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D O S

“La cristalidad del agua tan solo reflejaba el portal hacia dos mundos, dos mundos completamente diferentes.
No era ni antes ni después, ahi no existe el tiempo.”


Jungkook abrió los ojos, frente a él, algo mágico comenzó a sonar. Una melodía que no sabía de dónde salía y una voz tan majestuosa que la acompañaba.

El dolor en su cabeza no lo dejaba ver aún con claridad así que con pasos torpes camino y se dejó guiar por la voz que sonaba de lejos.
No sabía que había pasado o al menos no recordaba dónde estaba y al tratar de hacer cabeza el dolor solo aumentaba cada vez más así que solo siguió el camino.

Caminó por unos largos minutos sin saber a donde estaba yendo, todo era extraño. No habían personas y sentía una paz absoluta en todo su cuerpo, vio por un momento su ropa y estaba con unas telas blancas que combinaban de manera espectacular con su cuerpo. Ni siquiera sabía en qué momento sus prendas sucias habían cambiado.

Vio el mar que estaba tan solo a unos tres metros, se veía tan hermoso, el azul era tranquilizante y al escuchar la bella voz de aquel joven que lo guiaba y ver el mar se sentía como en el cielo. Verdaderamente se sentía en el cielo.

Vio su reflejo en lo claro del mar y se sorprendió al ver que, al parecer, tenía veintiuno otra vez. No habia arrugas, no habían ojeras, su piel se sentia tan suave al tacto. Se pellizco muchas veces, tiró agua en su cara para comprobar si todo esto era un sueño. Y al parecer no lo era. Seguía igual.
Estaba feliz, su corazón estaba contento.

No había explicación y el no la necesitaba, sentía y eso era suficiente para saber que estaba bien.

Se levantó de la arena y siguió el camino para encontrar a la persona que entonaba maravillosas melodías. Su voz seguía cantando.

Allí estaba, allí estaba aquel joven y Jungkook podía jurar que había visto a Dios. Sus cabellos castaños iluminados por el sol eran simplemente perfectos, su piel ligeramente bronceada era maravillosa y ni que hablar de su rostro, era tan hermoso que Jungkook tan solo de verlo sentía como su corazón latía, otra vez, y como sus manos sudaban por el nerviosismo que el joven le causaba, sus labios que se abrían para entonar la canción eran muy tentadores, el carmesí de sus mejillas le daban un aspecto tierno. Para Jungkook eso era amor a primera vista.

—Hola —saludó con una amplia sonrisa y el de cabellos azabaches quedó completamente paralizado, su corazón quería salir de su pecho y encontrarse con el del joven.

No sabiendo como sus pies se movieron casi sintiendolos flotar, sus mejillas ardiendo.

—H-Hola —dijo temeroso y se acercó a aquella piedra gigante que se encontraba el chico nada más que un poco cerca a la orilla.

—Siéntate aquí. —Llamó y su mano golpeó la piedra para que se sentará al lado suyo, una sonrisa cuadrada apareciendo en su bello rostro.

—Está bien. —le dedicó una sonrisa y se sentó a su lado.

—¿Cómo te llamas?

—Taehyung y tú eres... —Se quedó pensando, al parecer recordando algo, Jungkook estaba a punto de decirle su nombre si no hubiera sido interrumpido —Tú eres Jungkook, ¿Verdad? —La cara de asombro no tardó en aparecer y una cantidad de dudas aparecieron.

¿Era él, adivino? ¿Era una clase de brujo o algo así?

—Es raro lo sé... —Taehyung miró hacía arriba y señaló a la hermosa Luna que brillaba grande en el cielo.

Pero si hace tan solo unos segundos era de día y ahora todo era oscuro y las pequeñas estrellas iluminaban el lugar.

"¿Estoy soñando?" se preguntó Jungkook a si mismo, claramente para esto no había respuesta.

—Es raro —volvió a repetir— Pero te estaba esperando.—Las mejillas de Jungkook se tiñiron de escarlata y una risa nerviosa salió de su linda boca.

—Supongo que sabes dónde estamos, ¿Verdad? —Taehyung asintió. Sus ojos volviéndose tristes, Jungkook no entendía porqué.

El niño bonito de nombre Taehyung lo ayudó a bajar de la roca y caminaron a lo largo de la playa, sintiendo la brisa del mar y el aroma tan tranquilizante de este.

—¿Recuerdas... Que dijiste que si vivías en el infierno en algún lugar debía de estar el cielo? —Jungkook recordó parte de lo que había pasado y un dolor agonizante invadió su pecho.

Cayó de rodillas en la arena mientras que con ambas manos tocaba su pecho. Una lágrima salió de Taehyung y se arrodilló al igual que él.

—Tranquilo. —Colocó su mano en las manos contrarias que tocaban su tórax.

Jungkook ya no sintió dolor, se curó de lo agonizante, en el rostro de Taehyung, la primavera más hermosa que pudo haber presenciado, el otoño más colorido, el verano más cálido y el invierno más perfecto. Los orbes de ambos se conectaron en una profunda mirada que transmitía los sentimientos más hermosos, un sentimiento tan antiguo y tan inexplicable. Amor.

Ellos todavía no se daban cuenta.

—No entiendo cómo llegué aquí. Estaba en el faro pero... ¿Cómo llegué aquí?

—La vida está llena de secretos Jungkook, tu misma existencia es uno de ellos, mi misma existencia es una incógnita.

Jungkook le sonrió sin entender y Taehyung sintió como su estómago se revolvía y sus mejillas y orejas quemaban. Se sentía bien, Taehyung estaba bien con Jungkook.

—¿Sabes que hora es? ¿Qué día? —Preguntó Jungkook curioso. Se sentó en la arena cansado de caminar, invito a Taehyung a hacer lo mismo y se quedaron observando a la hermosa luna.

—Aquí no hay hora. No hay tiempo —Jungkook lo miró sorprendido y Taehyung solo pudo sonreírle y para Jeon esa era la sonrisa más hermosa que pudo haber visto en toda su vida y estaba seguro que quería verla por siempre.

Ambos no apartaron la mirada. "los ojos son el reflejo del alma" y Taehyung podía ver la pureza, la sinceridad y encontraba la luz, la luz que creía había perdido hace mucho.
Y Jungkook se sentía en su casa al mirar a sus ojos, encontró el paraíso que tanto anhelaba y deseaba hace mucho.

Se acostaron en la arena.

Acostados, ambos jóvenes, se miraban el uno al otro con un brillo en los ojos. Galaxias parecían haberse clavado justo en sus orbes, con solo esa mirada podían decirse lo mucho que se necesitaban, Jungkook había perdido algo hace mucho y ahora parecía haberlo encontrado.

Taehyung acariciaba los cabellos de Jungkook buscando que él se durmiera, no pensó que esto le costaría tanto. Sinceramente él nunca pensó sentir todo lo que sentía en esos momentos, tanto que parecía no caber en su pecho.

Los jóvenes se durmieron, con unas grandes sonrisas en sus rostros, abrazados sintiendo el calor que tanto deseaban. Pero había algo que a Taehyung le invadía los pensamientos y no lo dejaba tranquilo.

Su mente repetia una y otra vez que debía de irse, debía de llevar a Jungkook dónde tenía que estar y desaparecer de su vida, pero no podía, no podía dejar de ver su lindo rostro. Solo quería pasar un tiempo más con él para después despedirse para siempre.

Estaban profundamente dormidos a la luz de la luna y las estrellas, con la brisa fresca del mar y con un amor que crecía cada vez más, una amor que crecía con cada latido del corazón sincronizado de ambos, un amor que tenía que terminar.





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Dios creo seres llenos de perfección, los ángeles, pero también creo el amor su más grande debilidad. Los ángeles amaban a toda la humanidad, pero Taehyung creía sentir algo especial por Jungkook, algo más grande que el amor que le tiene a las demás personas. Taehyung estaba perdidamente enamorado de Jungkook y no sabía que hacer.

Su corazón latía tan rápido desde que lo vio, se sentía tan bien, tan lleno. No podía explicarlo, era el sentimiento más hermoso que nunca antes había sentido y era precioso. Ese sentimiento era tanto que crecía cada vez más.

Taehyung se levantó más temprano que Jungkook, cuando el sol todavía no salía. Miraba a Jungkook y apreciaba toda la belleza que tenía, la pureza que derrochaba. No quería dejarlo, no quería llevárselo porque tal vez nunca lo volvería a ver, porque su romance estaba prohibido y Taehyung no podía amar.

El amor para los ángeles estaba prohibido y más si Jungkook tan solo era un alma humana. Taehyung había entrado en pecado y Dios no debía enterarse.

—Buenos días. —Interrumpió Jungkook los pensamientos de Taehyung y al mirarlo, tan solo conectar sus miradas, ambos se olvidaron de todo.

—Buenos días, Jungkook —Respondió Taehyung y sus ojos se llenaron de lágrimas al pensar en todo lo que pasaría.

Taehyung tomó en sus manos la cara de Jungkook, lo atrajo hacia él y lo besó.
Probó sus tan dulces labios y Taehyung podía jurar que había probado la cosa más dulce y exquisita.

Jungkook, sin saber el lugar en el que estaba podía jurar que estaba en el paraíso, su paraíso con la persona que había amado. Ambos al probar sus labios descubrieron una nueva forma de volar y surcar más allá de lo imaginable.

Y después de eso, después de todo Jungkook al ver a Taehyung, al probar sus labios, al ver sus ojos, al sentirlo cerca, volvió a creer en un ser divino, volvió a tener fe porque Taehyung parecía el mismísimo Dios porque esa belleza tan solo podía ser o bien infernal o celestial y Jungkook pensó en una combinación de ambas y ver a Tae a los ojos era la muestra de ello.

Ese joven tan apuesto, de belleza infernal y celestial, de canto hermoso y curativo había hecho que Jungkook volviera a tener amor en su vida, que volviera a vivir y sentirse vivo aunque no lo estuviera.

Taehyung sentía un gran dolor en el pecho, las palabras no podían salir fácilmente y su garganta dolía, dolía mucho por lo que iba a decir.

Dirigió su mirada a Jungkook y no pudo, no pudo decirle nada y solo sonrió, con la sonrisa más pura y bella del mundo. Jungkook hizo lo mismo.

Jungkook se acercó a él y nuevamente lo besó. Poco a poco fue bajando por su cuello y quitando las prendas blancas de Taehyung, recorría cada parte de su perfecto cuerpo y Taehyung disfrutaba mucho, disfrutaba el contacto de los labios de Jungkook tocando su cuerpo.

Su cuerpo se invadió de una paz sin explicación, o tal vez si tenía, Jungkook, él lo hacía sentirse en paz. Lo hacía olvidarse de todo.

Jungkook siguió recorriendo el cuerpo de Taehyung dejando pequeñas marcas que se irían en tan solo minutos, pero que para ambos quedarían marcadas para toda la eternidad.

Ambos se desnudaron cuando el sol llegó a su máximo esplendor y juraría que ellos brillaban muchísimo más que aquella esfera, cuando se besaban apasionadamente y derrochaban pasión. Era increíble.

Sus cuerpos se tocaban y buscaban desesperadamente su boca, sus erecciones firmes y pedían más.

Sus pieles sudorosas chocaban en cada embestida y los jadeos y gemidos no tardaron en llegar y el disfrute máximo de hacer el amor con la persona que amas, Taehyung ahora lo entendía.

Todo rosaba la locura,  las chispas en sus ojos cada que se miraban decía cuánto se habían necesitado el uno al otro, los besos eran la viva muestra del amor que tan rápido había surgido.

Los latidos rápidos de sus corazones latían en un compás hermoso y sus respiraciones chocaban. Estaban felices, felices de haberse encontrado, felices de tenerse.

—Te amo —dijo Jungkook agitado para después besar otra vez los labios de Taehyung, separarandose por falta de aire y un dolor inexplicable.

—Yo también te amo, Jungkook —dijo con la voz entrecortada.

Ambos pararon, acostandose unos segundos en la arena, mirándose el uno al otro. Viendo en lo profundo de su alma, llenando ese vacío que ambos sentían.

Taehyung se colocó sus prendas para luego caminar al mar. Jungkook claramente imitó el acto.

—¿Pasa algo? —Preguntó al ingresar al frío mar.

—S-Solo tengo que llevarte a dónde tienes que ir —Rompió en llanto, no supo cómo salió todo eso, solamente quería quedarse con Jungkook para la eternidad y brillar juntos como dos hermosas estrellas en el cielo.

—¿Dónde? —Respondió Jungkook asustado, tomando las manos a Taehyung.

Taehyung no quiso responder pero Jungkook se imaginaba lo que sucedía.

—T-Tú estas m-muerto —Jungkook lo calló con un beso y con una sola mirada supieron que todo estaba bien. Aunque claramente no lo estuvieran.

Jungkook, él, sabía dónde estaba, sabía muy en el fondo donde se encontraba. El dolor que invadía su pecho era agonizante.

Quería salir de su infierno, quería irse de allí, pero no contó en que se enamoraría, no contó con conocer a Taehyung y quedar hipnotizado por la belleza de este, no contó que iría al cielo para encontrarse con un nuevo infierno, uno del que no podría salir.

—Tú, Taehyung, me haces sentir vivo así no lo esté. —Lo abrazó con fuerza sin pensar en soltarse, la calidez que se transmitian el uno al otro era única y tal vez inigualable.

Ambos tuvieron que separarse al ver que el viento comenzó a soplar aún más fuerte. Sus dudas se aclararon al ver una luz descendiendo por los cielos.

—¿Qué haces aquí? —Preguntó Taehyung, al parecer conocía a aquel joven que descendía del cielo, sus alas blancas iluminadas por el sol sobresaliendo de todo eso.

Y Jungkook entendió, entendió que Taehyung y él así sea en otra vida no volverían a encontrarse. Aferrarse a esa idea, tal vez, era lo único que tenía.

—Vine por él —dijo el joven moreno que estaba delante de ellos, ambos se abrazaron y unieron sus labios en un largo beso— Les daré unos minutos para que se despidan.

Salieron del agua, sus prendas mojadas, ellos sintiendo frío encontrando un poco de calidez en los brazos del otro. Se dirigieron a aquella pequeña roca que se encontraba a la orilla del mar. Allí donde comenzó todo.

—Canta para mi —dijo mirando al cielo—. Canta para mí aunque sea por última vez.

Taehyung con una voz melancólica comenzó a cantar la canción que atrajo a Jungkook hacia él, cantaba con un dolor que nunca había conocido y Jungkook lloraba, lloraba por saber que nunca más vería aquel divino ser, que nunca vería su hermoso rostro, que nunca más volvería a sentir sus labios y que nunca más volvería a sentir su piel junto con la suya y sus corazones latiendo a una misma velocidad. Y dolía, dolía mucho.

Al terminar la melodía, juntaron nuevamente sus belfos en un beso lleno de dolor y de amor.

—Te amo y te amare toda la eternidad. —Taehyung se separó de Jungkook y extendió sus alas, sus hermosas alas blancas y brillantes.

Jeon simplemente vio cuan perfecto era Taehyung, no estaba arrepentido de nada de lo que había hecho y estaba seguro que Tae tampoco.

—Te amare siempre.

Nuevamente unieron sus bocas en un beso que no parecía tener fin.

—Arcángel —Llamó Namjoon y sabia que tenía que irse. Taehyung no podía llevarlo allá porque solo causaría más dolor en sus corazones y Namjoon fue la única opción que tuvo.

—Nunca te olvidaré —Abrazó al castaño, beso sus manos y junto con Namjoon se alejaba lentamente.

Ambos lloraban sin consuelo alguno y a Jungkook se le ocurrió decir algo que debía decir hace mucho.

—Taehyung... —Miró hacía la dirección donde iba Jungkook—. Pedí un deseo... —Hizo una pausa por no saber sí debía decirlo.

—Pedí... Pedí conocer el cielo. ¿Sabes? Dónde iré no será el cielo, ni se acercará a ser el paraíso porque no estaré contigo y Taehyung si yo conocí el cielo fue gracias a tí.

Jungkook yacía en lo más alto del cielo junto con Namjoon, un ángel más, y Taehyung pudo llorar, llorar tranquilamente sin ver qué Jungkook al verlo también sufriría con él. Sus gritos eran tan fuertes que se creía pudieron llegar hasta Dios.

Y todo termino con un susurro de "Te amo" por parte de los dos, intentando conectar miradas para decirce un último adiós y fallar en el intento.
Dos corazones totalmente destrozados que quizá algún día vuelvan a encontrarse y por fin poder amarse.

«Nada era coincidencia. Taehyung, siempre fue él, aquel que veía en sueños, aquel joven que amo en el pasado, aquel que amaría al pasar de los siglos. Eran eternos, era algo entre él y Taehyung.»

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