Condenados
La recuperación siempre fue difícil para mi, mi sistema inmune es una burla y sabía que estos huesos tardarían en sanar siendo lo más probable que nunca sanaran por completo.
Sin embargo había algo que debía controlar y eso era el dolor... porque no estaba dispuesto a tomar la medicina sumamente adictiva para el dolor.
Desperté a media madrugada por el dolor.
—Sabes que esto no te lo quitará verdad —dijo mi hermano dándome un paracetamol.
—Al menos lo bajará —señalé lo que no era verdad.
—No lo hará —negó sentándose a mi lado— no tiene nada de malo tomarlas, yo las tomo.
Mire a mi hermano para negar y besar su frente, mi hermano vivía con dolor crónico... y si las tomaba porque de otra forma no podría vivir con él dolor.
—Me puedo aguantar si — lo calmé acostándome—Vamos a dormir.
Mi hermano suspiró para acomodarse a mi lado y abrazarme. No pude dormir, aún así no faltaba mucho tiempo para despertar e irme a trabajar.
Estaba a cargo de la caja, aunque en las mañanas no había mucho que hacer.
—¡Nos vamos papá! —gritó Eli.
—Sus almuerzos —dijo dándonoslo.
—Gracias —sonreí— adiós Kraken.
Me despedí del perro quien llegó para morder mis agujetas como siempre.
Salimos para ir a la escuela, Eli me tomó de la mano buena a lo que miré confundido.
—Me das mi mano por favor —le mire serio.
—¿Qué? es demasiado gay para ti —atacó riendo.
—No pero estas pendejo y no sabes caminar y si caemos me voy a joder más la mano —señale lo que era verdad.
—Justo —me devolvió mi mano.
Nos paramos un par de veces más por los perritos del camino.
Me sobe el hombro pues empezaba a dolerme el brazo por completo.
—¿Estas tomando tus medicinas? —me preguntó preocupado.
—Las del corazón si —evadí.
—¿Y los analgésicos? —insistió molesto.
Me detuve para mirarlo, el chico no podía ocultar nada.
—Mi hermano te envío no es así —vi sus sucias intenciones.
—Está preocupado solamente —remarcó— no le gusta verte sufrir y a mi menos.
—Estoy bien Eliot no exageres —lo calmé.
—¿Lo estas? —preguntó irónico— engáñate lo que quieras pero a nosotros no... se ve que te duele.
—No tomare la maldita medicina así que deja de joder —lo empujé.
—No acabarás como tú madre por tomarlas —dijo arrepintiéndose al instante.
Escuchar mi miedo de su boca me formó un nudo en el estómago.
—Tu que sabes —lo miré riendo con molestia— vine a este puto mundo siendo adicto, y si empiezo estoy seguro de que no pararé porque esta en mis genes.
—¿Qué? —preguntó confundido.
Suspiré para mirarle.
—¿Sabes lo que es la abstinencia verdad? —le pregunté a lo que asintió— bueno imagínate eso en un bebé, básicamente nací con un síndrome de abstinencia gracias a que mi madre bebía y tomaba drogas cuando estaba en su vientre.
Esa mirada... pena pura como siempre.
—Nada me asegura que no lo seré y me niego a perderme en las drogas como ella —afirmé— ahora si te digo que puedo es porque puedo.
Eli asintió dándose, llegué a la escuela agotado por el dolor, tenía terapia y aunque no quería sabía que debía tomarlo.
Entré a la oficina donde estaba el grinch leyendo mis expediéntes.
—Ja y dijo que nunca los leería —me burlé.
—Estoy armando un caso —explicó— me cansé, haré esa llamada —sentenció.
Le miré inseguro pero toda su cara me decía que era verdad.
—No lo hará —negué acomodándome en el sofá— me despierta cuando sea hora de irme.
El solo suspiró para mirarme.
—No puedo seguir con esto Beck —confesó— entre más leo e investigo...
—El que lo vivió fui yo no usted y estoy bien —señalé.
—No lo estás, claramente no cuando para huir de tu dolor mental tienes que recurrir al dolor físico —se negó— necesitas ayuda y te la daré quieras o no.
En ese momento sentí un nudo en mi garganta.
—No —señale con molestia— no se atreva.
—Lo siento Beck pero no seguiré viendo como te lastiman —afrontó.
—¿Por qué? Porque no solo puede ser como los demás y dejarlo pasar carajo —pate la mesa haciendo caer un pequeño florero rompiéndolo.
—Porque me he encariñado contigo Beck y esto no funcionará así —suspiró— no puedo seguir siendo tu psicólogo.
Una pequeña risita salió de mi.
—Bien será uno más en la lista —me levanté.
—Beck no te voy abandonar, haré la llamada y estaré todo el tiempo contigo en este proceso me aseguraré...
Entonces recorrí a lo de siempre.
—Si hace esa llamada dire que usted abusó de mi —solté.
Algo que no quería usar.
—Beck, así es como quieres hacer esto, con amenazas —me miró con cierta molestia.
—Si usted me arruina la vida no veo porque yo no —me quejé.
—Crees que funcionará —mencionó con cierta molestia.
—Mi vida ya es una mierda quiere arruinarla bien, pero mientras se averigua si es verdad o no, nadie lo contratará y aunque se sepa que es mentira no muchos confiarán en usted —dije lo que probablemente pasaría.
Podía ver la molestia en su cara, me levanté no sintiéndome mejor pero él me había orillado a lo mismo de siempre.
—Lo siento... pero así usted lo quiso —suspiré— hágase un favor y aléjese de mi, ninguno de los dos quiere salir lastimado.
Me fui sintiéndome una mierda ¿Me gustaba ser así? Claro que no... pero no podía permitirme ser menos, porque la vida, la vida es una mierda que si no te adelantas te pisotea.
Me refugié en él gimnasio pues al ser cerrado me daba un poco de calor y casi siempre estaba vacío.
Mientras intentaba dormir sentí que alguien se sentaba a mi lado.
Supuse que era Eli o Pomi, grata fue mi sorpresa al ver que no era ninguna de los dos.
—Tengo una mano rota pero la otra es capaz de partirte la madre si no te vas —amenace molesto.
Tristan me miró para pasar saliva.
—Yo... sólo quería saber cómo estás —se adelantó alejándose un poco.
Le miré para negar irónico.
—Como si te importara —susurré.
—Bueno Cas me dijo...
Me giré para jalarlo de la chamarra hacía mi.
—No te atrevas a meter a mi hermano como si tú y él fueran amigos —gruñi.
Si, estaba molesto con él por abandonarme y aún más por abandonar a mi hermanito.
—Aún lo soy —susurró levantándose.
El menor me miró para sacar de su mochila una pomada y dármela.
—Se que no te gusta tomar la medicina y bueno esto no es un remedio pero creo que te puede ayudar —mencionó— no tienes que recibirla pero... al menos esto le dará un poco más de tranquilidad a tu hermano.
No dije nada, el chico la dejo a mi lado para irse, la tomé tiempo después para bufar molesto.
El par de pendejos llegó para sentarse a mi lado.
—Hiciste llorar a tu psicólogo —anuncio Eli comiéndose un pan.
—¿Cómo sabes? —pregunté confundido.
—Fuimos acusarte y lo escuchamos —asintió restándole importancia.
Pomi me miró por unos segundos.
—¿Qué? —pregunté molesto.
El solo negó para darme uno de los panes de chocolate.
Me lo comí pues tenía algo de hambre.
No me sentí bien todo el día, el dolor físico y mental no eran una buena combinación.
Me fui temprano de la panadería pues tenía que pasar hacer la despensa, Eli insistió en acompañarme pues quería ayudarme.
—Como que no puedo pasar —se quejó en la entrada— es un delito que me impidan la entrada.
—Usted puede pero el perro no —señaló a Kraken quien se limitaba a morder la mano de su dueño con sus mini dientes.
—Es un perro de apoyo emocional —se justifico.
Lo era... soportar los dramas de Eli no era fácil.
Lo dejé peleando para entrar y hacer mi súper, la dieta de mi hermano era especial, y para ser alguien que casi no comió la mayor parte de su vida mucha de la comida me caía mal, por lo que mi dieta se reducía bastante.
Mientras escogía la leche correcta la caja se me cayó al suelo, por suerte no había sido de cristal.
Me agache para recogerla cuando una mano me gano para tendérmela.
—Hola Beck —saludó Linda.
—Señora Grinch —murmure nervioso.
—Llámame Linda —me recordó.
Asentí algo nervios, seguro que aún no sabía que pasaba.
—Hola Beck —me saludó Tim.
—Hola amigo —choque puños con él.
Linda me miró para sonreírme.
—Te gustaría ir a cenar con nosotros —me invitó feliz.
—Am lo siento pero me esperan en casa —murmuré.
—Puedes llevar a tu hermano, me encantaría conocerlo —me animó.
Sonreí débilmente para negar.
—Gracias y... lo siento —susurró.
Me aparté para irme sin más, solo faltaba tiempo para que me odiara como todos.
Me acerqué al área de libros para ver si había algo nuevo para mi hermanito, lo había pero ya no me alcanzaba pues la comida era algo cara, volví a dejarlo en su lugar cuando alguien lo puso en mi carrito.
Me giré para ver a la persona.
—Te pareces a mi hermano —me quedé mirando a Pomi— me harás decirte que no igual —bufé poniendo el libro de nuevo en el estante.
Cual niño chiquito me miró molesto para tomarlo y echarlo en el carro de compras.
—Yo invito —asintió.
—No es...
—Comisiones —sonrió dichoso sacando el dinero.
Negué pero terminé aceptando, mientras pagaba miré al chico en el que recaí.
—¿Qué haces aquí? —pregunté confundido.
—Compras —afirmó botando su canasta con sus fideos de bolsa y comida rápida para el horno.
Realmente no sabía nada del chico, ni donde vivía o como era su situación, lo único que sabía era su nombre y no gracias a él.
Al salir ahí estaba Eli comiendo un hot dog junto con Kraken, pomi se acercó para cargar al perrito, un dato más que sabía de él.
—Ese policía es un imbecil —gruñó.
Asentí, pero solo a él se le ocurre traer al perro a un lugar donde no aceptan perros.
—Gracias —le dije a Jason mientras devolvía el perro a su dueño.
Pomi solo asintió, chocando puños y desapareció como si nada.
—¿Qué sabes de él? —pregunté confundido.
—Prácticamente lo mismo que tú —bufó— y creo que vive con uno de sus tíos pero nada más sé eso.
Asentí, quería saber un poco más de él.
Llegué a casa para guardar las cosas, mi hermanito estaba tomando una siesta así que no me moleste en despertarlo.
Mamá llegó con la botella en mano para verme con asco como siempre.
—Mierdita —saludó.
—Zorra —contesté sin mirarla.
—Eres un envidioso sabes, teniendo tantos analgésicos y sin compartirlos con tu madre —me gruño.
—Si los quisieras ya los hubieras robado, no es la primera vez que dejas a uno de tus hijos sin medicina no —susurré.
Como siempre me llevé un golpe con la primera cosa que se encontró, su mínimo de decencia hizo que al menos no fuera en mi brazo malo sin embargo el movimiento al tratar de defenderme si me dolió.
Ella se fue dejándonos como siempre, entré a mi habitación donde ya estaba mi hermano despierto.
—Buenos días bello durmiente —salude besando su frente.
Esa sonrisita se hizo en su rostro mientras tallaba sus ojitos para despertar.
Saqué el libro para dárselo a lo que me miró emocionado.
—Gracias Beck —dijo feliz— ya no tenía que leer.
—Lo sé —besé su frente.
Mi hermanito me abrazó recargándose en mi hombro bueno.
—¿Cómo te fue en tu día? —preguntó confundido— qué tal va la terapia, espero que bien.
Yo... no dije nada, quería mentirle, decirle que todo estaba bien, que yo estaba bien pero esta vez no pude.
Una lágrima brotó por mi mejilla que no pude evitar.
—Está bien hermano —me jalo a él recargándome en sus piernas para acariciar mi cabellos con dulzura— estamos juntos, solo eso necesitamos.
Me dejé llevar por qué me dolía, fue la única vez que me quebré frente a mi hermano.
Cosa que supe tiempo después es que el Grinch nunca se rindió conmigo y a pesar de mi amenaza el si armo un caso y presento la denuncia de maltrato infantil, la cual no se procesó hasta meses después de la muerte de mi madre.
Él nunca me abandonó...
Ay ya no faltan muchos caps para el final🥲
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