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21


Sin creerlo y sin poder redimirlo, la falsedad se había convertido en una extremidad más en mi vida. Yo, quien siempre fui una persona honesta, clara y espontánea, ahora no dejaba de atar mentiras en la vida de muchas personas, algo que me iba corroyendo por dentro. Sin embargo, lo más amargo de todo esto es que él también se había incluido en la lista en las últimas semanas. La persona que menos se merecía esto, de la que me gustaría librar de tantos problemas y poder devolverle su vida.

Él.

Park Jimin tiene un corazón tan puro que, a pesar de llevar unas semanas muy distante, él continúa tratándome con cariño y delicadeza. Sin romper la sonrisa en sus labios y siempre intentando animarme porque sabe que algo me pasa y no se da por vencido en su lucha de cambiar eso; de querer volver a verme sonreír como él, de volver a ayudarme en cualquier cosa y hacer mi vida más llevadera. Lo cual lo hace un pesado obstáculo apartarlo del camino.

— ¿Adónde vas?

— Voy a ver al señor Cha —respondo colocando mi cazadora frente al espejo. Jimin no parece muy convencido con mi respuesta así que se levanta del sofá y abandona la película que está viendo para detenerse a mi lado, donde ahora puedo verlo a través del reflejo.

— ¿Al señor Cha? ¿Otra vez? —asiento peinando mi cabello con los dedos mientras que de fondo se escucha el timbre de la puerta— ¿Esperas a alguien? —pregunta extrañado.

— Sí, creo que es EunWoo —me apresuro a abrir pero Jimin me detiene antes de que mi mano toque el pomo de la puerta.

— ¿Cha EunWoo? ¿El chico que vino la otra vez?

— Sí, ese mismo.

— ¿Por qué vuelve a recogerte? ¿Por qué no me pides que te lleve? Es más, ¿por qué vas sólo?

Podría responderle con la verdad, con la misma verdad que empuja contra mis labios para poder liberarse y dejar de meter en el saco de las mentiras al propio Jimin. Pero no puedo. Ahogo ese sentimiento, ese impulso, y lo transformo en otra mentira. Una que cada vez tiene menos credibilidad y Jimin ya comienza a sospechar demasiado, pero aún así, aunque podría revocar mis palabras, no lo hace y simplemente me deja ir. Con un sabor de boca amargo y un nudo en el pecho que me sobrecoge la mayor parte del tiempo que camino junto a mi nuevo acompañante.

Cha EunWoo había aparecido un sábado por la tarde, cuando Jimin y yo nos encontrábamos sobre su cama jugando a un juego de mesa bastante entretenido. El chico, que es de la misma edad que yo, se presentó como el nieto del señor Cha, el hipnólogo que días antes habíamos conocido. A esa misma hora, recibí una llamada de mi madre mientras Jimin le ofrecía al chico un refresco y lo invitaba a sentarse en su sofá. Las palabras de mi madre fueron claras mientras los observaba. Había cumplido con mi petición, apartar a Jimin de esta historia en la mayor medida posible y, en cambio, someterme a más presión y acudir a todas las reuniones que ellos acordaran.

Todo se había convertido en un desafío a contrarreloj donde en cada reunión conocía a una nueva persona de la vida de la señora Im, del señor Cha o incluso de mi madre. Me pregunté, además, qué límite tenían sus listas y si alguno podría ayudarme. Por el momento, a pesar de haber conocido a profesionales bastante competentes y realmente buenos, ninguno ha dado con una solución. Todos están tan sorprendidos como confundidos con mi historia.

Hoy, no es un día diferente al resto de reuniones que hemos tenido, a decir verdad, creo que hoy no conoceré a nadie nuevo. Es más, aún no me ha quedado claro por qué han acordado una reunión hoy, pero todos me están ayudando demasiado así que ni me tomo el descaro de preguntar o poner en duda qué van a pretender esta vez.

Simplemente...

— Qué callado estás hoy —comenta el chico a mi vera mientras mastica un chicle y hace una pompa con él.

Simplemente siento que cada vez me dejo llevar más.

— No es como si tengamos algo de qué hablar —respondo con sinceridad aunque quizá un poco borde.

Su pompa explota y recoge el resto de chicle esparcido por sus labios, volviendo a masticarlo pero soltando una pequeña risa, casi imperceptible, en mi dirección.

No podría decir que el chico me caiga realmente bien, de hecho, es bastante callado y las pocas veces que lo he visto he sido yo quién ha sacado algún tema. Más que nada para romper el hielo y que estas caminatas no sean tan incómodas. Pero es cierto que hoy no he abierto la boca en lo que llevamos de trayecto y quizá eso le haya hecho preguntarse por qué no ha sido como las otras veces.

— Vale, pues tengamos algo de lo que hablar —se encoge de hombros y me mira esperando a que diga algo.

— ¿Cómo qué?

— ¿Es verdad que eres más mayor de lo que aparentas? —volteo los ojos al lado contrario para evitar contestar— He oído cosas.

— ¿Tu mamá no te enseñó que es de mala educación escuchar conversaciones ajenas?

— No, la verdad —se queda mirándome sin expresión y lo único que puedo hacer es bufar—. ¿Qué edad tienes? —insiste.

— La misma edad que tú.

— Ya —ríe—. No en serio, algo no cuadra. Estas visitas a mi abuelo, el hecho de que todo sea tan secreto. Que la señora Im esté involucrada.

— ¿Qué pasa con ella?

— Cuando esa mujer aparece algo malo sucede, y por lo poco que sé, nada normal.

— ¿Siempre eres tan metiche? —pregunto después de un extenso silencio donde sólo nos miramos.

— No, en realidad me da todo igual —fija su vista al frente y continúa masticando el dichoso chicle, cuyo sonido ya comienza a molestarme—. No suelo meter las narices en la vida de nadie, pero... —vuelve a mirarme y sonríe un tanto burlón— creo que la tuya es interesante.

Algo que en lo que no me había dado cuenta hasta ahora es que el chico, a pesar de tener la misma edad que yo, su mentalidad no es como la del resto de niños que he conocido por el momento. Los chicos de la escuela no se comportan así, mucho menos hablan de un modo tan... ¿sarcástico? Pero supongo que no todos los niños son iguales, no todos reciben la misma educación ni viven lo mismo. Aunque he tenido una infancia rodeada de historias alucinantes gracias a mi madre, siempre fui un niño acorde con mi edad; con una mentalidad infantil e inocente.

— Llegamos —me detengo cuando él lo hace y echo un vistazo al portal del viejo edificio—. Bueno, ya nos veremos. Dile a mi abuelo que no podía quedarme, he quedado con unos amigos.

— Bien —asiento con simpleza y llamo al apartamento.

— ¡Eh! —la voz de EunWoo me hace girar y lo veo a unos metros de mí, con una sonrisa en los labios y con la mano levantada— ¡La próxima vez podrías pasar de la visita de mi abuelo y venirte conmigo! —alzo una ceja ante su invitación y, sin esperar una respuesta, me da la espalda y echa a correr en dirección opuesta.

— No, gracias —musito y entro al interior del edificio cuando escucho que ya me han abierto.

Apenas tardo en llegar a la planta indicada y llamar a la puerta donde me recibe mi madre, con los brazos abiertos y a la espera de que responda. Normalmente, siempre respondo rápido, con la misma felicidad que ella y con una gran sonrisa en el rostro, pero hoy me siento particularmente decaído y mi respuesta no es tan rápida ni efusiva, y eso, mi madre como cualquier otra, lo nota, pero no pregunta. Para mi gran sorpresa, una persona en particular se ha unido a esta reunión y de todas las que podría imaginar, jamás habría llegado a la conclusión de que se tratara de TaeHyung.

Y al contrario del gesto hacia mi madre, mi reacción es muy diferente cuando veo a mi mejor amigo porque corro hacia él con una emoción que ni me preocupo a esconder. Me abrazo a él tan fuerte que incluso la señora Im suelta un tierno sonido.

— ¿Qué haces aquí?

— Tu madre me preguntó si quería venir y ya sabes que jamás me negaría a una oportunidad para verte —sonrío con amplitud ante esa respuesta tierna y poco tardo en volver a enterrar mi rostro contra él.

— Te echo de menos —confieso y siento su mano acariciar mi cabeza.

— Yo también.

— JungKook, me alegro de volver a verte. ¿Te apetece tomar algo? —como siempre, la amabilidad del señor Cha me hace sentir un poco mejor y consigo despegarme de mi amigo sin llegar a inundar la casa de lágrimas. Asiento ante su respuesta y me percato de que mi madre ha desaparecido de la sala.

— ¿Y mi madre? —la señora Im señala con su dedo a la habitación que Cha suele usar para los clientes que esperan, así que abandono a mi amigo por un momento para entrar— ¿Mamá? —al asomar mi cabeza, puedo verla a oscuras, sentada en una de las sillas y con la cabeza gacha.

— Enseguida voy, cariño —responde con la voz rota.

— ¿Estás bien? —me atrevo a entrar del todo y cierro tras de mí. Voy acercándome poco a poco a ella como si tuviera algún tipo de miedo por lo que pueda ver, aunque su voz ya me da un indicio— Mamá —la vuelvo a llamar ahora sentado junto a ella.

— Lo siento —musita y usa el pañuelo que tiene en las manos para sonar su nariz.

— ¿Por qué lloras?

— Cada vez más siento que se me va de las manos —observa sus manos por unos segundos hasta que las cierra en puños—. Creí que podría con esto, pero es la primera vez que no sé lo que debo hacer. No supe cómo comenzar y ahora no sé cómo continuar —un nudo comienza a formarse en mi garganta ante sus palabras—. Verte hace un momento con TaeHyung me ha hecho... sentir que... —las palabras comenzaban a atorarse— Lo siento —suspira y me mira por fin, con los ojos rojos y una media sonrisa.

La imagen ante mí me deja devastado. La voz de la desesperanza se alza ante las otras y toma mi mano con la mayor de las confianzas para que vaya con ella, todo porque mi pilar más fuerte se ve flaqueado y es la oportunidad perfecta para volver a llevarme a ese bosque lleno de lamentos que no hace mucho me costó salir.

No quiero volver ahí, no quiero que el problema se vuelva a agravar por un momento de flaqueo; volver a ser un problema mayor para esas personas que tan importantes son para mí.

Simplemente no quiero, y por este motivo mi mano deja de ser sostenida.

— Está bien, mamá —intento que mi voz no se quiebre—. Haces todo lo que puedes y más. Al fin y al cabo, esto no deja de ser mi culpa. Yo me lo he buscado.

— No, cielo, no quise decir eso —toma mis mejillas entre sus manos—. Mamá va a seguir haciendo todo lo posible, ¿vale? No pienso dejar que te quedes así por el resto de tu vida —ante esas últimas palabras, tanto ella como yo parecemos reaccionar de la misma forma; con tanta duda que hasta nuestras miradas se apartan por un momento.

— Gracias, mamá —la abrazo con un sentimiento extraño, con un vacío que no sé realmente cómo explicar. Y no es que no crea en sus palabras, no, ella no es el problema sino todo en sí.

No dudo de mi madre, dudo de mi destino.



Unas semanas más tarde.

Ante las nuevas propuestas de la señora Im con respecto a mi problema –y que seguramente no valgan para nada–, los días tomaron su curso normal. Yo seguía acudiendo a la escuela, me tomaba un día a la semana para ver a mis nuevos amigos y despejarme un poco; continuaba acudiendo al apartamento del señor Im con la compañía de EunWoo y de vez en cuando salía a pasear con Jimin y TaeHyung. Sí, con ambos.

Pocos días después de encontrarme con TaeTae en la casa de Cha, se me ocurrió la fascinante idea de que Jimin y él se conocieran mejor. Siempre supe que ambos podrían congeniar de maravilla y, aunque en varias ocasiones ya había intentado que los dos se acercaran por sí mismos, nunca daba un resultado tan bueno. Así que, decidí volver a darles un empujoncito, pero no como los que ya había dado, no, esta vez iba a conseguir un mejor resultado.

A eso de las nueve de la noche, apareció mi mejor amigo luciendo uno de sus mejores conjuntos. De esos que solíamos usar para una de esas noches que durarían hasta el amanecer. Y yo pues, al ver la diferencia entre él y Jimin, no pude evitar reír.

— ¿De qué te ríes?

— ¡Parecéis el nerd y el malote de clase! —vuelvo a reír desde el posabrazos del sofá, donde decidí sentarme para ver mejor a ambos.

— ¿Quién es el nerd y el malote de clase? —vuelve a preguntar Jimin con cierta inocencia.

— ¿No es obvio? —TaeTae alza sus cejas sorprendido y termina por gesticular con sus manos para que sea más evidente, señalando primero a él y luego a sí mismo.

— Oh, vale —Jimin lleva su mano al rostro y mi risa hace aún más eco.

Hace mucho que no reía tanto.

¡Y bueno! La situación en sí no es que sea para troncharse pero ver a TaeTae y a Jimin intentando congeniar se está haciendo muy divertido. Sobre todo por la vestimenta, ya que TaeHyung va con una camisa negra de raso que deja ver un poco de su pecho, su traje también negro y unos vaqueros oscuros bien apretados que lo hacían ver espectacular. Y ni que hablar de su cabello milimétricamente colocado. Y en cambio, Jimin luce un suéter gris bastante corriente y unos pantalones negros que podrían ser más ajustado, sí.

— Seguro que tienes algo mejor en el armario —comento y Jimin parece un tanto indignado por mis palabras.

— ¿Qué tienes que decir tú, mocoso? —camina hasta mí y con su dedo pica en mi frente hasta hacerme caer de espaldas.

— Mucho —río aún tumbado en el sofá—. Estoy seguro de que he salido de fiesta más veces que tú —le enseño la lengua y él vira sus ojos.

— Vale, vale, es cierto, no salgo mucho. Podéis saquear mi armario —me ayuda a incorporarme y no tardo ni dos segundos en correr hasta la habitación y abrir las puertas del armario—. Os aviso que no tengo nada del otro mundo —dice cuando también ve a TaeHyung pasar por su lado hasta colocarse al mío para también ver lo que hay.

— Ey, esto no estaría mal —le comento a TaeTae y este asiente de acuerdo. Al fondo, Jimin sigue mirándonos sin saber muy bien qué hacemos o qué estamos tramando—. ¿Cuál prefieres tú? ¿Blanco o negro?

— Hmm, creo que con el blanco le iría mejor —TaeTae aparta la camiseta blanca y seguimos buscando—. ¡Mira, pero si tiene unos pantalones a juego con la cazadora vaquera!

— Genial. Me gusta.

— Y a mí.

Tras unos minutos, nos giramos hacia Jimin con algunas prendas en las manos y él se queda observándolas con detenimiento. No tarda mucho hasta que lo vemos asentir con la cabeza y se nos dibuja una gran sonrisa en el rostro. Toma las prendas y salimos de la habitación para que pueda cambiarse. En ese lapsus de tiempo, mi amigo y yo nos sentamos al sofá para que pueda contarme un poco cómo le va en su nuevo trabajo, lo agobiante que está siendo por ser el nuevo en la empresa pero muy contento porque todos sus compañeros son muy amables con él y lo ayudan en todo.

Y esto me hace preguntarme: ¿qué habría sido de mí? ¿Dónde estaría ahora mismo? ¿Seguiría estudiando o estaría trabajando?

A veces, paso varias horas en la noche imaginando cómo sería mi vida si todo esto no hubiese ocurrido. Me encanta imaginar miles de cosas a pesar de sentir al mismo tiempo algo de angustia e, incluso, ansiedad, pero poco a poco comienzo a acostumbrarme más. A saber que, a pesar del daño que me hace imaginarme este tipo de situaciones, es algo que no puedo evitar porque el tiempo no deja de correr y yo no puedo hacer nada, no puedo detener el tiempo y pedirle que me dé un respiro, que me proporcione tiempo extra para que la vida no siga su curso sin mí.

Pero continúa, y aunque duela, me gusta soñar con todas esas posibilidades.

— ¡Listo! —la voz de Jimin me saca de mi ensoñación y, tanto mi amigo como yo, se nos cae la mandíbula al suelo ante lo que vemos— ¿Qué tal estoy?

— ¡Pareces un modelo! —exclama TaeTae tan sorprendido como yo por el resultado. Y es que esa cazadora vaquera a juego con los pantalones y la camiseta blanca le quedan realmente bien— Creo que hoy alguien me va a robar los ligues —ríe y se levanta para verlo más de cerca.

— Dudo mucho que vaya a robarte los ligues.

— Oh, ya sé, ¿tienes gomina o algo para fijar el pelo?

— Mira en el baño, creo que hay algo —TaeTae entra rápido al baño y Jimin se gira hacia mí, alzando sus brazos con la intención de recibir algunas palabras mías, pero yo me he quedado tan embobado que me mantengo en mi silencio—. ¿Me veo mal?

— N-no —niego rápidamente—. Estás... muy guapo —le sonrío y él me imita. Ambos quedándonos en un silencio que rompe TaeHyung cuando vuelve con un fijador de pelo.

— Déjame ayudarte con el pelo, creo que si te lo echas hacia atrás te quedaría muy bien.

Y efectivamente, le queda increíblemente bien. De nuevo mis ojos no pueden apartarse de él y mucho menos abrir la boca para decir algo, es como si quisiera sólo observar y recalcar en mi cabeza lo bien que se ve. Pero ante ese pensamiento, algo mejor se me ocurre.

— ¡Te sacaré una foto! —poco tardo en tomar mi teléfono de la mesita y activar la cámara.

— ¡Espera yo también quiero! —TaeTae se apresura en acercarse a Jimin y hacer una uve con sus dedos mientras sonríe. Hago la foto cuando ambos miran a la cámara y luego otra por si la primera no sale bien— Bueno, vámonos ya.

— ¡Espera! Quiero una foto sólo de Jimin hyung —intento no mirarlos directamente y hacerlo desde la cámara, porque, aunque sé que tengo confianza con él, me da un poco de vergüenza pedir esto. Más con mi mejor amigo presente.

— Eso me ha dolido, KooKoo —finge indignación y se aleja para que sólo salga Jimin en el marco. Este último mete ligeramente sus manos dentro de los bolsillos del vaquero y sonríe en mi dirección, donde escucha un clic y entonces se aleja para tomar su abrigo.

— Pasadlo bien —me apoyo en el respaldo del sofá y los observo hasta que ambos comprueban que tienen todo y ya pueden marcharse.

— No te acuestes tarde —y con estas palabras de Jimin, la puerta se cierra dejándome en un absoluto silencio. Con un sabor de boca que comenzó dulce y ahora se siente amargo.

Cómo me gustaría poder ir con ellos.

Miro de nuevo la foto que le acabo de sacar a Jimin y vuelvo a sonreír inconscientemente. Me vuelvo a preguntar cómo pude haberlo ignorado en el pasado, me pregunto incluso, si él podría ser mi tipo. Y sí, creo que podría serlo pero...

— ¿Ya se han ido?

Actualmente mi tipo es otro. ¿O debería decir: era?

— Sí —respondo ante ChanYeol, que acaba de salir de su habitación con el pelo alborotado y los ojos casi cerrados por la claridad de la sala.

— Menudo alboroto han armado.

— Lo siento.

— ¿Por qué lo sientes? —casi se me escapa una excusa por mi mejor amigo, ya que él ha sido el que más ruido ha hecho, pero acabo de caer que se vería realmente raro que un crío como yo tenga un amigo de la edad de Jimin.

— Yo... también hice algo de ruido.

— Oh, bueno, te he escuchado reírte pero era el amigo de Jimin quien más me estaba taladrando la cabeza —río un poco nervioso—. ¿Has cenado?

— Sí, con Ji- con papá. Pero le ha dejado un poco.

— Cómo me cuida este chico —se va sonriente a la cocina y vuelve a los minutos con la comida precalentada para sentarse a mi lado y encender la televisión.

— ¿Hoy también trabaja?

— No, hoy me toca descanso y realmente lo agradezco. Trabajar por la noche es lo peor.

— Apenas le vemos —ChanYeol gira su cabeza hacia mí y me mira sorprendido.

— ¿Jimin ha dicho algo?

— No —niego.

— ¿Entonces es cosa tuya? —me encojo de hombros un poco perdido. Sí, yo he dicho la frase pero su reacción está siendo un poco extraña— Estoy siendo un mal tío, ¿verdad? —de pronto su rostro se torna preocupado, ¡pero esa jamás fue mi intención!

— No, no es eso.

— ¡Ah, no seas así!

— ¿Eh?

— ¡Ser tan dulce! ¡Vamos, admite que quieres conocer mejor a tu tío! —sonríe y deja los palillos sobre la mesa.

— Estoy bien, de verdad.

— Nunca pasamos tiempo juntos, de hecho, me gustaría poder ir a recogerte un día a la escuela y que vayamos a almorzar unas hamburguesas. ¿Te gustan? —¿qué está pasando? ¿Por qué de repente se preocupa por nuestra relación?

— Me gustan las hamburguesas.

— ¡Entonces está hecho! El lunes le diré a Jimin que yo te recogeré. ¿Te parece bien? —asiento débilmente, aún observándolo con sorpresa— ¿Estoy siendo raro ahora mismo? —ríe al notar mi actitud nada acorde con su entusiasmo— Lo cierto es que no me había planteado lo nuestro.

— ¿Lo nuestro?

— Sí, nuestra relación.

Oh, mierda, por qué parece que esta conversación se puede sacar de contexto.

— Ya hace unos años que llegaste a nuestras vidas pero... supongo que me costó mucho asimilarlo. Ni siquiera pensé que esto duraría tanto —gira un poco su cuerpo hacia mi lado—. Tienes diez años, supongo que puedo hablar con más libertad, ¿verdad? —asiento sin dejar de prestarle atención— Es que... sé que el mayor sacrificio lo ha tenido que dar Jimin pero... incluso para mí fue duro. No es fácil cuando un día de repente te enteras de que tu hermano pequeño tiene un hijo y que va a vivir bajo el mismo techo.

— Entiendo —bajo un poco la cabeza al sentirme un poco culpable por sus palabras.

— Pero no ha estado mal —alzo la vista y él vuelve a sonreír—. Ha sido divertido cuando los tres hemos visto películas o hemos jugado a juegos de mesa.

— Sí.

— ¿Cómo te has sentido viviendo con nosotros? ¿Echas de menos... a tu madre?

— Mucho —admito con total sinceridad—. Pero me gusta vivir aquí, me habéis tratado muy bien y... estoy muy agradecido —alza su mano para dejarla sobre mi cabeza y acariciarla con cariño.

— Anda, ven aquí —tan sorprendido como rígido, noto como sus manos tiran de mí y me acerca a su cuerpo, rodeándome con sus brazos en un abrazo que me ha dejado helado en el lugar. Sin saber cómo responder o, peor aún, cómo sentirme.

Me he pasado todo este tiempo cortando los hilos que me llevaban a ChanYeol, uno por uno, como si fueran mis propios sentimientos. Y ahora, después de todo mi esfuerzo, ¿por qué tiene que darme una muestra de cariño? ¿Por qué acepto el abrazo con miedo a volver a sentir algo pero acabo sintiendo un vacío? Es más, ¡¿por qué tiene que sentarme en su regazo?!

¡Dame un respiro, dame algo de tiempo para asimilarlo todo!

Nuestra relación no ha sido la mejor desde que entré en sus vidas. ChanYeol desde el principio ha sido algo distante conmigo, como si le costara hablar o no saber cómo hacerlo. Es cierto que esas veces en las cuales hemos estado los tres juntos han sido muy divertidas. Ahí pude ver más facetas de él y pensar que no era tan malo como lo había pintado desde un primer momento, como si comenzara a ver a ese chico por el cual me enamoré; también es cierto que me he esforzado mucho en contenerme, en dejar de pensar en un nosotros porque... bueno, es imposible. Es tan imposible que ni siquiera puedo ver una oportunidad aunque me librara de mi problema, simplemente, no existe posibilidad. Por mucho que Jimin me haya repetido que no abandone ese sentimiento, eso sólo hace que me sienta peor, impotente.

Por eso, reescribir mis sentimientos hacia él es lo mejor que puedo hacer. Aunque me pregunto cuándo fue que comencé a hacer esto, porque a pesar de saber que aún hay algo en mí que late por él, también sé que no late de la misma forma. Poco a poco, dejo de verlo de igual forma.

— Tengo diez años —musito con el rostro rojo y él ríe escandalosamente.

— Cierto, creo que llego tarde para esto —aparta sus brazos de mí para que pueda bajarme y vuelva a quedarme sentado junto a él—. ¿Jimin es así?

— ¿Así?

— Sí, bueno —rasca su cabeza encontrando las palabras adecuadas—, no he visto a Jimin muy cariñoso contigo o quizá sí lo sea pero mi presencia lo hace incomodar y no expresarse libremente contigo. Y en parte, puedo pensar que es mi culpa ya que yo no expreso demasiado mis sentimientos a los dos, en conjunto.

— Supongo que es raro.

— Sí, es lo que pensaba —de repente su semblante cambia y baja la mirada a sus manos—, pero he estado pensando, ¿sabes? ¿Por qué tiene que ser raro? ¿Es raro que tu hermano tenga un hijo y que de repente te conviertas en tío? —suspira agitando un poco su cabeza—. Creo que lo que más me extrañó de todo no fue que de repente se convirtiera en papá, si no conocer las preferencias de mi hermano y saber que algo no encajaba —trago saliva sin apartar la mirada de él, sabiendo que está entrando en un terreno peligroso y que sus palabras podrían desembocar  en una conclusión que necesitara respuestas—. Es como si... —me mira por un momento— No te pareces en nada a él, al menos, físicamente. Y tu madre... ¿por qué no vuelve por ti? ¿Por qué no se ha dejado ver ni una vez por aquí? ¿Cuándo fue que mi hermano conoció a tu madre y decidió...? —carraspea omitiendo algunas palabras— En fin, no lo acabo de entender. Y supongo que tú no me estás entendiendo a mí, perdona —sonríe de soslayo.

— Está bien —musito lo único que soy capaz de decir, no porque no tenga palabras para añadir, si no porque seguir abriendo esa duda sería una mala idea y mi objetivo es todo lo contrario.

Sonriente de nuevo, sacude un poco mi cabeza y vuelve a retomar su cena, la cual acaba en silencio y sin apartar sus ojos de la televisión. Sin darse cuenta que está viendo un programa repetido que hace un par de días ya vimos; suponiendo que a pesar de que sus ojos no se apartan de la pantalla, no está pendiente de ella. De seguro su mente está ocupada repitiendo una y otra vez las preguntas que ha soltado en voz alta, intentando llegar a una conclusión clara y seguro que lamentando que yo no haya abierto la boca para obtener algo de información.

Siento algo de pena, no puedo negarlo. En este preciso instante lo comprendo demasiado; busca respuestas para tantas preguntas pero no obtiene ni una. Puedo sentir su frustración y quizá debería ser benevolente para darle sus respuestas, ya que yo sí las tengo, pero no puedo. Aunque me duela verlo así, no puedo hacerlo porque no sabemos cómo podría reaccionar; añadiendo que esa pequeña migraña que siente ahora se convertiría en algo más serio, algo más grande. Y no es lo que queremos.

— ¿Quieres jugar a algo? —pregunta de repente y asiento casi automáticamente— ¿Juego de mesa, consola o...? ¡Ya sé! —lo miro intrigado ante esa exclamación— ¿Quieres que demos un paseo?

— ¿Ahora?

— Cierto, es tarde pero... ¿qué más da? Podemos ir a tomar algún postre calentito —alza su vista al techo, pensativo—. Un café ahora no estaría mal, y podríamos dar un paseo. ¡Nuestro primer paseo sólo los dos! ¿Qué te parece?

— Suena bien —sonrío levemente.

— Vale, vístete, yo iré a hacer lo mismo.

Rápidamente, lleva la vajilla sucia a la cocina y se mete a su habitación. Yo lo hago en cuanto escucho su puerta cerrarse y me dirijo a la habitación de Jimin para agarrar algo cualquiera pero que sea abrigado. En pocos minutos ambos nos encontramos en la sala y tomamos nuestros abrigos, bufanda; los guantes tampoco podían faltar y hasta un gorrito de lana que él mismo me prestó y colocó por mí.

Puede que el invierno hubiera acabado y diera paso al comienzo de la primavera pero las noches seguían siendo frías y salir a caminar con este clima una muy mala idea. Sin embargo, ¿cómo negarse a este chico guapo y alto que, después de tanto tiempo, ha decidido acercarse a mí sin tener a su hermano presente? Es obvio que siempre se ha escudado de mí con Jimin, siendo su hermano una excusa para hablar de algo donde yo también pudiera estar involucrado; una excusa para jugar conmigo a esos juegos de mesa que tanta nostalgia le dan. Por eso, sería incapaz de rechazar su propuesta ahora que por fin voy a compartir un momento con él y que no es una simple cena donde ambos vemos más la televisión que hablar, o un buenos días y buenas noches; simples preguntas que siempre desembocan en Jimin.

Por una vez en estos años, voy a cumplir con el sueño del JungKook de veintidós años, no con el de veinticuatro que sería mi edad en la actualidad, no, a él ya no le debo nada pero sí a ese chico que se moría por una mirada de Park ChanYeol, por una sonrisa que le hacía sentir mariposas en el estómago. Palabras que le habría gustado tanto compartir y una posibilidad de ser relevante para él. Un atisbo de victoria ante todo lo que ha sacrificado.

A pesar de mis sentimientos actuales, esta noche se la debo a él.

— Chocolate caliente, ¿cierto?

— ¿Me comprarías un café? —ChanYeol me mira sorprendido, más aún ante mi sonrisa confiada y segura.

— ¿Eso está bien? Quiero decir, ¿está bien que un niño beba café? Realmente no estoy seguro.

— Un café con leche no hace daño —le hago ojitos para ayudarlo a convencerse.

— Mm... está bien, pero corto de café —gesticula con sus dedos para dejarme claro que tan corto pretende pedir mi café. Y bueno, no puedo pedir más, que acepte ya es bastante.

— ¡Vale!

Agradezco el calor del que mis manos se prenden rápidamente al tomar mi café. Sonrío ante este sentimiento de calidez que me acoge no sólo por mi bebida calienta, si no porque por primera vez me siento a gusto y en calma con este chico a mi lado. No siento nervios, ni me sudan las manos; mi voz sale perfectamente sin atropellos e incluso me atrevo a mirarlo por largos segundos sin voltear mi rostro.

— Salgamos —me hace un gesto para que lo siga y nos detenemos una vez estamos en el exterior y el frío vuelve a recibirnos—. ¿Dónde te apetece ir?

— Podría enseñarme donde papá estudiaba —respondo tras algunos segundos de pensar.

— ¿Ahora? ¿Quieres que vayamos a la Universidad ahora? —me encojo de hombros— Bueno... pero —alza la vista a la calle y busca algo a ambos lados— creo que por aquí cerca hay un autobús que va para allá. Si volvemos a por el coche se hará demasiado tarde. ¿Te parece?

— ¡Perfecto!

¿Por qué la Universidad? Ni idea. Podría decir que respondí sin pensar pero la verdad que muy en el fondo, a pesar de que no era mi pasión estudiar, lo echo de menos. Echo de menos levantarme cada día para emprender mi viaje hasta la Universidad, de ver a mi mejor amigo junto a las taquillas; amigos que entre clases y clases charlamos de temas triviales pero que hacen más amenas las horas allí. Comer en la cafetería y escuchar a TaeTae quejarse de la comida. Echo de menos aquel sentimiento de emoción al cruzarme con el chico que me gusta por los pasillos.

Por supuesto que no respondí sin pensar.

Y el viaje mereció la pena, aquellos minutos que pasamos en el autobús pude saber más cosas de ChanYeol, cosas que quizá ya conocía, como lo era el fútbol. Historias en las cuales Jimin se veía incluido y todo lo hacía más divertido. Incluso sobre de la chica con la cual sale ahora, y que por extraño que suene, no ha dolido tanto como la primera vez que la presentó.

— Llegamos —señala la entrada con su brazo estirado—. Oh, parece que están jugando.

— ¿Jugando?

— Sí, hasta las doce no cierran las puertas.

Vaya, estudiaba aquí y no tenía ni idea de que algunos alumnos se quedaban hasta tarde jugando.

— ¿Podemos entrar?

— ¡Claro! —toma mi mano y me guía hasta el interior, provocando un escalofrío que recorre toda mi espalda— Hay algunos alumnos que viven en los dormitorios así que por ese motivo las puertas quedan abiertas hasta la media noche —miro hacia donde señala y veo un edificio a lo lejos que muchas veces he visto, que sabía que eran dormitorios pero no tenía ni idea sobre el horario ya que ninguno de los estudiantes que TaeTae o yo conocemos vivían aquí—. Por este lado está la cafetería —voy siguiendo cada uno de sus movimientos—. Y por aquí, los chicos entrenan y juegan.

Nos acercamos hasta unos bancos que quedan frente a cinco chicos que juegan bajo la luz de las farolas. Todos se gritan entre ellos como coordinación y se divierten y ríen cuando unos marcan y otros fallan.

— Siéntate aquí —sigo a Park hasta el banco y me siento junto a él, volviendo a ver a los chicos jugar—. Bueno, ¿qué te parece? Aquí es donde estudiaba tu padre, y yo, claro —ríe centrando su vista en mí.

— Me gusta —le sonrío y giro el rostro con la intención de buscar un lugar en concreto, encontrándolo a unos metros—. Estoy seguro de que era muy popular —comento sin apartar la vista de aquel lugar donde años atrás y, por primera vez, ChanYeol se dirigió a mí. Y que, lamentablemente, yo me quedé mudo.

— ¿Jimin? Sí, bueno, tenía sus cosas.

— Me refería a usted.

— ¿A mí? —su voz se corta por algunos segundos, entre pensativo y sorprendido— Supongo que sí —lo escucho reír algo avergonzado—. Se me dan muy bien los deportes y eso, debo decir que más de una mirada atraía —sonrío inconscientemente cuando escucho otra carcajada suya.

— ¿Nadie en especial? —vuelvo a mirarlo, quizá con más intensidad que antes. Sin poder esconderlo.

— P-pues... algunas chicas, sí —suelta una pequeña risa mezclada con un suspiro. Quizá, un poco nervioso con el tema tan extraño que un chico de diez años le esté sacando. O puede que no sea tan extraña la pregunta y en cambio si lo sea mi actitud—. Oye, ¿estás bien? —finalmente, preocupado por mi silencio, posa su mano en mi espalda.

— Sí —asiento intentando sonreír—. ¿Podemos jugar?

— ¿Ahora?

— ¡Sí!

— Pero... es tarde y esos chicos ya están ocupando el lugar.

— ¡Por fi! —junto mis manitas para suplicarle y hago un puchero en cuanto veo su ceño fruncirse.

— Bueno... —rasca su nuca mirando a los chicos jugar y luego vuelve hacia mí— Espera aquí, no te muevas —en cuanto me ve asentir sonriente, se levanta del banco y se apresura en acercarse a esos chicos que, de repente, se detienen y se acercan a él.

En cuestión de un par de minutos me silba y hace un gesto con su mano para que vaya. No tardo nada en correr hasta él y saber que podremos jugar con ellos. De hecho, todos los chicos allí son realmente amables y simpáticos; tan pronto quito mi abrigo y gorro los sigo hasta donde están reunidos y todos me ayudan explicándome unas reglas que ellos mismos han puesto por ser pocos jugadores y usando sólo una portería. Un momento realmente agradable que agradecí, no sólo por jugar un rato con adultos si no porque ahí estaba ChanYeol, el chico con el que jamás creí que algún día echaría un partido de fútbol.

Así que, dejando todo salir y centrándome sólo en divertirme, olvidé que me faltaban muchos centímetros para estar a su altura, que mi resistencia y fuerza era la mitad a la de ellos y que en nuestras edades abarcaba una gran diferencia.

Sólo fui yo, Jeon JungKook, sin edad aparente y nada más que disfrutando.



8 de septiembre de 2022.

— ¡Cookie!

— ¡Ya voy!

— ¡A este paso no vamos a acabar nunca!

— ¡Sólo un minuto!

— ¡¿Qué se supone que haces?! —brinco ante el golpe de la caja de cartón contra el suelo— Estamos todos llevando cajas al coche y tú estás ahí metido en el armario haciendo no sé qué cosa —escucho a Jimin gruñir—. ¡¿Me estás escuchando?! —siento como agarra mi camiseta por la espalda y tira de mí para ver qué hago.

— Sólo busco mi caja —frunzo el ceño y estiro de mi camiseta para recolocarla una vez la suelta.

— ¿Qué caja? Toda tu ropa, los libros y la consola ya están en el coche.

— No me refiero a esa caja —lo veo parpadear en silencio, sin comprender a qué me refiero—. Hablo de la caja con todas las cosas que traje cuando nos conocimos —pongo los ojos en blanco, a veces, me estresa que tenga que darle los cosas mascadas.

— Oh, casi me olvido de eso —sin tiempo a reaccionar, me rodea con sus brazos y me alza para sacarme del armario y colocarme a un lado—. No está ahí —señala entonces hacia arriba—. Decidí guardarlo arriba por si mi hermano lo encontraba. Dame un segundo.

Trae consigo una silla y la coloca pegada al armario, entonces se sube en ella y busca por algunos segundo hasta que da con ella. Pasándomela antes de bajarse, le agradezco que me haya ayudado y entonces lo espero para que ahora sí, podamos continuar con la mudanza.

Sí, mudanza.

Hace poco más de un mes, ChanYeol y Jimin hablaron sobre el cambio que habían tenido en sus vidas; él con su pareja y Jimin con un hijo, así que ChanYeol tomó la decisión de mudarse con su novia Wendy. Exacto, aquella chica que Jimin juraría que sería pasajera y durante mucho tiempo sólo demostró lo contrario. Sin embargo, a pesar de ser ChanYeol en dar el primer paso y querer dejarnos el apartamento a nosotros y decidir marcharse él, fue Jimin quien invirtió por completo los papeles.

Ahora él y yo somos los que dejamos este apartamento y nos vamos a otro lugar que me facilita a mí el camino hacia mi centro de estudios –ya que Jimin cada vez tenía más problemas para recogerme al cambiar de trabajo–. Y sé que lo echaré de menos, donde todo comenzó, donde podía compartir mi vida no sólo con Jimin si no con ChanYeol. Pero el tiempo pasa, sigue su curso y, a pesar de todo, no deja de cambiar.

Dicen que los cambios suelen ser para mejor. Yo sólo espero que sea verdad.

— ¿Listo?

— Sí, vamos.




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Este es Cha EunWoo, es monísimo D: y en la historia tiene la edad de Kookie pero de niño, es decir, tiene 10/11 años.

Siento haber tardado tanto... Me merezco vuestro odio :(

O vuestro amor, como veáis(?

<3

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