CAPÍTULO 51
Y aquí os dejo un súper capítulo, espero que lo disfrutéis^^
Hacía tiempo en el que mis visiones no eran tan claras como de costumbre. Estaba desesperada por encontrar una pista que me dijera algo más acerca de lo que sucedió durante el tiempo en el que la señora Hudson estuvo de visita en la ciudad. Aunque los posos del té fueron claros con respecto a las razones de su muerte, algo no encajaba en todo lo que había pasado.
Ella vino de visita tras el suceso de los papeles de divorcio. Se encontraba en un estado extraño, con semblante tranquilo pero oscuro. Casi parecía haber aceptado un terrible destino. Me pregunté durante toda la noche qué demonios circulaba por su mente, pues desde que ella se marchó tras su breve visita, esa noche me fue imposible conciliar el sueño. Numerosas imágenes extrañas se enlazaban unas con otras sin darme algo claro a lo que aferrarme. A día de hoy, sigo sin ver nada claro acerca de todo lo que pasó.
Un pequeño ruido a mi espalda me hizo ajustarme las gafas en el puente de la nariz. Gared estaba mirando por la puerta de la tienda, golpeando el cristal con sus dedos trasparentes. La presencia de aquel niño me daba un poco más de paz; quizás porque su inocencia era un bálsamo entre todo lo malo que estaba ocurriendo. Le llamé para que viniera a hacerme compañía, dando golpecitos sobre el colchón. Apenas le había preguntado cosas sobre él desde que apareció y se quedó conmigo, por lo que decidí que era el momento.
—Gared, quisiera saber un poco más de ti.
—Señora Betty, no hay mucho que contar. Apenas tengo memoria de mi persona, por lo que mis respuestas podrían no ser satisfactorias.
—A veces pareces un adulto en el cuerpo de un niño. Tienes una forma peculiar de hablar—Le dije con una sonrisa. Él también me sonrió, pero hubo algo en el fondo de sus ojos, que había cambiado. Fue un solo segundo, lo suficiente para que una bruja entrenada como yo se diese cuenta.
—Dime, los fantasmas se aparecen a los demás cuando tienen algo pendiente por hacer. En tu caso, algo te dejaste por hacer.
Gared se puso pensativo con esa inocencia que me tenía acostumbrada. De nuevo me miró con una sonrisa genuina.
—No señora Betty, no recuerdo porque estoy aquí. Pero tengo claro que deseo ayudarla, así que eso haré. ¡quizás esa es la razón por la que aparecí ante usted!
Aquello volvía a chirriarme. En caso de necesitar ayuda, había muchas almas que yo misma había guiado hacia su descanso eterno; ningún fantasma se aparecía ante alguien a quien ayudar si ese alguien no hubiera sido una persona importante en su vida. Yo era desconocida para ese pequeño y, aun así, parecía conocerme por pequeñas sutilezas que había empezado a observar. Siempre que buscaba el azúcar en el armario, él me señalaba donde se encontraba el azúcar moreno en vez del blanco, conocía mis preferencias en cuanto al tiempo y también, la fragancia que más me gustaba elegir en mis inciensos.
Eran sutilezas, pero estaban ahí.
Quería investigar un poco más acerca del chico, por lo que continué preguntando acerca de su muerte. Si algo recuerdan siempre los muertos, es la razón por la que dejaron de existir y la razón por la que vagan por la tierra.
Pero Gared, una vez más, negó con la cabeza sin tener una respuesta clara.
Era bien entrada la noche, pero no podía dormir ni tampoco quedarme donde estaba. Aquel niño me había inquietado demasiado, por lo que deseaba marcharme de allí por unas horas para pensar con claridad. Decidí urdir una excusa creíble.
—Gared, tengo algo que pedirte. Necesito dar un paseo sola, pues esta vieja tiene muchas cosas en la cabeza. La desgracia de vivir tanto es que muchas veces a una le asaltan pensamientos oscuros. Por favor, ¿Podrías cuidar de casa mientras estoy fuera?
Aquel niño me miró con más seriedad que de costumbre, ¿Acaso estaba sospechando de que pudiera hacer alguna tontería? Por su rostro, empezaba a pensar que no me dejaría sola y que me acompañaría a todas partes como solía hacer desde que apareció en mi vida. Muy raras veces, me dejaba sola.
Pero me sonrió en silencio y asintió. Se quedó sentado en la esquina del dormitorio, en mi sofá favorito de lectura, mientras que me colocaba una chaqueta para marcharme. Le di las gracias varias veces, prometiendo no tardar demasiado. Una risa angelical salió de su boca, diciendo que sabía perfectamente que no tardaría.
Algo no iba bien, algo terrible y no sabía el qué. Mis pies me llevaron al lugar al que debía marchar, porque por mucho que mi presencia molestara, necesitaba ayuda y ellos también me requerían. Mirando siempre a todos lados, me apresuré a ir a la mansión de los Bartholy, donde a diferencia de lo que pensaba, todas las luces estaban encendidas. Los vampiros no es que durmiesen mucho, pero por la hora que era, era extraño que no se encontrasen entre las sábanas. Mis manos temblaban cuando toqué al timbre; sentía como si alguien me observara desde cada rincón oscuro.
Suspiré con fuerza cuando una joven me abrió la puerta, empujándola con suavidad para que ambas pasáramos y cerrásemos la puerta con llave. Su rostro parecía preocupado.
—¿Señorita Betty? ¿Qué desea a estas horas?
El pecho me dolía; el corazón me latía con tanta fuerza que parecía que iba a sufrir un infarto. La mujer se alarmó por mi aspecto, llamando a todos los presentes en la mansión para socorrerme. Miré a todos y cada uno de ellos, incluyendo a Drogo, el menor de los hermanos. Él también pareció reconocerme, pero desvió la mirada.
Con ese gesto, muchas cosas fueron dichas.
La mujer puso su mano sobre mi hombro para romper aquel hechizo extraño que había surgido entre el menor de los Bartholy y yo. Me disculpé de nuevo con la mayor serenidad que pude reunir, pero fue en vano. No cesaba esa sensación de peligro, pero uno de tal envergadura que amenazaba con comerme viva.
Nicolae no tardó en bajar ante el estruendo de mi llegada. Su mujer siempre andaba cerca de él, pero parecía que esta noche no lo estaba. Para mi sorpresa, parecían preocupados, de hecho, todos los miembros de la mansión parecían estarlo.
—Siéntese y cuénteme qué le ocurre. Siento si hoy nos encontramos un poco trastornados, pero es que esperamos que Nicole vuelva a casa pronto. Hace ya muchas horas que marchó y estamos muy preocupados.
—¿Algo anda mal? —Pregunté. Nicolae asintió levemente y por el rostro de todos ellos, no estaban muy de acuerdo de la escapada de Nicole. Sabiendo su temperamento, Dios sabía qué demonios le picó a esa muchacha como para perderse un día entero.
No deseaba causar más problemas, por lo que comencé a levantarme para marcharme a casa. Quizás esa sensación no era más que chaladuras de vieja; no podía olvidar que mis poderes no se encontraban en auge después de todo. Pero Nicolae me pidió que me quedase, que comprendía por qué me marchaba pero que mi presencia no les era ni mucho menos incómoda. Echando un rápido vistazo, no diría eso de todos los presentes, pues ese rubio se había escaqueado de mi presencia para marcharse a su dormitorio, probablemente.
—Veo que sigue escapando cuando algo sale mal—Dije en voz alta sin querer. Nicolae y Peter me miraron un tanto sorprendidos y yo quise que la tierra me tragara.
De nuevo, mis facultades se estaban perdiendo.
—¿A qué se refiere con eso? Desconocía que hubiera tratado alguna vez con mi hermano. No se ofenda, pero usted no podría considerarse de las candidatas que mi hermano suele elegir para pasar unas horas.
—Sé perfectamente que tu hermano es un mujeriego, pero que todo eso es una fachada que él usa para ocultar que tiene miedo. Está muerto de miedo de todo lo que le rodea y por eso, es vulnerable a que lo manipulen. El miedo nos paraliza, nos cambia y nos impide conocernos a nosotros mismos. Él vive sumido en ese miedo y, por desgracia, esa cura solo la podemos dar nosotros mismos.
Aquella respuesta dejó a todos los presentes en completo shock. Me odiaba a mí misma por haber soltado la bomba, pero tarde o temprano, otro lo haría. Cuando todos supieran lo que él ocultaba, quizás el mundo se quebraría un poco más. Agité mi cabeza a modo de molestia, comenzando a sacar el tema que me concernía.
—Siento toda la parafernalia que acabo de soltar, pero no era el motivo principal de mi visita. Sospecho que hay algo a mi alrededor que está impidiendo ejercer mis dotes mágicas, incluso obnubila mis sentidos más agudos y perfeccionados. He vivido muchísimos años, tantos que ya ni recuerdo el día en qué nací. No es que las brujas seamos inmortales, pero mi caso es distinto por haberme implicado con el mundo del Mas Allá. El problema es que, uno de los días en los que pedía que un espíritu me ayudase a encontrar respuestas, un niño apareció ante mí. Ese chico dice no recordar su muerte ni tampoco las razones por las que vino a mi presencia.
—¿Me estás diciendo que tienes un fantasma pegado a tu espalda desde hace un tiempo? —Preguntó Peter un tanto pálido. Asentí e intenté explicarles el porqué de mis cavilaciones.
—No sé si lo sabéis, pero es imposible que un espectro aparezca ante alguien al azar. Solamente se podría si un familiar o amigo cercano a la víctima, pide unos servicios a una bruja. Al tener el permiso, el espectro puede aparecerse ante la bruja, pero nunca sin la presencia del familiar o amigo que lo ha requerido. Es imposible que tampoco recuerde las razones de su muerte. Y para más sospecha, mis poderes siguen menguando; ese maldito niño está pegado a mí como un chicle y, a veces, le temo.
—Señora Betty, ¿Me está usted diciendo que el día que vino de visita...no vino sola?
—No, el pequeño me acompañaba. Siento no haberlo dicho, pero es la realidad. Temía que os incomodara, pero ya no puedo más. Tengo la sensación de que hay un peligro inminente cuando está cerca, de hecho, ahora que no está conmigo, siento que mis poderes comienzan a despertar de nuevo.
—¿Y si ese chico es la causa de todo ello? —Respondió Nicolae. La posibilidad era alta, pero las razones por las que lo hacía, me eran desconocidas. No comprendía el simple porqué. Era hora de saber más acerca de ese espectro y para ello, requería a un fantasma.
—Necesito hacer un ritual, uno en el que pueda convocar a un fantasma para que pueda decirme más sobre ese niño. Llevo tiempo intentando llamar a cualquier amigo o familiar que tuve en vida, pero ninguno ha aparecido ante mí. Voy a volver a intentarlo, pero debo de advertiros que es un tanto desagradable, que la energía que emana de un espectro es poco tolerable por la mayoría de los seres, ya sean mágicos o no. Sé que os estoy pidiendo demasiado, pero en mi casa no puedo hacerlo, de hecho, me temo si quiera poder volver.
Pero todos estuvieron de acuerdo. Con una leve sonrisa, todos se acercaron y me dieron el apoyo que necesitaba. Hicieron llorar a esta vieja, que tan sola siempre había estado, que incluso tuvo que alejarse de su propia amiga. Les agradecí con el pecho henchido, prometiendo en silencio que los protegería. Pues ya hice una promesa a mi amiga, mi única amiga humana, de proteger a sus hijas.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro