans, no podemos hacer nada contra lo que se nos viene, pero sí podemos dejar nuestra huella.

—James, aún sigo procesando el asunto de que hicimos todo este teatro por un niño —se sobó las sienes de nuevo, mostrando estrés.

—Es que no es cualquier niño. Hans, confía en mí. Cuando ese niño crezca, nuestros problemas se resolverán y podremos regresar.

—¿Y qué niño sería capaz de eso? —lo miró con incredulidad.

—Lo sabrás, Hans. Lo sabrás —le extendió su mano—. Tú sabes que lo sé todo, ¿confiarás en mí?

—¿Cómo sé que no está en tus planes el traicionarme?

—Si te hubiera querido traicionar, ni siquiera estaríamos en este lugar —Hans abrió los ojos en grande, pues bien sabía que esas palabas eran totalmente ciertas. Así que estrechó su mano con él en símbolo de fraternidad.

—Bueno..., confío en ti —Hans chasqueó los dedos y se transformó en el niño de 13 años. Antes de partir hacia la calle, Hans miró a James a los ojos.

—Sé lo que quieres preguntar, pero pregúntame.

—Al menos dime qué lección querías enseñarle a este dichoso niño.

—Quería enseñarle que es posible perdonar hasta a los imperdonables, no por el hecho de que sea merecido, sino por el hecho de liberar las cargas ajenas.

—¿Y cómo carajos aprende este niño esta lección si ni siquiera estuvo aquí para presenciarlo?

—Porque ese niño no tiene que estar aquí. Nosotros originamos una historia con un propósito, un propósito que te oculté, ciertamente, pero que era completamente necesario. Al originar nuestro relato, se convierte en un cuento, un cuento es escrito por alguien más, y al atravesarnos en el Universo ajeno de alguien más lo hemos alterado —miró a Hans con profundidad—, entonces ciertamente habríamos alterado su cuento. Ese cuento va viajando y viajando, un cuento que iría yendo a voces diferentes y a mentes diferentes..., sin embargo, cuando se trata de alguien que simplemente está consciente de estos Universos —se encogió de hombros—, la situación resulta mucho más sencilla.

—Los únicos que podrían saber eso, es nuestra familia —lo miró con curiosidad.

—Así es Hans, lo curioso es que este niño aún no ha nacido —miró una vez más a la posición de Rabel—, pero ese niño está presente en nuestro futuro.

—¿De quién es el niño?

—Esa ya es otra cuestión..., pero debemos irnos moviendo.

Ambos se encaminaron a la salida del local, donde Hans abrió primero y salió, no sin antes hacerle un último cuestionamiento.

—¿Y para que quisieras que le enseñaran eso?

James, viendo el interior una última vez, específicamente en el punto donde Rabel se encontraba, sintió un inmenso vacío. James sabía lo que le esperaba, sabía que no tendría escapatoria. Estaba consciente de que el cambio final llegaría a ellos y entonces debería renunciar a todo lo que había construido hasta ese momento. Así mismo, también sabía que luego llegaría su reemplazo; sin embargo, esa tristeza se cernía sobre él. Era extraño para James sentir la tristeza, pero era cierto que el destino podía ser cruel y frívolo la mayor parte del tiempo. De este modo, sólo pudo limitarse a esperar y a seguir trabajando para llevar a cabo su plan maestro y dejar su legado para el tiempo venidero, así que, con un tono que demostraba congoja, James le contestó a su hermano.

—Para que me perdone a mí —y habiendo terminado la frase, cerró la puerta.

Rabel vio todo con claridad y ahora sabía perfectamente lo que acontecería, fue entonces que decidió no regresar a ver la llamada entre Lincoln y Leni. Optó por regresar a su hogar mientras tenía la consciencia acerca de lo que su destino significaba para la familia.

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Escena post-créditos...

—¿Qué es este lugar? —una mujer de 30 años y cabello rubio atravesaba una puerta en cuyo interior se encontraba un vacío blanco.

—Leni... —una niña de 6 años salió a su encuentro, sorpendida de verla ahí. La modista no la ubicó al inicio; sin embargo, tras observarla a detalle, pudo percatarse de que se trataba de alguien cercana a ella.., al menos en su pasado.

—Lily, pero..., ¿cómo es posible?

—No lo sé, mi padre me dijo que viniera aquí todos los días a un horario en específico porque me dijo que vendría una sorpresa un día de estos —la miró con perspicacia—. Espera un momento, tú tienes algo inusual —se acercó a ella y la examinó de cerca—. Siento una chispa brotar de ti y una energía inmensa que no deja de sentirse como... odio.

—¿Cómo puedes hacer eso? —cuestionó viendo sus ojos cambiando de color.

—Sé que tienen muchas preguntas —entró James a la sala—, pero por ahora puedo decirles que —sonrió con malicia pura—... estoy reuniendo a mi legado.

9 Louds más..., 9 Universos más..., 1 Multiverso restante...

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