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02


Ojos de sapo, cola de lagarto, escama de dragón, orejas de elfo, cabello de sirena, colmillo de huargo, polvo de hadas... Nada de esto es lo que espero encontrar en el interior del viejo libro como ingredientes útiles para llevar a cabo un ritual. Eso sólo existen en los libros de fantasía y, aunque adoro ese tipo de género y me habría hecho muy feliz poder leer algo así, lo cierto es que el asunto se aleja bastante a esa ideología. Cuando el bibliotecario mencionó el estado del libro no imaginé que pudiera ser tan cierto pues, sus finas hojas crujen amenazando con quebrarse con facilidad. Pasar una página levanta un fino polvo que nos provoca a TaeHyung y a mí estornudar y alejarnos de él para agitar nuestras manos en el aire y así eliminar su rastro, incluso su cubierta, hecha de piel, está podrida y levantada a jirones.

Y la verdad es que no transmite ningún tipo de confianza. ¿Verdad, TaeHyung?

Miro a mi amigo con la preocupación en sus ojos, con una mano apoyada en la mesa a un costado del libro y con la otra bajo su barbilla, inquieta. Mis ganas de soltar una carcajada al imaginarlo como si fuera un viejo sabio de largos cabellos y barba canosa son tan grandes que hasta me olvido por un momento del libro. ¡Pero es que parece un antiguo mago sacado de una historia fantástica que intenta estudiar una solución para erradicar el mal! Lo cual es más gracioso aún porque no debe de entender nada de ese libro.

— ¿Qué haces? —gira su cabeza hacia mí— ¿Por qué arrugas los labios? —y ahí mi fortaleza queda desintegrada y me echo a reír a carcajada limpia— ¡KooKoo, no es momento de reír! ¡Deja de imaginar cosas extrañas, siempre haces lo mismo!

— ¡Es que es genial!

— ¿Y esta vez qué soy? —suspira cruzando sus brazos.

— Te imaginé como Gandalf* —vuelvo a reír.

— Bien, muy gracioso, ahora ven aquí, insensato —suelto otra carcajada pero rápidamente me agarra del brazo y me atrae hacia él, deja una mano sobre mi boca para que no diga nada y con su mano libre alza el diccionario de latín que ha cogido de una de mis estanterías, porque... sí, aquel libro antiguo está en latín y el muy curioso no pudo estar quieto a la espera de que yo traduzca—. Lee eso y haber si ahora todo te parece tan gracioso. He buscado palabra por palabra y... eso no pinta bien. ¡Al menos que esto esté mal! —agita el diccionario.

— El diccionario no está mal, TaeTae —digo al retirar su mano de mi boca.

— ¡Pero te digo que ahí pone cosas muy extrañas! —dice muy nervioso y con sus ojos clavados en el antiguo libro. Doy algunos golpecitos sobre su hombro y le arrebato el diccionario para dejarlo a un lado y así poder corroborar lo que dice.

— Es necesario levantar la piel del rostro con la piedra afilada y maldecida, anteriormente, para que funcione. La sangre, mezclada con el mineral de la piedra servirá para, en un futuro, clavarla en el centro del-

— ¡Para! —me detuvo apenas leo unas frases— ¡Tampoco te pedí que lo leyeras todo, ¿y si has invocado algo?! ¡Y por cierto, aún sigo sin comprender cómo puedes saber ese tipo de idioma tan extraño!

— No es extraño, es latín, una lengua muy antigua.

— KooKoo, la gente normal aprende inglés, japonés, mandarín, francés, que sé yo, idiomas normales.

— ¡Yo no tengo la culpa que mi madre me enseñara latín, hebreo y gaélico, ¿vale?! —exclamo algo alterado.

Siempre me hace la misma pregunta cuando de idiomas se trata y se altera aún más cuando me pide ayuda con inglés y no puedo ofrecerle mucho, entonces saca el tema de las lenguas extrañas que conozco y es un no parar. La cabeza siempre parece que me va a estallar cuando saca el tema, y es que ni yo sé por qué a mi madre se le ocurrió la brillante idea de enseñarme estas lenguas desde muy pequeño. Habría sido más útil si me hubiese enseñado algo más práctico, algo que pudiera ayudarme en mi futuro, pero no, ella no puede ser normal y hacer que su hijo se sienta así. Eso habría sido aburrido para ella.

Intento calmarme a medida que borro la imagen de mi madre en mi mente contestando a la pregunta y que casualmente es la misma que TaeHyung me hace ahora. Cierro mis ojos y suspiro, aún escucho la voz de mi amigo hablar justo en mi oído derecho pero también intento ignorarlo y centrarme en lo que he leído, y sobretodo, en las palabras del bibliotecario.

— El chico de la tienda dijo que no intentáramos otros rituales del libro, pero... ¿qué clase de ritual es éste para que pida que le levantes la piel a-?

— ¡Para, dije! ¡No quiero saber para qué, ni por qué, ni cómo se hace!

— ¡Fuiste tú quien empezó con: lee esto! —y de vuelta al caos en un pestañeo. Ambos nos miramos fijamente, con el ceño fruncido en la batalla por quién aguanta más, claro que siempre gano yo porque TaeHyung se viene abajo rápidamente y empieza con sus lecciones de "hermano mayor". Después de todo, es tan dulce.

— Está bien, eso no importa ahora, lo importante es que acabamos de ver lo turbio que puede ser este libro y ahora estoy preocupado —posa sus manos sobre mis mejillas y me mira con inseguridad—. No quiero que te pase nada, y ese libro... —mira por un instante el libro aún abierto por la página que acabo de leer.

— Un ritual de amor no puede pedir algo así, TaeTae.

— ¿Cómo estás tan seguro?

— Porque... bueno, no lo estoy pero es imposible que pida algo así, ¿no crees? —se encoge de hombros y baja sus manos de mi rostro—. Salgamos de dudas —digo y él asiente soltando un largo suspiro.

Todo habría sido más fácil si el libro tuviera un índice o algo que indique la página de lo que se esté buscando, pero lo cierto es que la segunda página, dejando la primera en blanco, ya da comienzo al primer ritual y así, sucesivamente. No es nada sencillo buscar en el libro y continuar pasando las páginas y leer por encima lo que contienen, las tripas se revuelven más y más. Incluso TaeTae desvió la vista del libro al imaginarse qué otras cosas horripilantes podría estar leyendo y esperó a que yo diera con la acertada. Que después de largos minutos pude encontrarlo casi por menos de la mitad del libro.

— ¡Aquí! —exclamo entusiasmado ahora que no tengo que seguir leyendo títulos bastante tétricos.

— Al fin... He estado a punto de ir al baño a vomitar, ugh —acaricia su estómago con el rostro algo pálido.

— Ritual procedente de la Antigua Roma que se realizó por primera vez en Sicilia a.C. —comienzo—. El Abrecaminos —veo a TaeTae arrugar el entrecejo y ya puedo imaginarme sus palabras aunque éstas no salgan de sus labios. Casi me veo en la obligación de continuar leyendo en voz alta pero lo que procede me hace detenerme y meditar un poco. Sé que es un ritual de amor por lo que dice a continuación, sé incluso que esto es lo que estoy buscando pero también sé que debo estar seguro de hacerlo. Las palabras del libro llegan a transmitirme algo, algo que no puedo explicar con exactitud pero que el sentimiento palpita fuertemente.

— ¿KooKoo?

— ¿Eh? —pestañeo varias veces para salir de mi propio trance y lo miro fijamente.

— ¿Por qué no continúas?

— Oh, es que tampoco dice mucho —miento, quizá lo hago porque me da miedo que él conozca el resto o puede que volver a leerlo me auto convenza de que todo esto es una locura.

— Mira, parece que esto es como una lista o algo —señala la página contigua.

— Eso parece.

— ¡Bien, hagámoslo!

— Sí...

— Oye, ¿estás bien? —asiento, aunque no muy convencido— No tienes que hacerlo, ya te lo he dicho —esta vez niego e intento sonreírle, al menos para mostrarle algo de confianza—. Sólo es un capullo con aires de grandeza que no es capaz de fijarse en chicos tan bonitos como tú —dice y no puedo evitar soltar una pequeña risa y abrazarme a su cuerpo.

— Me gusta mucho ese capullo —musito y poco tardo en sentir su mano sobre mi cabeza, acariciando mi cabello.

— También podrías plantarte frente a él, no sé, quizá es la opción más sana, ¿no crees? —río porque tiene razón, lo es, pero no me siento con la suficiente confianza para hacerlo. Además, nunca está solo y presentarme ante él y con todos sus amigos acompañándolo me da vértigo. ¡Y es estúpido porque es la primera vez que me siento tan nulo y bloqueado ante alguien! Ah, seguro es amor. ¡Estoy cien por cien seguro de que él es el amor de mi vida!

— Quiero hacerlo —digo más convincente.

— ¿Plantarle cara?

— No, hacer el ritual —la comisura de sus labios caen, sabe que no puede convencerme de lo contrario porque a pesar de que algunas palabras de ese ritual me hayan asustado, lo cierto es que mi deseo de conseguir otra oportunidad son mayores.

— ¿Qué necesitamos? —pregunta entre decepcionado y abatido, lo sé porque puedo verlo en su expresión y eso hace que me sienta peor, ¡pero debe de entenderlo! ¡No es él quien se levanta cada mañana y se mira al espejo para apartar la mirada de su reflejo y pensar que no es lo suficientemente bueno! Y puede que TaeTae tenga más razón que yo, pero ahora, no puedo ver esa razón.

— Veamos... —paso el dedo por la lista, deslizando poco a poco mientras leo lo necesario— Necesitamos un objeto personal suyo, algo que suela llevar —TaeHyung asiente y busca rápidamente una libreta y un bolígrafo para comenzar a apuntar—. También ácido desoxirribonucleico —vuelve a mirarme con una ceja alzada—. ADN, TaeTae.

— ¡Sé lo que es! —gruñe echando su cabeza hacia atrás— ¡Lo que me preocupa es: ¿por qué pide eso?!

— Es un ritual serio.

— ¿Y cómo lo vamos a conseguir?

— Basta con un pelo suyo, no te compliques.

— Está bien, continúa.

— Necesitaremos un lazo rojo y otro negro. Mi sangre y-

— ¡¿Tu sangre?! —suspiro por haberme interrumpido de nuevo— ¡¿Ahora es cuando me dices que también necesitamos un sacrificio?!

— No, TaeTae, no necesitamos ningún sacrificio pero sí que todo se realice bajo la noche y con la luna en cuarto menguante.

— ¿Por qué en cuarto menguante? ¿No sería más típico algo así como luna llena?

— No tiene que ser típico, se supone que es un ritual serio, no uno de esos que ves por Internet —o al menos eso espero—. ¿Puedes mirar cuando habrá cuarto menguante? Puede que tengamos que espe-

— En menos de tres días.

— ¡Genial! —exclamo eufórico, sin esperarme que pueda realizar el ritual tan pronto, pero el rostro pálido de TaeHyung vuelve a hacer acto de presencia— ¿Qué pasa?

— Cae en Halloween...

— ¿Y?

— ¿No te da... miedo? ¡Cae justo en Halloween!

— Casualidad.

— Es espeluznante, KooKoo.

— Sólo es una festividad donde los niños salen a las calles disfrazados y piden caramelos. Nada más —quiero que no lo tome tan en serio, pues al fin y al cabo, sólo es una casualidad que caiga justo ese día—. Los adolescentes se emborrachan y hacen el tonto, los adultos disfrutan asustando a sus hijos y grabándolos para luego subirlo a YouTube y poco más. No hay nada de qué preocuparse —pellizco sus mejillas para molestarlo pero acaba por apartarlas con el rostro igual de serio.

— ¿Y qué hacen las personas como tu madre en ese día? —mi sonrisa cae al igual que mis hombros y decido darle la espalda con el libro ahora en mis manos.

— No tienes por qué ayudarme, puedo hacerlo solo.

— ¡No es eso! ¡Sabes que no se trata de mí, sino de ti! Tengo miedo por ti —lo veo rodearme y volver a quedar frente mío. Su mirada se vuelve intranquila pero acaba perdida en un punto fijo—. Puedo hacer algo más que ayudarte a... esto —agarra el libro para retirarlo de mis manos—. Puedo hablar con él y ser algún tipo de intermediario.

— No quiero un intermediario, eso hará que me sienta peor y que él tenga una imagen penosa de mí cuando sepa quién soy —bajo levemente el rostro y vuelvo a recuperar el libro—. No quiero que cada vez que nos crucemos él piense en mí como alguien tan lamentable.

— Si hiciera eso, entonces es que no te merece en absoluto.

— Déjame hacerlo, TaeTae, por favor. No me había sentido con la autoestima tan baja desde que era un crío —digo quejoso. Él suspira de nuevo, quizá harto por este capricho que no puedo evitar querer cumplir, y sé que estoy siendo egoísta ahora mismo, sé que lo estoy metiendo en un lío si esto no sale bien pero necesito hacerlo. Algo en mí lo necesita.

— Te conseguiré lo que necesites —dice finalmente, aunque esta vez es diferente porque su rostro no cambia y sigue tan preocupado que termina alejado de mí y sacando su pijama de la mochila para comenzar a cambiarse.

La noche transcurre más tranquila de lo que espero, pues imaginé planificaciones y jugar a idear desastres como solemos hacer cuando tenemos entre manos una travesura, pero quizá esta vez la situación no lo acredita. Estoy a punto de robarle un objeto personal al chico que me gusta, de arrancarle un pelo o rezar para que le guste morderse las uñas y barrer el suelo que pisa para conseguir una... Iugh. ¡Es de locos! Y soy consciente de ello, pero necesito hacer esto. Ahora que he dado el paso para hacer algo y encima lo he comenzado, no puedo echarme atrás. No estoy seguro de lo que ocurrirá una vez lo tengamos todo y la luna menguante se nos eche encima, quizá pierda el alma por ello o termine atrayendo algo no-humano, ¡o incluso no ocurra nada! Pero sea cual sea el resultado, lo afrontaré con responsabilidad y si no funciona me daré por vencido.


Dos días para Halloween.

Esta mañana me he despertado como si me hubiesen inyectado adrenalina o me hubiese tomado diez bebidas energéticas; unas detrás de otras. Mis ánimos se han renovado después de la noche anterior junto a mi mejor amigo y tras leer ese ritual que hoy mismo comenzaremos a poner en marcha. No podemos ser tan precavidos ni tomarnos tanto tiempo para planear todo porque sé que se nos echaran los días encima y perderé mi oportunidad para realizar el ritual. Porque no es fácil tener la luna perfecta. 

Decidí esconder el libro a buen recaudo para que mi madre no lo encuentre y sea ella misma quien me arranque el alma o, aún peor, me persiga por el resto de mi vida recordándome qué hice mal. Todavía recuerdo cuando mi hermana y yo aún éramos muy pequeños y nos atrevimos a entrar en la habitación de mamá para jugar con sus materiales y componentes, sólo era un inocente juego donde yo era un malvado mago y mi pequeña hermana una inocente guerrera que estaba a punto de ser engañada y maldecida; de ser consumida por la oscuridad y arrastrada a los infiernos.

Como dije, un inocente juego.

Mi madre, que había estado hablando con una señora que recibía sus tratamientos naturales y que, al parecer, había mejorado mucho, no tardó en despedirse y volver a su despacho encontrando a su hijo mayor echándole unas hierbas oscuras sobre la cabeza de su hija pequeña, quien, a su vez, gritaba que olía mal y que ya no quería jugar más. Y éste último dato hizo que el castigo que iba para dos, sólo fuera para mí. Teniendo a mi madre por semanas pegada a la espalda para vigilar qué hacía o qué dejaba de hacer, dándome lecciones de vida, de responsabilidad y, sobretodo, de precaución.

Justo la precaución que no estoy teniendo ahora.

— Una de estas taquillas tiene que ser la suya —musito lo más bajo posible para que TaeTae pueda oírme pero nadie más –fuera de los vestuarios– lo haga.

Decidimos aprovechar que el equipo de natación y en el cual está Park, tenía un entrenamiento hoy, por lo que no tardamos en saltarnos nuestra próxima clase para acudir a los vestuarios y buscar algo útil para completar el ritual.

— Esto es una locura, no sabemos cuál es su taquilla —musita también bajo el mismo todo, sólo que gruñendo por estar casi media hora buscando la taquilla perteneciente a Park.

— ¿Y si nos llevamos todos los pelos que encontremos?

— Claro, y luego nos hacemos una peluca —frunce el ceño sin dejar de mirarme—. No pienso coger todos los pelos que veamos, ¿y si alguno pertenece a...? —finge un escalofrío pero no puedo entender, no hasta que señala su entrepierna y entonces tengo que echarme una mano a la boca para no reír, más aún por su cara de asco.

— ¿Se te ocurre algo mejor?

— Sí, salir de aquí.

— Necesitamos su pelo... —hago un puchero pero la cabeza de TaeTae negando me dice que no da resultado— ¿Prefieres una uña o un trozo de piel? ¿Sangre?

— Basta —se lleva las manos a la cabeza alterado e intentando no elevar la voz, pero sus movimientos hacen que golpee con su codo una de las puertas de la taquilla en la cual busca y provoque que ésta se cierre de golpe. El eco hace que ambos nos quedemos estáticos, mirándonos con los ojos bien abiertos por la sorpresa y esperando que nadie haya sido alertado.

— Ten cuidado —susurro más bajo de lo que ya lo hacía antes, más que nada para tener mayor precaución.

— Ha sido sin querer.

— Hay que darse prisa, el entrenamiento estará a punto de terminar —y como si hubiese invocado mis propias palabras, de fondo comenzamos a escuchar unas pisadas que se van intensificando poco a poco. ¡Esto tiene que ser una broma!

Mi rostro pálido como los azulejos del suelo alerta aún más a mi amigo que, rápidamente y sorprendiéndome, tira de mí para meterme en la taquilla que tiene frente a él y la cierra en mis narices, sin darme tiempo a quejarme o, al menos, preguntar qué hace. Veo su rostro sudoroso a través de la pequeña rejilla y me indica con su índice sobre sus labios que guarde silencio, el cual baja cuando el vestidor comienza a llenarse de alumnos mojados y cansados por el duro entrenamiento.

TaeHyung permanece inmóvil, dudoso sobre qué hacer y a la espera de que alguna idea se cruce por su mente y entonces la ponga a prueba, pero ese momento no llega y me vuelvo más impaciente; con más ganas de salir del estrecho y oscuro habitáculo que ahora me encuentro, de arrastrar a mi amigo conmigo y salir de allí con la esperanza de que nadie nos vea. Sin embargo, ese momento jamás llega porque lo veo girar su cabeza a un costado, dándole la atención a quien se le ha acercado.

— ¿Qué haces en mi taquilla? —le pregunta un tipo que en un principio no logro ver pero que termino viéndolo porque TaeHyung se aparta ligeramente, dejando que ese chico de cabello liso y mojado gane terreno.

— Es la mía —es lo único que se le ocurre decir a TaeHyung.

— Oh, no, te aseguro que es la mía —hace el amago de abrir la taquilla pero mi amigo lo detiene, dando un ligero golpe sobre el metal que alerta al resto de chicos allí.

— ¿Qué ocurre? —habla una voz diferente.

— Este tipo no me deja usar mi taquilla.

— ¿Quién eres? No eres de nuestro año, ¿cierto? —veo a TaeTae negar nervioso, quizá luchando por intentar escapar de la situación pero sin ver una salida libre de sospecha— ¿Qué haces aquí, entonces? ¿No tienes clase?

— Olvidé una muda y vine a recogerla.

— ¡Pero esta es mi taquilla! ¡Es imposible que aquí —golpea la taquilla donde me encuentro— encuentres algo tuyo!

— ¿Tu taquilla no es la que está justo al lado? —el corazón parece atravesar mi pecho cuando escucho otra voz, una diferente a las otras dos y que me obliga a sonreír al caer bajo su encanto y embrujo. Lo que llego a pensar... ¿estará desnudo? ¿Tendrá su cuerpo cubierto por miles de gotas de agua y sus mechones de pelo mojados cayendo por su frente? ¡¿Estará secando su cuerpo con una pequeña toalla blanca que después dejará por ahí tirada y que yo tendré la oportunidad de robar?!

¡Necesito salir de esta cárcel!

— Puede ser... —la segunda voz y más cercana duda, rodeando a mi mejor amigo para llegar a la taquilla de al lado y corroborar su equivocación. ¡Y en efecto se equivocó!— Sí, es ésta —dice con la voz algo avergonzada—. Siento haberme puesto así.

— N-no pasa nada.

— ¿De qué año eres? —preguntan a TaeTae.

— Hago postgrado. Éste es mi último año.

— ¡Uh, como tú, Park! ¿Piensas seguir después de este año?

— No lo creo, estoy bastante cansado de estudiar.

— Es duro —ríe el chico que anteriormente se había alterado por su taquilla—. ¿Listos? —brinco al no esperar ese portazo viniendo de su taquilla y, la cual está justo a mi lado, entonces los chicos parecen seguirlo, dejando el lugar vacío nuevamente. 

— Ya puedes salir.

Con luz verde, empujo la puerta de la taquilla y salgo recogiendo algo de aire pues ahí dentro comenzaba a quedarme sin él. Veo que todo está desértico, que algunas toallas han sido arrojadas al suelo y otras al banco que hay, miro a mi amigo para asegurarme de que haya visto a Park soltar alguna de esas toallas húmedas y agarro la que señala decidido.

— ¿Viste su cuerpo desnudo? —pregunto después de guardar un largo silencio, uno incómodo que no sé exactamente qué significa pero que, después de haber tenido esas fantasías dentro de la taquilla, no puedo evitar romperlo para hacer esa estúpida pregunta.

— Ajá.

— ¿Y... qué tal?

— KooKoo, por favor...

— ¡Ey, tengo derecho a saberlo!

— Pues si tienes ese derecho, corre tras él y pídele que te muestre —se cruza de brazos cuando arqueo una ceja molesto. A veces, el idiota de mi mejor amigo no ayuda demasiado. O quizá... el idiota soy yo.

— ¿Por qué te enfadas de repente?

— No estoy enfadado, es que hemos estado a punto de ser pillados y tú... sólo piensas en... ¡Agh! —gruñe cual perro rabioso y se sienta en el banco dándome la espalda— Está fuerte, tiene buen cuerpo, ¿contento?

— ¡Mucho! —me subo de rodillas al banco y lo abrazo por la espalda, claro que el impulso de emoción hace que me olvide de la toalla mojada de Park en mi mano y ahora ésta esté contra su rostro.

— ¡JEON JUNGKOOK!


Un día para Halloween.

A sólo un día para la famosa y espeluznante noche, me encuentro en la cafetería de la Universidad a la espera de mi mejor amigo, quien no tuvo clases hoy pero que prometió venir en cuanto yo acabara las mías. Estoy en mi último año de carrera, aún pensando si continuaré estudiando o no; si seguiré los pasos de mi diligente amigo y mejoraré mi calidad de vida. Pero lo cierto es que no soy un gran estudiante, si he llegado hasta aquí ha sido por puro esfuerzo, por abandonar amigos y sacrificar vida social a cambio de notas mejores, y bueno, no es que esté arrepentido ni nada pero cuando pienso en más años de estudios... la migraña viene a hacerme una visita. Una larga y pesada visita.

Sin embargo, aún me queda tiempo para estudiar mis posibilidades y decidir si continuar o no, añadiendo que ahora tengo un tema importante que necesita toda mi atención y, por lo tanto, posponer mis responsabilidades para otro momento. Pero incluso este tema me tiene preocupado. Tengo en mi poder una toalla, ahora seca, que pertenece a Park –el chico por el cual pierdo la cabeza– pero tengo dudas sobre si podría servir o no ya que no es sudor realmente lo que está impregnado en la toalla sino simple agua. Es por esto que estoy muy preocupado, porque el único objeto que tengo es dudoso y sólo me queda un día para realizar el ritual.

¿Realmente perderé mi oportunidad?

Suspiro desanimado, dejando caer mis hombros así como mis párpados. Agarro el Caramel Macchiato que he pedido y le doy un ligero sorbo, luego otro al sentir la derrota acompañado de un sentimiento que me obliga a desistir, pero al querer dar un tercer sorbo y sentir que rompería a llorar en medio de ese establecimiento lleno de estudiantes, ese sorbo cae de mi taza, rozando mis labios y mojando mis pantalones. Alzo la cabeza porque quiero maldecir a esa persona que ha dado un golpe sobre mi mesa pero mi ceño fruncido se relaja y cambia a uno asombrado cuando veo a TaeHyung con una sonrisa de oreja a oreja.

— ¡Conozco su nombre completo!

— ¿Eh?

— Park Jimin, su nombre completo es Park Jimin.

Park Jimin...




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Gandalf*: es un personaje de los libros y la saga de películas El señor de los anillos y El Hobbit.

***

Aclaro algo, si os habéis dado cuenta, en ningún momento a aparecido el nombre de Park Jimin al completo o su nombre a secas, es porque JungKook no sabe su nombre, solo su apellido porque todos en la Uni lo conocen por Park. Y eso, por si las dudas, para que entendáis la felicidad de Kookie xD.

En fin... de todas formas, nada es lo que parece 7u7. Chao.

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