20 [Variables]
En un lugar oscuro.
—Mocosa, ¿ya te sientes mejor? —preguntó Kurama mientras observaba a Hinata, quien estaba recostada en la alcantarilla frente a la reja.
Hinata solo se cubrió la cara mientras tomaba aire.
—Lo siento... Fui muy mediocre... —contestó ella sin poder mirar a la cara al bijū.
Kurama solo suspiró mientras la miraba.
—Ya deja de culparte. Salieron con vida, eso es lo importante —declaró el zorro.
Hinata, por su parte, se sentó mientras juntaba sus manos.
—Pensé que perdería el control... De no ser por el sacrificio de Neji y los demás, los tres habríamos caído por mi culpa... —contestó ella dejando ver su frustración—. De haber sido por mí sola... Hace mucho habríamos perdido...
Kurama frunció el ceño.
Ante la vista de ambos, una sombra empezó a formarse.
Los dos retrocedieron.
Entonces, la sombra tomó forma. Era una mujer idéntica a Hinata... pero sus ojos eran completamente oscuros. Su aura y aspecto eran macabramente siniestros.
—Ay, Hina... ¿Sí que lo estás pasando muy mal, eh? Deberías dejar de acomplejarte por lo que no puedes cambiar y mejor acabar con todo —declaró la figura.
Kurama solo gruñó.
—Piérdete, maldición —contestó el zorro.
Ya habían pasado cuatro años. Al principio, el Kyūbi no era capaz de escuchar la voz de aquella cosa; solo podía ver cómo Hinata terminaba discutiendo sola o parecía molesta con alguien.
Pero, a medida que el tiempo pasaba, Kurama empezó a ser capaz de verla: una figura oscura que representaba la oscuridad en el corazón de Hinata.
La maldición del Youringan... que comenzó como una voz que solo Hinata escuchaba y evolucionó hasta el grado de ser visible y tener una forma espiritual.
—Jejeje... Oye, zorrito, ¿en serio no quieres salir de ahí? Imagina lo divertido que sería si nosotros dos nos juntamos —burló la oscuridad.
El Kyūbi solo gruñó.
Hinata, por su parte, retrocedió sin quitarle la mirada de encima.
—Ya déjame en paz... No pienso seguirte el juego —contestó Hinata—. Ya me hiciste pasarlo mal hace un momento, no me vas a molestar ahora.
La oscuridad solo rió mientras se sentaba en el suelo.
—Lo sabes muy bien, Hinata. Estás cansada de pelear pretendiendo que puedes salvar a todos. Quieres mandar todo a la mierda y simplemente dejar de sentir dolor —declaró la voz.
—¡Ya cállate!
—Jajaja... Niegalo todo lo que quieras, pero lo sabes mejor que nadie. Solo quieres matar... torturar, desollar... Luego comer de la carne de tus víctimas. Son presas, solo eso son. Qué terrible es ser una bestia que pretende ser una persona —burló la maldición mientras dejaba ver sus garras y colmillos—. Somos bestias... Eso somos... Y eso también va para ti, Kurama-chan.
El zorro solo gruñó. Cada día la soportaba menos. De alguna forma, algo de los propios miedos de Kurama se expresaban en aquella oscuridad.
¿O era por el hecho de que Hinata y él compartían el mismo miedo e inseguridad de ser armas y monstruos?
Antes de que la conversación siguiera, una figura apareció en el lugar.
—¡Holi holi! —exclamó Hamaki, que ahora tenía una forma como de un fantasma que flotaba en el aire.
—Tsk... Piérdete, anciana... —comentó la maldición, a lo que Hamaki solo rió antes de acariciarle la cabeza.
—¡Qué bueno verte, Kuri-chan! —exclamó Hamaki, mientras que la maldición solo gruñía.
Debido al entrenamiento de Hinata, Hamaki estaba en el cuerpo de su nieta. La anciana ya se había acostumbrado al chakra y la mente de Hinata, lo que la llevó a que incluso desde el mundo espiritual pudiera ver a la maldición de su nieta.
Y, como era típico de la abuela, no se le ocurrió mejor idea que ponerle un nombre: "Kuri", haciendo un juego de palabras con la palabra "kuro" (oscuro) en japonés.
Pero era evidente que a la maldición no le hacía gracia la presencia de aquella alma, ya que siempre lograba calmar a Hinata incluso en los peores momentos.
Por otra parte, ni Hinata ni Kurama la llamaban por ese nombre.
Al final, Kuri solo gruñó antes de desaparecer.
—Abuela... ¿Y esa forma? —cuestionó Hinata al ver cómo la Hyūga ancestral parecía un fantasma, al menos la mitad de su cuerpo... aunque aún faltaba su brazo.
Hamaki solo rió antes de encogerse de hombros.
—En realidad, puedo tomar la forma que quiera aquí. Solo soy un alma, después de todo. Y como perdí la parte que corresponde a una pierna y mi brazo, no quise parecer una coja —contestó ella.
Kurama se llevó la mano al mentón antes de cuestionar:
—¿Por qué cuando volviste a tu cuerpo no pudiste rebobinar tu alma a su estado anterior? Puedes revivir muertos, ¿por qué no devolver un fragmento de alma?
Hamaki solo se llevó la mano al mentón.
—No creas que no lo intenté Kurama-chan... —admitió la Hyūga—. Pero simplemente los fragmentos que me robó Naomi ya no estaban en este mundo. Debieron estar en el estómago del rey del Inframundo de su Rinnegan... Eso está fuera de mi dominio.
Hinata levantó una ceja al oír eso.
—Pero... ¿Eso no aplica a los muertos también? Cuando morimos, nuestra alma abandona el cuerpo, ¿no? —Hinata ahora estaba más confundida.
Hamaki solo rió nerviosa.
—En realidad, eso es porque el alma no abandona el cuerpo instantáneamente. Entra en un estado de "purga". Aunque el cuerpo ha dejado de estar animado y ya no funciona, el alma sigue ahí. No sé mucho al respecto, pero jamás he dejado que alguien dure demasiado tiempo muerto en mi técnica... Siempre lo hago mientras aún puedo ver que el alma sigue ahí. Si el alma se fuera, supongo que no podría hacerlo... aun si mi técnica siguiera activa —analizó la Hyūga.
Hinata finalmente suspiró antes de dejarse caer de espaldas al agua.
—En serio siento que tengas que pasar por eso... Te hice perder partes de tu alma por mi estupidez... —contestó la Hyūga, a lo que Hamaki solo rió.
—Oh, no te preocupes, las recuperaremos después, cuando derrotemos a Naomi—contestó la mujer con una sonrisa.
Seguido a eso, Hamaki levantó un dedo.
—Además, mira el lado positivo: ahora mismo, Naomi está dañada de gravedad. Debo suponer que tendrá que recuperarse antes de hacer algo —declaró la sabia.
—Ese golpe que hiciste... ¿Es uno de los cuatro movimientos del Yin, no?
Hamaki solo asintió.
—Así es... El golpe saturador. Los efectos de este golpe son prácticamente irreversibles en circunstancias normales. De la forma en que la golpeé, es probable que Naomi ahora no pueda ni comer... —contestó Hamaki antes de suspirar—. La verdad, siento haber tenido que usarlo, pero eso nos dará algo de tiempo. Ella no podrá digerir los frutos de chakra, ya que he cerrado su esófago y dañado su sistema de chakra en la región dorsal...
Hinata lo comprendió rápido. La abuela había usado este movimiento, tan prohibido para ella misma, con tal de asegurar un daño permanente o duradero a Naomi, con el fin de poder reagruparse y planear.
En esencia, todos los movimientos del *Jūken* verdadero alcanzaban el rango S, ya fuera de manera ofensiva o defensiva, por lo que todos eran en extremo letales.
No obstante, las víctimas con suficiente conocimiento médico o con regeneración avanzada no tendrían muchos problemas.
Sin embargo, el golpe saturador alteraba esto por completo. Ni la medicina ni la regeneración avanzada podían arreglar el daño; se necesitaban métodos más complejos para reparar las consecuencias de este fatal golpe.
Hinata finalmente suspiró antes de acercarse a la abuela.
—Gracias... Eso servirá mucho —contestó la Hyūga.
Hamaki solo sonrió.
—Aprovechemos muy bien el tiempo. Supongo que ella no se va a quedar de brazos cruzados, por lo tanto, debemos tomar acciones y planear algo nuevo. Eso te lo encargo a ti, Hina-chan. Eres más lista que yo en esos ámbitos —declaró la Hyūga con su peculiar sonrisa, para luego abrazar a su nieta.
Hinata devolvió el abrazo mientras apoyaba su cara en el hombro de Hamaki.
—Lo salvaremos... Te lo prometo...
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En alguna cueva...
Se podía ver un gran laboratorio, donde había decenas de tubos de almacenamiento llenos de un líquido negruzco.
En eso, tres personas aparecieron en un destello naranja.
—Mierda... —Naomi corrió hacia una zona de la guarida que parecía un baño. Allí se dejó caer contra una tina, comenzando a vomitar sangre acompañada de restos de su carne, para luego respirar con dificultad.
La mujer solo gruñó mientras se arrancaba el gi de un tirón, quedando con unas vendas cubriendo su pecho. Al mirarse el abdomen, notó cómo varios de sus huesos salían desde dentro de su carne, perforando órganos y músculos.
—Mi señora, sus heridas son muy graves. Tiene serias deformidades internas —declaró Haruhi mientras usaba sus ojos para observarla por dentro.
Naomi tosió sangre antes de asentir con la cabeza.
—En efecto... Este daño es muy severo. Regenerarme o usar medicina solo me provoca más dolor —admitió la Uchiha mientras se limpiaba la sangre de la boca.
Aunque no lo parecía, estaba sintiendo un dolor agudo en ese momento, probablemente uno que haría llorar a cualquiera.
—Jamás pensé que Hamaki sería una traidora. Deberíamos investigar a todos los demás generales —declaró Naruto mientras miraba al techo.
Haruhi, por su parte, solo gruñó al oírlo.
—Esa mocosa de mierda... Lo que no me creo es que fuera tan fuerte. Por lo visto, ahora tenemos dos ratas más que aniquilar: la enana esa y esa traidora... —analizó la princesa Byakugan.
Naomi solo se mantuvo en silencio mientras miraba su propia sangre y carne en la tina.
La Uchiha estaba pensativa respecto a los últimos acontecimientos, pero finalmente una sonrisa se dibujó en su rostro.
—Ya no importa... Nos vamos a encargar de ellas. Para eso ya tengo un plan —contestó la Uchiha, a lo que Naruto y la Hyūga la miraron con curiosidad.
Naomi simplemente se dejó caer, sentada en el suelo, mientras levantaba un dedo.
—Tengo una misión importante para ustedes dos.
Tanto Naruto como Haruhi se pusieron de rodillas para escucharla.
Naomi sonrió.
—Tengo claro una cosa... Aneko fue una variable inesperada y ciertamente la subestimé. Hace cuatro años la di por muerta, y ahora tiene un poder que rivaliza con el mío. Además, sigue en constante crecimiento, así que es una de las peores amenazas. Es la más poderosa en el ámbito físico y adaptativo.
Naomi se miró la herida del estómago para luego levantar otro dedo.
—Y por otro lado, está Hinata, quien a su vez tiene a Hamaki Hyūga. Me engañaron por completo y lograron ponerse un paso por delante mío, pero su plan se vio saboteado por la aparición de Saiko. Me queda claro que Hamaki es la más poderosa en términos de técnicas y manejo del chakra, sin mencionar que su rebobinación la hace incluso más peligrosa.
Naruto levantó la mirada antes de cuestionar:
—¿Cree que tengan alguna debilidad?
Naomi solo rió.
—En efecto... Hamaki tiene la gran debilidad de su corazón. No lanza golpes si no está segura de que su adversario puede sobrevivir, y se nota que no tiene mucha disposición para matar. Para ser tan fuerte es muy blanda. No obstante, si es llevada a un límite sin opciones, parece que puede ponerse realmente seria. En esos casos, creo que es más peligrosa que Aneko —esto último lo dijo mirando su herida.
Haruhi solo rió.
—Si ese es su punto débil, deje que yo me encargue de esa tonta. Le enseñaré quién es la Hyūga más poderosa.
Naomi negó con la cabeza.
—Aún no he terminado. Me queda claro que existe otra debilidad más importante y fácil de explotar. Lo de antes es una debilidad que solo nos asegura tiempo, mas no una victoria —Naomi señaló a Haruhi—. Durante la breve pelea que tuvimos, me di cuenta de algo importante: su resurrección es solo temporal. No está atada al mundo de los vivos. Para estar en este mundo, requiere ser invocada y que el invocador se mantenga concentrado. Ya sea que esté en su cuerpo o en el del invocador, si el invocador muere, queda inconsciente o pierde la concentración, Hamaki no será más que un espíritu incapaz de hacer nada, mientras que su cuerpo será incapaz de moverse.
Naruto entendió al instante.
—Eso quiere decir que su mayor debilidad es...
—Así es. Su mayor debilidad es Hinata Hyūga... Lo mejor de todo es que no está en su mejor momento mental.
—Entonces, ¿cuál es el siguiente paso, maestra?
Naomi analizó antes de empezar a explicar.
—Está claro que Aneko y Hamaki ahora serán parte de los rebeldes. Hinata Hyūga, aunque haya tenido problemas, ha protegido a esos tres, y en su estado actual no le queda de otra que pedir ayuda. Debo anticiparme a lo que harán ahí. Con esto, ya tienen dos reinas en su tablero de ajedrez. Eso dará problemas. Esas dos juntas serían muy peligrosas. Incluso con el poder de los Bijū o los diez frutos sería muy difícil enfrentarlas en dúo. Además, Aneko es un pecado capital... Podría unir a los asesinos a la rebelión. Me queda claro que, si hacen equipo para enfrentarnos, sería aún más complejo. Además, no puedo descartar que la fusión de Hinata funcione...
Tanto Naruto como Haruhi se quedaron en silencio esperando su respuesta, pero finalmente Naomi solo rió.
—Es bueno ver que el juego se ha puesto más difícil... Empezaba a aburrirme.
La mujer sonrió mientras sus ojos brillaban.
—Para mala suerte de ellos, aún existen dos variables que no pueden controlar. Quien las controle ganará este juego... Y tengo un plan. Voy a revertir esta situación —sin más, volvió a colocarse su ropa—. Lo primero será mover un poco el avispero. Quiero que hagan pública mi derrota. Es más, quiero que difundan información sobre mi estado de salud. Deben ser rumores o lo que sea. Entre más lejos llegue esta información, mejor.
—Pero, mi señora, eso...
—Así es. Ahora mismo estamos rodeados de enemigos que me temen o gente que quiere levantarse contra mí, pero igual tienen miedo. Tan pronto como esta noticia se haga pública, pensarán que tienen una oportunidad y saldrán a la luz tarde o temprano. Con la posibilidad de que yo pueda ser derrotada, muchos pueblos y aldeas querrán rebelarse. Será un caos... Perfecto para que mis enemigos se confíen. Ese es el paso uno.
Finalmente, se volteó a ver a Naruto con una sonrisa antes de señalarlo.
—Tengo una misión para ti. Quiero que cases algo para mí.
Naruto asintió.
—Hai, Naomi-sama.
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En un lugar oscuro.
—¡No se saldrán con la suya! —exclamó una voz masculina mientras una figura caminaba frente a él—. Jeje... Y esto es solo el inicio. Hinata y los demás van a detenerlos, solo es cuestión de tiempo.
—¿Ya puedes callarte? No parabas de lloriquear hace un minuto... Ahora no paras de reírte. En verdad eres muy molesto —declaró una voz idéntica.
Uno de ellos estaba cubierto de cadenas y colgado en medio de la oscuridad, detrás de un gran zorro de nueve colas, el cual también tenía cadenas a su alrededor, además de enormes clavos metálicos por todo el cuerpo.
Se trataba de Naruto.
—¿Podrías callarte de una vez? —exclamó la otra figura. Era idéntico a él, pero se veía en mejores condiciones y estaba libre.
Naruto solo rió mientras veía a su contraparte.
—Sí, sí, ya me callo... Pero no prometo nada de no burlarme de tu jefa. El estado en el que quedó después de enfrentar a Hamaki es para reírse, la gran Naomi Uchiha —burló el Uzumaki.
El otro Naruto suspiró antes de palmearse el rostro.
—Pues, si te burlas de ella por ser derrotada de esta forma... ¿Eso cómo te deja a ti, Naruto? —cuestionó el reanimado, a lo que Naruto solo guardó silencio antes de reír.
—Bueno, lo admito, me derrotó... ¡Pero me reí en su cara antes de eso!
—¡Eres un...! ¡Aagh! —El reanimado finalmente salió de allí con una gran vena hinchada en la frente.
Naruto, por su parte, solo suspiró antes de mirar a la nada.
Aunque ahora se estaba riendo, la verdad es que hace unas horas estaba a punto de llorar, al ver cómo era usado para debilitar a Hinata.
Había sido muy frustrante. Por más que quería detener aquello y salvarla, su cuerpo simplemente no le respondía y era prisionero en su mente.
Le había dolido mucho. Por poco se convirtió en el responsable de entregarla y de arrebatarle a alguien importante.
Además, había matado a Kiba y a Akamaru con sus propias manos. De no ser por Hamaki, estarían muertos. Había sido gracias a ellos que logró soltar la cadena que mantenía a Hinata incapaz de usar chakra. Ese sacrificio fue lo que permitió que Hamaki volviera y arreglara todo.
—Es duro admitirlo... pero, ahora yo soy la amenaza... —pensó Naruto antes de suspirar—. Al menos todo salió relativamente bien... por ahora.
Finalmente, una sonrisa se dibujó en su rostro.
—Te estaré esperando, Hina... Y amigos... Espero que todos se hayan vuelto fuertes... Solo espero que no me odien...
Dicho esto, el jinchūriki cerró sus ojos mientras agachaba la cabeza.
Lo mejor sería dormir un rato.
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En un bosque lejano...
Se podía ver cómo ya había anochecido. El equipo de Neji había hecho una fogata junto a una pequeña cueva.
Hinata había sido recostada en un futón, al igual que el cuerpo de Hamaki, que fue puesto cuidadosamente a un lado de ella en otro futón.
—Aún no me puedo creer todo lo que pasó —admitió Kiba mientras se sentaba en un tronco, cruzando los brazos, mientras Akamaru permanecía acostado a su lado.
Shino, por su parte, solo se miró las manos... Estaba tembloroso.
—Eso fue muy intenso... Hoy vimos cuatro monstruos diferentes, y aún no sé cuál de todos me aterrorizó más —admitió el Aburame.
Por un lado, estaba Saiko. Esa cosa no era humana. Su sola presencia daba la sensación de que te destrozaría en cualquier momento, además de emanar un instinto salvaje que daba miedo... Sin mencionar su capacidad de hacerse más fuerte durante el combate y regenerarse.
Su última transformación daba escalofríos. Era como ver una especie de dios lovecraftiano retorcido en pleno crecimiento... ¿Un simple bebé? ¿O era un feto? Daba miedo pensar en los extremos a los que eso podía llegar.
Y aún con todo eso, estaba Hamaki, quien peleó tranquilamente contra esa cosa. Aunque la pelea parecía pareja, la realidad era que Hamaki jugó todo el tiempo, demostrando tener la situación bajo control. Más que pelear, estaba estudiando y exhibiendo sus habilidades para Neji. El único momento en el que se vio obligada a ponerse seria, demostró una capacidad destructiva sin límites, dejando claro que, si lo hubiera querido, podría haber acabado con Saiko de un solo ataque desde el inicio.
Luego, entraron Hinata y Naomi.
Naomi era la encarnación misma de la muerte y la frialdad. Su sola presencia daba la sensación de que morirías en cualquier momento, de que solo eras un insecto... Saber que dominaba monstruos como Hamaki daba aún más terror.
Y, por último, Hinata, quien, a pesar de ser la menos aterradora en ese momento, no dejaba de transmitir la sensación de ser alguien inestable. Aunque estuviera de tu lado, parecía que en cualquier momento podría enloquecer, masacrarte y destruirte.
El hecho de que todo esto fuera una batalla de planes entre estas dos por Hamaki daba una visión muy macabra de la situación.
Neji, por su parte, simplemente se mantuvo en silencio. Él había pedido cuidar de ellas y confiar en las mismas, explicando que todo tenía una explicación.
Kiba y Shino simplemente no quisieron llevarle la contraria...
En el estado actual del mundo, cualquier mínima esperanza de que las cosas pudieran mejorar era mejor que pelear entre ellos.
—¿Y ahora qué sigue? —cuestionó Kiba.
Neji levantó la mirada.
—¿A qué te refieres?
—Tenemos a Hinata y a esta chica... ¿Señora? ¿Ancestra? Lo que sea... Pero el monstruo serpiente escapó. Es una bala perdida —explicó Kiba.
Neji solo suspiró antes de mirar al cielo.
—No sabemos dónde pueda estar... Y claro que es muy peligrosa. Ya envié un comunicado a la base explicando su aparición. Pero no estoy seguro de qué es lo mejor contra ella —contestó el Hyūga.
Shino, por su parte, se acomodó los lentes.
—En cualquier momento podría ir tras otro de los Árboles de la Muerte. Ya vimos lo peligroso que sería si lograra comer uno... Y hablamos de uno de los árboles más jóvenes —comentó, mostrándose preocupado.
Kiba solo acarició la cabeza de Akamaru mientras pensaba en ello... Era aterrador. Dudaba que alguien pudiera enfrentarse a ese monstruo si obtenía todo ese poder.
—Hemos tenido demasiada suerte... —contestó Neji—. Si no fuera porque ese árbol estaba protegido por ella, la historia sería muy diferente.
El Hyūga miró el cadáver de su abuela, el cual descansaba tranquilamente.
—Solo podemos suponer algo... Con suerte, ese monstruo sabe que Naomi puede teletransportarse y tiene un método de comunicación a distancia... Como vimos, el monstruo prefiere evitarla por su habilidad de rebobinar. Si tenemos suerte, no querrá acercarse a los árboles así como así —analizó Neji.
Shino asintió.
—Eso, si es que es razonable... Y si sigue pensando que Hamaki es subordinada de Naomi.
En eso, los tres escucharon un sonido a un lado de ellos...
Era Hinata, quien se había girado en su futón mientras extendía el brazo para abrazar de lado a Hamaki.
Neji solo observó la escena en silencio mientras una sonrisa de medio lado se dibujaba en su cara.
—Nos preocuparemos por eso después. Lo mejor ahora será descansar. Hablaremos con Hinata cuando despierte, y luego iremos a la base.
—Neji, nos debes una gran explicación... ¿Cómo puedes confiar en ella?
Neji solo suspiró antes de mirar al cielo, fijándose especialmente en la luna.
—Es complicado... En realidad, es un secreto. Pero les prometo que ella no es el enemigo. Ofrezco mi vida como garantía de ello —contestó el Hyūga.
Shino solo asintió con la cabeza.
—Si esa es tu confianza en ella, te tomaré la palabra, Neji. Pero ten en cuenta que, si te equivocas, llevarla a la base será más costoso que solo tu vida. Escucharemos lo que tenga para decir cuando despierte. Ahí tomaremos una decisión.
Kiba asintió.
—Estoy de acuerdo con Shino... Aunque, admito que me alegraría que estas dos estuvieran de nuestro lado.
El Inuzuka se miró las manos, dejando ver que le temblaban. Neji y Shino no pudieron evitar el mismo gesto.
Los tres sabían por qué era...
Habían muerto y vuelto a la vida.
La habilidad de Hamaki era aterradora.
Ellos... En el poco tiempo que estuvieron muertos, vieron cosas... Sus propias vidas, sus seres queridos, sus metas...
Aunque habían sido revividos y sus heridas curadas, la realidad era que ahora tenían cicatrices en el alma y la mente.
Ni Hamaki era capaz de curar algo así...
Eso era realmente aterrador.
De una forma que no podían explicar, se sentían miserables y de poco valor. Además, el recuerdo del dolor seguía ahí...
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Mientras... En la base rebelde.
Se podía ver cómo Tsunade caminaba por los pasillos de un edificio. El pasillo estaba oscuro, apenas iluminado por la luz de la luna que penetraba por las ventanas y una pequeña bombilla que parpadeaba.
Finalmente, ella llegó hasta una habitación, donde abrió la puerta.
—Me dijeron que estabas aquí. No pensé que estarías hospitalizado para mi llegada —declaró ella con una sonrisa.
El lugar al que había entrado era un ala médica.
Frente a ella, había una mujer de cabello negro, piel pálida y atado en una cola de caballo. Tenía ojos azules, usaba una bata de laboratorio y lentes.
Estaba atendiendo a un hombre alto, de cabello blanco en puntas, algo viejo ya, y con el dorso desnudo.
—¡Tsunade! Deberías tocar la puerta antes de entrar. ¡Me entró frío cuando abriste la puerta! —exclamó Jiraiya, quien tembló.
—¡Oh! Jiraiya-sama, por favor no se mueva así. Estoy cosiendo —declaró la mujer de cabello negro.
Tsunade solo rió mientras se acercaba a la escena.
El sannin de los sapos estaba siendo atendido por una gran herida en la espalda, la cual estaba siendo suturada por la mujer.
—Yorima-chan, ¿el pervertido no te ha hecho nada, verdad? —cuestionó Tsunade mirando a la doctora, quien solo rió nerviosa.
—Oh, claro que no, señorita Tsunade. Jiraiya-sama es todo un caballero —declaró ella mientras continuaba cerrando la herida.
Tsunade se sentó en la silla que había frente a la cama.
—Es bueno verte de nuevo, Tsunade... Han pasado dos años desde la última vez que nos vimos de frente —contestó Jiraiya mientras tomaba aire.
Tsunade asintió con una sonrisa. Aunque realmente estaba feliz de ver a su compañero nuevamente y verlo sano, la verdad era que no se sentía muy bien.
Podía verlo en los ojos de Jiraiya... Estaba triste. Ahora se había dejado la barba y tenía ojeras.
Haber perdido a Naruto no le había sentado nada bien. Incluso había dejado de escribir sus novelas eróticas. Ahora, de vez en cuando, escribía novelas de ninjas o historias de ese tipo... Las que más le gustaban a Naruto.
—Entonces... ¿Cómo ha estado el señor líder de los rebeldes? —cuestionó Tsunade, tratando de charlar con él, quien había sido el principal fundador y director de esta alianza ninja.
Durante la época en que Naomi comenzó su reinado, fue Jiraiya quien tuvo que dar su mejor esfuerzo para reunir a los rebeldes, usando sus influencias y su red de espionaje. Además, siendo alguien tan fuerte y reconocido, terminó liderando el movimiento.
Con la caída de los kages, los ninjas solo podían seguir a alguien de confianza y poderoso. Él había sido el único candidato posible para ser el líder, mientras que Tsunade se mantenía aparentemente neutral con su aldea médica, apoyada por Naomi con claros intereses de por medio.
—Bah, sabes que no me tienes que decir así. Podemos simplemente llamarnos por nuestros nombres, jajaja —contestó el peliblanco antes de ponerse de pie, pues la doctora ya había terminado las suturas—. Además, no soy el único jefe de la...
—Veo que estuviste entrenando muy duro... —comentó Tsunade al verlo en pie, notando que su cuerpo estaba más marcado y fortalecido.
Aquella herida que se había hecho era precisamente entrenando.
Jiraiya finalmente se estiró antes de extenderle la mano a la rubia.
—Si quieres, mejor hablemos en otro lugar. La señorita Yorima tiene mucho trabajo —declaró el sannin de los sapos.
—Vale, te invito a comer algo —dijo la rubia mientras tomaba la chaqueta de Jiraiya, que estaba sobre la silla, y se la pasaba.
Finalmente, ambos sannin se marcharon.
Yorima solo suspiró antes de dejarse caer en la silla.
—Qué ironía... Tsunade siempre hablaba bien de él cuando estábamos en su aldea médica... Y ahora que estamos en la aldea rebelde, Jiraiya hace lo mismo... Es la primera vez que los veo juntos... Harían una linda pareja —pensó la médica con una sonrisa antes de acomodarse las gafas.
En eso, la mujer escuchó como alguien tocaba a la puerta.
—Pase.
Al siguiente instante, vio entrar a Sasuke, quien solo le sonrió.
—Señorita Yorima, es bueno verla... —comentó el Uchiha.
—Oh, Sasuke, ya volviste de tu misión. Es bueno verte en una sola pieza.
Sasuke solo rió ante la ironía.
—Muy graciosa, ¿no?
El Uchiha caminó hasta ella, mientras ella le señalaba amablemente la camilla para que se sentara.
—Y dime, Sasuke, ¿cómo van las cosas con Karin? ¿Ella está bien? —cuestionó la mujer mientras Sasuke se sentaba en la camilla.
La doctora fue a uno de los cajones de su escritorio, mientras extraía algunas cosas.
—Ella está bien... De hecho, trajimos algo que necesitamos que analice —declaró Sasuke mientras empezaba a desnudarse el torso.
—Ya veo, me alegro... Bien, empezaremos por tu brazo. ¿Te hiciste algún otro daño durante esta misión? —cuestionó ella.
Una vez que Sasuke se quitó la camiseta, dejó ver que su hombro izquierdo tenía una gran cicatriz, además de múltiples cables que salían de allí.
Sasuke solo suspiró antes de usar su otra mano para tirar del brazo. Su brazo izquierdo fue removido, dejando ver que en realidad no tenía brazo desde el hombro hacia abajo, solo un muñón.
—Aún tengo mucho que agradecerle, señorita Yorima... Ese brazo protésico me ha ayudado mucho, pero sufrió daños durante la pelea de hoy —declaró el Uchiha mientras la doctora empezaba a aplicar algo de desinfectante al hombro.
—Para mí es un placer ayudar —contestó ella con una sonrisa.
Sasuke simplemente desvió su mirada al techo mientras meditaba. Ya habían pasado cuatro años desde que había perdido el brazo. Había tenido que acostumbrarse mucho a eso, pero siempre era difícil...
Con la tecnología disponible en la base, era complicado hacer alguna prótesis duradera o trabajar con sus propias células.
Había sido un camino muy largo. Al final, en un mundo tan loco como este, no todos tenían acceso a poderes regenerativos o habilidades de ese tipo, ni recursos para sobrellevar daños de esta magnitud.
—Solo espérame... Voy a rescatarte, Kakashi-sensei... Y Naruto, espero la revancha... Me haré más fuerte... Tengo que hacerlo —pensó el Uchiha.
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En otra parte de la base...
—¡Sabroso! —exclamó Aneko mientras se tragaba otro tazón de ramen y lo colocaba en una pila... Ya iba por más de 143.
—O-oye... Esto es muy cruel, ¡me quedaré sin un centavo! —exclamó Yasu, mientras apenas iba por su plato número 32.
En la cocina, se podía ver cómo Teuchi y Ayame se apresuraban a cocinar más y más.
—¡Esta vez no me derrotará! —pensó el cocinero.
Desde el momento en que había visto a Aneko entrar al establecimiento, sabía que su momento había llegado.
Sacó ingredientes cuidadosamente guardados por si algo así llegaba a suceder y preparó ramen como nunca antes...
Hace cuatro años, ella agotó Ichiraku. Pero esta vez, él ganaría.
...
Pasaron unos 20 minutos, hasta que el cocinero resignado colocó un cartel de "Agotado."
Los otros clientes se quedaron en shock, mientras Aneko simplemente terminó su último tazón y lo lamió.
—Es insaciable... —comentó Teuchi agachando la cabeza, mientras Ayame le daba palmaditas en la espalda.
Yasu solo suspiró antes de dejar su tazón en la barra... 35 tazones.
Los demás clientes estaban aterrados. La enana se había comido cantidades industriales de ramen, y la otra, a pesar de lo atractiva y refinada que parecía, también comía una locura.
Teuchi solo suspiró antes de colocar un papel sobre la estantería... El recibo.
Yasu lo miró nerviosa mientras agarraba el papel...
El pecado de la lujuria solo sonrió con una gran vena en la frente al ver la cantidad de dinero que le pedían.
—Eh... Perdón, me excedí... —dijo Aneko al notar el cambio de aroma de su compañera, que pasó a uno de miedo.
—¿Sabes que esto es prácticamente el dinero por la recompensa de un ninja clase S? —dijo Yasu apretando los dientes.
Finalmente, el pecado de la lujuria suspiró antes de voltear a ver a los demás ninjas que estaban ahí.
—Oigan, ¿alguno me puede prestar 5 centavos? —dijo guiñando un ojo.
Al instante, todos se alteraron y empezaron a forcejear entre ellos para acercarse a ella.
—¡TRANQUILA, SEÑORITA NAOKO! ¡YO PAGO POR USTED!
—¡NO! ¡YO!
—¡DÉJEME PAGARLE!
—¡SALGA CONMIGO!
Aneko solo observó con una gran gota de sudor en la frente. Eso de controlar las feromonas a su alrededor sí que le traía muchos admiradores...
...
Después de unos minutos, se podía ver cómo Aneko y Yasu estaban en lo alto de un edificio.
—Entonces... ¿dices que hay un traidor entre las filas de los rebeldes? —cuestionó Aneko.
Yasu asintió.
—Sí. La razón por la que los asesinos no hemos intentado hacer una unión con los rebeldes, a pesar de tener un objetivo común, es que todos tenemos la sensación de peligro... Desde que entré a la base, mi sexto sentido no ha dejado de alertarme de una amenaza. Pero no sé dónde está... —explicó Yasu.
Aneko se llevó la mano al mentón mientras olfateaba el aire.
—Bueno... Ahora que lo dices, desde que entré he sentido un olor familiar... Además, también sentí peligro, pero no es algo tan malo...
Yasu levantó una mano antes de explicar.
—Sabemos que Naomi usa semillas transmisoras del estilo madera para espiar a distancia. Incluso, no emiten chakra ni su olor. Nosotros, los pecados capitales, tenemos la capacidad de sentir esas semillas por el olfato y por alteraciones en el campo magnético. Aunque admito que mis sentidos no son tan agudos como los del resto de mis compañeros, no puedo saber su ubicación exacta, solo puedo sentir que están cerca... Pero no he sentido ninguna en esta base —explicó el pecado de la lujuria—. En realidad, no soy buena para localizar amenazas exactas a mi alrededor, solo puedo sentirlas.
Aneko inclinó la cabeza mientras recordaba las semillas que había extraído de Sasuke, Lee y Tsunade...
La asesina se concentró un momento mientras tomaba aire y respiraba profundamente.
Finalmente, observó a Yasu.
—No, definitivamente no hay semillas de esas en la base... Estoy segura. En sí, no detecto nada referente a Naomi —contestó Aneko.
Yasu se llevó la mano al mentón.
—Sí, tal como lo pensaba... Entonces debe haber alguien trabajando para ella a distancia, alguien que no ha entrado en contacto directo con ella... O probablemente no trabaje para ella —analizó la mujer.
Aneko dio un salto mientras miraba a la calle.
—Dame un minuto... Quiero que me sigas. Mis instintos me avisan de una presencia... Tal vez sea eso lo que altera tu sensación de peligro. Pero, primero déjame vestir con algo para la ocacion
Aneko sonrió levemente antes de que su cabello se extendiera, ante la mirada sorprendida de Yatira, el cabello albino se torno negro mientras empezaba a formar algo a su alrededor...
Tras unos segundos, Aneko ahora estaba con una gabardina negra.
Yasu solo rio...
—Vaya que eres nostálgica... Por los viejos tiempos?
—Sep, por los viejos tiempos... Aunque tengo una pregunta de suma importancia...
—eh?... Que cosa?
Aneko señalo la aldea antes de cuestionar.
—Han pasado muchas cosas en estos 4 años... Los asesinos saben de la existencia de los ocultos?— Cuestionó Aneko curiosa.
Yasu se llevó la mano al mentón antes de suspirar.
—Natsu-sama nos habló de ellos... Pero, no nos dijo muy bien como obtuvo esa información, tampoco sabemos como distinguirlos del resto... Por qué la pregunta?
Aneko miro la aldea con cautela mientras sus ojos rojos liberan un pequeño brillo.
—Se trata del "espía"... Puede que sea uno de ellos, estoy sintiendo una sensación muy familiar... Una de hace 4 años, que solo he sentido 2 veces... Uno de los 5...
Yasu cambio su expresión a una seria...
—Los 5?...—
—Asi es... Ten mucho cuidado, sígueme...
—¡Vale!
Sin más, las dos empezaron a saltar entre los edificios.
Fin capítulo 20
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