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O1

La brisa marina era fuerte, había un cielo despejado y la marea estaba en calma, tal y como los marineros habían previsto para el día en el que el príncipe Soobin pudiera arribar a su tierra natal.

Aquel clima hacía a Beomgyu marearse, pero al joven noble le encantaba e incluso ayudaba a los marinos en la cubierta, tirando cuerdas y lanzando redes para pescar al menos hasta que escuchó los cánticos, llamando su atención.

Si a una sirena tu escuchas cantar, sentirás un hechizo especial.

El Príncipe sonrió al pensar en la posibilidad, había todo un mundo debajo del mar, y aunque el ser humano ya ha descubierto bastante, aún se desconoce lo que realmente el mundo marino nos puede mostrar, seres completamente desconocidos para uno.

—El Rey Namjoon está de buenas hoy —comentó uno de los marineros, llamando la atención del noble.

— ¿El rey Namjoon? —preguntó con curiosidad, entonces los tripulantes se miraron y rieron.

— ¡Muchacho! ¿Nunca has oído del rey Namjoon?

—Es el rey de las sirenas, y si tenemos este clima y una gran pesca, quiere decir que está de buenas —Explicaron y Soobin asintió con entendimiento junto a una gentil sonrisa, entendiendo ahora los agradecimientos de la tripulación —Todo buen marino sabe de él, muchacho.

La brisa comenzó a ir un poco más fuerte y el joven noble se dejó envolver por el aroma, feliz de sentir que estaba conectando con el mar gracias a los cánticos de los marinos y la vista de las gaviotas pasar.

—Sirenas y hechizos —Miró a Beomgyu, quien intentaba mantener la compostura a pesar del malestar en su estómago, producto de la misma marea y la forma en la que el barco se movía —No hagas caso a esos cuentos náuticos —advirtió el fiel amigo, compañero y consejero real del príncipe.

— ¡¿Cuentos náuticos?! —uno de los marinos jadeó al escuchar las osadas palabras del joven y rápidamente fue regañado. Soobin rió suave al ver el debate que se armaba entre su amigo y el marino sobre la veracidad de todas esas cosas.

Prefería darle el beneficio a la duda, ya que el océano es un mundo inexplorado casi en su totalidad, incluso si el ser humano siente tanta curiosidad por el cuerpo azul, nada nos impide creer en algunas historias sobre algo que no conocemos.

No tenía un problema en si creer o no, solamente pedía poder admirar la inmensidad del mar en su máximo esplendor y si podía explorar a través de él, estaría bien.

Aunque es verdad que siente algo de intriga sobre si esas historias que los marinos creen tan fervientemente son reales, desconociendo que debajo del barco en el cual iba navegando, en lo profundo del mar en verdad sí existía el escondido reino de las sirenas.

Debajo de él, había toda una civilización viviendo entre burbujas y peces, totalmente oculta.

Incluso más allá, había alguien que sentía la misma curiosidad por el mundo opuesto, alguien que admiraba y se preguntaba por los maravillosos tesoros que el mundo humano tenía.

Un joven y apuesto tritón que de forma escurridiza nadaba hacia donde la marea se llevaba a los barcos que naufragan y se destruyen hasta sólo ser un accesorio nuevo para el mar. Asombrado cada vez que ve las grandes estructuras ahora arruinadas por los golpes y la misma mar.

Cada vez llegaban más barcos a esa zona, y hace poco había uno nuevo, el cual sin duda quería explorar y descubrir qué novedades hay en el mundo humano.

— ¡Yeonjun! —el pequeño tritón desvió su mirada de la estructura para ver a su amigo llegar con un acallado grito, nadaba lo más rápido que podía para llegar hacia él, lo cuál cuál provocó una sonrisa al verlo tan agitado — ¿Puedes esperarte aunque sea un poco? O mejor, creo que deberíamos volver a casa, sí.

El pelirrojo alzó una ceja con cierta diversión ante el notorio nerviosismo del rubio tritón y ambos nadaron cerca del hacia el barco que recientemente fue hundido.

—Tyun, no me digas que tienes miedo —aleteó hasta llegar a una ventanilla y miró desde ahí al interior del navío, rápidamente su amigo lo siguió.

—N-no es eso, claramente no tengo miedo —Yeonjun volvió a mirarlo con esa desafiante sonrisa —En realidad es que… Siento el ambiente húmedo ¡Sí! Y sabes que las cosas se ponen feas cuando siento el ambiente húmedo.

Finalmente el pelirrojo abrió la ventanilla y comenzó a reír al escuchar las palabras de Taehyun.

— ¿Entonces no vas a entrar? —preguntó y rápidamente Taehyun negó con la cabeza mientras se cruzaba de brazos —Está bien, entonces cuida de que no vengan tiburones —canturreó el pequeño tritón y entró finalmente al abandonado barco.

—Sí, yo me encargo de… ¡¿Qué, tiburones?! —el pequeño rubio rápidamente se adentra al barco por la ventanilla, pero a diferencia de Yeonjun, este se quedó atascado — ¡Hyung, ayúdame! —jadeó ante los nervios y por el esfuerzo que le estaba costando entrar, aparentemente su aleta no era tan delgada como la de su amigo.

Yeonjun suspiró sin borrar su sonrisa, y amablemente se acercó para ayudarlo a entrar, ambos saliendo disparados contra una de las murallas producto de la fuerza ejercida para sacar a Taehyun de aquel embrollo.

—Auch —se quejaron y Yeonjun rió un poco —Tranquilo, buscaré una salida más segura para tu aleta —prometió, luego ambos miraron y se adentraron en el majestuoso ejemplar —Wow.

Muchas cosas se habían perdido o destruido con el naufragio, debido a que aparentemente el barco se habría estrellado, pero, a pesar de que no había mucho para rescatar de ahí, realmente Yeonjun y Taehyun estaban asombrados.

Antes de que realmente un tiburón saltará se adentrará al barco para intentar comérselos y por ende tuvieran que huir, Yeonjun había encontrado unas nuevas adquisiciones para su gran colección. Bellezas maravillosas para él, un tenedor y una pipa para los humanos.

Los jóvenes jóvenes desconocían los nombres y funciones que tenían dichos objetos, por lo que una vez lograron librarse del tiburón, rápidamente se dirigieron hacia la superficie para hablar con la gaviota que tenían de amigo.

Es un fiel y gran amigo, pero les entregaba información incorrecta sobre los objetos que encontraban.

No son todas las sirenas que exploran o pasean por la inmensidad de su mundo, muchas otras hacían cosas importantes y ceremonias.

Como Kai con su prestigiosa carrera siendo el compositor de la corte.

Era joven, muy joven para tener un título así, pero habían justas razones para tenerlo. No es como si todos los días se conquiste al rey Namjoon y ser nombrado como un genio por este gracias a sus pocas sinfonías, claramente compuestas por él mismo.

Pero su cuerpo temblaba, preocupado de que ahora su prestigiosa carrera esté dependiendo de un pelirrojo que con mucha suerte habrá visto una o dos veces en los ensayos.

Su corazón palpitaba a mil, a punto de empezar el concierto que podría ponerlo en la cúspide de su carrera, pero, estaba demasiado nervioso.

En su mente estaba rezando, no, suplicando por d para que Yeonjun esté preparado para salir al escenario.

—Estoy emocionado —mencionó el rey, y Kai le sonrió —Es la primera vez que el reino oirá la voz de Yeonjun.

—S-sí… Su hijo tiene una voz bellísima —alabó y luego de esa pequeña charla, el compositor se dirigió a su posición para finalmente comenzar con el concierto.

Sacó sus partituras y las miró segundos antes de aclarar su voz para llamar la atención a su orquesta y comenzar a dirigirla.

La función comenzó y la sinfonía también, los hijos e hijas del rey Namjoon iban apareciendo según la letra compuesta, haciendo maravillas con la escenografía y coreografía.

Sonrió, estaba orgulloso de cómo se oía su trabajo, como el público estaba disfrutando de la melodía y poco a poco se estaba acercando la parte del pequeño tritón. Las tensiones y los nervios se esfumaron, Kai estaba cómodo en su zona, las notas lo habían relajado y el rey Namjoon estaba orgullosamente feliz por sus hijos, también por el compositor.

Tomó aire cuando la letra nombró al séptimo y último hijo del rey Namjoon, aquél con el cual contaba hasta la última fibra de su carrera.

Y no estaba.

Los hermanos jadearon al ver que Yeonjun en realidad no estaba, Kai detuvo la música y tapó su boca con sus manos, rápidamente volteó a ver al rey, quien se había enfurecido por la ausencia del joven tritón.

Mientras el caos se delataba en la corte, Yeonjun y Taehyun estaban nadando a toda velocidad para llegar al recital, aquel evento tan importante pero que Yeonjun olvidó por completo hasta que la gaviota mencionó la música.

—Papá me va a matar, de seguro que lo hará —comentó Yeonjun y aceleró su aleteo, y por consiguiente su amigo hizo lo mismo para llevarle la marcha.

—Es normal que olvides las cosas —trató de justificar su amigo.

— ¡Sí, pero no eran cosas graves para mi padre, pero ahora sí lo es!

—Oh.

—Tenías razón, debimos volver cuando dijiste que sentías el ambiente húmedo. Primero el tiburón ¡Y ahora esto! —Taehyun suspiró y luego fijó su mirada hacia el camino que tenían por delante, y luego de unos segundos volvió a intentar seguirle el ritmo a Yeonjun.

Estaban tan atentos en la tarea de volver a casa lo más rápido posible que no notaban que estaban siendo vigilados.

Una figura, lejana y escondida veía con suma atención y tratando de tomar ideas para armar un plan.

—Jungkook, Taehyung, no lo pierdan de vista. El pequeño hijo de Namjoon puede ser la perfecta razón para su perdición.

Un par de ánguilas aceptaron, y entre las sombras o las algas se encaminaron para seguir el rastro del príncipe.

A Yeonjun se le esperaba un gran regaño, eso sí que era algo seguro.

No quería volver a casa, pero ya tenía una gran falta por lo del recital de Kai, su padre iba a enfadarse mucho más si desaparecía. Solamente deseaba que a Taehyun no se le escapara ninguna cosa que pueda agravar el regaño.

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