15
En un principio pensé que me encontraría con un paraje hermoso, uno de esos paisajes que, aunque sólo lo llegas a ver una vez, sueles recordar por mucho tiempo; algo bonito que resalta en colores y contrastes. Y puede que mi último pensamiento se cumpliera, aunque no de la forma que tenía en mente. Sé que ambos nos encontramos en un momento incómodo después de haber escuchado las palabras de la señora Im, pero Jimin, hasta el momento, ha sido una persona muy sensible y en todo momento ha buscado el hacerme sentir mejor. Es por eso que, cuando me invitó a ver un lugar, imaginé algo más increíble y diferente, algo que nos animara, pero ver esos colores que imaginé sobre paredes y muebles no es lo que precisamente esperaba.
Las paredes del local están pintadas con un color rosa que crean un contraste bastante fuerte con los asientos de color verde lima. Incluso las mesas y el resto de mobiliario visten de un color vivo que ni siquiera el blanco del suelo calma esa explosión de colores. Pero realmente no son los colores lo que más me choca, sino el lugar en sí. Un lugar que ya visité con anterioridad porque unos compañeros de clase nos invitaron a TaeHyung y a mí. Un local que se hizo bastante famoso en sus días por sus diversos dulces.
— ¿Estamos haciendo una parada aquí? —pregunto un tanto desorientado.
— No —responde mientras mira la carta—. ¿Qué quieres tomar?
— No tengo apetito.
A pesar de mi respuesta, en cuanto el camarero se acerca y nos observa a la espera de la orden, Jimin pide un café y un pastel con nombre raro para él y un batido de chocolate y otro pastel para mí, ignorando mi negación a su anterior pregunta. Y aunque quiero quejarme, no lo hago, decido guardar silencio mientras veo por la ventana la gente pasar, los coches ir y venir y algún que otro perro pasear. Sé que Jimin me observa a mí, lo sé por el reflejo en la ventana, y aunque eso me ponga muy nervioso, tampoco digo nada.
— ¿Te gusta este sitio? —decide hablar después de varios minutos de silencio donde sólo se escuchaba el murmullo de los otros clientes.
— Sólo he venido una vez —me encojo de hombros aún con mi vista al exterior.
— Yo he venido un par de veces, tres con esta. Aunque por aquel entonces había el doble de clientes —crea un leve silencio—. Es curioso como la fama de un lugar puede variar tanto. Hace unos meses la gente hacía cola por entrar aquí y ahora hay mesas vacías.
— Supongo que es por el rumor.
— ¿Rumor?
— Sí, se decía que un cliente vio cómo el dueño del local golpeaba a uno de sus empleados.
— ¿Y es cierto?
— No lo sé.
— Es horrible —musita cambiando su tono de voz—. Quizá no debimos venir aquí.
— Los rumores son rumores, no tienen por qué ser reales. A menos que hayan pruebas, pero sólo un cliente difamó aquello. ¿No es raro? —decido mirarlo, finalmente— Si el local siempre estaba lleno, ¿por qué sólo uno vio cómo el dueño golpeaba a su empleado? —suspiro negando— A veces las personas son muy crueles —una de las cejas de Jimin se alza.
— ¿Alguna experiencia con respecto a lo que dices?
— Ninguna.
— Entiendo —apoya sus brazos sobre la mesa y continúa mirándome fijamente—. Haré como que te creo —antes de que pueda contestar su comentario, soy interrumpido por el camarero que llega con nuestro pedido—. Te encantará ese pastel —dice señalando mi plato.
Cuando bajo la vista para ver lo que ha pedido para mí, veo un trozo de pastel de chocolate relleno con fresas que no tardo en probar y masticar mientras siento mis mejillas picar por el dulce sabor. Incluso cuando doy un sorbo al batido de chocolate la sensación es mucho mejor. Sé que es todo chocolate pero me encanta porque tiene una textura y un sabor suave, nada agresivo y quizá es por este motivo que me gustó venir aquí la primera vez. Fue una lástima que no volviéramos a venir pero es que el lugar está algo lejos de donde vivimos y la combinación con el transporte público no es que sea muy buena.
— ¿Te gusta? —me pregunta cuando ya voy por la mitad y me siento algo avergonzado porque en un primer momento me negué a consumir algo. Así que sólo asiento con la cabeza y continúo comiendo, pero algo me pone nervioso y es que él apenas ha dado un bocado a su pastel. Tan sólo se ha dedicado a observarme.
— ¿No te gusta el tuyo? —pregunto señalando su plato.
— Oh, sí, está rico —y es lo único que contesta para volver a mirarme fijamente y en absoluto silencio.
— ¿Estás... estás enfadado conmigo? —me atrevo a preguntar cuando no puedo adivinar qué puede estar pasando por su cabeza. Realmente quiero saberlo pero no sé cómo hacerlo, mucho menos después de la conversación con la señora Im.
— ¿Enfadado? —me mira algo sorprendido— No, claro que no.
— ¿Quieres probar del mío? —deslizo mi plato hacia él. En silencio, agarra su cubierto y parte un trozo para llevárselo a la boca.
— Hm, ahora comprendo por qué escogiste este. Nada mal —sonrío al verlo sonreír levemente, pero me detengo cuando caigo en un detalle. Yo no elegí el pastel.
— Lo has elegido por mí —digo con obviedad.
— Realmente eres muy despistado —suelta una pequeña risa— ¿Qué pediste cuando viniste aquí la primera vez? —pregunta mientras acerca su mano a la taza de café para llevarla a sus labios y darle un buen sorbo. Cuando escucho la porcelana chocar contra la mesa, algo en mi cabeza hace clic.
— Tarta de chocolate con fresas —susurro mirando lo que queda del dulce, luego desvío los ojos al batido— y batido de chocolate.
¡¿Cómo es posible que supiera lo que pedí cuando vine?! ¡¿Se lo ha dicho TaeHyung, acaso?! Pero, ¿por qué le diría algo así? Es estúpido y no tiene ningún sentido. ¿Pero entonces cómo lo sabe?
Mis ojos no dejan de viajar de un lado para otro, sin saber dónde posarlos pero inconscientemente siempre acabando en Jimin. En ese rostro que sigo sin poder leer porque carece de gesticulación, tan sólo me mira fijamente como si fuera él quien me leyera, y para colmo no estoy poniéndoselo nada difícil. ¡No es justo!
— ¿Por qué me has traído aquí? —pregunto al sentir que no sería él el primero en dar el paso— ¿Era este sitio el que querías enseñarme? No lo entiendo.
— ¿Sabes? —suspira profundamente y se inclina un poco hacia adelante, cruzando sus dedos sobre la mesa— A veces las personas no pueden evitar mentir, ya sea por miedo o para evitar exponerse. Aunque no me siento nada bien cuando ya te he ocultado dos veces la verdad.
— ¿De qué...? —mi boca se abre y se cierra varias veces, buscando las palabras para acabar con la pregunta, pero estoy tan confundido que no encuentro la perfecta y al final sello mis labios sintiéndome completamente perdido.
— Te oculté que te conocía —dice desviando sus ojos por un momento—, lo hice porque realmente me aterró la extraña conexión con respecto a lo sucedido. El hecho de que hicieras un amarre con mi hermano pero acabaras confundiéndole conmigo —hace una leve pausa— es algo que me asustó. Pero mi miedo no fue precisamente porque te conociera —vuelve su vista a mí—. Hay algo más que no sabes y que decidí guardarme porque quizá complicaría más las cosas —los ojos ahora viajan a la mesa de al lado, yo los sigo, escuchando todo completamente desorientado—. La primera vez que te vi de cerca fue aquí. Estabas a dos metros o un poco más de mí, con tres chicos más. Sonreías y bromeabas con ellos sobre los nombres de la carta. Decías que eran tan extraños como el lugar pero te gustaban porque era algo diferente —lo veo sonreír mientras mira el lugar—. Me sorprendí mucho cuando te vi aquí, pensé que podría tener un excusa para dirigirte la palabra. Así que tiré mi cubierto al suelo y tú lo recogiste, pero no dijiste nada, sólo sonreíste cuando te agradecí y volviste a la conversación con tus amigos.
— ¿Yo-? —frunzo el ceño al intentar recordar pero lo cierto es que no tengo un recuerdo acertado, puede que a un chico se le cayera el cubierto y yo lo recogiera pero pasó demasiado desapercibido. Apenas grabé su cara, su voz, nada. Estaba tan metido en la conversación que ese momento lo he olvidado por completo.
— Me gustabas, JungKook.
Imposible.
— ¿Sabes esa sensación de cuando ves a alguien muy bonito? Cómo se te acelera el corazón y bajas la vista cuando crees que vas a cruzarte con su mirada. Esa extraña pregunta que te haces: ¿por qué no puedo dejar de mirarlo? —suelta una pequeña risa algo triste, entonces sus ojos abandonan ese lugar de recuerdo y vuelve al presente; a mí— Fue una atracción bastante extraña, pero supongo que sabes de lo que hablo. Te pasó lo mismo con mi hermano, ¿no?
Debe estar bromeando.
¡¿Yo, gustarle?! ¡Es absurdo!
— No te quedes callado, di algo.
¡¿Qué se supone que debo decirte?! ¡Me acabas de confesar que te atraía, joder! Se supone que no me conocías de nada cuando me recogiste en el parque, ¿por qué de repente todo es tan revesado? ¿Por qué hay tanta conexión cuando no debería de haber más que la de ChanYeol? Yo hice el amarre para ChanYeol, con el chico que me gusta, con el que he estado observando y sufriendo por un poco de su atención durante mucho tiempo; el único en mis ojos que me restaba presencia pero avivaba mis esperanzas. ¡¿Por qué ahora Park Jimin roba el lugar de ChanYeol? Lo ha desplazado como si nada, como si sólo fuera alguien ajeno al tema.
Realmente no sé que pensar, no sé que sentir.
— No sé qué decir.
— Entiendo —asiente y deja caer un poco sus hombros tensos—. Tampoco tienes que decir nada, en realidad. No es que haya dicho algo alarmante, ¿no? —alzo una ceja incrédulo. ¿De verdad acaba de decir que no es alarmante lo que ha confesado?
— No, supongo —intento restar importancia.
— Bien —guarda silencio cuando toma su taza y da pequeños sorbos, desviando la mirada a un lado.
No, no está bien. Por mucho que quieras restarle importancia al asunto lo estás haciendo mal, porque puedes disimular un poco, pero finalmente siempre aparece esa pequeña brecha que muestra el verdadero estado de una persona. Y sé que yo te estoy dando ese respiro que me pides en tu mente. No quieres que monte un espectáculo, no quieres que me altere, como tampoco que pregunte e indague más.
Y me estoy conteniendo, juro que lo hago, pero soy persona y tengo límites. Y mi límite acaba de sobrepasar.
— ¿Alguna cosa más que me ocultes? —pregunto con rudeza.
— No.
— Estás mintiendo.
— No estoy mintiendo, JungKook. Te acabo de decir la verdad, aunque quizá no deberías tomártelo tan mal, ¿vale? Te he dicho que me fijé en ti hace unos meses, pero lo hice como si me fijara en cualquier otra persona. No estoy enamorado ni siento lo que tú sientes por ChanYeol. No te conocía, sólo de vista.
— ¿Por qué parece que me usas para autoconvencerte? —lo veo girar sus ojos y vuelve a dejar la taza sobre la mesa.
— No tengo que convencerme de nada, estoy siendo sincero. Simplemente te cuento la casualidad de que nos hayamos encontrado cuando yo ya te conocía de vista y aparte me sentí atraído —suspira con cierta frustración y masajea un poco su nuca—. Esa atracción de la que te hablo ya no existe, dejé de sentirla a medida que pasaban las semanas —se me queda mirando esperando a que diga algo, pero me mantengo en mi silencio—. Eres un chico guapo, JungKook, habrás gustado a muchos chicos y chicas. No estoy confesando nada grave, sólo estoy confesando del todo que te conocía. Nada más.
— ¿Y qué debo hacer yo?
— Nada. Debemos buscar una solución a tu problema, arreglar todo y que podamos volver a nuestras vidas.
— ¿Es cierto lo que dijo la señora Im? —su ceño se frunce al no comprender mi pregunta— Sobre lo que piensas de mí, lo cansado que estás de este problema y de verme en tu casa cada vez que llegas a casa.
— Los problemas no dejan de ser problemas, y a nadie le gusta, pero se equivoca contigo —se atreve a tomar una de mis manos sobre la mesa—. No estoy cansado de ti, ¿vale? Y si no te quedó claro, volveré a decírtelo. Si te estoy ayudando es porque acepté hacerlo, nadie me obligó.
— Tampoco tenías muchas más opciones —baja su cabeza con cierto cansancio.
— ¿Qué tengo que decir para que me creas?
— No lo sé. Me siento raro —musito y aparto la mano de entre las suyas. Cuando él lo nota, vuelve a alzar la cabeza—. Ahora mismo no me siento muy cómodo.
— Volvamos a casa, entonces.
Mientras que Jimin trata de llamar la atención del camarero para que traiga la cuenta, decido desviar mi atención al lado contrario, a volver a mirar por esa ventana donde la gente sigue circulando. Donde todo sigue igual pero para mí en cuestión de minutos todo ha dado un giro muy extraño. Porque aunque me ha dejado claro que ese sentimiento que tenía hacia mí ha desaparecido, es algo que no puedo ignorar tan rápido. Incluso la preocupación que Jimin confesó hace un tiempo de sentirse culpable por haber provocado algo en el amarre es algo que ahora me hace pensar. ¿Y si tenía razón? ¿Y si sus antiguos sentimientos hacia mí han influido algo?
Aunque sigo sin entender por qué vuelvo a ser un crío, puede que él haya tenido algo que ver en otros fundamentos. Puede que no haya ocurrido nada si Jimin hubiera sido una persona completamente desconocida, pero al habernos encontrado con anterioridad –aunque yo no lo recuerde– puede haber provocado un cambio.
— Vamos —me dice con su mano extendida para que la acepte, pero no lo hago y simplemente paso por su lado para salir del local y caminar hasta el coche.
Estoy agotado.
Quiero volver a mi vida. Olvidarme de todo esto. Dejar de ser un maldito problema para los que me rodean.
Necesito acabar esto.
— ¿Me... me das un beso? —pregunto en cuanto me detengo y Jimin se detiene en seco— Quizá podamos acabar con esto. Tú sient-
— JungKook, aquí no —me interrumpe mirando de un lado a otro, sintiéndose algo avergonzado cuando otras personas pasan por nuestro lado—. Hablaremos en casa —esta vez, no me invita a aceptar su mano, directamente la atrapa y tira de mí hasta el coche donde aún en silencio se sube, se pone el cinturón y arranca el motor.
El silencio se extiende en todo el viaje, y pretende extenderse incluso cuando llegamos a casa.
En cuanto entra al baño y sale pasados los minutos, se encierra en la habitación y pasan horas en las que pretende no salir. En un principio me quedo frente a la puerta, a la espera de que salga y que reanudemos la conversación pendiente, pero parece haber huido. Así que, aceptándolo, me dirijo al sofá donde pasaré las próximas horas hasta que Park decida dar la cara. Y no es que le esté exigiendo nada, él bien me dijo que necesitaba su tiempo para reflexionar pero quizá me hubiera gustado que esta vez pensara un poco en mí y me diera la calma de conversar. ¡Porque no puedo dejar esto así! Sin embargo, también pienso que es egoísta pedir tanto de una persona que sólo es una víctima.
Porque es una víctima hasta que se demuestre lo contrario.
— ¡Ey, pequeño! —doy un brinco en el sofá cuando escucho una voz seguido de un pequeño portazo al cerrar la puerta del apartamento. ChanYeol pasa hacia el interior pero no va solo, cuando alzo más la cabeza veo a una chica caminar con pasos tímidos— ¿Qué haces aquí solito? —me pregunta pero mis ojos siguen enfocados en la chica— ¿JungKook? —agita su mano frente a mí y entonces lo miro— ¿Dónde está papá? —frunzo el ceño por un momento pero señalo la habitación de Jimin cuando vuelvo en sí— Este chico... —suelta un pequeño gruñido y se va hasta la habitación, la cual abre y cierra una vez entra.
— Hola —con una dulce y delicada voz, la chica que se queda allí se atreve a acercarse—. ¿Cómo te llamas?
— JungKook.
— ¡Qué bonito nombre! Mi nombre es Son SeungWan, pero puedes llamarme Wendy, todos me dicen así —una bonita y radiante sonrisa ilumina su rostro. Entonces se sienta a mi lado cuando me pide permiso con un simple gesto— Y... ¿qué hacías? —echa un vistazo a la televisión apagada y la mesa completamente despejada.
— Nada.
— ¿Nada? ¿No estás aburrido?
— No.
— Oh —ríe algo nerviosa. Quizá mis contestaciones secas la están incomodando pero tampoco pretendo ser amable cuando mi estado de ánimo está por los suelos. Lo siento, Wendy.
— Vaya, veo que ya os estáis conociendo —ChanYeol vuelve al pequeño salón volviendo a cerrar la puerta a sus espaldas—. Wendy, él es el hijo de mi hermano. Se está quedando con nosotros una temporada.
— Es muy mono —dice con sus hombros encogidos y una gran sonrisa.
— ¿Quién es? —pregunto con inocencia a ChanYeol mientras que con mi índice le señalo a ella. De pronto, tanto él como ella sonríen como bobos y se miran preguntándose entre susurros cómo llamar su relación.
Para mí ya han respondido.
— Somos amigos que se están conociendo.
Ya, claro.
— ¿Está papá dormido? —pregunto ignorando su respuesta y borrando sus estúpidas sonrisas.
— Sí, pero le duele la cabeza —asiento ante sus palabras y me bajo del sofá con la intención de meterme en el cuarto, o al menos, lo habría hecho si el grandullón no me hubiera detenido—. Mejor quédate aquí, ¿quieres? Podemos ver una película los tres juntos, ¿qué te parece? —su gran sonrisa vuelve a aparecer e incluso se inclina para quedar a una altura más adaptable a mí, pero aunque sé que sus intenciones son buenas, no puedo aceptarlo. Lo último que quiero es quedarme en la misma habitación que ellos.
— Quiero ir con él —hago un puchero mirando en dirección a la puerta.
— Ah, está bien —suspira acariciando un poco mi cabeza y me deja seguir mi camino.
Cuando abro la puerta y miro hacia atrás antes de entrar, los veo acercarse y sonreírse mutuamente. ChanYeol alza una mano hasta la mejilla de la chica y le da un pequeño beso en los labios antes de que ambos rían nerviosos. Entonces cierro la puerta y dejo que la oscuridad me engulla.
Caminar a ciegas no es que sea precisamente fácil, pero cuando ya tienes estudiado cada metro cuadrado de un lugar, incluso sin ver nada, sabes esquivar y donde colocar tus pies para llegar a tu destino. Jimin está sobre la cama y de lado, lo logro ver cuando mis ojos se acostumbran a la oscuridad, momento en el cual decido qué hacer al haber permanecido unos minutos parado a los pies de la cama. Cuando me subo y gateo por el colchón, me coloco en su espalda y lo abrazo, sobresaltándolo y haciendo el intento de mirar hacia atrás.
— ¿Kookie? —sonrío al escuchar el diminutivo.
— Hm —es mi única respuesta cuando me abrazo con más fuerza y rezo para que el nudo que tengo en mi garganta no se escuche tan fuerte cuando decida soltarlo.
— ¿Estás bien?
— No —respondo con la voz rota y absorbiendo mi nariz.
Todo me viene demasiado grande. Todo cae con tanta fuerza que no puedo pararlo.
¿Qué debería de hacer? Porque realmente no siento que tenga control alguno. Todo ocurre y transcurre sin poder detenerlo o hacer algo al respecto.
— ¿Estás llorando?
— Hm.
— Siento lo de ChanYeol. Me lo ha contado cuando ha entrado.
— Hm.
— No es definitivo, ¿sabes?
— No importa.
— ¿Quieres que me dé la vuelta?
— Hm —aunque mi respuesta sigue siendo carente de sentido, Jimin aparta por un momento mis brazos de su cintura y se da la vuelta. Agarra mis brazos para tirar de mí y así ponerme a su altura, entonces sonríe cuando, al posar su palma en mi mejilla, siente que esta está empapada.
— Eres demasiado llorón —frota sus manos para retirar todo rastro de lágrimas.
— Quizá, si no tuviera motivos, no estaría llorando —absorbo mi nariz una vez más. Su mano deja de tocar mi mejilla y la sube para acariciar mi pelo.
— Esa es una buena respuesta —lo oigo suspirar—. Pero vamos a hacer que dejes de llorar, ¿vale?
— ¿Cuándo?
— No lo sé, pero espero que pronto.
— Podría ser ahora.
— ¿A qué te refieres con ahora? —lo veo fruncir el ceño.
— La señora Im dijo que debemos acabarlo —de pronto, su mano se aleja de mí.
— JungKook, por favor.
— Podemos intentarlo, no perdemos nada —lo veo negar y dejar caer su cuerpo para quedar boca arriba—. Sólo sería un beso.
— Basta —se lleva una mano al rostro y decido sentarme—. Esto no es Blancanieves o La Bella Durmiente. No vas a volver a tu forma adulta porque te dé un beso.
— Quiero intentarlo.
— Pero yo no.
— ¿Qué te pasa? No lo entiendo. Es sólo un estúpido beso —apoyo mi mano sobre su estómago con la intención de que deje de ocultarse bajo la mano—. Tú tienes sentimientos por mí, con eso basta.
— ¿Qué? —por fin aparta su mano pero lo que veo no es muy agradable, su ceño fruncido me pone un tanto nervioso— ¿Qué tengo que decir o demostrar para que creas que ya no te veo igual?
— No me importa cómo me veas, lo único que quiero es acabar con esto. Y cuando alguien gusta de alguien, suelen quedar secuelas. Es por eso que podría funcionar —el bufido que suelta me invita al silencio, uno que dura por un par de minutos hasta que él también se incorpora y queda sentado.
— No voy a besar a un niño de ocho años.
— No tengo ocho años, y lo sabes.
— Ahora mismo los tienes.
— Esto sólo es una fachada —me autoseñalo—. Ya conoces bien la historia, no tienes por qué pensar en mí como un niño —su leve silencio juega con mi esperanza porque por un momento siento que lo he convencido, pero cuando lo veo negar, sé que he vuelto a perder.
— La respuesta sigue siendo no. Lo siento.
— ¿Debo rendirme, entonces?
— No digo que te rindas, pero acepta las limitaciones.
— Tus limitaciones podrían ser la respuesta, ¿sabes? La señora Im dij-
— Estoy harto de esa señora —me interrumpe, y cuando ve que voy a abrir la boca de nuevo para decir algo más, alza un poco su mano para detenerme—. Suficiente.
¿He perdido? ¿He perdido mi oportunidad de descubrir si una muestra de afecto podría acabar con mi maldición? ¿Así de sencillo? ¿Sólo porque debo aceptar su opinión? Sí, parece ser que sí, porque incluso ha vuelto a tumbarse y parece relajarse con mi silencio.
Al final yo lo sigo, con una punzada en el pecho y otro nudo en mi garganta por tener que soportar y callar. Por tener que respetarlo aún cuando lo que se está jugando es mi vida. Tener que esperar por otra solución que no sabré cuándo llegará y quedar en la duda sobre mi teoría.
Aceptando las limitaciones.
— Vale —respondo algo tosco e imito su gesto, mirando el techo entre tanta oscuridad.
— Hay más soluciones, más caminos. Besarte no conseguirá nada porque ni tú ni yo compartimos sentimientos, ¿entiendes? —intenta convencerme con más palabras.
— Vale.
— Quizá si fuera ChanYeol todo sería distinto porque habría sentimientos de por medio. Al menos, por tu lado. Pero entre tú y yo no hay nada.
— Lo he pillado.
— Bien.
— Bien —repito soltando un suspiro que segundos después lo sigue otro viniendo de Jimin.
— No quiero que estés mal conmigo. Me gustaría que comprendieras que lo que me pides para mí supone algo... grave. Simplemente no puedo, y sé que no funcionaría. Es por eso que quiero ahorrarme un mal momento.
— Lo entiendo, hyung. No pasa nada —pero quizá sí pasa algo, y es que me estoy privando de descartar una opción que podría o no funcionar. ¡Porque realmente no lo sé! Pero si no lo intento, jamás saldré de dudas, y vivir con esa incertidumbre no va a ser nada fácil.
— Gracias por comprenderlo —gira su cabeza hacia mí—. Si quieres podemos intentar un beso en la mejilla.
— No importa —niego aún mirando al techo.
— Puedo hacerlo si me dejas —todo su cuerpo termina girando hacia mí.
— Dejaré que decidas —respondo con simpleza pero cuando siento su cuerpo arrastrarse un poco más cerca, trago nervioso. ¿De verdad lo va a hacer?
Apenas un pequeño roce de sus labios con mi mejilla me eriza la piel. Incluso me pregunto por qué un gesto tan inocente me ha dejado tan entumecido y la respuesta no tarda mucho en llegar a mí. ¡¿Es un efecto de un cambio en mi cuerpo?!
Con ese pensamiento en mente, me incorporo rápidamente y corro hasta el interruptor de la luz para prenderla y asomarme al espejo que hay encima de la cómoda. Pero nada ha cambiado, mi estatura sigue igual, mi rostro e incluso mis pequeñas manos no han crecido en absoluto.
— ¿Estás bien? —pregunta angustiado desde la cama.
— Sí —dejo escapar todo el oxígeno de mis pulmones que mantuve retenido y pronto mi rostro pierde el color pálido y toma su tono natural. Incluso siento un par de gotas de sudor caer por mi espalda.
— Por un momento me has asustado —dejo escapar una leve risa nerviosa y me siento en el filo de la cama, pensando que quizá fue muy exagerada mi reacción. Sólo fue un beso en la mejilla—. ¿Sentiste algo?
— No —miento.
— ¿Puedo preguntarte algo? —Jimin se incorpora cruzando sus piernas y asiento ante su pregunta— ¿A qué se refería esa mujer cuando te preguntó si recordabas la última vez que fuiste?
Oh, eso.
Antes de responder me giro completamente y subo mis pies para colocarlos de igual forma. Tomo un poco de aire porque aún siento que me falta el aliento por lo que acaba de pasar. Además que la repentina pregunta y el cambio de tema me ha dejado desorientado y aún no puedo evitar pensar en lo que acabo de sentir por unos míseros segundos.
— Me metí en un lío y buscamos su ayuda.
— ¿Qué clase de lío? Dijo cosas muy raras.
— Hice cosas que no debí hacer —me encojo de hombros—. Sólo era un adolescente.
— Entiendo —lo veo asentir pero sé que quiere saber más, aunque quizá no quiere incomodarme. Demasiadas emociones por un día, pero parece que su curiosidad gana porque lo veo ladear su cabeza y separar sus labios—. ¿Qué clase de cosas? Mencionó algo de una sombra.
— Mencionó demasiadas cosas —digo más para mí mismo—. Digamos que jugué con fuego y acabé... ardiendo —río ante mi propia comparación. El hecho de ser tan explícito no es una opción, por eso intento que vea la gravedad del asunto sin tener que decir mucho más.
— Parece algo serio.
— Supongo —vuelvo a encoger mis hombros.
— Aunque no se puede comparar con esto, ¿cierto? —lo miro y asiento ante lo evidente— Te preguntaría un poco más pero siento que no es el momento —agradezco su gesto en silencio—. ¿Te sientes un poco mejor ahora? —lo miro interrogante al no saber a qué se refiere en específico— Ha sido un día pesado.
— Me encantaría un helado de cookies —digo sin responder a su pregunta, pero cuando ambos nos miramos compartimos una sonrisa instantánea.
Tanto él como yo sabemos que no es necesario responder a algo que es demasiado evidente. Que tanto lo que ha pasado en la casa de Im, como lo que ha pasado hace menos de una hora y esta conversación, nos ha afectado indudablemente, pero que seguir con lamentos tampoco va a solucionar nada. Aunque queramos, no tenemos el poder suficiente, ni siquiera cuando lo damos todo y extendemos nuestras manos para alcanzar ese extremo que separa el problema de la solución. Es por eso que necesitamos un descanso, para no caer en el agotamiento absoluto y ser engullidos por un torbellino que no deja de dar vueltas sobre sí mismo.
A veces, cuando la mente colapsa, tan sólo hay que darle un respiro; despejarla. Quizá, de esa forma, encontremos una solución o extendamos la mano con más fuerza y seguridad.
— Al final acaré llamándote Cookie.
— Ya lo haces, a veces.
— No, no me refiero a Kookie, tu diminutivo. Me refiero a Cookie de galleta.
— Es horrible.
— ¡Pero si suena igual! —ríe golpeando suavemente mi hombro.
— No soy una galleta.
— Pero te encantan.
— Sí, pero no es lo mismo —finjo molestia y me cruzo de brazos.
— Es más tierno.
— Me llamo JungKook.
— Cookie.
— JungKook.
— Cookie —insiste y alzo la vista un tanto cansado—. Déjame llamarte así y te compraré todos los helados de cookies que quieras —me ofrece con una gran sonrisa en su rostro.
Su oferta me tienta.
— No —respondo tajante y vuelve a empujar mi hombro, esta vez con más fuerza y provocando que caiga de lado.
En muchas ocasiones siento que la relación que tenemos es ambigua. Podemos pasar de un día soleado a uno lluvioso; un arco iris en mitad de una tormenta. Discutimos por diversos temas pero acabamos por reír al final de ese tramo, sin saber si pensamos lo mismo, si nos comprendemos o no. No estamos seguros de saber interpretar al otro con eficiencia, porque a veces nos sentimos inseguros e incluso nos ocultamos cosas, pero al fin y al cabo, poco importa.
Nos hemos conocido de la forma más extraña posible. Hemos cruzado caminos opuestos que han acabado por unirse, y aunque no sabemos por cuánto tiempo compartiremos el mismo sendero, ambos sabemos que queremos una travesía agradable. Porque no tenemos más opción.
Park Jimin se ha convertido en mi compañero de vida. Al menos, por el momento.
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Ahora es cuando suena el ending de un anime y sabes que no hay más capítulos porque se ha acabado la temporada(??) xDDDD
Bienvenidos al prólogo de The Little ( ̶B̶i̶g̶) Cookie. Ahora empieza la historia.
¡¿¿¿TIMAGINAS???! xDD Me matáis, seguro jajaja. Nah, estoy de broma, pero si os advierto que de este capítulo al siguiente vais a estar algo confusos. Así que no os preocupéis por si os sentís algo perdidos, es parte de la historia.
Bueno, sé que mi pregunta es tonta porque lo he leído en los comentarios pero ¿os esperabais que Jimin sintiera esa atracción por JungKook antes incluso de que todo pasara? (me gusta jugar con el destino, dejadme >u< ES MI DESTINO, MI MISIÓN. ES POKÉMOOOOON)
uwu <333
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