U N O
Eran exactamente 6:00 PM, el ocaso apareciendo en el cielo, era hora de que Jungkook se levantara para prender las luces del faro se hacía de noche y los barcos debían tener un punto de referencia, ese era su trabajo de todos los días. De siempre.
"Estoy tan cansado." dijo mientras prendía las luces del faro para luego dirigirse hacía el balcón de aquel lugar, ver el mismo mar todos los días ya no era tranquilizante, era muy estresante y cada vez empezaba a tenerle un odio más grande a aquella masa de agua que tiempo atrás el decía amar y adorar.
Se quedó perdido en lo azul del mar y pensó en lo mucho que pudo hacer en su vida.
Tal vez había elegido mal lo que quería hacer el resto de su vida, tal vez pensó que sería buena idea vivir completamente solo en un faro lejos de todos y si parecía una idea genial cuando tenía veintiuno, pero ahora con treinta y uno (diez años después y sin saber hacer nada) estaba condenado a vivir ahí eternamente.
Apenas tenía veinte cuando salió de su casa (en realidad lo echaron de ella)
Su madre estaba cansada de mantener a un "vago" como él y su padre, su padre hacía caso a todo lo que decía su madre a lo que Jungkook claramente tenía que irse sin protestar. No quiso estudiar en la universidad y pensó que podía hacer cualquier otra cosa y lo hizo por un tiempo.
Repartió pizzas, trabajo de mesero, trabajo en un bar donde las insinuaciones era cosa de cada día, tuvo un trabajo de niñero (que por obvias razones salio mal. Jungkook no podía controlar a los niños), paseo perros y etcétera, etcétera.
Pero ninguno de esos trabajos le alcanzaban para poder pagar el piso donde se estaba quedando. Si tan solo no se hubiera comportado de una forma tan "inadecuada" (según sus padres, especialmente su madre) estaría con un trabajo estable y tal vez una linda familia. Pero Jungkook era rebelde, problemático, andaba con muchas mujeres, incluso hombres, bebía, armaba fiestas cada que sus padres salían, traía a la casa a cualquier hora a cuánto hombre o mujer se le atravesara, pero para Jungkook eso era normal a su edad y para su madre no era más que el comportamiento inadecuado de un joven rebelde que solo quería llamar la atención y su madre empezó con advertencias que solo terminaron con graves consecuencias. Como siempre el joven no hizo caso a ninguna de ellas. Ignoró lo que dijo su madre: "O te comportas y empiezas a actuar como un joven de tu edad y comienzas a estudiar o te largas de esta casa".
Al ignorar eso lo llevo a un cuarto de hotel realmente asqueroso dónde dormían desde prostitutas hasta delicuentes y para él no era cómodo vivir en un ambiente como ese. Así vivió un año, exactamente después de cumplir los ventiuno, lo sacaron de esa posilga, Jungkook creaba conflictos con los delicuentes de ese lugar y se había atrasado hace ya unos meses con el pago. El dueño no tuvo otro remedio que hecharlo y él claramente acepto.
Comenzó a vagar por unos cuantos días por la calle. Él era muy orgulloso y no se le pasó por la mente, ni por un segundo, llamar a sus padres y pedir perdón por más que Jeon sabía lo mal que había hecho.
Después de recorrer los mismos lugares y darse cuenta que estaba caminando en círculo se percató de un cartel donde decía claramente: "Se busca joven o señorita para trabajar y vivir en un faro" debajo decía la dirección claramente "Islas Flannan, Faro de Eilean Mor". Una duda creció en él a recordar lo que habían dicho de esa isla, específicamente del faro.
"Está maldito." "Eso es obra de lucifer." recordó las palabras de su madre cuando vió las noticias dónde decían que aquel faro había sido el culpable de la desaparición de dos hombres y claramente él no creía eso, pensó que esos hombres solo habían abandonado el lugar robándose algunas cosas y claro es lo más lógico, asi que sin pensarlo dos veces el ya estaba decidido a ir a esas islas. El viaje no era tan largo desde el punto que él estaba así que con el poco dinero que le quedaba fue hasta las islas Flannan.
Fue exactamente a la dirección que decía en el papel que había arrancado y llevado durante todo el camino, el trayecto eran de unas dos horas así que pudo dormir al menos una. Se levantó de repente y con el rostro ligeramente mojado, la gente lo miraba extraño y el se dió cuenta de lo que pasaba. Había soñado otra vez con aquel joven que alguna vez amó, se limpio las lágrimas y trato de olvidar todo lo del sueño. Era lo mejor.
Una hora después llegó al destino que había indicado, pagó con lo poco que le quedaba de dinero y allí se encontró con una persona muy anciana que lo guío hasta la piedra gigantesca dónde se encontraba aquella arquitectura de veinticuatro metros.
Al caminar y observar más, Jungkook parecía emocionado de poder estar en tan hermosa isla para él solo, podría beber sin que nadie le dijera algo, podría meterse a nadar (siempre y cuando las aguas estén tranquilas), podría hacer millones de cosas (pero siempre solo) y ese era como el verdadero paraíso frente a sus ojos.
Escuchó al anciano diciéndole todo lo que tenía que hacer y como acto de bienvenida le dejo una muy buena comida, Jungkook tenía muy buena memoria por lo que memorizar todo lo que el viejo le dijo fue fácil.
Acompañó al anciano por las largas escaleras y vio como se alejaba poco a poco.
El señor había dejado claro que un amigo vendría (cada semana) y dejaria todo lo necesario para que Jungkook pueda vivir tranquilamente allí, le dejaría comida, bebidas, ropa, etc. (Pero ese hombre no era más que un repartidor, el joven no conocería a Jungkook, solo dejaría lo necesario todos los lunes por la mañana y si Jungkook no los recibia, era problema nada más que solo de él)
El de cabellos azabaches no podía estar más que feliz de tener algo donde dormir.
Y es que el faro estaba completamente equipado. Había un gran mueble donde se encontraban varios platos y utensilios, una mesa grande de madera, habían varios cuartos, uno de ellos donde supuso irían las guarniciones que le dejarían. Exploró las demás habitaciones, eran solo dos y una tenía un camarote. En algunas mesitas de noche aún quedan pertenencias de los que estuvieran antes ahí, como dejando al menos una huella de que estuvieron en ese mundo.
También se encontraba un pequeño baño y la larga escalera que llevaba hacia arriba.
Había algo, muy importante, que al anciano de nombre Tadeo, se le había olvidado de decir. Las tormentas son terriblemente fuertes ahí, al estar en medio del mar las olas podían ser muy, pero muy altas y ese era el riesgo más grande que Jungkook tenía que pagar por vivir en tan hermoso y bello lugar.
Poder morir en cualquier tormenta potente que azote a la isla.
Estar en una piedra gigante en un faro de veinticuatro metros era al parecer un sueño que nunca se le había cruzado por la mente, probablemente ese sería el sueño de cualquier introvertido o asocial, no de Jungkook, pero a él parecía gustarle más que a cualquiera y se le notaba en su linda sonrisa que tenía al despertar todas las mañanas. Así fue unos años.
El trabajo era fácil, solo miraba las olas y mantenía la luz encendida del faro para alumbrar a los barcos que iban de pasada, en ciertas ocasiones tenía que prender la sirena de niebla.
Todo trabajo tiene lo malo y lo malo del suyo era que, en primer lugar, la manipulación del mercurio para encender el faro era algo peligroso y en algunos casos, si lo inhalaba, podría volverse loco. En segundo lugar y algo que él trataba de no pensar era que nadie sabría si algo le sucedería, ni sus padres, absolutamente nadie, Jungkook prácticamente solo tenía a ellos y por cómo era parecía un joven con muchos amigos, pero nunca logro tener al menos uno de verdad, y eso era aterrador. Sin embargo, muy pocas veces Jungkook le daba vueltas a eso, quizá era porque no quería llorar cuando recordaba.
Era hora de volver a la realidad.
"Oh, ¡Esto es genial!" Dijo con un tono sarcástico al ver como las aves graznaban y volaban rápidamente al ver el cielo que se estaba poniendo realmente tenebroso.
La Luna, que ya estaba en todo su esplendor, pareció teñirse de rojo sangre al igual que el cielo, las tonalidades violetas, negras y rojas no parecían bonitas a los ojos de otras personas, Jungkook no era la excepción y él juraba que nunca había visto algo semejante en todos los años que había estado en la isla.
"Solo es otra tormenta" dijo tratando de convencerse saliendo del balcón, no sin antes cerrar todas las ventanas y la puerta de este, para luego meterse en las dulces cobijas de su cómoda cama.
Tan solo minutos después de acostarse se levantó de golpe, no podía dormir y sudaba aun cuando el aire corría frío, su cama ya no se sentía cómoda. Aquel faro ya no se sentía como su hogar hace mucho tiempo.
Decidió tomarse un par de cervezas para relajar el ambiente, prendió la pequeña radio que le habían ya estaba vieja y su funcionamiento era lento, la tormenta no ayudaba, solo se quedó con el sonido de la estática.
Revisó lo que había para comer y vio molesto la cantidad de mar que había, peces, cangrejos, nada nuevo y estaba hastiado.
Ya se sentía cansado de todo eso, la misma comida de siempre, las mismas cuatro paredes, el mismo mar. Todo lo que le rodeaba le aburría, pensaba que se volvería loco de seguir ahí.
"¡Dios!" pidió en modo de súplica con la voz entrecortada "Si existes, por favor sácame de aquí." Tomó un sorbo de su cerveza, luego de un rato al quedarse metido en sus pensamientos tiro el vaso al suelo pensando en lo ridículo que se había puesto, hace ya varios años que Jungkook no creía en ese Dios.
Las circunstancias de su vida quizás lo llevaron a dejar de creer o simplemente nunca tuvo esa necesidad de tenerle fe a algo o alguien para explicar la razón de su existencia. Sin embargo, él acababa de pedir alguna señal al que todos decían era omnipotente para que lo sacara de ese infierno. Si lo era, lo haría.
"Si vivo en el infierno en algún lugar debe de estar el cielo." Siguió bebiendo hasta terminarse todo el alcohol que había en aquella habitación y ahora Jungkook estaba realmente muy, pero muy intoxicado.
Se dirigió con pasos torpes al balcón, miro al cielo para ver este todo distorsionado, pero se podía dar cuenta de que la tormenta ahora habia empeorado. Relámpagos empezaron a hacer acto de presencia, sonaban más fuerte de lo normal tanto que las ventanas amenazaban con romperse y Jungkook por primera vez en ese faro se sentía débil. Indefenso y con muchísimo miedo.
Tal vez era por el alcohol que no lo dejaba pensar bien o tal vez era lo que realmente sentía desde hace mucho.
Pensó que pudo irse de ese lugar tan solitario aunque no tendría dónde ir, no sabía hacer nada y el terror a quedar mendigando era lo que daba vueltas en su cabeza. Realmente pudo hacer miles de cosas y no llegar a este punto, pero su orgullo era más que cualquier cosa.
"¡Dios, sacame de este infierno!" gritó y sonrió sínico, pensando que ese tal dios nunca le haría caso y menos a alguien como él.
Entre todo el caos del cielo vio una estrella fugaz, tal vez solo estaba alucinando por las copas de más que había tomado o realmente había una estrella fugaz. Pidió un deseo en un susurro, se quedó con lo ojos cerrados un par de minutos mientras sus dedos estaban cruzados. Los abrió y comenzó a reír histérico.
Y luego aquella risa se volvió un grito ¡Pánico! En la hermosa cara de Jungkook, en sus ojos estaba reflejado una ola gigantesca que se acercaba al faro, sus ojos brillaban debido a las lágrimas que querían salir, camino en reversa mientras cerraba las puertas y trataba de esconderse en algún lugar de esa pequeña habitación.
Dió una mirada temerosa al balcón y observo que la ola estaba más cerca, sintió un miedo invadir todo su cuerpo, las lágrimas caían. Él ya no podía ser fuerte, simplemente se rompió y lloraba con tanta desesperación que cualquiera que lo viera lloraría junto con él.
Gritaba, pero sabía que no iba a ser escuchado... Por nadie más que por él mismo.
Una paloma blanca se posó por la ventana, Jungkook la vio tan solo unos segundos y fue allí donde una paz invadió su cuerpo. En realidad nunca podría asegurar si lo que vió era cierto y si esa paz de verdad había llegado a él o si solo era su alma dejando su cuerpo.
Respiro hondo, escondió la cara entre sus rodillas y solo espero que aquella enorme ola no lo matara.
Escuchó cada vez más fuerte el sonido del agua. El miedo crecía cada vez más y su corazón latía a mil por hora, levantó la mirada y el agua impactó contra él, sintió como estaba atrapado y sin salida alguna, sus pulmones no daban para más. Trató de luchar, buscar algo para sostenerse,
para salir. Pero era en vano y poco después todo pareció ponerse a oscuras.
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