16
Cuando echo un vistazo atrás, dos reflexiones vienen a mi mente, cada una con un peso diferente y dos caras. Con un protagonista carente de presencia y un extra llamado Park Jimin que ha tomado más fuerza que ninguno.
Fue agradable compartir mis días junto a él, incluso aún lo sigue siendo a pesar de que hemos pasado por ciertas diferencias. Hemos discutido, sí, pero también nos hemos apoyado cuando más lo hemos necesitado. Incluso aparcamos nuestro mal humor cuando un día fatídico llega con ganas para hundirnos. Porque comprendimos que somos un equipo; para lo bueno y para lo malo.
Pero a decir verdad, demasiados días horribles vienen a mi mente cuando hago un repaso hasta ahora. Es como un diario que jamás he escrito pero del cual soy capaz de llegar a leer párrafos y párrafos que llenan páginas de vivencias. Recordando cada una de ellas milimétricamente.
Aún recuerdo la noche exacta, 31 de octubre de 2019. Esa noche TaeHyung y yo provocamos el mayor cambio que he sufrido en mi vida, y aún a día de hoy esa amargura sigue su curso. Cada día fue tan duro como el primero, o al menos, así lo fue por los primeros días porque pensé que ya nada podía ir a peor, que no podría sufrir más de lo que ya sufría. Pero me equivoqué. La tortura fue aumentando, afectándome de una forma no sólo psicológica sino física; perdí peso, gané ojeras e incluso llegué a autolesionarme de la rabia. Todos los días me sentía desesperado, gritaba en mi interior con todas mis fuerzas y acababa llorando por impotencia. Y de esto, sólo era el comienzo del día.
Aunque también tuve días agradables –he aquí la otra cara–. En su mayoría protagonizados, no por mí, sino por Jimin, quien jamás se separó de mí o me abandonó, quien siempre procuró recibirme con una gran sonrisa en el rostro y recordarme que todo estaría bien, que encontraríamos una solución y pondríamos fin a mi tortura. Y yo siempre creí en sus palabras, porque me daban paz y seguridad, porque incluso sus brazos alrededor de mi cuerpo me daban esa confirmación que necesitaba.
Por supuesto, Jimin no fue la única ayuda en este tiempo. Tanto mi madre como mi hermana y mi mejor amigo, siempre han estado ahí; apoyándome y dándome fuerzas ante todo. Llenándome de sonrisas aún cuando la señora Im viene de visita para dar tanto buenas como malas noticias. Esa mujer que, desde mis quince, cambió su forma de verme pero que por entonces y aún ahora, sigue ayudándome a pesar de sus frías palabras. Su visita es algo así como una lotería, tienes tus números, tu suerte, y entonces ella saca números al azar para finalmente descubrir si ganas o pierdes. Para mi mala suerte siempre pierdo, aunque hay días que no todo es derrota y así sea poco, es algo.
La señora Im tiene una teoría, una que aún no quiere explicarme del todo porque no quiere hacerme más daño, así que, como ella aún no está segura al cien por cien, prefiere guardarse la gran mayoría de información. Y no es que ese dato me afecte en demasía, de hecho, es cierto que en un principio incluso le grité que me expusiera su hipótesis, pero luego comprendí que quizá sería mejor así. Yo quiero una solución y ella la busca, hasta que no la tenga, yo no gano nada, y quizá no saber tanto sea mejor.
Sin embargo, hace unos meses quiso intentar algo. Digamos que quiso limpiarme, y al tomar esa decisión yo pude estar más cerca de su intuición. Nada agradable, por cierto. Pero la limpieza no funcionó y su teoría pareció caer un poco, aunque no del todo.
Lo que sí llegó a caer del todo fue mi estado emocional. Sí, si pensé que no podía estar peor, me equivoqué. Caí en un estado depresivo. Mamá tuvo que sacar su vieja agenda para encontrar un psicólogo de confianza y que pudiera atenderme, e incluso tuve que llegar a los medicamentos. Todo esto mientras que personas ajenas a nosotros se preguntaban dónde estaba el hijo mayor de la señora Jeon; dónde estaba Jeon JungKook, el chico que cursaba una carrera de Artes Plásticas en la Universidad.
Y a medida que todo transcurría y buscábamos soluciones, fui mejorando. Aunque fueron meses horribles; meses llenos de altibajos.
Meses muy largos.
21 de febrero de 2022.
— Jeon JungKook, ¿cuántas veces debo repetirte que recojas el baño cuando termines?
— ¡Ahora lo recojo! —alzo mi mano con rapidez para avisarle y vuelvo a tomar el mando de la consola con firmeza. ¡Ese monstruo tiene que morder el polvo!
— ¡Llevas toda la mañana en la consola! —veo como el dueño de la voz se coloca a mi lado con sus brazos cruzados—. No te la regalé para que te desentendieras de todo.
— Sólo dos minutos.
— Ahora —termino por pausar el juego y lo miro desde el sofá.
Es curioso como ese chico que me recogió la misma noche de la tragedia siga aquí, a mi lado, aun después de haberme confesado que me conocía de antes y que incluso se sintió atraído por mí. Es incluso más gracioso porque a veces actúa como un padre o hermano mayor y él mismo se olvida de lo que una vez sintió.
Supongo que era cierto cuando dijo que ya no sentía nada.
— Deja de mirarme fijamente y levanta el culo, ¿quieres? No pienso recoger tu ropa regada por el suelo.
— No lo harás —bufo algo molesto y dejo el mando de la consola sobre el sofá. Cuando llego al baño no tardo ni diez segundos en recoger todo y meterlo a la cesta de la ropa sucia—. ¿Feliz?
— Mucho —dice asintiendo y no puedo evitar reír.
— ¿Qué harás hoy? —le pregunto cuando lo sigo hasta la cocina.
— Hoy tengo la entrevista que te dije.
— ¡Cierto! ¿Y estás nervioso?
— Claro que no —arruga el rostro fingiendo una falsa evidencia.
— Mientes muy mal —río apoyándome en la encimera mientras lo veo tomar un sorbo de su café.
— Yo jamás miento —dice en un tono bromista. Cuando da otro sorbo deja la taza sobre la encimera y se queda mirándome por unos largos segundos—. ¿Has tomado tu medicina? —asiento y dejo que con su mano acaricie mi cabeza— ¿Te sientes mejor hoy? —vuelvo a asentir aunque esta vez acompañado de una sonrisa.
— Prometí ser fuerte —le recuerdo la misma frase que dije hace casi un año cuando salimos del consultorio del psicólogo que desde hace dos meses no he vuelto a ver.
— Me alegra oír eso —pellizca suavemente mi mejilla y termina su café de un solo sorbo—. Estaré devuelta sobre las dos. Deberías llamar a tu madre para decirle que iremos mañana en la tarde a su cita.
— Ahora la llamaré.
— ¿Seguro? ¿No se te olvidará en cuanto te pongas a jugar? —entrecierra sus ojos.
— Seguro, hyung —saco mi móvil del bolsillo de la sudadera y lo alzo para darle a entender que la llamaré lo antes posible.
— Bien —Jimin sale de la cocina tomando su abrigo y colocándoselo antes de revisar que lleva todo—. No tardaré. Si llega ChanYeol dile que he dejado carne descongelando.
— Sí, sí, no te preocupes —y con una cálida sonrisa se marcha.
En cuanto me quedo solo, busco el número de mi madre en la agenda del móvil y me siento en el sofá a la espera de que responda.
— ¿Cariño?
— Hola, mamá —me tumbo a lo largo del sofá para estar más cómodo—. ¿Qué tal todo por ahí?
— Bien, acabo de hablar con tu hermana para que nos confirme la cita para mañana. ¿Sobre qué hora podréis venir?
— Jimin dijo que por la tarde.
— Perfecto, luego le diré a SoYeon —ambos hacemos un leve silencio en el cual tanto ella como yo sabemos a qué se debe.
— ¿Estás segura de esto? —pregunto con duda.
— No hay más opción. Si te preocupa el contacto de tu hermana, ella dijo que era alguien de mucha confianza.
— Confío en mi hermana, ese no es el problema —cierro los ojos al sentir un picor y me mantengo en silencio por temor de que la voz me tiemble.
— Cariño —me llama con una dulce voz—, sabes que no puedes seguir más tiempo oculto. Han pasado más de dos años.
— Sé perfectamente cuánto ha pasado —suelto con algo de rabia aunque sé que ella no tiene la culpa—. Ahora debería de tener veinticuatro años pero tengo diez —río con amargura.
— Seguimos haciendo lo que podemos —su tono se vuelve incluso más sombrío que el mío.
— Lo sé —pero eso no quita el hecho de que siga siendo duro.
— ¿Tomaste la medicina? —río en silencio porque no hace más que unos minutos Jimin me ha preguntado lo mismo.
— Lo hice.
— Eres muy fuerte, cariño —asiento a pesar de saber que ella no me ve—. Lo estás haciendo bien, estás soportando lo que muchos no podrían. Lo sabes, ¿verdad? —vuelvo a sentir porque si hablo siento que romperé a llorar— Y no estás solo, recuerda eso siempre. Siempre estamos contigo y te apoyaremos indudablemente. Incluso Jimin —sonrío al pensar en él y en lo dulce que ha sido conmigo en este tiempo, sobretodo en los momentos más delicados.
— Le debo mucho —musito apenas.
— Y algún día podrás devolvérselo todo. Aunque seguramente él diga algo como: no es necesario, lo hice porque quise —hace el intento de imitar su voz y no puedo evitar reír.
— Lo haces horrible.
— ¿Tú lo harías mejor? —me reta.
— Oh, no —porque Jimin es inimitable.
— En fin, cariño, debería de ponerme a trabajar un poco. Recuerda nuestra cita de mañana.
— No te preocupes, Jimin hyung y yo estaremos allí sin falta —después de escuchar un sonoro beso y que vuelva a hacerme reír por sus ocurrencias, acabo por despedirme y colgar.
Aún no puedo creer que me hagan elegir entre vivir ahora o esperar escondido por un final indefinido. Una elección que ha sido más grupal que propia porque hasta hace unos días yo me aferraba a ese final inacabado. Un final que quizá no exista pero que para mí era imposible soltar porque sería como abandonar mi existencia. Mi verdadera existencia.
Muy a veces pienso que ya no hay solución, que hemos llegado a un punto en el cual no hay más opción que comenzar a aceptar la derrota. Sentir que comienzo a abandonar toda esperanza a pesar de que todos me hayan pedido lo contrario durante dos años. Una esperanza que todos se propusieron avivar pero que mañana mismo van a decidir construir la puerta que me llevará directo a la desesperanza.
Y sólo estoy a pocas horas de eso.
— ¿Todo bien por casa?
La gruesa, pero preocupada voz, me saca de mi ensoñación. Han pasado unas horas desde que Jimin se fue y decidiera visitar a mis vecinos para no pasar la tarde solo y comiéndome la cabeza. Aunque, irremediablemente, he acabado haciéndolo. Es inevitable para mí desde que todo comenzó, es incluso más inevitable desde que se tomó la decisión que mañana dará comienzo.
— Sabes que no soy Jinnie, no voy a ir corriendo a tu padre para contarle lo que me vayas a decir.
— Lo sé, hyung —río levemente al recordar el día que me enfadé con Jin hyung porque le conté que pensaba escaparme y él fue corriendo a llamar a la puerta de los Park. Fue uno de esos días desesperados donde no sabes qué hacer o dónde ir pero que tu mente, cegada por el impulso, sólo echa a correr. Claro que gracias a Jin hyung no di ni siquiera un paso pues se encargó de avisar a Jimin y este de detenerme a tiempo.
No supe si darle las gracias o tirarle uno de esos jarrones que con tanto empeño y cariño los cuida. Él dice que todos son recuerdos de países en los cuales ha estado. Para mí, en ese momento, sólo fueron armas que usar en su contra.
— Tengo miedo de dar un paso que cambiará muchas cosas —le confieso mientras juego con la cucharita que he usado para comer el trozo de pastel que YoonGi me ha servido y que ha comprado en la mañana.
— JungKookie, eres un niño, eres muy joven para pensar demasiado. Deberías ser más despreocupado —sonrío apenas porque tiene razón.
Cuando era pequeño apenas me preocupaba por algo, es cierto que siempre estaba controlando al revoltoso de TaeTae para que no hiciera tantas locuras pero hasta yo le seguía a veces. He sido despreocupado incluso de más mayor, donde fue el turno de mi mejor amigo cuidar de mí. Sin embargo, que un niño de mi edad tenga la mente tan colapsada no es nada sano. Tanto YoonGi como Jin han sabido por lo que he pasado estos dos años –claro que ellos han creído otra cosa; han creído que el foco ha sido el abandono de mi "madre"– y han vivido mi decadencia. He tenido su apoyo y me han cuidado como si fuera de la familia. Me han dado los mejores consejos que a un niño se le pueden dar, y el cariño que un niño como yo necesita.
— Los cambios no tienen por qué ser malos.
— ¿De verdad lo cree así? —pregunto sin mirarlo pues aún sigo con la vista en la cuchara.
— Sí —estira su mano hacia mí y tira levemente de mi oreja para que lo mire. Él ya tiene una dulce sonrisa adornando su rostro—. Me caes bien, jamás le mentiría a alguien que me cae bien, mucho menos cuando me defendiste el día que Jinnie quería sacarme de casa —bufa al recordar el día pero yo sólo puedo reír por ese recuerdo.
— No debió hacerlo sólo porque le dijiste que su manduguk* no sabía a nada.
— ¡¿Cierto?! Él siempre me dice que le encanta mi sinceridad, pero cuando se trata de comida... no soporta las críticas —niega con su cabeza.
— Jin hyung cocina muy bien, supongo que le hieren el orgullo cuando se trata de ese tema —río cuando YoonGi me sonríe de acuerdo.
— El caso es —vuelve a su tono más serio y yo dejo de sonreír para escucharlo— que eres muy joven, ¡y muy maduro para tu edad! Así que deberías de disfrutar más. Mírate —me señala con la mano que luego vuelve a apoyar sobre la mesa—, apenas tienes diez años y prácticamente puedo tener una conversación adulta contigo. Si con ocho años me sorprendiste, con diez sobrepasas mis expectativas —asiento levemente pero volviendo a dejar caer la mirada—. Tienes a personas que te quieren a tu lado —alza mi barbilla en su insistencia de animarme—. Tienes un gran padre; uno que haría cualquier cosa por ti —sonrío porque es cierto, aunque no soy realmente su hijo, Jimin ha demostrado que sería un gran padre.
— Él es genial —confieso con sinceridad.
— Así es, tienes un padre increíble. Y aunque lo has conocido desde no hace mucho, has podido descubrir cuanto te quiere —asiento completamente de acuerdo. Park Jimin ha sido la persona más adecuada, y por eso me siento afortunado de que haya sido él y no otra persona.
— YoonGi hyung —el mencionado hace un ruido para asegurarme que me escucha—, ¿usted cree que soy duro con mi padre? —me cuesta un poco pronunciar la palabra padre con normalidad. Más que nada porque me es raro hablar de Jimin como si fuera mi padre y por otro lado porque llamarlo así me recuerda a mi verdadero padre. Pero debo ser convincente y no sembrar dudas, ya que, tanto Jin como YoonGi hyung tuvieron una temporada en la cual intentaban descifrar si Jimin decía la verdad sobre ser padre.
Finalmente no tuvieron más remedio que creerle.
— ¿Duro? ¿A qué te refieres?
— No he sido un hijo fácil, le he dado muchos problemas y... aunque él diga que está encantado conmigo, pienso que eso no puede ser del todo cierto.
— La vida tampoco ha sido muy gentil contigo, JungKookie. No podemos evitar ciertas cosas, así que si me preguntas si has sido demasiado duro con tu padre, te diría que no —busca una de mis manos sobre la mesa y la agarra con cariño—. Hay niños que le hacen la vida más dura a sus padres sin mucho sentido, sólo porque son traviesos o demasiado caprichosos, pero tú no eres nada de eso. Eres un niño bueno y gentil, si has dado problemas es por otras circunstancias —miro fugazmente como acaricia mi mano con sus dedos y vuelvo a levantar la vista cuando siento que continúa—. Si mañana debes dar un gran paso que cambiará muchas cosas, hazlo sin miedo. Eres joven y situaciones así se te presentarán en muchas ocasiones. Tan sólo sé fuerte —cuando sonríe me obligo a asentir en silencio.
Sé que tiene razón, que vivir es enfrentar situaciones cada día. Es algo que he hecho toda mi vida y las he superado siempre, pero esto es distinto, estoy viviendo por segunda vez una niñez que ya había superado de una forma y ahora es como si la estuviera transformando en otra. Como si sobrescribiera mis antiguos recuerdos por unos nuevo. Y eso me da miedo, me da pavor olvidar mi verdadera y primera infancia; incluso mezclar recuerdos es un sentimiento que me desagrada. Porque nada es igual a cuando era un niño, la vida ha cambiado demasiado y todo a mi alrededor es desconocido; desequilibrado.
Pero nuevamente, YoonGi hyung tiene razón, la tiene aún cuando no sabe todo lo que hay tras la mentira que conocen. Porque no puedo seguir escondido tras la espalda de Jimin y llorar en el hombro de mi madre mientras le suplico que me ayude. Quizá esa ayuda jamás llegue y es un detalle que debo afrontar y llevar conmigo.
Mañana vuelvo al mundo no como Jeon JungKook de veinticuatro años, sino como el pequeño Kookie de diez años.
22 de febrero de 2022.
Jimin sostiene mi mano mientras cruzamos un semáforo después de haber pasado varios minutos buscando un aparcamiento. La zona es muy transitada y por ese detalle incluso cuando ya hemos cruzado la calle sigue sosteniendo mi mano para no perderme de vista. Él sabe que siempre le digo que no es necesario, que no voy a perderme como un niño cualquiera, y siempre respeta mi decisión y por eso deja que camine a su lado, pero esta vez no parece estar muy convencido o quizá es que está tan nervioso como yo. Sea cual sea su motivo, lo dejo estar e incluso intento sonreírle cuando baja su vista hacia mí para verificar que estoy bien.
Pero no estoy bien, estoy aterrado y quizá lo ha notado por el temblor de mi mano, pero no es momento de mostrar debilidad; de preocuparle más. Esta decisión, aunque no ha sido mía, la he aceptado. He aceptado convertirla en mía.
— Ya casi llegamos —dice mientras mira la pantalla de su móvil para ver la ubicación exacta que mi madre le ha pasado. Cuando caminamos por unos metros más, bloquea la pantalla y guarda el aparato en su abrigo—. ¿Listo?
No.
— Sí.
— Esta vez no te diré que aún estamos a tiempo de huir —dice recordándome su petición de salir corriendo de la casa de la señora Im la primera vez que fuimos y río porque ese día estaba mucho más convencido que hoy, porque si Jimin vuelve a preguntármelo esta vez, probablemente aceptaría huir.
— Está bien.
No, no lo está, pero no tengo más remedio.
— Ese es mi chico —me guiña el ojo y pasa su brazo sobre mis delgados hombros para ayudarme a impulsarme de mis miedos. Gesto que agradezco porque mis pies ya comenzaban a quedarse entumecidos en el lugar.
Cruzamos un portón de hierro que ya estaba abierto y pasamos a un pequeño jardín bastante coqueto y lleno de color. Tras ello, una puerta de madera clara nos corta el paso y Jimin llama haciendo que el timbre resuene dentro de la casa que, rápidamente, la respuesta llegue en pocos segundos.
— ¡Oppa! —el rostro sonriente de mi hermana queda iluminado por la claridad que entra y pronto abre la puerta por completo para acercarse a mí y abrazarme con dulzura. Hacía más de dos semanas que no la veía— ¿Cómo estás? —su sonrisa decae un poco ante esa pregunta pero se vuelve más fuerte cuando yo sonrío también.
— Un poco asustado pero bien. ¿Qué tal tú?
— Todo perfecto, y no estés asustado. Todo va a salir bien, te lo prometo —SoYeon vuelve a abrazarme y esta vez se dirige a Jimin—. Buenas tardes, sunbaenim.
— SoYeonie —hace un ligero gesto con su cabeza y le sonríe con cariño a modo de saludo.
— ¡Mi pequeño! —tan pronto SoYeon se aparta de nosotros, mi madre también sale de la casa para abrazar, no sólo a mí, sino a Jimin también. Y es que en este tiempo mi familia le ha agarrado bastante cariño a Jimin— Pasad, pasad.
Dentro de la acogedora casa, pasamos hacia la sala donde también reconozco a la señora Im que está sentada en el sofá tomando un té y, por supuesto, al dueño de la casa que deja su café sobre la mesa baja cuando nos ve y viene a recibirnos con una gran sonrisa.
— Buenas tardes, ¿os apetece un café o una taza de té? ¿Un refresco, quizá?
— Un café estaría bien —responde Jimin y luego me mira a mí pero simplemente niego porque posiblemente todo lo que ingiera ahora lo termine echando por la boca.
— Sentaos —nos invita mi hermana con un gesto de mano y ambos guardamos asiento. Pronto llega el dueño con la taza de café de Jimin y toma asiento junto a mi hermana, mirándola por un momento y tomando su mano antes de regalarnos toda su atención.
No es una sorpresa observar ese gesto tan cariñoso cuando hace unos meses mi hermana nos visitó para darme la gran noticia de que se había enamorado de un chico que conoció en una cafetería. Una de esas historias emocionantes y románticas que sólo pasan una vez en la vida y que ella supo aprovechar. Tuvo el coraje de aceptar aquel café al que le invitaban incluso sin el escudo de sus amigas. Miró a ese chico a los ojos cuando aceptó y preguntó por su nombre seguido de una cálida sonrisa que sólo hizo que ese chico se enamorara más de mi hermana. Una bonita historia que ambos comenzaron y que aunque llevan meses saliendo, hasta ahora no he tenido el gusto de conocer en persona.
— Bien —da una gran bocanada de aire y lo expulsa con lentitud—, antes que nada, me presentaré. Soy el inspector Kim NamJoon, y hace un par de semanas SoYeon me contó todo sobre ti, JungKook —se dirige primero a mí y cuando asiento con la cabeza, siento mi cuello quebrarse por lo tensado que estoy—. Y tú debes de ser Park Jimin.
— Así es, un placer —Jimin hizo una corta reverencia que NamJoon imitó con gusto y educación.
— El caso es que me pidió ayuda y no voy a negar que me extrañó. Es decir, ¿qué podría hacer yo para un caso como el tuyo? —ríe por un momento mirando a mi hermana a pesar de estar refiriéndose a mí— A decir verdad, no me creí en un principio todo lo que ella me contó, me parecía algo descabellado y hasta surrealista. Pero luego pensé: ¿por qué SoYeon me mentiría? —ella sonríe antes de que él despegue sus ojos de ella y vuelva a los míos— Tu hermana siempre ha sido clara y sincera conmigo, no podía tomarme su historia a broma cuando incluso lloraba al contármelo —la miro por un momento y ella sonríe algo triste—. Así que decidí creerle, le di mi apoyo. Luego la señora Jeon también vino a hablar conmigo y terminó de encajar las piezas que por mí mismo no podía. Debo ser sincero cuando digo que jamás he creído en este tipo de cosas, jamás he tenido experiencias o personas cercanas que la han tenido, es por eso que me costó darle credibilidad. Pero aquí estás, las pruebas no mienten, tienes el mismo aspecto que en las fotos que tu madre me enseñó de hace muchos años.
— Yo puedo decir que te entiendo, en cierta forma —dice Jimin de repente y toda la atención va hacia él—. A mí también me costó creer lo que me decía; me costó creer lo que veía, incluso. Porque es impactante que un niño de ocho años te diga que en realidad es un adulto y que ha sido víctima de una... ¿maldición? —me mira para saber si ha acertado con la palabra pero yo me encojo de hombros, pues ni yo sé realmente qué es.
— Imagino lo duro que pudo haber sido para ambos.
Ni te imaginas.
— Es por eso que también quiero ayudar.
Si supieras el dolor que me produce tu ayuda no la ofrecerías.
— Haré todo lo que esté en mi mano —mira a mi hermana y busca su mano para entrelazarla con la suya y besar su dorso.
Sí, ya me ha quedado claro que realmente lo haces por ella.
— JungKookie —la fina voz de mi madre me aparta del pequeño trance y cuando la miro tiene su índice apuntando su entrecejo. Y es que no sé en qué momento mi ceño se ha fruncido tanto. Sé que en esa pareja frente a mí está mi hermana pero no puedo evitar sentir rabia, celos, envidia. Estoy feliz por ella, sé que el chico es una buena persona y perfecto para ella, pero ¿por qué me siento así?—. Recuerda las palabras del psicólogo —me susurra mientras el resto está hablando sobre el tema que protagonizo, así que asiento cerrando mis ojos por un momento y trato de despejar mi mente de malos sentimientos. Cuando los abro, es Jimin quien ahora me mira, preocupado y preguntándome con la mirada si todo está bien, a lo que respondo con un leve asentimiento.
— Digamos que lo que haré es algo ilegal —vuelvo a prestar atención a NamJoon—. Manipular los datos de una persona es un fraude a pesar de que tenga acceso a ello, y digamos que estoy jugándome el trabajo si algo sale mal.
— Está bien si crees que es mejor no hacerlo —le dice mi hermana preocupada—. Ya encontraremos otra solución.
— No, está bien, ya decidí que lo haría. Tan sólo quiero que todos seáis consciente de la gravedad del asunto. Ninguno podemos permitirnos errores, si vamos a hacer esto no quiero que nadie se eche atrás —me mira a mí aunque hable para todos.
Pero yo sólo puedo asentir en silencio, siendo el único que no está convencido pero sin más opciones a las que agarrarse.
— Bien, entonces dadme unos días. No será fácil.
— Gracias, NamJoon —mi madre se levanta dirigiéndose al inspector, rodeando sus brazos alrededor del chico en cuanto se levanta. Y es que mi madre ha tenido más ocasiones para conocerlo y hasta tomarle cariño. Así que no me sorprende ese acercamiento.
— No se preocupe, señora Jeon, todo va a salir bien.
— ¿Estás bien? —Jimin golpea suavemente mi hombro con el suyo, esperando por mi respuesta, pero esta no llega porque estoy demasiado perdido en mi mente. Quisiera ser sincero y decirles a todos que no estoy bien, que estoy en contra de esta decisión y que es mi vida la que pretenden cambiar.
Quiero gritar, deseo hacerlo; ser engullido por mi propia fuerza y acabar ensordecido. Reducir las voces a la nada y que sólo quede mi propio silencio. Deseo incluso acabar con mi propia voz interior y el tormento que la acompaña. Quisiera ser simplemente un cuerpo inerte que descansa en el más sumo silencio, libre incluso de cualquier dolor. Sin sentimientos ni emociones, simplemente nada. Un descanso que pido y ansío desde que todo comenzó. Un descanso que no me merezco por ser el único provocador. Pero así sea por unos pequeños minutos, me gustaría poder recibir tal paz.
Pero la paz fue borrada de mi diccionario hace dos años y hasta entonces no la he vuelto a percibir. Se ha esfumado junto con la vida que tenía y siento que estoy muy lejos de poder volver a verlas. Ahora no me queda otra que encontrar otra especie de paz, una que sea compatible con la nueva vida que llevo y que pueda aportar su significado. Por el momento, no siento que vaya a encontrarla pronto, mucho menos cuando en unos días en mi tarjeta de identidad aparezca otra fecha de nacimiento y una foto que corresponde con mi aspecto actual.
De ahora en adelante, soy Jeon JungKook, de diez años, nacido el 1 de septiembre de 2011.
13 de marzo de 2022.
— ¿Lo tienes todo, Cookie?
Quien finge ser mi padre se arrodilla ante mí para arreglar mi cabello y verificar que la ropa esté bien. Algo que me resulta innecesario pero que omito en comentar porque sé que son gestos nerviosos. Y es que parece estarlo incluso más que yo.
— Estoy listo.
— ¿Seguro?
— Sí —le sonrío para transmitirle algo de seguridad—. Llegarás tarde al trabajo si te quedas más tiempo.
— Tienes razón —suspira y se incorpora mirando al frente, justo al edificio que está a unos metros de nosotros y que rodea cientos de voces de niños—. Si ocurre algo o te sientes mal, no dudes en llamarme, recuerda que tienes mi número en el bolsillo interior de la mochila.
— No te preocupes, estaré bien. Ya he pasado por esto y sé cómo controlar a esos demonios —miro de reojo a los alborotadores niños mientras entran en el interior del edificio.
— Mejor no los llames así delante de los profesores, ¿quieres? —ríe y lo sigo segundos después—. En fin, te recogeré a la salida, así que espérame por aquí.
— Vale —tiro de las asas de mi mochila para colocarla mejor y me giro después de despedirme de Jimin con un gesto de mano que él imita también.
Apenas llego a la puerta del colegio cuando me giro y sigo viendo a Jimin ahí, plantado en el mismo lugar y esperando a que entre para asegurarse de que todo está bien.
Es lindo porque él, mejor que ninguno, sabe lo que siento y pienso acerca de todo esto. De volver a vivir una niñez que ya había vivido. Es por eso que está tan nervioso e incómodo, con ganas de venir corriendo, agarrar mi mano y salir huyendo mientras se convierte en un héroe para mí. Pero lo correcto lo detiene de cometer cualquier locura y yo no puedo hacer más que darle un momento apacible. Y digo un momento porque no sé cuando volveré a caer en la desesperación y a engullir a alguien más conmigo.
Tan sólo puedo decir que intentaré ser mejor, aunque no pueda prometer nada.
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*Manduguk: es una sopa hecha con caldo de carne y dumplings (especie de ravioles) de carne, vegetales, tofu o una mezcla de todo, y algunas también vienen con tiritas de alga.
***
En el anterior capítulo no enseñé a nuestra querida Wendy, así que os la pongo ahora :3
Y nuestro hermoso Inspector Kim NamJoon que por fin ya apareció 7u7.
Y voy a poner a esta cosita para que no os olvidéis de lo cuchicuchi que se vería <3
Kookie va al cole. (típico título de cuento infantil) xDDD
¿Os esperabais que el tiempo pasara y que no consiguieran nada? Que son dos años, eh... pobre bebé :( (lo dice la escritora cruel, ¿saes? xDDDD)
Bueno, ¿qué tal todo? ¿Cómo os trata la vida? Yo me tardé en actualizar por lo que ya avisé en mi perfil pero para los que no lo vieron pues tuve un problema con mi muñeca y el médico me aconsejó no moverla o iría a peor, pero ya está todo ok.
¡Ah, os quería preguntar algo! No queda mucho para que llegue a los 10k seguidores. Sí... a los 10k o_o, yo de verdad que no sé cómo me seguís jajajaja, si me tardo mil años en actualizar y me pierdo más que el pasaporte de Namjoon, peeeero, ahí estáis, siendo bonitos y bonitas, regalándome palabras ultra lindas siempre y gente que me sigue desde que Cristo renació al tercer día TuT... No tengo palabras para agradecer tanto apoyo. ¡Es por eso que quiero hacer algo para agradeceros! Aunque no sé el que xDDD. Por eso, quería preguntaros que os gustaría, no sé, ideas o lo que se os ocurra (pero que esté dentro de lo posible, pls jajaja).
Decidme aquí qué se os ocurre o qué queréis <333. ¡Mil gracias a todos, os quieroooo!
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