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28 [Discusión de la vida]

Habían pasado algunos minutos, alrededor de una hora desde que Hamaki se presentó en la plaza.

Su oferta había generado gran revuelo en poco tiempo. Su llegada y presencia eran tema de discusión por toda la base; numerosos rebeldes estaban debatiendo sobre lo que harían.

Muchos querían ir a ver cómo sería el entrenamiento, otros se negaban a acercarse a ella, y algunos pensaban que todo esto era ridículo.

Aun así, muchos estaban dispuestos a hacer lo que fuera necesario para enfrentar a Naomi, viendo en Hamaki una oportunidad.

Nadie podía negarlo, la Hyuga era exageradamente fuerte. Aunque su broma había sido muy pesada, había demostrado el monstruo que era en combate. Su fuerza respaldaba su propuesta.

En una sala de reuniones de la base, varios ninja se habían reunido para conversar al respecto. La mayoría eran los que habían enfrentado a Hamaki durante su "broma".

Todos estaban sentados en el suelo, con expresiones variadas que reflejaban indecisión. Finalmente, alguien tomó la iniciativa de hablar.

Shikamaru golpeó suavemente la madera del suelo con la palma para llamar la atención.

—Bien, escuchen. Discutamos esto de manera organizada. Sabemos que Hamaki propuso un entrenamiento especial, ¿cierto? La cuestión aquí es: ¿quién está considerando seriamente participar?

Rock Lee levantó la mano de inmediato, su rostro radiante de emoción.

—¡Por supuesto que yo! ¡La señorita Hamaki es increíblemente juvenil! Si su entrenamiento puede ayudarnos a superar nuestros límites, entonces debemos aceptarlo sin dudar. Su demostración de taijutsu fue excelente.

Gai asintió con una gran sonrisa, siguiendo la misma energía de su alumno.

—¡Bien dicho, Lee! La señorita Hamaki representa la esencia de la determinación y la juventud. Este es un regalo que no debemos desperdiciar. Además, según Neji, es una persona muy experimentada. ¡Ochocientos años no son poca cosa!

Ino cruzó los brazos, con el ceño fruncido.

—Eso dices tú, Gai-sensei. Pero ¿cómo podemos confiar en alguien que no solo está relacionado con Hinata, sino que además fue una general de Naomi? Esto no me gusta. Además... Hay algo dentro de ella que no me gusta... —dijo, recordando su breve interacción con Yami. En menos de un segundo, le había demostrado una actitud que contrastaba con la de la mujer bromista del exterior.

—Estoy de acuerdo —dijo Temari, golpeando la madera con el dedo índice—. Esa mujer no me inspira confianza. ¿No les parece extraño que alguien con su poder decida ayudarnos de repente? ¿En qué se beneficia?

Kankuro la detuvo, tomándola de los hombros.

—Oye, oye... Cálmate un poco, hermana. Sé que estás en conflicto ahora, pero deberías pensarlo mejor.

Temari solo le devolvió una mirada algo enojada.

No era para menos. Hace cuatro años habían confiado en Naruto y en Hinata, dejando que "cuidaran" de Gaara. ¿El resultado? Una derrota y la pérdida de dicho hermano, que ahora era un soldado más de Naomi.

Confiar en Hamaki era difícil, especialmente cuando estaba relacionada con Hinata, quien simplemente nunca dio la cara y se escondió por cuatro años.

Kankuro trataba de razonar, pero incluso él se sentía atormentado por aquella situación.

No puedo exigirle demasiada comprensión a mi hermana, cuando yo mismo dudo de mi creer.

Sasuke, por otro lado, había permanecido pensativo desde que la enfrentaron, sin decir nada al respecto. Finalmente, rompió el silencio.

—¿Y qué si es extraña? Todos sabemos que si hubiera querido matarnos, ya lo habría hecho. Puede hacerlo cuando quiera. Tiene el poder para hacerlo... No perdemos nada.

Shikamaru asintió.

—Exactamente. Es mejor considerar que su oferta es genuina. No tiene una razón para engañarnos en realidad, y todos sabemos que su fuerza respalda el hecho de que no busca nada de nosotros. De lo contrario, no estaríamos teniendo esta conversación.

Todos guardaron silencio. Era cierto. El hecho de que siquiera lo estuvieran considerando era porque veían algo de esperanza en ello.

Suigetsu rió entre dientes, dejándose caer al suelo con la cabeza apoyada entre las manos.

—Ja, bueno, yo estoy dentro. Si esa mujer puede hacerme más fuerte, ¿por qué no? Además, esto suena como un reto interesante. Aun pienso pedirle su autógrafo. Su teatro fue divertido.

Mangetsu lo miró con una ceja levantada antes de asentir con calma.

—Supongo que no tenemos nada mejor que hacer. Entrenemos o no, no cambia el hecho de que estamos en sus manos, para bien o para mal. Y si esto puede darnos una ventaja contra Naomi, vale la pena intentarlo.

Haku, que había permanecido en silencio, levantó la mirada.

—Entiendo que haya dudas. Incluso yo las tengo... Pero mi instinto me dice que debería confiar en ella. Entrenar con alguien como Hamaki es una oportunidad única. Sí, podría ser peligroso, pero ¿qué no lo es en estos tiempos? Mejor morir intentándolo que no hacer nada.

Choji sonrió mientras comía de una bolsa de papas.

—Yo también me apunto. Hamaki me parece divertida, es atractiva... y además... ¿mencionó dulces, verdad? Seguro dará muchos más.

Ino rodó los ojos.

—¿Es en serio, Choji?

—Claro que es en serio. ¿Por qué no aprovechar una oportunidad que podría ser... deliciosa?

—Por favor... —murmuró Temari con desprecio.

Finalmente, Neji intervino con calma, cruzando los brazos.

—Hamaki también es mi abuela... La conocí en medio de una batalla que casi nos cuesta la vida a mi equipo y a mí. Por no decir que, en realidad, nos costó la vida. Pero, incluso siendo una general, no dudó en apoyar a otros incondicionalmente. No solo es poderosa, también es sincera. Creo que he pasado suficiente tiempo con ella para saberlo. Simplemente es el tipo de persona que es feliz ayudando a otros.

Esta intervención hizo que muchos se miraran entre sí. Neji era muy franco, además de muy observador. El tipo de persona que no confía en cualquiera fácilmente y analiza cada gesto.

Kiba asintió, apoyando a Neji.

—Exacto. Hay que decirlo: es una ancianita milenaria con complejo de payasita... Pero esa abuela no miente. Es capaz de hacer lo que dice, y créanme, esa tipa tiene mucha fe en todos nosotros. Yo no dudaré en entrenar con ella.

Shino, aunque reservado, habló con su tono usualmente monótono.

—Es una sennin, después de todo. Una persona que ha vivido de todo, incluso la muerte misma. Que su actitud no los engañe; cada cosa que hace es genuina por absurda que sea.

Sakura frunció el ceño, pero no dijo nada al principio. Finalmente suspiró.

—Lo entiendo, les salvó el trasero, pero no puedo dejar de lado el hecho de que está relacionada con Hinata. No me inspira confianza.

—Sakura, hay cosas que no entiendes aún... Sinceramente, me gustaría poder decirles más, pero no me concierne —declaró Kiba, mostrándose reflexivo, lo que dejó perpleja a su compañera.

Karin miró a Sakura con algo de curiosidad.

—Yo tampoco confío completamente, pero... Hamaki me recuerda un poco a... Bueno, a alguien que valoro mucho. Su chakra es muy cálido y reconfortante. No creo que busque dañarnos... —dijo, agachando la cabeza mientras juntaba sus manos. Parecía nostálgica, como si no fuera capaz de expresar su sentir.

Kurotsuchi bufó.

—Hmph. Esa bruja se burló de mí, ¿recuerdan? Pero ¿saben qué? Aceptaré. No porque confíe en ella, sino porque no le tengo miedo. A lo mejor aprendo algo útil.

—Bueno, yo creo que vale la pena intentar, aunque igual deberíamos vigilarla —agregó Sai con calma.

Shikamaru dejó escapar un suspiro, procesando la mayoría de opiniones.

—Entonces, ¿podemos decir que la mayoría está de acuerdo en intentarlo? Personalmente no iré, es muy problemático —declaró con pereza en su voz.

Temari gruñó, cruzándose de brazos.

—No me agrada, pero lo haré. En este punto es peor no intentarlo, tienen un punto. —Finalmente, volteó señalando a Shikamaru—. Pero más te vale también participar, o ya sabes dónde vas a dormir por el próximo mes.

Esto último hizo que el Nara se tensara con un gesto de incomodidad.

—Mierda... Está bien, iré... Rayos, qué fastidio...

Sasuke se levantó de su asiento, su expresión decidida.

—Al final, es simple. Si queremos vencer a Naomi, tenemos que tomar todos los riesgos necesarios. Ya hemos estado cuatro años sin lograr nada. Es hora de dar un paso al frente.

Gai sonrió ampliamente, golpeando la mesa con entusiasmo.

—¡Así se habla, Sasuke! ¡Es el espíritu juvenil que necesitamos!

Al final, aquellos que se sentían reacios a aceptar terminaron haciéndolo. Todos estarían en la plaza en la madrugada. Así dio por terminada la reunión.

Mientras la tarde ya oscura avanzaba, los rebeldes se dirigían a sus respectivas habitaciones, con sus mentes inquietas ante lo que les esperaba al amanecer.

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Mientras tanto en otra cabaña de la base rebelde

Luego del discurso y propuesta de Hamaki, todo el público se dispersó... Exceptuando a los Pecados Capitales.

Jiraiya ahora necesitaba ponerse al corriente con Hinata, además de tener una conversación con Natsu. Los tres, junto a Tsunade, necesitaban tener un diálogo sobre el futuro.

Por lo tanto, el sannin de los sapos les permitió a los asesinos quedarse en una cabaña mientras hablaba con su líder.

Ahora, los Pecados Capitales estaban sentados en la sala de la cabaña, en un ambiente cargado de seriedad, a punto de discutir lo ocurrido con Hamaki.

El silencio de la habitación era palpable. Todos esperaban que alguien tomara la iniciativa.

Yatira, recostada en el sofá, apoyó los pies sobre la mesa del medio y lanzó un suspiro teatral, llamando la atención de todos.

—Así que... ¿quién más piensa que esta “Profe Maki” es una completa loca? —dijo mientras giraba un dulce entre sus dedos, el cual había atrapado cuando Hamaki los lanzó.

Kenzo, sentado en un asiento de madera, cruzó los brazos.

—Llamarla loca es quedarse corto. Esa mujer hizo que todos los rebeldes, e incluso nosotros, pareciéramos idiotas en cuestión de minutos... Aún sigo sorprendido. Fácilmente está a la par de Naomi o Aneko.

Ohara asintió con su usual calma mientras miraba la mesa, donde descansaba su cañón de chakra destrozado. Ahora usaba unas pinzas para mover unos cables, concentrado en su reparación. No por nada la mesa del comedor estaba llena de herramientas de todo tipo, y llevaba un lente especial en su ojo derecho.

—Digas lo que digas, no se puede negar que su poder está fuera de este mundo —declaró mientras retiraba una pieza del cañón—. Y pensar que nuestra mejor arma destructiva apenas le dio problemas... Aunque, es un alivio que mi cañón fallara y ella destruyera el rayo.

—Si hubiera funcionado como queríamos en ese momento, la broma habría terminado muy cara... —comentó Yatira con una gran gota de sudor en la frente.

—Habríamos destruido la barrera en el mejor de los casos, y el disparo habría salido de la atmósfera... Pero habríamos revelado la posición de la base rebelde por la explosión a esa altura y la alta concentración de chakra. En el peor de los casos, el disparo podría haber destruido la base completa si estallaba aquí.

—Nos apresuramos a tirar todas nuestras cartas, pensando que podíamos eliminar al tercer general más fuerte... No medimos las consecuencias —declaró Kenzo, mostrándose algo molesto por lo impulsivos que fueron.

El hecho de ver cómo soportó el ataque de Natsu nos llevó a cometer una acción precipitada.

No esperaban que Hamaki saliera tan tranquila del mejor ataque de la capitana en su modo sabio. Por esa razón, optaron por usar el cañón.

Kasuma gruñó mientras jugaba con una paleta entre sus dedos.

—Tch. Y más encima salió a decir que ofrecía darnos clases. Sin duda es una loca... —El moreno dudó un momento, girando su mirada hacia Ohara—. Admito que quiero entender cómo demonios logró burlarse de todos nosotros y seguir comportándose como si todo fuera un juego... Pero, ¿es conveniente para nosotros entrenar con ella? Natsu-sama nos había dicho que nuestra misión es ir a por Saiko... No sé si tengamos tiempo para quedarnos siquiera.

Yatira levantó una ceja.

—¿Kasuma, el tipo más testarudo del grupo, considerando someterse a un entrenamiento? ¡Debe ser el fin del mundo!

Kasuma le lanzó una mirada molesta.

—No lo hagas un chiste, Yati. Estoy pensando en el futuro. No estoy diciendo que confío en ella, estoy diciendo que Naomi es un monstruo, y esa Hyuga podría enseñarnos algo útil... Pero Saiko sigue ahí afuera.

Kenzo resopló, inclinándose hacia adelante con una sonrisa burlona.

—¿Desde cuándo eres tan filosófico, Kasuma? Aunque, debo decirlo, tienes razón... Natsu-sama estaba demasiado preocupada por la aparición de Saiko, que podría seguir allí afuera haciendo de las suyas. No creo que nos quedemos a entrenar o algo así. ¿Qué será de nosotros ahora?

Ohara levantó una mano para calmar la situación.

—Relájense. La capitana tomará la mejor decisión posible... Entrenar o ir a por Saiko... A lo mejor podamos conseguir ayuda para cazarla. Debemos admitir que si esa Saiko se enfrentó a Hamaki dando problemas, probablemente no estamos tan capacitados para eliminarla... Pero volviendo al tema, el comportamiento de Aneko debería darnos una idea de cuánto confiar en Hamaki.

Yatira sonrió haciendo rodar el dulce por la mesa.

—Ohara tiene razón, aunque odio admitirlo. Saiko podría ser una amenaza muy grande para nosotros. Es mejor hacer la alianza primero. De seguro Natsu-sama ya se dio cuenta... —declaró la mujer, para luego tirar el dulce al aire y que finalmente cayera en su boca—. Y sobre Hamaki y confiar en ella, ¿han visto cómo trata a Aneko? ¡Es adorable! La carga como si fuera su juguete favorito. ¿No es así, Kenzito?

Kenzo la miró con frialdad.

—ಠ⁠_⁠ಠ 🖕🏻

—Jajaja... Ya, ya... Dejo de molestar con el Anemaki. No vaya a ser que salgas con otro remate.

—Buena chica... Aunque debo admitirlo, Aneko se comportó de una manera muy peculiar a su lado. Casi parecía otra persona. No es usual en ella sonreír así —declaró mientras se llevaba una mano al mentón.

Ohara meditó la situación un momento.

—Hamaki y Aneko parecen llevarse bien, eso es cierto. Ella es de lejos la que tiene el mejor instinto de entre nosotros... Si Hamaki pretendiera algo malo, ella no andaría tan tranquila y menos tan amistosa. Pero volvamos al tema. ¿En caso de entrenar, esto nos da una posibilidad realista contra Naomi o Saiko?

Kenzo se encogió de hombros.

—Si Aneko confía en ella, supongo que puedo darle una oportunidad. No puedes mentirle a Aneko.

Yatira soltó una risita.

—¡Aww, Kenzo, qué noble de tu parte! Sigues a Aneko como un perrito.

Kenzo le devolvió una mirada asesina, pero no respondió.

Yasu suspiró. Había estado en silencio durante toda la conversación, pero finalmente decidió hablar.

—Supongo que nuestra capitana estará hablando de todo esto ahora... Ella tomará la decisión, pero, ¿saben que esto no es el único problema con el que tenemos que lidiar, no?

—¿A qué te refieres?

—Hay un demonio en la base... No había podido decirles nada, debido a un pacto entre Aneko, el demonio y yo, pero creo que ya que están aquí, deberíamos hablarlo.

Esto llamó la atención de todos.

Kenzo solo suspiró antes de mirar al techo.

—Me pregunto qué estará haciendo la pendeja de Aneko ahora...

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Algunos minutos antes...

El cielo nocturno ya se estaba manifestando, mientras el tono naranja del atardecer empezaba a desvanecerse, y la luz de la luna asomaba suavemente.

Se podía ver cómo Hamaki había dispuesto una mesa improvisada en lo alto de un edificio. Sobre ella descansaba un pastel de chocolate tan grande que parecía más apropiado para un banquete de bodas que para dos personas. El aroma dulce y embriagador llenaba el aire, mezclándose con la brisa.

Hamaki, con una sonrisa traviesa, se cruzó de brazos mientras admiraba su creación culinaria (aunque técnicamente lo había comprado). Aneko, por su parte, se sentó en el suelo frente a la mesa, observando el pastel con una mezcla de curiosidad y cautela.

—¡Listo, Ane-chan! Este es tu primer encuentro con la maravilla que llamamos azúcar —Hamaki se inclinó hacia ella, colocando un plato y un enorme cuchillo para cortar una rebanada—. Te lo advertí, la primera vez siempre es especial.

Aneko ladeó la cabeza, sus ojos rojos fijándose en el pastel.

—Es... muy agradable. Su aroma es suave y reconfortante... ¿En serio trajiste esto solo para comerlo conmigo? Según lo que sé, la gente come tajadas pequeñas —preguntó, inclinándose un poco más para olfatearlo de cerca. Sus sentidos, siempre agudos, parecían bailar ante el aroma.

Hamaki asintió con entusiasmo.

—¡Por supuesto! Tú comes mucho, ¿no? Quiero asegurarme de que puedas disfrutarlo. Además, el chocolate es el mejor invento del mundo —le guiñó un ojo antes de cortar una porción que parecía más un ladrillo que un pedazo de pastel, colocando la rebanada frente a Aneko—. Ahí tienes una parte. No dudes en comer cuanto quieras una vez lo termines.

La asesina lo estudió con cuidado. Extendió una de sus garras, pasándola por el glaseado y palpando la masa, sus movimientos calculados cuidadosamente. Finalmente, usó su mano para arrancar un pequeño trozo y lo llevó a su boca.

Hamaki solo sonrió, ignorando el hecho de que la enanita no había usado el tenedor que tenía a un lado del plato. Más bien, estaba totalmente concentrada en ver su reacción.

Tan pronto como el chocolate tocó su lengua, sus ojos se abrieron como platos. Un escalofrío recorrió su cuerpo, acompañado de un pequeño temblor.

—Esto es... ¡Sabroso! —exclamó, su voz más fuerte y entusiasta de lo habitual, casi audible para toda la base.

Hamaki rió mientras aplaudía.

—¿Te lo dije o no? El chocolate es un regalo de los dioses.

Aneko, sin responder, tomó el plato completo con ambas manos y comenzó a devorar el pastel a un ritmo sorprendente. Su mirada era una mezcla de concentración absoluta y felicidad pura, como si cada bocado fuera una experiencia nueva y celestial.

Finalmente bajó el plato, con sus ojos aún brillando. Su mirada se posó sobre el resto del pastel gigante que estaba en la mesa.

—Jajaja... Si quieres, puedes comerte el resto. Es para ti después de todo —declaró Hamaki con tranquilidad.

—¡Es suave, es dulce, es... perfecto! ¿Por qué nunca había probado esto antes? —murmuró entre bocados, mientras tomaba el pastel grande y empezaba a devorarlo.

Hamaki apoyó el mentón en una mano, disfrutando de la escena.

—Te dije que te iba a gustar. Tal vez debí traer otro. Jajaja. Aunque... no sé si debería preocuparme que estés disfrutándolo tanto. Esto puede volverse adictivo. Pero bueno, tal vez podría conseguir más después.

Aneko se detuvo solo un momento, mirando el pastel con una expresión casi seria.

—Si esto es una adicción, no me importa. Necesito más —declaró mientras se limpiaba las migajas de la cara con el dorso de la mano.

Hamaki rompió en carcajadas.

—¡Esa es la actitud! Pero cuidado, Ane-chan, que con esa energía pronto te veré cargando dulces por todas partes. Jajaja


Aneko se quedó en silencio, su mirada fija en la última rebanada que quedaba en el plato. Era un trozo irregular y mal cortado, pues el resto del pastel había sido trozado a mano.

La asesina empujó suavemente aquella rebanada hacia Hamaki.

—¿Eh? ¿Para mí? —preguntó la Hyuga algo sorprendida, a lo que Aneko asintió.

—Perdón, casi no te dejé nada. Noté que no separaste una parte para ti.

Hamaki, al oír eso, suavizó su expresión con una sonrisa cálida.

—Jajajaja... La verdad lo había comprado solo para ti. Yo me había comido uno antes de venir, pero muchas gracias, es muy lindo de tu parte. Pensé que no dejarías ni las migajas.

Aneko se tomó un momento para pensar, todavía masticando lo de antes.

La asesina miró a un lado, meditando las palabras de la Hyuga. Luego volvió a observarla de pies a cabeza, mientras veía cómo ella tomaba el pedazo deformado de masa y empezaba a comerlo con calma, como si no le importara que pudiera estar manoseado.

—Eh... Gracias, rosita.

Hamaki se detuvo un segundo, sorprendida por el agradecimiento sincero. Su sonrisa se volvió aún más cálida.

—De nada, Ane-chan. Me alegra ver que te gustara, aunque jajaja tal vez debí traer más, o tal vez otro sabor. ¡Apuesto a que te habría gustado de fresa!

Aneko ladeó la cabeza antes de contestar.

—¿Puedo hacerte una pregunta de suma importancia?

—¡Claro! Todas las que quieras.

Aneko parecía más pensativa de lo normal, mostrando un lado poco visto.

—Puedo sentirlo, no has mentido ni una sola vez. Cada cosa que dijiste fue totalmente verdad. Me causa curiosidad: ¿por qué tanta amabilidad conmigo? ¿Necesitas algo? Noto un interés tuyo sobre mí.

Hamaki le dirigió una mirada divertida mientras sus ojos rosados brillaban con un pequeño destello. Finalmente aplaudió.

—Tú, como siempre tan directa. Me gusta mucho eso de ti, no te andas con rodeos, jejeje —declaró Hamaki, a lo que Aneko levantó una ceja.

—Eso es raro. La mayoría se siente en desagrado cuando lo hago, aunque no lo dicen. Puedo sentir que la gente se molesta muy rápido cuando hablo. Creo que soy un poco bruta al hablar.

Hamaki rió antes de darle una palmadita en el hombro.

—Eso no lo podemos negar, te falta tacto y definitivamente estás algo pendejita cuando hablas naturalmente. Es normal que muchos se enojen, eres demasiado directa y desvergonzada.

La Hyuga juntó sus manos antes de mirarla a los ojos.

—Pero eso es porque eres demasiado honesta. No sientes la necesidad de usar filtros al hablar. En medio de tu torpeza, creo que eso te hace genial, jajaja.

Aneko se vio más intrigada ante ese análisis tan peculiar.

—¿Soy genial?

—¡Claro! Eres una persona transparente y genuina. No escondes nada acerca de ti, tampoco buscas la aprobación de nadie, y simplemente eres tú misma. Que de paso, eres graciosa, curiosa, no eres envidiosa, no odias a nadie... Jejeje, bueno, eres muchas cosas. La lista es muuuy larga. En fin, como te decía antes, eres un alma muy pura. Puedo verlo.

—¿En serio ves el alma? ¿Y todo eso se ve con el alma?

—Sep, mis ojos pueden ver muchas cosas a simple vista: el color del alma, nombre, edad, afinidad del alma, etc. Es complicado explicar qué es lo que veo exactamente cada que miro a alguien, pero créeme, eres bastante única —declaró con una sonrisa.

—Entonces... ¿Eres amable porque tus ojos te lo dicen?

Hamaki rió antes de negar con la cabeza.

—Nah, esa es la cerezita sobre el pastel. Creo que todos merecen ser tratados con amabilidad.

Aneko se encogió un poco mientras no dejaba de analizar a la Hyuga.

—Bueno, respondiendo a tu pregunta... Porque estoy interesada en ti. Y ya que estamos hablando sin filtros, pues eso es porque me gustas mucho.

Aneko la miró por unos segundos con una expresión neutral, aunque con un brillo de incertidumbre.

—¿Eeeh? ¿Hablas de romance? Nunca he pensado en eso, pero ¿no se supone que va hombre con mujer? Somos dos mujeres. Eres rara, rosita.

Hamaki no pudo evitar estallar en una carcajada.

—Oh, no, no, jajaja... Perdón, también soy pendeja para hablar. Además, ya estoy muy viejita para pensar en eso, jajaja. Si sonó como una declaración, perdón, jajaja.

Aneko solo la miró con incertidumbre.

—Eh... Entonces, ¿a qué te refieres?

—Me refiero a que te admiro. Pienso que eres más de lo que muestras, eres una tipa realmente interesante. Has pasado por mucho, pero, aun así, no dejas de seguir adelante. Piensas en lo correcto, eres sencilla y vives el momento, además de todas las cosas que ya dije.

Aneko podía sentir cómo Hamaki hablaba completamente en serio.

—Hablas como si me conocieras desde hace mucho.

Hamaki asintió antes de chasquear los dedos.

—¡Bingo! ¿Qué pensarías si te digo que, antes de ser capaz de ver tu alma y conocerte en persona, ya te había visto? Específicamente, desde hace cuatro años.

Aneko parecía realmente sorprendida. De nuevo, la honestidad de la Hyuga era inquietante.

—Como te dije antes de venir a comer, realmente no estoy viva. Soy más bien un espíritu encarnando mi antiguo cuerpo, vinculada a este mundo por mis nietos y descendencia Hyuga, siendo que Hinata es quien me invocó... Peeero, mientras estaba en ese reino espiritual, podía ver el mundo de los vivos desde ellos. Así fue como te conocí, desde la perspectiva de Neji y de Hinata.

Aneko entendió vagamente toda esta explicación. Fuera como fuera, Hamaki no mentía en absoluto.

—Lo sé muy bien. Incluso sin ver tu alma, pienso que eres grandiosa. Definitivamente eres el tipo de persona más agradable para mí. Me gustaría ser tu amiga.

Aneko agachó la mirada un poco antes de responder.

—Mmm... Gracias, supongo. —Sus mejillas estaban algo sonrojadas. No podía evitar sonreír ante aquella declaración.

—Ahora, ¿yo podría hacerte una pregunta de suma importancia a ti?

Aneko le dedicó una mirada afilada.

—Te demandaré por derechos de autor...

—Jajaja, perdón, es que es de suma importancia.

—Vale, pregunta.

—Dime, Ane-chan, ¿por qué peleas actualmente?

Aneko inclinó la cabeza ante aquella pregunta.

—Mmm... Porque es lo que mejor sé hacer, supongo.

—Eso es verdad, jeje... Pero no es todo. Estás contra Naomi, apoyaste a Naruto, ayudas a los que puedes. No estás peleando por pelear.

—Porque lo que hace Naomi es malo, ¿no? Y Naruto buscaba proteger a otros. Me identifiqué más con él y elegí estar de su lado... Supongo que, desde que tengo memoria, he peleado de una u otra forma.

Hamaki asintió antes de contestar.

—Jejeje, lo entiendo muy bien. Pero creo que puedes hacer más en la vida que solo pelear. ¿No?

Aneko la miró con incertidumbre.

—¿Algo que no sea pelear?... Sé dormir y comer. Me gusta mucho.

—Jajaja, a mí también me gustan mucho. Pero incluso ahí, creo que te pierdes de muchas cosas que la vida ofrece.

—¿Eh?


—Tienes más de 30 y nunca probaste un pastelito de chocolate o siquiera azúcar. ¿Sabes que vas a vivir mucho tiempo, no? Pienso que una vida tan larga, para una persona tan genial, merece ser explorada. Ane-chan, ¡el mundo es un lugar grandioso! Existe la música, las culturas, festivales, comida de todo tipo, libros, historietas y un sinfín de posibilidades. ¡Y créeme, cada año hay más y más!

Aneko la miró con curiosidad al notar lo fascinada que estaba la Hyuga al explicar eso.

—Así que, ¿no te gustaría intentar cosas nuevas? La vida es una constante lucha, pero creo que tú estás hecha para ser más que solo una peleadora fuerte.

Aneko se llevó la mano al mentón, pensativa, mientras exploraba las memorias de Orba y algunos de los otros animales o humanos que alguna vez había comido.

Aunque ellos habían vivido muchas cosas y peleado mucho, habían tenido momentos en sus vidas que no eran sobre pelear...

—¿En serio piensas que puedo hacer algo así?

Hamaki rió antes de levantarse y acariciarle la cabeza.

—La pregunta no es “¿puedes?”. Es... “¿No te gustaría intentarlo?”.

—¿Eh...?

—Vamos, Ane-chan. ¿Qué te parece si me dejas enseñarte los placeres de la vida que te has perdido por mucho tiempo? ¡Te juro que el azúcar solo es la punta del iceberg! Nos divertiremos un montón juntas.

Aneko juntó sus manos pensando en ello...

Los abusos de su padre, a quien había asesinado.

El tiempo que tuvo que cuidar de su hermano cuando eran huérfanos en la calle.

Su travesía siguiendo a los asesinos hasta su base para intentar rescatar a su hermano.

Años y años de estar al borde de la muerte, enfrentando todo tipo de experimentos y torturas... Luchando cada día por sobrevivir mientras se convertía en un monstruo cada vez menos humano.

Otros años más, siendo una sombra de lo que realmente era, sin recordar su pasado y haciendo misiones para sus abusadores.

Luego, cuando formó parte de los Pecados...

Al recuperar la memoria, solo era para seguir peleando y liberar a los asesinos. Salvarlos... Era su deber como el prototipo, la madre de los asesinos mutados.

Una vez eso terminó, ellos empezaron a plantearse la idea de ser una nueva civilización pacifista, intentando redimirse, alentados por las palabras de Naruto.

Pero... ella ya había terminado su misión. Su propósito se había cumplido una vez que el Raikage murió y todos fueron libres. Los demás aún tenían algo de humanidad y un futuro para retomar.

¿Pero qué tenía Aneko? "La forma de vida definitiva". "La máquina de matar".

La lucha había terminado, después de más de 30 años...

Incluso ella sabía que no encajaba en la sociedad. No era humana. No tenía ningún amigo. No había más por lo que luchar.

Pero aún estaba su promesa a Kakashi: entregarse. Tal vez aún podía hacer algo después de todo...

Cuando llegó a Konoha, se encontró con Naruto, quien le habló sobre otra lucha. El propósito de su existencia como organismo.

El ciclo se repetía...

¿Qué haré una vez que Naomi sea derrotada? ¿O los Ocultos, o cualquier otro villano que aparezca por ahí...?

¿Qué había después? Un enorme abismo, donde viviría una eternidad, cada vez más fuerte y más adaptada para seguir peleando...

—Así que, ¿no te gustaría intentar cosas nuevas? La vida es una constante lucha, pero creo que tú estás hecha para ser más que solo una peleadora fuerte.

Palabras de alguien que creía en lo que decía, y que cargaba con su propia lucha e inmortalidad...

La fuerza y el poder siempre habían hablado por Aneko.

Si alguien le tenía miedo, era por su poder.

Si alguien la admiraba, era por su poder.

Si alguien la respetaba, era por su poder.

Si alguien la necesitaba, era por su poder.

Si alguien la quería, era por su poder.

Una realidad ya aceptada... Aneko a los ojos de la mayoría, era simplemente el avatar de aquel inmenso poder, que era lo realmente importante.

Lo malo de tener un instinto tan poderoso, capaz de detectar cualquier mentira o intención, es que siempre eres consciente de lo que los demás a tu alrededor realmente piensan. Puede ser frustrante o simplemente entender que así es la vida.

Pero...

—¿T-tú? —dijo Kenzo, observándola sin poder ocultar su mirada de asombro. Por un momento, no la había reconocido debido a su cabello blanco y ojos rojos, además de la falta de cicatrices. Pero la estatura, la voz, la mirada y la forma de hablar...

—Lo siento... Los había detectado hace un rato y quise saludar...

Antes de que Aneko terminara de hablar, el asesino se lanzó a abrazarla, a lo que ella se quedó en silencio. Esto mientras su cabeza era apoyada contra el pecho de él.

—¡Ay! ¡Idiota! ¡Sigues con vida! —exclamó Kenzo mientras ella simplemente se quedaba callada, sintiendo la calidez.

¿Cuándo había sido la última vez que alguien la había abrazado?

...

—Bueno, respondiendo a tu pregunta... Porque estoy interesada en ti. Y ya que estamos hablando sin filtros, pues eso es porque me gustas mucho.

...

Aneko estaba en silencio mientras veía cómo Hamaki le extendía la mano con aquella cálida sonrisa.

—¿Qué te parece si nos divertimos un poco? Jajaja, podríamos comer otro pastel, aunque tal vez de otro sabor... ¿fresa? Jejeje, perdón si soy algo intensa. Es que estoy emocionada, ¡hay muchas cosas que podemos hacer juntas!

Una gran sonrisa se dibujó en el rostro de la albina antes de estrecharle la mano.

—Creo que también me gustas mucho, rosita.

—¡Jajaja! ¡Anemaki confirmado! ...Ok, no. Pero bueno, ¿qué te parece si me acompañas? Creo que debo ir a hacer una bromita especial.

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Mientras... En algún lugar lejano...

Se podía ver una cueva oscura, con un gran laboratorio lleno de tubos de hibernación, cadáveres y demás.

En el centro de la cueva, se podía ver un tanque lleno de un líquido negro, donde había una figura. Era un hombre de cabello largo y negro, lleno de puntas. Estaba vestido con una armadura roja de combate, y en su espalda se encontraba el logotipo Uchiha.

Frente a él, se podía ver a Naomi, sentada en pose de meditación.

—Señorita Naomi, los preparativos están listos —declaró una voz a sus espaldas.

Era un hombre de cabello largo, piel ligeramente morena y ojos marrones. También estaba vestido con una armadura similar. Se trataba de Hashirama Senju.

—Bien, los frutos están a salvo. Ahora tendremos que poner la carnada para la bestia —declaró la Uchiha sin moverse de su lugar.

Hashirama asintió, para luego contemplar al hombre en el tanque. Sin duda, era su viejo rival... Madara Uchiha.

—Me recuerdas mucho a él... Sin duda dejó una gran responsabilidad sobre ti, señorita Naomi.

La Uchiha permaneció en silencio antes de soltar una risa.

—Es curioso... Eres solo un cadáver, y aun así guardas la esencia, recuerdos y sentimientos del verdadero Hashirama. Lo extrañas, ¿verdad?

El Senju no pudo evitar asentir con la cabeza.

—Era mi mejor amigo...

—Aun así lo mataste.

—Sí... Aunque ahora sé que sobrevivió, el maldito... Eso me alegra un poco. Pero mientras estaba vivo, no dejé de pensar nunca en ello.

Naomi no pudo evitar soltar una carcajada.

—Qué curioso... Él también hablaba mucho de ti. Incluso siendo un vejestorio en sus últimas, no dejaba de verte como su amigo.

—Señorita Naomi, yo...

—Hablaremos de esto después. Hay trabajo que hacer.

La Uchiha se colocó en pie mientras empezaba a caminar hacia la salida.

—Iré a ver cómo va Naruto con lo que le pedí. Tú ve a la ubicación de Tobirama, solo asegúrate de que no golpee a Izuna. Y quiero que te contactes con Ashina. Necesito saber el estado del sello, y dile a Haruhi que quiero que venga conmigo.

—Como ordene...

—Por cierto, Hashirama.

—¿Sí?

—Haz un refugio para Shion y para el cadáver de mi abuelo. Te lo encargo. Me voy a tener que alocar un poco en mi siguiente batalla.

Dicho esto, la Uchiha desapareció en un parpadeo.

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En la base rebelde...

Se podía ver una sala sellada, donde había una mesa. En ella estaban sentadas cinco personas:

Hinata, Natsu, Jiraiya, Tsunade y la demonio Romura en su disfraz.

No me gusta esto en nada...— pensó la demonio, mirando a los demás.

Ella había sido incorporada a la reunión a petición de Natsu, quien había hablado previamente a solas con Yasu.

Podía sentir la mirada fría de Hinata, quien claramente veía a través de su disfraz. Sentía que en cualquier momento algo podría pasar.

Mi único alivio es que escondí mi látigo fuera de esta sala... Más de 300 metros de aquí...— pensó mientras sentía la tensión.

Ahora mismo, estaba en medio de los líderes de dos de las facciones más importantes, probablemente siendo ella la representante de los suyos.

—Bien, creo que va siendo hora de hablar —declaró Hinata en voz alta, mientras se fijaba en los demás.

Fin capitulo 28

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