Capitulo 8: Llamarada.
En un día lluvioso, el cielo gris se desbordaba en torrentes de agua que llenaban las calles de las ruinas de una ciudad. Es en este escenario devastado que dos figuras corrían desesperadas, el sonido de sus pasos se mezclaba con el de la lluvia.
Uno de ellos, un hombre, avanzaba con dificultad. Sus ropas militares estaban rasgadas y ensangrentadas, una herida en su costado le dificultaba la respiración y le hacía tambalear. La otra persona, una mujer que cargaba con una mochila, miraba con pánico el como su compañero ya no era capas de seguirle el paso.
Mujer: ¡Fergus!. ¡Fergus, no te quedes atrás! ¡Levántate, por favor! ¡Tenemos que irnos ahora!
Fergus, con la determinación grabada en su rostro a pesar del dolor, respondió con voz entrecortada.
Fergus: No, Turna, corre. Yo... yo los detendré.
Turna, con sus lágrimas mezclándose con la lluvia, intentó detenerlo, sus ojos fijos en la figura de Fergus, quien estaba claramente al borde del colapso.
Turna: ¡No, no me iré sin ti! ¡prometiste que me llevarías a salvo!
Fergus: No... no hay tiempo. Tienes que irte. Yo no puedo seguir, pero tú sí. Sal de aquí tienes que llegar a Arcadya.
El hombre puso su mano sobre la mochila que cargaba la mujer.
Fergus: Tienes que llegar a Arcadya, debes entregar esa cosa... sino el sacrificio de los demás abra sido en vano. corre... ¡corre! ¡corre!.
Turna, aunque aterrorizada y llena de tristeza, entendió la urgencia de la situación. Con una última mirada angustiada, giró sobre sus talones y comenzó a correr, sus pasos se alejaban con el eco de la tormenta.
Fergus se quedó atrás, tomando su Arma listo para enfrentar la amenaza que se acercaba. La lluvia seguía golpeando su cuerpo, mezclando su sangre con el agua que caía sin piedad. Sabía que moriría, pero tenía que darle a Turna una oportunidad de escapar.
Las aguas de la tormenta apenas lograban ocultar las figuras que surgían de entre las sombras. Un gran número de individuos robustos, envueltos en armaduras improvisadas hechas de chatarra, avanzaban con determinación. Sus armamentos variaban desde rudimentarios rifles hasta cuchillos afilados, cada uno listo para enfrentar cualquier amenaza que se les presentara.
Delante de todas esas figuras destacaba una figura más pequeña, envuelta en un manto que ondulaba con la tormenta. A pesar del caos que la rodeaba, avanzaba con una calma inquietante.
Al ver la situación, Fergus se armó de valor, su rostro endurecido por la determinación. Con las manos temblorosas pero firmes, se preparó para usar su escopeta. Un grito resonó en la tormenta, desafiando a los enemigos que se acercaban:
Fergus: ¡¡Venid a por mí, malditos cobardes!! ¡¡No me rendiré sin luchar!!
Con un estruendo ensordecedor, la ventana al lado de Fergus se rompió. El vidrio se esparció por el suelo mientras una figura emergía de las sombras, moviéndose con una velocidad sorprendente. Antes de que Fergus pudiera reaccionar, el hombre, con una mirada decidida y una navaja en mano, lo apuñaló en la espalda.
El impacto hizo que Fergus soltara un grito de dolor, su cuerpo tembló y su escopeta cayó al suelo. El hombre, de cabello desordenado y ojos fríos, aprovechó el momento para mantenerse detrás de Fergus, sus respiraciones eran rápidas y entrecortadas.
Las figuras emergentes se movieron con más intensidad al ver la distracción. Una mujer de cabello rojo y un hombre de piel oscura se apresuraron a atacar, mientras los demás hombres se posicionaron para bloquear cualquier posible escape de Fergus.
Con la herida en la espalda y la desesperación en sus ojos, Fergus, con un esfuerzo sobrehumano, se quitó al hombre de encima con un golpe y retrocedió tambaleándose, tratando de recuperar su escopeta que yacía en el suelo mojado.
Sin embargo, el hombre de piel oscura ya estaba sobre Fergus, su puño se estrelló contra el costado herido de Fergus, arrancándole un grito de dolor que se perdió en el rugido de la tormenta. Fergus se tambaleó, pero antes de que pudiera caer, la mujer de ojos verdes le dio una patada en el pecho.
La tormenta arremetía con furia, y los golpes sobre Fergus resonaban en la lluvia. Él luchaba por mantenerse consciente, su único pensamiento era asegurar que Turna escapara. Cada impacto de los puños, cada patada que recibía, le recordaba el precio de su sacrificio.
Los atacantes, golpeaban a Fergus sin piedad. El hombre de color fue el primero en detenerse, limpiando la sangre que se había esparcido en sus puños con una fría indiferencia. La mujer de cabello rojo, con una expresión de desprecio, escupió en la cara de Fergus antes de alejarse. El ruso, con su expresión endurecida, se dio por satisfecho y se apartó del caos.
Finalmente, la figura encapuchada se acerco y con una calma inquietante, se inclinó junto a él. La lluvia caía sobre ella, resbalando por su piel blanca y casi translúcida, mientras sus ojos dorados brillaban con una luz fría e implacable.
Figura desconocida: ¿Dónde está?
preguntó, su voz suave y femenina, pero cargada de amenaza.
Fergus, con el rostro ensangrentado y agotado, trató de concentrarse, sus ojos buscando alrededor, sabiendo que su tiempo se acababa. Cada respiración era un esfuerzo monumental, pero su mente seguía enfadada, aferrándose a la esperanza de que Turna pudiera encontrar un refugio seguro.
Fergus: Deja... déjala ir.
Figura Desconocida: (con tono inquisitivo) ¿A Arcadia?
Fergus: Tiene una misión importante.
Figura Desconocida: Lo sé, es lo que cargan lo que quiero.
Fergus: (sorprendido) ¿El núcleo?... ¿Eso es lo que te interesa?
Figura Desconocida: (con una sonrisa fría) Mis señores creen que la existencia de eso es un peligro. Es algo que podría desestabilizarlo todo, y no lo permitiremos.
Fergus: Pe... pero podríamos acabar con la miseria. Si tenemos éxito, el núcleo podría ser la clave para restaurar lo que hemos perdido."
La figura desconocida se ríe de manera sarcástica, como si encontrara la idea de Fergus ridícula.
Figura Desconocida: (burlesca) ¿Restaurar? Jujuju, eso fue lo que te dijeron. Después de todo, aún creen que pueden tener el control.
Fergus: El mundo cambiaría para mejor.
Figura Desconocida: (con una mirada fría) Prefiero como está.
Fergus, con una mezcla de enojo y resignación, murmuró sus últimas palabras con un fervor final.
Fergus: Vete al infierno.
La figura lo agarró de la cabeza con una fuerza sobrenatural, como si pudiera romperla en cualquier momento Se inclinó hacia adelante y, con un gesto lento, se quitó la capucha, mostrando su rostro.
Era una chica de piel blanca, rasgos asiáticos, cabello negro con azul que se deslizaba por sus hombros. Sus ojos eran reptilianos, dorados y rodeados de escamas azules, y tenía unos cuernos de carnero a los lados de la cabeza.
Figura: ¿Dónde crees que estamos?
Con un movimiento preciso, levantó su mano y, de un rapido golpe arranco la cabeza de Fergus de su cuerpo. El cuerpo cayó al suelo, y la cabeza, aún con los ojos abiertos, seguía mirando fijamente a la chica.
La lluvia seguía cayendo fuerte, mezclándose con la sangre en el suelo. La mujer, sin cambiar de expresión, se limpió con el agua que caía. Luego, se giró hacia sus secuaces.
Chica: Que esperan, Tráiganla
ordenó con frialdad, sus ojos dorados brillaban con una amenaza latente.
Lejos de Ahí.
Turna corría desesperadamente por un estrecho callejón, sus pasos resonaban contra las paredes húmedas mientras intentaba escapar de los bandidos que la perseguían. El sonido de las voces amenazantes indicaba que sus perseguidores, se acercaban cada vez más.
No muy lejos de allí, en un rincón solitario.
Dos hombres estaban en medio de una feroz pelea. Uno de ellos, vestido con una gabardina, se movía con la agilidad de alguien entrenado en karate. Con destreza, sometió a su oponente, torciéndole el brazo en una llave que no dejaba lugar a escapatoria.
Sin perder tiempo, sacó una daga que tenía oculta y, con un movimiento preciso, la hundió en el costado del otro hombre, terminando con su vida al instante.
El sujeto se quedó quieto por un momento, respirando con dificultad mientras el cuerpo de su oponente caía al suelo.
Pero antes de que pudiera relajarse, un sonido cercano captó su atención. Volteó la cabeza hacia el callejón, agudizando el oído.
Lo que escuchó no eran pasos apresurados, acompañados por el eco de gritos amenazantes, propios de unos vandidos. Alguien se acercaba rápidamente.
Intrigado y alerta, el sujeto guardó la daga y se preparó para lo que pudiera venir, sus ojos escudriñaban la oscuridad en busca de cualquier indicio del peligro que se aproximaba.
Finalmente, Turna llegó a un callejón sin salida, quedando atrapada y a merced de los bandidos que se acercaban poco a poco, sus caras reflejando la satisfacción de la caza. Desesperada, buscó una salida, pero no encontró mas que paredes altas y húmedas que la rodeaban.
De repente, sin que los bandidos lo notaran, uno de ellos fue apuñalado por la espalda. El hombre soltó un grito ahogado antes de desplomarse en el suelo.
Al escuchar el ruido, el otro bandido se volteó rápidamente, solo para darse cuenta de que su compañero ya no estaba. Confundido, se acercó al lugar para investigar, pero fue recibido con una patada violenta en la cara que lo lanzó hacia atrás.
Aturdido y tambaleándose, el bandido intentó reaccionar, pero antes de que pudiera hacer nada, una daga atravesó su pecho con precisión letal. El atacante, el sujeto, se quedó frente a él, imperturbable mientras la vida se desvanecía de los ojos de su víctima.
Turna, respirando agitadamente, observó cómo desconocido se erguía sobre los cuerpos inertes de sus perseguidores. El callejón, que antes parecía su sentencia de muerte, ahora se había convertido en su salvación, gracias a la intervención de este misterioso luchador.
El sujeto, después de observar a Turna por un momento, dio media vuelta y comenzó a alejarse, sus pasos resonando en el oscuro callejón. Sin embargo, antes de que pudiera irse, escuchó una voz temblorosa detrás de él.
Turna: ¡Espera! ¿Eres un guerrero? Necesito ayuda
Dijo con su voz aún cargada de pánico, pero con una firmeza que denotaba desesperación.
El sujeto se detuvo, girando la cabeza ligeramente.
Desconocido: ¿Por qué debería ayudarte?
Turna: Por favor... tengo una mision importante. Cargo con algo valiosi que debo entregar.
El hombre giró lentamente, rebelando una inusual cabellera blanca, sus ojos evaluaron a Turna con una mezcla de desconfianza y curiosidad. Después de un largo silencio, finalmente habló con una voz baja y peligrosa.
Desconocido: ¿Qué es lo que llevas?
Turna: Hay un grupo de científicos... los últimos que quedan. Debo entregarles esto.
Turna sacó un pequeño contenedor de su mochila. Al abrirlo, una luz suave y brillante se emitió desde su interior, revelando una especie de esfera brillante.
Turna: Es un núcleo de energía... puede abastecer hasta cinco ciudades enteras por años.
El sujeto observó el artefacto por un momento, pero luego sacudió la cabeza, su expresión inmutable.
Desconocido: No me interesa.
Turna: ¿Qué? ¿No escuchaste lo que dije? ¡Esto podría cambiar las cosas!
Exclamó Turna, incrédula ante la indiferencia del hombre.
Desconocido: Eso no es algo que me interese. Sobrevive por tu cuenta si quieres salvar al mundo.
Turna: espera creo que no estas entendiendo lo que digo.
Sin que ninguno de ellos se diera cuenta, detras de ellos un bandido preparaba su arma para atacar.
Mientras apuntaba cuidadosamente, el sonido sordo del seguro de la pistola resonó, lo suficientemente bajo como para no ser escuchado entre el ruido de la lluvia, pero un detalle que el guerrero del callejón, siempre alerta, no pasó por alto. Sin moverse ni un milímetro, notó al bandido oculto en una esquina.
De repente, sin previo aviso, el sujeto se lanzó hacia Turna, empujándola al suelo con fuerza justo cuando un disparo resonó en el callejón. La bala silbó en el aire, pasando peligrosamente cerca de ellos y chocando contra una de las paredes del callejón, levantando chispas.
El guerrero intentó incorporarse, pero antes de que pudiera reaccionar, fue recibido por un fuerte golpe en la espalda que lo lanzó contra una de las paredes del callejón. La fuerza del impacto fue tan grande que la pared se derrumbó parcialmente sobre él, sepultándolo bajo un montón de escombros.
Turna, aún aturdida por la caída y el estruendo, levantó la mirada solo para encontrarse rodeada por varias personas más. Entre ellos, destacó una figura, la misma Chica que los había estado antes, ahora con una expresión maliciosa en su rostro.
Chica: Yo te llevaré a Arcadia.
Turna: ¡No! No puedo dejar que ustedes encuentren ese lugar, ¡No los llevare!
La Chica, al ver la resistencia de Turna, hizo un gesto para que uno de sus secuaces le pasara algo.
Chica: Vienes conmigo... o si no...
La mujer levantó la cabeza decapitada, la de Fergus, en frente de Turna.
Turna, aterrorizada y llena de impotencia, con su corazón latiendo frenéticamente y sus manos temblando, miró la macabra escena frente a ella.
Sin más opciones, Turna accedió a ir con la mujer. Los secuaces la rodearon mientras se alejaban del lugar, dejando el callejón atrás. La escena quedó en silencio, solo interrumpida por el eco distante de sus pasos.
Entre los escombros de la pared, el guerrero observaba la escena con una furia contenida que ardía en sus ojos. Su mirada estaba clavada en la chica con cuernos que lideraba a los bandidos.
Desconocido: Tú... maldita... bastarda...
La rabia en sus palabras se desvanecía, al igual que sus fuerzas. Su visión comenzó a nublarse, y el mundo a su alrededor se volvía borroso. finalmente este perdió la conciencia.
FLASHBACK.
En un rincón apartado de una ciudad, un grupo de cuatro niños y una joven de unos 16 años, estaban adornando con flores unas lápidas improvisadas. La muchacha, con lágrimas en los ojos, les decía a los niños con voz quebrada.
Muchacha: Vengan, tenemos que despedirnos de mamá y papá.
Mientras tanto, cerca de allí, apoyado en una casa cercana, un joven de cabellos blancos observaba la escena con desdén. Con un tono molesto, comentó en voz alta para que lo escucharan.
Joven: Vámonos, estoy perdiendo dinero.
La muchacha y los niños se miraron entre sí con tristeza y resignación. Con movimientos lentos y pesados, recogieron sus maletas y se dirigieron hacia el joven.
La muchacha se acercó al joven con una caja en las manos, que contenía el pago acordado. Con una expresión de desconfianza, se la entregó.
Muchacha: No sé si debería confiar en ti... No veo ninguna diferencia entre los guerreros y los bandidos que mataron a mis padres. Pero no tengo otra opción, eres el único guerrero que respondió a mi llamado... Por favor, sácanos de esta ciudad.
El joven tomó la caja sin decir una palabra y, con una expresión que mezclaba indiferencia y determinación, respondió.
Joven: Eso haré. ¡Ahora muévanse!.
Con el tiempo, el joven se dedicó a guiarlos y protegerlos. Al principio, mantenía una estricta distancia emocional, viéndolo solo como un trabajo más.
Sin embargo, a medida que pasaban los días, algo empezó a cambiar en él. La dureza de su carácter se iba suavizando, y sentimientos desconocidos comenzaban a florecer en su interior.
Una noche, alrededor de una fogata, los niños dormían plácidamente, acurrucados bajo mantas. El joven, que había asumido el rol de protector, se sentó cerca de ellos. Mientras miraba el fuego, sus ojos se posaron en los pequeños rostros serenos.
Con un gesto inesperado, comenzó a acariciar gentilmente el cabello de los niños, moviéndose con suavidad y cuidado.
La escena era extraña: el joven, que siempre había sido duro y acostumbrado a la batalla, estaba mostrando ternura en un momento tranquilo. Su corazón, que antes había estado cerrado y endurecido por las circunstancias, empezaba a abrirse lentamente.
Los niños, sin saber lo que estaba pasando dentro de su protector, dormían tranquilos, ajenos a la batalla interna que él estaba enfrentando.
La muchacha, que estaba observando desde un rincón cercano, se acercó y le dijo con voz suave
Muchacha: Eres bueno... y los amas.
El joven, con una expresión de sorpresa y vulnerabilidad, respondió en un susurro:
Joven: ... Los quiero.
Muchacha: ellos también.
El cambio en el joven era evidente; su corazón se había ablandado, y por primera vez desde que comenzó su misión, sentía un genuino sentido de cuidado y conexión.
Varios días después, llegaron a una casa en medio de una pacífica planicie. La joven, con los niños a su lado, miraba la casa con una mezcla de alivio y asombro.
Muchacha: Es hermosa.
Joven: Aquí estarán a salvo.
La imagen cambió abruptamente: la casa estaba en llamas, y los gritos de los niños resonaban en el aire. Había varios hombres armados alrededor, y entre ellos destacaban unas figuras inhumanas cerca de la muchacha.
El joven, quien yacía herido en el suelo, solo podía mirar con impotencia, tenia fija su mirada en esas figuras, entre ellas una chica con ojos de reptil.
FIN FLASHBACK.
Con un movimiento brusco, el joven logró salir de debajo de los escombros. El peso del recuerdo lo había abrumado, pero ahora estaba de nuevo en el presente. Su respiración era irregular y su cuerpo, aunque adolorido, estaba lleno de furia.
Se puso de pie con dificultad, sosteniéndose el abdomen donde el impacto había sido más fuerte. Miró alrededor del callejón, con el corazón acelerado y la mente fija en su objetivo. Salió del callejón a toda prisa. La imagen de la casa en llamas, los gritos de los niños y la muchacha se repetían en su mente, empujándolo hacia adelante.
Joven: Debo apresurarme. Todavía debe estar por aquí. Cuando los encuentre, pagarán.
EN OTRA UBICACION.
Un asentamiento estaba siendo atacado por bandidos bajo las órdenes la chica con cuernos.
El caos reinaba por todas partes: las casas eran incendiadas, los gritos de los habitantes resonaban en el aire, y el sonido de las armas y el choque de espadas creaban una cacofonía aterradora.
Los bandidos acababan con las pocas personas que intentaban defender el lugar. La resistencia era débil, y la brutalidad de los atacantes no dejaba espacio para un contra ataque.
Chica: ¡Maten a todos! Reúnan la comida y busquen un vehículo para cargarla.
Ordenó la mujer con una voz fría y calculadora. Su mirada, carente de compasión, se paseaba por el caos que había provocado, mientras sus hombres obedecían sin cuestionar.
Un joven armado con un hacha intentó atacarla. Con un golpe dirigido a su cabeza, el joven buscó acabar con ella, pero la mujer lo esquivó con facilidad.
Antes de que él pudiera reaccionar, ella lo desarmó con un movimiento rápido, haciendo que el hacha cayera al suelo con un sonido metálico.
chica: Solo les pedí un poco de comida y transporte. ¿Cómo piensan que voy a llegar a Arcadia, caminando?
El joven intentó forcejear con ella, pero su resistencia fue inútil. Con una fuerza brutal, la mujer le rompió el brazo y, sin mostrar ninguna emoción, lo golpeó en el pecho con una fuerza letal, matándolo al instante.
Después de unos momentos, cuando la resistencia del asentamiento había sido completamente aplastada, la mujer reunió a sus hombres junto a un camión lleno de cajas. Las llamas de las casas quemadas iluminaban el lugar, creando un ambiente infernal mientras los bandidos subían la comida y otros recursos al vehículo.
chica: Bien hecho. Suban todo.
Los bandidos, con las cajas ya cargadas en el camión, se subieron al vehículo. La mujer fue la última en subir, lanzando una última mirada al asentamiento devastado. Sin una palabra más, el camión arrancó, alejándose rápidamente del lugar.
HORAS MAS TARDE.
El joven guerrero llegó al asentamiento, solo para encontrarse con una escena de devastación absoluta. El viento frío de la noche soplaba, esparciendo las cenizas y el olor acre de la destrucción. Las casas, que alguna vez habían sido refugio y hogar para muchas familias, ahora eran poco más que escombros humeantes. Las llamas, aunque en su mayoría ya se habían apagado, seguían ardiendo en algunas estructuras, iluminando el paisaje con un resplandor rojizo.
El guerrero avanzó lentamente, sus pasos pesados resonando en el silencio espectral que se había asentado sobre el lugar. A su alrededor, los cuerpos de los pocos que habían intentado resistir el ataque yacían inmóviles, algunos aún aferrados a sus armas, como si incluso en la muerte se negaran a rendirse.
De repente, escuchó un sonido detrás de él. Instintivamente, giró la cabeza y, de reojo, vio una figura que parecía estar a punto de atacarlo. Con un movimiento rápido, reaccionó lanzando un objeto hacia la cabeza de la figura antes de que pudiera acercarse más.
Al aproximarse al lugar donde había caído, descubrió que la figura no era un enemigo, sino una mujer que ahora yacía inconsciente en el suelo. El guerrero se quedó inmóvil por un momento, con la respiración agitada, antes de agacharse para examinarla más de cerca.
UNA HORAS DESPUES.
El joven revisaba sus armas mientras esperaba que la chica despertara. Terminó de afilar una espada con un movimiento brusco, lo que hizo que ella abriera los ojos. Sin hacer ruido, la chica tomó un pedazo de hierro cercano y lo mantuvo en sus manos, con la mirada fija en el joven guerrero.
El joven estaba guardando su arma cuando se dio cuenta de que la chica estaba despierta. Sin darle mucha importancia, continuó guardando sus cosas hasta que notó que ella ocultaba algo. Se acercó y levantó el manto que la cubría, revelando el pedazo de hierro en sus manos.
Ambos se miraron fijamente durante unos minutos, con una tensión palpable en el aire. Finalmente, el joven continuó recogiendo sus cosas y salió del lugar, dejando a la chica atrás.
Al salir, el joven se detuvo por un momento para observar la devastación que los bandidos habían dejado a su paso. El aire estaba lleno del olor a cenizas, y las sombras de lo que alguna vez fueron hogares se alzaban tristemente bajo la luz de la luna. Mientras miraba el paisaje desolado, la chica se acercó y se colocó a su lado, con la mirada perdida en el horizonte.
Chica: Los bandidos... solo querían un transporte en el que viajar. Todo esto, por un poco de comodidad...
El joven la miró, con una expresión severa.
Joven: ¿Por qué sigues viva?
La chica lo miró con tristeza antes de responder:
Chica: Me escondí... No tuve el valor para luchar como los demás. Solo esperé a que todo terminara. Cuando estaba segura de que se habían ido, salí... pero luego te vi a ti, y pensé que eras uno de ellos.
El joven guardó silencio por un momento antes de girarse para irse.
Joven: Adiós.
Mientras se alejaba, la chica corrió tras él.
Chica: Vas a ir tras ellos, ¿verdad? Para rescatar a esa mujer. Quiero ir contigo. Ellos mataron a todos mis conocidos. Cuando escuché sobre su cargamento, supe que debía hacer algo para ayudar.
El joven siguió caminando, sin detenerse.
Joven: Vete de aquí.
Chica: ¿No quieres mi ayuda?
Joven: No.
Chica: ¿Crees que tú solo podrías rescatar a esa mujer?
Joven: Eso no me interesa.
La chica se detuvo un instante, confundida.
Chica: Entonces, ¿Qué vas a hacer?
El joven se detuvo y, sin girarse, respondió con una voz fría.
Joven: Encontrar a Llamarada y despues a sus amos.
La chica frunció el ceño.
Chica: Hay una forma de mejorar la situación de todo el mundo, y no te interesa.
Joven: (cortante) Si tanto te interesa, rescátala tú
Chica: Tal vez lo haga...
Joven: Buena suerte.
El joven, decidido, continuó su camino, dejando claro que su objetivo era personal y que nada lo desviaría de su misión.
MAS TARDE, YA DE NOCHE.
El joven se encontraba en un asentamiento, sentado en el asiento de un bar. El ambiente estaba cargado de tensión, con susurros y conversaciones cautelosas sobre los últimos eventos en la zona. Mientras bebía lentamente, escuchaba las noticias más recientes.
Hombre: El grupo de Llamarada pasó por la base de los Chacales. Incendiaron todo y a todos. Creemos que pasarán por el paso de Krieg en unos días.
El joven asintió, manteniendo la mirada fija en su bebida.
Joven: Lo encontraré antes de que lleguen y acabaré con ellos.
El hombre lo miró con seriedad, sacudiendo la cabeza.
Hombre: Es mejor no meterse en el camino de Llamarada. Nadie que lo haya intentado ha vivido para contarlo.
El joven no respondió. En cambio, se limitó a terminar su bebida.
Hombre: Mejor dedícate a otra cosa... Pensé que ya lo habías superado, Brandon...
El joven, ahora conocido como Brandon se sumergió en sus recuerdos.
FLASHBACK.
Nos encontramos nuevamente en la casa en la planicie. La muchacha se acercaba a Brandon, quien estaba afilando su espada mientras observaba a los niños jugando.
Muchacha: Este ahora es nuestro hogar... Brandon...
Ella tomó su mano con ternura.
Muchacha: Nos gustaría que te quedaras con nosotros... Tú también lo quieres, ¿verdad?
Brandon, conmovido, la abrazó mientras dejaba caer su espada. El momento estaba lleno de calidez y esperanza.
A partir de ese día, Brandon y la muchacha pasaban mucho tiempo juntos, ayudándose en diferentes cosas. A veces, cazaban animales en el bosque, otras veces pescaban en el lago. Brandon le enseñaba cómo cazar y pescar, y juntos también plantaban semillas en un pequeño jardín. Se habían vuelto un muy cercanos.
Brandon también se llevaba muy bien con los niños. Jugaba con ellos, les enseñaba todo lo que sabia y los llevaba a pescar. Los niños lo veían como un hermano mayor y confiaban en él.
Con el tiempo, Brandon y la muchacha se fueron acercando cada vez más. Lo que al principio era solo trabajo mas, se convirtió en algo más. Se reían y hablaban mucho, y cada día se hacían más cercanos.
Una noche, bajo la luz de la luna, caminaron juntos en silencio, sintiendo que no hacía falta decir nada. Se miraron a los ojos, y en ese momento, se besaron. Fue un beso suave y sincero, lleno de cariño y promesas de estar ahí el uno para el otro.
Pero la felicidad no duró mucho. Unos días después, mientras aún disfrutaban de la paz que habían encontrado, fueron atacados. Todo sucedió de repente, sin advertencia. El sonido de los gritos y el caos llenó el aire.
Brandon se vio obligado a luchar, decidido a proteger a los suyos. Con su espada, logró deshacerse de algunos de los atacantes, luchando con todo lo que tenía. Pero sus esfuerzos fueron en vano. Uno de los bandidos, una chica de ojos dorados, fuerte y rápida, lo tumbó al suelo de un puñetazo. Antes de que pudiera reaccionar, ella lo mantuvo en el suelo, pisándole con fuerza para inmovilizarlo.
Los hombres, sin piedad, quemaron la casa y sacaron a todos de allí. El humo y el fuego envolvían el lugar, y el miedo se apoderó de todos. Y entonces, una figura oscura apareció en medio del caos, lentamente acercandoce a la muchacha con una daga.
FIN FLASHBACK.
Brandon: Fui débil... Creí... Empecé a tener esperanza... Por un futuro mejor.
El hombre del bar lo miró con comprensión y empatía.
Hombre: Eso no es malo. Todos debemos tener esperanza. Mírame a mí. Tengo una familia que me espera en casa, y cada día salgo a luchar, no solo por ellos, sino porque creo que podemos sobrevivir a todo esto.
Brandon lo miró, pero sus ojos seguían atrapados en el pasado.
Brandon: Desde el principio no tuve nada ni a nadie. Llamarada me arrebató todo... No puedo, no después de lo que he perdido.
Brandon se levantó, dispuesto a irse, pero el hombre lo detuvo.
Hombre: Espera, Brandon. Piensa bien en esto. Después de acabar con Llamarada, ¿qué harás con el resto de tu vida?
Brandon se detuvo, mirando al hombre con una mezcla de dolor e incertidumbre. Sus ojos, que antes estaban llenos de determinación, ahora reflejaban una chispa de duda. La pregunta lo hizo vacilar, y por un momento, el silencio llenó el espacio mientras reflexionaba sobre lo que le esperaba una vez cumpliera su objetivo.
Hombre: Escucha, esto es un secreto, pero hay un trabajo en el que podrías construir un futuro mejor para muchas personas... Ven, te contaré más.
Brandon, aún inmerso en sus pensamientos, se quedó escuchando al hombre, intrigado por la posibilidad de encontrar un nuevo propósito más allá de su venganza.
A LA MAÑANA SIGUIENTE.
Brandon estaba en una armería, rodeado de estantes llenos de armas y municiones. Las paredes estaban adornadas con rifles, pistolas y diversas herramientas de combate. El ambiente era tenso, con un grupo de guardias poco amigables.
Brandon se acercó al mostrador y miró al hombre detrás de él, un individuo de rostro curtido y mirada sospechosa.
Brandon: ¿Tienes lo que te pedí?
El hombre levantó una ceja, manteniendo una expresión de desconfianza.
Hombre: Y tú, ¿lo acordado?
Brandon sacó una caja y la colocó sobre el mostrador con un golpe seco. El hombre examinó el contenido brevemente, asintiendo con satisfacción.
Hombre: Está bien. Aquí está lo que pediste.
El hombre se inclinó y sacó de debajo del mostrador un paquete envuelto en tela. Lo deslizó hacia Brandon, quien lo tomó con cuidado. Al abrir el paquete, Brandon reveló una escopeta y un rifle Barrett M82, imponente y de gra calibre.
Brandon observó el rifle con una mezcla de admiración y determinación. Sabía que necesitaría algo potente para enfrentarse a Llamarada.
El hombre detrás del mostrador comenzó a explicar mientras Brandon examinaba el rifle Barrett M82.
Hombre: Este rifle es potente y tiene un alcance impresionante. Es ideal para eliminar objetivos a larga distancia. Asegúrate de usarlo con cuidado, no es una herramienta para enfrentamientos cercanos. Su precisión es su mayor ventaja, pero el retroceso es fuerte, así que prepárate para eso.
Brandon asintió, sin apartar la vista del rifle.
Brandon: ¿Cómo está el suministro de municiones?
El hombre sacó una caja de municiones de debajo del mostrador y la colocó sobre el mostrador.
Hombre: Aquí tienes munición para el Barrett. Cada cartucho es de alto calibre, capaz de perforar la mayoría de los blindajes. Asegúrate de no desperdiciar disparos, cada uno cuenta.
Brandon tomó la caja de municiones y la guardo en su bolsa.
Brandon: ¿Algo más que deba saber sobre el arma?
El hombre le dirigió una mirada seria.
Hombre: El Barrett M82 es efectivo contra la mayoría de criaturas, pero no sé qué tan efectivo sea contra Llamarada. Puede que necesites más que solo este rifle para enfrentarla.
Antes de que Brandon pudiera responder, el hombre se inclinó y sacó otra bolsa de debajo del mostrador. La dejó sobre el mostrador con un movimiento rápido.
Hombre: Tama esto. Es un paquete de C4. Puedes usarlo para crear alguna trampa.
Brandon miró la bolsa con C4, considerando sus posibles aplicaciones. La recogió con cuidado, El hombre le dio una breve explicación asegurándose de que no hubiera ningún riesgo de detonación accidental.
Brandon: Gracias. Esto podría ser útil.
Dijo Brandon mientras guardaba la bolsa en su mochila junto con el rifle y las municiones.
El hombre detrás del mostrador levantó una ceja y ofreció un consejo final.
Hombre: Ten cuidado, niño. meterse con esa gente, no es un juego.
Brandon asintió y salió del lugar en dirección a la salida del asentamiento.
Una vez en la salida, su atención fue llamada por un silbido. Al voltear, se encontró con la misma chica de antes, ahora subida en una moto.
Chica: Te llevo, amigo.
Brandon frunció el ceño.
Brandon: ¿Qué haces aquí? ¿Por qué me sigues?
La chica bajó de la moto y se acercó a él.
Chica: No iba a dejarte ir solo, especialmente con lo que planeas hacer. Y además, dime, aun cuando intenté matarte, ¿por qué te quedaste cuidándome?
Brandon la miró con sorpresa y, aunque dudó, la respuesta llegó a sus labios.
Brandon: Sentí... sentí compasión.
La chica lo miró con asombro, sus ojos reflejando una mezcla de gratitud y sorpresa.
chica: (sonriendo) ¿Compasión...? Tienes corazón. Ven, sube.
Brandon, aún seguía desconfiado.
Brandon: Vete.
La chica se acercó y le dijo con firmeza:
Chica: ¡Hey! Llamarada va en un camión. ¿Crees que podrás alcanzarlos a pie?
Brandon se quedó en silencio por un momento, considerando sus opciones. Finalmente, vio el sentido en la oferta de la chica. Con un suspiro resignado, subió a la moto.
Brandon: Está bien, pero no te interpongas en mi camino.
La chica aceleró la moto, moviéndose por el caminó mientras Brandon se aferraba al respaldo. La carretera se deslizaba bajo ellos, iluminada por las luces de la moto y el reflejo de la luna.
Brandon rompió el silencio con una pregunta.
Brandon: ¿Cómo conseguiste esta moto?
Chica: ( sonriendo ) tengo mis trucos, por cierto me llamo kira
Brandon: Hmmm... Brandon.
EN OTRA UBICACIÓN.
Mientras el camión avanzaba por el camino, apartando los autos que se encontraban delante de él, Llamarada y sus secuaces se acomodaban en el interior del vehículo. En un rincón del camión, Turna se mantenía aferrada a su mochila y al contenedor dentro de ella, su expresión era tensa y preocupada.
FLASHBACK.
Un científico de rostro cansado y marcado por el estrés se dirigía a Turna en una sala de color blanco.
Científico: Fuiste elegida por tus habilidades excepcionales y tu capacidad de adaptación. Pero tienes que entender que los peligros son enormes...
Turna: Entiendo perfectamente los peligros que nos esperan en el viaje.
Científico: Puede que ninguno de ustedes regrese...
Turna: Desde que todo esto empezó, perdimos todo. La humanidad perdió su futuro. Si lo que haremos ayuda a revertirlo, vale la pena el riesgo.
La escena cambia a un grupo de personas preparándose para partir en un hangar. Un hombre con un uniforme de piloto se acerca a ellos.
Hombre del Hangar: El avión está listo. ¿Todos tienen lo necesario?
Grupo: Sí, estamos listos para partir.
El grupo sube a la avioneta, preparándose para despegar.
Científico: Buena suerte, Turna. Cuídense.
Fergus: No se preocupe, señor. Los llevaremos a América y los traeremos de regreso, de forma segura.
FIN FLASHBACK.
Turna apretó los labios, aferrando el contenedor con más fuerza.
Mientras tanto Llamarada, estaba dando instrucciones a sus subordinados.
Llamarada: Llegaremos a Krieg dentro de unos días. Descansaremos en la refinería antes de cruzar el puente, y a partir de ese punto tendremos que ir a pie.
Luego, Llamarada dirigió su atención hacia Turna, acercándose hasta sentarse a su lado.
Llamarada: Dime, en Arcadya, ¿Qué hay exactamente?
Turna: Ya te lo dije, los últimos científicos, algunas armas, medicinas, un enorme complejo subterráneo...
Llamarada: ¿Y qué más?
Turna miró a Llamarada con cautela, midiendo sus palabras.
Turna: Eso es todo. Ya te lo he dicho, es solo un refugio con lo que queda de la ciencia y la tecnología que teníamos antes de que todo se viniera abajo.
Llamarada soltó una risa baja, cargada de incredulidad.
Llamarada: No me mientas, Turna. Sé que hay algo más. De no ser así, ¿por qué arriesgarse a cruzar el océano? Algo más importante está en ese complejo, algo que inquieta a mis señores.
Turna apartó la mirada, intentando mantener la calma.
Turna: Ya te he dicho todo lo que sé. Arcadya es solo un refugio. Un último intento de preservar lo poco que queda.
Llamarada se quedó en silencio por un momento, luego se inclinó hacia adelante, susurrando en el oído de Turna.
Llamarada: JuJuJu, bueno, lo descubriré cuando lleguemos allá.
Turna (pensamiento): Tengo que mantener la calma... No puedo dejar que descubra lo que realmente hay en Arcadya... tengo que escapar.
Unos días después.
Brandon y Kira finalmente llegaron al paso Krieg. El lugar era imponente y sombrío: un enorme barranco se extendía ante ellos, con un río rugiente en el fondo que serpenteaba entre rocas y escombros. Sobre el río se alzaba un puente de una sola vía, cuyo pavimento había sido destruido en su mayoría. Solo quedaban los estrechos bordes de concreto, que colgaban precariamente sobre el vacío.
La atención de Brandon y Kira se desvió rápidamente hacia una refinería cercana, parcialmente oculta por la niebla. El edificio, aunque deteriorado, aún parecía funcional.
Sin embargo, lo que captó inmediatamente la atención de Kira fue el camión detenido frente a la refinería.
Kira: El camión que está ahí es el que Llamarada se llevó.
Brandon observó el camión, con el corazón acelerado. El vehículo estaba parcialmente cubierto de polvo y escombros, pero su presencia era una señal clara de que Llamarada y su grupo estaban cerca. Sin perder tiempo, Brandon se preparó para avanzar hacia la refinería, mientras Kira lo seguía de cerca, conscientes del inminente enfrentamiento que estaba por comenzar.
Brandon: No vengas, quédate aquí.
Kira: ¿Qué? No, no voy a...
Brandon: Esto será peligroso, y no quiero distracciones.
Kira: Escucha, no me iré a ningún lugar, no sin esa mujer.
Brandon: Yo me encargaré de eso. Ahora quédate aquí.
Con esas palabras, Brandon se adentró en la refinería, dejando atrás a Kira, quien permaneció al borde del edificio, mirando hacia el interior con una mezcla de ansiedad y determinación.
Kira: ¡Al demonio!
Kira desenvainó el machete que tenía y también entró en el lugar, sus pasos resonaban en el frío suelo metálico. La refinería estaba en ruinas, con maquinaria oxidada y tuberías colgando de las paredes.
Mientras tanto, Brandon avanzaba con cautela, su rifle al hombro y su escopeta en la mano. Se acercó a una serie de oficinas y salas de control, que parecían ser el corazón de la refinería. Su objetivo era encontrar a Llamarada y neutralizar la amenaza lo antes posible.
Brandon se detuvo al escuchar voces a lo lejos. Se agachó y se acercó sigilosamente hacia una puerta entreabierta, desde donde provenían las conversaciones. Asomando la cabeza, vio a varios secuaces de Llamarada reunidos alrededor de una mesa, conversando sobre sus próximos movimientos.
Por otro lado, Kira continuó su búsqueda con fervor. Su machete brillaba bajo las escasas luces del lugar mientras recorría los pasillos y salas. Aunque el ruido de sus pasos era sutil, los ecos en el ambiente vacío hacían que cada sonido pareciera amplificado.
Finalmente, Kira se encontró en una sala grande, donde vio a Turna, sentada en unas escaleras. A su alrededor, los secuaces de Llamarada estaban distraídos, ocupados en una discusión.
La mente de Kira trabajaba rápidamente, buscando alguna forma de sacar a Turna de esa situación sin alertar a los secuaces de Llamarada. Sus ojos recorrían la sala grande, evaluando el entorno en busca de una salida o una distracción.
Mientras lo hacía, escuchó un crujido a sus espaldas, seguido por pasos sigilosos que se acercaban. Kira se quedó inmóvil, conteniendo la respiración. Los pasos se acercaban cada vez más, y el peligro se sentía inminente.
Kira: Shh, mierda.
De vuelta con Brandon, este se encontraba escuchando la conversación de los secuaces, hasta que un chirrido metálico llamó su atención. Al voltear, se encontró con uno de los secuaces de Llamarada acercándose a su posición. Brandon se agachó rápidamente, ocultándose detrás de una columna cercana.
El secuaz se movió lentamente, inspeccionando el área con desconfianza. Brandon contuvo la respiración, esperando el momento adecuado para moverse. Mientras tanto, el radio del secuaz empezó a sonar.
Radio: Tenemos un problema. Hay intrusos aquí. Revisen el área.
Brandon aprovechó la distracción para deslizarse detrás del secuaz. Con movimientos rápidos y precisos, usó su cuchillo para degollar al hombre sin hacer ruido. El secuaz cayó al suelo sin emitir un sonido, y Brandon intentaba deshacerse del cuerpo, pero fue sorprendido por otro secuaz. Este último, al descubrir el cadáver de su compañero, no dudó en gritar y lanzarse al ataque.
Brandon, sin tiempo para tomar precauciones, se vio obligado a luchar contra el nuevo atacante. La pelea fue rápida. Brandon lanzó uno de sus cuchillos directamente a la cabeza del secuaz, matándolo al instante.
Para su desgracia, el grito del hombre atrajo la atención de los secuaces en la sala principal, quienes comenzaron a acercarse hacia el origen del conflicto. Sin más remedio, Brandon volvió a empuñar su escopeta; el sigilo ya no era una opción, ya había sido descubierto.
La puerta de la sala se abrió de golpe, y Brandon abrió fuego con su escopeta, eliminando de uno a uno a los secuaces que se acercaban.
Sin embargo, otro secuaz saltó desde los pisos superiores, cayendo sobre Brandon y desarmándolo con una patada. El secuaz desenfundó un sable, y Brandon, al no encontrar su escopeta y sin tiempo para usar el rifle, desenvainó su espada.
El hombre arremetió contra Brandon con un ataque brutal, pero este logró desviarlo a tiempo. Las chispas volaron cuando las dos armas chocaron, y el sonido del metal resonó en la sala.
Brandon dio un paso hacia atrás, recuperando su postura mientras evaluaba a su oponente. El secuaz no perdió tiempo y volvió a lanzar un ataque, esta vez con una serie de golpes rápidos. Brandon se concentró, bloqueando y contrarrestando cada uno de los movimientos con habilidad. Sus brazos sentían la fuerza de cada impacto, pero mantenía su postura firme, esperando el momento adecuado para contraatacar.
El secuaz, ágil y agresivo, intentaba encontrar una abertura en la defensa de Brandon, pero este se mantenía alerta, girando y esquivando. Finalmente, en un instante de descuido, el secuaz bajó su guardia tras un ataque fallido. Brandon no dejó pasar la oportunidad y lanzó un golpe certero con su espada, cortando de un tajo el estómago del secuaz.
El hombre retrocedió, sosteniendo su estómago mientras la sangre comenzaba a brotar. Brandon, sin detenerse, continuó su ataque, esta vez enterrando su espada en la cabeza del sujeto, acabando con él de un solo golpe.
El secuaz cayó al suelo sin vida, y Brandon, con la respiración agitada, retiró su espada, preparándose para lo que pudiera venir a continuación.
Hombre: ¡Ahhhh, maldito!
Un segundo hombre apareció a sus espaldas, derribándolo con una patada.
Brandon cayó al suelo, golpeando con fuerza el pavimento oxidado de la refinería. La espada se deslizó de su mano, y el dolor en su costado lo dejó aturdido por un breve instante. Al levantar la vista, vio al nuevo atacante abalanzarse sobre él con una furia descontrolada. El hombre gritaba mientras intentaba asestar un golpe con su machete.
Hombre: ¡Te voy a matar, maldito!
Brandon, con reflejos rápidos, rodó hacia un lado justo a tiempo para evitar el golpe mortal. El machete impactó el suelo con un estruendo, dejando una profunda hendidura en el metal. Sin perder tiempo, Brandon pateó la pierna del hombre, haciéndolo tambalearse. Aprovechando la apertura, se impulsó hacia adelante, abalanzándose sobre el atacante.
Los dos hombres forcejearon en el suelo, intercambiando golpes brutales. Brandon sintió el sabor metálico de la sangre en su boca mientras el hombre le propinaba un puñetazo en la cara. Con un gruñido, Brandon usó toda su fuerza para empujar al hombre hacia atrás, golpeando su cabeza contra el suelo.
El atacante, aturdido, intentó recuperar su machete, pero Brandon fue más rápido. Agarró la muñeca del hombre y, con un movimiento brusco, torció su brazo hasta que escuchó el crujido de los huesos. El hombre soltó un grito desgarrador mientras el dolor lo paralizaba.
Brandon: No lo creo.
Con un último esfuerzo, Brandon tomó el machete y lo hundió en el pecho del hombre, clavándolo hasta el mango. El atacante jadeó y se quedó inmóvil, su vida escapándose rápidamente.
Brandon, respirando con dificultad, se levantó y recuperó su espada. Con el cuerpo adolorido y el rostro ensangrentado, se preparó para seguir adelante. Sabía que no podía detenerse, aún quedaban más secuaces por enfrentar.
Mientras se enderezaba, un ruido metálico resonó en la distancia. Más hombres venían en su dirección. Sin demora alguna, Brandon buscó su escopeta y se alejó del lugar, sabiendo que no podía enfrentarlos a todos juntos.
Brandon se movió rápidamente, con la escopeta en una mano y su espada en la otra. La refinería estaba llena de rincones oscuros y pasillos enredados, y cada sonido que resonaba en el aire aumentaba la tensión en su cuerpo. El eco de los pasos y las voces se acercaban, y sabía que debía actuar con rapidez para evitar ser rodeado.
Se dirigió hacia una salida trasera, intentando evitar el enfrentamiento directo con el grupo que se aproximaba. Mientras avanzaba por el pasillo, un nuevo grupo de enemigos apareció a la vista, obligándolo a tomar otro camino. Sin tiempo que perder, se adentró en un pasillo lateral, intentando buscar una ruta alternativa.
De repente, se encontró cara a cara con más hombres armados. No había más remedio, se lanzó hacia una de las paredes, tratando de cubrirse de los disparos que resonaron en el pasillo.
Sacó uno de los explosivos C4 y lo arrojó en la dirección de los enemigos. La explosión resonó por toda la refinería, lanzando escombros y polvo por el aire. El estruendo de la detonación retumbó en las paredes, y el humo denso ocultó momentáneamente el área.
En otra ubicación, Llamarada escuchó la explosión y, con una mirada dura, dio una nueva orden.
Llamarada: ¡Tráiganla!
De vuelta con Brandon, este parecía haber dejado atrás a los enemigos. Se detuvo brevemente para recuperar el aliento, con el corazón aún acelerado por la adrenalina.
Brandon: Tsk, mierda, son demasiados... (mirando el rifle que colgaba en su hombro) Debo encontrar a esa infeliz.
Continuó moviéndose con determinación, consciente de que el tiempo se le acababa y que cada segundo contaba. La refinería seguía siendo un laberinto lleno de peligros y obstáculos.
Hombre: ¡Hey! ¡Túuu! ¡Sal ahora, tenemos a tu amiga!
Al escuchar el grito desde el exterior, Brandon asomó la cabeza por una de las ventanas. Vio a Llamarada en una posición desafiante, con Kira inconsciente a sus pies. Había más hombres alrededor del lugar, vigilando y esperando. El corazón de Brandon se aceleró al ver la escena.
Brandon: Finalmente, te encuentro, infeliz.
Brandon tomó el rifle y lo preparó, pero había un problema, no sabía usarlo correctamente, lo que significaba que tendría que acercarse a una distancia considerable para asegurar el tiro.
Sin perder más tiempo, comenzó a recorrer el lugar con sigilo, eliminando de forma rápida a cualquiera que se interpusiera en su camino. Moviéndose entre las sombras, Brandon acortó la distancia que lo separaba de Llamarada y sus hombres, decidido a acabar con ella.
Finalmente, llegó a una posición donde podía ver a Llamarada a solo unos metros de distancia. Observó el entorno, evaluando los posibles movimientos y la cantidad de enemigos que tendría que enfrentar luego. No tenía margen de error, pero su determinación era más fuerte que el miedo.
Brandon (murmurando para sí): Esto termina ahora.
Apuntó el rifle, controlando su respiración, y se preparó para disparar. Su dedo rozó el gatillo, consciente de que tenía una sola oportunidad para matar a Llamarada. Entonces, disparó.
El disparo retumbó en la refinería, un eco ensordecedor que se mezcló con el sonido del retroceso del rifle empujando a Brandon hacia atrás. No estaba preparado para la fuerza del arma, y cayó al suelo, golpeando su espalda contra la pared. El dolor fue inmediato, pero lo ignoró mientras se levantaba de nuevo, desesperado por ver el resultado de su disparo.
Sin duda, habría dado en el blanco de no ser por un hombre que tenía extendido un... ¿brazo? ¿Qué rayos era eso? Parecía una gran maza bulbosa, mezcla de roca y caparazón de algún animal, con una piel marrón gruesa.
Brandon: ¿Qué mierda?.
Llamarada: ¡Atrápenlo!
Brandon apenas tuvo tiempo de procesar lo que había visto antes de que los hombres de Llamarada se lanzaran hacia él. Se levantó tambaleante, sabiendo que estaba en serios problemas. Los refuerzos de Llamarada eran humanos comunes, pero ese sujeto, junto con Llamarada, representaba una amenaza mucho mayor. No podía ganar en su estado actual.
Viendo al hombre, ahora con brazos de reptil acercarse rápidamente, Brandon sacó otro de los explosivos C4 y se apresuró a salir del lugar. El hombre derribó toda la pared con su fuerza descomunal mientras buscaba a Brandon con la mirada. Sin embargo, en lugar de encontrar a Brandon, descubrió el explosivo.
La cuenta regresiva del explosivo llegó a su fin, y la explosión lo envolvió en una poderosa onda de choque. Los escombros volaron por el aire y el humo llenó el área, ocultando temporalmente el caos.
De inmediato Llamarada se acercó al lugar de la explosión, encontrándose con un ser humanoide con una piel acorazada.
Llamarada: ¿Sigues vivo?
El ser se retorció, su forma cambiando en diferentes criaturas hasta volver a ser el hombre.
Hombre: Ja, claro que sí.
Llamarada: Entonces muévete.
Llamarada volteó a ver a tres de sus secuaces, a Turna y a su rehén.
Llamarada: Ustedes tres cuiden de ellas. Los demás, busquemos a ese sujeto.
Llamarada y sus hombres se dispersaron rápidamente. El hombre con la habilidad de cambiar de forma se transformó en un reptil cuadrúpedo.
Con una agilidad sorprendente, comenzó a treparse por las paredes de la refinería, moviéndose rápidamente en busca de Brandon.
Mientras tanto, Brandon recorría el lugar a toda prisa, escabulléndose más de una vez para evitar ser visto. luego de dar vueltas por el lugar finalmente, regresó al patio donde había visto a Turna y a Kira. Ahora solo había tres personas vigilándolas, mientras Llamarada y el resto de sus secuaces buscaban activamente por la refinería.
Brandon observó desde un rincón oscuro, evaluando la situación. Los tres secuaces estaban dispersos y parecían estar distraídos. Sabía que no debía llamar la atención, así que decidió acercarse en silencio.
Se deslizó hasta quedar detrás de uno de los secuaces y le rebanó el cuello con su espada. El hombre cayó al suelo sin emitir un sonido. Con rapidez, Brandon lanzó un cuchillo a la garganta de otro de los guardias que estaba a distancia, quien se desplomó instantáneamente.
El último secuaz, al percatarse de lo que había sucedido, intentó reaccionar, pero Turna actuó rápido. Se acercó por detrás, le tapó la boca y lo apuñaló con una navaja. El hombre forcejeó brevemente antes de caer al suelo, inmóvil.
Brandon se acercó rápidamente a Turna y Kira, asegurándose de que estuvieran bien.
Brandon: ¡Rápido, tenemos que salir de aquí antes de que vuelvan!
Turna, aún con la adrenalina corriendo por su cuerpo, asintió. Brandon cargó a una inconsciente Kira en su espalda, y ambos se apresuraron a irse. Sabían que no podrían salir a pie, así que se dirigieron al estacionamiento donde la moto estaba lista para partir.
Recorrieron los rincones del lugar, buscando el acceso al estacionamiento. La moto era su única opción para una rápida escape, y casi la alcanzaban cuando una voz femenina rompió el silencio.
Mujer: ¡AQUÍIII! ¡ESTÁN EN EL ESTACIONAMIENTO!
La alerta había sido lanzada, y los secuaces de Llamarada se acercaban rápidamente. Brandon y Turna, con Kira aún inconsciente, redoblaron su esfuerzo. El sonido de los pasos y gritos se acercaba, y el tiempo se agotaba.
Llegaron al estacionamiento y Brandon subió a Kira a la moto. Turna se puso detrás de él. Encendió el motor con un rugido y, con un último vistazo a la refinería, se lanzó hacia la salida a toda velocidad.
De repente, Llamarada apareció desde un piso superior y, al ver que Turna huía con Brandon y Kira, frunció el ceño. Saltó al suelo aterrizando con un gran estruendo y comenzó a correr tras ellos a gran velocidad.
Brandon y Turna sintieron la amenaza inminente. Al mirar por el retrovisor de la moto, vieron a Llamarada acercándose a gran velocidad.
Brandon sabía que no podían permitirse perder tiempo. Aceleró la moto aún más, sorteando obstáculos y maniobrando por el camino. Turna, consciente del peligro, agarró la escopeta de Brandon, se preparó para disparar, apuntó a Llamarada y esperó el momento perfecto.
El disparo resonó con fuerza, pero Llamarada, con su agilidad sobrehumana, esquivó el ataque. Turna no se detuvo y siguió disparando. A pesar de sus esfuerzos, Llamarada seguía esquivando los proyectiles, aunque cada vez que lo hacía lograba ralentizarla un poco.
Turna apretaba los dientes, apuntaba, recargaba y disparaba sin descanso, manteniendo un ritmo constante y disparando en intervalos precisos, esperando encontrar un fallo en la evasión de Llamarada.
De repente, Llamarada hizo un movimiento inesperado. Giró bruscamente fuera del camino, recogió una roca y la lanzó con una fuerza sorprendente. El proyectil voló en dirección a la moto, impactando justo a un costado de ella y obligando a Brandon a luchar por mantener el control.
Brandon: ¡Maldición!
Exclamó Brandon, mientras se esforzaba por estabilizar la moto.
Turna: ¡Cuidado, va a hacerlo de nuevo!
Advirtió Turna, preparándose para el próximo ataque.
Llamarada comenzó a lanzar cualquier objeto que encontraba en el camino, intentando derribar la moto. Brandon, con gran dificultad, maniobraba para esquivar los ataques. La situación se volvía cada vez más desesperada. Necesitaban una solución rápida.
Brandon: ¡Hey, mujer! ¡En mi bolsa hay explosivos! Pon el contador en cero y lánzalo hacia élla.
Turna asintió rápidamente. Con movimientos apurados, sacó el explosivo de la bolsa y ajustó el temporizador. Sin perder un segundo, lo lanzó con fuerza hacia Llamarada, que estaba en medio de su ataque. no tuvo tiempo de reaccionar. La explosión fue instantánea, creando una onda de choque que lanzó a Llamarada por los aires y la envolvió en una nube de escombros y humo.
Brandon aprovechó el momento de caos para acelerar aún más, esquivando los restos que caían. A lo lejos, pudo ver el puente del paso Krieg.
Brandon: ¡Prepara los explosivos que quedan! ¡Derribaremos ese puente! Al menos eso nos dará algo de tiempo para escapar.
Turna se movió rápidamente, sacando los explosivos restantes de la bolsa y ajustando los temporizadores.
Pero de repente, fueron embestidos por el hombre cambiante, que ahora había tomado la forma de un gigantesco animal volador. La fuerza del impacto hizo que la moto y sus ocupantes cayeran al suelo. Brandon y Turna se desplomaron, la moto quedó a un lado, y Kira, aún inconsciente, rodo a un lado del caminó.
Turna se levantó tambaleándose y rápidamente buscó los explosivos que habían caído durante la caída. Mientras tanto, Brandon, con dificultad, se puso de pie y trató de recuperar el control de la situación. El hombre cambiante se preparaba para lanzarse nuevamente sobre ellos, tomando la forma de un reptil humanoide.
Brandon desenfundó su espada con determinación, sabiendo que su única opción era luchar. El reptil se lanzó hacia él con sus garras afiladas. Brandon apenas pudo esquivar el primer ataque el cual penes rozo su ropa. Brandon aprovechó el momento para atacar, pero su espada solo dejó un rasguño en la piel dura del reptil.
El cambiante contraatacó con una feroz sacudida de su cola, golpeando a Brandon en el estómago estampándolo contra el suelo. El impacto dejó a Brandon sin aliento y desorientado, incapaz de reaccionar de inmediato.
Turna, mientras tanto, encontró la escopeta y la cargó con rapidez. A pesar de la confusión, disparó contra el hombre cambiante, intentando distraerlo y darle tiempo a Brandon para recuperarse. La primera serie de disparos impactó en el reptil, pero no lo detuvo por completo.
El hombre cambiante rugió de dolor y se volvió hacia Turna, avanzando con furia. Turna, desesperada, continuó disparando mientras intentaba evitar el ataque del reptil. Cada disparo que daba parecía ralentizar al enemigo, pero no lo detenía.
Brandon, recuperando el aliento y luchando contra el dolor, se levantó tambaleándose.
Turna fue derribada con una embestida brutal. Al ver esto, Brandon, a pesar de conocer sus limitadas posibilidades, se lanzó nuevamente al ataque, consciente de que no podía hacer mucho, pero sintiendo que no tenía otra opción.
Mientras tanto, Kira despertó, desorientada y confundida por lo que ocurría a su alrededor. Su mirada vagó por el caos hasta que sus ojos se posaron en el rifle que yacía a un lado de ella.
Brandon apenas pudo esquivar uno de los zarpazos del reptil, que pasó rozando su rostro y dejó una herida profunda justo debajo de sus ojos. El dolor le recorrió como un rayo, pero no tuvo tiempo de reaccionar antes de que un segundo golpe le rasgara el pecho, arrancándole un grito de agonía.
El reptil, con una risa cruel, lo tomó por el cuello y lo levantó con facilidad, como si no pesara más que un muñeco de trapo. Los ojos de Brandon se llenaron de desesperación mientras luchaba por respirar, sus manos inútilmente intentando liberar la presión en su garganta.
Cambiante: ¡Ja, ja! ¡Fuite un idiota!. ¿Pensaste que podías con nosotros, eh? Ja, ja... Bueno, se acabaron los juegos. Ahora, muere.
Su voz era gutural, entrecortada, con un tono burlesco que hacía que cada palabra sonara más aterradora. Brandon intentó decir algo, pero la falta de aire le impedía emitir sonido alguno.
En ese momento, Kira, ahora con el rifle firmemente en sus manos, apuntó con precisión. La determinación brillaba en sus ojos, y sin dudarlo, apretó el gatillo.
La bala atravesó el cuello del cambiante, provocando un grito ahogado y gorgoteante. Soltó a Brandon de inmediato, llevándose las manos a la herida mientras la sangre brotaba a borbotones. El cambiante se tambaleó, tratando de mantenerse en pie, pero la pérdida de sangre y el dolor lo superaron rápidamente. Después de unos momentos de vacilación, sus rodillas cedieron y cayó pesadamente al suelo, convulsionando antes de quedarse inmóvil.
El retroceso del rifle fue tan fuerte que Kira, aún debilitada y desorientada, no pudo mantener el arma en sus manos. El rifle se le escapó, y un zumbido agudo llenó sus oídos, dejándola temporalmente sorda. Kira intentó recuperar el aliento, pero la confusión y el mareo la superaron, dejándola aturdida en el suelo.
Brandon, recuperando el aliento, se arrodilló con dificultad, frotándose el cuello adolorido mientras observaba la caída del cambiante. Aún tambaleándose, se levantó y se acercó a Kira, notando su estado de confusión.
Brandon: (con voz ronca) Kira... . Hey, ¿estás bien?
Kira lo miró, pero sus ojos estaban nublados, tratando de enfocarse mientras luchaba contra el aturdimiento. Aunque no podía oírlo bien, asintió lentamente, esforzándose por mantenerse consciente.
Brandon extendió la mano hacia ella, ayudándola a levantarse. Sus movimientos eran torpes debido al dolor, pero la urgencia de la situación lo impulsaba a seguir adelante. Sabía que no tenían tiempo que perder, aunque habían derrotado al cambiante, Llamarada y sus secuaces aún estaban tras ellos.
Brandon: (gritando) Tenemos que movernos. No estamos fuera de peligro.
Turna, quien había logrado incorporarse después de la embestida, recogió la escopeta y se acercó a ellos.
Turna: ¿Qué hacemos ahora?
Preguntó, echando un vistazo al cuerpo inerte del cambiante y al puente no muy lejos de ellos.
Brandon: Vamos a volar ese puente.
Dijo Brandon, ayudando a Kira a mantenerse en pie.
Brandon: Es nuestra única opción para ganar tiempo.
Turna asintió, buscando los explosivos restantes. Sabía que no tenían mucho tiempo y que cada segundo contaba. Mientras Brandon y Kira se movían hacia la moto que se encontraba a una distancia considerable, Turna encontró los explosivos y se encargó de prepararlos.
El sonido de motores y gritos se hacía cada vez más fuerte, indicando que los secuaces de Llamarada se acercaban rápidamente. Con Kira apoyada en su hombro, Brandon la subió en la moto y la encendió, listo para lo que fuera necesario.
Brandon: ¡Date prisa, Mujer!
Gritó, mientras se acercaba a ella para ayudarla a colocar los explosivos en puntos clave del puente. Trabajaron rápido, sus manos moviéndose con prisa mientras colocaban los dispositivos.
Turna: ¡Listo! ¡es el ultimo!
Brandon: ¡Rápido corre! ¡tenemos que salir de aquí!
Una vez que terminaron, corrieron hacia la moto.
Pero entonces, una fuerte patada golpeó a Brandon en las costillas, lanzándolo contra la moto. El impacto lo dejó aturdido, y un dolor punzante se extendió por su costado. Kira, aún recuperándose del aturdimiento, sintió el peso de Brandon caer sobre ella, ambos cayendo al suelo junto a la moto.
Llamarada, con el rostro retorcido de ira, se acercó a ellos con pasos decididos, sus ojos dorados brillando con un fuego peligroso. Su cabello, antes azul, ahora brillaba en llamas rojas, ondeaba salvajemente alrededor de su rostro, reflejando la furia que la consumía.
Llamarada: ¡Ustedes, malditos desgraciados! ¡Voy a hacer que se arrepientan de haberme desafiado!
Llamarada comenzó a inhalar aire inflando su pecho, al tiempo que el brillo en sus ojos y cabello aumentaba de intensidad.
Turna, viendo la situación crítica, se apresuró a actuar. Tomó la escopeta y disparó.
Llamarada, al notar el disparo inminente, rápidamente alzó el puño para interceptar el proyectil, logrando repeler el impacto, aunque el golpe la hizo tambalear y causó una ligera herida en su mano. Su furia se intensificó, sus ojos dorados centelleando con una intensidad peligrosa.
Turna no perdió tiempo y disparó nuevamente, apuntando a los puntos vulnerables de Llamarada. La agresiva adversaria esquivó algunos disparos, pero recibió otros impactos que la hicieron soltar quejidos de dolor. Mientras tanto, Kira y Brandon, aún aturdidos, intentaron recuperar sus fuerzas y prepararse para moverse.
Kira: ¡Vamos, Brandon!
Gritó Kira, tratando de levantar a Brandon.
Brandon, exhausto y con sus heridas limitándolo, ya no podía seguir. Desesperada, Kira fijó su vista nuevamente en el rifle que yacía a unos metros de distancia. Se esforzó por levantarse, sus movimientos aún torpes debido al mareo y al aturdimiento.
Mientras tanto, Llamarada avanzó con pasos pesados, su furia palpable. Agarró la escopeta de Turna con una fuerza implacable y, con un puñetazo devastador, la destrozó en pedazos. Turna, sorprendida y aturdida, apenas pudo reaccionar antes de que Llamarada la agarrara del cabello con una fuerza brutal.
Llamarada: ¿De verdad creíste que podrías escapar de mí, malditos?
Gruñó Llamarada con voz cargada de furia.
Llamarada: Te ofrecí dejarte huir a salvo, si me llevabas a Arcadya y así es como me agradeces.
Turna, con la respiración entrecortada, levantó la vista hacia Llamarada con desdén.
Turna: ¡Eres un monstruo!. Has cometido muchas atrocidades en nombre de tus señores. Traicionaste a nuestra gente. Jamás te llevaré a Arcadya. No dejaré que...
Llamarada lo interrumpió con una risa cruel y sarcástica.
Llamarada: JuJuJuJu ¿Creen que tienen la autoridad para decidir sobre el destino de todos?
Dijo, apretando su agarre sobre Turna. Su mirada era un torbellino de odio y desdén.
Llamarada: ¿Qué fue lo que ocurrió la última vez que pensaron así?
Turna desvió la mirada en silencio, incapaz de responder.
Llamarada: Tsk, ya me cansé de esto. Me dirás dónde está Arcadya en este momento, o sino.
Llamarada agarró el brazo de Turna y lo rompió con un crujido horrendo, Turna gritó, el sonido desgarrador resonó en el aire mientras Llamarada mantenía su furia. Kira, con el rifle en las manos, miraba horrorizada la escena, sabiendo que no quedaba mucho tiempo antes de que la situación se volviera aún más desesperada.
Llamarada continuó torturando a Turna, le rompió uno de sus pies, disfrutando de su sufrimiento.
Llamarada: ¿Crees que me importa tu bravura? Eres sólo otro obstáculo que eliminaré para conseguir lo que quiero.
De repente, Llamarada escuchó un sonido detrás de ella. Al voltear, se encontró con Kira a unos cuantos pasos de distancia. Kira apretó el gatillo con determinación y el disparo impactó a Llamarada, la fuerza del retroceso empujo a kira enviándola hacia atrás. Uno de los cuernos ensangrentados de Llamarada cayó al suelo alado suyo. Kira lo había logrado su familia y amigos habían sido vengados.
Con dificultad, Kira alzó la vista para ver a Turna en el suelo. Parecía estarle gritando algo. Kira movió su mirada viendo un rastro de sangre y, sobre él, estaba una figura tambaleante de pie... era Llamarada, acercándose a ella.
De repente, un brazo atravesó el pecho de Kira. Era el brazo de Llamarada, que aún seguía viva. Kira no comprendía qué pasaba, estaba segura de que la había matado. Debía haber algún error.
Kira: No... no puede ser.
Murmuró Kira, el dolor nublando sus pensamientos mientras su visión se desvanecía.
Llamarada, ahora con la amenaza neutralizada, se dejo caer al suelo, se sujetó la cabeza retorciéndose y gritando de dolor, sus gritos llenos de furia y desesperación.
Brandon no podía creer lo que veía, Kira había muerto, pero Llamarada se encontraba indefensa era su oportunidad. Sin embargo, la realidad le resultaba insoportable. Esto que no debía terminar así.
A lo lejos, se veía el camión de los Bandidos, debido al impacto la rueda de la moto ya no servía. Brandon apenas podía moverse, con el pie de Turna roto y Llamarada recuperándose rápidamente. Turna desesperada no podía dejar que el núcleo cayera en manos equivocadas o que los Bandidos llegaran a Arcadia, sin mas obciones tomó una decisión desesperada. Con dificultad, se arrastró hacia uno de los explosivos.
Brandon vio lo que Turna estaba haciendo y comprendió la locura que estaba por hacer.
Turna: Lo siento, lo siento chicos... Dr. Morgan... he fallado.
Murmuró Turna antes de que todo estallara.
Un instante después, una explosión rugió, envolviendo a Turna, a Llamarada y el cuerpo de Kira en un resplandor cegador. El calor y la onda expansiva lo sacudieron todo. Los ya deteriorados cimientos del puente, no pudieron mas, finalmente cedieron. Con un crujido ensordecedor, el puente se desplomó, directamente al barranco.
HORAS MAS TARDE.
Brandon despertó a las orillas del río. Su cuerpo estaba adolorido y entumecido por la corriente fría del agua, que lo había arrastrado lejos del lugar de la explosión. El sonido del río fluyendo y el canto distante de algunas aves rompían el silencio que lo rodeaba.
Abrió los ojos lentamente, parpadeando contra la luz tenue del atardecer. Su cabeza le dolía, y cada movimiento le causaba punzadas de dolor, pero estaba vivo. A su alrededor, la vegetación crecía densa, con árboles altos y maleza que lo protegía de la vista. El río, en su eterno fluir, le había dado una segunda oportunidad, arrastrándolo hasta un lugar seguro.
Brandon intentó levantarse, apoyándose en un tronco caído. A lo lejos, podía ver los restos del puente. Por fin, todo había terminado, ni siquiera Llamarada podría haber sobrevivido a eso.
Brandon: Hak, uno menos... ¡haaa! Maldición.
Al revisar su cuerpo, Brandon sintió el ardor de las enormes heridas en su pecho y rostro, un recordatorio constante de la batalla que acababa de librar. Pero lo que más le dolía no eran las heridas físicas, sino las pérdidas que había sufrido. La culpa lo abrumaba; una vez más, no había podido proteger a aquellos que dependían de él.
Su mente se llenó de recuerdos, no solo de Kira, sino también de otros más antiguos y profundos. La imagen de una joven de cabello oscuro y ojos llenos de esperanza apareció en su mente, alguien que había conocido en otro tiempo, en otra vida. Junto con ella, vinieron los recuerdos de los niños, pequeños e inocentes, que habían confiado en él para protegerlos. Tampoco había podido salvarlos. La culpa se hizo más intensa, haciéndolo sentir como si el peso del mundo estuviera sobre sus hombros.
Con un grito ahogado, Brandon golpeó un tronco con toda la fuerza que le quedaba, sintiendo cómo la corteza rasgaba su piel. Pero el dolor físico no podía compararse con el tormento en su corazón. Todo lo que había intentado proteger, todo por lo que había luchado, parecía desmoronarse a su alrededor.
Exhausto, se dejó caer al suelo, respirando con dificultad. El agotamiento físico se mezclaba con la desesperación emocional, y por un momento, se permitió rendirse a la oscuridad que amenazaba con consumirlo.
Brandon: ¿Por qué todo tuvo que terminar así?.
Estuvo allí por un rato, inmóvil, mientras la tristeza lo invadía por completo. Pero sabía que no podía quedarse en ese estado. Sus heridas necesitaban atención, y si quería sobrevivir, debía moverse.
Observando los alrededores, vio algo entre las rocas del río, una mochila parcialmente sumergida. Con esfuerzo, se arrastró hacia ella y la tomó, con la esperanza de que contuviera algo útil. Al abrirla, sus ojos se posaron en un objeto que lo hizo detenerse, un contenedor metálico, pequeño y sellado con cuidado. Turna le había mostrado ese mismo contenedor hace algunos días, y las palabras de la mujer resonaron en su mente.
Turna: Este núcleo tiene la capacidad de alimentar una ciudad entera por años. Es único en su tipo. Debo llevarlo a Arcadya. Te lo ruego, ayúdame, esto podría cambiarlo todo.
Brandon sostuvo el contenedor entre sus manos, comprendiendo el peso de lo que tenía. El sacrificio de Turna, la muerte de Kira... todo había sido por este pequeño artefacto.
¿Qué debería hacer? La pregunta resonaba en su mente.
Brandon se encontraba en una encrucijada. Podía intentar buscar Arcadya y llevar el núcleo, cumpliendo la misión por la que Turna había dado su vida. Sabía que el viaje sería peligroso, incluso sin la amenaza de Llamarada, ya que sus amos podrían enviar a otros tras él. Pero, ¿no había sido igual de arriesgado todo lo que había hecho hasta ahora?
Además, ¿qué otra opción tenía? Llamarada estaba muerta, y Brandon no sabía dónde estaban el resto de sus amos. La pelea que acababa de enfrentar le dejó claro que, en su estado actual, no sería rival para ellos, al menos no sin ayuda.
El núcleo, sin embargo, podía ser su oportunidad. Tal vez, si lograba llevarlo a Arcadya, encontraría aliados poderosos que lo ayudarían en su lucha.
Con esfuerzo, Brandon se levantó, guardando el contenedor en su mochila. Su cuerpo dolía, y la tristeza seguía pesando en su corazón, pero había tomado una decisión. Haría el viaje a Arcadya y cumpliría la misión que Turna no pudo completar, la misma por la que Kira había dado su vida. Tal vez, en ese camino, encontraría la redención que tanto buscaba.
MIENTRAS TANTO.
Entre los escombros del puente derrumbado, Llamarada yacía en un estado lamentable. Su cuerpo, antes imponente y lleno de poder, ahora estaba aplastado y cubierto de sangre y polvo. Los restos del puente la habían arrastrado al río, pero su resistencia sobrehumana le permitió aferrarse a la vida, aunque apenas.
Sus ojos, llenos de rabia y dolor, miraban con dificultad a su alrededor. Intentaba moverse, pero su cuerpo no respondía más que con leves espasmos de dolor. Cada respiración era un esfuerzo titánico, un recordatorio de que, a pesar de todo su poder, estaba al borde de la muerte. El agua del río comenzaba a teñirse de rojo a su alrededor, mientras sus pensamientos se oscurecían, llenos de ira y desesperación.
Llamarada sabía que no podría sobrevivir mucho más en ese estado, pero en su mente solo había un pensamiento
Llamarada: Debo encontrar esa máquina.
Aunque su cuerpo estaba roto, su espíritu no había sido completamente derrotado. Con las últimas fuerzas que le quedaban, intentó arrastrarse fuera del agua, hacia la orilla, en un esfuerzo desesperado por sobrevivir y cumplir con la misión que su señor le había encomendado.
Cada movimiento dolía, pero no se detenía. La corriente era fuerte, amenazando con arrastrarla más lejos, y cada vez que intentaba avanzar, el agua la empujaba de vuelta. Su cuerpo empezaba a hundirse, las sombras de la muerte la rodeaban, pero su voluntad era inquebrantable. Extendió su mano hacia arriba, un último intento desesperado por aferrarse a la vida, por aferrarse a la misión que aún no había completado.
De repente, sintió algo firme en su mano. Alguien la había tomado.
Llamarada fue sacada del agua con fuerza, sintiendo cómo su cuerpo lastimado era levantado desde las profundidades del río. Con lo poco que le quedaba de fuerza, levantó la vista, esperando ver un rostro conocido o tal vez uno de sus enemigos. Pero lo que vio la sorprendió.
Ante ella estaba una adolescente, no mayor de 14 o 15 años. La joven, con un gesto de esfuerzo en su rostro, sostenía con dificultad el brazo de Llamarada mientras flotaba en el aire, sentada en lo que parecía ser un bastón. La niña luchaba por mantener su agarre, y aunque su cuerpo temblaba por el esfuerzo, no aflojaba su agarre.
Desconocida: Te tengo, no te rindas.
Dijo la chica, su voz temblando por el esfuerzo y la tensión.
Llamarada sintió un extraño conflicto dentro de ella. Parte de su ser, lleno de odio y rabia, quería rechazar cualquier ayuda, pero su cuerpo destrozado y su voluntad de cumplir su misión la obligaron a aceptar el auxilio.
La adolescente, con algo de esfuerzo, la acomodó en el bastón con ella, comenzando a elevarlas a ambas desde el río, usando el bastón flotante para mantenerse en el aire. Llamarada notó que la chica tenía una expresión seria, concentrada, como si estuviera usando todas sus fuerzas para mantenerlas a salvo.
Llamarada: ¿Quién... quién eres...?
Llamarada logró murmurar con voz rasposa, apenas audible por el sonido del agua y el viento.
Desconocida: No importa quién soy, lo que importa es que sigas con vida... Ten, bebe esto. Te sentirás mejor.
La chica sacó una pequeña botella con un líquido rojo en su interior y se la ofreció a Llamarada.
Llamarada observó la botella con el líquido rojo, su mente debatía entre la desconfianza y la necesidad desesperada de recuperarse. La niña mantenía la botella extendida, No había duda ni vacilación en su expresión, realmente quería ayudar.
Llamarada, con las manos temblorosas y llenas de sangre, tomó la botella. Sus ojos no se apartaron de la chica mientras destapaba el frasco con dificultad. Sabía que beber aquel líquido era una apuesta, podía ser su salvación o el final de su vida. Pero en su estado, no tenía otra opción.
Lentamente, llevó la botella a sus labios y bebió. El líquido tenía un sabor metálico y dulce, y al pasar por su garganta, sintió una extraña sensación de calor recorrer su cuerpo. Un escalofrío la sacudió, y por un momento, cerró los ojos, esperando lo peor.
Sin embargo, en lugar de debilitarse, Llamarada comenzó a sentir una extraña vitalidad volver a su cuerpo. El dolor que la había torturado hasta ahora comenzó a desvanecerse, y sus heridas, aunque no sanaron por completo, dejaron de sangrar. Podía sentir la energía fluir por sus venas, como si el líquido le estuviera devolviendo una fracción de su antigua fuerza.
Llamarada(desconcertada): ¿Qué... qué es esto...?
Desconocida: Es un elixir de sanación, algo que mi familia ha usado durante generaciones. No curará todas tus heridas, pero te dará fuerzas para seguir adelante.
Con cada segundo que pasaba, Llamarada sentía cómo la energía volvía a su cuerpo, sus pensamientos se volvían más claros, y su voluntad de sobrevivir y cumplir su misión se reforzaba. La chica, aún flotando en el aire con su bastón, comenzó a llevarlas hacia el camino donde, a lo lejos, se veía un grupo de figuras moviéndose rápidamente.
Finalmente, llegaron al camino donde los secuaces de Llamarada, que habían estado buscándola desesperadamente, se encontraban. Al verla, aunque en un estado lamentable, sus rostros mostraron alivio. Varios de ellos corrieron hacia su jefa, ofreciendo su apoyo para ayudarla a bajar del bastón y llevarla a un lugar seguro.
Hombre: ¡Jefa! ¡Pensamos que te habíamos perdido!
Dijo uno de los hombres, mientras ayudaba a Llamarada a mantenerse en pie.
Llamarada: No... no es tan fácil deshacerse de mí
Dijo con su voz recobrando su tono autoritario, aunque aún débil.
Mientras los secuaces la ayudaban a estabilizarse, la chica que la había rescatado se quedó a un lado, observando con atención, como asegurándose de que Llamarada realmente se recuperaría. Uno de los secuaces la miró con desconfianza, pero Llamarada levantó una mano, deteniendo cualquier acción.
Llamarada: Esta niña... me salvó. Déjenla en paz.
Dijo Llamarada con voz firme, aunque aún se notaba el esfuerzo en sus palabras.
Los secuaces se miraron entre sí, sorprendidos por la orden de Llamarada, pero no se atrevieron a cuestionarla. Uno de ellos, que parecía ser el líder del grupo, asintió y retrocedió, indicando a los demás que no molestaran a la joven. La chica, todavía flotando en su bastón, observaba a Llamarada con una mezcla de curiosidad y preocupación.
Llamarada: Gracias...
Murmuró Llamarada, sus ojos, por primera vez en mucho tiempo, mostraban un destello de gratitud.
Llamarada: ¿Cómo te llamas?
La chica bajó del bastón con suavidad, aterrizando con gracia junto a Llamarada. Su expresión, seria y resuelta, no había cambiado.
Desconocida: Mi nombre es Wendy.
Llamarada, aún con la mente enredada en la situación, giró su mirada hacia el hombre cambiante que yacía a un lado del camión, gravemente herido. La preocupación brillaba en sus ojos por un instante, pero su determinación la empujó a preguntar:
Llamarada: ¿Él sigue con vida?
Uno de los secuaces se acercó para responder, su tono era grave y cargado de desesperanza:
Hombre: Está en las últimas, apenas y puede respirar.
Llamarada asintió lentamente, su mente evaluando la situación. Luego, volvió su atención a Wendy.
Llamarada: Wendy... ¿crees que puedas ayudarlo, como hiciste conmigo?
Wendy miró al hombre cambiante con una expresión de profunda concentración, luego volvió a mirar a Llamarada.
Wendy: (sonriendo) Puedo intentarlo.
Wendy se acercó al hombre cambiante, que yacía en el suelo, apenas consciente y con heridas graves. Con una calma sorprendente, sacó otra botella del mismo líquido rojo que había usado para Llamarada. Se inclinó sobre el cambiante y cuidadosamente vertió el contenido de la botella en su boca.
Los secuaces de Llamarada observaron con asombro mientras el líquido entraba en el cuerpo del cambiante. En cuestión de segundos, la herida en su cuello comenzó a cerrarse, y su respiración se estabilizó. Aunque el cambiante aún permanecía inconsciente, su estado había mejorado notablemente.
Con la herida del cambiante estabilizándose y su vida ya no corriendo peligro, Wendy se giró hacia Llamarada con una expresión de alivio.
Wendy: Me alegra haber venido. Vi el humo desde lejos y pensé que alguien podría necesitar ayuda.
Llamarada, aunque todavía débil, mostró una pequeña sonrisa de gratitud. La situación había cambiado drásticamente, de estar al borde de la muerte, ahora se sentía con una renovada esperanza gracias a la intervención de Wendy.
Llamarada: Gracias... de verdad. No esperaba encontrar ayuda en medio de este caos, pero parece que el destino tenía otros planes.
Wendy asintió, sus ojos aún reflejando una determinación inusual para alguien tan joven.
Wendy: (sonriendo) Solo hice lo que podía. Si hay algo más en lo que pueda ayudar, dime.
En ese momento, un hombre se acercó a Llamarada con una especie de tableta de piedra en las manos.
Hombre: Jefa, es un mensaje de Lord SkekMal.
El nombre de SkekMal hizo que el rostro de Wendy se pusiera pálido en un instante. Llamarada tomó la tableta de piedra, la cual comenzó a brillar con una luz púrpura. La expresión de su rostro cambió a una de sorpresa y alarma.
Llamarada: ¡Cambio de planes! ¡Debemos volver con el señor de inmediato! Malek, Albert Ustedes, junto a Predator, quédense y busquen el contenedor... Wendy...
Al voltear, vio cómo Wendy se había alejado hasta la orilla del puente, poniéndose en guardia con su bastón apuntando a Llamarada.
Llamarada: Hmmm, entiendo... Como te debo mi vida, puedes irte.
Wendy asintió, aunque su mirada mostraba una mezcla de preocupación y desdén. Con un último vistazo a Llamarada, se montó en su bastón, dispuesta a seguir su propio camino.
Wendy: Supongo que... fue bueno volver a verte... Mizuki.
El nombre sorprendió a Llamarada. Sus ojos se abrieron con incredulidad y rápidamente volteó en la dirección de Wendy, pero ya se encontraba demasiado lejos. La sorpresa y la confusión eran evidentes en su rostro mientras observaba a Wendy alejarse. La mención de su verdadero nombre resonaba en su mente, despertando una profunda inquietud.
Wendy: (impactada) ¿Cómo supo mi verdadero nombre?
Wendy, aún flotando en el aire sobre su bastón, no se volvió para mirar, pero su presencia había sido suficiente para dejar a Llamarada con una extraña sensación inquietante.
FIN DEL CAPITULO.
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