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11 [Legado parte 2]

5 años después.

En una zona del continente elemental...

Se podía ver un lugar nublado, con vegetación abundante, islas y un cielo bastante cubierto...

Este era lo que hoy en día se conoce como el país del agua. En este tiempo, el país estaba fragmentado: eran 13 islas, 12 pequeñas y una muy grande.

Cada isla era un país con su propia cultura, política, clanes ninja y demás... Por otro lado, la isla más grande era conocida como Benaviz. Aun así, eran dos países: Benaviz del norte y Benaviz del sur...

En este momento, nos ubicamos en Benaviz del sur.

En plena noche, se podía ver cómo una mujer se desplazaba tranquilamente en medio de un bosque, vistiendo su kimono negro y llevando una mochila en la espalda. La neblina era densa, pero a ella parecía no importarle... En vez de preocuparse, saltaba con una sonrisa.

—¡Este país es bonito! ¡Me gusta mucho la vista al mar que había en la costa! —pensó Hamaki mientras avanzaba por el bosque.

La princesa, en esta etapa de su vida... simplemente vagaba por el mundo, con el pasatiempo de visitar poblados pequeños, conocer más gente y sus culturas... Para ella, era divertido.

Después de algunos kilómetros, se detuvo al ver que había un pueblo frente a ella.

—¡Oh! ¡Es lindo!

El pueblo tenía una apariencia bastante moderna, con iluminación en las calles. A pesar de la hora, había muchas tiendas abiertas y gente caminando por ahí, comprando o viviendo su vida cotidiana.

La princesa no esperó ni un segundo y se adentró en el lugar, mirando con emoción todo lo que había.

Con una sonrisa de oreja a oreja, veía cada tienda. Encontraba puestos que vendían bocadillos, productos para el hogar, adornos, tiendas de reliquias...

Finalmente, se detuvo en una tienda que llamó su atención más que las demás.

—¡Wow! ¡Esa ropa se ve muy cómoda! —exclamó, acercándose a una tienda iluminada por velas. En su vitrina había telas, rollos de lana y prendas como bufandas, capas y algunas prendas como sacos, pantalones y camisetas.

—¿Se le ofrece algo, señorita? —se acercó la dueña, a lo que Hamaki señaló una capa de color negro, hecha de un material impermeable por fuera y abrigado por dentro.

—¡Buenas noches! ¿Cuánto cuesta la capita?

—Son 4000 drips —declaró la vendedora.

Hamaki solo hizo una sonrisa incómoda mientras una pregunta de extrema importancia llegaba a su cabeza...

¿Qué es un drip?

Respuesta rápida: era la moneda local.

En la actualidad del mundo ninja, la moneda dominante en todo el mundo es el ryo, siendo de hecho casi la única, como un acuerdo entre naciones a nivel global. Solo algunos países alejados usan otro tipo de monedas, pero son muy raros...

En este tiempo, cada país, por pequeño que fuera, tenía su propia moneda, con valor diferente y sistema interno.

Hamaki finalmente se quitó la mochila y buscó con cuidado en su interior, sacando un trozo de oro que levantó.

—Eh... No traigo efectivo —contestó, nerviosa.

Uno de sus hobbies había sido entrar a cuevas o lugares misteriosos. Simplemente no podía evitar ser muy curiosa... En esas pequeñas aventuras, algunas veces encontraba materiales raros, que le gustaba coleccionar.

La vendedora solo levantó la ceja...

Unos minutos después, se podía ver cómo la princesa estaba en el interior de la tienda, con la capa puesta y bebiendo un té caliente.

—¡Se lo agradezco mucho! ¡Este té está delicioso! —dijo, bebiendo a sorbos con una sonrisa.

—Niña... Usted no es de esta región, ¿verdad? —preguntó la vendedora, a lo que la Hyuga negó con la cabeza.

—Nop, soy una viajera.

—Lo supuse... Esa ropa que lleva es bastante fina, aunque se ve algo descuidada... Y esos ojos que tiene, es raro ver a alguien con ojos rosados —declaró la mujer, a lo que Hamaki rió.

—Oh... Sí, la verdad llevo usando este kimono desde hace 5 años. Es un regalo de alguien importante —contestó.

—Lo entiendo, aun así se ve frío y poco a poco se está desgastando.

Hamaki finalmente miró al aire, pensando en lo dicho... Era cierto... De hecho, por eso se había comprado la capa. Por otro lado, no le gustaba mucho la idea de usar otras prendas, esta era su favorita, pues se la había regalado su hermana menor como regalo de 18 años.

—¡Oiga! ¿Será que me puede hacer un favor? —preguntó la princesa con una sonrisa.

—¿Sí?

—Tal vez suene repentino... Pero, ¿me enseñaría a coser? —preguntó con una sonrisa.

La vendedora rió... mientras solo podía pensar en algo... más oro.

Eso no fue ningún problema para la Hyuga.

Así, un nuevo pasatiempo se sumó a la lista de la princesa: la costura manual. Con el tiempo, se volvió una experta; solo necesitaba la tela, un hilo y unas cuantas horas para hacerse prendas nuevas. De esta forma, se hizo una réplica de su kimono y guardó el original con cariño en la mochila...

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Tiempo después, en Benaviz del norte...

—¡Oh! ¡Mira todas esas! —exclamó la princesa en otro pueblo, mientras miraba una tienda de armas que tenía enfrente.

Mirando con cuidado las cuchillas que había en una repisa, empezó a hacer caras, pues estas eran tan relucientes que podía ver su cara reflejada. En algunas, su reflejo se deformaba, lo que le causaba gracia.

—Estás haciendo el ridículo... —comentó Yami, exasperada, mientras Hamaki simplemente sonreía.

En ese momento, el dueño se acercó.

—¿Se le ofrece algo?

—Oh... Am... Estoy mirando —contestó ella, incómoda, antes de reír con una carcajada nerviosa.

—Esto no es una juguetería, niña, es una tienda bélica. No es algo que las mocosas finas como tú entiendan, por lo visto —gruñó el hombre.

Hamaki solo sonrió con un brillo en los ojos.

—¿Me veo fina? ¡Oh! ¡Eso quiere decir que mi trabajo en hacerme esta ropa ha sido excelente! ¡Y debo ser guapísima para que me diga eso! —pensó para sí.

O tal vez es porque te vio cara de idiota ignorante de la realidad —contestó Yami, a lo que Hamaki rió para sí.

—¡Tenemos la misma cara! ¡O ambas somos unas guapas o unas idiotas, o ambas! —pensó Hamaki alegre, mientras su contraparte solo fruncía el ceño.

En eso, la mirada de la princesa se posó sobre algo en la tienda.

—Oiga, ¿qué son esos? —preguntó, mirando un fajo de papeles que había en la vitrina, dentro de una caja.

Le causaban curiosidad, ya que podía sentir un flujo extraño respecto al chakra que emanaban.

—Esos son papeles chakra, se usan para saber cuál es la afinidad de tu chakra —contestó el vendedor, a lo que la mujer nuevamente mostró un brillo en sus ojos.

—¡Oh! ¡Quiero uno!

—Son 550 Frucs.

(⁠•⁠ ⁠▽⁠ ⁠•⁠;⁠)

Bueno, tras un pequeño intercambio, la Hyuga obtuvo el papel, que miró con una sonrisa.

—Entonces, ¿cómo funciona? ¿Le canto y el papel se escribe solo para decirme mi afinidad? —preguntó ella.

—No, solo aplica un poco de chakra y él actuará en respuesta.

—¡Oki! —De esta forma, hizo lo dicho. En un instante, el papel se arrugó. —Oh... ¿Lo dañé?...

—No, así funciona... Eso significa que tienes afinidad de rayo.

—¡OH! ¡SOY RELAMPAGUEANTE! ¡¿OÍSTE ESO, YAMI-CHAN?!

El vendedor solo la miró confundido mientras pensaba: "A esta se le zafó un tornillo..."

De forma cómica, ella levantó su mano mientras emanaba chakra.

—¡Poder del trueno!... ¡Shazam!... ¡Flash!... ¡Crack!... ¡Smash!... Espera, ¿cómo le hago para que salgan los rayitos? —preguntó incómoda, volteando a ver al vendedor, mientras otras personas de alrededor la miraban como un bicho raro.

—Entrenando... supongo... No me preguntes a mi, no soy ninja. Pero bien puedes ir a ver cómo esos se pelean, ahorita mismo hay guerra con los del sur. Me sorprende que una viajera como tú haya llegado en medio de eso.

—¡Oh! ¡Ya lo sabía! —declaró, antes de irse saltando.

Nuevo hobby: aprender ninjutsu.

Así pasaron los años venideros...

La princesa, con su personalidad, viajó por diferentes regiones del mundo, comprando chucherías cada que tenía la oportunidad e interactuando con las personas.

También observaba a los ninjas usar ninjutsu desde un lugar seguro, con su mirada telescópica. Empezaba a aprender por sí misma a usar ninjutsu y a dominar una que otra técnica de su afinidad...

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22 años después de que Hamaki se fuera del clan Hyuga...

En algún lugar de lo que hoy en día es conocido como el País del Fuego, era invierno, la nieve adornaba el paisaje, los árboles estaban sin hojas y la gente se abrigaba...

En un pequeño bosque de la región, se podía ver cómo la princesa daba saltos en medio de la densa nieve, vestida apenas con un kimono negro sin mangas, sandalias, y dejando ondear su cabello azul corto. Cargaba su mochila, la cual ya se veía algo desgastada...

—Si tú tienes muchas ganas de aplaudir,
Si tú tienes la razón y no hay oposición,
No te quedes con las ganas de aplaudir~~♪ —cantó ella mientras daba un gran salto y aplaudía.

La mujer dio un salto a un árbol para luego dar una voltereta, aún aplaudiendo mientras tarareaba...

Después de algunos saltos, finalmente llegó a un potrero cubierto de nieve.

—Y... Aquí vamos de nuevo —pensó ella al ver el lugar.

Nada más abrir los ojos, se encontró con una escena grotesca... Frente a ella había un batallón de hombres muertos en medio de la nieve, armas y cadáveres, incluso miembros mutilados...

—Siempre igual... Todos merecen la muerte —comentó Yami en su mente, a lo que Hamaki sonrió.

—Bueno... Así es la vida... Da pesar, ¡pero! ¿Habrá una pala cerca? —Sin más, ella se acercó a los cadáveres y empezó a revisar...

Finalmente, tomó una lanza y, con un poco de chakra, le dio forma de pala, empezando a cavar entre la nieve y luego en la tierra.

De esta forma, hizo varios agujeros, donde empezó a sepultar a los muertos...

—¿Siempre tienes que hacer eso?... Ya es una rutina molesta —gruñó Yami, mientras Hamaki simplemente tarareaba.

—~♪—

En estos 22 años, ella había estado viajando por diferentes regiones del continente, conociendo distintas culturas y presenciando los conflictos bélicos del mundo...

A dondequiera que fuera, ya fuera el sitio que hoy se conoce como el País de la Roca, Viento, Rayo o Agua, Lluvia, Estrella, Arroz, Ríos, Osos, etc., encontraba conflictos...

Era lo normal de la época: los pequeños países luchaban entre sí por territorio...

Para la princesa Byakugan, era rutina encontrar campos de batalla... Incluso, en sus viajes más casuales, podía estar caminando en cualquier lugar y, de la nada, encontrar un batallón de gente pudriéndose en mitad de un campo cualquiera.

Esto, en sus primeros años, fue devastador... Incluso había veces que lloraba... Con el tiempo, simplemente aceptó que así era el mundo en el que vivía.

Lo que no cambiaba es que no se quedaba tranquila dejando los cadáveres pudriéndose ahí como basura... Después de todo, eran personas. Debían tener familia, amigos, alguien que los esperara en casa... Mínimo merecían ser enterrados.

A sabiendas de que ella tenía todo el tiempo que quisiera, simplemente no le importaba dedicar algunos minutos a cavar unas tumbas... De hecho, ya se había vuelto experta en eso; con su fuerza no era difícil...

—¡Y listo! Espero que duerman bien —declaró la Hyuga antes de tirar la lanza a un lado y seguir su camino, saltando entre los árboles.

Ella rara vez se involucraba en una guerra de estas, ya que no conocía ninguno de los bandos ni sus motivos, simplemente decidía no hacerlo...

Un tiempo atrás, en las primeras veces, extendía su dominio en el campo de batalla para intentar detener a ambas partes por igual... Y ayudaba reviviendo a algunos al rebobinarlos...

Pero eso nunca sirvió... Lo que lograba al hacer eso era que muchos quisieran capturarla o ponerla a su favor. Incluso se terminaban peleando por ella a muerte...

Incluso si los paralizaba con su toque o usaba su poder intentando acabar el conflicto... Parecía que solo empeoraba, y las personas, al tener una segunda oportunidad, muy pocos decidían dejar la lucha. En vez de eso, se levantaban más decididos a pelear...

Por su parte, Yami siempre le pedía que los matara o se desatara, pues unos humanos tan imbéciles merecían ser castigados, cosa que obviamente ella no hizo.

Al final, decidió no involucrarse por el bien de todos
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Mientras... En un lugar lejano, muy lejano...

Se podía ver una gran fortaleza... El cielo era verdoso, y había islas flotantes alrededor...

En una de las islas, se podía ver una estructura, llena de aros metálicos en medio de una cueva...

En el centro, había una enorme esfera brillante de color amarillo, con un símbolo como una flor de seis pétalos...

Frente al buque, había cuatro personas; las cuatro tenían el cabello blanco y piel pálida. Dos de ellos tenían los ojos cerrados; los otros tenían ojos perlados.

—¡Ah! Ya me estoy hartando, ¡la situación no puede continuar así! Ya llevamos 400 años en guerra y ustedes siguen sin aceptar el decreto celestial —exclamó uno de los que tenía ojos perlados. Era un hombre de aspecto mayor, vestido con una túnica blanca.

—Concuerdo con Doruru-sama... Ya es momento de que se den cuenta... Debemos castigar a la humanidad. Nuestra guerra ha entrado en pausa desde el surgimiento de la segunda princesa del Byakugan, y nos hemos dedicado a observar el mundo a través de sus ojos durante los últimos 32 años... Creo que ya hemos visto suficiente —declaró el otro que tenía ojos.

De los que no tenían ojos, uno dio un paso al frente antes de suspirar.

—Por favor, entiendan... El decreto celestial nos ordenó vigilar el mundo, no ser jueces... Están malinterpretando las cosas —declaró él.

—Ni hablar... La profecía de nuestros antepasados y Hamura dictaba que cuando el Youringan se manifestara en la Tierra, el mundo cambiaría... ¿Tengo que recordarles lo que pasó hace 400 años con la primera princesa Byakugan? —cuestionó Doruru con seriedad.

Estos de aquí... eran los Otsutsuki de la luna, un clan milenario que ya tenía más de 3000 años de existencia en ese momento, siendo descendientes directos de Hamura, los de mayor pureza...

Este clan estaba dividido en dos ramas: la principal y la secundaria, cada una descendiente de un hijo de Hamura. Los hijos del hermano mayor formaban la rama principal, y los del menor, la secundaria.

Los de la rama secundaria se quitaban los ojos al nacer para sellarlos en el buque de energía o Tenseigan, que es la fuente de energía principal en la luna y guarda un enorme poder en su interior...

Cabe mencionar que cada Otsutsuki de este clan podía vivir hasta 1000 años, y actualmente estamos en lo que se conoce como su tercera generación, donde apenas empiezan a nacer los de la cuarta, a la cual pertenece Toneri Otsutsuki.

Puesto que viven mucho, no se reproducen demasiado, pero aun así... Son un gran pueblo.

La rama principal habita en la fortaleza, mientras que la secundaria vive en un pueblo en el centro del satélite terrestre.

La luna, en su interior, guarda un pequeño país subterráneo artificial, con árboles, ríos, un océano, etc. Un pequeño mundo artificial.

En alguna cueva de este pequeño mundo, existe un lago que funciona como pasadizo entre la luna y la Tierra, el cual es un gran secreto, y pocos saben dónde encontrarlo...

En el cielo de ese lugar hay un sol artificial que también funciona como luna, que no es más que un orbe gigante brillante... En el interior de ese lugar se encuentra la fortaleza de la rama principal.

...

Este clan fue dejado por Hamura para vigilar la Tierra y proteger el mundo dejado por el Rikudō Sennin... Este decreto de guardianes es conocido como el secreto celestial.

Sin embargo, no han interferido en absoluto, ya que se dice que debían esperar la llegada del elegido del Byakugan, también conocido como la princesa Byakugan, un símbolo legendario de poder que se supone traería cambios al mundo...

Al despertar del Youringan, el buque de energía reacciona emitiendo un llamado a los Otsutsuki. Esto es conocido como el llamado celestial.

Hace 400 años, en este punto de la historia, el llamado fue liberado, gracias a Haruhi Hyuga, la primera princesa del Byakugan.

Los líderes de los Otsutsuki de la rama principal y secundaria se reunieron en el buque de energía, y mediante su poder y el Ninshū, conectaron con Haruhi, empezando a observar el mundo desde su perspectiva...

Lo que encontraron fue un panorama desconcertante, triste y oscuro...

La princesa nació en una época de guerra muy caótica, donde su Youringan despertó por un inmenso dolor... Esto la llevó a la locura en poco tiempo. En menos de un año, había sido consumida por la oscuridad y causó una de las peores guerras de la historia humana... La época más oscura del clan Hyuga, donde fue temido...

La princesa estaba tan loca, que al perder un ojo, le arranco el suyo a su hermana y llevo el clan a su declive...

Este panorama convenció a la rama principal de los Otsutsuki a tomar partido de que la humanidad debía ser destruida. El decreto celestial de Hamura les daba el derecho a hacerlo... Viéndose a ellos mismos como jueces.

La rama secundaria se opuso, alegando que son guardianes, no jueces.

Pero a su vez, esta postura era confusa, ya que nunca intervenían. Entonces... ¿cuál era su rol?

El decreto celestial... era difuso.

De esta forma, empezó una guerra de 400 años entre ambos clanes, donde peleaban por el destino del mundo... Había pausas, diálogos donde intentaban solucionarlo... Pero siempre volvía el conflicto.

Sin embargo, un día hubo un nuevo llamado celestial por parte del Tenseigan... Una nueva princesa Byakugan había nacido.

Esto abrió un periodo de tregua entre las dos facciones, donde los líderes nuevamente observarían el mundo a través de los ojos de esta princesa...

Aunque esta princesa era una mejor persona, de corazón calmado y alegre, era muy solitaria... Distante del clan Hyuga, e incluso se retiró de él... Solo para mostrarles un mundo lleno de guerra, cadáveres, sangre y el chakra siendo usado como arma...

En este punto, observaron durante 32 años, encontrando solo una visión deplorable.

...

El líder de la rama principal ya estaba cansado... No pensaba seguir viendo más.

—Vamos a destruir el planeta, no más espera —declaró Daruru, mirando fijamente a los líderes de la rama secundaria.

—¿Esto es una declaración de reiniciar la guerra? —preguntó el otro líder, conocido como Minoru.

—Sí, pero esta vez... Estoy dispuesto a hacer lo necesario, cumpliré el decreto celestial, aunque tenga que exterminarlos a ustedes para eso —declaró el líder principal.

De esta forma... La reunión terminó, con una fuerte declaración de guerra... Y esta vez, sería la última.

_____________________________________________

En la Tierra...

Ya se estaba haciendo de noche en el País del Fuego, donde el frío golpeaba los bosques y pueblos...

En medio de la oscuridad, Hamaki saltaba con calma entre los árboles, hasta que finalmente se detuvo junto a un gran roble.

—Este lugar... parece cómodo, ¿no lo crees, Yami? —preguntó la princesa mientras se acercaba al árbol, que tenía una forma peculiar, con un gran hueco en su tronco que parecía un refugio.

Mejor vete a dormir a un pueblo, esto ya es penoso —declaró la voz en su cabeza, mostrando rabia, a lo cual Hamaki rió.

—Naaah... Ahora mismo no veo ninguno, y a estas horas la gente debe estar durmiendo. Sería molesto para ellos que llegara alguien a pedir posada —contestó ella, antes de llevar su mano a la mochila.

De allí extrajo un pergamino, el cual abrió, sacando su vieja capa... Esta ya se veía algo desgastada por el paso del tiempo, su color negro estaba más apagado, sus bordes inferiores rasgados y se veía más delgada... Además, tenía varios remiendos por los daños que había recibido y habían sido cosidos...

La princesa sonrió antes de ponérsela, para después acomodarse dentro del hueco del árbol, encogiéndose en posición fetal, dejando todo su cuerpo recogido en la capa.

Ella sonrió mientras apreciaba el cielo nocturno... Era luna llena y las estrellas brillaban con fuerza.

—Buenas noches, Yami-chan...

—...—

Sin más, la princesa se dejó dormir en medio de la oscuridad de la noche.

**************************************

—Princesa Byakugan... ¿Me escuchas?...

Hamaki abrió los ojos, solo para encontrarse en un lugar oscuro, donde no veía nada a su alrededor... Solo estaba ella.

—Eh... ¿Hola?... ¿Yami-chan? —La Hyuga miró en todas direcciones, pero por más que intentaba, no había nadie...

—Mi nombre es Hamura Otsutsuki, y me presento ante ti, Hamaki Hyuga.

La princesa se volteó nuevamente, esta vez pudo verlo... Un anciano de piel blanca, cabello blanco y una túnica blanca.

La Hyuga observó al anciano un momento, sin entender lo que pasaba.

—¡Oh! Ah... ¿Qué es este lugar?... Ah... ¿Quién es usted? ¿Cómo sabe quién soy? —preguntó Hamaki, mirándolo fijamente.

Podía ver su alma con claridad... Pero no su nombre ni su edad... Aunque podía ver que no era alguien malo.

—Soy tu antepasado, el padre del clan Kaguya y Hyuga. Soy un sabio milenario, protector del mundo creado por mi hermano, el Sabio de los Seis Caminos —contestó Hamura.

Hamaki se sorprendió al oírlo, para luego sonreír.

—¡Oh! ¡Ya veo! ¡Un placer!

El sabio suspiró, mirándola de pies a cabeza.

—Te seré honesto... Sigo sin entender cómo es que tú despertaste el Youringan... Tu mentalidad no me parece adecuada —contestó el anciano, acercándose a ella.

Hamaki se vio confundida ante esas palabras, mientras Hamura le agarraba los párpados y abría sus ojos para verlos de cerca.

—Tu Youringan es poderoso... pero noto demasiada oscuridad en ti. Sinceramente, dudé en aparecerme ante ti durante estos 32 años, pensé que esto debía ser alguna clase de error —comentó el anciano.

—Eh... Sabe que no le estoy entendiendo nada, ¿verdad?...

—La princesa Byakugan... O el príncipe Byakugan si es que un hombre despierta esos ojos... Debería ser alguien digno, fuerte y un líder capaz... A ti te veo como una persona infantil y trastornada. Te he observado estos 32 años y sigo sin entender cómo es que eres la elegida, debe ser un error—declaró el anciano, mientras levitaba lejos de ella.

Hamaki cambió su mirada a una más neutral antes de suspirar.

—Bueno, señor viejo milenario... ¿Me estás diciendo que te me apareciste solo para insultarme? —contestó ella, mostrando opacidad en su mirada—. Cuando pienso en alguien sabio, definitivamente no pensaría en alguien como usted...

Dicho esto, ella le dio la espalda.

—¡En fin! ¿Cómo salgo de aquí? Por cierto, eso de saber que estuviste mirando por 32 años es perturbador —dijo ella con una sonrisa bromista.

—Niña... Esa no es manera de hablarme. Además, si me aparecí ante ti, es porque ha ocurrido algo importante y no me queda de otra. Eres la única persona en la actualidad que puede verme —contestó Hamura con seriedad.

—Eh, ¡sí! Eso suena muy interesante, pero lamento decirle que soy un error. Ahora me gustaría irme a soñar con unicornios, no me gusta soñar con ancianitos—contestó ella, mientras empezaba a caminar en dirección opuesta.

—¡Espera! Esto es importante, el destino del mundo está en juego. ¡El mundo te necesita! —exclamó el sabio.

—Dudo que alguien necesite de los errores como yo... —declaró ella, mostrando frialdad.

Hamura finalmente suspiró.

—Hablo en serio... Escucha bien, en este momento existe una guerra en un lugar lejano... Los poderes involucrados serían capaces de destruir el mundo. Tú eres la única que puede detenerlos y llevar mi mensaje a ellos —declaró Hamura.

Hamaki se cruzó de brazos... Luego hizo una mueca... Luego otra... Finalmente, se masajeó la sien y suspiró.

—Vale, vale... Siento que no puedo ignorar esto. ¡Soy demasiado torpe para odiar a alguien por más de 50 segundos! —Ella se volteó antes de aplaudir—. ¡Cuéntamelo todo!

De esta forma, el sabio empezó a explicar lo que ocurría en la luna...

El conflicto, en ese momento, había llegado a su punto más alto.

Era seguro decir que, cualquiera que fuera el resultado de esa guerra, se decidiría pronto, y sería una masacre... Solamente la princesa Byakugan podría detener este conflicto...

**************************************

Al día siguiente...

Se podía ver cómo la princesa saltaba entre los árboles, mientras mantenía una mirada apagada.

—¿Andas muy callada, en serio te afectaron las palabras de un viejito de mierda? Jajaja —se burló Yami.

Hamaki solo suspiró mientras continuaba su camino.

—La situación es seria, Yami-chan... Me había prometido a mí misma que no volvería a involucrarme en un conflicto... Pero parece que esto me sigue a donde vaya...

Yami simplemente se llevó las manos atrás de la nuca.

—Si tanto te aburre... Déjame a mí encargarme... Esos marcianitos probablemente necesiten una probadita de humildad... Una torcidita de cuello les haría reconsiderar sus opiniones estúpidas.

Hamaki, al oír aquello, no pudo evitar soltar una carcajada.

—Vaya... Después de todo sí tienes humor, Yami-chan... Pero qué oscuro.

—¿Qué es el humor?

Hamaki finalmente volvió a suspirar.

—Aunque me perturba todo esto, ¿sabes?

—¿Eh?

—Saber que, incluso en un mundo tan bonito como este, lleno de culturas, artes e historias... haya guerra y masacres por doquier... Y me perturba aún más saber que, incluso en territorio desconocido y misterioso como el cielo, otra especie esté en una guerra aún más larga... ¿400 años? ¿En serio? —contestó la peliazul.

Así son todos. Ya deberías entenderlo, has viajado 32 años viendo esto día a día, ¿y aún no quieres aceptarlo? —cuestionó Yami con seriedad.

Al pensar en ello, Hamaki solo agachó la cabeza.

—Pero... En estos años hemos visto cosas más bonitas que esas... Canciones, comida, ropa, bailes...

Estupideces...

La princesa finalmente se agarró de una rama, para luego mirar hacia una montaña.

—Bien... Debe ser aquí, la cueva que conecta con la luna...

La princesa usó su Youringan para observar todo el lugar... En el interior, podía ver una cueva llena de cristales, y en el centro, un lago... Sin embargo, no podía ver la entrada. Quizá tendría que abrirla.

—Bien... Aquí va Hamaki, volviendo a ser el objeto de los demás... Bueno, al menos esta vez es por un bien mayor. ¡No queremos que Lunita-chan se caiga sobre nosotros! —comentó ella sonriendo nuevamente.

Finalmente extendió su mano al frente, mientras varios huesos salían de allí, formando un taladro.

—¡Activa turbo!... Oh, espera, eso es de otra serie... Bueno, ¡en fin!

Sin más, se lanzó contra la zona más delgada de la montaña.

Hubo un estruendo, y después de algunos minutos, estaba adentro.

Se acercó con cuidado al lago.

—¿Estará fría? —preguntó burlona mientras se agachaba para tocar con la mano...

Se sorprendió al ver que el agua no mojaba. Era una textura muy extraña.

—Bueno, ¡let's go!

—Ese idioma no existe aquí... —reprochó Yami.

—¡Lo sé! —Dicho esto, dio un salto, sumergiéndose en el agua.

Al entrar, empezó a nadar al fondo, cuando todo se iluminó para ella...

...

Al abrir los ojos, pudo notar que estaba en... ¿su habitación?

Ella levantó la mirada, notando que estaba en la mansión Hyuga.

—¿Eh?

Al mirarse las manos, pudo notar que eran las de una niña. Tenía moratones...

—¿Todo fue un sueño?...

En eso, una gran explosión cubrió la mancion con ella andentri.

...

Nuevamente abrió los ojos. Otra vez estaba en el lago.

Sin saberlo, la princesa había caído en un genjutsu.

—Oh... Siento que esto me dará problemas...

En eso, todo volvió a brillar nuevamente...

...

Ahora, se encontraba otra vez en la mansión Hyuga.

—¿Otra ilusión? —pensó, mirando sus manos... Eran adultas.

—¡Oh, despertaste!

La Hyuga se volteó al reconocer esa voz... Al mirar a la puerta, pudo ver a su hermana menor.

—¡Hermana! ¡Te tengo una gran noticia!

—Este día...

Fin del capítulo 11

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