Un lugar calido para morir
Era sábado, como cada sábado desde que tenía memoria era el día en que no hacía nada... realmente nada.
Los sábados solía pasármelos en calzoncillos en el sofá, viendo películas con mi hermano, leyendo o durmiendo... y este no era diferente solo añadiendo la bolsa de hielos para mi brazo malo.
Ya no tenía que usar el cabestrillo y la férula me la había quitado pues me daba mucha comezón.
Estaba por dormir en el sofá cuando escuché la puerta abrirse, giré suponiendo era mi madre llegando pero en realidad era mi hermano pegado a la puerta.
—Esperas a alguien —dije sentándome con algo de dolor.
—Voy a salir —aseguró viendo desde el marco de la puerta.
Suspiré para levantarme y acercarme a la puerta para tomarlo del hombro y alejarlo.
—Venga necesitas descansar —dije cerrando la puerta— veremos uno de esos documentales aburridos que te encantan, escuché de uno de dinosaurios...
—¡No! —exclamó decidido.
Le miré extrañado, nunca me había alzado la voz.
—Cas acabas de salir de una infección y necesita descansar —expliqué jalándolo suavemente.
—¡No Beck, no! —grito quitándome la mano de su hombro— ya estoy harto de estar aquí, de vivir encerrado en esta casa que se cae a pedazos... de pasarme la vida en ese sofá y de ser una carga para ti.
En ese momento el dolor del brazo se sustituyó por uno de corazón.
—Escúchame bien no eres una carga —establecí molesto.
—Lo soy —chillo con lágrimas en sus ojos— tienes diecisiete no deberías cuidar de mi, mierda deberías estar tirado en cualquier lugar embriagado o con tu novio pero no aquí.
—No me vengas a decir que debería estar haciendo con mi vida, ahora mueve tu trasero a ese sofá —me puse rudo.
—No —dijo seguro.
—¡Mierda Casper haz caso! —grité lo que me hizo doler.
—Quiero salir antes de morir —soltó herido.
—No digas eso —regañe.
—Es verdad, tienes que aceptarlo —dijo cansado.
—¡Cállate! —ordene, no quería escucharlo.
—¡Me estoy muriendo Beck, deja de mentirte y afróntalo de una vez! —grito molesto.
En esos momentos mis instintos primitivos reaccionaron y respondí de la única manera en la que sabía, le di una bofetada para callarlo.
En cuanto reaccione y entendí que había hecho me odie completamente, hice lo que juré nunca haría.
—Yo... lo sient...
Me tiré en el sofá abrumado, sintiendo ese nudo en mi garganta.
—Estoy muriendo Beck, lo hago y no quiero pasar mis últimos meses de vida en ese sofá —confesó— quiero salir.
Miré a mi hermano, no sabía que decirle.
Se sentó a mi lado para tomar mi mano, su mejilla se había puesto roja.
—Por favor Beck quiero salir —pidió— quiero salir... no quiero morir aquí... por favor...
Empezó a llorar descontrolado, un ataque de pánico se presentó así que lo abracé para calmarle.
No era la primera vez que tenía uno y lo entendía estar tanto tiempo solo y encerrado no era fácil.
—Beck... no quiero... no quiero morir aquí.
Le empezaba a costar trabajo respirar y en su estado no era nada bueno, me limité a mantener la postura y tratar de calmarlo.
—Shh tranquilo, saldremos —lo calmé— saldremos de acuerdo.
Lentamente se fue calmando pero sus ganas de salir eran continuas.
Llamé a Eli sin embargo no estaba pues había ido a una convención de panaderos.
Sin muchas opciones llamé a la única persona que conocía que mágicamente tenía auto.
Media hora después llegó.
—Gracias por venir Pomi —dije nervioso.
El chico asintió, mi hermano esperaba en el sofá ya más tranquilo.
—Hey a donde quieres ir —le dije a mi hermanito que aún tenía su carita hinchada de llorar.
—No importa a donde sea solo quiero salir —dijo con la voz quebrada.
Asentí para mirar a pomi.
—Alguna idea —pedi.
El chico asintió para darme una pequeña sonrisa.
—Déjamelo a mi —afirmó.
Acepté pues confiaba en el pequeño, ayude a mi hermano a subir al peculiar auto del niño... era una pequeña casa rodante.
Al entrar esperaba ver un desastre pero no, todo estaba bien arreglado y bastante limpio, el pobre de mi hermanito estaba cansado por lo que hubiera una cama era lo mejor que podía haber.
—Solo descansa en lo que llegamos si —insistí.
—Solo unos minutos —dijo ya cerrando sus ojitos.
Lo arrope para sentarme y suspirar frustrado.
—Estará bien —me calmó.
—Gracias Pomi —asentí— de verdad.
El castaño asintió para prender el auto.
—¿A dónde vamos? —pregunte interesado.
—Primero por comida —se adelantó.
Fue todo lo que dijo, compramos un par de hamburguesas y refrescos al igual que comida para botanear.
Me quedé mirando la carretera viendo como nos alejábamos del pequeño pueblo, no sé en qué momento pero mis ojos cedieron ante el cansancio.
Desperté con el golpe en el hombro de pomi, mi teoría es que la maldad se concentra mas cuando son personas chiquitas.
—¡Llegamos! —anunció para bajar sin mas.
Asentí para ver por la ventana, una sonrisa se hizo en mi rostro al ver el paisaje... era algo que sin duda le iba a encantar.
Mi hermano seguía dormido en la cama de pomi, me senté a su lado para besar su mejilla y despertarlo.
—Ya llegamos hermanito —dije acariciando su cabello.
Mi niño despertó algo confundido para verme.
—¿Dónde estamos? —preguntó.
—Porque no bajas para averiguarlo —sonreí.
Apoyado de mí bajamos, una gran sonrisa se hizo en su carita al ver el mar frente a él.
Mi hermanito me abrazó sin más, caminamos a la playa mientras pomi bajaba las cosas, nos sentamos en la arena mientras le quitaba los zapatos a mi hermano para que pudiera sentir la arena con sus pies.
—¿Qué tal? —pregunté.
—Se siente bien —sonrió— puedo tocar el agua.
Asentí para tomar su mano y apoyarlo a caminar, era una realidad que cada vez estaba más débil, lo sabía bien, tenía más bajones últimamente y respirar le empezaba a ser más difícil.
Pero camino hasta el orilla del mar como nunca lo había visto.
A la orilla sonreía cuando el agua cubría sus pies, dejando ver un par de peses.
—Está helada —dijo feliz— me quiero meter todo.
—Te vas a congelar —negué sutil, por los puertos en su cuerpo no podía mojarlos.
Mi hermano me abrazó con fuerza.
—Gracias Beck —dijo contento.
Lo abracé más para revolver su cabello.
—Yo... lamentó haberte pegado no era mi intención —me disculpé una vez más— es que no me gusta que hables así me oíste.
—Lo sé... sé que no te gusta que hable de eso pero puedes hacerme un favor —pidió.
Le miré un poco nervioso de lo que me pidiera.
—Sigue adelante... cuando muera, prométeme que seguirás adelante —pidió de todo corazón.
Me limité abrazarlo y asentir, estaba consiente de que el día que muriera mi hermano yo también lo haría... mi hermano era mi mundo, y perderlo solo significaría perderme.
Nos fuimos a sentar para comer, mi hermanito decidió hacer castillos de arena, cosa que no había hecho en su vida por lo que estaba muy feliz.
—Gracias Pomi —asentí.
El chico asintió mirando al horizonte.
—Eli dijo que vivías con tu tío, ambos viven en ese remolque —me interese.
Pomi negó sin decir más.
—Ya, si no quieres hablar de tu tío esta bien... te entiendo —afirmé.
—Es un buen hombre —asintió— me deja estacionar mi remolque en su patio.
Asentí sin entender el porqué.
—Me voy —dijo de la nada.
—Am si quieres podemos tomar un taxi y...
El chico negó para mirar a mi hermanito por unos minutos.
—Yo tenía una hermana —murmuró— se llamaba Julia, tendría la edad de tu hermano ahora —sonrió sacando una foto para mostrarla.
Una pequeña rubia que era la copia de pomi, una niña que no pasaría de los nueve.
—Mi papá la mató conduciendo ebrio y después yo lo maté a él —confesó.
Le miré sin saber que decir.
—Puedo preguntar cómo —le miré inseguro.
Mi amigo me miró, con una mirada que por fin entendía... una llena de tristeza.
—Nosotros íbamos en el auto... le dijimos que no conduciera pero aún así lo hizo —contó— nos estrellamos y el auto dio un par de vueltas... una barra de metal atravesó a mi hermana y la mato al instante.
Debí haber sido tan difícil...
—Sabes mi papá solo me dijo deja de llorar y ve por ayuda que me muero —sonrió irónico— así que me senté frente a él y espere a que se muriera.
—Jason... eso no significa que lo mataste —dije confundido.
—Pero tampoco hice algo para salvarlo —murmuró— y no hacer nada es tan malo como hacer algo, tu bien lo sabes.
Tenía toda la razón...
—¿A donde vas? —pregunté confundido— ¿Por qué te vas? —insistí
—Mi mamá... sigue buscándome para condenarme por lo que hice —contó— mi madre es una perra con dinero y no tengo intenciones de hablar con ella, hoy mi tío se entero que venía para acá y ya sabe donde estoy... así que lo mejor es que me vaya y probablemente no regrese.
No supe que decirle, no podía pedirle que se quedara... no sabiendo que estaría mejor lejos de su madre.
—Si necesitas algo... sabes que puedes contar conmigo —señale.
Pomi asintió tranquilo para darme una liguera sonrisa.
—No necesito decírtelo pero tu hermano te ama más que nadie en el mundo, aprovecha todo el tiempo que tengas con él —me recordó.
Asentí para ver a mi niño que jugaba con felicidad en la arena.
—Y Eli lo sabe ya —le miré.
—Si le digo temo lo que pueda hacerme —señaló— es capaz de adoptarme con tal de que me quede.
—El adopta todo lo que se mete en su camino —negué riendo.
El chico me dió la razón, al poco rato mi hermano se acurruco en mí para ver el atardecer, sin más lo miramos sin decir nada.
En cuanto empezó hacer frío fue hora de irnos, podía ver a mi hermano cansado pero aún con eso nada le quitaba esa sonrisa en su rostro.
Cargue a mi hermanito para meterlo a la casa pues estaba agotado.
—Gracias Jason —dijo adormilado.
—Cuídate chico y a tu hermano igual —le sonrió extendiendo el puño a lo que contestó mi hermano con un débil puño.
Lo fui acostar para despedirme del chico.
—Dáselo a Kraken quieres —pidió dándome un collar con piquitos y su placa con su nombre.
—Claro, así dará algo de miedo —asentí mirándolo.
De temible sólo tenía el nombre.
Me atreví a darle un abrazo fugaz porque sabía que no lo vería en un tiempo o tal vez nunca más.
Correspondió a un abrazo fugaz para darme una sonrisa he irse sin decir más.
—Fue un honor conocerte —dije para mi.
Entré a la casa para arropar a mi hermanito.
—Acuéstate conmigo —pidió adormilado.
—Solo un rato de acuerdo— acepté acomodándome a su lado.
—Te amo Beck —susurró.
—Yo más hermanito —afirmé besando su mejilla.
Aquel día siempre sería uno de los mejores de mi vida, pues había valido todo con tal de verlo sonreír, y encerrado en esa celda con una vida de mierda solo podía pensar en esa sonrisa... esa que me daba las ganas de soportar esta mierda.
Pido perdón por la tardanza, en mi defensa pensé que ya lo había subido 🥲
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