06
Jamás he estado en una situación como ésta. Admito que en mi niñez he cometido varias travesuras en las cuales he llegado a tener mis castigos y que he cumplido como todo un niño arrepentido. Sin embargo, es la primera vez que no escucho la tormenta que mi madre siempre ha emanado cuando de sermones se trata. Tiene una imaginación rápida y creativa para imponer castigos y soltar palabra por palabra mientras te hace sentir pequeño con cada una de ellas.
Pero ahora...
Si dijera que no tengo miedo, mentiría, porque lo tengo. Desde anoche todo se ha convertido en una pesadilla viviente y el conseguir llegar a casa no ha dejado de serlo. No me siento a salvo aún estando en mi propia casa y bajo la protección de mi familia, no cuando mi madre no deja de observarme mientras camina de lado a lado mostrando su impacto en cada gesto; como sus manos, por ejemplo, las agita sin cesar o intenta abrir su boca pero la cierra nuevamente cuando se ve imposible de hacerlo. Lo único que no cambia, y que no ha dejado de destacar desde que mi hermana gritó al verme y me dejó entrar, es su ceño fruncido; las arrugas marcándose cada vez más y sus cejas prácticamente unidas.
Da miedo.
Mi hermana está igual de impactada o puede que más, con la incredulidad reflejada en sus pupilas que tampoco han dejado de observarme ni un sólo segundo. Incluso TaeHyung, que estaba allí cuando entré, no ha soltado palabras. Y bueno, ¿cómo podría? Esto es una auténtica locura que no tiene ni pies ni cabeza, un sin sentido infinito que no deja impactar a pesar de estar analizando lo mismo por horas. Algo sin lógica, una imagen que no deja de golpear el cráneo de todos porque quiere permiso para entrar en tu mente y así obtener algo más que una reacción sorpresa. Mi imagen quiere palabras, algo de tacto que me haga reconfortarme y no luchar por contener las enormes ganas que tengo de abrazar a mi madre mientras lloro y le suplico que me ayude.
¿Qué debo decir?
¿Qué debo hacer?
No estoy seguro porque no puedo actuar como el niño que me veo sino como el adulto que hay dentro de este cuerpo. Debo asumir mi culpa y explicar por qué ha ocurrido todo esto y con qué intención, pero ¿cómo hacerlo? Es más complicado de lo que es y tampoco encuentro las palabras para comenzar y que no se me echen encima con reproches.
Finalmente, junto mis pequeñas manos enredando mis dedos unos con otros por los nervios, con la cabeza ligeramente baja muerdo mi labio inferior y paso la lengua allí al sentirlo seco. Entonces decido alzar mi cabeza y mirar a mi madre que no ha dejado de seguirme con la mirada ni un momento, frunzo mis labios antes de abrir la boca y dejar que apenas un ligero suspiro salga de mi boca porque ella me interrumpe antes de que tenga oportunidad.
— No hagas eso —dice y noto sus ojos aguarse. Quizá mi imagen es demasiado para una madre que ha vivido el crecimiento de su hijo, quien a visto cada detalle y gesto a lo largo de los años—. ¿Qué... has hecho? —pregunta, suavizando su ceño y mirándome con cierto dolor en su voz.
— Lo siento —musito lo único que sale por mi garganta.
— ¿Qué mierda has hecho? —pregunta esta vez con menos paciencia— ¡¿A qué coño juegas, Jeon JungKook?!
Ugh, ha explotado.
— Yo... —miro por un momento a mi amigo buscando algo de ayuda, pero él se ha quedado completamente congelado en el sitio y apenas ha pestañeado desde que he entrado. No voy a recibir su ayuda, al parecer.
— Habla ahora mismo o... —me señala por un momento, guardando silencio porque desea estallar pero la imagen de su hijo con ocho años se lo impide, así que se dirige a TaeHyung— Tae, ¿qué ha pasado? Tú sabes algo, ¿cierto?
TaeHyung se convirtió en ese momento en una bomba con los segundos contados, casi al límite. Mi madre, quien poseía el detonante agarró su brazo para espabilar al chico y entonces TaeTae reaccionó. Aunque no de la mejor forma. Su cuerpo se contrajo por un momento e inclinó la mitad para vomitar sobre la alfombra que adornaba el centro del salón. Tosió mientras mi hermana corría asqueada para apartarse de la escena y mi madre, muy por el contrario, ayudó al chico a que sacara todo. Pasó tan rápido que no tuve el tiempo para reaccionar y para cuando lo hago, mi amigo ya está sentado en el sofá con un paño húmedo sobre su frente y con el rostro pálido, mi hermana ha vuelto y se atreve a ayudar a mi madre a recoger el vomito que aún sigue a unos pies de mí. Mi cuerpo se ha quedado tan entumecido que ni siquiera me ha molestado ver lo que ha salido por la boca de mi mejor amigo.
Una vez recogido, SoYeon decide sentarse junto a TaeHyung y mi madre vuelve a quedar frente a mí, ahora más furiosa que minutos antes.
— ¿Voy a tener que sacarte las palabras a la fuerza? —suspiro nervioso pero niego, asegurando que voy a hablar, así que ella se cruza de brazos y espera por mis palabras.
— Hay... un chico que me gusta en la Universidad —comienzo, mis palabras sonando sin sentido al decirlo con la voz de un crío— pero él ni siquiera me nota, así que decidí hacer uno de esos... rituales de amor —mi voz se va debilitando.
— Decidimos —me corrige mi mejor amigo desde el sofá y lo miro sorprendido, él no me está viendo porque tiene la cabeza apoyada en el respaldo del sofá con el paño húmedo en su cabeza, pero el hecho de que haya decidido incluirse en el problema cuando mi intención fue excluirlo, me hace sentir más confiado.
— No pensé que ocurriría esto, mamá —mi madre se ve debilitada al oír como la llamo, quizá porque no deja de afectarle mi aspecto—. Yo ni siquiera creía que conseguiría algo, fue... diversión. Aunque admito que muy en el fondo deseaba que algo funcionara, pero no dejaba de ser algo divertido.
— ¿Divertido? —suspira riendo por un momento, incrédula— Parece mentira que hayas crecido en esta casa, bajo mi cuidado.
— Sé que he sido irresponsable pero jur-
— ¡Muy irresponsable! —me interrumpe, señalando palabras que para ella no he intensificado lo suficiente— Mi hijo, Jeon JungKook, a quien le he enseñado un lado de la vida que pocas madres podrían hacer, ha decido que realizar un ritual de amor era divertido. ¿Es así? —me encojo no muy cómodo con esas palabras— ¿De dónde sacaste el libro?
— De una librería especializada.
— ¿Dónde está el libro? —en esta ocasión miro a TaeHyung, ya que el ritual lo hicimos en su casa. Él responde rápidamente señalando una mochila junto a la puerta, entonces mi madre no pierde tiempo para ir hasta allí y sacar el viejo libro del interior. Su rostro se descompone cuando lo alza entre sus manos y pasa página por página agudizando sus facciones con lo que lee— Es un grimorio —dice mientras camina devuelta a mí—. ¿Lo sabías? —asiento dejando mi cabeza gacha.
— ¿Qué es un grimorio? —pregunta TaeTae, que se ha incorporado curioso y aterrado al mismo tiempo.
— Es un tipo de libro que contiene instrucciones sobre cómo realizar encantamientos, hechizos; instrucciones sobre la mezcla de medicamentos así como la enseñanza para invocar entidades sobrenaturales. En algunos incluyen información de demonios y ángeles. Éste parece haberse escrito sobre el siglo XVIII —revisa la tapa por si hay alguna fecha escrita o algo pero parece no encontrar nada, aún así está tan acostumbrada a ver ese tipo de libros que por su estado y diseño puede aproximar una fecha de su creación—. ¿Entiendes lo que eso significa, TaeHyung? —mi amigo la mira y luego me mira a mí— Tu amigo te ha ocultado la naturaleza de este libro. Tu amigo te lo ha ocultado incluso sabiendo lo que había en su interior —recalca, guardando silencio a la espera de que alguno de los dos digamos algo, pero mi amigo sólo se queda observándome con la mandíbula tensada hasta que decide desviar sus ojos.
— Jamás pensé que pasaría esto —me autoseñalo.
— Quizá si fueras él te creería —señala a TaeHyung por un momento—, pero tú no eres él. Mi hijo ha estado conviviendo y aprendiendo sobre este mundo desde que tiene uso de razón, él cree en lo que hago y en lo que le he enseñado siempre, en cambio, el hijo de la señora Kim —vuelve a señalarlo— jamás se ha visto envuelto en estas experiencias, al menos, no directamente. Porque a pesar de que siempre habéis sido amigos, jamás he dejado que este tipo de cosas afectaran a tu amigo, incluso te he enseñado a no arrastrar a nadie más a tus experiencias, ¿cierto? —asiento levemente— Entonces, JungKook, ¿por qué lo hiciste?
— Él... realmente me gusta. Lo siento —me abrazo cuando siento la culpa golpear más fuerte contra mí.
— ¿Tan importante era ese chico para llegar a este extremo? ¿Te has olvidado de lo sensible que eres? ¡Ni siquiera tu hermana posee la sensibilidad que tú tienes!
— ¡Realmente no pensé que llegara a esto! ¡Lo juro! —exclamo harto de que todo parezca que lo he provocado intencionalmente.
— ¿Leíste más cosas aparte del ritual que hicisteis? —asiento— ¿Fue agradable lo que leíste? —niego esta vez— No, claro que no, entonces ¿por qué pensaste que ese ritual iba a ser más inocente y menos dañino?
— Porque no era tan aterrador como el resto del libro —la oigo chistar.
— ¿Quién hay detrás del lazo rojo? —pregunta de repente mientras mira mi mano, en la cual no hay nada y eso me asusta tanto que la alzo para verla más de cerca, sólo viendo mi herida ahí, oculta. Cuando viajo mis ojos a ella, la veo suspirar mientras deja el libro en el suelo y extiende sus brazos con la única invitación de que mi cuerpo sea apresado entre estos, y cuando lo hago, me aferro tanto a ella que no tardo en romper en llanto. Suplicando un perdón que no llega pero que lo sustituye con el suave toque de sus manos entre mis cabellos.
— N-no ha... no ha salido bi-bien, mamá...
— No me digas —dice con sarcasmo y hasta diría que se ha formado una nerviosa sonrisa en sus labios.
— Lo siento —repito por enésima vez.
— JungKook... —bufa no teniendo claro si abrazarme por lo asustado que me veo o, por lo contrario, darme un azote en el culo por haber sido un niño malo— Está bien —dice tras varios minutos de silencio en los cuales seguramente ha estado teniendo un debate mental consigo misma—, mírame —me pide y despego mi pequeño cuerpo de ella para verla a los ojos. Ella limpia mis mejillas con sus manos y se arrodilla para estar a mi altura—. Enséñame el ritual.
Tardo un rato en buscar por el grueso libro el conjuro que llevamos a cabo, tardo incluso más porque mis lágrimas siguen cayendo de vez en cuando y me detengo para limpiarlas. Cuando señalo la página, ella lo agarra entre sus manos y comienza a leer en su mente, con la intención de que ni SoYeon ni TaeHyung escuchen nada. Más que nada para no asustarlos más. Al acabar lo vuelve a dejar en el suelo y centra toda su atención en mí, quizá en buscar palabras que no detonen aún más el miedo que cargo en los hombros, pero soy consciente de que ese gesto suyo me horroriza aún más.
— Es un hechizo de amarre —asiento porque lo sé desde el principio—. Sin embargo, jamás he oído sobre este hechizo, pero he entendido algo. Como su nombre indica; El abrecaminos, me ha dejado claro que has sido tú el único afectado, ¿cierto? —asiento sin mirarla— ¿Qué pasó después de que recitaras las palabras?
— Me fui a dormir y entonces tuve una pesadilla muy extraña. Parecía tan real que incluso sentía el frío en mis pies —me detengo para mirar mi mano vendada—. Cuando abrí los ojos aparecí en la calle, empapándome bajo la lluvia y... habría sido peor si no hubiera aparecido un chico a ayudarme.
— ¿Apareció un chico, dices? ¿Te refieres al que te gusta?
— No, jamás lo había visto.
— Eso... no tiene sentido —niega sin comprender nada—. Te abriste camino hacia la persona que elegiste, por lógica, el chico que te encontró debió ser quien escogiste.
— Pero no fue él. Hubo un error.
— ¿A qué te refieres?
— Vi al chico que me gusta justo esta mañana, en su casa. Nos equivocamos de nombre —esta vez miro a mi amigo, que se torna rígido ante mis palabras.
— Pero yo oí su nombre. Incluso YuGyeom nos ayudó.
— Sólo lo oíste, no escuchaste cómo él respondía a ese nombre, ¿cierto? —guarda silencio y baja su cabeza—. Está bien, TaeTae, no es tu culpa —le sonrío con delicadeza, lo suficiente para transmitirle que no estoy enfadado ni nada por el estilo, que no guardo rencor al hecho de que no se asegurara porque en sí, no era cosa suya hacerlo. Debí ser yo quien hiciera todo y no presionarle para que me ayudara en un tiempo récord. La culpa no es más que mía.
— ¿Qué pasó con todo lo que usasteis para el ritual? —pregunta mamá.
— Lo dejé en casa de ese chico, sólo tengo —busco en mis bolsillos y saco el trozo de papel hecho bola— esto. Es el nombre de quién creía que era —ella deshace la bola hasta poder leer el nombre y me regresa el trozo de papel.
— Está bien —resopla cansada, volviendo a quedar de pie y ayudándome a imitarla. Vuelve a cargar el libro y lo deja sobre la mesa—. No tengo buenas noticias —se gira para encararme—. Aún no comprendo por qué tu cuerpo ha cambiado pero hay algo que es inevitable, que no podemos hacer frente, y es el hecho de que estas unido a él —se detiene para atrapar algo de aire, parece que el oxígeno no pasa por sus pulmones y estoy seguro de que es debido a la ansiedad—. Quizá aún haya un modo de revertir todo o acabarlo, porque lo más seguro es que el conjuro no haya podido acabar por algún motivo. Si es así, tenemos que buscar cuanto antes la solución o...
— O qué —la miro asustado, pues su rostro no deja de transmitirme eso.
— O puede que te quedes así —niego incrédulo—. JungKookie, no estoy siendo exagerada. Esto es serio y, aunque me gustaría no asustarte, lo cierto es que no sé cómo decirte esto sin que suene tan horrible —camina acortando nuestra distancia y se arrodilla agarrando mis temblorosas manos—. Te has metido en un buen lío. Vas a tener que sacrificar muchas cosas a partir de hoy y dedicarte plenamente a arreglar todo esto. Lo comprendes, ¿verdad?
— ¿Voy a quedarme así?
— No lo sé, cariño.
— ¡No puede ser! —SoYeon se levanta casi dando un salto y camina algunos pasos para quedar más cerca de nosotros— Oppa no puede quedarse así, ¡es una locura! Tiene que haber alguna forma de solucionarlo —agita sus manos con cada palabra—. Mamá, eres la única que puede ayudarlo, tienes experiencia en este tipo de cosas.
— Jamás había visto algo así —dice con cierto temblor en la voz—. Conozco muchos hechizos de amarre pero éste... se escapa de mi entendimiento. Nunca había visto que una persona pudiera cambiar su forma física por un tipo de conjuro que está entre las categorías más leves.
— Pero tiene que haber una solución —esta vez es TaeTae quien habla, posicionándose junto a mi hermana—. Por favor, haga algo, señora Jeon.
— Voy a hacer todo lo que esté en mis manos —le asegura— pero no será fácil. Por el momento, comenzaremos por el principio. ¿Recuerdas dónde queda la librería? —asiento— Bien, me llevaré el libro y hablaré con el dueño del local, quizá él sepa algo.
— Él nos advirtió... —susurra TaeTae al mismo tiempo que suspira, seguramente arrepentido de haberme ayudado.
— TaeHyung, ¿recuerdas el lugar, podrías acompañarme? —el otro asiente convencido pero yo no puedo evitar sentirme desplazado. ¿Por qué no me dice a mí de ir? ¿Acaso no quiere arriesgarse a que los vecinos me vean?
— ¿Puedo ir? —aún así me atrevo a preguntar porque los vecinos son lo que menos me importa ahora mismo.
— No, JungKookie, me temo que no puedes —humedece sus labios algo intranquila y vuelve a darme toda su atención—. ¿Recuerdas dónde vive ese chico que te encontró?
— Me dio su dirección.
— ¿Te dio su dirección?
— Creo que piensa que algo malo pasa a mi alrededor y por eso me dio su dirección, por si necesitaba ayuda. No pareció llevarse una buena imagen de cuando me vio —mi madre asiente comprendiendo.
— Bien, entonces te llevaré con él.
— ¡¿Qué?! —no sólo yo reacciono de esta forma, incluso mi hermana y mi amigo lo hacen.
— Estas bajo los dominios de un hechizo de amarre, JungKookie, sabes lo que significa —asiente esperando que yo la imite para asegurarse de que comprendo lo que eso significa pero es difícil comprender cuando en tu mente ya imaginas lo que se aproxima—. No puedes permanecer fuera de su círculo. Si lo haces, volverás a caminar inconscientemente tras él; sufrirás las indicaciones que ignoras —agarra mi mano para girarla hasta dejar la palma boca arriba y mostrarme que la venda que cubría mi herida, ahora se está manchando de sangre—. Las heridas seguirán sangrando.
— ¡Pero no puedo hacer eso! —pierdo el control cuando veo mi mano y me pregunto en qué momento comencé a sangrar, ni siquiera me había dado cuenta. Las palabras de mi madre me habían nublado tanto los sentidos que ni siquiera sentí el dolor, e incluso ahora, me aterra mucho más lo que me pide y no que mi herida se haya vuelto abrir de la nada— No puedo acercarme a ese chico.
— Me temo que no tienes más opción.
— Él no tiene la culpa de esto, no puedo joderle la vida.
— Debiste pensar en las consecuencias —sus duras palabras se calan en mis huesos y por un momento quiero gritar y dejar claro que no sabía que iba a suceder esto; ni siquiera que iba a involucrar a una persona desconocida. Pero, incluso si hubiese sido el chico que me gusta, ¿habría cambiado algo? Él seguiría siendo una víctima de mi capricho.
— ¿Cómo voy a explicarle esto?
— No lo sé, cariño, pero tendrás que hacerlo.
— Voy a estar lejos de mi casa —me quiebro al imaginarlo. Imaginar no dormir en mi cama, no desayunar con SoYeon por las mañanas, no ir con TaeTae a la Universidad, e incluso no tener a mi madre a mi lado. Duele pensar en lo duro que suena e imaginarlo me termina por destruir—. M-mamá, por favor —rodeo su cuello con mis brazos y apoyo mi cabeza en su hombro, llorando desconsoladamente. Es en ese momento que escucho a mi madre venirse abajo y soltar un bajo sollozo que esconde al aferrarse a mi cuerpo. Su cuerpo tiembla tanto como el mío y mis súplicas y disculpas no dejan de inundar sus oídos. Porque estoy arrepentido, porque daría cualquier cosa por volver a atrás y gritarle a mi yo del pasado que se detenga, que jamás se le ocurra coger aquel libro y realizar el ritual.
Pero no puedo.
— Mamá va a hacer todo l-lo posible, cariño —decide alejar mi cuerpo del suyo y sostener mis mejillas empapadas entre sus manos. Al ver sus ojos puedo asegurar que tiene tanto miedo como yo, que fue duro para ella tener que reaccionar con rudeza y frialdad, porque estaba furiosa de a ver visto lo que su hijo había cometido pero al mismo tiempo aterrada al no comprender nada. Mi imagen es lo que más le perjudica y estoy seguro que es el motivo por el cual se ve tan débil ante mis ojos; tal y como yo me veo para ella.
— Oppa... —oigo a mi hermana acercarse y agacharse también para abrazarme y poco después lo sigue TaeHyung, que llora aferrado a mí.
Decir que todo ha sido un sueño me habría hecho tan feliz que ni sacando matrícula de honor en todas las asignaturas lo conseguiría. Y ahora me cuestiono si la felicidad me hubiera golpeado al obtener el final que yo esperaba, el que había imaginado en un primer momento. Donde él aparecería frente a mí con una bonita sonrisa adornando su rostro mientras sus labios se mueven para decirme cuánto me quiere. Realmente me lo cuestiono porque si de no habernos equivocado de persona esto habría sido igual o de otra forma, con un final donde no tengo ocho años y sigo con mi aspecto original. ¿Habría sucedido así?
No obtengo respuesta y no me atormento por ello. Ya tengo demasiadas guardadas en la lista que esperan ser respondidas en algún momento y tener una más no me hace más daño, pero no niego que pica mi curiosidad por saberlo. Sin embargo, hay cosas más importantes ahora y las cuales debo poner el cien por cien de mí para arreglar mi atroz decisión, mentalizándome porque en unos minutos voy a volver a cruzarme con ese chico y aún no sé cómo voy a decirle todo esto.
— Si ves algo raro o te sientes amenazado... no dudes en llamar, ¿entendido? —dice sin apartar la vista de la carretera. Yo asiento y ella guarda silencio porque sé que me ha visto por el rabillo del ojo y por eso continúa en silencio hasta la dirección que le he dado.
— ¿Voy a tener que pegarme a él como una sanguijuela?
— No, exactamente —su voz no suena muy convencida—. Espero que no.
Reconozco el edificio cuando estaciona cerca del portal y dudo por un momento si bajarme o no, si suplicar un poco más para que me deje estar en casa pero no lo hago al mirar mi palma con la venda empapada en sangre a pesar de habérmela cambiado antes de salir. Agarro la mochila que mi madre me pasa y la coloco en mi espalda asegurándome mentalmente que no me he dejado nada importante atrás y que mi móvil está en el bolsillo de mi pantalón, luego cojo mis guantes negros y me los pongo para ocultar la extraña herida en mi mano. Mi madre me observa por un rato con una leve sonrisa en el rostro y me miro a mí mismo, vistiendo con algunas prendas muy viejas de cuando tenía ocho años y que ella ha buscado por los armarios. Agradezco que haya guardado algo aunque apeste a polvo.
— ¿Estás listo?
— ¿Me acompañarás?
— Kookie...
— Ya, lo sé, tu presencia podría complicar las cosas e incluso haría que se negara más rápido pero... tengo miedo, no sé qué decir.
— Inventa cualquier cosa o... sé sincero y dile todo lo que realmente pasa. Tan sólo necesitamos un poco de tiempo para que encuentre una solución. No vas a quedarte aquí para el resto de tu vida, ni siquiera creo que vayas a estar más de un par de días. Así que aguanta como puedas, ¿vale? —se inclina para besar mi cabeza y me mira con bastante intensidad antes de hacerse a un lado para que yo vaya hasta el portal.
— Lo siento, mamá —le digo antes de continuar y ella asiente contendiendo sus lágrimas, haciendo un gesto para que vaya.
No escucho el motor y eso me da más seguridad, sé que ella va a permanecer ahí hasta que entre y vea que no ha habido ningún problema, por eso, llego al portal y saludo con educación al señor que está limpiando el rellano y no espero para subir hasta la segunda planta y colocarme frente a la puerta. Dudo largos minutos con mi índice rozando el timbre antes de presionarlo y, cuando lo hago, espero impasible frente a la puerta suplicando para que sea Jimin quien abra y no el chico que me gusta. Lo cual es gracioso porque siempre me he emocionado de encontrarlo por los pasillos de la Universidad y ahora quiero lo contrario. Su actitud hacia mí aún sigue pellizcando mi piel de forma molesta. No obstante, ni uno ni el otro abren y comienzo a desesperarme al ver la mirilla en lo alto, pensando que quizá él me haya reconocido y decidiera no abrirme para no cargar conmigo otra vez. Ese pensamiento me angustia y me pide que retroceda y vuelva a casa con mi madre, sin embargo, hago todo lo contrario.
Me siento en el suelo junto a la puerta y saco el móvil para mandar un mensaje a mi madre diciéndole que todo está bien y que puede volver a casa. No tengo más opción que permanecer aquí, cerca de ese chico que ahora o no quiere abrirme la puerta, o no está en casa. Y muy en el fondo deseo que sea la segunda opción porque no sé cómo voy a enfrentar esto si tengo que quedarme aquí. Hace frío y mi sistema no funciona igual que antes, lo noto porque conozco la diferencia de un día para otro, mi cuerpo es completamente nuevo y mucho más joven; mi aguante no es el mismo y la debilidad realmente me preocupa.
— Oh —escucho a alguien que acaba de subir las escaleras y me fijo que va con varias bolsas en sus manos—, hola —su gesto muestra el mismo entusiasmo que lo hace su voz, melodiosa y alegre. No dice nada hasta que llega a la puerta frente a la que me encuentro y deja todo en el suelo, buscando las llaves mientras vuelve a dirigir sus ojos hacia mí—. ¿Esperas a alguien, chico? —asiento y el frunce el ceño al no comprender mi respuesta, entonces mira la puerta junto a mí y de nuevo me mira con la misma intriga— ¿Alguien de allí? —señala con su dedo la puerta y su rostro se descompone aún más porque asiento— No jodas —suelta poniéndose pálido y sus llaves caen al suelo cuando las saca del bolsillo. Cuando abre su puerta mete las bolsas dentro y se queda bajo el marco mirándome—. ¿Quieres pasar? Tanto Jimin como ChanYeol no llegan hasta la hora de almorzar.
— ¿C-ChanYeol? —pronuncio y mi mente juega rápidamente conmigo, uniendo ese nuevo nombre a la persona correcta. Adquiriendo la imagen del chico que me gusta y que como un imbécil lo he llamado por otro nombre. ¿Sirve ahora de algo esta información?
— Oh, señor —él se exalta más y sigo sin comprender por qué—. Será mejor que lo esperes aquí dentro —alzo una ceja incrédulo, no muy convencido con su invitación así que permanezco sentado en mi lugar—. No voy a comerte, chico —sin obtener lo que quiere, decide acercarse a mí y acuclillarse—. Vamos, entra conmigo. Haré algo muy rico para almorzar y cuando ellos lleguen te avisaré, ¿qué me dices? —acabo cediendo porque la idea de permanecer ahí por varias horas me agobia y este chico no parece tener malas intenciones. Al menos, es la sensación que me da.
— ¿Los conoce? —le pregunto una vez dentro del apartamento y lo veo asentir mientras lleva las bolsas a la cocina que me fijo es igual a la de Jimin.
— Jimin es mi amigo —responde y guarda todo, cuando acaba, saca un vaso y lo llena de leche—. ¿Te gusta la leche? —asiento y trae el vaso consigo, dejándolo sobre la mesa donde me invita a sentarme. Él hace lo mismo pero teniendo un vaso de agua en su mano— ¿Qué relación tienes con ellos? No recuerdo que en su familia haya alguien tan pequeño —noto que quiere indagar pero no le doy el gusto y simplemente me encojo de hombros—. ¿Cómo te llamas?
— Jeon JungKook —sonríe más complacido y descansa su barbilla en su palma.
— Eres un niño muy lindo, mi nombre es Kim SeokJin, pero dime hyung —se emociona él sólo por el simple hecho de que lo llame así y por eso espera aún con la sonrisa en su rostro.
— Hyung —pronuncio bajito y me asusto cuando él suelta un grito de emoción.
Menudo tío más raro...
— ¿Cuántos añitos tienes, peque?
— Ocho —agranda su sonrisa y arrastra la silla para quedar más cerca mío.
— ¿Has venido solo? —afirmo y su sonrisa pierde algo de fuerza— ¿No es muy peligroso que vayas solito por la calle?
— Sé cuidarme —le digo no muy seguro de qué contestar sin dejar de verme inocente a sus ojos.
— Aww, eres tan lindo. Ojalá YoonGi-ah llegue pronto, de seguro le caerás bien.
— ¿Es su hermana o hermano?
— Oh, no, es mi... pareja —suena algo inseguro. Supongo que no está seguro de que un niño como yo pueda comprender eso aunque realmente no sé si se está refiriendo a un chico o a una chica, de todos modos no agrega más.
— ¿Podría usar su baño? —le pido cuando siento vibrar mi móvil en el bolsillo de mi pantalón.
— ¡Claro, ven! —me conduce hasta una puerta y se queda ahí cuando entro. Hago una leve reverencia como permiso para cerrar la puerta.
Ese chico es algo perturbador.
Ignoro ese detalle y me siento en la tapa del váter para mirar quién me ha mandado un mensaje, sonriendo con tranquilidad al ver que es mi mejor amigo.
TaeTae.
Ey, KooKoo, ¿cómo va el asunto?
¿Has conseguido hablar con el chico ese?
Aún no...
No está en casa.
¡¿Estás en la calle?!
No, estoy en casa de su vecino. Al parecer se conocen.
Ten cuidado con eso... podrían aprovechar de ti por ser un niño.
Tranquilo, es un poco raro pero no se ve mala persona. Está siendo muy dulce conmigo.
Claro, quién no lo sería con esa carita tan mona que tienes.
Tonto.
¿Estás mejor?
Bueno, no estoy seguro, aún me resulta demasiado irreal.
Comprendo.
Yo aún sigo en shock.
Es..., joder, es complicado de explicar. Ni siquiera tengo palabras para decir cómo me siento.
Y tú... seguro que te sientes aún peor, pero tranquilo, vamos a solucionar esto.
Gracias, TaeTae.
Y perdona haberte ocultado el origen del libro. No debí hacerlo.
Está bien, no te preocupes.
Te quiero, KooKoo.
No olvides llamarme si me necesitas.
<3
Lo haré <3
También te quiero, TaeTae.
Decido salir cuando cierro la conversación y guardo el aparato nuevamente en mi bolsillo, al salir, veo al chico comenzar a cocinar y decido quedarme a su lado para observarlo ya que si permanezco sentado mirando la nada, no dejaré de pensar en todo. No quiero que me vea en un estado que alertaría a cualquier adulto al ver un crío llorando o con el rostro sombrío. Así que le ayudo cuando, muy amablemente, me pide que reúna todos los ingredientes que me va pidiendo y señalándome dónde están. ¡Incluso es tan considerado que busca un taburete para que pueda llegar bien para ver cómo cocina! Por un momento, el tiempo que dura en hacer el almuerzo, me olvido de las preocupaciones y simplemente pienso en lo que hago y veo, porque a pesar de que ese chico es un completo desconocido, no deja de transmitirme dulzura.
No pasan más de dos horas cuando alguien entra por la puerta y me giro para ver a un chico con el cabello platino que deja sus pertenencias en la entrada y se dirige al otro chico que está en la cocina lavando los platos. Se saludan con una sonrisa para después darse un corto beso que acaba alargándose mientras se cuentan cómo les ha ido el día. Yo, por el contrario, me quedo en silencio en el sofá mientras acabo mi plato y no es hasta que sale de la cocina que me ve y se exalta.
— ¡Puta madre! —suelta con atropello y SeokJin corre cuando recuerda que aún hay un crío en su casa.
— ¡No sueltes esas palabras!
— ¡¿Qué coñ-... qué hace ese niño en nuestra casa?!
— Está esperando por ChanYeol —le dice y yo alzo una ceja al escuchar esa respuesta pues en ningún momento dije que esperaba por ese chico, de hecho, es todo lo contrario porque a quien busco es a Jimin, pero supongo que él pensó distinto cuando me escuchó soltar el nombre de ChanYeol.
— ¿Por ChanYeol? —enarca una ceja y veo como SeokJin le susurra algo al oído y el más bajo se torna más pálido de lo que ya está.
— ¡No jodas! ¿Eso crees? Pero... —ambos me miran fijamente y no puedo evitar desviar mis ojos de ellos, nervioso.
— Luego le preguntaré a Jimin —susurra y acaba sentándose a mi lado mientras me pasa un yogurt de fresa y una cuchara.
Dije que SeokJin me parece amable y dulce pero no puedo opinar igual del otro chico porque no deja de hacerme sentir incómodo y observado. Se ha sentado en uno de los sillones a los lados y finge ver la televisión, porque no lo hace, no deja de mirarme de reojo y seguramente queriendo abrir su boca para preguntarme algunas cosas, sin embargo, no lo hace porque SeokJin está jugando conmigo a las cartas y prefiere no interrumpir.
Cuando le he ganado un par de veces y se cuestiona por qué un crío de ocho años es más experto que él, decide dejar el juego y conservar el poco orgullo que le queda. Cuando va a la cocina para quién sabe qué, escucha un ruido en el rellano y se dirige a la puerta para mirar por la mirilla. Entonces se voltea para sonreírme.
Al parecer ya han llegado.
Mis manos tiemblan y las hago puños para controlarlo cuando lo veo abrir la puerta y saludar a quien por suerte es Jimin y no el otro sujeto. Lo escucho explicarle la situación y en un abrir y cerrar de ojos lo veo entrar agitado y sorprendido, mirándome sin poder creerse que ese niño que encontró en mitad de un parque bajo la noche y la lluvia esté otra vez en medio de su camino.
Y comprendo cómo se siente, incluso lo que me dicen sus ojos, pero no puedo hacer nada. Tan sólo pedir perdón en silencio.
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Aleh, el amorcito platónico de nuestra galletita era ChanYeol 7u7
Creo que quería explicar algo aquí, al final, pero ahora mismo no recuerdo, aish... siempre me pasa igual xD, me digo mentalmente: Verónica, acuérdate de comentar x cosa, pero luego se me va T_T... Como excusa diré que me duele la cabeza(?) jajajaja, en fin, si me acuerdo ya lo pondré en el siguiente capítulo como notita, jiji.
(ChanYeol tiene 26 años para 27)
(Jin igual que ChanYeol, 26 para 27)
(Y YoonGi 26)
Me puede YoonGi con el cabello gris, uff <3333
¡¡¡¡Yyyyyy, sí, chiquis, SuJin!!!!! 7u7u7u7u7
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