Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

10


Desafortunado.

De entre todas las palabras que busqué para definirme, me quedé con la que mejor encajaba en ese preciso instante. Y no fue fácil porque pude reunir bastantes y todas y cada una de ellas podrían definirme a la perfección, pero sin duda tuve que darle el primer lugar a mi infortunio. Es la que globalizaba todo en una. También podría haber utilizado un sinónimo como lo sería desgraciado pero me siento tan débil en este preciso momento que la simple palabra retumba demasiado fuerte como para usarla, por eso, opté por la otra, la cual no suena tan agresiva y me ayuda un poco a no venirme abajo y mostrar la poca fuerza para fingir que me queda.

Había llegado a pensar que no todo estaba perdido, que a pesar de haber tenido este fallo aún tenía la posibilidad de arreglar todo y volver con las energías al máximo y enfrentarme yo mismo a ChanYeol. Pero ahora ni siquiera queda esa posibilidad, porque incluso antes de saber este dato habría sido rechazado igualmente por el mismo motivo. Quizá mi única solución era el ritual, obligarle a que me amase; mi única posibilidad. Pero ahora no quiero saber nada de rituales por el resto de mi vida.

— ¿Y dices que es tu hermana pequeña?

La voz que escucho a mi derecha me saca de mis pensamientos y dejo de mirar al suelo para verlo con mi móvil entre sus manos, curioso por saber un poco más de mí y de la vida que me rodeaba antes de acabar así. No ha dejado de insistir desde que desayunamos y supongo que la situación de anoche no fue muy agradable, por eso ahora intenta compensarlo de alguna forma, pero él no tiene que compensar nada. No ha cometido ningún error ni ha hecho nada malo, ni siquiera su hermano a pesar de ser el protagonista. No obstante, no sé cómo decirle que no es necesario que esté tan encima mío, tampoco quiero herir sus sentimientos, no después de todo lo que ha hecho por mí, pero agradecería que entendiera por sí mismo que quisiera estar a solas. Pensar en mis cosas y no tener que estar luchando contra mi mente para que se calle y no me interrumpa mientras le presento a las personas de mi vida con imágenes.

— Sí, nos llevamos un año de diferencia —asiente aún mirando la foto.

— Es muy guapa. ¿También va a la Universidad?

— Va a una diferente, queda un poco lejos de la mía.

— ¿Qué carrera cursa?

— Ingeniería Biomédica.

— Vaya, es curioso —alzo una ceja al no comprender—. Quiero decir, es un contraste curioso cuando tu madre se dedica a... lo paranormal.

— Mi madre estudió medicina, por eso sabe lo que hace y los pacientes confían en ella.

— Oh, no lo sabía, perdón —igual estoy siendo un poco cortante pero sigo queriendo un poco de espacio. ¿Cómo puedo decírselo sin que se ofenda?—. ¿Me enseñas a tu mejor amigo? —me pregunta y me pasa el móvil para que yo mismo busque alguna foto. Tras un leve suspiro, asiento y tardo poco en encontrar una –ya que mi memoria está llena de fotos suyas–, entonces le devuelvo el aparato y aprovecho para volver a quedarme viendo la nada— ¿Y... estudiáis lo mismo?

— No —resoplo levantando mi flequillo al vuelo, quizá esta vez sí que se ha dado cuenta de mi áspera actitud—, él estudia Artes Escénicas.

— ¿De verdad? —ignora mi gesto— Es lo que yo estudié —ese detalle llama mi curiosidad y me olvido por un momento de los problemas.

— Creo que no te lo he preguntado. ¿En qué trabajas? —suelta una pequeña risa.

— Trabajo en la oficina de una pequeña empresa de publicidad —abro mi boca con la intención de opinar pero me abstengo ante la sensación de ser innecesario. Aún así, quiero saber por qué está trabajando de algo que no tiene nada que ver con su carrera. Que sí, que no es un caso descabellado pero eso no quita el hecho de tener curiosidad—. Sé lo que estás pensando —él se anticipa a mis palabras y lo miro, dejando que continúe—. ¿Por qué estoy trabajando de esto cuando tengo una carrera?

— Bueno, no quisiera meterme, tus motivos tendrás.

— Tuve la oportunidad de trabajar en un teatro, pero me obligaban a estar un año como un simple ayudante. Políticas de la empresa —lo último lo dijo con un tono altanero y bromista—. Yo estaba bien con eso, era una forma de aprender y tenía asegurado un lugar después de ese año —lo veo bajar la mirada.

— ¿Pero?

— Cobraba muy poco, lo mínimo, y no podía estar un año entero cobrando una miseria.

— Pero vives con tu hermano, entre los dos podríais manteneros, ¿no?

— No realmente. Además, era su turno de estudiar —arqueo una ceja confundido—. Por cierto, ¿por qué sigues ignorando los honoríficos? —parpadeo sorprendido, un poco desestabilizado por el cambio de tema y porque no espero que, aún sabiendo ya la verdad, insista con usar honoríficos.

— Perdón, no suelo hablar formal con mi mejor amigo y eso que es mayor que yo —suelto una pequeña risa—. Es por eso que a veces me olvido.

— Está bien, no tienes que hacerlo si sólo estamos los dos pero acuérdate de hacerlo cuando haya alguien más —asiento, ahora no sabiendo cómo hablarle. ¿Debería ser más formal con él o tomarle la palabra y simplemente hacerlo cuando haya público?

— ¿Puedo... puedo hacerte una pregunta personal? —Jimin asiente ocultando una pequeña risa, supongo porque he optado por aprovecharme de su palabra y seguir hablando de manera informal— No has mencionado a tus padres en ningún momento, ¿viven lejos? —esa sonrisa que pretendía ocultar la deja escapar, sólo que se torna demasiado débil y triste.

— ChanYeol y yo estamos solos.

— Oh, lo siento —realmente no sé por qué me disculpo, quizá lo he tomado a la ligera y esas palabras signifiquen otra cosa, pero se me da bastante bien leer a las personas y su rostro no me transmite nada positivo en esa respuesta.

— Tranquilo —cuando se atreve a posar su mano sobre mi cabeza y remover un poco mi pelo, intento sonreírle para no mostrarme avergonzado—. Nuestra madre falleció hace mucho, nosotros sólo éramos unos críos —suspira aún con una pequeña sonrisa en sus labios, como si no quisiera darle dramatismo a la conversación—. Nuestro padre nos dejó también, hace cuatro años.

— Lo lamento —junto mis manos al mismo instante que bajo la cabeza, sabiendo cómo debe de sentirse porque también pasé por lo mismo. Él baja la mano de mi cabeza—. Mi padre también falleció, aunque eso ya lo sabes. Tuvo un accidente. Fue... hace mucho tiempo.

— Lo siento, Kookie —alzo la cabeza rápidamente, sobresaltándolo cuando lo hago y ambos nos quedamos mirándonos sin decir nada. Mis mejillas toman un rubor que se extiende hasta mis orejas y creo que él se da cuenta porque comienza a formar una pequeña sonrisa que se va extendiendo, transformando una mueca tierna en una divertida—. ¿Dije algo raro? —niego para restarle importancia a mi cambio de actitud pero él parece querer indagar más y, por qué no, jugar un poco— ¿Seguro que estás bien?

— Me llamaste Kookie.

— ¿Y?

— Nada, es sólo que... te tomas demasiadas confianzas.

— ¿Yo?

— Ajá.

— ¿Y lo dices tú, quien no respeta a sus mayores? —alzo una ceja buscando alguna respuesta que darle pero no encuentro ninguna porque tiene razón, por eso, suelto una risita en mitad del silencio y él me sigue rápidamente, volviendo a tomar la confianza que ha adquirido por sí mismo y nuevamente tengo su mano sobre mi cabeza— Realmente siento lo de tu padre.

— Me desconcierta un poco tener el mismo aspecto de cuando sucedió —siento cómo su mano se mueve por mi cabeza de forma paulatina, relajándome con cada toque de sus dedos—. Días antes del accidente tuvimos una discusión. Él llevaba un horario nocturno y apenas tenía tiempo para jugar conmigo, pero un día me prometió llevarme al parque y pasar todo el día juntos —sonrío de lado recordando lo emocionado que estuve—. Pero no entendía el mundo de los adultos, simplemente no podía comprender que nuestro día fuera cancelado por un cambio de horarios de trabajo y por eso me enfadé. Le grité, le dije que era un mal padre y me encerré en la habitación —borro la sonrisa y alzo la mirada para verlo a los ojos, aún atento a mí mientras sigue apartando mechones de pelo de mi frente—. Al día siguiente mi amigo y yo nos escapamos antes de entrar al colegio y fuimos al parque donde se supone que mi padre me llevaría. Sé que hice mal, que a pesar de que mi amigo me dijera que no nos pillarían, lo harían —río negando—. Sólo éramos unos críos, claro que nos iban a pillar. Y mi padre se enfadó mucho.

— Estoy seguro que lo hizo porque se preocupó mucho por ti.

— Lo sé, pero estuve días sin hablarle —me atrevo a atrapar su mano en mi cabeza y alejarla de ahí, no porque me moleste, todo lo contrario. Sorprendentemente, Jimin tiene una actitud que me desestabiliza pero no para mal, sino para bien. Es gentil y atento, parece captar rápido lo que necesitas y no tiene problemas con ofrecerlo. Aún así, sentirme tan bien en los brazos de una persona que conozco de hace poco no termina de convencerme del todo, no porque me asuste, todo lo contrario, siempre he sido una persona abierta y bastante confiada pero lo que me inquieta es que su actitud hacia mí sea así por cómo me ve físicamente. A sus ojos no dejo de ser un niño aunque sepa la verdad, le duele ver palabras tristes en la boca de un crío. Pero no lo soy y me gustaría que terminara de comprender eso.

— ¿Llegasteis a arreglarlo?

— Sí, pero a veces me pregunto qué habría pasado si no lo hubiéramos hablado. Si no me hubiera disculpado —suelto su mano y coloco las mías en mi regazo.

— No pienses que habría quedado rencor. Tu padre te quería a pesar de haber hecho una travesura, no habría cambiado nada —le sonrío agradecido por sus palabras, que me hacen sentir mejor. Veo su intento de abrazarme pero sin saber por qué lo bloqueo girando mi cuerpo al frente y así evitar el contacto.

Puede que fuera un acto de cobardía; para evitar sentirme avergonzado de nuevo con la idea de su forma de verme aún latente en mi cabeza. No quiero que me trate como tal porque él no sería así si mi aspecto fuera el de un adulto.

 ¿Verdad?


Una semana después.

No hubo muchos detalles nuevos a lo largo de la semana, sigo tan pequeño y adorable como la misma noche que me desperté así y tampoco hubo noticias nuevas. El viejo que ayuda a mi madre sigue investigando y ella lo hace también por su cuenta. ¡Incluso TaeTae lo está haciendo y es lo más adorable que puedo llegar a oír! Por mi parte también he decidido investigar y buscar alguna solución, así que Jimin no tuvo problema en dejarme su portátil siempre que lo necesitara, incluso un sábado me sorprendió llevándome con él a varias librerías que había encontrado por Internet por si tenían algún libro que llamara mi atención sobre el tema. Encontré uno que podría valer, pero después de buscar incansablemente entre sus hojas no pude encontrar nada que resolviera mi caso. Nadie dijo que fuera sencillo. Ni siquiera ChanYeol lo está poniendo fácil, no cuando siempre está gritando a los cuatro vientos las citas que tiene pero luego despotrica de las chicas que nunca llegan a transmitirle nada al final de sus encuentros. Realmente comienza a cansarme más que dolerme.

Luego llega Jimin, algo así como un héroe que intenta evitar a toda costa que escuche cosas hirientes y por eso siempre me pide que vaya al cuarto cuando su hermano llega de alguna de sus citas. Al principio me negué, furioso por ver a ChanYeol llegar oliendo a algún perfume femenino, pero días después me cansé de escuchar lo mismo y decidí obedecer a Jimin. Simplemente me encerraba en su cuarto a jugar con el móvil o a chatear con TaeTae.

No digo que ChanYeol sea una mala persona, de hecho, es normal que salga y se vea con quien quiera, es sólo que me molesta porque me gusta muchísimo, pero no puedo culparlo aunque quiera tirarle algún jarrón a la cabeza. Debo centrarme en mí, en buscar una solución y evitar a ChanYeol por ahora.

— ¿Qué te parece esta camiseta?

Jimin y yo decidimos salir a despejarnos un poco, más por mí que por él ya que siempre estoy encerrado en el apartamento. Así que aprovechó la excusa de salir a comprarme ropa y no me negué. Estoy deseando poder tirar esta ropa vieja a la basura –a pesar de que ya no huele mal– y tener una más acorde a la actualidad. Bueno, eso en caso de que Jimin deje de joder con sus elecciones.

— ¿Un unicornio? —frunzo el ceño al ver la camiseta color amarillo con un unicornio morado en el centro. Vale que tuviera que escoger ropa infantil pero eso... eso está a otro nivel. Definitivamente no.

— Es linda, te quedaría bien.

— Tú me estás vacilando, ¿verdad? —me cruzo de brazos y él ríe ignorando una mujer que se nos queda mirando. Cuando Jimin se da cuenta, cambia su expresión y se inclina hacia mí, levantando un dedo en mi dirección.

— ¡Más respeto, jovencito! —usa un tono serio pero no puedo tomarlo en serio, así que suspiro e intento dar una reacción.

— Lo siento, papi —finjo sonar arrepentido y él se ve orgulloso por mi interpretación. Hasta diría que disfruta.

— Bien, entonces la camiseta del unicornio y no se hable más —dice muy convincente, llevándose la camisa consigo mientras pasa ahora a mirar pantalones.

Oh, amigo, no vas a salirte con la tuya.

En cuestión de segundos no sólo me mira la señora que aún sigue pendiente nuestro, sino que llamo la atención ahora de dos dependientes de la tienda que llegan rápidamente cuando suelto un gruñido y arranco varias camisetas de sus perchas, pisándolas luego con rabia.

Yo también sé jugar sucio, Park Jimin.

— ¡JungKook! —lo veo volver carente de color en su rostro y pidiendo perdón mientras se abre paso hacia mí y me agarra del brazo para detenerme en mi tarea de pisotear las prendas— ¡¿Qué crees que haces?! ¡¿Estás loco?!

— ¡No me gusta esa camiseta! —exclamo ante el mismo tono de voz. Ese detalle hace que se altere más y ahora su rostro se vuelve rojo.

— ¡Me importa una mierda si te gusta o no! —una de las mujeres se lleva una mano a la boca sorprendida.

— Por favor, tranquilícese —dice la señora, posando su mano en el hombro de Jimin—. Es sólo un niño —y como si esa última palabra fuera la clave para detenerlo, lo hace, guardando silencio varios segundos antes de pasar una mano por su rostro con frustración.

— Discúlpenos —dice tomando consigo las tres camisetas que he pisado—. Pagaré por ellas —queriendo salir de ese círculo tan incómodo busca mi mano para tirar de mi cuerpo y seguirlo hasta la caja donde paga todo en silencio y, finalmente, salimos de allí.

— Quiero un helado —le digo y gira su cabeza hacia mí, bajando la vista poco a poco y mostrándome la rabia contenida que aún mantiene dentro de él.

— Mejor pídeme que te perdone porque estoy a punto de devolverte a tu casa —dice de brazos cruzados.

— Sólo fue una broma —hago un puchero con la intención de ablandar su corazón.

— ¡¿Una broma?! —una pareja que pasa por nuestro lado se queda mirando y Jimin decide ir a un sitio más apartado, donde también podamos sentarnos— Me has hecho pasar un mal rato, esas señoras pensarán que soy un padre horrible.

— Lo eres.

— ¿Lo soy? ¿Crees que lo soy?

— Ajá.

— ¿Y según tú cómo sería un buen padre?

— Para empezar, un padre no obligaría a su hijo a comprarse una camiseta tan horrible.

— ¡No es horrible, es linda! Además, eres mi hijo y tienes que hacerme caso. Si te digo que voy a comprar algo para ti, te callas y agradeces —alzo una ceja, pensando que se lo está tomando más en serio de lo que debería.

— Estabas molestándome, no tenías buenas intenciones —me cruzo de brazos mirando al frente—. Y no eres mi padre —añado y noto su cuerpo a mi lado perder presencia. Cuando lo miro, tiene la mirada en el suelo—. ¿Me compras un helado? —insisto aunque en un tono mucho más suave— Por favor —vuelvo a insistir y consigo que sus ojos vuelvan a mí, entonces asiente en silencio y se levanta, esperando que yo haga lo mismo y lo siga hasta una heladería.

Degustar mi helado de cookies con sirope de chocolate me hace olvidar un poco lo que acaba de pasar y por eso ignoro al chico frente a mí que decide no mirarme mientras devoro el helado. Y tal vez, solo tal vez, sienta que me haya pasado. Quizá tomar tanta confianza no le esté sentando nada bien y mi berrinche fingido realmente lo haya molestado. Y bueno, si hubiera sido mi madre me habría dado un buen azote en el culo y me hubiera sacado de allí, ni siquiera teniendo el detalle de pagar las camisetas.

¿Debería de disculparme?

Ugh, mi orgullo.

— Siento haberme pasado —susurro relamiendo mis labios con sabor a galletas y espero por algunas palabras suyas, pero al pasar varios minutos me doy cuenta que ni siquiera me ha mirado. ¿No se ha enterado?—. ¡Dije que lo siento! —exclamo clavando la cucharita sobre el helado. Es imposible que esta vez no me haya escuchado, pero sigue ignorándome. ¡Oh, no, me va a devolver!— ¡Por favor, no me devuelvas! ¡Juro que me portaré bien! —y ante esas palabras, una sonrisa se dibuja en su rostro y entonces decide mirarme fijamente. ¿Por qué parece que leo la palabra victoria en su frente?

— Estás perdonado, papá te perdona —dice mirando de reojo a algún sitio y luego levantándose de la silla—. Y como premio te dejaré jugar con los demás niños.

— ¿Eh?

Sin tiempo a reaccionar, atrapa mi mano y me guía hacia un pequeño parque de niños justo a unos pocos metros. Suelta mi mano antes de acariciar mi cabeza y peinar mi cabello, entonces gira mi cuerpo y me da un leve empujón para que entre en terreno de niños y entonces me abandone, volviendo a ocupar la mesa de antes pero eligiendo la cual era mi silla para poder verme y comerse el que era mi helado. Lo veo saludarme con la mano, fingiendo una sonrisa amable y me muerdo la lengua para evitar soltar varias maldiciones dirigidas a su persona.

¡Y yo que pensaba que era un ángel caído del cielo!

— ¡Hola! —brinco en el sitio al escuchar una voz chillona a mi costado, cuando giro la cabeza veo a un niño con la boca manchada de chocolate y una pelota verde entre sus manos. Sus ojos, parecen inyectados en adrenalina pura y me imagino que es el efecto por haber ingerido demasiado azúcar— ¡¿Quieres jugar?!

— N-no —respondo con simpleza, con la esperanza de que se largue y me deje en paz.

— ¡¿No quieres jugar con mi pelota?! —frunzo el ceño ante su taladradora voz.

— No, gracias.

— ¡¿Porque no sabes jugar?! ¡Yo puedo enseñarte!

— ¿Por qué gritas tanto? —pregunto molesto y sin comprender por qué cojones tiene que gritar tanto si estoy a su lado.

— ¡No estoy gritando! —ríe como si viera un bicho raro— ¡¿Juegas?!

— Ya dije que no —suspiro y me cruzo de brazos.

— ¡Qué aburrido eres! —lo veo hacer un puchero y jugar con la pelota entre sus manos— ¡Nadie quiere jugar conmigo!

Por algo será.

— Lo siento, tengo que volver con mi padre —cuando lo dejo atrás con ese puchero que pronto pasa a ser un llanto, me detengo en mi huida y paso mis manos por el rostro con frustración, viendo a lo lejos como Jimin sigue comiéndose mi helado favorito. Un pensamiento cruza por mi mente.

Tal vez aún no hayas ganado.

Me giro para ver a ese niño llorar a moco tendido que se pasa las manos por el rostro para secarse las lágrimas y acaba manchando también sus manos de chocolate. Ha notado que no ha perdido mi atención del todo pero realmente es lo contrario, si quiere jugar, bien, juguemos, pero lo haremos a mi modo.

— ¿Quieres jugar a un juego? —sus ojos se iluminan y una gran sonrisa abarca mayormente su rostro.

— ¡Sí!

— Vale, antes necesito ver qué tan bueno eres con eso —señalo la pelota ahora en sus pies.

— ¡Soy el mejor! ¡De mayor quiero ser futbolista!

— ¡¿En serio?! —finjo emoción para incentivarlo más aún— ¿Por qué no me lo demuestras?

— ¡Claro, mira y aprende! —lo veo prepararse para chutar y cuando lo hace el balón no llega a mas de cuatro metros. Un niño que está cerca de donde ha quedado el balón, va por él y se lo pasa nuevamente a su dueño quien pretende volver a chutar pero lo detengo antes de que lo haga.

— ¡Espera! —dejo una mano en su delgado hombro— Haces algo mal, chutas con la punta del pie y usas poca fuerza —el niño parece ofendido ante mis palabras, como si el experto fuera reprendido por el novato.

— ¡Mi padre me enseñó así! —suena ofendido e intento sonreír para que el niño no haga un berrinche.

— Está bien, la técnica de tu padre es genial pero... ¿qué tal si pruebas la de mi padre?

— ¿Cuál es la técnica de tu padre? —mis oídos descansan felices por una contestación que no ha sido chirriante como el resto.

— Mira, te haré una prueba —agarro el balón y lo pongo frente a mí dando tres pasos hacia atrás para prepararme—. Observa cómo lo hago, no pierdas de vista mi pie —el niño asiente concentrado y sigue con detenimiento cada uno de mis movimientos, desde mis pies hasta el balón, que vuela a gran velocidad y cae por unos matorrales.

— ¡Oh! —exclama sorprendido— ¡Eres genial! —corre hasta donde ha caído la pelota y regresa corriendo con ella entre sus manos— ¡Voy a intentarlo! —para lo emocionado que está no consigue igualar el chute hasta varias veces después que, más eufórico de lo normal, regresa dando saltos y gritando que será el mejor jugador del mundo.

Niños...

— Ahora, tienes que mostrarle a mi padre lo bien que lo haces.

— ¡¿Cómo?!

— ¿Ves a ese hombre de allí? —señalo con mi índice a Jimin, que sigue comiendo el helado con parsimonia y con la atención completa en su móvil— Intenta que la pelota llegue hasta él.

— ¡Pero! —las manitas del niño pronto comienzan a agitarse y su cabeza lo hace poco después— ¡No puedo hacer eso!

— Mi padre es un gran portero, lo parará, no te preocupes.

— ¡¿De verdad?! —asiento con una sonrisa— ¡Vale! —no me cuesta nada convencerlo y me siento con la libertad de arrebatarle el balón de los pies para alinearlo con el chico de la mesa, es decir, Jimin.

— Recuerda cómo lo has hecho, y tienes que hacerlo con todas tus fuerzas, ¿sí? —el niño asiente posicionándose frente a la pelota y preparándose para chutar.

Le dejo espacio y me coloco a su espalda, para ocultar la sonrisa divertida que se me escapa porque aunque sé que esto no va a acabar bien, me va a dar la victoria.

A ver quién ríe ahora.

El balón adquiere vuelo en el momento que chuta y, a gran velocidad, pasa por encima de varias cabezas de niños que se asustan y se agachan, observando también el recorrido de esa pelota que empieza a perder fuerza y vuelo, bajando hasta llegar a su meta. Puede que un poco desviado porque no le da realmente a él pero perfecto porque impacta directamente contra el helado que sale disparado hasta la ropa de Jimin.

— ¡Chúpate esa! —grito acercándome al niño que ha chutado, pero el pobre ha perdido color en su rostro y mira a Jimin asustado— No te preocupes, lo has hecho bien.

— Tu papá creo que está furioso —su voz ha perdido toda fuerza posible y las piernas parece que empiezan a temblarle—. ¡Oh, no, viene para aquí! —y sale corriendo como alma que lleva el diablo.

— JungKook —uh, pues si que ha llegado rápido. Dejo de mirar al niño correr y me giro para encarar a Jimin que ahora tiene una gran mancha de helado en su camisa y varias por el pantalón.

— No he sido yo —digo en mi defensa, porque para algo usé al niño.

— ¿Estás seguro de eso?

— Claro, ¿no viste quién lanzó la pelota?

— Sí, y también vi quién estaba al lado.

— Le dije que no lo hiciera —me cruzo de brazos y él guarda silencio conteniéndose porque, una vez más, hemos llamado la atención de la gente que nos rodea y esta vez parece pensarse lo que decir.

— Disculpe —una tercera voz nos interrumpe y ambos miramos a la mujer que parece realmente furiosa y quien hace de escudo para ese niño que minutos antes a echado a correr—, mi pequeño dice que tu hijo le obligó a darle un pelotazo.

— Oh —se hace el sorprendido y me mira de reojo como si ya supiera pero debe fingir ante la mujer—, no se preocupe, me encargaré de él.

— Siento lo de su ropa. Mi hijo jamás se le habría ocurrido hacer algo así por sí mismo —miro al niño llorar tras las piernas de su madre y mirarme con furia.

— Con esa actitud nunca serás un futbolista —digo mirando al crío que no tarda en comenzar a llorar más fuerte y la mujer suelta un gemido ofendido.

— JungKook, cierra la boca, ¿quieres? —volteo la mirada ante las palabras de Jimin y me mantengo en silencio mientras le pide perdón a la mujer.

El camino de regreso es menos silencioso de lo que espero pues Jimin no ha dejado de recalcar lo decepcionado que está por mi comportamiento, como si le estuviera hablando a un puto niño. Dándome clases de educación y moralidad, como hacía mi madre cuando era pequeño. Una locura, y no puedo reprochar nada porque aunque me joda, tiene la razón. Si fuera un niño hasta yo me habría dado un sermón, pero no lo soy. ¡No soy un jodido niño! ¡¿Por qué le cuesta tanto comprenderlo?! ¡¿Por qué no lo ha tomado como una broma entre adultos?! Él empezó la batalla y yo la seguí, pero lo hice con una intención completamente diferente a la que él ve. Quería divertirme, darle un punto de humor a la situación en la que nos vemos, congeniar a la hora de aceptar que se trata de una broma y que, aunque tengamos que fingir delante de otras personas, poder reír en la intimidad porque nada fue con mala intención.

— ¿No vas a decir nada? —su tono vuelve a molestarme pero no digo nada y paso hacia el interior del apartamento— ¿No piensas disculparte?

— ¿Por qué debería de hacerlo? Creí que era una broma.

— ¡¿Una broma?! ¿Has visto cómo se puso esa mujer? E hiciste llorar al pobre crío —frunzo el ceño con los brazos cruzados—. Quise sacarte a dar una vuelta y te portaste mal —mis dientes chirrían y, sin esperar por más palabras suyas, camino hasta el mueble del salón donde está mi móvil y regreso con él, buscando rápidamente una foto mía y mostrándosela con rabia.

— ¡Este soy yo! ¡Si quieres regañarme, entonces hazlo, pero graba en tu mente cómo de verdad soy! —sus ojos se clavan en la foto, cambiando completamente la mueca en su rostro.

Un poco más de una semana y hemos tenido nuestra primera riña. Jamás pensé que pasaría, que la personalidad dulce de Jimin lo impediría pero realmente me cansa la forma que tiene de verme, que esté tan encima mío cuando me quedo a solas en su apartamento; con la comida, con la higiene, e incluso con la forma de comportarme. No sé si soy yo que comienzo a perder la cabeza por todo esto y veo cosas que no son, o quizá la presencia de ChanYeol no deja de atormentarme. Realmente no lo sé, no sé si estoy equivocado o en lo cierto, pero necesito que no se me trate ni se me vea como un niño. Me es difícil soportar la imagen cuando me veo al espejo, es tan complicado que llevo tres días sin hacerlo.

Por favor, trátame por quien realmente soy.

Pido en silencio. Lo hago porque Jimin ya no esta aquí y ha decidido ignorarme.




--------------------------------

Primera discusión de convivencia(??) jajajaja.

Bueno, contadme, ¿con quién estáis de acuerdo de los dos? ¿Con Jimin que a pesar de saber que es mayorcito no deja de ver al niño o con JungKook, quién pide ser tratado como un adulto?

Por cierto, este capítulo estaba medio acabado desde hace días pero mis amigos del WoW están muy pesados con que vuelva a jugar y... soy débil, lo admite. Me dicen: ¡oye, que hemos vuelto todos a jugar, ¿te vienes de raid?! Y yo pues... les digo que no, que no quiero volver a las drogas pero luego me sueltan que necesitan healer y pues ya con eso me tienen :''''''''(  (historias tristes jamás contadas)

¿Algunx de por aquí juega WoW? 7u7

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro