Good boys
ALTO: Antes de leer quiero decir que este capítulo contiene temas sensibles que podrían afectarte o no sentirte cómodos con ellos, lee el aviso en la imagen para saber de que se trata, de no ser así nos vemos en el siguiente capítulo <3
Los buenos chicos no hablan...
Es lo que me decía mi mamá cuando era pequeño.
Los chicos buenos no hablan cuando los adultos están hablando.
No hablan cundo le preguntan la edad a mamá y mucho menos hablan cuando los del banco vienen y no deben saber que estamos aquí.
No hablan cuando los doctores te preguntan porque tienes moretones por todo el cuerpo.
No hablan cuando la trabajadora social te pregunta si mamá es buena.
No hablan cuando los hombres mayores te están tocando porque te puede ir peor...
Y ahora no hablan cuando están limpiando la sangre de su madre muerta... limpié y limpié hasta que el suelo se veía tan blanco como no se veía en años.
Limpié hasta que mis manos me ardieron... hasta que el nudo en mi garganta no me dejaba respira.
Me metí a bañar quedándome en el agua fría hasta que la alarma de mi teléfono sonó.
Salí para apagarlo, para mi suerte mi hermano se había quedado dormido, hoy no tenía las fuerzas para ir a trabajar por lo que me disculpe con Grant para acostarme a un lado de mi hermanito.
Ese calor que necesitaba en estos momentos, desperté por su mano jugando con mi cabello.
—Se te va hacer tarde —me despertó.
—No importa —me quejé acomodándome.
Mi hermano negó para revolver mi cabello y apurarme, bufé pero tenía que ir y hacer como si nada hubiera pasado.
Rita llegó para hacerse cargo de mi hermanito, para estos momentos yo solo sentía que iba en modo automático.
No sé qué decía o que hacía, incluso cuando Eli me incitó a que lo hiciéramos en los casilleros lo hice de forma automática.
Tenía miedo... estaba aterrado de que me descubrieran y cuando aquel hombre que conocía bien llamó a la puerta del salón sentí como mi corazón se paró.
—Señor Jones salga por favor —pidió el profesor, seguro de que había hecho algo malo otra vez.
El hombre no dijo mucho solo caminamos hasta salir al pateo de la cafetería, tenía que ser inteligente si quería sobrevivir a esto.
—Beck me temo que tengo malas noticias —dijo aquel hombre que conocía bien, que me odiaba sin tener que ocultarlo.
No lo culpo... quien quiere que su hijo se junte con alguien como yo.
—¿Es sobre mi madre? —pregunté tranquilo.
—Si —contestó él.
—Ahora que hizo —me adelanté con molestia— si está en prision dígale que no podré sacarla esta vez...
—No —me detuvo negando— Beck anoche tu madre tuvo un accidente de auto, ella venía en estado de ebriedad y terminó en el lago —dijo con la calma de un hombre que está acostumbrado a esto— está muerta, lo siento.
Muerta... mi madre estaba muerta y se lo habían creído.
—No... mi mamá no está muerta... ella siempre conduce así —dije frustrado, frustrado porque siempre era así pero su muerte había estado en mis manos.
—Lo siento mucho chico —me calmó poniendo su mano en mi hombro.
Me quedé callado por un instante, llorar no era algo digno de mi... pero entonces recaí en que si me lo habían dicho aquí es probable que en casa ya hubieran dado la noticia.
—Mi hermano... yo tengo que decírselo... tengo que estar con él —me apresure.
—Lo harás, pero ahora necesito que vengas conmigo para reconocer el cuerpo —explicó el hombre.
No quería pero asentí para seguir al hombre.
Entré a esa patrulla, esta vez adelante y no atras como estaba acostumbrado.
Llegué a la estación donde se puede decir que ya era conocido, esta vez no me miraban con odio solo con cierta pena.
Bajamos a los grandes refrigeradores, por dentro estaba temblando pero solo tenía que ver ese estupido cuerpo una vez más y listo.
—¿Listo? —me preguntó.
Asentí cansado para entrar nervioso, ahí estaba sobre esa plancha, hinchada por el agua, había tomado un color raro y aún con eso se podía ver que era ella.
—Beck... ella es tu madre, Jessica Jones —me preguntó el.
—Si... es ella —confirme.
El hombre asintió para palmear mi hombro.
—Lo hiciste bien Beck, vamos tienes que firmar unos papeles —me llevó.
No le hice caso para salir y encontrar el primer bote de basura que encontré y descargar la comida inexistente de mi estómago, solo tenía medio vaso de leche y un pan que me obligó a comer Eli.
—Tranquilo Beck —me dijo el hombre.
Nunca había visto así de amable al padre de Sam, pero la situación me hizo ver que no era un mal hombre, me dió un refresco y un emparedado que me obligó a comer, Linda llegó un momento después para llevarme a casa.
—Quieres hablar de esto —me miró insegura.
Negué para recargarme en la puerta del auto.
—Ahora que...
—¿Qué quieres hacer? —me preguntó— tienes dieciocho, llevarte a un orfanato no es opción.
—Quiero quedarme con mi hermano, puedo hacerme cargo de él...
—Beck —me llamó ella.
—Lo he hecho toda mi vida —le insistí— solo me tiene a mi, no quiero... que pase sus últimos años de vida solo.
Linda suspiró para asentir.
—Veremos que se puede hacer de acuerdo —me calmó— quieres que yo le diga...
—No, debo decirle yo —me adelanté.
—Bien cariño —asintió— te ayudaré con los trámites de acuerdo.
Asentí, estaba exhausto realmente, al llegar a casa ahí estaba mi hermano en el sofá leyendo un libro, Rita nos vió para saber que no era bueno.
Me acerqué a mi hermanito que me miró sonriendo.
—Beck —me dijo mi hermano feliz— ¿Qué haces aquí tan temprano? ¿Estas bien?
—Si yo estoy bien solo —suspiré para sentarme a su lado y abrazarlo.
—¿Qué pasa? —preguntó preocupado.
Me quedé en silencio sin hayan las palabras, mi hermano tomó mi mano para apretarla suavemente y sonreírme...
—Cas, mamá falleció —le dije por fin.
—¿Qué? No —dijo asustado— ella no...
—Lo siento Cas, iba manejando ebria y bueno chocó —le expliqué.
—Pero ella siempre maneja así Beck, no, no puede ser —gimoteó— no puede estar muerta.
—Lo siento hermanito —lo calmé.
Mi niño empezó a llorar desconsoladamente, lo cargué para calmarlo permitiéndole llorar en mi hombro.
Esa era mi consecuencia, verlo sufrir era mi condena por haberle arrebatado a su madre... y odiaba verlo así.
Al final se que dormido de tanto llorar.
Linda y Rita me ayudaron a preparar todo, el funeral me daba igual, solo quería que toda esta mierda terminara.
El funeral fue lindo supongo pero al final del día solo quedábamos nosotros dos, mi hermanito había llorado tanto que terminó con un mal dolor de cabeza.
—Duerme un rato si —pedi acariciando su cabello.
—No quiero —se quejó, no quería dejarme solo.
—Hagamos algo si —me senté a su lado— si duermes un rato prometo pedirle a Eli que traiga a Kraken te parece.
—Lo prometes —dijo inseguro.
—Lo prometo —acaricie su mejilla— ahora duerme de acuerdo.
Mi hermano asintió para quedarse dormido de inmediato, me fui a la sala para tirarme en el sofá y respirar... respirar como no lo hacía en años.
El timbre de la puerta sonó, me levanté sabiendo quién era.
—Eli te dije que vinieras más tarde —regañé abriendo la puerta.
Mi amigo no había podido ir al funeral pues el idiota se había cortado y terminado en el hospital... aún así no lo hubiera querido ahí porque a su lado me sentía débil... como en verdad soy.
—Hola niño —saludó Grinch.
—Grinch... qué haces aquí —dije agitado.
—Vine hablar contigo —mencionó— mi esposa te manda esto.
El hombre me mostró el recipiente lleno de lasaña.
Suspiré para dejarlo entrar pues tenía hambre y esa era una muy buena lasaña.
El hombre me ofreció uno de los cubiertos para que comiera, lo acepté porque en verdad no había comido bien en días.
Empecé a comerla sin importar que, estaba buena...
—¿Tu hermano? —preguntó preocupado.
—Dormido, se sentía un poco mal —dije comiendo más.
El grinch no dijo nada, dejándome comer sin molestar.
Me acabe el plato sin darme cuenta, el hombre se limitaba a ver mi casa.
—Va empezar con sus sermones porque...
—Vine a ver cómo estabas —me calmó.
—Mi madre murió y ya está —señale.
—¿Y solo porque murió significa que todo lo que te hizo ya paso? —insistió.
—No... no quiero hablar de esto —me levanté.
Me levanté para ir a la puerta y abrírsela.
—Gracias por la lasaña ya se puede ir —pedi.
El hombre se levantó para dirigirse hacia mi y abrazarme con fuerza.
—No... suéltame —pedi tratando de safarme.
—Ya estás bien Beck... ya estás a salvo —me abrazó más— estás a salvo.
Tal vez era el cansancio de años, el peso de la vida o yo que sé... tal vez si necesitaba un abrazo, pero en ese momento me quebré en el hombre.
Había llorado con Sam en el cementerio... pero ahora, ahora sólo quería sacar todo lo que tenía dentro.
Creo que lloré por más de una hora hasta que los sollozos se detuvieron.
Terminamos sentados en el sofá, me había recargado en su hombro, me dolía todo y sentía mis ojos que me iban a explotar.
—¿Cómo te sientes? —me preguntó.
—Soy... mala persona si digo que estoy feliz —insinué preocupado— que me alegro de que se haya muerto.
—No Beck, no lo eres —me calmó— es razonable en tu situación.
Suspiré, hoy había enterrado a mi madre... y con ella quería enterrar mi pasado.
—Comenzó cuando tenía seis... tal vez antes —me abrí lo que contaría una vez en mi vida y dejaría atrás— su nombre era Paula, ella le dijo a mi madre "que lindo hijo tienes" y mi mamá le dijo que me rentaba por hora.
Ese perfume barato de hace años me llegó otra vez a mi.
—Mamá lo dijo de broma en un principio —conté— pero en cuanto ella sacó el dinero dejó de serlo.
—Ella abuso de ti —pronuncio.
—No, al principio solo me vió desnudo —conté— después fueron algunos toqueteos hasta que tiempo después lo hizo, pero ella le decía a mi madre que estaba bien, que no iba a recordarlo porque era muy pequeño... pero lo hago, siempre lo hago.
El hombre asintió, no iba a decirme nada solo me iba a escuchar.
—Una vez que alguien... cae en eso, el dinero fácil sin trabajar se convierte en un vicio —expliqué— después de Paula empezaron a llegar más, mujeres, hombres y cualquiera que pagará la cuota.
Era un milagro que no me hubiera contagiado de ninguna ETS.
—Al principio pensé que estaba bien, mamá era linda conmigo y siempre que lo hacía me compraba cosas —expliqué lo que me asqueaba— pero en cuanto más fui creciendo más entendía lo que pasaba y dejé de sentir que estaba bien.
Era solo un niño...
—Cuando cumplí los ocho hubo un hombre... se llamaba Jon —recordaba su nombre— cuando estaba ahí solo me desconectaba para no sentir... para no escuchar... pero ese hombre le gustaba otras cosas, le gustaba hacerme daño.
Aquel desgraciado le gustaba golpearme, morderme o rasguñarme...
—Una vez me golpeó tan fuerte que me fracturo una pierna —le conté— grité del dolor y le di una patada en su diminuto pene... mamá me regañó y me dijo que no podía hacer eso porque no iban a pagar.
Esa rabia en mí seguía activa.
—Ese hombre le contó a sus amigos que eran iguales —expliqué— a esa edad ya no quería seguir y se lo dije a mi madre y sabe que me dijo...
—¿Qué? —preguntó asqueado.
—Me dijo "bien entiendo si ya no quieres, creo que es momento que tu hermano aprenda de ti" —pronuncie dolido— y a partir de ese momento no tuve escapatoria, porque no podía dejar que mi hermano pasara por lo mismo.
El hombre asintió para cerrar los puños asqueado.
—Pero se detuvo después de ese hombre —susurré— era un gordo asqueroso que al igual que los demás le encantaba golpearme, me hizo mucho daño al introducir su pene en mi... pero ese idiota se excitaba ahorcando a las personas.
—Te ahorcó —supuso.
Asentí recordando, mis puños golpeándolo, tratando de que me soltara pataleando y rogando que me dejara respirar hasta que poco a poco todo se fue nublando para mi.
—Él... me mato —afirmé— por un par de minutos tal vez, solo recuerdo despertar y ver a mi madre sobre mi, me tuvo que resucitar prácticamente, acabe muy mal... fue cuando me di cuenta que no valía la pena vivir así.
El hombre me miró lleno de ira que se estaba guardando.
—Pase un par de días sangrando, me quería dejar morir así que dejé de comer, de beber, me quedé en cama sin moverme porque de moverme dolía —conté— no me moví de esa cama apesar de las súplicas de mi hermanito por mi.
El grinch suspiró para asentir.
—Creo que fue la única vez en su vida que sintió culpa —señale— al parecer ese hombre tenía un padre doctor así que mamá lo chantajeó para que me revisara, tenía estrés post traumático y depresión —conté lo que aquel hombre le dijo a mi madre— tenía ocho años y a ella no le importó.
No había palabras que dijera que me hicieran sentir mejor, pero en ese momento solo necesitaba que me escucharan.
—Me dejó descansar por meses hasta que volvió, aunque después de eso ya no fue tan seguido y nunca más dejó a hombres como ellos tocarme pero aún así lo hacía —expliqué— cuando aprendí como golpear fue cuando dejó de usarme.
—Beck tú madre...
—Era una perra —complete— que ahora está muerta.
—Lo está Beck —me abrazó— y ya no puede lastimarte.
Los niños buenos no hablan... hasta que son libres.
Perdonen la demora... fue un capítulo muy duro de escribir, pero que explica mucho de la historia de Beck.
Nos vemos en el siguiente capítulo, gracias por leer hasta aquí 💕
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