CAPÍTULO 74
Una cara conocida se encontraba de entre todos aquellos hombres. Se trataba de Ludwig, el que una vez me salvó el pellejo y logró que no solo me reencontrara con mi familia, sino también con mi amada Madeline. El grupo era enorme y parecían llevar una especie de uniforme de batalla.
Vestían una malla metálica que les cubría el pecho, además de varias piezas metálicas provistas por las piernas y brazos. Algunas partes del cuerpo estaban descubiertas ya que, por su naturaleza, requerían de libertad total de movimientos para poder atacar. A nuestro encuentro, vinieron el resto de brujas con sus cetros iluminados por una extraña energía.
Podía sentirse el hormigueo constante en nuestros brazos y espalda; una sensación típica cuando una fuente de energía mágica se encontraba cerca.
La anciana que nos recibió en su cabaña fue la que habló en nombre de todas. Su seguridad le valió el nombre de líder, pues era el tipo de persona en la que podías poner tu propia vida en sus manos. Con la mirada al frente, se dirigió a todos con una voz tan profunda, que resonaba en nuestro pecho.
—Amada familia y amigos, debemos de derrotar aquí y ahora al que tanto daño nos ha causado. No muy lejos de aquí, hemos abierto una cúpula de energía en cuyo interior se encuentra un potente veneno. Estamos seguros que Sebastián ha venido con refuerzos, por lo que los vampiros pueden eliminarse fácilmente si son llevados a esa cúpula de energía. En nuestros cetros hay parte de ese veneno, por lo que nosotras también lucharemos con nuestras propias armas. No temáis a nada, pues la victoria siempre es del lado del bien.
Los hombres ovacionaron las palabras de la anciana, ordenando que las más jóvenes corrieran a los escondites donde se encontraban los niños, los enfermos y las embarazadas. Estaba tan oculto que, según la anciana, les era imposible acceder a nadie.
Y por lo que pude comprobar, Sebastián era alguien no grato en el lugar. No era para menos pues gracias al soplo de Drogo y Ludwig, pudimos saber sus oscuras intenciones. El problema sería contárselo a Catherine y a Nicole pues lo que sabíamos sobre él no era algo precisamente bueno. Al saber que era el que realmente manejaba el poder en El Exilio, nos hizo incluso reír cuando Nicolae y yo recibimos un mensaje de un número desconocido. Ambos nos esperaban ocultos en el exterior de la mansión, con unas capuchas que ocultaban su rostro. En un principio no creímos una sola palabra de la que dijimos, pero entonces las cosas comenzaron a cuadrar conforme nos presentaron evidencias.
El verdadero Sebastián no era el que siempre conocimos; aquel era un asesino con ínfulas de poder. Desgraciadamente, aquel pérfido ser se presentó en la vida de muchas personas, poniendo la vida de muchos completamente patas arriba.
Aquella noche vi a Drogo con otros ojos.
—¿De verdad crees que sería capaz de trabajar para aquellos que dañaron a nuestra familia? No he sido precisamente un santo, pero hasta un límite puedo llegar. ¿Adivinas el motivo por el que me sacaste de la cárcel aquel día, querido hermano? No es que estuviera ligando para llevarme a esa mujer a la cama, sino que estaba llevándomela para que recibiera su castigo porque, según tenía informado, había matado a varios humanos por su sed de sangre. Luego descubrí que su novio la maltrataba porque había sido pagado para castigarla al haber dado todo el dinero que su padre le dejó en herencia y construir con ello un colegio para niños no humanos. Sus queridos hermanos no vieron una sola moneda porque su padre conocía perfectamente lo avaros que eran sus hijos, por lo que la dejó a ella como la única beneficiaria al haber sido siempre un alma prudente.
—¿Crees que después del paquete que hemos recibido y saber todo esto de ti, podemos hacer como si nada pasara y aceptarte en la familia de nuevo? —Dijo Nicolae completamente molesto. Tenía razón, pero debíamos dejarle que se explicara.
Ahí fue cuando Ludwig dio varios pasos, dejando su silencio atrás para dar su versión. Ahí fue cuando todo se desmoronó:
—Él fue engañado como otros muchos, mediante la panacea de crear un mundo mejor para todos nosotros. En un principio pareció ser así, pero las cosas cambiaron en cuanto apareció el que intentó acabar conmigo. Yo vivía feliz en mi hogar e iba a ser el próximo Alpha. Había sido entrenado con esmero y dedicación, intentando siempre ser el mejor ejemplo para mi pueblo, pero entonces, alguien me atacó y, pensando que estaba muerto, usurpó mi lugar. Se quedó con mi familia y mi pueblo, bajo mi nombre: Sebastián.
—Espera espera, entonces, ¿Tú no eres Ludwig? ¿Qué demonios es esto? —Pregunté alucinado, pero él parecía incluso a punto de derramar alguna lágrima mientras que recreaba el pasado.
—Para ello tenemos que remontarnos al pasado, muy al pasado cuando era tan solo un niño. Las preocupaciones que tenía eran nimias en comparación a las que tendría posteriormente sin saberlo. Durante un tiempo estuve jugando con un niño que venía de visita pero que siempre se quedaba fuera del poblado con el pretexto de ser demasiado tímido y no soportar la presencia de mucha gente. Como el niño crédulo que era, me tragué su discurso y entablé una bonita amistad. Trascurrieron unos años hasta que, durante uno de nuestros juegos en los que nos escondíamos el uno del otro, fui herido de gravedad por su mano. Su aspecto pasó de ser un niño a ser un adulto cuyo rostro me hizo palidecer. Tomó poco a poco mis facciones, transformándose en mí por completo y así tejió su coartada perfecta haciéndose pasar por mí. Desde entonces, he tenido que vivir con el nombre de otra persona, pues fui encontrado por otra manada y criado bajo el ala de su Alpha. Le conté que quisieron matarme, que mi familia eran unos sádicos y que temía que me encontrasen para acabar lo que no pudieron. Con esa mentira, fui aceptado y criado como el hijo del Alpha y su posterior sucesor; ahora debía de dejar que el tiempo pasara y amistarme de nuevo con ese Sebastián falso sin que supiera que era yo mismo.
—Y nuestro hermano, ¿Dónde entra en esta intrincada ecuación? —Preguntó Nicolae intrigado por la historia de Ludwig. Echó una breve vista a Drogo de forma que podía apreciarse la enorme gratitud que le guardaba. ¿Hasta dónde llegaron todos esos secretos? ¿Hasta cuánto nos había ocultado?
—Cuando comencé a investigar el Exilio, fui uno por uno. Tenía la sospecha que muchos de ellos no estaban de acuerdo con todas esas prácticas pero que, una vez dentro, les era imposible salir y abandonar todo aquello porque serían perseguidos y exterminados. Vi algo en Drogo que me hizo sospechar si él realmente conocía las verdaderas intenciones del Exilio, por lo que lo seguí de cerca. Poco a poco, hice que coincidiéramos en algunos lugares en los que era enviado a por ciertas personas, pero siempre de forma prudente para que no pensara que lo estaba siguiendo. Cuando por fin vi que quiso ayudar a alguien que había sido encerrado en las partes más profundas del edificio, entonces supe que podía contar con él. Y el resto, es historia; yo le ayudé a él a salir y él me ayudó a mí a desenmascarar a ese farsante que tanto daño ha causado.
La mente daba vueltas con cientos de pensamientos que aún guardaba de aquella charla. Aun a pesar del sonido estridente del cuerno de guerra que los hombres lobo habían hecho sonar, todo mi cuerpo se encontraba agarrotado y apenas podía mantenerse alerta. Debía de tener precaución con la cúpula de energía que había sido erigida como trampa para Sebastián y sus esbirros, pues al ser vampiro, podría convertirse en mi garantía de muerte.
Y no sabíamos si habían creado algún tipo de antídoto por si alguna desgracia pasaba, por lo que las cosas se habían tornado realmente peligrosas. No tardó en aparecer aquel que sabíamos haría acto de presencia, no sin antes hacerlo con una caterva de soldados que parecían desear despedazarnos a todos sin compasión. Miré a todos y cada uno de los que nos acompañaban, en especial a Lorie, pues por su condición de visión, tenía mis reservas en cuanto a que ella luchara, pero la mano de Nicolae hizo que mis pensamientos se interrumpieran.
—No te preocupes, de todos nosotros, ella es la más mortífera.
—¿Por qué?
—Sencillo; no le teme a nada pues no puede ver al enemigo. No se ve amedrentada ante la situación pues es ella misma contra un mundo oscuro que bien sabe puede parecer más de lo que es o menos de lo que parece. No se dejará engañar por las apariencias ni por los ruidos; ella es la máquina más perfecta de matar que existe y he de decir orgulloso, que es nuestra hermana.
Antes de que el enemigo diese un solo paso, Lorie hizo un movimiento rápido, haciendo desplegar la katana que guardaba dentro de su bastón. El cascabel que colgaba de ella, era el único sonido que era importante para ella, pues era el olor el que delataba al enemigo.
—Están sudando, tienen miedo, pero yo no.
Y lo demostró, callándonos a todos. Con ese torrente de energía y esperanza, comenzamos a luchar por aquellos que estaban y los que habían abandonado el mundo terrenal.
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