20
Días después de la reunión con la señora Im, tanto Jimin como yo volvimos a nuestra vida de siempre. Mientras yo seguía yendo a clases y a veces quedaba con mis compañeros, Jimin continuaba con su rutina laboral. Días corrientes hasta que mamá llamó para concertar otra reunión en la cual conoceríamos al famoso hipnólogo.
Pero para eso, aún queda un poco.
— Quince minutos.
Prometiendo que volvería en quince minutos, corro fuera del apartamento y llamo a la puerta del vecino. Desde el día que Jin hyung trajo al perrito, no hubo día que no los visitara, de hecho, me encantaba ir a pasear con ellos y con el perro. Gracias a eso mis días en casa son más entretenidos ya que Jimin no suele dejarme salir demasiado con mis amigos. Supongo que por lo que pueda pasar.
En cierta forma entiendo que se sienta un poco responsable de mí.
— ¡Buenas tardes, Kookie! —Jin es quien abre la puerta y me deja pasar sin siquiera preguntar el porqué de mi visita. No es necesario cuando vengo casi todos los días.
— Hola, hyung —le sonrío y mi sonrisa se ensancha aún más cuando veo al caniche marrón jugando con YoonGi—. ¡Holly! —el perro, en cuanto me ve, salta de los brazos de YoonGi y comienza a brincar esperando que lo tome en brazos. En cuanto lo hago, me llena la cara de babas.
— Aún no sé si yo soy su padre o lo eres tú —comenta YoonGi enternecido por la escena.
— No seas, bobo, el papá eres tú —el más bajo se levanta del suelo y se acerca a Jin para darle un beso en los labios—. Kookie es el tío, ¿verdad? —Jin pasa su brazo por la cintura de su pareja y ambos me miran jugar con el perrito.
— Hyung, ¿ya lo han sacado? —YoonGi niega en respuesta— ¡¿Podemos sacarlo ahora?!
— Quería tomarme un café antes, pero está bien, puedo tomarlo luego —va directo a la entrada y agarra la correa. En cuanto el perrito escucha el tintineo de esta, brinca de mis brazos y va corriendo hasta YoonGi para que le coloque la correa.
— ¿No vienes, Jin hyung?
— Me temo que hoy no, tengo que adelantar trabajo para mañana —cruje su cuello y va directamente a la mesa del comedor donde tiene su portátil encendido y un montón de papeles regados a su alrededor.
— Vamos, Kookie —me apresuro en ir hasta YoonGi y ambos salimos al rellano, momento en el que recuerdo a Jimin y sus "quince minutos".
Oh, mierda.
— Hyung...
— ¿Sí? —se voltea después de llamar al ascensor.
— Acabo de recordar que no puedo ir.
— ¿Por qué? ¿Qué pasa? ¿Jimin te ha castigado?
— No, no, es que debemos salir y he olvidado que sólo tenía quince minutos —suelto apenado mientras observo al perro agitar su cola rápidamente porque el ascensor ya ha llegado y se cuela en su interior—. ¡Lo siento, hyung!
— No pasa nada, mañana me acompañas, ¿sí? —asiento y agito mi mano para despedirme.
Suelto un suspiro afligido porque de verdad tenía muchas ganas de ir a pasear con YoonGi y Holly, pero supongo que mañana tendré la oportunidad. Ahora tenemos un asunto más importante y aunque suene extraño, esta es la primera vez que no me siento asustado o con nervios, muy por el contrario a Jimin que, siempre que vamos a algún lugar con la señora Im, es todo nervios.
En días así suele hablar muy poco, sólo lo necesario, mientras que, seguramente, se pierde en sus pensamientos imaginando qué cosas y el desenlace de ellas. Es como una aventura que siempre desencadena en lo mismo pero su travesía siempre cambia y nos muestra diferentes parajes y sensaciones. A veces, conocemos a personas nuevas, unas más gratas que otras; que ayudan o lo enrevesan todo aún más. Pero al fin y al cabo, necesarias o no, siempre nos allanan más el terreno para poder llegar hasta nuestro objetivo.
Con el tiempo que ha pasado, siempre me pregunto qué pasará cuando ese objetivo se desvele por completo. Qué ocurrirá una vez tengamos en nuestras manos el resultado, cómo se llevará a cabo y qué cambios traerá una vez todo acabe.
¿Volveré a tener mis veintidós años o veinticuatro? ¿Volverá todo atrás en el tiempo o simplemente seguirá tal cual? Y si volviera atrás, ¿Jimin me recordaría? ¿Pasará como si todo hubiese sido un sueño y simplemente yo pueda recordar todo? ¿Y si ni siquiera yo pueda recordar? Olvidaría todo por lo que hemos pasado este tiempo.
Da miedo, sea cual sea el resultado, da miedo.
— Hemos llegado.
Parpadeo un par de veces para salir de mis pensamientos y observo como Jimin quita su cinturón y se baja del coche, esperando a que yo también lo haga para poder echarle el seguro. Caminamos a la par en silencio, un silencio que de repente me incomoda y me gustaría romper para poder preguntarle muchas cosas. Siempre siento que mi boca se llena de preguntas cuando momentos así llegan, pero nunca consigo liberar demasiadas, a veces ninguna, como ahora.
— Dijeron a y media, no tardarán mucho en llegar —comenta y asiento—. ¿Estás nervioso?
— No tanto como de costumbre, ¿y tú?
— Estoy hecho un flan —suelta una carcajada nerviosa—. ¿Crees que la hipnosis funcionará?
— No lo sé, nunca lo he hecho.
— Yo tampoco, pero... —frunce el ceño y ladea su cabeza intentado encontrar las palabras adecuadas— no es que crea en ella, más bien... es decir, ¿cómo lo hacen? He visto programas sobre eso y es un poco raro.
— No parece muy creíble, no, pero si la señora Im piensa que puede ayudarme, eso me da en qué creer.
— Oh, sí, no pongo en duda la sabiduría de esa mujer pero... —río porque no sabe cómo decir que todo el tema de la hipnosis le parece un engaño, pero no puedo pedirle que crea lo contrario. Seguramente estos días habrá estado viendo montones de programas sobre la hipnosis y ya sabemos que la televisión sólo sirven para una cosa, hacerte llegar la información que ellos quieren. Si lo hacen mal, tú creerás que todo es una farsa, pero cuando lo hacen bien, de seguro te harán dudar.
Y al parecer Jimin sólo se ha topado con programas mediocres.
— Hola, chicos —mi madre, finalmente, llega algo agitada. Quizá porque ha tardado diez minutos de más a la hora acordada—. ¿Qué hacéis aquí fuera?
— Esperar.
— La señora Im debe de estar dentro desde hace mucho, vamos —ella agarra mi mano y se apresura en entrar. Jimin nos sigue detrás.
No se trata más que de un viejo edificio con un ascensor que cruje hasta hacerte pensar que en cualquier momento va a caer en picado y nos va a dejar a todos hecho puré. El rellano es más de lo mismo, viejo, desgastado y encima huele raro. ¿De verdad es aquí? Porque si debemos empezar por confiar en esa persona que dice ser hipnólogo, empezamos mal. El lugar, muy lejos de dar confianza, transmite inseguridad y lo que me lleva a pensar que el señor no debe de ser muy bueno para acabar en un lugar tan mugroso como este.
— Deja de arrugar la frente —susurra mi madre mientras caminamos por el rellano—. Sé lo que estás pensado, así que, deja de hacerlo.
— Huele mal —me tapo la nariz y continúo viendo puerta tras puerta pensando en las personas que viven ahí dentro y tienen que soportar este olor todos los días.
— El edificio es viejo, hay mucha humedad.
— Ugh.
— Es aquí —nos detenemos frente a una de las últimas puertas y llama con sus nudillos. En cuestión de segundos, el rostro sonriente de la señora Im nos recibe y abre completamente la puerta para dejarnos pasar—. Sentimos llegar tarde.
— Buenas tardes, señora Jeon —un hombre bastante mayor, quizá de la misma edad de la señora Im, sale de la cocina y nos recibe cálidamente. Al menos, ese señor transmite algo mejor que el rostro arrugado de ella.
— ¿Algo que decir, JungKook? —brinco cuando la mujer me mira sonriente y me pregunto en qué momento ha llegado hasta a mí. No leerá la mente, ¿verdad?
Finalmente, niego quitando importancia.
— ¿Eres JungKook? —la voz ronca del señor me salva de Im y volteo para mirarlo y hacerle un reverencia antes de asentir— La señora Im me ha hablado mucho de ti antes de que llegarais —oh, la serpiente ya ha vertido su veneno antes de tiempo—. Espero que hoy podamos solucionar algo. ¿Estás nervioso?
— ¿Debería? —él ríe ante mi duda y niega transmitiéndome algo de tranquilidad.
— Va a hipnotizarte no a descuartizarte —comenta Im con sus brazos cruzados.
— ¿Y tú? Tu nombre es... —el señor se dirige ahora a Jimin.
— Park Jimin, señor, mucho gusto —hace una reverencia de noventa grados.
— ¿Tampoco estás nervioso?
— ¿Nervioso? Bueno, quizá un poco por él —me mira pero deja de hacerlo cuando escucha la carcajada del señor.
— Me refería por ti —Jimin se queda perplejo pero no le da tiempo a responder cuando el señor tiene algo más que decir—. Mi nombre es Cha DongJu, soy psicoanalista y un viejo amigo de la hermosa Im —le sonríe y ella le devuelve la sonrisa satisfecha—. Llevo con el tema de la hipnosis muchísimos años, claro que el uso que antes se le daba ya no es el mismo hoy en día. Sin embargo, no deja de ser un gran complemento para la psicología.
— El señor Cha fue reconocido como unos de los mejores hipnólogos de su tiempo. Durante muchos años curó a cientos de personas mediante la hipnosis. Incluso ahora sigue haciéndolo, ¿cierto?
— Cierto, se le puede dar un buen uso para las personas que quieren dejar de fumar o perder peso, por ejemplo. También para temas más complicados como los traumas o miedos. Claro que... muy pocos acuden a la hipnosis, son casos muy específicos. Los tiempos han cambiado y ciertas cosas han perdido su credibilidad, además, el miedo a lo desconocido se ha convertido en un muro que nadie suele quitar. Las personas prefieren resguardarse tras él.
— ¿Y esto me va a ayudar? —pregunto inseguro a pesar del prestigio del señor, pues aunque él sea un gran profesional en su ámbito, hasta ahora toda ayuda que he recibido no es que me haya ayudado, realmente.
— Lo vamos a intentar —hace un gesto con su mano para que pase a su salón, el cual tiene decorado con muebles antiguos pero sin una mota de polvo en ellos. Cuando me siento en el sofá más largo, él lo hace frente a mí, en un sillón de una plaza pero que se ve realmente cómodo—. Por favor, el resto podéis esperar en la otra sala. Es importante que nadie interrumpa, cualquier interrupción podría romper toda concentración —señala una puerta que Im abre y espera a que el resto entre para cerrarla tras ella. Sumándonos en un mayor silencio al señor Cha y a mí.
— ¿Tengo que tumbarme? —él asiente y echo un vistazo a la puerta antes de hacerlo, pensado en Jimin por un momento y en lo nervioso que estaba antes de cruzar esa puerta.
— Primero quiero que nos conozcamos un poco, háblame de ti, por lo que has estado pasando. Todo lo que quieras.
Junto mis manos sobre mi abdomen y miro el techo mientras intento hablarle un poco de mí. Le cuento en resumidas cuentas todo lo que me ha pasado; estos últimos años en los que he estado viviendo como un niño, los problemas psicológicos que no han dejado de atormentarme. Le hablo incluso de mi vida antes de acabar así, ya que él insiste mucho en que hable de ese lado de mi vida. Pues es muy importante. Así que lo hago, dando ciertos detalles y omitiendo otros. Finalmente, cuando siente que es suficiente, alza su mano para que me detenga y me sonríe antes de darme otra orden.
— Cierra los ojos —hago lo que pide y suelto un suspiro una vez mi visión se vuelve completamente oscura—. Vamos a comenzar por deshacernos de todo pensamiento que no tenga que ver con mis palabras. Si hay algo que te inquiete deshazte de él, es un tema que puedes resolver luego. Ahora sólo nos vamos a enfocar en una cosa y quiero que uses tu imaginación para ello. Voy a indicarte el pulso y el tiempo que debes seguir, sólo tienes que escuchar con atención y adaptarlo a ti —de pronto escucho un pulso acústico, como el de un metrónomo y es lo único que escucho por largos minutos hasta que su voz vuelve a mis oídos acompañada de ese pulso—. ¿Lo tienes? —pregunta y asiento débilmente—. ¿Sientes tu pulso acompasado con el sonido? —vuelvo a sentir— Relájate con él, no lo pierdas ni por un momento, es importante que sigas el ritmo. Déjalo de fondo mientras tu visión sigue siendo oscura y no puedas ver nada —escucho débilmente sus pasos acercarse y sentir una mano en el hueco entre mi hombro y cuello—. Este lugar, va a ser la única conexión que vamos a tener tú y yo, cuando la habitación cambie, mi voz sólo le llegará a tu subconsciente. Un chasquido es lo único que va a traerte devuelta aquí —escucho un chasquido de sus dedos y luego todo es silencio por largos segundos—. El cuerpo te pesa cada vez más, te sientes en un estado de letargo, casi puedes tocar el sueño. No hay nada a tu alrededor, sólo mi voz. ¿Puedes ver algo? —niego y dejo de sentir el contacto— Tengo en cuenta que detrás de ti hay un objeto que antes no estaba, ¿puedes verificarlo? ¿Qué ves?
— No hay nada —respondo perdido en mi mente, tan oscura como me ha indicado que deba estar.
— Hay un libro viejo sobre un escritorio, ¿lo ves ahora?
— Lo veo.
— ¿Qué libro es?
— Uno muy viejo que saqué de una librería.
— ¿Puedes cogerlo?
— Sí.
— ¿Qué ves en él?
— Un montón de rituales, de información; es un grimorio.
— ¿Dónde estás ahora?
— Está oscuro.
— ¿Qué hay de la decoración?
— Oscuro.
— La oscuridad significa nuestra conexión, recuerda. Deja que nuestra conexión se pierda, escucha el pulso. Con cada pulso tu alrededor cambia, la oscuridad se tiñe y todo toma forma. Allí está el libro, sobre un escritorio.
— Es la habitación de TaeHyung.
— ¿Dónde está él?
— Conmigo. Asustado porque sabe que me siento inseguro.
— Él ya no está contigo, de hecho, ya no estás en su habitación. El lugar ha cambiado por completo, ahora sólo ves un paraje verde difuminado. Está lloviendo. ¿Dónde estás?
— No lo sé —frunzo el ceño y escucho un largo suspiro.
— ¿Sientes la lluvia?
— No —otro suspiro.
— Abre los ojos, JungKook —hago lo que me pide pero me molesta un poco al principio, debe ser porque los he mantenido mucho tiempo cerrados. Cuando veo con claridad el techo, me giro para ver al señor Cha con sus piernas cruzadas y los dedos de sus manos igual—. No funciona —dice de repente y abro mis ojos sorprendido por sus palabras.
— ¿Cómo dice? —me incorporo y lo miro sintiéndome muy perdido.
— No puedo inducirte al sueño hipnótico, y si no lo consigo, no podemos avanzar. Es como... la puerta hacia lo más profundo.
— Pero...
— No eres lo suficientemente susceptible.
— ¿No soy susceptible?
— Sólo las personas susceptibles pueden caer en la hipnosis. Lo que veías simplemente era tu imaginación guiada por mis palabras, en cuanto te daba una orden nueva, no sabías qué imaginar. De hecho, incluso me atrevería a decir que dejaste de seguir el metrónomo para centrarte en lo que imaginabas, ¿cierto? —me quedo callado pues es cierto que en un momento dado dejé de darle importancia— Además, para corroborarlo te he dado la orden de abrir los ojos sin chasquear mis dedos, y lo has hecho. Se supone que no debías despertar hasta oír el chasquido.
— Entonces, no ha funcionado.
— No, sólo he conseguido relajarte —bajo el rostro sintiéndome un tanto estúpido por pensar que esto podría funcionar. De nuevo, no consigo nada—. Lo siento, podemos volver a intentarlo si quieres pero...
— No se preocupe —le sonrío y me quedo en silencio sin saber qué hacer.
— Me gustaría intentarlo con tu amigo.
— ¿Con Jimin? —alzo la cabeza sorprendido por sus palabras.
— Él está conectado contigo, así que debería poder darnos algo.
— Jimin hyung sólo es una victima de todo esto —intento hacer que cambie de opinión, no quiero que él también tenga que pasar por las mismas situaciones que yo. Él no merece esto, ya tiene suficiente con aguantarme y tener que vivir todas estas experiencias extrañas.
— La señora Im me ha dicho que él te conocía de antes.
— Se equivoca, no me conocía, verme de lejos no significa conocerme —omito la vez que Jimin cruzó palabra conmigo en la extravagante cafetería—. Por favor, déjelo fuera de esto.
— ¿Realmente quieres solucionar el problema o no? —pregunta más serio de lo normal.
— Claro que quiero, pero no así.
— JungKook, sé que te sientes culpable por ese chico. Han sido más de dos largos años conviviendo juntos, sintiéndote una carga. Pero Im me ha contado que ese chico te aprecia demasiado, nunca se ha quejado de que tengas que vivir con él. Siempre te ha acompañado en esta travesía —bajo la mirada y sonrío levemente agradecido porque es cierto, todas y cada una de esas palabras son ciertas—. ¿Crees que él se negaría a ayudarte? Si pudiera aportar algo, ¿crees que se negaría?
— No —musito.
— Entonces dejemos que nos ayude —asiento en silencio.
— ¿Y si tampoco funciona?
— Seguiremos buscando —alzo el rostro un poco sorprendido. Todas las personas que hasta ahora se han ofrecido a ayudarnos no han soltado palabra alguna de abandono.
Realmente... estoy muy agradecido con todos.
— Está bien.
— Bien, ¿puedes ir a buscarle? —vuelvo a asentir y me levanto del sofá— Y por favor, no le digas que no funcionó, eso hará que él sea menos susceptible. De hecho, podrías decirle lo contrario —guardo silencio sin saber qué contestar pero acabo por asentir aunque no me guste la idea de tener que mentirle.
Dejo al señor Cha solo por un momento y me dirijo hasta la habitación donde todos esperan. Apenas abro la puerta, el primero en levantarse de la silla es Jimin, caminando rápidamente hasta a mí para tomar mis manos y preguntarme si estoy bien. ¡¿Por qué tiene que ser tan lindo?! Nunca deja de ser tan atento conmigo.
— Todo bien —respondo con simpleza.
— ¿Ha funcionado? —asiento sintiéndome un poco mal, no obstante, más tarde tendré oportunidad de decirle la verdad.
— El señor Cha quiere hipnotizarte también —sus ojos se abren con sorpresa sin siquiera poder responder—. Dice que es mejor que ambos hagamos el ejercicio ya que estamos conectados de alguna forma —intento explicar de un modo que pueda entender y no se sienta presionado o asustado.
— Pero yo...
— Tranquilo, hyung, no pasa nada. Es como... soñar.
— Como soñar —repite mi última frase como si estuviera autoconvenciéndose—. Está bien —le doy unos leves golpecitos en su brazo y paso por su lado con la intención de sentarme junto a mamá—. Espera, ¿no vienes conmigo?
— Es mejor que los demás nos quedemos aquí para no interrumpir —dice mi madre sin apartar la vista de su móvil—. Además, la idea es que te concentres en el Doctor Cha, con mi hijo presente no creo que eso vaya a funcionar —lo veo asentir no muy convencido pero finalmente sale de la habitación y cierra la puerta—. Así que no ha funcionado.
— No —respondo un poco apenado mirando directamente al suelo.
— No sé por qué no me sorprende —comenta la señora Im cruzando sus brazos al mismo tiempo que niega.
Podría haber respondido, podría haber soltado una de mis frases cortantes que luego mi madre reprendería, pero no me siento con tantas ganas de afrontarla cuando mi cabeza sólo puede pensar en Jimin y en cómo irá todo ahí fuera. Me gustaría poder salir y escuchar lo que ambos hablan, lo que Jimin tiene para mostrar.
— El Doctor Cha nos llamará si lo ve conveniente —un escalofrío me recorre de arriba a abajo al sentir que cada vez más pienso que esta mujer puede leer la mente o algo—. Antes de que vinierais hablamos sobre la situación y acordamos que participaríamos si lo ve necesario.
— ¿Participar?
— Sólo observar puede llamarse participar.
— Oh. ¿Y qué puede encontrar en Jimin que nos pueda ayudar? —me giro hacia ella y vira sus ojos hacia mí sin perder su postura.
— No lo sé, pero espero que algo interesante —sus ojos brillan de una forma peculiar y hasta sonríe muy levemente.
A veces las personas no pueden deshacerse de las costumbres. Esta mujer ha estado tantos años rodeada de historias increíbles y de tantos misterios que, a pesar de ya no ejercer, no puede evitar sentirse emocionada. Mi madre dice que hacía mucho que la señora Im no ponía tanto empeño en un caso, claro que, sumando el hecho de que soy un Jeon y un no jamás saldría de sus labios. Tanto ella como mi madre siempre se han ayudado mutuamente y esta ocasión no es una excepción.
Cuando siento que ha pasado demasiado tiempo, saco mi móvil del bolsillo de mi sudadera y miro la hora, faltando muy poco para que oscurezca. Sin embargo, no es eso lo que me preocupa. Es cierto que han pasado larguísimos minutos y aún no sabemos qué está ocurriendo ahí fuera, pero comienza a preocuparme porque está tomando demasiado tiempo cuando conmigo apenas ha sido una hora. ¿Habrá funcionado? ¿Estará Jimin hyung en estos momentos hipnotizado? Si es así, ¿de qué estarán hablando?
Metido completamente en mis pensamientos, noto como mi madre me da un toque con su codo y alzo la cabeza para mirarla primero a ella y luego seguirla con la mirada hasta la puerta. Allí, bajo el marco de la misma, está el Doctor con su índice sobre sus labios, indicándonos que guardemos silencio.
La primera en levantarse es Im, seguida por mi madre que me indica que la siga guardando silencio. Tras entrar en la sala, vemos al señor Cha volver a tomar su asiento frente a Jimin, que está boca arriba tumbado sobre el mismo sofá que estaba yo. Sus ojos están cerrados y su respiración parece muy tranquila y leve, ni siquiera abre los ojos cuando la señora Im se acerca lo suficiente para observarlo y le asiente al hombre, volviendo retroceder hasta nosotros.
— Jimin, ¿sigues conmigo? —pregunta Cha.
— Sí —trago un poco nervioso al escuchar la clara voz de Jimin.
— ¿Lo has encontrado?
— Aún no, Channie suele esconderse muy bien —se le escapa una pequeña risa, casi como la de un niño.
— ¿Dónde suele esconderse?
— En el armario —se hace un leve silencio—. Lo encontré —vuelve a soltar una risa—. Eres tan malo escondiéndote —miro a mamá perplejo, esperando por una explicación pero ella simplemente imita el gesto del Doctor para advertirme de que no hable—. Papá va a enfadarse —giro bruscamente mi cabeza hacia él.
— ¿Por qué?
— Channie siempre coge las corbatas de papá y se las amarra al cuello. Cree que así se ve como un hombre, pero a papá no le gusta que juguemos con sus corbatas, dice que las necesita para trabajar.
— ¿Está papá ahí?
— Sí, está en el salón.
— ¿Qué hace?
— Es su día de descanso, está viendo un programa en la televisión y comiendo frutos secos —un nudo se me agarra en la garganta por escucharlo hablar de esa forma de su padre, con una voz tan inocente y al mismo tiempo emocionada—. Será mejor que le diga a Channie que suelte las corbatas antes de que papá lo vea.
— Bien, hazlo. A la cuenta de tres vamos a volver a la habitación oscura, ¿vale?
— Channie, deja las corbatas en el cajón, papá se pondrá furioso.
— Uno.
— No, deja eso, en serio.
— Dos.
— ¡Channie, vuelve aquí!
— Tres.
— Cha-
— ¿Escuchas mi voz?
— Sí —me sorprendo por la interrupción que ha tenido su voz y el cambio en el tono.
— ¿Recuerdas la primera vez que te enamoraste?
— Sí.
— ¿Cuándo fue? —frunzo el ceño por el tema que ha sacado e incluso diría que me siento incómodo pues Jimin nunca me ha querido hablar de ese tema en concreto— ¿Qué edad tenías?
— Quince años.
— ¿Cómo fue?
— Recíproco al principio.
— ¿Sólo al principio?
— Sí, luego me dejó porque aseguró estar confundido.
— ¿Hablas de un chico o una chica? —miro al Doctor con una ceja alzada . ¿Es necesario esa pregunta?
— Un chico.
— ¿Te volviste a enamorar?
— Sí.
— ¿De quién en este caso?
— Kim YoungSoo, un chico de preparatoria.
— ¿Qué tal fue?
— Bien al principio.
— ¿De nuevo estaba confundido?
— No. Él lo tenía claro, pero le daba miedo que nos vieran juntos.
— ¿Acabó dejándote?
— Sí, después de seis meses —muerdo mi labio angustiado por las palabras de Jimin. Supongo que comprendo ahora por qué no quería hablar de ese tema. Todos sus romances acabaron de la misma forma.
— ¿Qué ocurrió después?
— Dejé de querer algo serio con los chicos. Dejaron de aportarme algo más que una atracción física. Supongo que estaba bien porque incluso ellos buscaban lo mismo, nada comprometido; sólo juego —bajo el rostro al sentirme cada vez más devastado por sus palabras. Sintiéndome peor a medida que escucho más.
Nadie debería de estar escuchando esto.
— ¿Desde entonces dejaste de intentarlo? ¿No volviste a enamorarte?
— No, pero —hace un leve silencio que acaba en una pequeña risa mezclada en un suspiro— hay un chico muy bonito. Tiene la sonrisa más inocente que jamás haya visto.
— Llévame allí. ¿Qué ves?
— Él está con otro chico, muy apuesto también. Está... creo que comiendo algo. Sí, está comiendo, lo sé porque suele verse muy feliz cuando come —levanto la mirada poco a poco, sintiéndome cada vez más nervioso por la descripción que está dando—. Me han golpeado con el balón por no prestar atención y mi hermano me ha regañado porque nos han marcado por mi culpa.
— ¿Dónde estás?
— En la Universidad de mi hermano.
— ¿Conoces al chico que estás viendo ahora?
— No. No estudio aquí, sólo vengo para reunirme con mis amigos que aún estudian. Pero lo he visto en varias ocasiones.
— ¿Qué puedes decirme de él? ¿Sabes su nombre?
— No, no conozco su nombre. Lo único que sé es que no puedo apartar la vista de él. Incluso he dejado de jugar para sentarme en un banco frente a mis amigos, pero no los veo a ellos —ríe de nuevo—. Creo que soy muy descarado cuando simplemente giro mi cabeza para verlo a él.
— ¿Conoces su nombre en algún momento?
— Sí, incluso he estado muy cerca suyo —guarda silencio por algunos segundos antes de hacer un sonido nasal, como si estuviera oliendo algo—. Este lugar huele muy bien.
— ¿Dónde estamos?
— En una cafetería. Estoy con unos amigos pero también está él.
— ¿Quién es él?
— Jeon JungKook —se me corta la respiración y busco la mano de mi madre para sujetarla con fuerza, ella me devuelve el agarre y acaricia con su pulgar para intentar tranquilizarme.
— ¿Es el mismo chico que veías comer?
— Sí. Sigue igual de bonito que siempre, creo... creo que me gusta. Sí, me gusta mucho.
— ¿Él te conoce?
— No, ni siquiera cuando intento un acercamiento parece fijarse en mí. He intentado dejar caer mi cubierto cerca suyo pero él simplemente lo ha tomado, me lo ha pasado y ha vuelto a la conversación con sus amigos.
— Cuando buscas en tus recuerdos, ¿cuál es el mayor acercamiento que has tenido con él?
— Una mirada, supongo —suelto la mano de mi madre y rodeo su cintura con mis brazos, buscando algo a lo que sostenerme porque las palabras de Jimin, a pesar de que ya las conozca, no suenan igual a cómo las contó él. Ahora se escucha mucho más triste, tan melancólico que no puedo evitar sentirme horriblemente mal por haberlo ignorando de esa forma.
¡Incluso le pedí que me besara cuando me lo contó!
Me siento horrible.
¿Cómo pude pedirle tal cosa? Él intentó quitar toda la importancia posible para que yo no me sintiera incómodo con su confesión. Y yo sólo actué como un imbécil.
— ¿Te arrepientes de no haber intentando algo más? —suspiro enfocándome en lo único que puedo ver de él desde aquí, en su cabellera oscura.
— Sí.
— ¿De qué más te arrepientes?
— De haber roto el cuadro de mamá que papá tenía sobre su mesita. Él se veía tan triste.
— ¿Por qué lo hiciste?
— Estaba jugando en su cama y tropecé con la manta. Le di al cuadro con la mano y lo tiré al suelo, el cristal se rompió e incluso la foto se arañó un poco.
— Entiendo.
— También lo lamento por Channie, una vez le dije que era un hermano mayor pésimo. Se supone que él es el mayor y debe cuidar de mí, entonces ¿por qué siempre soy yo quien cuida de él? Me arrepiento mucho de haberle dicho eso, porque sé que él también ha cuidado mucho de mí, simplemente lo hace a su manera.
— Bien, Jimin, vamos a-
— Tampoco debí tirar aquella piedra —el Doctor es interrumpido pero guarda silencio para dejarlo continuar—. Puede que cuando fuera pequeño hiciera cosas que no debía hacer, pero nos habíamos mudado y no tener amigos me frustraba mucho. Quizá escogí mal los amigos.
— ¿Qué edad tenías?
— Diez años.
— ¿Qué pasó?
— Le lancé una piedra en la cara a un niño que sólo estaba jugando con otro chico en unos columpios —siento mis brazos agarrotarse alrededor de la cintura de mi madre.
— Entiendo —el Doctor parece cortar ese momento pero se detiene cuando mi madre ha alzado una mano y le hace un gesto para que continúe. Yo simplemente no puedo moverme—. ¿Por qué lo hiciste? Cuéntame, ¿dónde estamos? ¿Con quién estás?
— Hace un poco de frío en el parque. Estoy con dos niños que conocí en la escuela. Son un poco brutos pero fueron los únicos que se acercaron a mi pupitre. A lo lejos vemos a dos niños más, uno de ellos es reconocido por uno de mis compañeros. Le he oído decir que es un imbécil y que la niña que le gusta no deja de ir tras ese niño. Dice que quiere darle una lección.
— ¿Qué es lo que hace?
— Quiere ir allí, donde están ellos. Me pide que le ayude, de hecho, me dice que si realmente soy su amigo debería ayudarle. Así que lo hago.
— ¿Qué haces?
— Observo como mi compañero se detiene tras el columpio de uno de ellos y comienza a molestarlos, quiere que se bajen para que nosotros podamos usarlos, pero sé que ese no es realmente su objetivo. Al final tira a uno de ellos y su compañero se abalanza sobre mi amigo. Ambos acaban en el suelo, pero parecen querer levantarse para seguir, sin embargo, el chico al que empujó agarra a su amigo y se lo lleva —hace un leve silencio hasta que suelta un suspiro un tanto afligido—. Mi amigo está furioso y dolorido, pero supongo que se lo merece. Sin embargo, otro pensamiento nubla mi mente. Esos niños se marchan como si nada y nosotros no hemos conseguido nada. Por eso, echando mi vista al suelo, me fijo en la piedra que hay junto a mi zapato y me inclino para tomarla. Apenas unos segundos de observarla, levanto la cabeza hacia ellos y les grito tanto como puedo. Uno de ellos, quien sigue sosteniendo a su amigo mientras se alejan, me mira con rabia y sin tiempo a esquivar el golpe de la piedra que he tirado —llevo mi mano a la cicatriz en mi mejilla.
¿Cómo es posible? ¿Por qué suena tan jodidamente igual?
Debe ser casualidad, ¿cierto? Es imposible que nuestras historias estén mezcladas de esta forma. Los niños cuando son pequeños hacen muchas travesuras, los niños cuando están furiosos suelen tirar piedras para defenderse. Estaba en un parque, rodeado de piedras, con niños, muchos niños, todos diferentes. Y ninguno podía ser TaeTae o yo.
No es posible.
— Hoy también hace frío, no, hace mucho más —la voz de Jimin vuelve a reinar en toda la sala—. No hay niños en el parque, o es lo que pienso hasta que veo a uno sentado en el mismo columpio que días antes nos peleamos con dos —suelta un suspiro—. Me siento en un banco lejos de él, aburrido y solo porque decidí dejar de jugar con mis compañeros de clase. Por un momento siento que puedo acercarme a él, por un momento pienso que podríamos jugar juntos ya que él también se ve muy solo. Por eso, me levanto y camino apenas unos metros hasta que me doy cuenta de algo. Es el mismo niño al que le tiré la piedra. Tiene una costra en su mejilla y me pregunto si dolería mucho. Quiero preguntárselo, pero no lo hago.
— ¿Por qué no lo haces?
— Se ve triste, muy triste. Tiene la cabeza agachada y creo que... está llorando.
— ¿Por qué llora?
— No lo sé.
— ¿Por qué no se lo preguntas?
— No puedo —suspira el Doctor y lleva una mano a su barbilla, por un momento me mira a mí y yo le devuelvo la mirada, cristalizada y asustada.
No puedo comprender qué está pasando.
— Está bien, no pasa nada.
— Me gustaría acercarme pero no lo hago.
— No tienes que hacerlo —intenta tranquilizarlo al escuchar la respiración de Jimin más acelerada.
— ¿Por qué no lo hago?
— Suficiente, vamos a volver al punto neutral, ¿entendido? A la cuenta de tres —Cha comienza a contar mientras que Jimin sigue soltando alguna que otra palabra que se mezcla en susurros y, finalmente, toma completo silencio—. ¿Me oyes, Jimin?
— Sí —su tono vuelve a ser sereno y serio, perdiendo una vez más esa dulzura de un niño. Incluso la preocupación que se escuchaba se ha esfumado.
— Bien, quiero que te quedes aquí, conmigo, ¿vale? Relájate, no pienses en nada —tras esas palabras, se levanta y se dirige hacia nosotros para susurrar:— ¿Qué ha sido eso?
— A mí hijo le tiraron una piedra de pequeño. La historia puede que sea...
— Igual —musito aún abrazado a la cintura de mi madre—. Es exactamente igual —absorbo mi nariz sin darme cuenta en el momento que he comenzado a soltar lágrimas.
— Vale —él hace un gesto con sus manos para que me tranquilice—. Puedo hacer que recuerde todo esto o de lo contrario no.
— Claro que tiene que recordar todo —susurra Im en nuestra dirección.
— No —pero niego, no estoy a favor de la decisión que ha tomado la señora Im—. Jimin ya se siente culpable porque me conocía de antes, está claro que piensa que tiene algo de culpa. Pero no es así —elevo un poco mi voz al sentirme irritado, pero mi madre frota mi espalda y me da alguna que otra palabra de aliento—. No quiero que se sienta más culpable.
— Él no ha conectado ese acontecimiento contigo, JungKook. Independientemente si recuerda ese día o no, no importa porque él no sabe que eres ese niño. No sabe que a quien tiró aquella piedra fue a ti —bufa la mujer un tanto angustiada porque a pesar de intentar convencerme, no deja de ver una negación en mí—. Además, esto es importante. Hemos descubierto que ambos llegasteis a conoceros cuando erais pequeños. ¿Sabes lo que eso significa? —frunzo el ceño porque me molesta volver a ver ese brillo de emoción en sus ojos.
— Mamá, por favor —suelto un sollozo y me abrazo con fuerza a mi madre, escondiendo mi rostro en su estómago.
— Está bien, cariño —ella acaricia mi cabeza para calmarme—. Si Jimin despierta recordando todo, volverá a tener un recuerdo del rostro de ese niño que seguramente ahora ya haya olvidado. Será fácil que haga la comparación y entienda que conoció a JungKook cuando era pequeño —hace una leve pausa en la cual rodea sus brazos alrededor de mi cuerpo—. Sólo nosotros necesitamos saber esa información, no es necesaria que él la recuerde.
— Pero...
— Este problema afecta directamente a mi hijo, así que debemos respetar su decisión —suelta con la voz clara y dura a pesar de que le ha temblado un poco al principio.
Cuando escucho unos pasos, giro mi rostro para ver que ambos se han alejado de nosotros. La señora Im ha desaparecido por completo de mi campo de visión y el Doctor ha vuelvo a su lugar, donde se toma unos segundos antes de volver hablar y esperar por una rápida respuesta de Jimin. En cuestión de minutos, le da la orden de olvidar parcialmente lo que acaba de recordar, le ha pedido que no recuerde el rostro de la mayoría de las personas que han surcado su mente en estos últimos minutos y que cuando despierte, sentirá que ha sido como un sueño, dejándole conservar los recuerdos de su hermano y su padre con mayor intensidad.
La cabellera de Jimin se alza y gime al estirarse, parece encontrarse un poco extraño porque mantiene su silencio pero no deja de mirar en todas direcciones. Aprovecho ese momento de confusión para avisar a mamá de que saldría un rato al rellano y ella me deja ir no sin antes dar unos suaves golpecitos en mi espalda como apoyo.
En cuanto piso la alfombra que cruza todo el rellano, cierro la puerta y me siento en el felpudo de la misma. Rápidamente ese olor a humedad vuelve a mis fosas nasales pero esta vez no lo obstruyo con mis dedos, simplemente no le doy importancia. Aunque comprendo algo ahora, que el Doctor decida dar sus sesiones en un edificio tan antiguo como este no es porque esté mal económicamente. De hecho, los muebles que decoran el apartamento son bastante lujosos y antiguos, un detalle que no podría permitirse alguien con una baja ganancia. Está aquí porque no hay ruido, no se escucha la calle, ni siquiera los vecinos. Es como si pocas personas vivieran aquí, y quiénes lo hicieran, sean de avanzada edad. Es un barrio pequeño y muy alejado del centro, apenas hay tiendas alrededor. Es perfecto para que una persona pueda relajarse y entrar en trance.
Encojo mis piernas y me abrazo a ella. Las palabras de Jimin no tardan en cubrir toda mi mente y las ganas de volver a llorar insisten en hacerse presentes. Ni siquiera sé por qué lloro. Saber que fue Jimin quien me tiró aquella piedra no me causa tristeza, sino miedo. Miedo porque cada vez más siento que la conexión que tenemos tiene una mayor importancia a la que tenía antes. ¿Cómo es posible que de un error pueda salir tanta coincidencia? ¿Por qué Jimin, quien estaba destinado a ser una persona cualquiera, acabe siendo tan crucial en mi vida?
Y él quería hablarme. Quería acercarse a mí después de todo.
Sonrío enternecido al imaginar a un pequeño Jimin arrepentido, luchando por acercarse a la persona que agredió.
¿Qué habría pasado si se hubiese atrevido?
Es curioso que cada vez que Jimin me miraba yo no lo hiciera. Aunque quizá, esa vez... fuera difícil que ocurriera. Recuerdo que, cuando me enteré de que papá murió, salí corriendo de casa y fui directamente al parque. Allí, caminé hasta uno de los columpios en los que TaeTae y yo solíamos jugar y me senté. Lloré demasiado ese día, y hacía mucho frío.
Es un recuerdo bastante angustioso.
Río con nerviosismo y suspiro para liberar algo de tensión en mi engarrotado cuerpo. Cuando quiero apoyarme en la puerta, un vacío me recibe y casi caigo de espaldas si no fuera porque choco con las piernas de alguien.
— ¿Qué haces aquí? —alzo la cabeza y Jimin me mira desde arriba, con los ojos algo acuosos y el rostro un poco hinchado, como si hubiese dormido por mucho tiempo.
— ¿Qué tal estás? —musito omitiendo responder a su pregunta, ahora mismo me preocupa más lo que Jimin pueda sentir y... lo que pueda recordar.
— Me siento un tanto raro —suelta una risa y acaba por salir al rellano para tomar asiento a mi lado, dejando descansar la espalda contra la pared—. Incluso me duele un poco la cabeza. Es como si... hubiera estado durmiendo por horas, incluso el cuerpo me pesa.
— ¿Qué recuerdas? —me atrevo a preguntar.
— Bueno —forma una leve sonrisa— mayormente a mi hermano y a mi padre. Hacía mucho tiempo que no soñaba con él, ¿sabes? Así que ha sido agradable, supongo —gira su rostro y mantiene esa sonrisa de la que no puedo apartar la vista—. ¿Qué tal tú?
— Conmigo no funcionó —despego la vista de sus labios pero antes de hacerlo he visto como fruncía el ceño.
— ¿Cómo? Me dijiste que sí.
— Teóricamente no, sólo... hice un gesto con mi cabeza.
— JungKook —agarra mi brazo para que lo mire y lo hago, aún viendo ese ceño que no deja de fruncirse más—. Asentir con la cabeza es lo mismo que decir sí.
— Lo siento, hyung. No podía decir que no, si lo hubiese hecho lo más seguro es que no hubiera funcionado contigo.
— ¿Tan importante era que funcionara como para mentirme?
— ¿No crees que estás exagerando demasiado? —aprieto mis labios y él suelta mi brazo, dejando escapar un suspiro para mirar al frente.
— Quizá, sí.
— De todas formas ya pasó, hyung.
— Sí, aunque... ¿me dirás por qué tus ojos se ven tan rojos? —me sorprendo por esa repentina pregunta, tanto que incluso no sé qué responder. Y bueno, ¿cómo hacerlo sin tener que decirle que he escuchado una revelación que me ha dejado con el cuerpo frío?
— Fue muy emotivo escucharte hablar de tu hermano y tu padre —y es cierto, aunque no ha sido la explosión que me ha dejado devastado, no estoy mintiendo cuando digo que ha sido muy emotivo esa parte de los recuerdos.
— ¿Escuchaste todo? ¿Estabas en la sala cuando me hipnotizaba? —asiento— ¿Y cómo era? —pregunta curioso aunque no sé a qué se refiere específicamente— Quiero decir, ¿cómo me veía? ¿Hacía algo más que hablar?
— No, sólo hablabas. Relatabas lo que veías.
— Vaya —sonríe de lado—. Debí verme como un loco.
— Claro que no, hyung.
— ¿Y... ha servido para algo? —él me mira y yo le respondo de vuelta, pensando unos segundos antes de responder con una negación— Pues menuda pérdida de tiempo —deja caer sus hombros rendido.
Mi cabeza comienza por saturarse más a cada momento. Quisiera soltar un grito que libere algo de tensión y golpear algo para desestresarme, pero tengo que contenerme, no puedo dejar que Jimin me vea estallar y su preocupación vuelva a aumentar como todo este tiempo que he estado yendo al psicólogo. Simplemente no puedo volver a poner en esa situación a hyung, además que ese detalle agravaría aún más mi estrés y la preocupación aumentaría por dos.
Quizá deba ser el momento de comenzar a excluir a Jimin de este tema. De no volver a pedirle que me acompañe y suplicar a mamá y a la señora Im que dejen de contar con él.
Sí, es cierto que ahora sé que ambos tenemos una conexión más fuerte de lo que pensaba, pero no es motivo suficiente para que siga destruyendo su vida. Porque sé que lo hago, sé las limitaciones que le pongo y las tantas mentiras que debe mantener para que las personas que nos rodean no se vean también afectadas.
Esto sigue siendo mi problema y aunque me sienta más seguro estando a su lado y compartiendo mi malestar, es hora de dividirlo a un sólo problema.
— Ey, Cookie, ¿volvemos a casa? —asiento y ambos nos levantamos.
— Hyung —se detiene antes de entrar al apartamento—, ¿sabías mi nombre? —pregunto algo descolocado al recordar escuchar, por la propia voz de Jimin, como pronunciaba mi nombre completo en sus recuerdos.
— ¿Tu nombre? ¿A qué te refieres?
— Antes de conocernos.
— Hmm, no lo sé. ¿Por qué?
— No, por nada.
Niego restando importancia y lo sigo al interior del apartamento para recoger nuestras cosas y entonces volver al apartamento.
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¡Holiloli! ¿Todo bien? Yo ando estresada (oh, vaya qué novedad xDDD) pero no podía volver a estar tanto tiempo sin publicar así que he hecho de tripas corazón y cada hueco que tenía lo dediqué a escribir. Este capítulo ha tenido más paradas que el autobús que cojo para ir a la U, algo así como 985394859038 paradas xDD. Nah, es broma, pero me ha tomado muchos días. Además que tuve que investigar un poco sobre la hipnosis, pues aquí servidora no es que crea mucho en eso y pues... lo mete en su fic xD. Es cierto lo de que se usa para gente que quiere dejar ciertos vicios o para ayudarles en algo, es verdad, oye, y no digo que no. Total, sigue siendo psicología xD. Pero ha sido interesante buscar cosas. Obvio yo voy a llevarlo a un ámbito más ficticio porque... a ver, el fic en sí es ficción y hablo de rituales, de niños menguando, etc, jajaja así que nada.
Espero lo hayáis disfrutado y recordad que si tenéis preguntas o no habéis entendido algo, preguntad que intentaré responder :3 ¡¡¡Gracias a todxs!!! <3
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